HISTORIA DEL CINE EN CABUDARE

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CRÓNICAS HISTÓRICAS DEL PUEBLO DE CABUDARE CINE SILENTE EN CABUDARE 1.920 -1.926-1.937. En 1.920 en una antigua casa, construida de paredes de adobe, techo de tejas, piso de ladrillos, ventanas (con poyo) y ancho portón de madera, corredores con pretiles y amplio patio, como tantas casas tenía el pueblo de Cabudare. En la referida casa, Don Francisco Alvarado, tuvo un cine y proyectaba películas en un cinematógrafo, llamado “Pativari”;cuya casa, fue de Don Manuel Viacaba (Padre) y estaba ubicada en la calle Santa Bárbara, entre las calles sin nombres y hoy llamada Simón Plana y Juan de Dios Ponte Melean, y en su terreno, actualmente es estacionamiento municipal. Existió otra casa con similares características, situada en la esquina Nor-Este de la Avenida San Juan Bautista, hoy Avenida Libertador (Centro Comercial Continental), entre las calles Bernal y Juárez (ante sin nombre), que perteneció a Don Clemente Hernández, uno de los prósperos comerciantes consubstanciado con los problemas del pueblo. En la mencionada casa funcionó con intervalos entre los años 1.926 y casi al final de 1.937, el cine Teatro Sucre, propiedad de Don Pompeyo Valbuena (que también servía de taquillero y pintaba los cartelones para la propaganda).Estaba dividido, en dos localidades, Palco y Galería, en el centro del Palco, una casilla de madera; como operadores de los dos proyectores que usaban carbón, actuaban su hijo Horacio Valbuena Colmenarez y Ernesto Agüero, cariñosamente llamado (ojo de gato). Años después, lo hacían Ernesto Agüero y Julio Álvarez Casamayor; los porteros Wenzelao Mendoza (el chueco) y Policarpio Rodríguez (Padre). Un motor que usaba gasolina, movía el dinamo, que generaba corriente eléctrica directa y lo atendía el motorista Francisco Oviedo (Chico Oviedo), también hijo del Señor Valbuena. De los dos cables que salían del dinamo, uno de ellos, el positivo, antes de ser conectado al tablero de la casilla de madera; tenía en la punta un pedazo de cobre e introducido en la parte posterior a más o menos a veinticinco centímetros en una pila llena de agua con bastante sal y en su fondo un pedazo de cobre unido a un cable que salía de la indicada pila, que servía de transformador, que convertía corriente eléctrica directa a corriente directa alterna, conectado al mencionado tablero, para uso de los proyectores y el alumbrado del local. La noche del veinte y uno de julio de 1.928, se inauguró la luz eléctrica pública, esta electricidad es posteriormente utilizada, junto con la corriente producida del señalado Dinamo. Se proyectaban a un telón hecho de tela blanca que medía aproximadamente de cinco metros de largo y de tres metros de ancho, más o menos , películas en blanco y negro, silentes, llamadas “mudas; más tarde en inglés, sin sonido. Estas proyecciones, se hacían generalmente, los días sábados y domingos; a veces los días lunes, jueves o viernes, cuando comenzaba una serie. Las entradas, casi siempre tenían un valor; el Palco, un bolívar (Bs. 1,00), un bolívar con cincuenta céntimos (Bs 1.50); Galería setenta y cinco céntimos de bolívar (Bs. 0.75). Los niños, mitad de precio. El alquiler de las películas, tenían un precio fijo de Bs.30,00 y otras oscilaba entre Bs. 30,00 hasta Bs. 80,00.Entre esas películas, podemos mencionar las siguientes: Sombras de Gloria, Flotillas


