Lectio divina adviento y navidad

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s la Palabra de Dios la que suscita la fe, la alimenta, la regenera. Es la Palabra de Dios la que toca los corazones, los convierte a Dios y a su lógica, que tan distinta es de la nuestra; es la Palabra de Dios la que renueva continuamente nuestras comunidades...

Ianire Angulo Ordorika

Creo que todos podemos mejorar un poco bajo este aspecto: volvernos todos más oyentes de la Palabra de Dios, para ser menos ricos de nuestras palabras y más ricos de las suyas”. Papa Francisco

Ianire Angulo Ordorika (Esclavas de la Eucaristía) es licenciada en Teología de la Vida Religiosa y en Teología Bíblica. En la actualidad es profesora invitada en el ITVR-ERA (Univ. Pont. de Salamanca) así como en otros centros teológicos eclesiásticos (Ins. Sup. CC. Religiosas San Dámaso, Fac. Teología de Granada).

Adviento

2014

Lectio Divina para tiempos fuertes

ISBN 978-84-7966-478-7

9 788479 664787

Adviento & Navidad La alegría de la espera

2014



Ianire Angulo Ordorika

Lectio Divina para tiempos fuertes

ADVIENTO & Navidad

La alegrĂ­a de la espera

2014


El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y prejuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo, o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio o procedimiento, comprendida la reprografía y el tratamiento informático, sin la preceptiva autorización.

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Un nuevo Adviento Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico, es decir, un nuevo camino del Pueblo de Dios con Jesucristo, nuestro Pastor, que nos guía en la historia hacia el cumplimiento del Reino de Dios. Por esto este tiempo tiene un atractivo especial, nos hace experimentar un sentimiento profundo del sentido de la historia. Redescubrimos la belleza de estar todos en camino: la Iglesia, con su vocación y misión, y la humanidad entera está en camino, los pueblos, las civilizaciones, las culturas, todos en camino a través de los senderos del tiempo. Pero ¿en camino hacia dónde? ¿Hay una meta común? ¿Y cuál es esta meta? El Señor nos responde a través del profeta Isaías. Y dice así: “Sucederá en días futuros que el templo del Señor será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: ‘Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos’” (2, 2-3). 5


Esto es lo que dice Isaías sobre la meta hacia la que vamos. Es una peregrinación universal hacia una meta común, que en el Antiguo Testamento es Jerusalén, donde surge el templo del Señor, porque desde allí, de Jerusalén, ha venido la revelación del rostro de Dios y de su ley. La revelación ha encontrado en Jesucristo su cumplimiento, es el “templo del Señor”, Jesucristo. Él mismo se ha vuelto el templo, el Verbo hecho carne: es Él la guía y al mismo tiempo la meta de nuestra peregrinación, de la peregrinación de todo el Pueblo de Dios; y a su luz también los demás pueblos pueden caminar hacia el Reino de la justicia y hacia el Reino de la paz. Dice además el profeta: “Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra” (2, 4). Me permito repetir esto que dice el profeta, escuchen bien: “Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra”. ¿Pero cuándo sucederá esto? Qué hermoso día será ese en el que las armas sean desarmadas, para ser transformadas en instrumentos de trabajo. ¡Qué hermoso día será éste! Y esto es posible. Apostemos a la esperanza. La esperanza de una paz. Y será posible. Este camino no ha concluido. Como en la vida de cada uno de nosotros siempre hay necesidad de volver a partir, de volver a levantarse, de volver a encontrar el sentido de la meta de la propia existencia, de la misma manera para la gran familia humana es necesario renovar siempre el horizonte común hacia el cual esta6


mos encaminados. ¡El horizonte de la esperanza! Ese es el horizonte para hacer un buen camino. El tiempo de Adviento nos devuelve el horizonte de la esperanza, una esperanza que no defrauda porque está fundada en la Palabra de Dios. ¡Una esperanza que no defrauda sencillamente porque el Señor no decepciona jamás! Él es fiel, Él no decepciona. ¡Pensemos y sintamos esta belleza! El modelo de esta actitud espiritual, de este modo de ser y de caminar en la vida, es la Virgen María. ¡Una sencilla muchacha de pueblo, que lleva en su corazón toda la esperanza de Dios! En su seno, la esperanza de Dios ha tomado carne, se ha hecho hombre, se ha hecho historia: Jesucristo. Su Magníficat es el cántico del Pueblo de Dios en camino, y de todos los hombres y las mujeres que esperan en Dios, en el poder de su misericordia. Dejémonos guiar por Ella, que es Madre, es mamá, y sabe cómo guiarnos. Dejémonos guiar por Ella en este tiempo de espera y de vigilancia activa. Papa Francisco

