LECTURAS
HISTORIA
VISITA
NUEVA GUíA DEL PEREGRINO
El Santo Sepulcro
VISITA
Una introducción fotográfica de la basílica con una rica documentación de planos, mapas y figuras en 3-D
HISTORIA
La historia del Santo Sepulcro contada por los profesores del Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén
LECTURAS
Una selección de lecturas para acompañar al peregrino en la Tumba de Jesús
Proyecto editorial Raffaella Zardoni Coordinaci贸n de la redacci贸n Carla Benelli Tommaso Saltini Textos Eugenio Alliata ofm Enrique Bermejo Cabrera ofm Virgilio Corbo ofm Claudio Bottini ofm Lino Cignelli ofm Giovanni Loche ofm Athanasius Macora ofm Alviero Niccacci ofm Michele Piccirillo ofm Fotos Archivo ATS pro Terra Sancta, Custodia de Tierra Santa Cubierta El Santo Sepulcro, Jerusal茅n.
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LA BASÍLICA DEL SANTO SEPULCRO LAS CAPILLAS DEL CALVARIO LA TUMBA DE JESÚS LA ROTONDA GALERÍAS Y DEAMBULATORIO LAS CAPILLAS INFERIORES RESTOS DEL COMPLEJO COSTANTINIANO LEYENDA
HISTORIA 24 27 31 35 37 38
El jardín del Calvario La época de Costantino Las modificaciones cruzadas Los franciscanos en el Santo Sepulcro La última apertura del Santo Sepulcro Un nuevo comienzo
LECTURAS 41 44 46 53 57 59 61
La Muerte en la cruz Las palabras de Jesús en la cruz El sepulcro nuevo La Resurrección de Jesús Liturgia en Jerusalén El status quo
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Informaciones
Las comunidades presentes en el Santo Sepulcro
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historia
INTRODUCCIÓN
lecturAs
SUMARIO
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JerusalĂŠn, Ciudad Vieja
los cristianos, recorriendo la Vía Dolorosa, llegan hasta la basílica del Santo Sepulcro que encierra entre sus muros el Calvario, donde Jesús murió y resucitó, y la tumba donde estuvo depositado y que lo vio despertarse de la muerte al tercer día. A pesar de ser una tradición antigua e ininterrumpida, el aspecto de la basílica, disimulada casi totalmente entre las desordenadas construcciones de la plaza, deja un poco perplejo al peregrino cristiano. Una vez dentro del oscuro edificio, se pregunta cómo es posible que en aquel espacio angosto haya habido una colina, un jardín y una tumba nueva. ¿Es éste el lugar que ha jugado un papel tan importante a lo largo de los siglos? Haciendo cola, en espera de poder entrar en el destartalado edículo que cubre la tumba encontrada vacía por las mujeres, se repiten las palabras del ángel: “¡Ha resucitado !, ¡no está aquí !”. Resuena el primer discurso valiente de Pedro: “Dios lo ha resucitado, desatándolo de las angustias de la
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Según un dicho oriental, también los lugares tienen alma y, para todos los hijos de Abrahán, la Ciudad Vieja de Jerusalén tiene un especial significado. Entre sus estrechas calles repletas de gente y negocios, a los judíos se les puede ver por el Muro occidental y todo el Monte del Templo, a los musulmanes en la Cúpula de la Roca, mientras que
Detalle de la Rotonda constantiniana
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muerte, porque no era posible que ésta lo pudiera tener en su poder”. Una vez fuera de la pequeña sala del edículo, el peregrino ya no se sorprende ni del murmullo ni del incesante flash de las cámaras y de los teléfonos móviles: ahora comprende el motivo de tanta presencia y empieza a entender por qué estas piedras no han podido
atravesar indemnes veinte siglos de historia. Desde hace muchos años, los peregrinos cristianos que llegan a la basílica recorren estos lugares pasando del desconcierto – por la confusión, las contradicciones y el aspecto ruinoso del edificio- a la conmoción por la pasión del Hijo de Dios muerto por amor al hombre. Esta guía se propone
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Benedicto XVI, 15 de mayo de 2009.
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presentar a los peregrinos y visitantes la basílica con sus estratificaciones de muros y liturgias, y acompañarle en la visita a los lugares únicos y santos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
allándonos en este santo lugar y considerando aquel maravilloso suceso, ¿cómo podremos no sentirnos “traspasar el corazón”, igual que aquéllos que oyeron primero la predicación de Pedro el día de Pentecostés? Aquí Cristo murió y resucitó para no morir ya más. Aquí la historia de la humanidad cambió definitivamente. El largo dominio del pecado y de la muerte fue destruído por el triunfo de la obediencia y de la vida ; el leño de la cruz desvela la verdad sobre el bien y el mal ; el juicio de Dios fue pronunciado sobre este mundo y la gracia del Espíritu Santo se derramó sobre la humanidad entera. Aquí Cristo, el nuevo Adán, nos ha enseñado que el mal nunca tiene la última palabra, que el amor es más fuerte que la muerte, que nuestro futuro y el de la humanidad está en las manos de un Dios benévolo y fiel”.
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La basílica del Santo Sepulcro
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ste Santo Lugar ha sido consagrado con la sangre de Cristo. Nuestra consagración nada añade a su santidad.» Con estas palabras era introducido el peregrino en la iglesia del Santo Sepulcro tras la restauración del siglo XII. La restauración, de mano de los cruzados, dio al Santo Sepucro el aspecto que vemos todavía hoy: una imponente basílica románica que reúne y comunica las capillas y los monumentos dispersos por los lugares de la pasión y resurrección del Señor. La primera fundación del complejo se debe al emperador Constantino. En el año 325, durante las excavaciones ordenadas por él para derribar los templos paganos, se encontraron el sepulcro de Jesús y las reliquias de su pasión. El complejo que Constantino edificó se extendía por toda el área del Gólgota, aproximándose hasta el cardo máximo que atravesaba la ciudad de norte a sur. La roca del Calvario permanecía a cielo abierto, mientras que la tumba fue aislada de la montaña y circundada por la majestuosa rotonda de la Anástasis. Los edificios constantinianos fueron destruídos el año 1009 por el sultán al-Hakim y reconstrui-
dos por el emperador Constantino Monómaco el año 1042.
Plaza Comenzamos la visita por el sur de la plaza. La fachada de la basílica, a pesar de estar deteriorada, es una de las obras más hermosas que se conservan en Tierra Santa de la arquitectura cruzada. Una de las dos puertas fue anulada en tiempos de Saladino. El campanario sugiere la grandeza del proyecto cruzado a pesar de que su altura se reduce a la mitad de lo que fue debido a un derrumbamiento producido en el siglo XVI y a las sucesivas modificaciones realizadas
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Capilla de los Francos La escalera adosada a la fachada lleva a la capilla de la Dolorosa –llamada de los Francos- que permitía el acceso directo al Calvario, facilitando a los peregrinos medievales cumplir el voto y ganar las indulgencias aunque la basílica estuviera cerrada y no tuvieran dinero para pagar la tasa de entrada. Debajo hay un oratorio dedicado a Santa María Egipcíaca.
Piedra de la Unción En el atrio de la basílica está colocada la Piedra de la Unción, en memoria de la piedad de Nicodemo y José de Arimatea, que prepararon el cuerpo de Jesús para su sepultura. Es muy venerada por los ortodoxos y está adornada con candelabros y lámparas. Un mosaico en el tabique frontal ilustra el episodio.
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Las capillas del Calvario
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Capilla del Calvario Subiendo por una empinada escalera se llega hasta el altar del Calvario que surge sobre la roca sobre la que se alzaba la cruz de Jesús. La roca es visible a través de las placas de cristal, a los lados del altar. Los peregrinos pueden tocar la roca a través de una apertura en el disco de plata, bajo el altar, punto desde el cual, según la tradición, surgía la cruz. Era aquí donde los peregrinos cumplían el voto, es decir, depositaban sobre el altar la pequeña cruz de madera que se les entregaba en su patria al comienzo del viaje. La capilla pertenece a los griegos ortodoxos y está decorada con lámparas y candelabros según su tradición.
A la derecha, en el atrio, se ven las capillas situadas por debajo del Gólgota. Los arqueólogos han confirmado que la zona, en tiempos de Cristo, estaba fuera de la ciudad y era una mina abandonada, rellena de tierra. Estos datos coinciden con las informaciones de los evangelios, que hablan de un jardín. El Calvario hoy se eleva unos 5 metros sobre el pavimento de la basílica mientras que los lugares más profundos de la cripta se encuentran a 9 metros bajo el suelo. Era pues un área muy desigual donde las rocas salientes podían ser fácilmente excavadas como sepulcros familiares. Lugares similares son bastante comunes en Palestina
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Capilla de la Crucifixión
B En la capilla situada al lado, que perte-
nece a los franciscanos, se hace memoria de la crucifixión. El altar, en bronce plateado, es regalo del gran duque de Toscana Fernando de Médici (1588). La decoración y los mosaicos fueron rehechos el siglo pasado. Del siglo XII es el medallón que representa la Ascensión. Entre las dos capillas se encuentra el altar de la Dolorosa. El medio busto de la Virgen es un presente de la reina María de Portugal (1778). Se desciende por una segunda escalera igual de empinada.
las más antiguas de la basílica. En el ábside se puede ver la hendidura en la roca causada, según la primitiva tradición producida, por el terremoto acaecido en el momento de la muerte de Jesús. La hendidura habría permitido que la sangre de Cristo llegara y redimiera a Adán, que se pensaba estaba sepultado aquí. Para los primeros cristianos éste era incluso el origen del nombre Gólgota: lugar del cráneo. La tradición ha inspirado la iconografía del crucifijo que pone a los pies de la cruz una calavera, un reguero de sangre y, frecuentemente, una pequeña gruta.
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de Adán C Capilla Bajo el Calvario, la capilla de Adán es una de
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Edículo
B Bajo la cúpula, en el centro de
la Rotonda, el edículo (aedicula: pequeña casa) debe hoy su aspecto a la recargada intervención ochocentista. La fachada está aderezada con cables de lámparas y grandes candelabros de las distintas comunidades. A causa del terremoto del siglo pasado, desde 1947 está apuntalada con travesaños de acero, a la
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por el atrio hacia A Siguiendo C En el interior, el edículo está diviel oeste (es más el flujo de los peregrinos que una evidencia arquitectónica la que sugiere la dirección), una piedra circular señala el punto donde las tres Marías, las mujeres de los relatos evangélicos, observaron el descendimiento y la sepultura de Jesús. Pasando entre dos enormes columnas entramos en la Anástasis, o Rotonda, el mausoleo que Constantino mandó construir como marco para la tumba de Cristo.
dido en dos salas. La primera, la capilla del Ángel, conserva un trozo de la piedra que cerraba la tumba de Jesús, sobre la cual el ángel estaba sentado la mañana de Pascua.
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Una pequeña puerta (133 cms.) introduce en la segunda habitación donde fue depositado el cuerpo de Jesús. El banco está protegido por láminas de mármol. Los ornamentos no deslucen la simplicidad de este lugar, meta de millones de peregrinos y centro de la fe cristiana. Aquí Jesús venció a la muerte. En la parte posterior del edículo está la capilla de los coptos, que data del tiempo de los cruzados.