Misteriosas, Los Tres Mosqueteros, Hijos de Dios, Los Hijos de nadie, El Vagabundo de Amores, Ricardito con diez, Los miserables, El Conde de Montecristo, Ramona, Genoveva de gravante, La Cabaña del Tio Tom, El Hombre Sereno, Los Tres Mosqueteros y películas de vaqueros. Al final de la película, el público, siempre pedían el Apache, un corte cómico. Anotamos algunos artistas de moda en ese momento: Rodolfo Valentino, Dolores del Río, El Chingo Gibson, Juan Centella, Arol Delhoy, Charles Chaplin, Perico Metralla. En la sala principal, un botiquín y mesa de billar, que pertenecía a Don Virgilio Silva; en la otra sala, fue la sede de la primera Biblioteca Pública, a la cual se le dio el nombre de Ezequiel Bujanda, inaugurada el veinte y cuatro de julio de 1.936. Frente al local por el este, en la acera, en un anafre, fabricado de una lata llamada “mantequera,” cocinaban en un caldero y vendían las célebres y apetitosas arepitas, tostadas, café, amasijo,(Pan) y otras chucherías, Francisco Mendoza, “el Cocho con Leche,” Augusto Gómez y su esposa, nuestra amiga Señora Concepción De Hoy de Gómez, Juan de Jesús Landaeta, “el Batatú,” María de los Reyes Benítez, Isabel Meléndez y otros, en diferentes épocas. Diagonal a éste, se instaló, en el mes de julio de 1.929, la primera Bomba, para expendio de gasolina, perteneciente a Ismael María Rojas “Rojitas” y un Botiquín que administraba Pedro Manuel Guédez “El Palomo.” Fuera del Cine, en la acera, desde las siete de la noche, empezaban a oírse las gratas, alegres y melódicas notas de esas populares composiciones musicales, tales como, Soldadito Español, El Taller de Bordado, Florinda, Capullito de Alelí, Ladrillo está en la cárcel, Mi rinconcito, Besos y Cerezas, Mi negrita Chavelona, Yo de mi Barrio, La Chica más Bonita y El Alma Llanera; evocarlas, es vivir de nuevo, nuestra niñez. Las interpretaban, una orquesta, que dirigía, José Francisco Iribarren (Varón), Clarinete, Horacio Valbuena; Rafael Colmenarez,” El Chipolo,” Trombón; Luis Peláez (Luisito), Bandolín y Violín; Tobías (Tobiíta) Ríos, Flauta; Carlos Godoy, Clarinete (de Sarare), Cruz Giménez (Crucito), tocaba todo instrumento de cuerda y más tarde Trompeta; Ramón Escobar, Francisco Colmenarez, (Mano Chico); Francisco Mujica (Vale Pancho) y Juan Clarencio, Cuatro; Ramón González (El Picón), Bandolín; Pedro Rojas Valbuena y Francisco Camero, Violín. Quienes se alternaban en la orquesta. Las normas eran, que a las ocho y media pm, antes de empezar la función, los músicos, continuaban tocando adentro, unas piezas; de igual manera en el intermedio, se aprovechaba para saborear, las deliciosas arepitas y tostadas y tomarse un aromático café. En el patio del indicado cine, se realizaron diversos tipos de funciones, prestigiditadores, ilusionistas, transformistas, payasos, maromeros, magos, cantantes, entierros vivos, como lo hiciera un señor de apellido Peñaloza, a veces venían solos o en los circos; corridas de toros, que lidiaron los toreros: Peralta, Magrato y Serranito; veladas y otros actos. El catorce (14) de febrero de 1.937, se celebró una velada benéfica con un intenso programa, con el fin de rendirle homenaje al periodista y digno luchador democrático de Río Chico, Don Rafael Arévalo Gonzalez , el “hombre Símbolo;” actividad efectuada por el Poeta Héctor Rojas Meza, sus hijos y otras personas. El programa constaba de nueve números: “1ro.Apertura, 2do. Homenaje


Patriótico, 3ro.Arévalo Gonzalez (Soneto de Marco Aurelio Rojas) Recitación, 4to.”El beso del perdón” (comedia por el Profesor Veral), 5to. “Romanticismo,” (diálogo por Julio Dantas), 6to.”La Pluma y la Espada (diálogo),7mo.”Un marido engañado”(comedia por Rafael Burgos), 8vo.”la Fuente, la Rosa y el Rayo de Sol”(Prólogo por Víctor Racamonde) 9no. Final Cómico. “Te vendo el gallo” (por Héctor Rojas Meza) interpretado por Martín Rojas. Se invitaba “a los admiradores del Hombre Símbolo para este homenaje,” había asiento para las familias que venían de afuera.” “Precio de las entradas: Preferencias Bs. 1.50. Balcón 0.75. Galería 0.50. Niños mitad de precio” El producto total recolectado fue Bs. 210 y repartido así: Bs. 150 enviado por el señor Héctor Rojas Meza al señor Eligio Macias Mujica, Director del Diario El Impulso, según carta fechada el 16 de febrero de 1.937, y este a su vez giró el dinero a Río Chico a la Junta Pro Homenaje a Arevalo González “nacido en ese pueblo. El resto de los 60 Bolívares se gastaron en música, programa, construcción de escenario, etc”. El señalado motor que usaba gasolina y su encendido o chispa producida por un magneto (generador eléctrico de alto potencial empleado en los motores de explosión). Por cualquier razón no prendía por la manivela. Nosotros, que siempre estábamos en galería, corriendo y saltando sobre los bancos, jugando la churria (1) o sentados en primera fila, siempre junto al popular José Ramón Mendoza, apodado “Chupapa”, verdadero fanático del zorro. Corríamos al cuarto del motor para una cadena humana y asirnos a la correa entre el motor y el dínamo hasta lograr que de nuevo arrancara el motor y así continuar viendo la película que muchas veces terminaba pasada la media noche. Ex profeso, dejamos de último, como un apéndice o como curiosidades, hechos, relacionados, primero, con un personaje, el cual vivía en el Caserío La Montaña, popularmente conocido como “el Chorizo;”era el encargado de hacer la propaganda, por las tardes, de los diferentes espectáculos del Cine Teatro Sucre, mientras la orquesta tocaba en el paseo por las calles de la Población, él se colocaba frente a grupos de personas, en su mayoría muchachos y llevando un cartelón, anunciaba e invitaba, con voz fuerte, decía: “Lleve su silla o lleve un cajón, si no tiene que llevar, siéntese en su Talón.”Era costumbre que las personas llevaran su silla a los espectáculos en dicho Cine. Este mismo personaje, le cantó a don Eustoquio Gómez, Presidente del Estado, un corrido, frente a un palco, colocado en las calles, hoy Méndez y Bernal, durante los toros coleados, con motivo de inauguración del Busto del Libertador, en la Plaza Bolívar, el 24 de julio de 1.931 y don Eustoquio, le regaló cien Bolívares (Bs.100.00) y él le regaló diez bolívares (Bs.10.00) a Benito Burgos, oriundo del caserío La Piedad, quien lo acompañó con el cuatro. (*) La churria era un juego donde uno de los participantes hacía de la churria, este perseguía a los demás y al tocar a alguno pasaba este a ser la churria y así sucesivamente. Según hemos investigado solo se jugaba en Cabudare y Sanare. CINE PARLANTE. 1.938-1.939.


