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Capítulo VII: El papel de las becas internacionales en la formación de cuadros profesionales
PREFACIO
Las páginas que siguen a continuación reflejan el mundo de la cooperación para el desarrollo visto desde la Biblioteca de la AECID.
La actividad profesional desarrollada a lo largo de muchos años en esta Biblioteca ha ido requiriendo una puesta al día de conocimientos, pues la cooperación es una disciplina complicada, cambiante y que exige actuar con metodología y rigor para sacar el máximo rendimiento a unos recursos siempre escasos.
La adquisición de conocimientos se ha complementado con actividades reales en las que ha participado la Biblioteca. Éstas muestran un lado de la cooperación que es internacional, pero no por ello ha sido necesario trasladarse siempre al terreno para llevarlas a cabo.
La revisión de numerosos proyectos (siempre relacionados con las bibliotecas) y la atención a muchos usuarios que venían a obtener información útil antes de iniciar un proyecto en el extranjero, junto a las imprescindibles lecturas especializadas, han sido la mejor escuela.
La Biblioteca de la AECID no es el tipo de biblioteca que uno esperaría encontrar en una agencia de cooperación. De hecho, la española es la única entidad gubernamental de desarrollo internacional con una biblioteca tan antigua y que responde a una situación histórica que provocó su creación y justifica su mantenimiento. Complemento imprescindible de su acción son las bibliotecas del exterior.
Los 4 primeros capítulos sirven de presentación, para saber desde dónde se habla y entender el discurso que aquí se defiende, discurso que no persigue ser único o excluyente. Estos capítulos se dedican a entender la Biblioteca, desde su nacimiento, muy ligado a la diplomacia cultural y científica –aunque entonces no se utilizara esta denominación–, sus puntos de implantación en el extranjero, y la propia biblioteca de la sede central en Madrid. Ésta cuenta con 3 colecciones de personalidades muy particulares: la Biblioteca Hispánica, la Biblioteca Islámica y la Biblioteca de la Cooperación Española. Se hace un recorrido por las principales actividades de gestión cultural que hacen todas ellas como parte de su actividad bibliotecaria.
Al escribir desde una dependencia gubernamental, es fundamental conocer las políticas estatales e internacionales de la cooperación para el desarrollo, por eso los capítulos V y VI hacen un recorrido sucinto que permite vislumbrar lo que las bibliotecas podrían aportar al logro de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030. El logro de estos objetivos es el principal compromiso de la propia AECID y se detallan en su Plan director.
En relación con la diplomacia científica y los altos estudios culturales, se analiza en el capítulo VII el papel de las bibliotecas para los estudiantes que se desplazan para seguir estudios universitarios especializados. Eso ocurría más en el pasado que ahora, cuando la crisis económica ha obligado a drásticas restricciones presupuestarias, pero su impacto fue tan grande que ha dejado un buen poso de conocimiento a la institución. Las becas, pensadas para que estudiantes de países perceptores de ayuda cursaran sus estudios en países donantes y que luego, cuando volvieran a sus países, pudieran rentabilizar lo aprendido en términos de desarrollo, son bastante antiguas en muchos países desarrollados, y en España fueron muy importantes. El estudio del caso de la AECID pretende reforzar la idea de la rentabilidad de las becas internacionales.
Es fundamental que las bibliotecas que cuentan con estos estudiantes aprovechen las enseñanzas que ellos pueden aportar y que se haga un seguimiento extensivo a lo largo de sus carreras profesionales.
El capítulo VII se dedica a los profesionales de la cooperación. Sólo conociendo sus necesidades se les puede dar un mejor servicio. El texto está pensado para poder crear en las propias bibliotecas cursos según perfiles de necesidad o interés, en los que se les prepare para:
-realizar una correcta integración en el nuevo destino, -seguir desde la distancia utilizando la biblioteca a través de las nuevas tecnologías y así obtener la información que pueda ayudarles, -contactar con colegas con necesidades y circunstancias similares, -concienciar de la necesidad de ir elaborando unas memorias de experiencias y resultados, -mostrar la conveniencia de mantener actualizadas los directorios y bases de datos de proyectos y profesionales, -ir creando repositorios desde sus instituciones de dependencia que puedan hacer con estos materiales una gestión del conocimiento eficaz y reutilizarlos en proyectos posteriores.