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Rotonda o Anástasis La Rotonda, llamada Anástasis (resurrección), respeta la imponente estructura que alternaba, en los tres órdenes, pilastras, grupos de columnas y grandes ventanas. Desgraciadamente, con el correr de los siglos y las sucesivas restauraciones las ventanas han perdido la luz solar directa y el deambulatorio ha sido subdividido en dos plantas por un entrepiso. Con
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ocasión de la última restauración, las 12 columnas del orden inferior han vuelto a tener el aspecto del proyecto original. Las dos columnas más cercanas al altar de la Magdalena eran, probablemente, dos partes de una misma columna perteneciente al primitivo complejo constantiniano o del templo de Adriano. La restauración de la cúpula se concluyó en los años noventa.
Tumba de José de Arimatea Al fondo del ábside un pasaje conduce a una tumba con forma de nicho, contemporánea a la tumba de Cristo, encontrada en el siglo XV y llamada de José de Arimatea. Este tipo de tumba estaba más difundida en Jerusalén que la tumba en arcosolio (como se deduce que sería, según los evangelios, la de Cristo). La tumba confirma que en tiempos de Cristo se usaba como sepultura.
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b Altar de María Magdalena El altar, adherido a la columna, recuerda la aparición de Jesús a Magdalena en el exterior del sepulcro. Aquí es donde ofician los franciscanos.
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Capilla de la Aparición Desde el sector norte del vestíbulo de la Rotonda se entra en la capilla del Santísimo Sacramento. Aquí están presentes los franciscanos desde el siglo XIV. La capilla está dedicada a la aparición de Jesús resucitado a su Madre. El episodio no está registrado en los evangelios aunque sí está recogido por la tradición. En la capilla se venera la Columna de la Flagelación.
Coro o Katholikon El Coro de los canónigos, o Katholikon, pertenece a los griegos, que lo han separado del resto del edificio dejándolo abierto sólo ante la Anástasis. En la restauración se han encontrado, bajo el pavimento cruzado, los cimientos de la basílica constantiniana, llamada Martyrion. La cúpula ha sido recubierta de mosaicos según el estilo bizantino. La idea cósmica de la redención universal obrada por la muerte y resurrección de Cristo está representada simbólicamente por un cipo de mármol situado bajo la cúpula que recibe el nombre de Omphalos u ombligo del mundo.
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Arcos de la Virgen Recorriendo la galería se hacen evidentes los distintos estratos de las distintas intervenciones realizadas a lo largo de los siglos. Desde el muro del fondo, perteneciente al edificio original constantiniano, se destacan las columnas bizantinas y las pilastras del transepto cruzado. Sobre
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el muro se distinguen los agujeros para los enganches de los mármoles policromados que revestían el edificio. Cinco columnas, distintas de las demás, más pequeñas y bastas, forman los llamados Arcos de la Virgen, que recuerdan las visitas de la Madre del Señor al sepulcro del Hijo. La memoria debió de ser considerada autorizada por los cruzados que quisieron preservar esta única parte del Tripórtico constantiniano.
Prisión de Cristo Al final de la galería se llega a una capilla sin ornamentos que una tradición, que se remonta al siglo IX, llama la Prisión de Cristo. El pavimento es el único transitable que ha sobrevivido de la época constantiniana.
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Galerías y Deambulatorio
Caminando por el deambulatorio cruzado, se encuentran tres capillas dedicadas a distintos momentos de la pasión de Jesús.
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Capilla de Longinos En memoria del soldado romano que con su lanza abrió el costado de Cristo haciéndole brotar sangre y agua.
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Capilla de la División de las vestiduras
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En recuerdo de Jesús, despojado de sus vestiduras.
Capilla de los Improperios
Recuerda los insultos de los sacerdotes y el pueblo contra el Crucificado. En la capilla se conserva un fragmento de la columna sobre la cual, según la tradición, se sentó Cristo coronado de espinas.
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Las capillas inferiores Capilla de santa Elena Desde el deambulatorio una escalera desciende hasta la capilla dedicada a santa Elena. Las paredes de la escalera están recubiertas de cruces grabadas en la piedra, a lo largo de los siglos pasados, por los peregrinos armenios como testimonio de la devoción de este pueblo por la Cruz. El año 327, la emperatriz, madre de Constantino, vino como peregrina a Jerusalén y quiso buscar la santa Cruz. La historia nos cuenta el descubrimiento de tres cruces en una antigua cisterna junto con los clavos (uno de los cuales está incrustado en la Corona férrea de Monza, un segundo clavo está en el Duomo de Milán y un tercero en Roma) y del titulus, el letrero –mandado por Pilato- que indicaba la condena en tres lenguas (un fragmento del cual se encuentra en Roma, en la iglesia de la Santa Cruz). Un milagro permitió identificar la cruz de Cristo. La Capilla, en tres naves y con 4 columnas que sostienen la cúpula, es propiedad de los armenios y data del siglo XII. Distintas fuentes y excavaciones arqueológicas confirman que ya en el proyecto constantiniano la sala era utilizada de algún modo. De los muros penden muchas lámparas según el estilo armenio.
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Capilla de la Invención de la Cruz Descendiendo aún más –es el punto más profundo de la basílica- se llega hasta la Capilla rupestre de la invención (hallazgo) de la santa Cruz. Una ballaustrada señala el punto tradicional del hallazgo de las reliquias. Las paredes conservan débiles trazos de frescos del siglo XII, mientras que en el techo se reconocen las secciones y los bloques de la antigua cantera de piedra. El enlucido de las paredes, hecho con material hidráulico rico en ceniza, típico de los tiempos de Cristo, demuestra que este subterráneo se utilizaba, en aquel tiempo, como cisterna.
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En los años 70 se descubrió, sobre un muro de tiempos de Adriano, situado detrás del ábside de la Capilla de santa Elena, un grafito anterior a la basílica constantiniana, probablemente del siglo segundo. El grafito, que representa una nave con la leyenda Domine Ivimus, “Señor, hemos llegado”, es, de momento, el testimonio más antiguo de peregrinaciones al Santo Sepulcro. Como el área no está abierta a los visitantes, para ver el grafiti es necesario solicitarlo a los armenios
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Capilla de Vartán
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Restos del complejo costantiniano
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En el Hospicio ruso de san Alejandro se han encontrado restos de construcciones del tiempo de Constantino y del foro de Adriano. Restos de la entrada al Martyrion costantiniano se pueden ver en la trastienda de una pastelería al lado oeste del zoco (mercado árabe). Desde el monasterio de los Coptos es posible descender a la cisterna. Por la necesidad de agua en Jerusalén, las zonas más profundas de la antigua cantera se reutilizaban como cisternas. Donde esta el Martyrion hoy se encuentra el monasterio de los Etíopes, compuesto por pequeñas celdas que se adosan al techo de la Capilla de santa Elena. Atravesando las dos capillas propiedad de los etíopes se llega de nuevo al sur de la plaza que está delante de la entrada al Santo Sepulcro.
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Podemos hacernos una idea de los edificios constantinianos buscando sus restos en los alrededores del Santo Sepulcro.
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1. Plaza 2. Campanario cruzado 3. Capilla de los Francos 4. Entrada 5. Piedra de la Unción 6. Capilla de la Crucifixión 7. Altar de la Dolorosa 8. Capilla del Calvario 9. Capilla de Adán 10. Memoria de las tres Marías 11. Rotonda (Anastasis) 12. Edículo 13. Tumba de José de Arimatea 14. Altar de María Magdalena 15. Capilla de la Aparición 16. Coro de los Canónigos o Katholikon 17. Omphalos 18. Arcos de la Virgen 19. Servicios 20. Prisión de Cristo 21. Capilla de Longinos 22. Capilla de la División de las vestiduras 23. Capilla de los Improperios 24. Capilla de santa Elena 25. Capilla de la Invención de la Cruz 26. Capilla de Vartán
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Leyenda
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La Pasión de Jesús en un grabado del año 1629
El jardín del Calvario
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oy es difícil imaginar cómo era el lugar hace casi 2000 años. Monumentos y construcciones lo han transformado radicalmente. Debemos tener presente además los cambios sufridos por la ciudad en los últimos siglos, sin olvidar que, desde el siglo cuarto, éste ha sido el punto central de la historia de toda Tierra Santa y causa de muchas y largas guerras. Este
interés, que no ha dejado nunca de existir, hace que sea universalmente aceptado por los arqueólogos e historiadores el dato transmitido por la tradición cristiana de que aquí ocurrieron realmente la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesús de Nazaret. Debemos, sobre todo, releer las informaciones que los evangelios nos proporcionan sobre el lugar de
De cantera a Jardín
historia historiA
La tumba donde fue colocado Jesús pertenecía a José de Arimatea: “José, tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca” (Mt 27,59). La entrada a la tumba se cerró con una piedra: “Hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro, y se fue” (Mt 27,60). En cuanto a la cámara interior de la tumba, de los pasajes evangélicos algunos estudiosos concluyen que la tumba sería del tipo arcosolio: “María, sin embargo, estaba fuera cerca del sepulcro y lloraba. Mientras lloraba, se inclinó hacia el sepulcro y vio dos ángeles con vestiduras blancas, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otros a los pies” (Jn 20,11-12).
Gracias a las investigaciones arqueológicas, hoy podemos hacernos una idea bastante exacta de la topografía del Calvario. La restauración de 1961 abrió trazas arqueológicas en algunos puntos de la basílica. Gracias a estas trazas sabemos con certeza que el área sirvió como cantera de piedra desde el siglo octavo hasta el primero antes de Cristo. La cantera, de piedra malakí, se demuestra por la presencia de cortes en la roca, producidos por los canteros, difundidos por toda el área, desde la actual Vía de los Cristianos hasta Khan ez-Zeit (Zoco). Restos de bloques creados por los canteros
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la crucifixión, sepultura y resurrección del Señor si queremos hacernos una idea clara sobre este sitio. Los evangelios llaman a este sitio el Lugar del Cráneo (golgotha en arameo, kraniou topos en griego, calvariae locus en latín). El término “monte” no se usa hasta el siglo cuarto cuando, aislada la roca de la crucifixión, quedó un lugar elevado de unos seis metros. En los evangelios, el Gólgota es simplemente calificado como un lugar. “Condujeron entonces a Jesús al lugar del Gólgota, que significa lugar del cráneo” (Mc 15,22). “Cogieron entonces a Jesús y él, llevando la cruz, se dirigió hacia el lugar del cráneo, llamado en hebro Gólgota” (Jn 19,17). El lugar llamado Gólgota identifica tanto el punto donde se alzó la cruz como el jardín: “Entonces, en el lugar donde fue crucificado, había un jardín” (Jn 19,41). El Gólgota estaba fuera de la ciudad, pero lo suficientemente cerca de la misma como para permitir a los viandantes leer la indicación de la condena que Pilato mandó escribir y colocar sobre la cruz: “Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde fue crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad. Estaba escrito en hebreo, latín y griego” (Jn 19,20). En el jardín había una tumba vacía excavada en la roca: “En el lugar donde fue crucificado había un jardín y en el jardín un sepulcro nuevo en el que ninguno había sido hasta entonces depositado” (Jn 19,41).
