Represas en la Patagonia: Crónica de una locura

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Represas en la Patagonia: crónica de una locura DESDE LA PATAGONIA CHILENA PATRICIO SEGURA

✒ En el sur austral de Chile se pretende construir más de una decena de represas en los próximos años con el fin de suplir la demanda de energía de un modelo de desarrollo altamente extractivo y entregado a intereses los grandes consorcios trasnacionales de la energía. ✒ Al parecer, existen aún estados y ejecutivos de empresas que no han comprendido la señal que está dando el planeta. Que el cambio climático no se restringe a emitir sólo menos gases efecto invernadero, sino se refiere fundamentalmente a que como especie hemos hecho las cosas muy mal en nuestra relación con la naturaleza y otros seres humanos. ✒ Ésta es la crónica de quienes sí han captado el mensajes y quienes, obnubilados por la hoy de capa caída codicia, no han entendido nada.

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Periodista

E

l 9 de abril de 2005 La Tercera, uno de los principales matutinos chilenos, titulaba así una crónica de sus páginas interiores: “Endesa retoma proyectos por US$ 500 millones y acelera megacentrales en Aysén”. Lo que para muchos pasó inadvertido, para algunos fue el anuncio más real de lo que sería la avanzada de empresas eléctricas con el fin de convertir los caudalosos ríos de la Patagonia en miles de megavatios para suplir las necesidades energéticas de la gran minería del Sistema Interconectado Central (SIC) del país. Esto, ya que la proyección de aumento de la demanda eléctrica de un 6,8 % para los años posteriores, en la que se sustentaban dichas iniciativas, tenía su fundamento en la incorporación al sistema de nuevos proyectos mineros. Desde ese día ha corrido mucha agua bajo el puente. O por los ríos de la lejana Patagonia.

LA VORACIDAD ENERGÉTICA Actualmente son dos las iniciativas concretas que buscan levantar represas en Aysén. 21

La primera es HidroAysén, sociedad controlada en un 51 % por ciento por Endesa Chile (propiedad de Endesa España, y ésta de la italiana Enel) y un 49 % por la chilena Colbún. El proyecto calculado hoy en unos 3.000 millones de dólares consiste en construir dos represas en el río Baker (el más caudaloso de Chile) y tres en el Pascua (uno de los más desconocidos y prístinos) para instalar una potencia de generación de 2.750 MW. El estudio de esta iniciativa ingresó en agosto de 2008 al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, recibiendo serios cuestionamientos por parte de los organismos técnicos competentes, 11 de los cuales apuntaron al rechazo de la iniciativa por déficit de información relevante y esencial para efectos de su evaluación, e incluso dos plantearon que era ilegal. A pesar de lo manifestado por los servicios, el intendente (que representa al Presidente de la República en el territorio) y presidente de la Comisión Regional del Medioambiente (Corema, organismo de conformación política que resuelve sobre estas iniciativas), Selim Carrasco, aprobó el envío de un Informe Consolidado de Solicitud


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de Aclaraciones, Rectificaciones y Ampliaciones (Icsara) a la empresa en noviembre de 2008 con los informes técnicos y sólo 7 observaciones ciudadanas, ya que se generó mucho antes de que terminara el plazo legal de participación pública establecido para fines de ese mes, ocasión en que la población presentó más de 11 mil alegaciones al EIA. Luego de esto HidroAysén solicitó suspensión de plazo de evaluación y a fines de octubre de 2009 presentó sus respuestas mediante un adenda. En noviembre los órganos con competencia ambiental hicieron nuevos cuestionamientos, y hoy se está a la espera que siga el proceso de evaluación, que el 4 de enero de este año se amplió por 60 días hábiles más. La segunda iniciativa es Energía Austral, de propiedad la minera de origen suizo Xstrata Copper. Luego que el proyecto Alumysa (mediante el cual la minera canadiense Noranda pretendía construir una planta reductora de aluminio en la bahía de Puerto Chacabuco) perdiera piso político cuando el ex Presidente Ricardo Lagos cuestionó públicamente su eventual emplazamiento, la empresa se quedó con los derechos agua de los ríos Cuervo, Blanco y Cóndor (esenciales

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Pero obviamente las represas necesitan que su energía sea transmitida. Es aquí donde entra en escena el tercer megaproyecto: las líneas de transmisión. Actualmente sería Transelec (controlada por la canadiense Brookfield Asset Management) la encargada de llevar estos paquetes de electricidad por unos 2.300 kilómetros hasta el SIC, en un negocio que se calcula ya en 2.000 millones de dólares. Se espera que dentro de 2010 se presente el EIA respectivo.