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Domingo II

Eclo 24,1-2.8-12: Él me creó al comienzo Ef 1,3-6.15-18: Dios nos escogió en Cristo Jn 1,1-18: El privilegio de llegar a ser hijos de Dios

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n el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo. Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado. Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. [...] De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer. 80 Tiempo de Navidad, Ciclo B. 2015


Preparación: Ven Espíritu Santo. No dejes que me acostumbre a escuchar la Palabra. Lectura: Vamos llegando al final de este tiempo gozoso y pareciera que en días importantes volvemos a escuchar las mismas palabras con las que comienza el evangelio según Juan. En este tiempo de Navidad, podemos fijarnos en lo que significa el Misterio que estamos celebrando. De Jesús recibimos el privilegio de ser hijos en Él. A veces pensamos que somos hijos de Dios por el hecho de ser seres humanos; este texto pone en evidencia que es la fe, la acogida de Jesús como luz de nuestra vida, lo que nos convierte en los hijos que estamos llamados a ser y que el Padre desea acoger. Está en nuestra mano acoger la bendición y aceptar la verdad de nuestra vocación profunda y el infinito amor que Jesús nos muestra. Meditación: Lo más importante de nuestra vida es don. Nadie puede ganarse “por puños” que le acepten como es, que le quieran “porque sí”, que cuenten con él… Son regalos inmerecidos que sólo podemos desear y acoger. En nuestra mano está ver cómo aceptamos tanto regalo recibido. Si lo recibimos poniendo en juego todo nuestro ser… nos lanza “más allá”. Oración: Quiero, Jesús, acogerte en mi vida. Tú eres el gran don de Dios. Contemplación: “Es imposible tener ánimo para cosas grandes quien no entiende que está favorecido por Dios” (Sta. Teresa de Jesús) Acción: Hoy hago “balance” de cuántos regalos me ofrece Dios a través de las personas que me encuentro y de cómo las recibo. Lectio Divina para tiempos fuertes 81


Epifanía del Señor Is 60,1-6: Las naciones vendrán a tu luz Ef 3,2-3a.5-6: Los no judíos reciben la misma herencia Mt 2,1-12: Los sabios se llenaron de alegría

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esús nació en Belén, un pueblo de la región de Judea, en el tiempo en que Herodes era rey del país. Llegaron por entonces a Jerusalén unos sabios de Oriente que se dedicaban al estudio de las estrellas, y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? [...]”. El rey Herodes se inquietó mucho al oír esto, y lo mismo les sucedió a todos los habitantes de Jerusalén. Mandó llamar a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos le respondieron: “En Belén de Judea, porque así lo escribió el profeta [...]”. Entonces llamó Herodes en secreto a los sabios de Oriente, y se informó por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Luego los envió a Belén y les dijo: “Id allá y averiguad cuanto podáis acerca de ese niño; y cuando lo encontréis, avisadme, para que yo también vaya a adorarlo”. Con estas indicaciones del rey, los sabios se fueron. Y la estrella que habían visto salir iba delante de ellos, hasta que por fin se detuvo sobre el lugar donde se hallaba el niño. Al ver la estrella, los sabios se llenaron de alegría. Luego entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre. Y arrodillándose, lo adoraron. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Después, advertidos en sueños de que no volvieran a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Preparación: Jesús no es “propiedad exclusiva” de los cristianos. Eso celebramos hoy: que se manifiesta a quienes 84 Tiempo de Navidad, Ciclo B. 2015


se abren a Él. Ven, Espíritu Santo, para que ésta sea mi actitud en el encuentro con la Palabra.

Lectura: El evangelio de hoy resulta muy paradójico. Aquellos paganos, extranjeros de un país lejano, son capaces de reconocer que “algo importante” está sucediendo. Ha nacido Alguien digno de movilizarlos para hacer un largo viaje y ponerse a sus pies. En contraste, esta noticia inquieta a Herodes y, con él, a toda Jerusalén. Unos buscan y caminan ilusionados, otros esperan y se llenan de temor. Cada vez que nos encontramos con Jesús y le adoramos reconociéndole como Hijo nos sucede lo mismo que les pasó a estos sabios paganos: nos llenamos de alegría, descubrimos que junto a Él siempre está su Madre y nos hace regresar por un camino nuevo que no hemos hecho antes. Meditación: Hay muchas personas que, como los sabios del evangelio de hoy, buscan a tientas a Alguien capaz de iluminar y dar sentido a lo más profundo de sus existencias. Una búsqueda que les saca de la tierra conocida. A nosotros, en cambio, se nos ha regalado la fe. Pero podemos estar como Herodes y los habitantes de Jerusalén: acomodados a lo conocido, incapaces de ponernos en camino para encontrarnos con Jesús. En este encuentro nos jugamos “lo importante”, lo que nos da una alegría honda y nos lanza a vías que nunca hubiéramos imaginado. Oración: Quiero, Jesús, encontrarme Contigo, adorarte de corazón y ponerme en camino. Contemplación: “Arrodillándose, le adoraron” Acción: Hoy recordaré de modo especial a los “buscadores” que he conocido. Lectio Divina para tiempos fuertes 85