HISTOriA historiA 26
se pueden ver también en la Capilla de la Invención de la Cruz. La cantera fue abandonada en el siglo II a.C. y la zona se destinó a pequeños huertos, mientras que en las paredes rocosas se siguieron excavando tumbas. Una tumba –la llamada de José de Arimatea- la vemos todavía hoy tras el altar de los siríacos. Su presencia demuestra que en el primer siglo el área estaba aún fuera de Jerusalén, pues la religión judía no permite las sepulturas en la ciudad. Los datos arqueológicos nos muestran que la tumba de Jesús fue excavada en una pilastra aislada de esta cantera. La tumba poseía una apertura baja, por lo que había que arrodillarse para poder pasar. Tras el estrecho pasillo se encontraba un vestíbulo que conducía a la cámara funeraria. Aquí, se excavaba sólo un banco al lado derecho según se entra. Es probable que José de Arimatea quisiera terminar su tumba familiar excavando otros dos bancos a los lados oeste y sur, pero los sucesos de la Semana Santa modificaron seguramente sus planes. La construcción de los nuevos muros de Agripa englobó la zona dentro del perímetro ciudadano. Sobre estos Santos Lugares, los cristianos de Jerusalén celebraban la Memoria de los grandes eventos. A causa de los desórdenes que siguieron a la primera insurrección judía (66-70 AD), los cristianos dejaron Jerusalén para refugiarse en Pella de la Decápolis. La rebelión terminó en un baño de sangre. La X legión romana, con sede en Palestina,
intervino nuevamente para sofocar la segunda revuelta judía encabezada por Simón Bar Kokheva y que terminó con el total sometimiento de Palestina y la dispersión (diáspora) de los judíos. Jerusalén fue sometida a una total transformación.
« Ælia Capitolina » Para impedir cualquier renacimiento de la nacionalidad judía, el emperador Elio Adriano fundó una nueva ciudad, Elia Capitolina –Elia en su honor y Capitolina porque estaba destinada a contener un campidoglio para los dioses romanosdonde serían eliminadas las huellas de judíos y cristianos (los romanos aún no distinguían con claridad las dos religiones). El área del Gólgota, en el centro de Elia, desapareció bajo los nuevos edificios monumentales, pero una comunidad de cristianos no hebreos que permaneció en la ciudad, perpetuó la memoria de estos lugares. San Jerónimo, en el 395, escribe: “Desde el tiempo de Adriano hasta el imperio de Constantino, por una duración de 180 años, la estatua de Iovem, dios latino, fue venerada sobre el lugar de la resurrección, mientras que sobre la roca de la cruz erigieron los gentiles una estatua en mármol de Venere. Según la intención de los autores de las persecuciones, nuestra fe en la resurrección y en la cruz habría desaparecido como consecuencia de su profanación de estos santos lugares con ídolos”.
La época de Constantino
Jerusalén y el Santo Sepulcro en el mosaico de Madaba
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piensan que podría ser la presencia de grafiti cristianos. El año 333 un peregrino de Burdeos escribe haber visto en Jerusalén un pequeño monte llamado Gólgota cuyo lugar estaba “a un tiro de piedra” de donde el cuerpo de Jesús fue sepultado. Tras el hallazgo, los arquitectos de Constantino estudiaron un nuevo proyecto que incluyese también un mausoleo para proteger y exaltar la tumba de Cristo. Para erigir el imponente complejo de edificios fue derribada la silla rocosa del Gareb, tanto al norte como al oeste. De esta forma, completamente aislada de la cantera, perdió el aspecto y el nombre de “gruta” para convertirse en el edículo –pequeña casa- erigido en el centro de un vasto espacio sobre el que surge el grandioso mausoleo de la Anástasis, que ha sobrevivido como el único mausoleo cristiano romano. El montículo del Calvario, tallado posteriormente, fue dejado a cielo abierto, rodeado por un jardín con tres puertas al amparo de la basílica llamada Martyrium que, como recuerda la peregrina Egeria, tomaba el nombre de Gólgota: “La
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l año 325, Macario, obispo de Jerusalén, solicitó y consiguió el compromiso del emperador Constantino de destruir los templos paganos construidos sobre los santos lugares. Durante el movimiento de tierras y las excavaciones del terreno que Adriano había desplazado para nivelar la zona, se encontró la tumba de Jesús. Eusebio describe la sorpresa del hallazgo: “Y cuando, removido un elemento tras otro, apareció el lugar al fondo de la tierra entonces, contra toda esperanza, apareció el resto, es decir, el venerado y santísimo testimonio de la resurrección salvífica y la gruta más santa de todas retomaba la misma figura de la resurrección del Salvador. Efectivamente, después de haber estado sepultada en las tinieblas volvía de nuevo a la luz, y a todos los que iban a verla les dejaba vislumbrar claramente la historia de las maravillas allí realizadas, atestiguando con obras más sonoras que cualquier voz la resurrección del Salvador”. El tono de sorpresa denota que el hallazgo no se esperaba. Probablemente sólo se había respetado la posición del calvario por ser el lugar demasiado elevado como para haber sido totalmente allanado. Eusebio no nos dice qué es lo que permitió identificar la tumba de Cristo ; algunos
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1. Mausoleo de la Anástasis 2. Edículo sobre la Tumba 3. Tripórtico 4. Montículo del Calvario 5. Basílica Martyrion 6. Cisterna de la invención 7. Atrio oriental 8. Cardo máximo
iglesia mayor se llama Martyrium porque está en el Gólgota, detrás de la Cruz, donde el Señor sufrió la pasión”. El grandioso mausoleo de la Anástasis fue inaugurado el 336 (la planta y los trazos generales son todavía hoy reconocibles).
En el perímetro exterior, la inmensa cuenca absidal estaba perforada por ocho portales y otros tantos ventanales que parecían prolongarse hasta el cielo ; en el interior se alternaban columnas y pilastras que sostenían la galería, coronada por una cúpula
HISTOriA
El complejo costantiniano
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con oculus. Además del haz de luz que se proyectaba desde la cúpula, la luz procedente de los ventanales decoraba hermosamente el edículo, recubierto de preciosísimos adornos, que custodiaba la tumba del Señor. En el interior, sin embargo,
Constantino no quiso que hubiera decoración, porque nada habría podido embellecer la roca testigo de la resurrección de Cristo. Todo el complejo, desde el atrio oriental sobre el cardo máximo hasta la Anástasis, se extendía sobre
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un eje de 150 metros en la zona del Foro adriano. La Iglesia de Jerusalén se dedicó a su cuidado, como nos testimonian los escritos de los peregrinos. En 1896, en el pavimento de una basílica en Mádaba, se encontró un mosaico del siglo VI que reproduce un mapa de los territorios entre el Líbano y Egipto. La ciudad de Jerusalén domina el magnífico mosaico y los edificios del Santo Sepulcro están en su centro.
La invasión persa El esplendor de los edificios constantinianos duró tres siglos. El 20 de mayo del 614, Jerusalén fue conquistada y saqueada por las hordas persas. Una vez que cesó la furia de las destrucciones, asesinatos y deportaciones, gracias a un edicto del año 622, se empezó con la reconstrucción. Fue el abad Modesto quien, con escasos medios y en circunstancias políticas inciertas, comenzó con la restauración de los edificios del Santo Sepulcro, recurriendo a la ayuda de las comunidades cristianas. Entre las novedades de la restauración de Modesto está la cubierta del Calvario. En el 638 los árabes conquistaron Palestina. El califa Omar ocupó pacíficamente Jerusalén, visitó el Santo Sepulcro pero se negó a rezar en él, para que el complejo no fuera convertido en mezquita ; sin embargo, extendió su alfombra en el atrio oriental del Martyrion, que se destinó al culto personal de los musulmanes. Los cristianos
perdieron así el acceso principal a la basílica. Con el andar de los siglos, la dominación árabe se fue haciendo más hostil. A comienzo del siglo IX un violento terremoto dañó la cúpula de la Anástasis. La iglesia fue incendiada en el 841, en el 938 y, otra vez, en el 966.
La destrucción de alHakim «Se apoderaron de todos los utensilios que se encontraban en la iglesia y la destruyeron totalmente dejando sólo aquello que era muy difícil de destruir. Destruyeron también el Calvario y la iglesia del santo Constantino y todo lo que se hallaba en sus confines e incluso intentaron eliminar los restos sagrados. Esta destrucción comenzó el martes, el quinto día antes del fin del mes de Saffar del año 400 de la Hégira, veinticinco de agosto de 1009». Yahia Ibn Sa’id, historiador árabe. En el 1009, el califa al-Hakim ordenó al gobernador de Palestina destruir el Santo Sepulcro y hacer desaparecer sus símbolos de modo que no quedasen huellas. A los cristianos se les prohibió visitar el Santo Sepulcro y rezar entre sus ruinas. En el 1014, la madre de Hakim, que era cristiana, comenzó la reconstrucción del templo destruido por su hijo. En el 1021, un tratado de paz con Constantinopla permitió iniciar la restauración que terminó bajo el reinado del emperador Constantino Monómaco. Vista la
La trasformación cruzada
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os cruzados conquistaron Jerusalén el 15 de julio de 1099. Su intención era devolver al Santo Sepulcro todo su esplendor. Los cruzados concibieron la idea de reunir los santuarios y las capillas dispersas por toda la zona edificando una basílica de estilo románico en la zona del tripórtico constantiniano. Un arco triunfal unió la Rotonda a la nueva iglesia que estaba delimitada por columnas y pilastras, dotada de galería en el plano superior y circundada por un deambulatorio en el inferior. Los brazos del transepto no eran simétricos para respetar en
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los santos profetas se hallan bajo el techo y sobre las tribunas. La cúpula de la iglesia no está cerrada de una vez con piedra sino que está hecha de travesaños de madera entrelazados entre ellos. La iglesia tiene así una apertura en la cima. El Santo Sepulcro está colocado debajo de esta cúpula abierta”. En los mismos años, el agravamiento de los enfrentamientos doctrinales y políticos entre Roma y Bizancio, culminó en el 1054 con el cisma de la Iglesia de Oriente: la división entre católicos y ortodoxos que aún hoy continúa.
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imposibilidad de reconstruir todo el complejo, fue restaurada la Rotonda y las capillas en memoria de la Pasión, y abandonado el Tripórtico y la basílica del Martyrion. La Rotonda se enriqueció con mosaicos. El abad ruso Daniel, que visitó Jerusalén antes de la intervención de los cruzados, nos ha dejado esta descripción: “La iglesia de la resurrección es de forma circular y está apoyada sobre doce columnas monolíticas y seis pilastras. El pavimento está compuesto de bellísimas placas de mármol. Tiene seis puertas y doce tribunas dotadas de 12 columnas. Vivos mosaicos con
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HISTOria
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el norte el corredor conocido como Arcos de la Virgen, y las capillas del Calvario al sur. Hacia el este, el edificio estaba delimitado por los oratorios, edificados en memoria de los sucesos de la pasión, que se abrían hacia el deambulatorio. Desde
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el deambulatorio una escalera descendía a la iglesia de santa Elena y a la cripta de la Invención de la Cruz. Con la pérdida del atrio sobre el cardo máximo se presentaba la necesidad de una nueva fachada monumental que se realizó en el patio
La basílica cruzada
HISTOria
6. Capilla de la Invención de la Cruz 7. Entrada nueva 8. Capilla de los Francos 9. Plaza sur 10. Campanario
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del sur. Para enriquecer la plaza fue erigida, en el ángulo noroeste, una imponente torre-campanario de cinco plantas. En la fachada se construyó un acceso monumental independiente del Calvario, con la Capilla de la Dolorosa. Además, se
continuó y enriqueció la decoración de los mosaicos. La nueva basílica fue consagrada el 15 de julio de 1149, en el quincuagésimo aniversario de la conquista de Jerusalén. En la basílica se instituyó una jerarquía latina.