para la aluminera al corresponde la energía a un tercio del costo de producción de este elemento). Por ello cuando Endesa anunció sus intenciones, Falconbridge (que había adquirido Noranda) vio la oportunidad para sacar provecho de sus activos inmovilizados. Así, en enero de 2007 Xstrata Copper (que había comprado Falconbridge) presentó mediante la sociedad Energía Austral un primer proyecto de represas en río Cuervo por 600 millones de dólares para una potencia instalada de unos 660 MW, el cual fue rechazado por la Corema de Aysén por carecer de información esencial y relevante para ser evaluado. Luego de una reestructuración de la plana mayor de la sociedad, en agosto de 2009 contraatacó con un nuevo estudio, y en los próximos años espera presentar los proyectos de represas para los ríos Blanco y Cóndor, llegando a una potencia instalada por la sociedad superior a los 1.000 MW. Hoy la iniciativa está en pleno proceso de evaluación, pidiendo la empresa en octubre de 2009 plazo hasta junio de 2010 para responder las miles de observaciones técnicas de los servicios públicos.

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A estos proyectos se agregan represas que se planean construir en el río Puelo, y los derechos de agua adjudicados o solicitados por empresas eléctricas en los ríos Cisnes, Figueroa, Palena, Bravo, Ibáñez y un largo etcétera, que evidencian la intención última de convertir a la Región de Aysén y parte de la Patagonia en la Gran Pila de Chile. Por ejemplo, un privado ya anunció el interés de construir un embalse en la zona del río Ibáñez.

LA PATAGONIA EN LIQUIDACIÓN El problema que ha generado este apetito hidroenergético tiene una arista regional y una nacional. A escala local, se genera una contradicción concreta entre la vocación territorial de una región completa, que ha definido su desarrollo sobre la base del concepto de Aysén como reserva de vida. Un modelo que ha sido refrendado en la Estrategia de Desarrollo Regional para el sexenio 2000-2006, en el ordenamiento territorial, en la zonificación del borde costero y en los diversos instrumentos públicos que se han puesto a disposición del sector privado para potenciar las tres principales actividades productivas: turismo, silvoagropecuario, pesquero-acuícola. En ninguna parte había aparecido, hasta que el sector privado trasnacional lo hizo ver, la construcción de represas como un polo de desarrollo regional. En el fondo, se trataría de imponer un modelo por apetitos extrarregionales que, como se verá, no caben dentro de la categoría de


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“interés del país”. Además, la propiedad de facto de las aguas en manos de empresas eléctricas ha generado un grave problema de inequidad al saber que pobladores de la cuenca del Baker, el más caudaloso de Chile, hoy no tienen derecho sobre sus aguas porque éstas le pertenecen a Endesa, afectando no sólo sus eventuales actividades económicas presentes y futuras, sino incluso su supervivencia. A escala nacional, la eventual concreción de estos proyectos ocasionaría una concentración duopólica de la generación eléctrica en el SIC, lo cual significa un grave riesgo para la independencia de Chile en un área tan estratégica como es la energía. A la vez, el ingreso de estos paquetes de electricidad paralizaría el avance en tecnologías realmente sustentables y de futuro como son las renovables no convencionales.

DICTADURA, NEOLIBERALISMO Y DEMOCRACIA El cómo se adueñó Endesa de los derechos de agua de los ríos Baker y Pascua es un claro ejemplo de cómo el poder económico se une al político para 23

