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Las bibliotecas de la AECID y la diplomacia cultural y científicaCapítulo III

Capítulo III. Las bibliotecas de la AECID y la diplomacia cultural y científica

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la diplomacia es la rama de la política que se ocupa del estudio de las relaciones internacionales, así como el conjunto de los procedimientos que regulan las relaciones entre los Estados.

La clave, a nuestro entender, es el hecho de necesitar la existencia de relaciones entre estados para que la diplomacia exista. El órgano gubernamental que la regula es el Ministerio de Asuntos Exteriores. No se puede dar en un país totalmente aislado. La diplomacia se mueve en un ámbito internacional y carecer de relaciones es dejarla sin actividad.

La cultura y la ciencia son algunas de las herramientas de las que la Diplomacia se sirve en el ejercicio de sus funciones. Ambas están muy relacionadas y mantienen importantes vínculos con otras entidades gubernamentales que colaboran con el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Colaboración de la Biblioteca con la diplomacia cultural y científica

La diplomacia cultural es, a grandes rasgos, la acción exterior que utiliza la cultura como herramienta para buscar resultados de un doble tipo: espirituales y materiales. Entre los logros espirituales está el entendimento entre los pueblos para crear, entre otros, vínculos culturales que generen confianza, interés y estima. Entre los materiales está la capacidade de la diplomacia y su entorno internacional para potenciar los mercados de las industrias culturales patrias. Ambos objetivos necesitan coordinarse para crear uma imagen exterior de España atractiva, tanto por sus intereses culturales intrínsecos, como por sus potenciales benefícios económicos.

Para entender la idea conceptual que subyace, debemos remontarnos a la Institución Libre de Enseñanza, creada en 1876 y gran inspiradora de las acciones que se llevaron a cabo en la política cultural exterior de España en el primer cuarto del siglo XX. La acción cultural de España se inicia con la Oficina de Relaciones Culturales Españolas (ORCE), creada en 1921 a iniciativa de Américo Castro, muy vinculado a la Institución. La Oficina pertenecía a la Sección de Política del Ministerio de Estado (Ministerio de Asuntos Exteriores a partir

de 1938), y tenía como uno de sus principales objetivos la difusión del idioma castellano y la defensa y la expansión de la cultura española en el extranjero. En 1926 se da paso a la Junta de Relaciones Culturales, que estableció una red docente y de agregadurías culturales, además de crear centros españoles de calidad en Europa. Si revisamos algunos de los libros que publicó, veremos la importancia que se daba a las bibliotecas y a las becas de formación en la acción cultural: -Catálogo de las Bibliotecas Españolas en las Repúblicas Hispanoamericanas; Ministerio de Estado. Junta de Relaciones Culturales, Madrid, 1934 -Memoria correspondiente a los años 1931-1933, Junta de Relaciones Culturales, Madrid -Convocatorias para la concesión de pensiones y becas en el extranjero; Ministerio de Asuntos Exteriores. Junta de Relaciones Culturales, Madrid, 1947

El franquismo renegó de lo que predicaba la Institución Libre de Enseñanza, pero parte de los pilares de la política cultural exterior que se venía practicando se mantuvo, por la necesidad que había de romper el aislamiento internacional utilizando como instrumento la cultura. En ese contexto se crea el Instituto de Cultura Hispánica, -heredero del Consejo de la Hispanidad, creado en 1940- y la Dirección General de Relaciones Culturales en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en 1945. Como venía siendo tradicional ya desde la época de la Junta de Relaciones Culturales, la atención fundamental recayó en Hispanoamérica y en la utilización interesada del concepto de Hispanidad.

La Dirección de Relaciones Culturales creó en diversos países de Hispanoamérica centros culturales que apoyaran su política cultural exterior, sobre todo durante las décadas de 1950 y 1960.7

En 1979 se creó el Instituto de Cooperación Iberoamericano, y esto supuso el final de la preeminencia de la cultura en las relaciones exteriores de España y el paso a las nuevas ideas de cooperación, de corte más económico.