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1. Cúpula sobre la Rotonda 2. Edículo sobre la Tumba 3. Cúpula cruzada 4. Capillas del Calvario 5. Iglesia de santa Elena
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Decadencia
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Capiteles cruzados de la fachada
El año 1187 el ejército de Saladino reconquistó Jerusalén y la iglesia del Santo Sepulcro se cerró. Gracias a los acuerdos con el emperador de Constantinopla se restableció una jerarquía griega. Los católicos, llamados Francos o Latinos, fueron readmitidos por un breve lapso de tiempo para después ser de nuevo expulsados durante la feroz invasión de los cuaresmianos el año 1244, cuando los cristianos fueron asesinados cruelmente y la basílica, una vez más, gravemente dañada. El peregrino Thietmar, en el año 1217, dice que la iglesia del Santo Sepulcro y el lugar de la Pasión “están siempre cerrados, sin culto y sin honor, y no se abren más que alguna vez a los peregrinos, a fuerza de dinero”. Ante las protestas del mundo cristiano, el sultán se excusó ante el papa Inocencio IV atribuyendo la devastación a irresponsables y aseguró que, reparados los daños, consignaría las llaves a dos familias musulmanas para que abrieran la basílica a la llegada de los peregrinos (una situación que dura hasta nuestros días). Fue un período oscuro. Funciona-
rios sin escrúpulos se aprovecharon del deseo de las comunidades cristianas de acceder a la basílica. Los peregrinos, tras pagar una tasa, eran introducidos en la basílica y se les asignaba un lugar y un altar especial donde podían asistir, incluso durante algunos días, a las ceremonias que se celebraban en su lengua. En aquel tiempo, se establecieron en Jerusalén colonias de cristianos procedentes de Mesopotamia, Egipto, Armenia, Etiopía, Siria, Grecia y Georgia. La reina georgiana Tamara obtuvo la exención de tasas para su comunidad y el permiso de vivir en la iglesia. Los monjes recibían la comida y los donativos a través de aperturas practicadas en la puerta de la basílica. El santuario empezó a decaer de forma gradual. Los soberanos de Occidente, perdida la posibilidad de recuperar con las armas los Santos Lugares, establecieron tratados con los sultanes para asegurar el culto católico y la asistencia a los peregrinos. Los reyes de Nápoles tuvieron mucho éxito en este sentido consiguiendo, el año 1333, una residencia para la comunidad latina de Jerusalén.
Los franciscanos en el Santo Sepulcro
San Francisco sostiene el edículo del Santo Sepulcro con sus frailes, grabado de 1724
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n el año 1342, con la aprobación del Papa Clemente VI, el honor de la custodia del lugar fue concedido a los franciscanos, presentes en Tierra Santa desde 1335. Desde entonces, los frailes franciscanos ocupan la Capilla de la Aparición de Jesús resucitado a su Madre. Fray Nicolás de Poggibonsi, que en aquellos años se encontraba en Jerusalén visitando la basílica del Santo Sepulcro escribía: “En el altar de Santa María Magdalena ofician los latinos, es decir los Frailes Menores, que es para nosotros, los cristianos latinos. En Jerusalén y en todo ultramar, es decir en Siria e Israel, Arabia y Egipto, no hay otros religiosos, ni sacerdotes ni monjes más que los frailes menores y a éstos se les llama Cristianos Latinos”. El archimandrita ruso Gretenio cuenta que, dentro de la basílica, cerrada durante todo el año a excepción de las fiestas pascuales y de las peregrinaciones, están permanentemente un sacerdote griego, un georgiano, un franco –es decir, un fraile menor-, un armenio, un jacobita y un abisinio. Fue un período de relativa calma. Las distintas comunidades cristianas presentes en el Santo Sepulcro llegaron a celebrar juntos los ritos de la Semana Santa, incluida la procesión del Domingo de Ramos.
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Bajo el dominio turco El año 1517, el centro de poder del mundo islámico se transfiere de la dinastía mameluca de Egipto a los turcos otomanos. El sultán, que residía en Constantinopla, favorecía a la Iglesia greco-ortodoxa y eso causó muchos roces entre griegos y latinos. Un terremoto, en 1545, derribó parte del campanario. El dinero y las intrigas palaciegas convirtieron el Santo Sepulcro en un trofeo al mejor postor. Entre 1630 y 1637 algunas partes de la basílica cambiaron de manos hasta en seis ocasiones. En 1644 los georgianos, no pudiendo satisfacer el pago de las tasas, dejaron la basílica y, poco después, se fueron también los abisinios. Los franciscanos consiguieron adquirir los espacios abandonados por las otras comunidades. En 1719, tras las largas discusiones, los franciscanos comenzaron la restauración de la cúpula de la Anástasis. Con el temor de que los trabajos se paralizaran sin motivo, emplearon 500 trabajadores custodiados por 300 soldados. Se rehizo la cúpula y el tímpano con las ventanas ciegas, pero se perdieron los mosaicos, demasiado dañados. Los armenios rehicieron la escalinata de la Capilla de Santa Elena y los griegos demolieron los pisos que amenazaban la ruina del campanario. El edículo fue restaurado en 1728. Un decreto del Sultán, en 1757, atribuyó a los griegos la propiedad de la basílica de Belén, la Tumba de la Virgen y, en común con los latinos, algunas zonas de la basílica del Santo Sepulcro. Desde entonces no se han realizado grandes cambios en lo que se refiere a la propiedad de los Santos Lugares.
La última apertura del Santo Sepulcro
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n 1555 Bonifacio de Ragusa, Custodio de Tierra Santa, obtuvo la autorización para la realización de algunas restauraciones y la construcción de un nuevo edículo. Se trató de una restauración de cierta envergadura. El franciscano dejó una detallada descripción de los trabajos realizados. Fue la primera vez, desde 1009, que se descubrió el banco de roca sobre el que se depositó el cuerpo del Salvador. Bonifacio describe el suceso en una carta.
El Edículo reconstruido por el Padre Bonifacio según un antiguo grabado.
fue ungido para la sepultura y que difundía por todas partes resplandores de luz como si fueran rayos luminosos de sol, fue descubierto por nosotros, venerado con alegría espiritual y con lágrimas junto con todos los que estaban presentes. En el centro del santo lugar encontramos un trozo de madera, que estaba allí dispuesto y envuelto en un paño precioso. Apenas lo cogimos, lo tomamos en la mano con mucha devoción y lo besamos, al contacto con el aire el paño se consumió completamete dejando sólo algún hilo de oro. Junto a aquel precioso leño había algunas inscripciones pero tan consumidas por el tiempo que no había frase completa, aunque en el principio de un pergamino se podía leer en letras mayúsculas latinas: Helena Magni…”
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e ofreció a nuestros ojos el sepulcro del Señor de modo claro excavado en la roca. En él vimos representados dos ángeles, uno de ellos con una inscripción que decía: “Ha resucitado, no está aquí”, mientras que el otro, mientras señalaba al Sepulcro, proclamaba: “He aquí el lugar donde fue depositado”. Las figuras de estos dos ángeles, apenas entraron en contacto con el aire, desaparecieron casi completamente. Cuando, por la necesidad, se tuvo que remover una de las placas de alabastro que cubrían el Sepulcro, puesta donde santa Elena para que se pudiera celebrar allí el santo sacrificio de la Misa, se nos apareció aquel lugar inefable en el cual reposó durante tres días el Hijo del Hombre ; ut plane coelos apertos videre tunc nobis, et illis, qui nobiscum aderant omnibus videremur. El lugar que había estado bañado en aquella sangre preciosa y por aquella mezcla de ungüentos con los que
HISTOria historia
Sub Paulo Quarto, et Carolo Quinto Imperatore invinctissimo, anno a Christo nato millesimo quingentesimo quinquagesimo quinto, XXVII Augusti, hora XVI
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HISTOria historiA
El Santo Sepulcro según un grabado de 1728
Un nuevo comienzo
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n 1808 un gran incendio causó numerosos daños al Santo Sepulcro. El permiso para la restauración lo obtuvo Rusia en nombre de la Iglesia ortodoxa. Los trabajos, dirigidos por Komninos de Metilene, fueron importantes: el edículo sobre la tumba adoptó el elaborado aspecto oriental, en la Rotonda, las columnas quedaron englobadas en unas pilastras tremendas, la galería de la planta inferior se dividió en pisos y entrepisos, y el coro, se cerró con altos tabiques, quitando luz a las naves laterales y al deambulatorio. Se construyeron nuevas escaleras para el Calvario, eliminando los monumentos sepulcrales de Godofredo de Bouillon y de Balduino I y, en general, fue eliminado todo signo latino y cruzado. Una fuerte sacudida del terremoto
del año 1867 dañó la cúpula de la Anástasis, que fue sustituída por una estructura metálica. Un nuevo terremoto sacudió Palestina en 1927. En 1934 la potencia mandataria inglesa, que administraba Palestina, reforzó la basílica con cinchas y pilones de madera y hierro, dejando el monumento completamente desfigurado. La cúpula, oscurecida por la estructura, dejó de ser visible. En 1954 las tres comunidades principales, el Patriarcado griego ortodoxo, la Custodia franciscana de Tierra Santa y el Patriarcado armenio ortodoxo, presentaron al gobierno de Jordania un informe
patriarca griego Benedictos, el 4 de enero de 1964
común sobre la necesidad de intervenir en la fachada, el transepto y la cúpula de la Rotonda. Los trabajos comenzaron en 1961. El 2 de enero de 1997 se inauguró la nueva cúpula de la Anástasis. La decoracion de la cúpula nos muestra 12 rayos de oro, que representan a los 12 apóstoles, cada uno de los cuales se divide en tres puntos luminosos, simbolizando a la Trinidad. La luz exalta el fondo madreperlesco que, según va subiendo, se enciende de estrellas. Este fondo se inspira en la descripción bíblica de la nube luminosa que acompañaba la presencia de Dios.
Bajo la luz que penetra por la linterna transparente de la cúpula se hace evidente el precario estado del edículo, todavía rodeado de vigas metálicas para evitar su derrumbamiento bajo el peso del tiempo. Es de desear que la unidad de las tres comunidades encuentre el valor y la fuerza para afrontar la importantísima obra de restauración del edículo. Sería irresponsable posponerlo en esta zona tan propensa a los terremotos. Hoy sabemos con certeza que la degradación del Santo Sepulcro no se puede achacar ni a los persas ni a al-Hakim.
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Pablo VI en su visita al
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s ciertamente rico en simbolismo el hecho de que, a pesar del peso de la historia y de las numerosas dificultades, los cristianos, desafortunadamente divididos, trabajen juntos para restaurar este templo que ellos mismos construyeron en la unidad mientras que sus divisiones han consentido que decayese.»
