UNA MIRADA A LA TRADICIÓN: SAN ANTONIO Ana Teresa Aranguren Uranga Hacia el año 1400 vivían varias naciones de pueblos indígenas en una región de la actual Sur América; desde la península de la Curiana podemos mencionar: Caquetío, Jirajara, Ayamán, Cayones, Cuibas, Axagua, Hitotes, Ciparicotes, Cuyones, Guaiqueríes. Entre estos pueblos estaban comunidades caquetías hasta el río conocido en la actualidad como Cojedes. Una región en la cual sus pobladores mantenían comercio, parentelas y guerras. Pueblos con diferencias étnicas, lingüísticas y políticas en territorios bien definidos. Dedicados a la agricultura, caza, pesca, recolección de frutos silvestres, moluscos y crustáceos. En la siembra se destacan con los cultivos de maíz Yucatán, maíz cariaco, yuca, batatas, algodón, ají, lechosa, mameyes, anones, guanábana, ciruelas, aguacate, guayabas, piñas, auyamas, hierba mora, apio, caraotas, frijoles. Las industrias presentes son: la concha marina, alfarería, artefactos de piedra y huesos, cestería, tejido, talla de madera, objetos decorativos de piedra, azabache y ámbar. Fabricación de productos votivos, rituales y utilitarios. La actividad agrícola se desarrollaba a través de terrazas de cultivo, camellones o muros de piedra para el drenaje y montículos, con sistema de riego. Los arboles endémicos de la región son: yabo, cují, cardón, olivo, guamacho, roble, dividive, bucare, yagrumo, naranjillo, samán, vera, copey, acacia, jobo, tuna. La espiritualidad está relacionada con prácticas curativas, culto a los muertos y fiestas agrícolas relacionadas con el inicio y la recolección de la cosecha, para estas se utilizan sonajeros de arcillas, flautas de huesos, pipas de arcillas, urnas, caramera de venado, hilos, quitero, máscaras, vasijas, vasija trípodes, dioses, figurinas, vasija zoomorfa, cuenco pentapode, collares, brazaletes, pectorales, cubre sexo, tobilleras, orejeras, tapa ojos, recipientes. Grandes piedras y cuevas servían de espacios sagrados, las cuales eran pintadas y talladas con la historia del pueblo. Año 1500. Cambio drástico en la relación con los pueblos, llegaron españoles, alemanes, impusieron una cultura, lengua, religión, sistema político, comercio, agricultura, minería, costumbres, además traen pueblos africanos esclavizados de diversas etnias Congo, Angola, Calabar (Sur de Nigeria), Loangos, para el sostén del monopolio comercial y la intensividad en la prácticas agrícolas. Cada pueblo resiste, se adapta por la supervivencia. El Dios de tradición Judea y demás santos del santoral romano reemplazan a los dioses de la naturaleza, a la divinidad cercana a través de un piache u objeto. Así pasan la prueba de la Santa Inquisición. Ya las fiestas agrícolas cambian de fecha a la espera que el amo le haga la fiesta a San…
Año 1600. La fiesta de San Antonio se celebra en El Tocuyo, hecho curioso relata Ermila Troconis, el 13 de junio de 1666 cuando los negros celebran sus festividades se perdió una capa de grana de un hacendado de Boro: Valderrama, dicha capa la utilizaba para representar una loa en una comedia, y “su esclavo” Juan de la Cruz dejó sobre una silla en un corredor, entro otro esclavo de Valderrama y se la llevó para gastarle una broma a Juan de la Cruz, se ofreció 6 pesos de albricia de recompensa para quien dijera el destino de la capa pero por una gallina gorda se supo del destino de la capa. Cien azotes públicos en el roble de la Plaza Mayor fue el castigo al negro Gerónimo con pregonero que relataba el delito para que de este modo se adoctrinara y sirva de ejemplo para los demás, castigo de la Santa Inquisición en 1656. Tiempos modernos, 1900. La referencia de El Simboque cerca de Carora la presenta una carta dirigida a Francisco Tamayo de Oscar Villanueva, 3/11/1937, donde relata que en esa población consiguió un San Antonio en madera y con un sombrerito, hecho por un artesano de Baragua desde hace mucho tiempo. En el año 1937 este mismo remitente dice que para el 25 de junio en Carora en ocasión de la fiesta de Pedro León Torres había bailes de blanco y bailes de negro, toro de blanco y toro de Juan Bimba. Los conuqueros es una novela del escritor larense Julio Ramos y publicada en 1936, su desarrollo se centra en el trabajo del conuco y vida del hombre de campo curarigüeño cerca de Carora; la roza, partido de pelota criolla, velorio, tamunangue o baile de negros, toros, cintas, son algunos de sus capítulos. El escritor caroreño Rafael Domingo Silva Uzcátegui publico en 1941 sobre el tamunangue en su enciclopedia larense. Sanare se suma a estas publicaciones en el año 1992 en prosa del cronista Anselmo Castillo
