TOMADO DEL LIBRO “EL HUERTO DEL SILENCIO”
EN LA TUMBA DE EZEQUIEL BUJANDA DE ALCIDES LOZADA
Después de una agonía larga, penosa y vana, el poeta en la tierra su débil cuerpo deja, y cubierto de vaga tristeza sobrehumana, por un camino pálido, entre sombras se aleja. Igual que si saliese de una fiesta pagana, rosas lleva en la frente, y a un griego se asemeja… En tanto que camina, su citara desgrana una música suave, conmovedora y vieja. Sus pasos se detienen ante la vasta laguna, en cuya superficie flota una barca bruna. Entra en ésta, y su rostro de misterio inunda… Suelta el nudo barquero las amarras nudosas, y el poeta contempla el carmín de sus rosas reflejado en el agua tenebrosa y profunda.