¿Qué hace una niña en una biblioteca?

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“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”, decía el ilustre Jorge Luis Borges hace algunos años, y esa idea poética afortunadamente se ha instalado en la mente de muchos niños y niñas del país… Diana es una mujer joven. Al parecer, es una de las usuarias más pequeñas de la Biblioteca Pública de Istmina, y uno de los rostros más alegres de todo el pueblo... Y es que la Biblioteca Municipal Abraham Ayala y Diana Marcela son amigas desde hace algún tiempo y para siempre porque se parecen y porque tienen muchas ideas en común: ambas son alegres y abiertas a la diversión y al conocimiento, tienen cientos de amigos y amigas, adoran el pueblo y los habitantes de Istmina, quieren los libros, disfrutan de la valiosa compañía de los lectores y de los estudiantes de escuela, saben mucho sobre tesoros literarios, conocen las bondades de la tecnología y de las nuevas comunicaciones, aman los colores y las sonrisas, buscan aprender y enseñar, guardan secretos y cuentos de muchas voces, esconden el tiempo entre las letras y los dibujos de múltiples tamaños, sueñan con el bienestar de cada ciudadano del Chocó, son ejemplares y bondadosas, y –desde sus respectivas visiones del mundo– admiran la labor de la biblioteca pública, y eso las identifica a pesar de sus edades y de su aparente diferencia. “La biblioteca es mi casa de por las tardes… Yo llego a la biblioteca cuando hay sol y me voy cuando ya no hay sol. Todavía no sé leer, pero me gustan mucho los libros de niños, los juegos de la sala infantil, las cartillas con dibujos, las tabletas y los computadores…”, esa es una explicación contundente de la relación cercana entre una niña de 4 años y una biblioteca pública. “En mi casa no tenemos computador y no tenemos libros… En la biblioteca hay más de 100 libros y dos mesas con computadores”, expresa Diana, entre sonrisas, con el desenfado, la inocencia y la sorpresa que la caracterizan.


El libro anaranjado “Una pequeña casa en el bosque”, las ilustraciones de Maurice Sendak, los dibujos que representan animales propios y extranjeros, las páginas que dedican letras y colores a los mundos de la infancia, “Las medias dulces”, el techo azul, las conversaciones con otros niños y niñas, los programas educativos con los abuelos del pueblo, las tabletas con juegos infantiles, y la comodidad de unos muebles verdes y amarillos, son algunas de las muchas razones que unen a Diana Marcela con la biblioteca pública de su municipio, y que la emocionan en su inocencia: “Yo me siento muy feliz en la biblioteca porque tiene muchas cosas y es muy bonita…” Diana y la Biblioteca Abraham Ayala se encontraron hace pocos meses, pero llevan varios días de intensa amistad en los que han querido crecer, recordar el pasado, vivir nuevas historias, transformar el mundo, compartir los gustos y los pensamientos, ocultar la realidad, y buscar el universo inagotable y bondadoso de la ficción. Sus momentos de amistad, justamente, han pasado por las proyecciones de cine, por la experimentación con la fotografía, por los relatos imaginados, por las rondas de los juegos infantiles, y por las enseñanzas de Sandra Orejuela, la bibliotecaria de Istimina… La mujer que dedica con paciencia sus conocimientos y experiencias a niños, jóvenes, adultos, y abuelos de este pueblo del pacífico colombiano. Diana Marcela y la Biblioteca Abraham Ayala defienden sus tiempos de encuentro, y se programan agendas de complicidad con la esperanza de alimentar los instantes que las hacen sonreír: “Yo visito la biblioteca todos los días, y le digo a mi mamá que me traiga después de almorzar”. Sus relaciones –en definitiva– son un periódico de episodios y detalles conmovedores… Una historia de amigos inolvidables, de libros adorados, de dibujos alegres, de realidad soñada, de descubrimientos, de aprendizaje y de gozo… La Biblioteca Municipal Abraham Ayala hace parte del Proyecto Uso y apropiación de TIC en bibliotecas públicas del Ministerio de Cultura de Colombia y la Fundación Bill & Melinda Gates, y ha desarrollado nuevos servicios para todos los públicos, y especialmente para los niños y los adultos, gracias a las nuevas tecnologías.


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