Tocache
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2013
Si tienes clara tu objetivo que te da fuerzas para superar los obstáculos, ya tienes pasta para sacar adelante tu proyecto. Esta proyección a la consecución de sus objetivos es parte del ADN del emprendedor.
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La cadena de ADN de un emprendedor tiene elementos como la habilidad para asumir riesgos; gestionar los errores, enfrentar las crisis y tener la humildad de asumir ellos; Y tener la capacidad de observar y ser creativo.
Tener una idea original no es sinónimo de éxito empresarial. Lo que distingue a un emprendedor es la motivación por su idea o proyecto. Asumen su reto con una actitud valiente, alejada de las zonas de seguridad y comodidad. Son positivos y tienen una ambición y compromiso.
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Gestionar las dificultades y los cambios que impone el mercado, distingue a una persona emprendedora de otra que no lo es. Pero la gestiĂłn del riesgo no debe ser entendida como un fin ni una apuesta, sino como algo que se estĂĄ dispuesto a resolver si el objetivo realmente vale la pena.
Identificar cuál es el momento justo para iniciar tu actividad. No hay que dejarse llevar por las circunstancias y lanzarse a poner en marcha un negocio cuando no se siente de verdad, porque se estará demasiado presionado, se tomarán decisiones de forma precipitada y las fallas o errores serán más graves.
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Si se quiere que el negocio tenga un valor aĂąadido es necesario alejarse de las inercias del mercado y atreverse a hacer cosas nuevas. Los fracasos deben ser vistos como lo que son, una experiencia de la que se tiene que aprender.
Los que tienen espíritu emprendedor saben controlar el exceso de optimismo y de confianza. Saber que nunca se controlan todas las reglas del juego empresarial. Tampoco se dejan llevar por los primeros buenos resultados que pueden conducir a la improvisación y a morir de éxito.
Capacitarse, formarse “el mejoramiento continuo” y estar dispuesto a desaprender y asimilar formas diferentes de hacer las cosas son cualidades intrínsecas a los emprendedores.