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HA llegado la HORA

¿QUÉ

Hubiera Pasado

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si hubieras podido escuchar a Jesús cuando oró a su Padre? ¿Qué lo hubieras escuchado decir? ¿Por quién lo hubieras oído rezar? ¡Solo piensa cuánto puedes aprender con solo escuchar a Jesús expresarle a su Padre celestial los deseos más profundos de su corazón!

En realidad, sí tenemos esa oportunidad. Un capítulo entero del Evangelio de San Juan —el capítulo 17— está dedicado a la oración de Jesús a su Padre. Es conocida como la “oración sacerdotal” porque es una oración de intercesión por la Iglesia que surgiría por medio de la muerte y la resurrección de Jesús. El Señor la rezó después de la Última Cena de Pascua que celebró con los apóstoles. Unas pocas horas después, entró en el huerto de Getsemaní y fue arrestado.

En este artículo, usemos nuestra imaginación para que podamos ver más claramente lo que estaba en el corazón de Jesús cuando rezó a su Padre aquella noche. Después de cada extracto, hemos incluido una pregunta para ayudarte a meditar en las palabras de Jesús y cómo se relacionan con tu propia vida. Que estas reflexiones te ayuden para que tu oración sea una conversación abierta y honesta con tu Padre en la cual compartes con él todo lo que está en tu corazón.

Padre, la hora ha llegado: glorifica a tu Hijo, para que también él te glorifique a ti. Pues tú has dado a tu Hijo autoridad sobre todo hombre, para dar vida eterna a todos los que le diste. (17, 1-2)

Padre, he pasado tres años viviendo junto con mis discípulos, enseñándoles y mostrándoles el camino hacia ti. He completado mi tiempo con ellos y aunque ellos pensarán que mi muerte es una tragedia, yo sé que no es así. En su lugar, te glorificará a ti y me glorificará también a mí al abrir la puerta a la vida eterna para todos tus hijos. Padre, estoy listo, ha llegado la hora. Padre, debo decirlo, desearía que tu plan fuera diferente. Pero, ¿debería pedirte que me libres de esta angustia? ¡No, que se haga tu voluntad! (Juan 12, 27). Tú me diste la autoridad sobre la humanidad, y esta es la forma en que decido ejercer esa autoridad: Sometiéndome a tu voluntad y entregando libremente mi vida por las personas que tú creaste por amor, amándolas y perdonándolas.

1. Jesús le dice al Padre que está listo para ofrecer su vida en la cruz por la redención del mundo, y sin embargo sabemos que fue difícil para él aceptar el destino que le aguardaba. ¿Es esta lucha de Jesús una fuente de esperanza para ti cuando estás esforzándote por hacer la voluntad de Dios?

Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste. Yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado la obra que tú me confiaste. (17, 3-4)

Cuando me enviaste a este mundo me diste la misión de darte a conocer en toda la tierra y ofrecer la vida eterna a todos los que te acepten. Me he dedicado a revelar quién eres a todo aquel que me escuche. Anhelo que la gente te conozca. Y debido a que tú y yo somos uno, Padre, anhelo que cada ser humano me conozca. Esta es la obra que me has encomendado realizar, y cada día he buscado darte la gloria cumpliendo con la misión que me has encomendado.

2. ¿Cómo se te ha revelado Jesús en el pasado? ¿Cómo se está revelando en esta Cuaresma?

Ahora, pues, Padre, dame en tu presencia la misma gloria que yo tenía contigo desde antes que existiera el mundo. (17, 5)

Ahora, querido Padre, estoy listo para cumplir con esta última tarea que me has encomendado. Mañana estaré clavado en la cruz, débil, humillado y luchando por respirar. Y sin embargo mi sacrificio será venerado hasta el final de los tiempos. Porque mostrará hasta dónde podemos llegar para salvar a nuestro pueblo y nuestro gran amor por cada uno de ellos. A través de mi sufrimiento, Padre, seremos glorificados, tal como los ángeles nos glorificaron antes de la creación del mundo.

3. ¿De qué formas puedes venerar el sacrificio de Jesús en la cruz, especialmente durante este tiempo de Cuaresma? ¿De qué forma tus propios sacrificios de Cuaresma rinden honor a Dios?