TERRITORIO DE LOS DEVOTOS DE SAN ANTONIO. San Antonio es un santo de la rebeldía. Comenzaron los españoles “y que conquistadores” el adoctrinamiento de nuestros primeros pobladores, que tenían su propia religión y para poder seguir sus prácticas tuvieron que cambiar la representación iconográfica, los elementos naturales tomaron forma humana, por ellos entraron los Santos y Santas, no se cambia a lo interno, el cambio es a lo exterior. Aquellos dueños de hacienda y eclesiásticos trajeron su religión cargada de imágenes a los que había que reverenciar con todo el ritual cristiano de una época en la que inquisición espiaba a todos los contrarios de la religión, pero el ingenio de nuestros indígenas y luego de los africanos
esclavizados en estas tierras evadió sus adoctrinamiento y nos dejó un legado cultural indio y negro a un santo blanco. Los grandes hacendados, productores del papelón, cultivadores de la caña dulce, según nos cuenta la literatura oral dieron inicio a esta tradición, prácticas agrícolas que también cambian, el cultivo intensivo desplaza al conuco, se aprovechan los valles de los ríos, y así surgen unos caminos culturales que siguen los indios y negros entretejiendo su trabajo y su espiritualidad: EJE: El Tocuyo, Boro, Curarigua, Carora. EJE: El Tocuyo, Guarico, Humocaro Bajo, Humocaro Alto (de aquí sigue hacia Portuguesa), Barbacoas (de aquí sigue hacia Trujillo). EJE: El Tocuyo, Sanare, (de aquí sigue hacia Portuguesa) EJE: El Tocuyo, Quíbor, Buena Vista, Cabudare, Agua Viva, Sarare, (de aquí sigue hacia Portuguesa). Grandes sembradíos de cañas, producción agrícola, elaboración de papelón que es el procesamiento de la caña, además la melcocha, aguardiente y guarapo de caña. No solo de caña vive el hombre. La cría de ganado ovino, era el segundo renglón de los productores, tanto así que con el pasar del tiempo se llegó a la raza Carora, más adaptado a estas tierras. Eran muy comunes las cajetas para el chimó de cacho de ganado ovino. La silla con asiento y respaldar de cuero de res. La alpargata que su principal soporte para el pie era la suela de res. La producción de la loza para todos los enseres del fogón. Los sones de negro tienen sus variaciones en todos estos territorios devotos a San Antonio, la música, el baile, el pago de la promesa. Ninguno es idéntico a otro. Diversidad danzaria y musical presente en una misma tradición. Podemos destacar, según lo expresado por Zulay Herrera de López, que en Sanare el baile es más suave, muy cadencioso en la parte musical y de un tiempo para acá la mujer no usa la vara. En El Tocuyo la música es más rápida, las mujeres bailan muy aguerridas, como una demostración de fuerza. En Palavecino es muy rápido y podemos ver la influencia en la forma de bailar de varias zonas de Lara. El vestido se usa más corto en Barquisimeto y la mujer hace mucho floreo con la vara. La Juruminga en Sanare destaca la actividad agrícola en cambio en Barquisimeto enfatiza en las labores cotidiana del hogar. El Poco a Poco consta de dos parte: El Caballito y Los Calambres sinembargo en Barquisimeto se le agrega una tercera parte: La Guabina, que es una creación de Ángel María Pérez en los años 70. El Tocuyo inicia el Tamunangue o Sones de Negro con la Juruminga y en Barquisimeto se inicia con La bella. Una gran riqueza cultural en una misma tradición. UNA PROMESA A SAN ANTONIO La promesa es un acto de profunda fe, es ofrecerle al Santo en este caso particular a San Antonio a cambio de algo, hay diversas solicitudes, todas van a depender de la necesidad, de la creencia en el santo ganada por otros favores recibidos, es allí cuando se dice: “ese santo es milagroso”.