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LECTURAS lecturAS Altar del Calvario
EL CALVARIO Concentramos la atención en el Calvario, el primer polo de la basílica cruzada. Nos conserva una parte del Misterio pascual, la más dolorosa y meritoria: la crucifixión y muerte de Cristo, nuevo Adán y nuestro destino de salvación y gloria. El sentido y el mensaje del Calvario lo podemos comprender sólo en la escuela de la Palabra de Dios, sin la que no conocemos nada y no vemos más que niebla y confusión. Nombre y ubicación Calvario es una palabra latina, traducción del término hebreo gólgota, que significa cráneo. Esta denomi-
nación se debe al aspecto del sitio, una antigua cantera rocosa abandonada. “El lugar llamado de la Calavera, en hebreo Gólgota”, estaba cerca de Jerusalén, nos dice Juan, testigo ocular de la Pasión. Hoy el Calvario se encuentra dentro de los muros de Jerusalén pero en la época de la Crucifixion de Jesus « El lugar de la Calavera, en hebreo Golgota » estaba fuera de la Ciudad Santa. Esto queda confirmado por Juan cuando dice que « estaba cerca de la ciudad » y por el autor de la Carta a los hebreos, que ofrece una explicación teológica a la tortura que padeció Jesús fuera de la ciudad. “Así también, Jesús sufrió la muerte fuera de la ciudad, para consagrar al pueblo por medio de su propia sangre. Vayamos, pues, con Jesús, fuera del campamento, y suframos la misma deshonra que él sufrió. En este mundo no tenemos una ciudad que permanezca para siempre, sino que vamos en busca de la ciudad eterna” (heb 13,12-14).
La cruz Jesús murió en la cruz que él mismo había llevado, ayudado por un tal Simón de Cirene, símbolo del discípulo que lleva la cruz tras Jesús. La cruz era un patíbulo con dos astas superpuestas. En el siglo II san Ireneo le daba un significado simbólico: “El
LECTURAS lecturAS
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erusalén tiene para los cristianos un corazón: la basílica del Calvario y la Tumba de Cristo, memoriales de los últimos sucesos de la vida terrena del Dios que se hizo hombre para nuestra salvación, murió y al tercer día resucitó según las Escrituras. Son los Santos Lugares de Cristo por excelencia, definidos por los Padres como el centro y el ombligo de la Tierra, las fuentes de las que el hombre obtiene la salvación y la vida. Los dos Santos Lugares son correlativos e inseparables, como lo es el misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo que aquí se cumplió y que se realiza incesantemente.
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La Muerte en la Cruz
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LECTURAS lecturAs
Verbo encarnado, cargando con la cruz para rescatarnos y vivificarnos, ha reunido a los dos pueblos, judíos y paganos, en uno por medio de la extensión de los brazos. Dos son, en efecto, los brazos porque dos son los pueblos diseminados hasta los confines de la tierra, pero el centro tiene una sola cabeza”. La muerte en la cruz, sufrida por el Señor por nuestro amor, era la más horrible de las muertes según el historiador Eutiquio. Lo recuerda también santa Clara de Asís: “Contempla la inefable caridad por la cual él quiso sufrir sobre el patíbulo de la cruz, donde murió con una muerte más vil que cualquier otra”.
La hora Jesús fue crucificado hacia el mediodía y expiró a las tres de la tarde. Era un viernes, vigilia de Pascua, 13 del mes de nisán, probablemente el 7 de abril del año 30. Es la hora, según el ritual judío, en la que todo lo que estaba fermentado debía desaparecer de las casas para dejar su lugar a los ázimos de la Pascua. Para el Nuevo Testamento, aquellos ritos eran símbolos del misterio cristiano: con el sacrificio de Jesús, nuestra Pascua, comenzaba la nueva y eterna alianza entre Dios y toda la humanidad. La escena El Calvario es el altar del mundo. Jesucristo crucificado es al mismo tiempo sacerdote y víctima del sacrificio con el que se realiza la obra de la redención. Todo en el Calvario gra-
vita en torno al Crucificado, Señor de la naturaleza y de la historia. Todo y todos toman su sentido de él: la Madre, las mujeres pías, Juan, los que le crucifican, los presentes, la humanidad y toda la creación. Estamos en la plenitud de los tiempos. La cruz es el inicio de la ascensión al cielo, ha dicho Juan Pablo II. La cruz es el trono del Cristo victorioso sobre todas las fuerzas del mal «Regnavit a ligno Deus» – Dios ha reinado desde el leño - canta la liturgia, eco de la Escritura y de los Padres. Su victoria es nuestra victoria. Hagamos nuestra la elección del buen ladrón. Mirando al Crucificado como él, es decir con humildad y fe, se acaba cediendo a su atracción de amor, amándolo, invocándolo para ser salvos.
LAS CAUSAS DE LA MUERTE La muerte de Jesús estaba ya decretada en el proceso llevado a cabo por el Sanedrin y sometido a la autoridad del prefecto Romano Poncio Pilato. Indirectamente, son responsable de esta muerte los pecadores, es decir, toda la humanidad porque todos hemos pecado, cada uno según la gravedad de sus propias culpas. Todos por tanto, lo mismo que quienes estuvieron presentes, debemos golpearnos el pecho y volver la mirada a aquél a quien hemos traspasado. En el Nuevo Testamento se recuerda también la responsabilidad del demonio y sus ángeles, que Pablo llama los dominadores de este mundo y a los que considera primeros responsables
SIGNIFICADO DE LA MUERTE «Cristo sufrió por vosotros, dejándoos un modelo para que sigáis sus huellas. El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño ; el que, al ser insultado, no respondía con insultos ; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos
de Aquel que juzga con justicia ; el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia ; con cuyas heridas habéis sido curados». (1Pe 2,21-35). La muerte de Cristo crucificado es para nosotros ejemplo y salvación. Nos pide que la compartamos a través del cumplimiento fiel de nuestros deberes cotidianos de sacrificio, oración y trabajo. Ninguno podrá eludirlo, ni ser dispensado. “Quien no lleva su cruz y viene detrás de mí, no puede ser mi discípulo… (Lc 14, 26) no es digno de mí” (Mt10, 38). Acojamos la exhortación del Espíritu: “Por tanto, también nosotros, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con constancia la carrera que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, por el gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios. Fijaos en aquel que soportó tal contradicción de parte de los pecadores, para que no desfallezcáis faltos de ánimo” (Heb 12, 1-3).
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de la crucifixión de nuestro Señor. La muerte de Jesús tiene otra causa, más profunda y decisiva que las anteriores: es el amor misericordioso de Dios Padre, amor que no tiene un por qué y es el por qué de todo. Dios ha salvado a la humanidad pecadora por puro amor, porque es rico en misericordia. Esta es la verdad capital de la revelación. El amor salvífico de Dios Padre ha sido compartido y testimoniado perfectamente por el Hijo: “Ninguno tiene amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Este amor supremo es el suyo y Jesús nos lo ha demostrado aquí, en el Calvario, derramando sobre nosotros su propia sangre, hasta la última gota. Verdaderamente “el amor ha crucificado al buen pastor de las ovejas”, como dice san Juan Clímaco
LECTURAS lecturAs
Altar de la Capilla de la Crucifixión
Las palabras de Jesús en la Cruz
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lecturAS LECTURAS
El Crucificado no está acabado sino que aún encuentra la fuerza para hablarnos. Cada una de las siete Palabras sobre la cruz es como una suma del evangelio, son palabras de salvación y de vida que ninguna lectura, aun en profundidad, puede agotar. «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.» San Elredo comentaba: le pareció poco rezar y quiso incluso perdonar. Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Son, sí, grandes pecadores, pero también grandes ignorantes. Jesús es el hermano bueno que nos enseña, con el ejemplo, a amar y hacer el bien a todos, incluso a los enemigos, para ser así también nosotros hijos del Padre que está en los cielos. «En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.» Es la respuesta de Jesús al ladrón arrepentido. Una palabra dicha con fe salvó al ladrón, dice san Juan Clímaco. Realmente, quien invoque el nombre del Señor será salvo.
«Mujer, he ahí a tu hijo.» María es entregada al hombre, a cada uno de nosotros, como madre, explica Juan Pablo II. Es un gesto que manifiesta el reconocimiento y la confianza del Hijo en la Madre educadora. Jesús nos la da para que nos forme a todos a imagen y semejanza del Primogénito. “He ahí a tu Madre”. Jesús, el amigo, tras haber entregado a su Padre celestial, nos deja también a su Madre para hacernos partícipes de su bienaventuranza filial. «Tengo sed.» Jesús se refiere al Antiguo Testamento, cumpliendo el salmo 69. «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» En el culmen del dolor, Jesús emite un fuerte grito voceando el salmo más mesiánico del Antiguo Testamento. Juan Pablo II comenta: “Ha habido un momento de desolación en el que Jesús se ha sentido sin apoyo ni defensa por parte de nadie, ni siquiera de Dios”.
Capilla del Calvario, detalle del Crucifijo
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«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.» «Jesús muere como Hijo. Muere en perfecta conformidad a la voluntad del Padre, por la finalidad de amor que el Padre le ha confiado y que el Hijo bien conoce”, ha dicho, una vez más, Juan Pablo II. El Maestro y modelo único, tras habernos enseñado a vivir con su vida, nos enseña a morir con su muerte. Hijo dócil y devoto de Dios Padre, le ha obedecido hasta la muerte y la muerte de cruz, y ha amado a los hermanos hasta la entrega total de sí mismo.
lecturAS
«¡Todo se ha cumplido !» Es la voz de la obediencia filial, una voz llena de humilde altivez. El Hijo de Dios, siempre dócil y sumiso, puede decir que ha cumplido la obra del Padre, como estaba anunciado en las Escrituras: la salvación del mundo por medio del sacrificio de la propia vida. La desobediencia del primer Adán perdió a la humanidad ; la obediencia del nuevo Adán la ha salvado y continúa salvándola.
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LECTURAS lecturAS
Descendimiento, capillas del Calvario
El sepulcro nuevo
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reo en Jesucristo, nuestro Señor, que fue crucificado, muerto y sepultado.» »
Cada domingo y solemnidad, cuando el pueblo cristiano renueva la profesión de fe, proclama con estas palabras el evento y el misterio de la muerte y sepultura de Jesús. Este artículo de nuestra fe tiene su explícito fundamente en los textos del Nuevo Testamento.
Los Evangelios narran con diligencia y amor el último acto de la existencia humana de Jesús, el descendimiento de su cuerpo crucificado a la tumba. Podría parecer extraño pero es un hecho incontestable que los evangelistas se demoraron al describir la pasión, muerte y sepul-
Los cuatro evangelistas coinciden en narrar el hecho de la sepultura al final de la larga y dramática narración de la pasión y muerte de Jesús, como preludio de su resurrección. Tales relatos aseguran a nivel narrativo la continuidad entre la muerte y la resurrección, y en ellos se transparenta una atmósfera de serena esperanza tras la gran tensión que caracteriza a los relatos de la pasión. En los cuatro evangelios encontramos la petición hecha a Pilato por José de Arimatea para recuperar el cuerpo de Jesús y el beneplácito de Pilato. Juan nos dice que Nicodemo llevaba una gran cantidad de mirra y áloe.