Bautismo del Señor Is 42,1-4.6-7: Yo, el Señor, te llamé Hch 10,34-38: Dios habló por medio de Jesucristo Mc 1,7-11: Mi Hijo amado

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n aquel tiempo, Juan Bautista decía en su proclamación: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo”. Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. En el momento en que salía del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y vino una voz del cielo, que decía: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido”.

Preparación: Con el bautismo de Jesús terminamos litúrgicamente la Navidad. A partir de ahora contemplaremos el Misterio de la Encarnación en su vida pública. Me dispongo, Señor, a acoger tu Espíritu y escuchar una vez más quién soy para Ti. Lectura: Los cuatro evangelios nos cuentan que Jesús fue bautizado, aunque cada uno desde su propia perspectiva. Los sinópticos ponen este relato como un “quicio” en la narración que marca un antes y un después y a partir del cual Jesús comienza su vida pública tras ser “puesto a prueba” en el desierto. Los cielos abiertos, el Espíritu que baja, la voz del cielo y las palabras escuchadas están llenas de fuertes resonancias al Antiguo Testamento y a las esperanzas que tenían los judíos de que Dios “habla94 Tiempo de Navidad, Ciclo B. 2015


ra” definitivamente en la historia. Pero lo más curioso es que Marcos, aunque vincula así este suceso con sus consecuencias para Israel y la humanidad, nos presenta el bautismo como un acontecimiento personal. Es Jesús el que vio el cielo y al Espíritu haciendo morada en Él. Es a Él a quien se dirigen unas palabras que recuerdan a Isaías (Is 42,1) y que reflejan una relación con Dios cualitativamente distinta a la de los demás. Según esto, estamos ante una experiencia vivida por el Señor de la que quizá nadie más se dio cuenta.

Meditación: Hay acontecimientos en nuestra vida que adquieren una importancia radical, que marcan un antes y un después aunque pasen desapercibidos para los demás. Como Jesús, también nuestra vida da un cambio radical cuando hacemos experiencia vital de aquello que “sabemos” de cabeza: que Dios nos quiere con locura. Escuchar cómo el Padre nos dice que somos sus hijos, sus elegidos,… nos cambia la vida y nos lanza de un modo cualitativamente distinto a anunciar la Buena Noticia que nos desborda el corazón. ¿Qué “quicios” descubro en mi historia? ¿Qué papel ha jugado Dios en ellos? Oración: Tú también, Jesús, viviste momentos especiales en los que te sentiste elegido por el Padre. Sé que las palabras que escuchaste también están dichas para mí, pero no siempre me lo creo del todo. Ayúdame a vivir tu la certeza de saber que Dios me ama infinitamente. Contemplación: Contemplo con los ojos del corazón la escena y, en ella, la experiencia que Jesús debió de vivir. Acción: Repito en el corazón la palabras que Dios me dirige también a mí: “Tú eres mi hija amada, mi hijo amado, a quien he elegido”. Lectio Divina para tiempos fuertes 95


Oraciones Ven, ven, Señor, no tardes Ven, ven, Señor, no tardes. Ven, ven, que te esperamos. Ven, ven, Señor, no tardes, ven pronto, Señor. El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor. Envuelto en sombría noche, el mundo, sin paz, no ve; buscando va una esperanza, buscando, Señor, tu fe. Al mundo le falta vida, al mundo le falta luz, al mundo le falta el cielo, al mundo le faltas tú. (Liturgia de las horas)

Preparemos los caminos Preparemos los caminos ya se acerca el Salvador y salgamos, peregrinos, al encuentro del Señor.

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Ven, Señor, a libertarnos, ven tu pueblo a redimir; purifica nuestras vidas y no tardes en venir. El rocío de los cielos sobre el mundo va a caer, el Mesías prometido, hecho niño, va a nacer. Te esperamos anhelantes y sabemos que vendrás; deseamos ver tu rostro y que vengas a reinar. Consolaos y alegraos, desterrados de Sion, que ya viene, ya está cerca, Él es nuestra salvación. (Liturgia de las horas)

Jesucristo, Palabra del Padre Jesucristo, Palabra del Padre, luz eterna de todo creyente: ven y escucha la súplica ardiente, ven, Señor, porque ya se hace tarde. Cuando el mundo dormía en tinieblas, en tu amor tú quisiste ayudarlo y trajiste, viniendo a la tierra, esa vida que puede salvarlo. Ya madura la historia en promesas, sólo anhela tu pronto regreso;

