Esta es la historia verdadera de un hecho único. Algunos creerán en ella exactamente como está escrita. Deseo expresarles mi gratitud por ello. Otros sonreirán y dirán: suena interesante pero yo no lo creo. Sin embargo, créase o no, en la tarde del 4 de julio de 1950, tuve la experiencia de ver, tocar y volar en una cápsula espacial de control remoto, no piloteada, que aterrizó cerca del Campo de Pruebas de White Sands en las afueras de la ciudad de Las Cruces en Nueva Méjico.
Pronto me di cuenta que este asombroso vehículo había sido, obviamente, creado por una tecnología considerablemente más avanzada que ninguna otra conocida sobre la Tierra.
En esa época no se hizo reportaje público del hecho, en parte porque el United States Missile Proving Ground donde yo trabajaba estaba operando en el mayor secreto.
Además, la naturaleza del acontecimiento era, a la mayoría, tan increíble, que parecía improbable que fuese considerado más que producto de la fantasía.
En 1954 sin embargo, fui persuadido de hacer