LECTURAS lecturAS
EN LOS RELATOS EVANGÉLICOS
Según los sinópticos, José preside el descendimiento y envuelve el cuerpo de Jesús en una sábana. Juan anota que José y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas junto con aceites aromáticos, según costumbre de los judíos. Nuevamente, después todos los evangelistas reconocen la sepultura en un sepulcro nuevo excavado en la roca, perteneciente a José de Arimatea. El sepulcro se encontraba en un huerto cercano al lugar de la crucifixión y para entrar en el mismo había que hacer rodar una piedra. En la escena están presentes las mujeres que han asistido a la muerte de Jesús ; siguiendo a Lucas, ellas son las que preparan los aromas y aceites perfumados, observando después el descanso del sábado. Los hechos se desarrollan rápidamente entre el ocaso del sol y la vigilia: se estaba haciendo tarde e iba a comenzar el reposo del sábado. Este cúmulo de noticias se puede enriquecer posteriormente con otros detalles transmitidos por los evangelistas. Así, Juan habla del golpe de lanza en el costado, suceso de enorme significado, y nos da la noticia de que los más interesados en saber de la sepultura de Jesús y de los otros dos condenados eran, sobre todo, las autoridades judías. Era necesario retirar los cuerpos de los condenados para no comprometer la santidad del sábado que, en este caso específico, era el sábado solemne que coincidía con la fiesta de la Pascua. De aquí se comprende por qué las autoridade judías pidie-
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tura de Jesús. Tratándose de tradiciones y escritos que se remontan a comunidades y autores que creían en la resurrección de Jesús, lo normal sería lo contrario, es decir que, a la luz de la resurrección de Jesús, su pasión y muerte se hubieran descrito de forma mínima, con algunos simples incidentes del recorrido. Evidentemente, la perspectiva de una auténtica visión de fe no es ésta. La pasión y la muerte constituyen una derrota, pero es el punto culminante del glorioso combate de Jesús, y la sepultura es el momento esencial de la existencia del Hijo de Dios hecho hombre. Tiene la función de atestiguar para siempre, contra aquellos que quisieran negarla, la realidad y la verdad de su muerte.
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LECTURAS lecturAS
Descendimiento y Lamaento por Cristo, mosaicos del atrio
ron al prefecto romano que acelerara la muerte de los condenados y que retiraran los cuerpos (cf. Juan 19:31). Este detalle está en armonía con el libro del Deuteronomio, donde se prescribe la sepultura de los condenados y su muerte antes de la caída de la noche. Además, en otro célebre texto del Talmud se dice que Jesús fue colgado la vigilia de la Pascua. Mateo habla de los sellos y los guardias ante el sepulcro y, además, en los cuatro evangelios se habla del descubrimiento de la tumba vacía. Indudablemente no todos los detalles narrativos tienen el mismo peso y las diferencias autorizan a pensar que no era intención de los evangelistas presentar una descripción minuciosa de todos lo sucedido ; no obstante, son numerosas e importantes las confirmaciones de los estudiosos acerca de la credibilidad histórica de estos relatos, avalados hasta ahora incluso por los resultados de las investigaciones científicas sobre la Síndone de Turín.
LOS DISCÍPULOs ESCONDIDOS Una vez constatada la muerte de Jesús lo lógico sería que las personas encargadas por las autoridades judías exigiesen el descendimiento del cuerpo de Jesús de la cruz y la consiguiente sepultura en un sepulcro común reservado a los malhechores ajusticiados. Sin embargo, los hechos se desarrollan de forma distinta porque, en este punto, desaparecen las autoridades judías y se presenta un amigo de Jesús, José de Arimatea, personaje hasta entonces desconocido por los lectores del evangelio pero que debía de ser bastante notorio entre los primeros cristianos. José de Arimatea es el personaje clave de todo el episodio. Los relatos evangélicos lo presentan con gran relieve desde punto de vista social y religioso: hombre rico, miembro autorizado del sanedrín que no había compartido la decisión contra Jesús, que esperaba el reino
evangelios les han entregado, para siempre, al recuerdo y veneración de los cristianos. Ellos seguramente no se imaginaban que a cambio recibirían la misma promesa reservada por Jesús a la mujer que en Betania le había ungido el cabello con aceite perfumado: “Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya” (Mt 26, 13). La Iglesia de Jerusalén y los cristianos de Tierra Santa hacen memoria de José de Arimatea y de Nicodemo cada 31 de agosto.
LA SEPULTURA
lecturAS
Los relatos evangélicos no descri-
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de Dios y era discípulo de Jesús. En este punto, Juan hace intervenir a otro discípulo singular de Jesús que se asocia con José. Se trata de Nicodemo que, en los comienzos del ministerio de Jesús, había ido a buscarlo de noche y de él había recibido el anuncio de la vida nueva de lo alto. Los dos ilustres personajes, pertenecientes al sanedrín y discípulos escondidos de Jesús, impulsados por la suprema demostración de amor de su Maestro, salen de las sombras revestidos de un valor extraordinario. Se manifiestan abiertamente discípulos del Crucificado y cada uno le ofrece un don: Nicodemo, los aceites preciosos y los perfumes para la unción, y José su tumba nueva. Los
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LECTURAS lecturAS
Sepultura de Jesús, mosaicos del atrio
ben el descendimiento de Jesús de la cruz y nos ofrecen pocos detalles de cómo el cuerpo fue preparado para la sepultura. En cuanto al descendimiento, se puede legítimamente pensar que a José le ayudaron otras personas. Respecto a la preparación inmediata para la sepultura, estos datos se pueden sumar a los que nos facilitan la Biblia y otras fuentes judías antiguas. Partiendo de estas fuentes, normalmente los ritos preparatorios comprendían el cerrar los ojos, atado de las mandíbulas, el peinado de la barba y los cabellos, el lavado del cadáver y su unción, la vestición y la cobertura del rostro con un sudario ; seguía luego el cortejo fúnebre para el transporte del cadáver hasta la tumba, con los pies y manos ceñidos. ¿Se realizaron todas estas intervenciones en el cuerpo de Jesús? Los evangelios silencian bastantes cosas y, dada la situación excepcional, hay que pensar que efectivamente se procedió con prisas. El interés de los evangelistas al respecto parece detenerse en los aromas y la indumentaria. Marcos y Lucas hablan de la compra de los aromas y piensan en aromas líquidos. Juan, sin embargo, piensa en aromas sólidos y habla de su empleo en la sepultura de Jesús. El cuarto evangelista, el único que hace mención de Nicodemo, indica intencionadamente la medida desorbitada de cien libras –alrededor de 33 kilos-, de la mezcla compuesta
de mirra, una resina aromática, y del áloe, un perfume, con el objetivo de demostrar que aquel muerto era realmente rey, como estaba escrito sobre el tablero que coronaba la cruz, y como tal había sido tratado. También el sepulcro usado por Jesús era nuevo, como se hacía con los reyes. Los aromas se vertían sobre el cuerpo y la indumentaria, asegurando la adhesión de las telas y las vendas, y se dejaban al lado del difunto. Es difícil, tomando como base solamente el texto del evangelio, hacerse una idea exacta de las telas y su número. Sólo la indumentaria fundamental consistía en una auténtica y propia túnica mortuoria o en una pieza de lino bastante cara usada para envolver el cuerpo del difunto, que debía cubrirse totalmente. Así pues, el cuerpo de Jesús fue depositado en la tumba que los
biendo de él el mandato de llevar el anuncio pascual a los hermanos.
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evangelistas llaman nueva, excavada en la roca, situada en un huerto no lejano del lugar de la crucifixión, que se cerraba haciendo rodar una piedra a su entrada. En la época de Jesús los pobres era sepultados en la tierra ; Jesús, en cambio, recibió una sepultura que sólo los ricos podían tener. El grupo de las mujeres aparece como el cortejo fúnebre de Jesús que, dada la cercanía de la tumba al lugar de la crucifixión, debía de ser muy breve. La piedad cristiana ha integrado siempre el relato viendo entre las mujeres a María, la Madre de Jesús, dispuesta a acoger una vez más en su seno al Hijo en un último gesto de piedad. Las mujeres son, sobre todo, testigos: han seguido a Jesús desde Galilea hasta el Calvario, lo han visto morir en la cruz y ahora observan la tumba ; serán las primeras en verlo resucitado, reci-
En la sepultura del cuerpo del Señor la fe y la piedad cristiana no han visto sólo el gesto de amor de los discípulos sino también la prueba de que el Hijo de Dios, encarnándose, ha tomado realmente un cuerpo mortal y que se ha sometido a la muerte. He aquí por qué la liturgia, el arte y la literatura, tanto de Oriente como de Occidente, no han dejado nunca de contemplar y celebrar este momento. En Jerusalén, la tarde del Viernes Santo, en la basílica del Santo Sepulcro se reúnen los cristianos de Tierra Santa y los peregrinos venidos de todas las partes del mundo para revivir en un clima de gran conmoción este evento de la vida de Jesús. Los franciscanos dirigen una solemne y sugerente evocación del descendimiento de la cruz, de la unción y de la sepultura de Jesús. No menos sugerentes son las celebraciones de los hermanos grecoortodoxos y de las demás comunidades cristianas. Cada viernes, en la Iglesia extendida por toda la tierra, se hace memoria de la sepultura de su Señor, con las palabras de la oración de la tarde: “Concédenos, oh Padre, unirnos en la fe a la muerte y sepultura de tu Hijo para renacer con Él a la vida nueva”.
LECTURAS lecturAS
EN LA LITURGIA
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LECTURAS lecturAS
En los Hechos de los apóstoles La presentación más antigua de la resurrección se encuentra en los discursos de Pedro de los Hechos de los apóstoles. En el segundo capítulo de los Hechos, Pedro habla de Pentecostés, un fenómeno interno de la comunidad de los apóstoles que se ha manifestado al pueblo con el rumor del trueno y a través de su capacidad para hablar distintas lenguas. Pedro explica que los apóstoles no están borrachos sino que el Espíritu ha descendido sobre ellos, como había predicho el profeta Joel. El gran día de Dios ha llegado gracias al Jesús Nazareno que vosotros habéis crucificado pero que Dios ha hecho resucitar rescatándolo de la muerte, como David había predicho en el salmo 16. De hecho, el salmo no habla del mismo David, pues él murió, fue sepultado y su sepulcro todavía sigue entre nosotros ; sino que David prevé la resurrección de Cristo el cual fue elevado a la derecha de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha derramado sobre nosotros, como vosotros véis y escucháis. La conclusión del discurso de Pedro es clara: “Sepa, pues, con certeza todo Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a ese Jesús a quien vosotros habéis crucificado” (Hch 2, 36).
En los himnos y secuencias Las comunidades cristianas organizan su culto y profesan su fe. Las oraciones e himnos de estas comunidades consisten esencialmente en el anun-
Cristo Resucitado, edículo, Capilla de los Coptos
LECTURAS lecturAS
Los exégetas distinguen como de distintos momentos históricos los relatos de la resurrección ofrecidos por el Nuevo Testamento.
Detengámonos en los puntos esenciales de este discurso y de otros que le siguen. El hecho central anunciado es la resurrección de Jesús, del Crucificado que la gente conocía bien. De este hecho los apóstoles son testigos ante Israel. La venida del Espíritu es consecuencia de la resurrección. Dios ha cumplido las promesas antiguas resucitando a Jesús, que es Señor y Cristo, el Mesías. Los tiempos futuros ya han comenzado. El anuncio es estrictamente teocéntrico: es Dios quien ha despertado o levantado a Jesús de la muerte. La cristología es arcaica: Jesús es siervo de Dios, el siervo fiel descrito por el profeta Isaías ; pero la fe es ya segura: Jesús es llamado Mesías, Señor, es decir, Dios. El anuncio consiste en el hecho de que Dios ha resucitado a Jesús. Se añade sólo que, con esto, Dios ha realizado su plan de salvación como había prometido. En esto se ve la reflexión de los apóstoles a la luz de las Escrituras. El discurso de Pedro a Cornelio, en el capítulo décimo de los Hechos, precisa los detalles que se encuentran en la tradición primitiva: Jesús ha resucitado al tercer día, durante algunos días se ha manifestado a testigos escogidos, les ha dado la orden de predicar al pueblo para que se arrepienta y crea.