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si el silencio madura la espera, el amor no soporta el silencio. Con María, la Iglesia te aguarda con anhelos de esposa y de Madre, y reúne a sus hijos en vela, para juntos poder esperarte. Cuando vengas, Señor, en tu gloria, que podamos salir a tu encuentro y a tu lado vivamos por siempre, dando gracias al Padre en el reino. (Liturgia de las horas)

Este es el tiempo en que llegas Este es el tiempo en que llegas Esposo, tan de repente, que invitas a los que velan y olvidas a los que duermen. Salen cantando a tu encuentro doncellas con ramos verdes y lámparas que guardaron copioso y claro el aceite. ¡Cómo golpearon las necias las puertas de tu banquete! ¡Y cómo lloran a oscuras los ojos que no han de verte! Mira que estamos alerta, Esposo, por si vinieres, y está el corazón velando, mientras los ojos se duermen.

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Danos un puesto a tu mesa, Amor que a la noche vienes, antes que la noche acabe y que la puerta se cierre. Amén. (Liturgia de las horas)

Alegría de nieve Alegría de nieve por los caminos. Todo espera la gracia del Bien Nacido. En desgracia los hombres, dura la tierra. Cuanta más nieve cae, más cielo cerca. La tierra tan dormida ya se despierta. Y hasta el hombre más muerto se despereza. Ya los montes se allanan y las colinas, y el corazón del hombre vuelve a la vida. Amén. (Liturgia de las horas)

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Ruega por nosotros, Madre de la Iglesia Ruega por nosotros, Madre de la Iglesia. Virgen del Adviento, esperanza nuestra, de Jesús la aurora, del cielo la puerta. Madre de los hombres, de la mar estrella, llévanos a Cristo, danos sus promesas. Eres, Virgen Madre, la de gracia llena, del Señor la esclava, del mundo la reina. Alza nuestros ojos hacia tu belleza, guía nuestros pasos a la vida eterna. (Liturgia de las horas)

Te diré mi amor Te diré mi amor, Rey mío, en la quietud de la tarde, cuando se cierran los ojos y los corazones se abren. Te diré mi amor, Rey mío, con una mirada suave,

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te lo diré contemplando tu cuerpo que en pajas yace. Te diré mi amor, Rey mío, adorándote en la carne, te lo diré con mis besos, quizás con gotas de sangre. Te diré mi amor, Rey mío, con los hombres y los ángeles, con el aliento del cielo que espiran los animales. Te diré mi amor, Rey mío, con el amor de tu Madre, con los labios de tu Esposa y con la fe de tus mártires. Te diré mi amor, Rey mío, ¡oh Dios del amor más grande! ¡Bendito en la Trinidad, que has venido a nuestro Valle! Amén. (Liturgia de las horas)

Hermanos, Dios ha nacido Hermanos, Dios ha nacido sobre un pesebre. Aleluya. Hermanos, cantad conmigo: “Gloria a Dios en las alturas” Desde su cielo ha traído mi alas hasta su cuna. Hermanos, cantad conmigo: “Gloria a Dios en las alturas”. 101


Hoy mueren todos los odios y renacen las ternuras. Hermanos, cantad conmigo: “Gloria a Dios en las alturas”. El corazón más perdido ya sabe que alguien le busca. Hermanos, cantad conmigo: “Gloria a Dios en las alturas”. El cielo ya no está solo la tierra ya no está a oscuras. Hermanos, cantad conmigo: “Gloria a Dios en las alturas”. (Liturgia de las horas)

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s la Palabra de Dios la que suscita la fe, la alimenta, la regenera. Es la Palabra de Dios la que toca los corazones, los convierte a Dios y a su lógica, que tan distinta es de la nuestra; es la Palabra de Dios la que renueva continuamente nuestras comunidades...

Ianire Angulo Ordorika

Creo que todos podemos mejorar un poco bajo este aspecto: volvernos todos más oyentes de la Palabra de Dios, para ser menos ricos de nuestras palabras y más ricos de las suyas”. Papa Francisco

Ianire Angulo Ordorika (Esclavas de la Eucaristía) es licenciada en Teología de la Vida Religiosa y en Teología Bíblica. En la actualidad es profesora invitada en el ITVR-ERA (Univ. Pont. de Salamanca) así como en otros centros teológicos eclesiásticos (Ins. Sup. CC. Religiosas San Dámaso, Fac. Teología de Granada).

Adviento

2014

Lectio Divina para tiempos fuertes

ISBN 978-84-7966-478-7

9 788479 664787

Adviento & Navidad La alegría de la espera

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