No ruego por los que son del mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. (17, 9)

Estos hermanos y hermanas te pertenecen y yo te doy gracias voluntad de Dios? porque me los has confiado durante estos años. Aunque sean débiles e incluso me vayan a negar dentro de unas horas, tú sabes que ellos han procurado obedecer tu palabra. Y yo te pido por ellos, cada uno individualmente y por todos juntos. El enemigo ha tratado de sacudirlos como si fueran trigo, pero yo he orado por ellos, para que su fe no vacile (Lucas 22, 31).

4. Jesús oró por sus discípulos y está orando por ti, especialmente cuando tu fe está siendo probada.

¿Cómo te consuela esta verdad y cómo te ayuda a perseverar en tus momentos de prueba?

[Te pido que] los protejas del mal. Así como yo no soy del mundo, ellos tampoco son del mundo… Como me enviaste a mí entre los que son del mundo, también yo los envío a ellos entre los que son del mundo. (17, 15-16. 18)

Padre, ¡estoy listo para regresar a tu lado! Estoy listo para pasar por esta puerta de gran sufrimiento. Estoy listo para ir a ti y dejar este mundo. Pero dejo a mis seguidores para que hagan tu voluntad. Este mundo no es su hogar; ellos te pertenecen a ti, Padre. Los dejo aquí para que lleven a cabo tu misión, una misión que tú me encomendaste a mí y que ahora yo les confío a ellos. Mientras permanecen en este mundo, te pido que los hagas uno como tú y yo somos uno. Y en su unidad, protégelos del maligno.

5. ¿Cuál “misión” o llamado te ha encomendado Jesús en esta época de tu vida? ¿Cómo te está ayudando él a llevarla a cabo?

Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa, así como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno, y que así el mundo pueda darse cuenta de que tú me enviaste, y que los amas como me amas a mí. (17, 22-23)

Padre, tú sabes que amo no solo a estos con los que he vivido estos últimos tres años sino a las muchas personas que vendrán a mí con fe en el futuro. Los amo tanto como amo a mi hermano Pedro, a mi hermana María de Magdala y a todos mis discípulos. Cada persona que tú has creado es mi perla de gran valor, alguien por quien yo entrego mi vida y por quien oro, ahora y para siempre.

Padre celestial, no hay nada más importante para mí que mi unidad contigo. El enemigo ha tratado de separarme de ti, pero no ha tenido éxito ni lo tendrá. Te pido que también sean uno contigo, Padre, para aquellos que vendrán. Vive en ellos como yo vivo en ti. Esta es su gloria, nada puede separarlos de tu amor, Padre. Que nunca permitan que la separación, la división y la desunión rompan sus relaciones. Esta es la forma en que el mundo llegará a conocerte y a saber que tú me enviaste. Sí, el mundo llegará a conocerme por medio del amor entre ellos.

6. ¿Existen separaciones o divisiones en tus relaciones en este momento? ¿Qué puedes hacer para ayudar a conseguir la unidad por la que Jesús oró?

Jesús oró por sus discípulos y está orando por ti, especialmente cuando tu fe está siendo probada.

Padre, tú me los diste, y quiero que estén conmigo donde yo voy a estar.

(17, 24)

Padre celestial, cada discípulo que me diste es un regalo increíble. Te doy gracias por cada uno de ellos. Mi gran anhelo es que estén conmigo, en mi presencia y en la tuya. Esta es mi pasión: Que todos lleguen a amarte. Así que ahora, sí, Padre, glorifícame en esta cruz para que mi oración a ti por estos hermanos y hermanas pueda cumplirse. Padre, ¡hágase en mí según tu palabra!

7. ¿Cómo puedes ser parte de la misión de Jesús de ayudar a otras personas a conocer y amar al Padre celestial? ¿Cómo pueden tus oraciones y acciones hacer la diferencia para aquellos que aún no conocen al Señor?

Al reflexionar en la oración sacerdotal de Jesús en este tiempo de gracia, pídele que te ayude a abrir tu corazón a su Padre tal como lo hizo él. ¡Que llegues a conocer las profundidades de su amor y estar lleno de gratitud por el sacrificio que él ofreció para darte vida! n

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