la apropiación de los recursos naturales estratégicos, en detrimento de las comunidades locales. En plena Dictadura de Pinochet, de 1979 a 1982 José Yuraszeck es jefe de Planificación en Aysén, en un organismo que concentra la información y estudios sobre potencialidades hidroeléctricas del país. En 1983 es nombrado gerente general de la estatal Chilectra Metropolitana. Entre 1987 y 1989 logra el control de Enersis y Endesa mediante un cuestionado proceso de privatización. Investigaciones estiman que el Estado de Chile perdió 1.000 millones de dólares en el traspaso. Entre enero y marzo de 1990 -en las postrimerías del Régimen Militar - Endesa (controlada por la también privada Enersis) recibe gratuitamente y a perpetuidad derechos sobre los ríos Ibáñez, Pascua y Baker. En 1997 Enersis se vende a Endesa España en una transacción de 500 millones de dólares y en la cual se estima que Yuraszeck obtuvo utilidades de entre 66 y 100 millones de dólares. En 1999, el Presidente Eduardo Frei solicita a la secretaría de Planificación de Aysén realizar con recursos públicos estudios para medir potencialidades hidroenergéticas en los ríos Baker y Pascua, cuando prácticamente todos los derechos de agua de esos ríos pertenecían ya a la privada Endesa España. “Las firmas (Endesa Chile y Colbún S.A.) decidieron que la nueva sociedad tendrá un capital inicial de 40 millones de dólares, los que serán aportados mayoritariamente por Colbún, mientras que Endesa pondrá a disposición los derechos de agua necesarios para hacer el proyecto” informaba el diario El Mercurio el 4 de septiembre de 2006, en un negocio con claros indicios de tener un origen ilegítimo. Como se planteó anteriormente, la situación de los derechos de agua en Aysén es trágicamente paradójica. Endesa, sin tener en la actualidad ningún proyecto en ejecución, posee desde el año 90 más del 90% de los derechos de agua, generando graves problemas entre quienes han sido los históricos habitantes de este territorio para la regularización de sus derechos. En la práctica, por ejemplo, en la cuenca del Baker, el más caudaloso de Chile, hoy no hay agua disponible (legalmente hablando). El Estado ha ido variando su postura en torno a estos proyectos, particularmente de HidroAysén. En el ámbito más político, el ministro del Interior Edmundo Pérez Yoma ha sido un férreo defensor de estas iniciativas, utilizando para ello al intendente y presidente de la Corema Selim Carrasco. Aún así, el proyecto original de Energía Austral fue rechazado en 2007 y los servicios públicos que han evaluado el EIA de HidroAysén han sido lo suficientemente críticos como para dejar muy claro que aunque a nivel político los proyectos cuentan con un respaldo tácito, a nivel técnico no habrá un fast track como el que el ministro de Energía, Marcelo Tokman, ha pregonado y exigido en todo momento. Se suma el respaldo que la ministra del Medio Ambiente, Ana Lya Uriarte, ha dado al trabajo profesional de los órganos técnicos competentes, lo cual denota que aún no existe una sola voz respecto del apoyo o rechazo de estas iniciativas.


En la práctica, cuando la Presidenta Michelle Bachelet deja que autoridades como los ministros del Interior Edmundo Pérez Yoma, de Energía Marcelo Tokman, de Obras Públicas Sergio Bitar o de la Presidencia José Antonio Viera-Gallo, respalden pública y notoriamente iniciativas que están en pleno proceso de evaluación, no deja mucho a la interpretación. Más aún con la forma en que se generó el apoyo directo a HidroAysén que el intendente Selim Carrasco, en su calidad de presidente de la Corema, dio en noviembre de 2008, aprobando un Icsara cuando gran parte de los servicios públicos solicitaban de una u otra forma el rechazo de la iniciativa.

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Por lo pronto, otros organismos del Estado como la Cámara de Diputados se encuentra investigando las posibles irregularidades que existirían en la tramitación del estudio de impacto ambiental de HidroAysén.

MÚLTIPLES IMPACTOS HidroAysén recalca que generarían más de 5.000 empleos para construir, durante 10 años, sus cinco represas. Pero este cálculo no aclara que sería sólo durante el momento álgido de construcción; tampoco que la mayoría de estos trabajadores provendrían de fuera de la región, dado que en Aysén no existe mano de obra cualificada para este tipo de trabajos. Y, por último, que en el período de opera24

ción, de unos 50 a 60 años, el número de empleos directos sería de sólo 140 personas, con lo cual de los 5.000 trabajadores más del 97 % quedarían en el paro finalizadas las faenas. Esto sin considerar los empleos que por las obras se perderían en actividades como el turismo, la agricultura, la ganadería, y los rubros productivos basados en la marca Patagonia pura. Instalar 5.000 personas en la provincia Capitán Prat (en los municipios de Cochrane, Villa O'Higgins, Caleta Tortel) que hoy no supera los 4.000 habitantes, es un crimen social. No se han previsto las consecuencias que acarrearía doblar la población de la comunidad en menos de 5 años. Tampoco lo que conllevaría para la cultura original, en localidades cuyos servicios de seguridad, salud, educación y vivienda no están preparados para asumir esta presión. La Comisión Mundial de Represas estableció que en los territorios donde se construyen las represas aumentan los problemas mentales y físicos, hay inadecuados programas de mitigación, reasentamiento y desarrollo para desplazados, y que la permanente desconsideración hacia las comunidades ubicadas aguas abajo de represas han conducido al empobrecimiento y sufrimiento de millones de personas. ¿De dónde saldrán los recursos


