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EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
Ishtar Paz
Personajes
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Napoleón (50 años, director de teatro.)
Jazmín (30 años, primera actriz del grupo independiente.)
Rosa (35 años, actriz y profesora.)
Lugar
Sala de un teatro independiente.
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OBRA EN TRES ACTOS
ACTO 1
“El paraíso”
Sala de un teatro independiente
En el escenario hay un gran baúl cerrado con un candado; atrás hay dos cortinas traslúcidas. Alguien está probando luces, ilumina el baúl. Se oye que tocan a la puerta; baja una mujer vestida con ropa de ensayo, abre la puerta. Entra una mujer con una mochila y un reloj de madera mediano.
Rosa: Jazmín.
Jazmín: Rosa.
Rosa: Cuánto tiempo.
Jazmín: (Da un paso hacia ella, lo piensa y le da la mano.) Un gusto verte. Con que eras la sorpresa. (Ríe.)
Rosa: (Desde la puerta.) Este lugar no ha cambiado nada. Vos no has cambiado nada.
Jazmín: ¿No? Pintamos el año pasado. (Sonríe.) Vos tampoco, estás igual que antes… Siento que fue ayer que saliste por la puerta.
Rosa: (Le da un abrazo.) Que bueno poder trabajar juntas nuevamente.
Jazmín: (Se sienta.) ¿Napoleón ya te había dicho?
Rosa: No. ¿A vos?
Jazmín: Tampoco. (Silencio.)
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74 Se escuchan unas risas, parece que vienen de la planta de arriba del teatro.
Rosa: Recordé tu abrigo, el grande que usabas en aquella obra.
Jazmín: ¿Cuál? (Mirando el reloj.)
Rosa: Recuerdo que tenía una cinta roja que lo rodeaba. El abrigo era café, con manchas negras. Te quedaba muy grande.
Jazmín: Ah, de El Fausto.
Rosa: Sí. (Silencio.)
Jazmín: Siempre me gustó más Hamlet, todas esas muertes por envenenamiento, tan poético, tan romántico, tan trágico, era mucho más divertido actuarla… El Fausto me aburría.
Rosa: (Ríe.) A mí también me aburría, por eso me fui…
Jazmín: Hace tiempo no te veía… Qué bueno que te haya llamado Napoleón.
Rosa: Sí.
Jazmín: Hace años no te veía.
Rosa: Veo tan lejana esa época, cuando vos y yo… Fue una linda época. ¿Te acordás del reloj de madera? Marcábamos los días y los minutos para el ensayo general… las campanas sonaban muy fuerte, nos ponía tan alerta y corríamos a apagarlo cuando faltaban cinco minutos. Vos me diste este reloj y desde entonces lo uso para todas las obras, bueno… Las obras que monto con mis estudiantes.
Jazmín: Siempre llegás temprano por eso. (Ríe.)
Rosa: Vos también.
Jazmín: No creí que fueras a regresar.
Rosa: Yo no creí volver. Pero cuando me dijeron que Margarita tuvo un accidente, simplemente no me pude negar, me llaman las tablas.
Jazmín: Sí. (Se levanta y estira.)
Rosa: ¿Qué le pasó a Margarita? (Deja el reloj en el baúl.)
Jazmín: Lo mismo que a Amapola.
Rosa: (Se levanta y estira.) Por cierto, ¿el abrigo se había perdido no?
Jazmín: ¿Cuál abrigo?
Rosa: El de El Fausto.
Jazmín: Pasaron 5 años. ¿No? Desapareció casi cuando te fuiste... Se dijo que te lo llevaste.
Rosa: Sí, lo buscaron en mi casa, Amapola era una persona que estaba mal de la cabeza. ¿Sigue?
Jazmín: Sí.
Rosa: ¿Y ya no? (Hace un movimiento con la mano.)
Se escucha una risa desaforada.
Jazmín: Lo hace, pero ya no le hacemos caso.
76 Rosa: Es tan raro regresar.
Jazmín: ¿Y lo tenías?
Rosa: ¿El qué?
Jazmín: El abrigo, ¿lo tenías?
Rosa: No.
Jazmín: Era un lindo abrigo.
Rosa: (Bebe agua.) Sí, lo era. Te importó más el abrigo que…
Jazmín: ¿Cómo?
Rosa: Que nosotras, pasé muchas noches pensando. ¿Por qué nunca me lo preguntaste? ¿Por qué de un día para otro le creíste a Amapola y no a mí?
Jazmín: Rosa, yo… Esos días fueron muy agobiantes, todo fue confuso… Pero ahora te creo.
Rosa: (Levanta la voz.) ¿Recién ahora?
Jazmín: Sí, Rosa. Si Napoleón te llamó, es porque sabe que no te llevaste el abrigo, y yo le creo. Él ve adelante, siempre… Y que estés acá hará que la obra sea mejor… Lo sé, siempre fuiste una gran actriz.
Rosa: (Suspira.) Y… ¿cómo te sentís con esta obra? ¿Qué dice Napoleón?
