Un corazón rutilado en 29 grados / Mac Caro

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Opalina Cartonera


UN CORAZÓN RUTILADO EN 29 GRADOS Mac Caro Opalina Factoría 2017 Diagramación a cargo de Juan Canales Diseño por Francisco Escobar Impreso en Valparaíso-Chile por Opalina Cartonera Primera edición

“Colección Op! Fábrica de Libros” Contacto autor: escritormac@hotmail.com Este libro se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas- 3.0 Unported

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El amor es una herida potencial, y exponencial. Una vez que llega, irremediablemente, producirá alegría, ensoñación, felicidad, abandono, desamparo, dolor, explicado así a modo de una campana de Gauss, aunque no del todo simétrica. El amor es, por si, el sentimiento más complejo que experimenta el ser humano en su existencia, ya que en éste se involucran todos los sentidos, en una suerte de transformación. Los poetas, desde que el mundo inició sus primeros pasos y en él aparece la palabra escrita, han buscado su definición. De hecho, la poesía es un ensayo permanente de esa búsqueda. Y concurre, con mucho más frecuencia de lo que se cree, que sobre el amor todo está dicho, en forma, contenido y mensaje. Y no son pocos quienes son reacios a leer un muestrario de poemas de amor… Debo confesarlo: yo soy uno de ellos. Cuando Manuel Caro –Mac Caro-, joven escritor de Los Álamos, a quien tuve la oportunidad de reseñar sus trabajos en prosa publicados en “Cuentos para todos”, del colectivo de poetas y escritores Sol naciente de su ciudad natal, me pidió que prologara su poemario “Un corazón rutilado en 29 grados”, sin saber a ciencia cierta de qué trataban sus poemas, me encontré con un par de sorpresas. La primera, el manuscrito correspondía, según aprecié en una somera lectura, a poemas de amor, lo cual me colocó en el dilema de abandonar la empresa o cumplir con cierta reticencia.


La segunda sorpresa –y esta me hizo cambiar toda mi predisposición inicial- fue la sutileza del lenguaje que maneja Mac Caro, sin mayores pretensiones, para desnudar su alma, en un ejercicio que, al igual que el amor, rutila el corazón. Y a mi modo de vivir el poemario -porque la poesía se vive-, logré descubrir que varios versos quedaron atrapados en mi dermis. Y se encuentran ahí. No molestan, pero están ahí y me obligan a decir algo. “Un corazón rutilado en 29 grados” es un poemario de rápida lectura, pero de lenta asimilación, porque hay un universo por descubrir en cada una de las propuestas poéticas que nos presenta su joven autor, donde el giro de la intencionalidad se produce en el momento menos pensado, al igual que en un cuento, pero aquí no hay historias ni vivencias, hay sentimiento neto. Mac Caro, en una especie de declaración de principios advierte que: “he tomado un puñado de piedras de otros poemas” para construir sus propios poemas, pero no es así. De las ruinas de lo que fue un edificio de gran esplendor –como lo es la manoseada temática del amor-, el autor genera su propia arquitectura, un laberinto donde no todos los caminos conducen a Roma. Porque el trabajo de nuestro amigo no sólo comprende un muestrario de poemas de amor, no; además incluye un poema, de fuerte contenido social, circunscrito a nuestra propia contingencia dedicado a Lorenza Cayuhan, “…la que sojuzgada recibió al fruto del amor. La que resistió la pesantez cruel del juicio mal formado. La que baja los brazos únicamente para tomar a Sayen.”


El poema genera exabrupto, porque la concepción del amor no es idílica; es parte de la cotidianidad y por eso, imperfecta, aunque duela. Pero también hay otra línea, el amor filial reflejado en ese determinismo que radica en nuestras costumbres. En “Yo bebo mate, como mi padre, como mi abuelo”, el autor construye un mundo en cada verso, la sumatoria de un universo registrada en la dialéctica de la memoria, que alcanza su clímax con esta declaración de principios: “En todo momento, siempre en mi casa de madera de pino, hubo un mate”. No puedo dejar de citar un pasaje del poema que me ha quitado el sueño. Me refiero a “Chalvajismo”, título equívoco, un acto de provocación poética necesaria: Ella te habló de mí… Yo me hubiese quedado colgando de un anillo de Saturno, Esperando caer puntual, sobre el algodón más simétrico. De esos que se transmutan en nubes, las mismas que sobrevuelan lugares portentosos como el que refutaste; que resististe descubrir conmigo. Desde que leí el trabajo de mi estimado amigo –y pido perdón por la licencia de llamarlo así–, debo confesar que mi yo poético se ha reconciliado con el amor, temáticamente hablando, aun cuando me produciría vergüenza ensayar un poemario de esta naturaleza: Mac Caro ha dejado la vara alta y sólo queda admitir, por mi parte que “me he quedado colgando de un anillo de saturno”. Jaime Magnan Alabarce.



