Libro: La vida de San Pablo, apóstol de las gentes

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““Conquistado “C por Jesús” La vida de San Pablo, apóstol de las gentes


Del camino a Damasco hasta Roma Este breve libro quiere volver a recorrer los episodios más importantes de la vida de San Pablo a través de los iconos y narraciones de los Hechos de los Apóstoles. La vida de Pablo empieza en un momento y lugar concreto: en el momento en el que conoce a Jesús resucitado de camino a Damasco. Desde ese momento lo "conquista Jesucristo". Pasa de ser Pablo, el perseguidor de los cristianos a Pablo, el apóstol de las gentes. Dedicará toda su vida a anunciar la salvación a los paganos. Los iconos que acompañan a los textos evangélicos se leen de derecha a izquierda y vienen de la capilla de San Pablo, en la iglesia de Bab Kisan (Damasco).

LA VIDA DE SAN PABLO

El encuentro de camino a Damasco

Ananías bautiza a Pablo

La fuga de Damasco

La conversión del carcelero

El naufragio en Malta

El martirio en Roma

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El encuentro de camino a Damasco HCH 9,1-9 1

Entretanto Saulo, respirando todavía amena-

gues?» 5Él preguntó: «¿Quién eres, Señor?» Y

zas y muerte contra los discípulos del Señor,

él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues*. 6Pero

se presentó al Sumo Sacerdote2 y le pidió

levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que

cartas para las sinagogas de Damasco, con el

debes hacer.» 7Los hombres que iban con él se

fin de obtener permiso para llevar presos a

habían detenido mudos de espanto, pues oían

Jerusalén a los hombres o mujeres que encon-

la voz, pero no veían a nadie. 8Saulo se levantó

trase, seguidores del Camino*.

del suelo, y, aunque tenía sus ojos bien abier-

3

Pero yendo de camino, cuando estaba cerca

tos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le

de Damasco, lo envolvió de pronto una luz

introdujeron en Damasco. 9Pasó tres días sin

venida del cielo, 4cayó en tierra y oyó una voz

ver, sin comer y sin beber.

que le decía: «Saúl, Saúl*, ¿por qué me persi-

2


Ananías bautiza a Pablo HCH 9,10-18 10

Había en Damasco un discípulo llamado

nombre.» 15El Señor le respondió: «Vete, pues

Ananías. El Señor le llamó en una visión:

he elegido a éste como instrumento para llevar

«Ananías.» Él respondió: «Aquí estoy, Señor.»

mi nombre a los gentiles, a los reyes y a los

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El Señor le dijo: «Prepárate y vete a la calle

israelitas*. 16Yo le mostraré cuánto tendrá que

Recta. Una vez allí, pregunta en casa de Judas

padecer por mi nombre.» 17Fue Ananías, entró

por uno de Tarso llamado Saulo. En este mo-

en la casa, le impuso las manos y le dijo:

y ha visto* que un

«Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor

hombre llamado Ananías entraba y le imponía

Jesús, el que se te apareció en el camino por

las manos para recobrar la vista.» 13Respondió

donde venías, para que recobres la vista y te

Ananías: «Señor, he oído a muchos hablar de

llenes del Espíritu Santo*.» 18Al instante caye-

ese hombre y de los muchos males que ha

ron de sus ojos una especie de escamas y

mento está en oración

12

causado a tus santos* en Jerusalén,

14

y que

aquí tiene poderes de los sumos sacerdotess

recobró la vista; se levantó y fue bautizado.

19

T Tomó alimento y recobró las fuerzas.

para apresar a todos los que invocan tu

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La huida de Damasco HCH 9,19-25 Saulo estuvo algunos días con los discípulos

en Damasco, demostrándoles que éste es el

de Damasco, 20pero pronto se puso a predicar

Cristo.

a Jesús en las sinagogas: Éste es el Hijo de

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Dios*. 21Todos los que le oían quedaban atónit-

tomaron la decisión de matarlo,

os y comentaban: «¿No es éste el que en Jeru-

tuvo conocimiento de su conjura. Habían

salén perseguía encarnizadamente a los que

montado vigilancia día y noche hasta en las

invocan ese nombre, y el que había venido

puertas de la ciudad, por ver si podían matar-

aquí con el objeto de llevárselos encadenados

lo. 25Pero los discípulos* se lo llevaron durante

a los sumos sacerdotes?»

22

Pero Saulo se

fortalecía y confundía a los judíos que vivían

Al cabo de bastante tiempo*, los judíos 24

pero Saulo

la noche y lo descolgaron por la muralla dentro de una espuerta.