para las infraestructuras y servicios públicos necesarios para la población flotante que traería el proyecto? Probablemente, de otras zonas de la región, que deberán sacrificarse por las necesidades de la empresa. El Camino Longitudinal Austral es la única vía terrestre de conexión nacional entre el norte y el sur de Aysén. Por las necesidades de traslado de sus miles de trabajadores desde el aeropuerto Balmaceda hacia los lugares de construcción de las represas, la vía (de alto interés turístico global) sería copada por

buses de pasajeros, y de Puerto Bertrand al sur con camiones de carga pesada para el traslado de insumos, maquinarias y escombros. Esto, durante toda una década. Estos proyectos no sólo incluyen la construcción de represas y tendidos eléctricos (tanto hacia fuera de la región como para la interconexión de las propias represas). En las cercanías de San Lorenzo (Cochrane) se pretende instalar un gigantesco relleno sanitario para disponer 7.000 toneladas de desechos y escombros. Y esto se repetiría en diversas zonas del sur de Aysén, incluyendo desperdicios de origen humano, orgánico e inorgánico que quedarían para siempre en la Patagonia. Además, yacimientos para extracción de áridos, una planta conversora de corriente alterna a continua, escombreras, campamentos de trabajadores, con manejo de explosivos y generación de polvo en suspensión a gran escala. Precisamente lo que no buscan los visitantes que vienen por una Patagonia con naturaleza no intervenida y tranquilidad. “Construir una represa es asesinar un río”. Esta frase dicha por Hugo Campos -premio nacional de Ciencias y Dr. en Ecología Acuática- resume lo que se quiere hacer con los cauces prístinos de Aysén. La Comisión Mundial de Represas

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estableció que éstas generan pérdida de la biodiversidad acuática de las pesquerías río arriba y abajo, y de los servicios brindados por las planicies de inundación río abajo, por los humedales, y por los ecosistemas de las riberas, y estuarios adyacentes. Además, pérdida de bosques y hábitats naturales de poblaciones de muy diversas especies, y la degradación de las cuencas río arriba debido a la inundación de la zona de los embalses e impactos acumulativos en la calidad del agua en las inundaciones naturales y en la composición de las comunidades biológicas, cuando en el mismo río se construyen varias represas. Lo que está en juego en Aysén es un futuro con decenas de centrales hidroeléctricas, convirtiendo a la Patagonia en un territorio colmado de represas y tendido eléctrico para beneficio de la gran minería y los ineficientes centros de consumo. ¿Es justo, equitativo, corresponde al país democrático y solidario que queremos construir?

UNA CIUDADANÍA DUEÑA DE SU DESTINO Luego del anuncio de Endesa en 2005, los directivos de la Corporación Privada para el Desarrollo de Aysén, el Comité pro Defensa de la Flora y Fauna filial Aysén, la Escuela de Guías de la Patagonia, la Corporación Costa Carrera, la Iglesia Católica y organizaciones de las demás ciudades de Aysén, decidieron informarse y analizar el proyecto. Organizaron talleres de capacitación para la comunidad sobre energía, participación ciudadana, evaluación de impacto ambiental, legislación y sobre el propio proyecto de Endesa. Se abrió en Coyhaique (capital de la región), un debate que resultó en la formación, en enero de 2006, de la Coalición Ciudadana por Aysén Reserva de Vida. En su declaración pública fundacional la alianza planteó que “hemos llegado a la conclusión que este megaproyecto no es coherente con el desarrollo sustentable de la Región de Aysén y la Patagonia,


ni con la visión de futuro planteada por gran parte de su población” y que “intervenir a la escala planteada los más importantes ríos (en caudal, biodiversidad, potencialidades turísticas) de la Región de Aysén y Chile, no sólo será un verdadero asesinato de estos cauces, sino además atentará contra todas las formas de vida de estas cuencas y también contra las condiciones de vida y la visión que quienes habitamos esta tierra tenemos respecto del desarrollo integral presente y futuro para nuestras comunidades, tanto en lo ambiental como en lo cultural, social y económico”. Fue en 2007 cuando como una manera de generar sinergias entre los distintos actores críticos a las represas en la Patagonia se forma el Consejo de Defensa de la Patagonia, que hoy reúne a más de 50 organizaciones locales, nacionales y extranjeras del ámbito ambiental, ciudadano, productivo, social. Es el núcleo que impulsa la campaña Patagonia sin Represas. Este conglomerado trabaja en el ámbito comunicacional, de la participación ciudadana y el activismo,