7 También se creó el Centro Cultural Hispano-Guineano, entre España y Guinea Ecuatorial, por convenio firmado en Santa Isabel de Fernando Poo el 12 de octubre de 1969. En 2002 se extinguió, y en su lugar se creó el Centro Cultural de España en Malabo, perteneciente a la Red de Centros de la AECID y adscrito orgánicamente a la Embajada de España en Malabo. Ya en 2001, por Orden de 30 de octubre, se había creado, junto a otros en América Latina, el Centro Cultural de España en Bata, adscrito al Consulado de España en Bata. Ambos centros son los únicos que tiene la Red de Centros Culturales de la AECID en África.

En 1988 se creó la Agencia Española de Cooperación Internacional, donde se integró la Dirección de Relaciones Culturales, todavía muy interesada en fortalecer las relaciones estratégicas con América Latina. Para este fin, reformuló los centros culturales preexistentes, creó otros nuevos, así como una red de Centros de Formación y de Oficinas Técnicas de Cooperación con los que llevar a cabo la Ayuda Oficial al Desarrollo.

La Institución Libre de Enseñanza no sólo dejó su herencia de vocación internacional a la Junta de Relaciones Culturales, también se la dejó a la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), creada en 1907 para promover la investigación y la educación científica en España, mirando hacia lo que se estaba haciendo en los países más avanzados a nivel científico. Estaba presidida por Santiago Ramón y Cajal. Fue vocal, entre otros, Ramón Menéndez Pidal, que ocupó la dirección del Centro de Estudios Históricos, creado en 1910, y que entre otras tareas coordinó las relaciones e intercambio cultural con el exterior, en especial con Hispanoamérica. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas jugó un papel decisivo en las relaciones con América Latina, apoyando el intercambio de profesores y alumnos, publicando libros sobre su cultura, naturaleza y sociedad, y creando institutos, departamentos y cátedras universitarias sobre lengua, cultura, historia y civilización españolas. Muchos de estos centros creados siguieron el modelo organizativo y científico de los centros españoles de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas.

La Junta dio un gran impulso a la ciencia y a la cultura españolas a través de un programa muy activo de intercambio de profesores y alumnos y el establecimiento de becas para estudiar en el extranjero. En su seno se formaron importantes intelectuales, como Américo Castro, creador de la Oficina de Relaciones Culturales Españolas, como hemos dicho anteriormente.

Tras el Golpe de Estado de Franco, se disuelve la Junta y en su lugar se crea el Instituto de España, posterior Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Ya con la democracia, España, y particularmente su Ministerio de Asuntos Exteriores, sigue creando instituciones culturales que puedan llevar a cabo su política cultural exterior, como el Instituto Cervantes (regido por un Consejo de Administración con representantes de Exteriores, Educación y Cultura, además de Hacienda) , consejerías culturales en las embajadas, centros culturales dependientes de la AECID, organismos como la Fundación Carolina o las Casas (Casa América, Casa Asia, …). A estas hay que unir a las agrupadas en Acción Cultural

Exterior, dependiente del Ministerio de Cultura, como son las sociedades estatales SEACEX (Sociedad Estatal de Acción Cultural Exterior), SECC (Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales) y SEEI (Sociedad Estatal para Exposiciones Internacionales).

Junto a la diplomacia cultural, y muy difícilmente separable de la misma, está la diplomacia científica. Tal vez la mayor diferencia resida en que su recorrido histórico en el mundo de la diplomacia sea menor, porque la responsabilidad en ciencia se adscribía a las instituciones encargadas de la educación y la ciencia, tal y como hemos visto más arriba y posteriormente, también a las encargadas de la economía, el comercio y la industria.

Al igual que ocurre con la diplomacia cultural, los objetivos de la diplomacia científica son tanto económicos como de aprecio y reconocimiento. La Diplomacia Científica, Tecnológica y de Innovación (DCTI) promueve la colaboración internacional en investigación e innovación, así como la movilidad de los investigadores para incrementar sus capacidades científicas, tecnológicas e industriales. El objetivo final es resolver graves problemas, como el cambio climático o las pandemias, gracias al conocimiento global. En España, la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y la Secretaría de Estado de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad elaboraron en 2015 el Informe “Diplomacia Científica, Tecnológica y de Innovación”8. Este Informe recoge recomendaciones para elaborar un documento que fije y oriente:

- la acción exterior del Estado en el ámbito de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en los países estratégicos para España; -la implantación de instrumentos para mejorar la coordinación dentro de la Administración General del Estado y los distintos agentes; -la necesidad de reforzar la colaboración con países europeos, iberoamericanos y emergentes; -la puesta en marcha de acciones de formación en Diplomacia Científica, Tecnológica y de Innovación; y, finalmente, -la puesta en marcha de actividades para divulgar la Ciencia, la Tecnología y la Innovación española, como instrumento de diplomacia pública.