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La resurrección de Jesús
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LECTURAS lecturAS
cio de Cristo muerto y resucitado. Los exégetas han identificado muchas de estas antiquísimas fórmulas diseminadas especialmente por las cartas de san Pablo. Vamos a citar una, incluida en la primera carta a los Corintios. En la iglesia de Corinto, de mentalidad griega, algunos negaban la resurrección corporal de los muertos poniendo en peligro la mismísima fe cristiana. Pablo nos habla de la enseñanza tradicional en una fórmula ciertamente más antigua que su carta, escrita el año 56: “Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras ; que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según las Escrituras ; que se apareció a Cefas y luego a los Doce ; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago ; más tarde, a todos los apóstoles” (1 Cor 15,3-7). El evangelio primitivo se resume, por tanto, en cuatro verbos: muerto, sepultado, resucitado, aparecido. Y especifica: por nuestros pecados, según las Escrituras, al tercer día. Las apariciones son importantes porque constituyen los testimonios ; y se subraya: algunos de los que aún viven. Entre los que vieron al Resucitado sólo aquí se citan 500 hermanos y a Santiago, obispo de Jerusalén. Se habla de apariciones a Cefas y a los otros apóstoles, es decir, a los enviados oficialmente de la primitiva iglesia. No se nombra a las mujeres, que han tenido un papel muy importante en los relatos evangélicos. Probablemente estas formulaciones
arcaicas se resienten de la legislación judía en cuyo seno nacieron, que no reconocía el testimonio de la mujer. En los Evangelios Se cree que el evangelio de Marcos se escribió entre los años 67 y 70, el de Lucas entre el 75 y el 80, el de Mateo entre el 85 y el 90 y el de Juan hacia finales del primer siglo. Los exégetas admiten una fuente escrita común para Mateo y Lucas, anterior a Marcos. Eso significa que, antes de los evangelios, circulaban colecciones parciales de los dichos y hechos de Jesús para el uso de las comunidades. Los evangelistas por tanto utilizaron material anterior a ellos y seguramente no escribieron todos juntos ni en la misma habitación. Cada uno compuso su evangelio eligiendo a voluntad de la tradición oral o escrita y organizando el texto con base en a las necesidades de su comunidad, de su ambiente, y según la propia concepción y el propio objetivo, aunque todos ellos guiados por el Espíritu del Resucitado. Por eso hay diferencias entre los evangelistas. Sólo un lector distraído puede pensar que los evangelistas dicen las mimas cosas. Negar todo por estas diferencias sería injusto. Querer conciliar todo a toda costa, como se hacía a veces en el pasado, sería igualmente injusto. Hoy, los exégetas destacan las diferencias e intentan, en la medida de lo posible, explicarlas en el marco general de cada evangelio en particular. Cuando no es posible, dejan abierta la solución al problema. Por lo demás, el nacimiento de distintas tradiciones se puede comprender si se piensa que las comunidades cristianas estaban muy
Lo esencial para Marcos es el ángel que anuncia, en nombre de Dios, que Jesús ha resucitado. A diferencia del resto de los evangelios, las mujeres –por miedono dicen a nadie lo que han visto. Para Lucas todas las apariciones se producen el día de la resurrección, en Jerusalén. Lucas insiste en el hecho de que Jesús explica las Escrituras a los apóstoles y les abre los ojos para que comprendan que “estas son las cosas que el Mesías debía sufrir para entrar en su gloria”, porque “así está escrito: el Mesías deberá padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará a todas las gentes la conversión y el perdón de los pecados, empezando por Jerusalén”. Además, los discípulos de Emaús lo reconocen mientras parte el pan. Palabra y Eucaristía dan a conocer a Cristo resucitado. En Mateo resuena el eco de la polémica con los judios: El hecho de que la tumba se hubiera encontrado vacía era indiscutible, pero los judíos corrieron la voz de que habían sido los apóstoles quienes habían robado el cuerpo de Jesús. Entre los hechos narrados sólo por Juan tenemos: el episodio de Pedro que corre
al sepulcro con otro discípulo (sólo reflejado en el evangelio de Lucas), la aparición a Tomás y la pesca milagrosa tras la cual Pedro recibe el mandato de apacentar las ovejas de Jesús. El evangelista Juan desarrolla una reflexión teológica más avanzada sobre los hechos que narra. Esto se aprecia en las apariciones a la Magdalena y a Tomás. Jesús es la misma persona que han conocido y sin embargo no lo reconocen. La Magdalena cuando ve a Jesús piensa que era el jardinero. Sabe que Jesús ha muerto y por eso busca a dónde lo han llevado, porque en el sepulcro no está. El texto de Juan repite dos veces el término “se volvió – vuelta”. A muchos exégetas no les gusta esta repetición. ¿Se trata de un añadido o de dos versiones del relato unidas? Sin embargo aquí está el centro del relato. El evangelista hace que María se vuelva a Jesús, en dos ocasiones, porque tiene que reconocerlo dos veces ; primero, como idéntico al Maestro que murió y fue sepultado ; luego, como el Resucitado. Es decir, como el mismo y como distinto.
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alejadas unas de otras y las comunicaciones eran complejas: eran los años de las revueltas de los hebreos que terminaron con la destrucción de Jerusalén y la diáspora de los judíos. Consideradas bajo esta perspectiva, las divergencias, que afectan a los detalles, dan un mayor relieve a las convergencias sobre los hechos esenciales de la enseñanza y la vida de Jesús. Leyendo paralelamente los relatos de la resurrección podemos destacar algunas apreciaciones.
LECTURAS lecturAS
Resurrección, sacristía de los franciscanos
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LECTURAS lecturAS
Pías mujeres en el sepulcro, Capilla del Ángel
El Crucificado está vivo. La Magdalena lo entiende cuando oye que le llama por su nombre: “¡María !”. Está vivo en su cuerpo pero su existencia ya no es terrenal y la relación con él será distinta: “No me toques”. “No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis” (Jn 14, 18-19) había prometido Jesús antes de marchar. Y, efectivamente, Jesús ha vuelto, resucitado, para estar con los discípulos aunque de forma distinta a como era antes: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14, 23). En el episodio de Tomás, la frase de Jesús: “Dichosos los que no han visto y han creído” (Jn 20,29) vale para nosotros, como valía también para los cristianos a los que escribía Juan. Tomás no debería haber tenido la necesidad de ver por sí mismo al Resucitado sino que debería haber creído a los discípulos que, habiéndolo visto, se lo habían anunciado.
En las cartas de Pablo La reflexión sobre la resurrección de Jesús sigue y se desarrolla en las cartas de Pablo. Una reflexión que estuvo estimulada en Pablo, principalmente, por dos razones claras: la resurrección es el contenido esencial de la fe cristiana y sin la resurrección la fe está vacía y no puede salvar. Hemos visto cómo los mismos discípulos no creyeron rápidamente. Algunos cristianos de Corinto tuvieron dificultades en aceptar que los muertos pudieran resucitar con su cuerpo. El siglo pasado, la resurreción de Jesús se consideraba como una fábula de estudiosos, llamados a sí mismos liberales, que profesaban poder admitir sólo aquéllo que fuera controlable por el hombre. Pero la resurrección de Jesús, como la más grande de las acciones de Dios en la historia humana, no puede ser controlada por el hombre. Es anti-histórico negar la resurrección sólo porque no puede ser verificada por la ciencia, y es imposible dar pruebas, de las que se dicen “científicas”, de la resurrección en cuanto que la fe en la resurrección no será jamás el resultado de pruebas humanas. Como escribió el entonces cardenal Ratzinger en 1985: “El Resucitado no se puede ver como un trozo de madera o de piedra. Lo ve sólo aquél a quien él se revela. Y se revela sólo a aquél que puede ser enviado. No se revela a la curiosidad sino al amor”. No podemos olvidar que gracias a las investigaciones históricas de este último siglo, muchos datos considerados “fantásticos” se están revelando como extraordinariamente fundamentales. Son mensajes que nos recuerdan que el Hijo de Dios, el Señor de la historia, es siempre el buen pastor de las ovejas que no desdeña venir en busca del “Tomás” de nuestro tiempo.
Liturgia en Jerusalén
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la liturgia dominical celebrada en la basílica del Santo Sepulcro: “Apenas el primer gallo ha cantado, el obispo desciende y entra en la gruta de la Anástasis donde ya resplandecen un gran número de luces. Apenas entra la gente, uno de los sacerdotes recita un salmo y todos responden. Después se dice una oración ; entonces, uno de los diáconos recita un salmo, igualmente sigue una oración. Se recita un tercer salmo por un miembro del clero, se dice una tercera oración y se hace memoria de todos. Se llevan a la gruta de la Anástasis algunos incensarios de modo que toda la basílica se llena de perfume. Entonces el obispo, de pie detrás del cancel y con el evangelio, se acerca hasta la puerta de la resurrección del Señor. Tras la lectura del evangelio, el obispo sale acompañado con himnos hasta la Cruz y todo el pueblo le sigue. Allí nuevamente se recita un salmo y se dice una oración. Entonces, el obispo bendice a los fieles y se produce la despedida”. Siguiendo el desarrollo de las vigilias
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erusalén es la ciudad de la luz y de la resurrección. Cristo, al resucitar, se convierte para todos en luz de vida. Luz gozosa, luz infinita. Esta es una verdad real, no sólo ideal. Es una realidad porque el Señor está vivo y extiende su resurrección, de modo particular, a los que celebran la memoria en el lugar mismo del suceso histórico y en la hora más significativa: cuando la noche es vencida por la luz y la muerte por la resurrección. Eso ocurre aquí, en Jerusalén. El Sepulcro vacío es señal del cumplimiento del misterio pascual. Ya los primeros cristianos venían a este lugar movidos por la gratia orationis, según palabras de la peregrina Egeria en el siglo IV. “Pero sobre todo lo que es verdaderamente admirable – escribe Egeria- es que en toda ocasión, los himnos y las antífonas y las lecturas y las oraciones que el obispo dice, manifiestan expresiones referentes y convenientes a la fiesta que se celebra y al lugar donde se celebra”. Las celebraciones en las que participó se renuevan todavía por los franciscanos, tras el estudio de las fuentes que el Concilio Vaticano sugirió. Egeria nos cuenta
LECTURAS lecturAS
ero sobre todo lo que es verdaderamente admirable es que en toda ocasión, los himnos y las antífonas manifiestan expresiones referentes y convenientes al lugar en donde se celebra.» Egeria
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dominicales cuaresmales, se puede decir que los franciscanos de Tierra Santa reviven con simplicidad y alegre conciencia lo que Egeria escribía de la comunidad cristiana de Jerusalén hace dieciséis siglos. El sábado por la noche, a las 23:30 horas, la comunidad franciscana, guiada por el padre Custodio, se acerca hasta la basílica. La vigilia se celebra en la Capilla de la Aparición y comienza con la procesión de los ministros que llevan el libro de los evangelios, acompañados de incienso y velas. El evangelio, símbolo de la presencia de Jesucristo, Palabra de Dios, se coloca solemnemente sobre el altar. Tras el Invitatorio, que dispone a la asamblea para la conversión, la escucha de la Palabra y para la alabanza, y el himno que introduce en el tiempo litúrgico cuaresmal, sigue el canto de la salmodia. Después de cada salmo y antífona, a través de los necesarios espacios de silencio, se favorece la dimensión contemplativa de la liturgia y se sigue con una oración. Los textos están escogidos de la antigua liturgia hispánica que experimentó notables influencias de la primitiva liturgia de la Iglesia madre de Jerusalén. A la salmodia sigue la proclamación de las lecturas y los tres cánticos del Antiguo Testamento. En este punto de la liturgia se inserta la parte típica de la liturgia jerosolimitana –para que todo se adapte al lugar-: la memoria de la resurrección. La asamblea deja la Capilla de la Aparición y, portando velas encendidas, símbolos de la luz de
Cristo resucitado, se acerca hasta el Sepulcro del Señor, mientras que el padre Custodio porta el evangeliario y los diáconos lo inciensan. Durante la procesión se repite la antífona: “Un ángel del Señor, descendido del cielo, se acercó, hizo rodar la piedra y se sentó encima. Aleluya”. Se hace después la incensación de la tumba y del evangeliario. Al final de este rito se vuelve a la Capilla, donde el Custodio –para respetar la liturgia transmitida por Egeria- proclama el evangelio de la Resurrección. La conmemoración de todos los fieles y la solemne aclamación del Señor resucitado, con el Kyrie eleison, ponen fin a la vigilia. Todo ello pone en evidencia el caracter pascual: en Jerusalén, en la basílica de la Resurrección es siempre la Pascua del Señor. La tumba vacía lo atestigua, el evangelio lo proclama: “¡El Señor ha resucitado realmente !”. Mientas la comunidad franciscana deja la basílica, los hermanos greco-ortodoxos comienzan su liturgia eucarística acompañados por un maravilloso coro de monjas rusas que recuerdan a las miróforas de la mañana de la Pascua. También ellos proclaman el evangelio de la resurrección, igual que más tarde harán los hermanos armenios ortodoxos. Y así, mientras la noche está en la mitad de su curso, se empieza a realizar la unidad en el servicio y en el anuncio de Jesucristo, resucitado de entre los muertos y vivo en la eternidad, que supera y redime toda división.
