LA OTRA VIDA
Johnson anheló toda su vida ver un fantasma, pero no lo consiguió, aunque bajó a las criptas de las iglesias y golpeó los ataúdes. ¡Pobre Johnson! ¿Nunca miró las marejadas de vida humana que amaba tanto? ¿No se miró siquiera a sí mismo? Johnson era un fantasma, un fantasma auténtico; un millón de fantasmas lo codeaba en las calles de Londres. Carlyle: Sartor Resartus, III, 8.
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