A trescientos metros del sol [Diego Bustamante Ríos]

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A TRES CIENTOS METROS DEL SOL

[Diego Bustamante Ríos]



<<Cuando hablo en primera persona, miento>> Michel Houellbecq <<Dios nos libre de la falacia biogrรกfica>> Pedro Lastra


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No. No podemos hablar. Ya no podemos emitir palabra alguna. El espacio obstinado es un color flúor que daña las retinas lastimadas del ojo. Todo espacio se vuelve privado. Todo está lleno de una condescendencia espantosa y cobarde. Lo que vos llamas hablar es la repetición escolar del alfabeto. El estado del arte es de carácter funerario y la muerte es el orden de las cosas. La apatía, la desidia, el erotismo vacacional de los espacios y de los tiempos. La verdad está prohibida. La verdad es un tópico


moribundo, una máscara de adolescencia. El juego ficcional de la canallada. La crítica es un nudo corredizo colgando de la viga. La critica endogámica del amiguismo vil. Las piedras no dejan ver el desierto. La ceguedad. La mediocridad. El infierno incurable de la religión y la moral. La lengua se niega a escribir. El musculo se atrofia. El habla ya no puede escuchar el sonido del mar golpeándose en las rocas con la violencia del atardecer. Hay tanta luz. Tanta luz. El habla se ensordece bajo un sol vehemente cuando la temperatura brilla y se inflama La palabra es aire acondicionado. La palabra es papel impreso. A veces, amigo mío, es necesario sentarse en la orilla del mundo y esperar y esperar y esperar que la marea nos lleve al centro del fango. Todo se encuentra entre la espada y la pared. El lodo, la humedad, el hedor. Lo pueril de las provincias abandonadas. El habla es la fábula cibernética. La lengua es el verbo solitario caminado en círculos bajo


los bosques de la desesperación. La lengua es el lugar geométrico en la piel cuadriculada. El habla es la sangre. Las palabras y las cosas ya no se enumeran, sangran como cataratas tropicales. Todo se acumula en el fondo del garaje. El simulacro de la palabra objeto. El objeto de la palabra simulacro. La palabra objeto, la palabra ley. El objeto es la ley. La palabra es la nueva mercancía. La mercancía de lo intercambiable. La cerca. El prado. El agua. La gran montaña del oeste. Eso que llamamos sentimientos puros. Los hijos. La estupidez. Los poemas tontos de O. El patriotismo del regionalismo forzado. Los hermosos labios de L. El prismático susurro de A. Los quiltros comiendo mierda frente a una cámara fotográfica. Las casas coloridas del desamparo. La entrepierna húmeda de V. El falo de X. El vuelo fungible. El espacio público y su libre circulación. La transa sublingual. La palabra es la represión. La palabra es la muerte. La palabra es el golpe sobre el


cuerpo. El espejismo del oasis. La gran ficción. La infamia del poder incubado. La maquinaria indeseable de la deconstrucción del lenguaje. He ahí la palabra. La única. La palabra anidada en la palabra vacío. La palabra cómplice. La palabra confusión. La palabra cicatriz. La palabra es ruido. Ruido. El ruido de la sierra sobre la madera. El sudor acido. Interferencia. Contaminación. La alquimia podrida y celestial de los derrotados en el descampado contra el olvido. La guerra perdida. La gran guerra total. El ejercicio de la recomposición. Lo vital. Lo muerto. La palabra. El desolador acto de la autopsia. El maravilloso proceso químico de la palabra amor. Escribir, escribir, escribir. Borrar, borrar, borrar. La trizadura del sonido. El aire expelido de los pulmones. La laringe. La vibración de las cuerdas vocales. El signo gráfico de la voz. La carne leyendo la carne. La carne se crucifica en el páramo junto a la maquina. Carne podrida de matadero. El texto se hace polvo en el espejo. Sonreímos.


Lo hermoso de todo, es lo ruin que podemos llegar a ser. La noche. La noche fría de la ciudad desértica. La ciudad fantasmal. El basural del signo. Cirujas! Cirujas! El vertedero de la palabra. Cuando la palabra esta arruinada, solo queda irse a la quiebra. Escribir la palabra que nadie dice. La palabra autentica; Tajear la hoja. Palabra cuchillo. Escribir como pintar. Marcar el trazo. Sobreescribir. Desaparecer. Figuras literarias que son soldados de plomo. Un ritmo atolondrado. Un ritmo al fin. Volverse indecible. El sol es el carozo de la fruta que se seca en nuestras gargantas como fuego que la saliva apaga. El residuo cacofónico. La muerte. El crimen. El ruido. No el mensaje. El ruido. El ruido. Lo salvaje de la glotis-



*** Mendoza Diciembre 2015 Editorial Mar Adentro Ex Proyecto Editorial Itinerante


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