Al final del año de 1.937, se inicia el cine parlante, en la misma casa; manteniendo el nombre de “Cine Teatro Sucre”, propiedad del Señor Bigott, quien trajo un cinematógrafo, de dos proyectores, que utilizaba carbones para el funcionamiento; pero se siguió usando el viejo lente de ampliación del viejo equipo y la pantalla. La sala de dicha casa, se dividía en dos partes, mediante un tabique rudimentario, forrado en papel periódico, una para dos proyectores, con capacidad para dos rollos, en la cual se abrieron dos orificios, en una de las paredes, que permitía la proyección hacia la pantalla, y la otra, servía como taquilla, que la atendía Julio Álvarez Casamayor, con un salario mensual de cuarenta bolívares (Bs.40,00). Al principio del año de 1.939, un sábado en la noche, no recuerdo el día, ni el mes, se empezó a proyectar la última parte, de una serie, llamada “Los Misterios de los Aires;” la cual había empezado, el jueves. Aproximadamente, a las nueve y cuarto, poco minutos después, de haber cesado, la transmisión de la música, por los altoparlantes, de la calle, que indicaba el inicio de la función , nos sorprendió un voraz incendio, en el cuarto de proyección, que rápidamente, se propagó, debido a la cantidad de películas almacenadas, material altamente inflamable, causando daños al proyector, destruyendo el techo de la sala y numerosos rollos de películas, como el corte cómico “El apache y la cinta titulada” Palermo, con Nedda Francis que estaba anunciada, en los cartelones, para ese domingo. Los intentos de Raúl, el operador (no recuerdo el apellido), por controlar el incendio, fueron inútiles, por lo que decide abandonar el local, junto con Julio Álvarez Casamayor, por la puerta que daba acceso al palco. Su esposa Blanca, que tenía una venta de empanadas, galletas, dulces, café, etc., lo recibe angustiada, le informa que su hijo, se encontraba, durmiendo en el piso, lo que hace, que se regrese a buscarlo y ella, en su desesperación, lo sigue sin percatarse, de que en sus brazos, tenía al otro niño; de inmediato regresan arrastrando al pequeño, ileso, no así ellos y el niño, que sufrieron quemaduras.

El público desaforado, lleno de pavor, en su carrera, se llevaron por delante y tumbaron a unos menores y algunas señoras, sin consecuencias, sólo un niño, llamado Augusto Terán, del susto, en su loca carrera, se perdió y lo encontraron cerca de los estanques de La Mata. Un grupo de personas y algunos policías, se ocuparon de apagar el incendio y otro grupo, acompañamos a la familia víctima, de ese trágico y funesto acontecimiento, hasta la casa del señor Bigott, ubicada frente a la Plaza Bolívar(Norte) y llevados al hospital de la Caridad, antes se le ocurrió, echarle agua a las espaldas de operador. Fue espeluznante, ver las lágrimas y oír los gritos y quejidos desgarradores, de dolor, que sentían y brotaban, desde lo más profundo del alma, de esos desdichados seres. Conservo la terrible imagen, de la piel de la espalda del operador que, en principio, creía, que eran pedazos de tela de la camisa de seda marrón, que antes tenía puesta. Para mí, ha sido difícil, describir, esos lamentables, hechos, de aquella noche fatal; nos tocó ser testigos de excepción, de la terrible tragedia, que envolvía, de luto, a esta humilde familia. Un día después, en el hospital, mueren, el operador y el niño, de pocos meses de nacido.


Se decía, que la causa del incendio, se debió, a una colilla de cigarrillo, tirada, desde la calle, por el postigo de la ventana, por un muchacho, que no pudo entrar a la función. El sospechoso, no se investigó y ya murió.


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