Jugaré a no quererte, a no desearte, a que mis ojos contemplen desencantados los paisajes. Jugaré a no extrañarte, a no pensarte, a espaciar indiferencia cada vez que me roces. Jugaré a no sentirte, a no buscarte, a creer que a escondidas los amores no son amores. Jugaré a no soñarte, a no esperarte. a falsear la delectación que nos entusiasma, por un magistral desinterés. Jugaré a olvidar, a olvidar que nuestros cuerpos se entregan descontrolados en cuartos que nadie conoce. Jugaré a ser un extraño en tu camino, ante los ojos de él y en presencia de todos.


Recógeme de entre las ruinas, convalece mi alma lastimada. Quita mi cuerpo de los alambres, besa mi rostro en medio del desastre y reúne los pedazos fatigados de mi corazón. Tiéndeme sobre los arcoíris, despójame del ayer lacrado en deslices, abrázame en los instantes depresivos y por sobre todo nunca me dejes caer en tu olvido. Es verdad, ya se que no soy digno de escoltar tu esencia, ni soy merecedor de tus futuras alegrías dedicadas a mí. Jugarás a mí alrededor y sin darte cuenta me confortarás el alma. En tus manos pondré mi vida y mientras viva cuidare de la tuya. Respira sobre mis llagas, para que cicatricen al contacto de tu aliento curandero. No deliberes jamás apartarte de mis huesos, llévame de tu mano en caminos pedregosos. Hazle entender a tu afecto que si alguna vez, por cualquier razón se entera que he caído; que no vacile en socorrerme y diligente preste auxilio a mi figura desvalida. Ilumina el tiempo venidero, quiéreme tal cual soy y así mis defectos se anularán cada vez que me pienses y quizás algún día transporte virtudes en las sonrisas como tú. Te amo y te anhelo en cada milésima de un segundo de cualquier minuto. No importando la hora ni el


tiempo te dibujo; para sentirte cerca cuando estás lejos. Eres sin duda alguna la motivación más certera, eficaz y profunda que he tenido. Eres el lado positivo de todo lo adverso, eres la fortuna mas codiciada (al lado de Dios) que pretendo algún día ver en los cielos. Fruto de todo lo admirable, gracias por la hermosura de tu existencia, por ser mi hija y por coronar mi realidad con innumerables regocijos.


… rabia más rabia. Lágrimas más lágrimas. De la tristeza a la agonía. De la inquietud al llanto. De nada a la nada… Te extraño, no es fácil cuando de verdad se ama convivir con la distancia arrolladora, pasar días y semanas lejos de ti, sirena de crepúsculos. Es una injusticia nuestra lejanía, las tardes sin tocarte, las horas que debilitan mi acerbo presente, las noches sin tu cuerpo. Es inaguantable la ausencia ¡tú ausencia! Me aplasta el no poder agarrar la felicidad de tu coexistencia, desesperado observo la inmovilidad irreflexiva de mis deseos. Un desgarro destructor resulta tu presencia ilusoria, la nostalgia agobia, la comida, mis latidos, el futuro, las ganas; éstas que me devoran el alma. Desvanezco ante la idea de avanzar sin ti, de dormir sin la evidencia de abrazarte mañana. Mi sudor te extraña, las fantasías, los orgasmos. Colérico por amarte en vano, por vivir muriendo, no quiero caminar solitario sobre las estrellas, estoy cansado de abrazarte en mis quimeras. Retorna a mis días, endulza una vez más y para siempre mi derrochada sobrevivencia…te necesito en mis brazos.


