Existe sobrada evidencia respecto del papel central que desempeñan las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) para enfrentar el desafío de densificar la matriz productiva de América Latina y tornarla más diversificada en términos de actividades de alta productividad. Las TIC constituyen una pieza clave del nuevo paradigma tecnoproductivo y de la sociedad de la información y del conocimiento. A su vez, contribuyen de manera significativa a la integración y el bienestar de las personas. Sin embargo, el proceso de apropiación a través de la producción, el uso y la adquisición de habilidades para el manejo de estas tecnologías tiene importantes sesgos culturales y no es neutral desde una perspectiva de género. Las mujeres enfrentan en este sentido un importante rezago que configura una amplia brecha digital de género.