8 Disponible en http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/SalaDePrensa/Multimedia/Documents/Informe-Diplomacia-Cientifica%20Tecnol%C3%B3gica%20y%20 de%20Innovacion.pdf

En la actual estructura del MAEC corresponden a la Dirección de Relaciones Culturales y Científicas de la AECID las relaciones y convenios internacionales en el ámbito científico y la promoción y el desarrollo de las relaciones científicas con otros países, en coordinación con la Secretaría de Estado de I+D+I (SEIDI). En el Informe se promueve la reflexión en torno al presente y al futuro del español en la sociedad del conocimiento y en la circulación internacional de la producción científica. La DCTI considera objetivo esencial de su acción contribuir, en colaboración con los países hispanohablantes, a la protección y promoción del español en el ámbito científico. La Administración española necesita dar prioridad a la ciencia y a la tecnología tanto para promover la imagen de una España moderna y avanzada, como para atraer inversiones extranjeras que creen puestos de trabajo de calidad. Esta prioridad le permitiría también ser polo de atracción de talento científico y tecnológico e incrementar las exportaciones sobre la base de una mejor productividad.

La AECID cuenta con distintas unidades que colaboran en el ejercicio de la diplomacia cultural y científica dentro de su Dirección de Relaciones Culturales y Científicas: Una unidad editorial, que:

Publica libros y revistas que aglutinan la cultura española y la de los países con los que mantiene relaciones diplomáticas.

Ofrece las publicaciones que edita para establecer relaciones de canje a través de la Biblioteca, con las que obtiene libros de interés, a la vez que sitúa los suyos en lugares destacados.

Colabora con las más importantes ferias del libro Una unidad de filmoteca que:

Colabora en la financiación de películas

Apoya la participación de películas en festivales de cine

Apoya la distribución adquiriendo licencias para su visualización pública en centros culturales Aunque actualmente se han cerrado, contaba con unidades de música, danza, teatro y artes plásticas que actualmente se llevan de forma conjunta desde una unidad de promoción, que:

Financia giras por el exterior

Apoya a jóvenes creadores

Da premios en diversas modalidades artísticas y culturales Una unidad de educación para el desarrollo, que:

Ofrece una formación inclusiva y trabaja por el logro del objetivo 4 de los ODS y la consecución de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Una unidad, el Departamento de Cooperación Universitaria y Científica, que:

Ofrece becas de formación, con programas para españoles y para extranjeros, en colaboración con todas las universidades españolas. Y por último, de la Dirección de Relaciones Culturales y Científicas depende una red de bibliotecas, tanto en Madrid, en su sede central, como en el exterior, en sus centros culturales propios y asociado y en sus centros de formación.

Las bibliotecas de la AECID, de las que nos ocuparemos más adelante, fueron creadas, aunque todavía no se usara tal nombre, para coadyuvar a los objetivos de la diplomacia cultural y científica de su institución. Como es normal en los asuntos culturales y científicos, la parte internacional se tiene que complementar con los objetivos de la cultura y la ciencia que se desarrollan dentro del país, y por lo tanto, la colaboración y el préstamo de ideas y objetivos con los ministerios que se ocupan de la cultura y la ciencia en España son lógicos y permanentes.

La Biblioteca de la sede central en Madrid está en plena Ciudad Universitaria, lo cual no es ninguna casualidad.

Reinando Alfonso XIII, en 1927, se constituyó la Junta de la Ciudad Universitaria para tratar de modernizar el sistema universitario de la capital. Después de la pérdida de las últimas colonias en 1898, había llegado el momento de que el movimiento regeneracionista intentara poner a España al mismo nivel de desarrollo que los principales países occidentales, y lograrlo utilizando el conocimiento científico, como ya habían empezado a hacer, desde fuera del ámbito universitario, la Junta para la Ampliación de Estudios, creada en 1907, o incluso antes, la Institución Libre de Enseñanza, creada en 1876.