He tomado un puñado de piedras de otros poemas Las recogí camino a las dunas, mientras el sol y el viento comían boldo. He tomado un puñado de piedras de otros poemas Algunas parlamentan de la madre tierra, de sucesos, de perspectivas y de ancestros. He tomado un puñado de piedras de otros poemas En ellas se quedaron ilustradas las huellas de los nativos y de los visitantes. He tomado un puñado de piedras de otros poemas Para moldearlas en la intimidad y luego ser usadas en cocinas dulces y amargas. He tomado un puñado de piedras de otros poemas No todas quisieron salir de pangue, aun así; enmudecieron y no enredaron su destierro. He tomado un puñado de piedras de otros poemas Y volveré por más, pues el pan no lo dan y hay que herir el hambre.


Yo escribo recostado en la hamaca de tu paz, tĂş ilustras en el aula del eco de mi voz sin descomedimientos y la vida se pone tacos y juega a disfrazarse.


Si aparento ser un segundo, no cualquier segundo eso sí, podría disfrazarme, por ejemplo de un minuto, o mejor aún; representaré una hora, la que tú quieras. Me convertiré en tu santiamén preferido. La cuestión es acompañarte en todas las combinaciones del tiempo.


De nuevo me abrazas en la oscuridad, empapando mis entraĂąas de magia. Perdonando mi carĂĄcter repulsivo y en todo momento susurrando ternezas a mi oĂ­do.


Mi consuelo siempre efectivo, caricia de desahogo. Eres primavera en momentos adversos, perfume esperanzador. Deshaces la angustia cada vez que me intimida, ojos tranquilizadores. Tus besos me reparan el alma mujer sideral.


Tus dedos amoldan mi desencajado optimismo, siempre te sonríen mis esperanzas. Eres el rayo de luz imprescindible que devuelve a mis días el futuro… y el corazón mío: tu mayor cosecha.


Soy amante de tus cosas, ingeniero de un futuro inadmisible. Melancólico espectador del pasado, prosélito de sueños irrepetibles. Héroe surrealista de tu presente, un ser despintado. Soy guardián de tus supuestas visitas, tozudo minero de tu interior. Transportador ilegítimo de las mariposas que tanto te gustan. Devoto nativo de nuestro refugio subastado. Doctor de sentimientos vulnerados, cónyuge de las sombras. Soy detective de casos inconclusos, inagotable luchador de tu regreso. Propietario de hectáreas vacías, presidente ineficaz de tus fronteras. Afanoso Tallador de nuestro improbable reencuentro, Pirata que navega a contra corriente. Soy obrero despedido en tu ley, Rebelde por seguir tus huellas, necio celoso de lo que no me concierne. Guía turístico de ruinas áridas, locutor de promesas inverosímiles. Soy cantante predilecto de melancolías, poeta número uno del desamor. Sureño cautivo de tus huertas,


insolvente empresario de tu materia prima. Deportista marginado del torneo de tu cuello‌ soy el que supo de ti, cuando te perdió.


Se me está taladrando el interior, estoy desintegrándome agriamente. Miles de saetas bombardean imparables y efectivas a mi tronchado amor, éste que se ha reconstruido tantas veces en la intimidad de tus labios y al calor de tu ombligo. Me siento golpeado, me veo herido. Se me ha escapado el presente resucitador que sostenía mi alma apocada. Es devastador el torbellino que alberga tu indiferencia, dardos inicuos me recortan el corazón desvalido. Los momentos de auge, de fortificación mutua, las caricias susceptibles, tus ojos adornando mis noches, todo se vuelve deletéreo y me vence imponente por la espalda, pues no son más que ariscos recuerdos afligiéndome. Fui lacio a la hora amarte, limitado en la efusión, incapaz de valorarte y un desvergonzado al opacar tu luminosidad, fulgor que ya no me acompañará.