Jazmín: Napoleón estrenará su «obra maestra», o por lo menos, él la llama así (ambas ríen.) Y creo en él, ha pasado incontables noches sin dormir, terminando de escribir, y analizando cada segundo la obra de El Bosco. Vamos, Rosa,
alegrá ese rostro, ya olvidamos el abrigo, y se viene algo grande. (Le da un abrazo.)
Rosa: Se habla mucho de este estreno.
Jazmín: Todos los reconocimientos que ha ganado en su vida, ahora toman más fuerza que nunca. Iremos al doble de países que fuimos antes, es más, ya le han enviado invitaciones de varios festivales.
Rosa: Siempre fueron importantes sus logros para vos. ¿Verdad?… «El gran Napoleón» siempre ha trabajado con grupos pequeños, con el mismo elenco toda la vida. «Una vida dedicada al arte».
Jazmín: Somos su jardín, Rosa, hemos cultivado esto, y ahora con esta gran obra.
Rosa: ¿Ayudaste a escribirla?
Jazmín: Le serví de inspiración.
Rosa: ¿Solamente eso? ¿Ya no escribís?
Jazmín: Dejé eso atrás, Rosa, Napoleón me dijo que mi mayor potencial era la actuación, así que dejé de perder mi tiempo en eso.
Rosa: Pero Jaz…
Jazmín:(Mira el reloj, la interrumpe.) ¿Y tu papá?
Rosa: Murió, un año después de…
Jazmín: Lo siento, yo no sabía… yo…
Rosa: Supe que las giras empezaron en esa época, y todo es una locura cuando comienzan.
78 Jazmín: (Vuelve a ver el reloj.) Debería haber otro reemplazo además del tuyo.
Rosa: ¿Ah, sí?
Jazmín: Sí, la asistente se fue.
Rosa: ¿Quién será?
Jazmín: No sé, sabes que a Napoleón le gustan los secretos… Yo no sabía que venías hoy. Aunque seguramente se quede así… esta obra es un gran secreto, todos saben que la está haciendo, pero nadie sabe de qué se trata… No creo que se lo confíe a alguien más.
Rosa: Yo no sabía que seguías acá. Creí que te ibas a Indonesia, escuché de una beca, de máscaras balinesas.
Jazmín: No, no pude irme, mi deber es estar acá.
Rosa: ¿Para servir de inspiración?
Se vuelven a escuchar las risas. Tocan a la puerta, Jazmín la abre. Entra Napoleón, un hombre de 50 años, con camisa y pantalón de tela blanca y sandalias.
Napoleón: ¡Buenas, buenas! Siempre temprano, ¿no? (Le da un beso en la boca a Jazmín.)
Jazmín: Sí.
Napoleón: Ya se vieron, maravilloso. ¡Ya conocen parte de la sorpresa!
Jazmín: Vaya sorpresa.
Napoleón: ¡Sabía que estarías encantada! Los reencuentros en este grupo se ponen al día. (Mira a Rosa.) Y volvemos a
ser como hace varios años. (Se acerca a Rosa y le da un beso en la boca.)
Rosa: Maravilloso. (Le quita la mirada.)
Napoleón: Bien, bien. Falta el último comodín y les lanzo la noticia. (Suena su teléfono, contesta.) ¿Hola? Sí… Sí… ¿No hay nada qué? … No, por supuesto… Claro, bueno, si no hay nada que se pueda hacer… Listo, bueno… abrazos. (Cuelga el teléfono.) Al parecer Margarita no podrá caminar en un año, estará en recuperación y no podrá venir al estreno.
Jazmín: Pobre Marga…
Rosa: ¿Y qué le pasó?
Napoleón:(Ignora a Rosa.) Bueno, las he reunido esta tarde, encontrándose de esta manera tan abrupta, después de tantos años de vivir en la incertidumbre que llamamos vida, porque... Porque tuve una visión, compañeras. Está a punto de suceder lo que les había dicho años atrás. Se acerca el inicio de una nueva temporada, y con ella el cambio de muchos paradigmas, esta será mi obra maestra. ¿Escucharon bien? ¡Mi obra maestra! Mi visión es la misma de hace unos años. (Cae repentinamente, se sostiene en el baúl.) Acá. No queda nada de nosotros ya. ¿No lo entienden? El cambio es inminente y sólo estamos nosotros tres para cambiarlo, hoy, todo cambiará. Por su pasado, el mío y todo lo que eso conlleva…
Se escucha la respiración fuerte y agitada, seguida de aplausos.
Napoleón: Ahora verlas juntas, para terminar mi gran obra maestra, «El jardín de las delicias», inspirada en El Bosco, una maravilla de la contemporaneidad, y ustedes serán parte de ella. Nos quedan dos semanas, debemos retomar lo antes posible. Rosa, ¿cómo estás con los textos? ¿Viste los videos?
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80 Rosa: (Viéndolo con admiración.) Estoy lista, Napoleón, llevo años esperando esto.
Jazmín: Rosa, has llegado en el mejor momento del grupo, y pensar que te fuiste tanto tiempo, y ahora regresaste, con tu reloj.