Cuando en 1931 llega la Segunda República, se promulga la Ley de la Ciudad Universitaria, y aunque se suprimen los cargos políticos anteriores, prácticamente continúa todo el equipo técnico que venía trabajando en la Junta de la Ciudad Universitaria.

Durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939, se instaló el Frente de guerra en la Ciudad Universitaria y se destruyeron numerosos edificios.

Uno de los aspectos a los que el rey Alfonso XIII dio más relevancia al concebir la Ciudad

Universitaria fue su proyección internacional, con alcance en Europa y Estados Unidos, pero de un modo prioritario hacia Hispanoamérica. El tipo de discurso que mantenía sobre Hispanoamérica deja clara su línea de interés: la grandeza de América hace más grande aún a España.9

“Naciones de América: a vosotras que sois el más vivo testimonio de la grandeza de España, a vosotras que formáis entre todas el más glorioso imperio espiritual de una raza, que ya era la suma de razas diversas, unidas por una fe. Conquistadora de tierras, hicieron con sus soldados y cantos, sus doctores y sus artistas, donación, todo ello de un pueblo que sabía elevar su espíritu sobre la pesadumbre de los días y la cerrazón de lo presente hacia un porvenir justiciero, a vosotras va mi saludo, que bien quisiera refrendar algún día con mi presencia.”

Era claro el deseo de recibir a estudiantes hispanoamericanos, por lo que se planificaron diferentes colegios mayores para alojarlos10. Se realizó una importante campaña publicitaria desde la Ciudad Universitaria para ofrecer en el extranjero la imagen de una España moderna y culta, capaz de aglutinar una cultura compartida entre España e Hispanoamérica. La Ciudad Universitaria era también el lugar idóneo para alojar la institución encargada por el Ministerio de Asuntos Exteriores de fomentar las relaciones con Hispanoamérica con base en la cultura y el conocimiento: el Instituto de Cultura Hispánica.

El Consejo de la Hispanidad, creado en noviembre de 194011, dio paso en 1945 al Instituto de Cultura Hispánica, corporación de derecho público, con personalidad jurídica propia, destinada a fomentar las relaciones entre los pueblos hispanoamericanos y España y organismo asesor del Ministerio de Asuntos Exteriores. Su edificio se proyectó en 1940 por el arquitecto Luis Feduchi, y se construyó entre 1940 y 1951, año en que se inauguró. En el edifico ya se planificó una enorme biblioteca que atesorara la cultura de los distintos pueblos de Hispanoamérica: la Biblioteca Hispánica, de la que nos ocuparemos en su momento.

9 Fragmento extraído del disco: Saludo a las Repúblicas Americanas, discurso del rey Alfonso XIII que puede consultarse en la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional. 10 Anterior a la propia Ciudad Universitaria es la creación del primer colegio mayor que manifiesta el interés de España hacia los estudiantes hispanoamericanos: mediante el R.D. de 17 de mayo de 1924, se nombró una Junta para crear el Colegio Mayor Hispano Americano. Aunque sin expresarlo de modo explícito, se siguen muchos de los ideales de la Residencia de Estudiantes, creada en 1910. 11 BOE nº 312, pág. 7649. Jefatura del Estado. Ley de 2 de noviembre de 1940 por el que se crea el Consejo de la Hispanidad. Disponible en el siguiente enlace: https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1940/312/A07649-07649.pdf

El Instituto de Cultura Hispánica, con su destacada Biblioteca Hispánica y su Colegio Mayor Hispanoamericano Nuestra Señora de Guadalupe12 es, junto al Museo de América, creado por decreto en 1941, y las numerosas estatuas diseminadas por la Ciudad Universitaria que representan a los héroes de la conquista de América, el gran espacio madrileño dedicado a la cultura hispanoamericana y al acogimiento de sus estudiantes y profesores.

12 El Colegio Mayor Hispanoamericano Nuestra Señora de Guadalupe fue creado en 1947 para formar a las elites de los países iberoamericanos en la Universidad de Madrid. Su arquitecto, Feduchi, es el mismo que el del edificio del Instituto de Cultura Hispánica.

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