Verte caminar dos pasos Besar los lunares de tu cuello Soñar con tus manos sazonadoras Alumbrarme con tus ojos Recolectar el fruto de lo nuestro Conversarte en los días que estás dispuesta Son las cosas que me motivan. Disfrutarte a pesar de los años Anclar a mi desnudez tu velero Tocar violines en honor a tu boca Encender tu caudal prodigioso Habitar contigo sin memoria el cielo Detonarte carcajadas cuando menos lo esperas son las cosas que me motivan. Multiplicar la canasta de sushi en tu regazo Reposar sabiendo que tu compañía es el techo Unificarnos sin conclusión y sin abatimiento Apreciar tu baja altura y también el mapa de tu cola Reparar con canciones tus sueños rotos Colorearte plantas del caribe sobre tus pechos de turgencia perfecta Son las cosas que me motivan.


Tu cintura me agita el deseo y ahora quiero humedecerte el corazón con mis dedos untados en la pasión. Me pone agudo el sudor de tus pechos claros, tu aliento me atrae al descontrol. en tus labios pondré lujuria y perversidad, y Todo calurosamente se conjugará. Tus toqueteos interminables y excitados se clavan en mis intimidades, al tiempo que saboreo estimulado tus labios pulposos y exuberantes. A oscuras o en velas, lento o rápido. Fundiremos nuestros cuerpos en brío carnal sí o sí mi querida soberana del ardor.


Los congresos de hielo en lugares extremos, no han podido elucubrar medida alguna que entumezca mis ardidos actos sobre tu piel trigueña. Ni los soldados más fríos del “Ice Squadron” han podido ejecutar sus refrigerados procedimientos sobre tu sexo en llamas.


¡Es Lorenza! la que tuvo que parir, entre cadenas y grilletes, victima de la inhumanidad. Es Lorenza Cayuhan, la que sojuzgada recibió al fruto del amor. La que resistió la pesantez cruel del juicio mal formado. La que baja los brazos únicamente para tomar a Sayen. ¡Es Lorenza! la que tuvo que parir, entre cadenas y grilletes, víctima de la inhumanidad. Es Lorenza Cayuhan, la que sobrellevó el peligro del metal en una cesárea. La que superfluamente esperó aspavientos de racionalidad. La que descubre su pecho fértil para alimentar a Sayen. ¡Es Lorenza! la que tuvo que parir, entre cadenas y grilletes; victima de la inhumanidad. Es Lorenza Cayuhan, la que no concibe su desvalorización abominable. La que hoy no puede sembrar, para mañana cosechar. La que mira recluida el crecimiento de Sayen. ¡Es Lorenza! la que tuvo que parir, entre cadenas y grilletes; victima de la inhumanidad. Es Lorenza Cayuhan, la joven mapuche que perpetuará más allá de la muerte el 14 de octubre. La que por ser morena es tratada con poder desigual. La que sueña con un futuro más cordial para Sayen. ¡Es Lorenza! la que tuvo que parir, entre cadenas y grilletes; victima de la inhumanidad.


Ángel que sufres en la tierra no mereces sobrellevar la agonía que te embarga. El hambre fustiga y se convierte en el alimento de cada día y andrajosos géneros envejecidos resultan ser tu abrigo. El grito de socorro urgente se desnutre, no tiene pujanza para salir de tu boca reseca. He oído tus atemorizadas encomiendas a la justicia divina. Tus derechos humanos prevaricados están, tus piececitos infectados ya no pueden pisar y la garantía de tu prevalencia me temo desaparece cada día más. El acelerado progreso humano; vestido de oveja y el estruendoso juego de la globalización Te han olvidado pequeño ser humano, ruines por ahí han optado por desechar tus sueños y las ganas lógicas que anidas de vivir la vida. Eres un baluarte entre los hombres inocente niño fuliginoso, mientras más resistes ahondado en la miseria, más crece la cuantía de tu vida. Perdónanos, pero la atención por los inventos tecnológicos, la siempre problemática exaltación por la comodidad, el anhelo de tenerlo todo, el individualismo a flor de piel, el dinero consumidor y los caprichos presuntuosos nos han enceguecido en demasía… y no tenemos excusa para tu abandono.


Otra vez irrumpiendo mis sentidos, he sido presa fácil en medio de recuerdos frescos, húmedos y encendidos. Estas ganas aceleradas por recorrerte de nuevo me tienen al borde de la infidelidad. Te embarcas en mis estímulos, me conquistas hasta en las visiones y tú sabes que así lo quiero y por ello estoy a punto de rendirme. ¿Será tu sexo o el modo de hacerlo? ¿Serán tus besos o los suspiros encarcelando el momento? Lo cierto es que me provocas en todas las estaciones y te apetezco. Solo quiero decir que me veo subyugado ante una silueta determinada que habita algún lecho por ahí mientras yo aquí la sigo recordando.