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legal, técnico, político institucional e internacional. Su principal objetivo hoy es evitar que se aprueben y construyan estas represas, para lo cual ha accionado directamente en la ciudadanía mediante una agresiva campaña de marketing que apunta a la irracionalidad de hipotecar el futuro de una región cuando existen alternativas reales para contar con energía suficiente para el Chile de las próximas décadas, apostando a la eficiencia y el ahorro energético y las energías renovables no convencionales. Apuntando a que en el fondo no se puede confundir el desarrollo energético de un país con el negocio energético de unos pocos. En términos cuantitativos, los logros están a la vista. Hoy entre el 26

53 y el 57 por ciento de los chilenos no quiere represas en la Patagonia, y los precandidatos presidenciales Alejandro Navarro, Jorge Arrate y Marco Enríquez-Ominami expresaron directamente su rechazo a estas iniciativas, y Sebastián Piñera (quien el 17 de enero se mediría en el balotage con el ex Presidente Eduardo Frei) morigeró su discurso desde un neutro (y en la práctica pro-represas) “estos proyectos deben hacerse respetando la normativa ambiental vigente” a un “me la jugaré por las energías renovables no convencionales y si existen alternativas, no apoyaré esos proyectos”. Pero más allá de la coyuntura relacionada con la aprobación o rechazo, y la construcción o no de las represas de HidroAysén y Energía Austral, la campaña Patagonia sin represas ha tenido importantes


logros en torno a la construcción de un Chile del siglo XXI más ético, justo y sustentable. Hace cinco años, hablar de energías renovables no convencionales era un chiste. “Son experimentales”, se decía. “Eso ocurre sólo en los países desarrollados” era común escuchar. Con suerte, energía eólica y solar, nada de geotermia, biomasa o mareomotriz. La eficiencia energética tampoco era tema de debate. Pero Chile cambió. Hoy estas tecnologías se ven como muy buenas y reales alternativas para el país, y se han instalado en el inconsciente colectivo nacional. Y eso gracias al trabajo de protagonistas de la sociedad civil que desde hace años vienen avanzando en este tema, pero también, en una parte importante ha sido encabezado por esta lucha ciudadana, que ha puesto luz sobre la necesidad de una matriz energética sustentable y diversificada de verdad, respetuosa de las vocaciones territoriales.

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Hace cinco años, el agua era una simple mercancía. A pesar ser el eje de los más importantes conflictos socioambientales de la última década, como la represa Ralco en Alto Bío Bío, el yacimiento de oro Pascua Lama en el Valle del Huasco, el tranque de relaves El Mauro de Minera Los Pelambres en Caimanes y la planta celulosa Celco en Valdivia, la posibilidad de cambiar profundamente nuestro neoliberal Código de Aguas era una fantasía. Pero han pasado los años, y hoy existe una Plataforma para la Nacionalización del Agua, el obispo de Aysén Luis Infanti lanzó la Carta Pastoral y varios de los precandidatos presidenciales plantearon el tema como fundamental dentro de sus postulados. Y en eso, por cierto, la campaña Patagonia sin represas algo ha tenido que decir. Hace cinco años, entre los jóvenes ayseninos que estudiaban fuera de la región no se veía un interés colectivo, masivo y público, y sí quizás sólo en algunos casos específicos, por volver a la región a ejercer profesionalmente. No era sólo un tema de oportunidades, se vivía la sensación de que “hay que irse para avanzar”. Pero hoy ahí está la Agrupación Jóvenes Tehuelches, 27

donde muchos estudiantes han decidido seguir carreras vinculadas con áreas que les permitan regresar a Aysén y no sólo a trabajar, sino a defender y proteger su tierra especial, su identidad originaria, del proceso industrializador insustentable al que algunos la quieren someter. Hoy no estamos pensando correctamente a pesar de la tan manida y famosa frase del Informe Brundtland sobre equidad intergeneracional: “El desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suya”. Hoy muchos creen que la señal que está dando el planeta se limita sólo a que no hay que emitir gases de efecto invernadero. Pero el llamado de Gaia es mucho más profundo: nos dice que al no considerar los efectos reales de nuestra acción en la naturaleza y los impactos integrales en términos sociales, ambientales y económicos, como especie hemos hecho las cosas muy mal. Si no hemos entendido esto, en realidad, no hemos entendido nada. ♠ PATRICIO SEGURA


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