4


La conversión del carcelero HCH 16,16-32 16

mandaron al carcelero que los custodiase con sumo cuidado.

encuentro una esclava poseída de un espíritu adivino*, que

24

solía pronunciar oráculos, proporcionando así mucho dinero a

sujetó sus pies en el cepo.

sus amos. 17Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos

Silas estaban en oración cantando himnos a Dios. Los presos

hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un

los escuchaban.

camino de salvación.» 18Venía haciendo esto durante muchos

fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se conmovieron.

días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de

Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron

Jesucristo te mando que salgas de ella.» Y en aquel mismo

las cadenas de todos.

instante salió. 19Al ver sus amos que se les había ido su espe-

puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada con intención de

ranza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron

suicidarse, creyendo que los presos habían huido. 28 Pero Pablo

hasta el ágora, ante los magistrados. 20Los presentaron a los

le gritó: «No te causes ningún daño, que estamos todos aquí.»

pretores y dijeron: «Estos hombres alborotan nuestra ciudad;

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son judíos 21y predican unas costumbres que nosotros, por ser

a los pies de Pablo y Silas. 30Los sacó fuera y les dijo: «Señores,

Un día, cuando nos dirigíamos al lugar de oración, nos salió al

romanos, no podemos aceptar ni practicar*.»

22

La gente se

Éste, al recibir tal orden, los metió en el calabozo interior y 25

Hacia la media noche, Pablo y

26

De repente se produjo un terremoto tan

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Al despertarse el carcelero y ver las

El carcelero pidió luz, entró de un salto y se arrojó tembloroso*

¿qué tengo que hacer para salvarme?» 31Le respondieron: «Ten 32

amotinó contra ellos, de modo que los pretores ordenaron que

fe en el Señor Jesús y te salvarás junto con tu familia.»

les arrancaran la ropa y que los azotaran con varas. 23Después

anunciaron la palabra del Señor* a él y a todos los de su casa.

Y

de haberles dado muchos azotes, los metieron en la cárcel y

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El naufragio en Malta HCH 27,43-28,9 Pero el centurión, que quería salvar a Pablo, se opuso

«Este hombre es seguramente un asesino. Ha escapa-

a su decisión y dio orden de que los que supieran nadar

do del mar, pero la justicia divina* no le permite vivir.» 5

se arrojasen los primeros al agua y ganasen la orilla; 44y

Pero Pablo sacudió el animal sobre el fuego y no sufrió

que los demás saliesen sobre tablones o sobre los

daño alguno. 6Ellos estaban esperando, pensando que

despojos de la nave. De esta forma todos llegamos a

se hincharía o que caería muerto de repente; pero,

tierra sanos y salvos. 1Una vez a salvo, pudimos saber

después de esperar largo tiempo y viendo que no le

que la isla se llamaba Malta. 2Los nativos nos mostraron

ocurría nada anormal, cambiaron de parecer y empeza-

una humanidad poco común; encendieron una hogue-

ron a decir que era un dios. 7En las cercanías de aquel

ra e hicieron que nos acercáramos todos para resguar-

lugar tenía unas propiedades el principal de la isla, un tal

darnos de la lluvia que caía y del frío. 3Pablo había reuni-

Publio, que nos recibió y nos dio amablemente hospe-

do una brazada de ramas secas; pero, al ponerla sobre

daje durante tres días. 8Precisamente el padre de Publio

la hoguera, una víbora, que salía huyendo del calor, le

se hallaba en cama atacado de fiebres y disentería.

mordió en la mano. 4Los nativos, cuando vieron el

Pablo entró a verlo, hizo oración, le impuso las manos y

animal colgado de su mano, comentaban entre sí:

lo curó. 9 Después de este suceso, los otros enfermos

43

de la isla acudían y eran curados.

6


El martirio en Roma Seconda lettera a Timoteo, 4,6-8 e 18 6

Porque yo estoy a punto de ser derramado en

el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino

libación*, y el momento de mi partida* es inmi-

también a todos los que hayan esperado con

nente. 7He participado en una noble competi-

amor su Manifestación*

ción, he llegado a la meta en la carrera, he con-

18

servado la fe. 8Y desde ahora me aguarda la

salvará, guardándome para* su Reino celestial.

corona de la justicia que aquel Día me entregará

A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén*.

El Señor me librará de toda obra mala y me

San Pablo, el apóstol de las gentes, vivió sus últimos años prisionero en Roma hasta que el tribunal romano lo condenó a muerte por ser cristiano. Fue decapitado, según la tradición, el 29 de junio del 67 en una localidad llamada “palude Salvia”. Los cristianos recogieron su cuerpo enterrándolo en la Via Ostiense, donde posteriormente se erigió la magnífica Basílica de San Pablo Extramuros.

7


Oración a San Pablo

“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Estas palabras de Jesús recorren todas las calles del mundo e interpelan también nuestra conciencia. “¿Por qué me persigues?” ¡Estas palabras transformaron a Saulo en Pablo! Pablo, el apóstol de Jesús, Tú eras violento y te has hecho manso Hasta escribir un himno a la caridad; Eras orgulloso y te ha hecho humilde Hasta ser un pobre esclavo, Eras un perseguidor Y te han perseguido Por amor a Jesús hasta el martirio. Pablo apóstol sin miedo, Ruega para que se abran nuestros ojos Para ver el verdadero tesoro de la vida; Ruega para que se derrumbe en nosotros el muro Del compromiso y de la mediocridad Para ser misionarías de Jesús Con todos en cualquier parte y siempre Con la vida y con las palabras. Amén.

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