¿Y si consiguiera sacarte la ropa bajo la lluvia? Tal vez notaría como se origina, reproduce y estalla el amor. Y es que el efecto reiterado del agua transitando por tus líneas obraría en que se transparente todo en ti.


Siempre he creído que en febrero es en donde más se ama, pero las colgaduras de la fecundidad se abrieron juntamente con tus yedras en el invierno más improbable. Dos sureños del mundo encajando en la capital más diversa ¿a qué pueden jugar? Tan gráciles eran nuestras vidas, que brotábamos del cascaron en todas las mañanas superados velozmente por el tic-tac implacable. Other side of the world era de nuestro total gusto y sonaba y sonaba… podría tallarme a centímetros de tu busto, con la posibilidad sempiterna de tocar la arena blanca que tanto te baña y que tanto me embelese. Siempre he creído que en febrero es en donde más se ama, pero las colgaduras de la fecundidad se abrieron juntamente con tus yedras en el invierno más improbable, que obró en el parto de todas la vidas en una vida meses después.


Las semanas en que el viento es patrono de las hojas y de todo. Los periodos en que los aguaceros departen lenguas de diluvios. Los días en que el aroma de las flores funda suspiros prendados por doquier. Las horas de la tarde en que el calor se resiste a eclipsarse tempranamente con el sol. En todo momento, siempre en mi casa de madera de pino, hubo un mate. Yo bebo mate, como mi padre, como mi abuelo. No necesito nada más, quizás un pedacito de pan, pero nada más.


Tus manos se deslizan vehementes por todo mi ser, me embriagan, seducen letales a mi naturaleza. Tus ancas se perdieron en mis quijadas después de tantos apegos. Los besos repartidos en mi cuerpo encienden ímpetus, que ya creía dormidos. Baila erótica, lasciva, ambiciosa de todo, olvida por ahora la secuencia de lo acostumbrado, presta oído sólo a mis pretensiones que te las entrego como música.


Violeta brinca, escala, corre, se baja, pasa, se equivoca, sueña, acierta y vuelve a ser Violeta. Violeta llora, se encoleriza, rompe en regocijos, se emociona, grita impetuosa, se aflige y vuelve a ser Violeta. Violeta confía, refuta, enamora, sentencia, desencanta, atrae, afronta, aguarda, deserta y vuelve a ser Violeta. Violeta sobresale, detona, enorgullece, demuele, apoya, gestiona, repliega, conmueve y vuelve a ser Violeta. Viola Odorata, Violeta del jardín, Violeta común, Violeta Dalexy… mi alma te riega, para que sigas siendo Violeta.


Vencedora del dolor ¿de qué materia estás hecha? pues es sabida tu curtida biografía. Vencedora del dolor ¿Cuándo bajarás los brazos? es que acaso tienes inagotables caridades, conocimientos y enterezas. Vencedora del dolor ¿Quién te ampara? Dios, estoy seguro. Vencedora del dolor ¿Cuál es tu motivación? tus hijos, quizá tus nietos o el sueño de pisar la eternidad. Tengo tantas preguntas, como tanto que aprender de ti Vencedora del dolor.


Tus brazos son calderas en invierno, esferas de poder que me devuelven El alma al cuerpo. Tus brazos son carreteras floridas en el desierto, columnas de esperanza que propugnan mi aliento. Tus brazos son cielo y tierra, extremidades sugestivas que solazan los estados psíquicos de mi naturaleza. Tus brazos son los que absolviendo mis desaciertos oyen comprometidos cuando el concierto de mi vida se expresa. Tus brazos son el final del destino, morada laxativa para la consumación de mis abatimientos. Tus brazos son límpidos arroyuelos Araucanos, especies benéficas que me dan vida en los protervos tiempos.