El Status Quo
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LECTURAS lecturAS
E
l Status Quo es un conjunto de tradiciones históricas y condicionamientos, de reglas y leyes que establece las relaciones, actividades y los movimientos que se desarrollan en las basílicas donde la propiedad es común a varias confesiones cristianas. Durante siglos las distintas comunidades cristianas han vivido bajo el dominio islámico codo con codo, a pesar de la profunda diferencia en cuanto a dogmas, ritos y lenguas. Los franciscanos, en Tierra Santa desde 1335, adquirieron con el tiempo muchas propiedades en los Santos Lugares y, desde 1516 hasta 1629, fueron los principales propietarios. Con la conquista de Constantinopla por los turcos, en 1453, el Patriarca griego, convertido en súbdito del imperio, fue agasajado con una extensa jurisdicción sobre todos los fieles de rito greco-ortodoxo del imperio Otomano, jurisdicción que aumentaba con la misma rapidez que las conquistas turcas y así, en 1516, también la obtuvo sobre los cristianos de rito ortodoxo de Tierra Santa. Desde aquel momento, con la aprobación del sultán otomano, los Patriarcas ortodoxos de Jerusalén son griegos. En 1622, en un período de conflicto entre las
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potencias occidentales y el imperio otomano, empieza la contienda sobre la propiedad de los Santos Lugares. Los franciscanos, fácilmente acusados de ser espías de las potencias extranjeras, empezaron a tener dificultades y tuvieron que recurrir a los embajadores de las potencias europeas para hacer valer sus derechos. Los griegos tenían el apoyo de Rusia y los Santos Lugares se convirtieron en moneda de cambio, especialmente en el período que va de 1690 a 1757. En la primera mitad del siglo XIX, la alianza de Turquía con Rusia tuvo consecuencias directas también en la cuestión de los Santos Lugares y en 1852 el Sultán consagró el Status Quo nunc (la condición que de hecho se daba en el momento del acuerdo), según querían los griegos. El Status Quo de derecho se afirmó y dura todavía hoy, siendo el único punto de referencia para resolver los litigios y disputas. En ausencia de textos oficiales se basó en notas de carácter privado, que dejaron la situación jurídica confusa e incierta. Dos familias musulmanas tienen el privilegio de la custodia de la puerta de la basílica, que se abre según los horarios establecidos por las tres comunidades mayoritarias. El rito vespertino de la clausura de la basílica
Al final de la primera guerra mundial, con la disolución del Imperio Otomano y la consignación de la Tierra Santa al mandato británico, el problema de los Santos Lugares se convierte en internacional. El gobierno mandatario no quiso, o no supo cómo regularlo, y el gobierno jordano, que le sucedió en 1948, siguió la misma política. Incluso la Organización de las Naciones Unidas ha intervenido numerosas veces nombrando comisiones y patrocinando la internacionalización de Jerusalén, pero sin alcanzar resultados concretos. De momento, las tres principales comunidades –griega, franciscana y armena- consiguieron llegar a un entendimiento para la restauración del techo de la basílica del Santo Sepulcro, que comenzó en 1961 y cuyos trabajos, avanzando lentamente, llegan hasta nuestros días.
Las Comunidades presentes en el Santo Sepulcro
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Los franciscanos comienzan la celebración de la misa después de los armenios, a las cuatro de la madrugada, y terminan su servicio en el edículo del Sepulcro con la solemne Eucaristía comunitaria de las siete de la mañana. Para los demás rezos se sirven de la Capilla del Santísimo Sacramento. Tras las celebraciones litúrgicas, la comunidad franciscana anima todos los días, desde las cuatro a las cinco de la tarde, una procesión que recorre el Santuario incensando todos los altares y capillas. La sugestiva liturgia, a la que se unen los grupos de peregrinos, evoca con himnos, antífonas y oraciones los momentos de la pasión, muerte, sepultura y resurrección del Señor.
LECTURAS lecturAS
FRANCISCANOS Los Frailes Menores son los que tienen el mandato de custodiar en Tierra Santa los lugares consagrados por la presencia de Jesús. Es una misión particular que se les confió por la Santa Sede a finales del año 1342, como legado de la visita profética de san Francisco al sultán de Egipto en 1219. Los franciscanos del Santo Sepulcro celebran todos los días según la liturgia católica romana y prestan asistencia a los peregrinos que acuden al santuario. Su vida en el Santo Sepulcro está marcada por las funciones litúrgicas de las distintas horas del día y de la noche. El Status Quo establece cómo, cuándo y dónde deben reunirse las distintas comunidades
para la oración, regulando no sólo el calendario litúrgico sino también la mayor parte de lo que se hace cada día, mes y año.
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la Providencia quiso que, junto a los hermanos de las Iglesias orientales, para la cristiandad de occidente fueran sobre todo los hijos de Francisco de Asís, el santo de la pobreza, de la humildad y de la paz, los que interpretaran de modo genuinamente evangélico el legítimo deseo cristiano de custodiar los lugares en los que se hunden nuestras raíces espirituales.» Juan Pablo II
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lecturAS LECTURAS
GRIEGOS ORTODOXOS La Iglesia greco-ortodoxa está presente en Tierra Santa desde hace 1700 años, como descendiente directa de Santiago, primer obispo de Jerusalén. El patriarcado greco-ortodoxo de Jerusalén se considera la Iglesia Madre de Tierra Santa, con su propio Katholikon (catedral) en el centro del Santo Sepulcro. La Iglesia ortodoxa celebra sus rezos, ceremonias y las fiestas según la tradición bizantina y siguiendo el calendario juliano. Entre las liturgias más antiguas propias de los ortodoxos está el rito de la santa luz del Sábado Santo.
ARMENIOS El pueblo armenio, el primero en abrazar el cristianismo como religión nacional, está presente en Jerusalén desde el siglo V. En la basílica del Santo Sepulcro, pertenece a los armenios la Capilla de santa Elena. Para sus ceremonias utilizan la antigua lengua armenia.
COPTOS Los coptos son los descendientes de la primera comunidad cristiana del valle del Nilo (el término “copto” significa egipcio). Según una tradición, llegaron a Jerusalén con santa Elena, a comienzos del siglo IV. La iglesia copta-ortodoxa posee en el Santo Sepulcro el altar que está tras el edículo de la Tumba donde celebra cada domingo la misa y la liturgia en copto, la lengua egipcia anterior a la adopción del árabe.
ETÍOPES Los etíopes (o abisinios) representan al primer país cristiano de África. Su comunidad, marcada por la vida monástica, durante la Edad Media debió de gozar en Jerusalén de importantes derechos, perdidos durante el período otomano. Actualmente una pequeña comunidad de monjes vive pobremente en las celdas que están sobre el techo de la Capilla de santa Elena.
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La Iglesia siríaca de rito antioqueno es la primera heredera de la antigua Iglesia judeo-cristiana y hoy representa a los cristianos de lengua siríaca occidental. Su lengua litúrgica es el arameo, la lengua de Jesús. Ya desde el siglo VIII un arzobispo de esta Iglesia reside en Jerusalén. En el Santo Sepulcro los siríacos poseen la Capilla del ábside norte de la Rotonda.
LECTURAS lecturAS
SIRÍACOS
Informaciones Apertura y clausura de la Basílica Horario orientativo de verano: 5-21 todos los días. Horario orientativo de invierno: 4 - 19 todos los días
Santas misas dominicales Horario de verano: 5:30 – 6:00 – 6:30 (solemne, en latín) y 18:00. Horario de invierno: 4:30 – 5:00 – 5:30 (solemne, en latín) y 17:00.
Procesión cotidiana Horario de verano: 17:00 todos los días
Santas misas feriales Horario de verano: 5:30 – 6:00 – 6:30 – 7:00 – 7:30 (solemne, en latín) sábado a las 18:00 horas. Horario de invierno: 4:30 – 5:00 – 5:30 – 6:00 – 6:30 (solemne, en latín) – 7:15 – sábado a las 17:00 horas. Horario de invierno: 16:00 todos los días.
El paso del horario de verano al horario de invierno está regulado según la hora vigente en Israel. Es aconsejable verificarlo en la Basílica o en el CIC – Christian Information Centre (dentro de la Puerta de Jaffa, en frente de la Ciudadela.Tfno: +972 2 627 26 92 – www.cicts.org)- donde es posible obtener información acerca de todos los cultos de las distintas comunidades cristianas presentes en el Santo Sepulcro.
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Agradecimientos: Al Studium Biblicum Francescanum, por facilitar el acceso al archivo de planos, textos y diseños ; A Marie Armelle Beaulieu por la investigación iconográfica ; A Paola Pozzo por el desarrollo de los modelos de la Basílica ; A Irene Boschetti, Osvalda Cominotto y Silvana Tassetto por la redacción de los textos. A David A. Brodsky.