Al Santo se le pide de corazón, es una conversa intima sin más intermediarios que la fe porque por lo general no está la imagen presente, cuando el mundo se nos pone chiquito nos agarramos de San Antonio, le pedimos por la salud, para conseguir novio, por unas lluvias propiciadoras, para una buena siembra, en fin por todo aquello que requiera la intercesión divina. Es conocido el caso de una joven pareja, que el parto se les adelanto, la madre tenía cinco meses y medio, y espontáneamente tuvo labores de parto y la criatura se vino junto con la matriz, los médicos no daban buenos pronósticos, no tenía posibilidad de sobrevivir la pequeña que venía al mundo, su padre angustiado le pide a San Antonio que su niña viva, que su madre también salga bien de todo este percance, le ofreció que inmediatamente saliera la niña del hospital la llevaría a la Capilla de San Antonio, le haría una misa larense, sería Bautizada y se le realizaría un Tamunangue. La niña pasó mes y medio en la incubadora. Todo salió bien. Desde ese momento su padre sigue haciendo el Tamunangue en acción de gracia por el favor recibido. El también tuvo el apoyo de una agrupación cultural de su comunidad, que también hizo el ofrecimiento, fue una promesa colectiva, muchos corazones se unieron por la vida de una pequeñita que hoy en día es una bella adolescente. Nadie duda de los poderes curativos de San Antonio. UN ALTAR PA´SANANTONIO: ENTRE LO DIVINO Y LO HUMANO La devoción, el pago de promesas, conlleva al hombre y a la mujer a elaborar un altar. Desde que el hombre inició su relación hombre-divinidad tuvo la necesidad de un espacio sagrado, un altar, para consagrar su ofrenda. El altar privado o domestico viene de una tradición grecoromana donde la familia ponía en práctica sus devociones en la intimidad. Eran fáciles de mover porque estaban constituidos por una mesa, candelabros, retablos, cáliz y cruz latina. En la Biblia, documento fiel para los cristianos, se narra la construcción de altares desde que cesó el diluvio, de Noé a Abraham hasta el Apóstol Pablo, quien dijo ante este: ¡Para mí el vivir es Cristo! Este altar privado de carácter religioso cristiano deriva de las creencias religiosas europeas traídas por los exploradores, conquistadores y misioneros encomendados a la exploración y saqueo de las Américas, y allí se combinaron con la filosofía prehispánica y africana. En la intimidad familiar el altar puede estar dedicado a Dios, a un santo, a una persona o a todos a la vez. El promesante definirá a quien está dirigido su altar. En altar siempre se coloca en un espacio especial, puede ser en una de las divisiones de la casa, en un caney en el patio, lo importante es lo que trasmite, esa conversa entre el promesante y el santo llevada de lo humano a lo divino, que en nuestro caso es para San Antonio. Cuando él o la promesante paga promesa por el buen desempeño de su finca, por la siembra, por la venta de su cosecha a buen precio, el altar además de tener los elementos primordiales de su conformación tiene los productos de la siembra. Una vieja tradición amerindia. Lo que no falta en un altar familiar:
Crucifijo, Cristo clavado en la cruz; candeleros para sostener las velas, o frasco de compotas con aceite hasta candelabros, aquí el ingenio popular es primordial por la seguridad que estos deben tener ya que deben estar ardiendo toda la noche; la imagen del santo que puede ser en pintura o talla; exvotos y relicarios si los hubiere; y tres manteles blancos que pueden estar bordado con motivos de flores o la imagen del santo. La tradición no los presenta de una manera mustia, esto se engalana con las flores de la zona, con las hierbas aromáticas que al frotarlas contra el suelo por la pisada exhala su fragancia. El sahumerio de incienso, mirra y estoraque que le da un aire celestial al espacio. Es un espacio sagrado donde los músicos populares durante toda la noche dejarán oír sus salve, tonos, decimas, rondiamante, amable, versos, tórtolas y amaneceres dedicados al Santo. Pueden ser creación del que da la letra o aprendidos por tradición. En los momentos de descanso los instrumentos son colocados muy cerca del altar, al pie del mismo. Los músicos ocupan las primeras filas junto con el promesante que tiene su sitio reservado, ya que él entra y sale por las obligaciones que tiene con los presentes. La bebida que acompaña a los músicos, la tienen ellos, nunca se coloca encima del altar. El ambiente se va tornando mágico, el contraste de voces, los aromas de las flores, el paramito, sahumerio, licor, café, la leña del fogón, te encierran en una devoción popular que te da fortaleza de patria.
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