Más que detenerse, es otro el tiempo. Ciclo en donde todo lo conciliador se remoza. Donde pululan bellezas nuevas, por ejemplo: los “te quiero” son más intensos y los “te amo” mas verdaderos. Más que detenerse es otro el tiempo. Período en donde todo es flemáticamente distinto. Sobreabunda el dialogo de la entrega, por ejemplo: un abrazo es más duradero y un beso más placentero. Más que detenerse, es otro el tiempo. Es el tiempo de ti.


Cuando se miran pulcras las nubes entre sí. Al medio día, es fácil oírlas decir cuan agradecidas están de Dios. Cuando recogen los pájaros el cuerpo de sus nidos, es imposible no escuchar el canto emperifollado que dedican a Dios. Cuando el rio. Empoderado de su frenesí, lo prospera todo, es fascinador descubrir sus ecos de correspondencia a Dios. Cuando el animal autónomo. Duerme satisfecho y abultado, es potentísimo apreciar la conformidad de su mirada elevada a Dios. Cuando la reina y la princesa adornan las estaciones del año, es presenciar la fiesta más extendida y agasajadora patrocinada por Dios. Cuando considero mis sentidos intactos y me emociona el recorrido de mis provechos me digo: no sé si lo merezco, pero…lo agradezco. Dios, te lo agradezco.


Me apuran los vacĂ­os del alma, me reclaman por esos espacios que aĂşn no habitas. Me apuran los temblores de mis dedos, me preguntan por la quietud de tus pechos. Me apuran las noches de glaciares, me exigen la figura inmediata de tu calidez. Me apuran las maletas del desamor, me zarandean la certeza de quedar solo.


Desprenderte del frontispicio de mi corazón podría ser más fácil que acoplarse a internet sentado en el sol. No visualizarte en la madrugada podría ser más fácil que transportar en un bolso a una nube cualquiera. Antojárseme todo menos tu boca podría ser más fácil que fotografiar a un oso transcribiendo mis poemas. Borrar el tiempo en que coincidimos podría ser más fácil que todas las soledades evolucionaran en dulces de algodón extraordinarios. Desterrar de mis entrañas tu ternura Podría ser más fácil que plantar un Ficus sobre la caparazón de una tortuga. Pasar desapercibida por mi área podría ser más fácil que ejecutar una expedición sobre el organismo de mis pestañas Podría ser más fácil si no existieras, aunque eso, ineluctablemente me extinguiera.


Ella te habló de mí… Yo me hubiese quedado colgando de un anillo de Saturno, esperando caer puntual, sobre el algodón más simétrico. De esos que se transmutan en nubes, y no habría vacilado en amarte. Ella te habló de mí… Yo me hubiese quedado colgando de un anillo de Saturno, esperando caer puntual, sobre el algodón más simétrico. De esos que se transmutan en nubes, de esas que asomaron en el verano del 88’ y que se repiten en los cuadros más egregios. Ella te habló de mí… Yo me hubiese quedado colgando de un anillo de Saturno, esperando caer puntual, sobre el algodón más simétrico. De esos que se transmutan en nubes, y dejaría que me dejaran caer en el espacio físico que sólo cimientan “padres e hijos”. Ella te habló de mí…


Yo me hubiese quedado colgando de un anillo de Saturno, esperando caer puntual, sobre el algodón más simétrico. De esos que se transmutan en nubes, las mismas que sobrevuelan lugares portentosos como el que refutaste; que resististe descubrir conmigo. Ella te habló de mí… Yo me hubiese quedado colgando de un anillo de Saturno, esperando caer puntual, sobre el algodón más simétrico. De esos que se transmutan en nubes, que hasta el día de hoy dejan caer epístolas y designios en botellas repletas de agua; en las que por fuera dibujo. Ella te habló de mí… Y desde entonces no he podido hacerte colgar de un anillo de Saturno, esperando que caigas puntual, sobre el algodón más simétrico. De esos que se transmutan en nubes.





UN Corazรณn RUTILADO EN 29 GRADOS Mac Caro elaborado en el mes de julio del 2017 en los laboratorios de editorial Opalina Cartonera

www.opalinacartonera.blogspot.com


Los libros de la editorial opalina Cartonera SON OBJETOS DE ARTE COMPLETAMENTE ARTESANALES - fabricados con nuestras patas delanteras todos hechos con dedicaciรณn, delicadeza y voluntad

Opalina Cartonera





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