Tras estos apartados se concluye que las bibliotecas, que han evolucionado de una manera significativa a lo largo de los últimos 25 años, están capacitadas para afrontar proyectos propios en materia de cooperación. El acceso por Internet a muchos de sus servicios permite que numerosos usuarios puedan obtener los recursos que necesitan por muy lejos que se encuentren. Esto ya no es un gran problema, pero sí lo es no disponer de fuentes fundamentales para ayudarles, sea presencialmente o a distancia. Y entre las fuentes más valiosas están los informes de resultados de las actividades realizadas. Cuando termina un proyecto, es obligatorio hacer el correspondiente informe, pero es un documento administrativo con numerosos datos privados que no suele entrar en las bibliotecas. Sería importante el contacto con los cooperantes y lograr su compromiso de realizar uno ex profeso para ponerlo a disposición de otros cuando terminen un trabajo. Esto es complementario con mantener bases de datos actualizadas de profesionales y proyectos, con una clasificación temática de estos últimos que permita a cualquier interesado revisar los de su campo. Tampoco esto es una realidad: cada institución se ocupa, mejor o peor de lo suyo, y no se dispone de datos globales. Dada la gran cantidad de instituciones de todo tipo que realizan cooperación en España, se deduce el valioso conocimiento que no se está procesando convenientemente.
Como vemos, son todavía muchos los retos que se presentan a las bibliotecas para disponer de estas informaciones que son vitales para los cooperantes y que podrían dar mejores resultados y de este modo rentabilizar mejor la inversión en cooperación.
Una vez concluida la parte teórica, se cuentan en sendos apéndices 3 modelos de proyectos en los que ha participado la Biblioteca de la AECID con otros muchos profesionales.
El primero narra las actividades llevadas a cabo por bibliotecarios pertenecientes a instituciones muy diferentes –por dependencia administrativa, tamaño, objetivos, etc.– dentro del grupo de “Cooperación para el desarrollo y bibliotecas”. Esta pluralidad de visiones es lo que aporta verdadero interés a sus análisis. El grupo se creó porque los bibliotecarios integrantes eran conscientes de las deficiencias que todavía existen en la elaboración, ordenación y reutilización de los informes de resultados de proyectos de cooperación para el desarrollo. Además, dentro del grupo se busca la reflexión en estos temas y la capacidad de actuar como grupo de interlocución para quienes deseen conocer sus opiniones profesionales. El segundo apéndice habla de las posibilidades de animación a la lectura y de fomento de creación y uso del libro que suponen las publicaciones cartoneras. Las actividades realizadas
en este contexto son muy interesantes y han logrado un gran éxito, pero lo que hace especialmente valioso el trabajo con estas publicaciones es demostrar que es un gran producto surgido de la crisis y las dificultades. Gracias a la creatividad y a la asociación de personas vocacionales de distintos campos del saber, en todo el mundo podemos crear libros en los que plasmar nuestros intereses y nuestra creatividad.
El tercero muestra la realización de exposiciones bibliográficas por parte de la Biblioteca de la AECID. Se trata de una actividad de difusión cultural y científica, a la vez que constituye un ejercicio de gestión cultural aprovechable por todo tipo de bibliotecas. Para la conservación permanente de la documentación generada, se sigue la política bibliotecaria de gestión del conocimiento, que busca la perfecta clasificación, proceso y almacenamiento de los recursos de información de acuerdo a criterios profesionales normalizados. De este modo, la información se pueda reutilizar sin límites temporales ni restricciones de ningún tipo. La versión para ser circulada por otras bibliotecas de países en desarrollo, permitirá imprimirla y exponerla para un máximo aprovechamiento.
Muchos otros bibliotecarios pertenecientes a entidades diferentes podrían dar su propia y enriquecedora visión de la cooperación para el desarrollo, e incluso podrían contar sus experiencias en proyectos ejecutados sobre el terreno. Lo que aquí se cuenta parte del conocimiento que da trabajar en una biblioteca muy específica y que puede realizar iniciativas sin necesariamente desplazarse al terreno.
El hecho de publicar estas ideas en un libro, cuando ya todos utilizamos medios electrónicos de gran inmediatez para transmitir nuestras ideas, es la simple manifestación de una querencia de bibliotecaria por el libro de siempre. Es necesario complementar la visión que se da en este documento con la de los que tienen perspectivas diferentes, pero si en algo puede contribuir a una mejor actividad bibliotecaria de cooperación, el trabajo invertido no carecerá de sentido.
De lo dicho se deduce que nada aquí queda concluido. Dejémoslo en un punto y seguido.