Napoleón: Maravilloso, Rosa, este reloj es histórico acá, y vos también lo sos. Campanas sonando en el estreno, el Ángel que desapareció por años, regresa. ¿Qué te parece? ¡Para la publicidad!
Se escuchan risas.
Napoleón: ¿Se dan cuenta? Serán parte del más grande trabajo del cual participarán en su vida, está obra lleva años gestándose, mil vueltas dieron en mi cabeza, esto como entenderán no nació hace poco, y tampoco terminará pronto, lo llevarán en sus recuerdos siempre. Y se completa la obra al ustedes ser parte de ella, que tan animosamente accedieron a transitar en sus vidas, como un estilo de vida.
Jazmín: En todas las obras que querrás seré parte.
Napoleón: Y el comodín final es Rosa. ¿No te parece, Jazmín? ¿Qué después de tantas vueltas la vida nos la trajo de vuelta? ¿Qué malentendidos horribles nos la haya arrebatado por tantos años? Somos tres, en este espectacular trabajo… (Se escuchan risas tímidas de arriba.) Y este teatro, que tanto ha visto de nuestras vidas. (Se sienta sobre el baúl y lo acaricia.) Y que tantos secretos nos ha guardado. (Se queda abstraído en sus pensamientos.)
Jazmín: (A Rosa, bajando el tono de voz.) Al final Margarita no se lo merecía tanto.
Rosa: ¿Y qué le pasó a Margarita? ¿Vendrá a los ensayos al menos?
Jazmín: No esperés que venga, ella no quería ser parte de la obra realmente, venía tarde a los ensayos y no entendía la obra, era muy compleja para ella… (Le toma la mano a Rosa.)
Napoleón: (Interrumpe bruscamente.) Vamos, a escena entonces. A sentir el espacio. (Enciende un parlante y se escucha música tribal.)
Las dos actrices entran en el escenario, el baúl está en el centro y hay una luz fría iluminándolas, ambas recorren el espacio, hacen figuras con el cuerpo, bailan rodeando el baúl, Jazmín se acerca a Rosa y le da un beso en la mejilla, esta sigue moviéndose por el escenario y sonríe.
Napoleón: ¡Alto! ¡Texto!
Jazmín: Fuimos Polvo.
Rosa: Y Polvo seremos.
Jazmín: (Se mueve por el escenario, moviendo el cuerpo expresivamente.) Y de las fauces renaceremos, vivas, rodeando fuente de la vida, hombres y mujeres por igual, caminando en el Edén, con el paraíso en nuestras manos, la virtud se extiende, y con las manos desnudas atravieso el camino a la libertad.
Rosa: Y volvemos, a donde nunca pudiste llegar, a tu nacimiento como humanidad.
Las actrices se mueven por el espacio, se escuchan aplausos.
Rosa: ¿Es necesario el baúl acá?
Napoleón: Es necesario todo lo que hay, vas muy bien, Rosa, te ves despampanante en la escena. ¿Verdad, Jazmín?
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Jazmín: Muy bien, Rosa. (La abraza.) Como en los viejos tiempos.
Napoleón: (Apaga la música y se acerca al escenario.) Ahora quiero que las dos se queden ahí, justo así.
Ambas se quedan abrazadas, Jazmín se deja caer y hace una vuelta ágil y ahora abraza a Rosa por la espalda.
Jazmín: Y los días son horas, y las horas se convierten en años.
Ambas se desvanecen y vuelven a colocarse en la misma posición varias veces.
Napoleón: (Susurrando.) Ahora bésala y siéntela de verdad, Jazmín.
Jazmín besa a Rosa, ella reacciona tímida, pero igual le devuelve el beso, ambas siguen besándose, ahora con más ímpetu que antes.
Napoleón: Y comienza el nuevo jardín de las delicias… (Sale de escena.)
Ambas siguen besándose en el escenario, se apaga una a una las luces, se escuchan las risas de la segunda planta.
Fin del primer acto.
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ACTO 2
“La Tierra”
Primera parte
Una semana antes del estreno
Camerinos
Rosa está sentada frente al espejo. Hay un estante con máscaras. Ella abre y cierra la boca, hace sonidos guturales con la voz, se para y toma una rosa que está colocada frente al espejo. La observa, suspira, la guarda en el bolsillo de un abrigo colgado en un costado del camarín. Practica la secuencia de acciones de una coreografía cuando llega Jazmín, que se queda observándola desde la puerta.
Rosa: De nadie estamos más lejos que de nosotros mismos, de nadie estamos más lejos que de nosotros mismos, de nadie estamos más lejos que de nosotros mismos. (Repite varias veces de diferentes formas frente al espejo.)
Jazmín: No somos conocedoras de nosotras mismas.
Rosa da un salto del susto y ríe, inmediatamente vuelve a practicar la secuencia de acciones de la coreografía.
Jazmín: Desde que te fuiste, las cosas no son iguales.
Rosa: Desde que me fui, mi vida mejoró.
Jazmín: ¿Y cómo crees que me fue a mí?
Rosa: Eso depende.
Jazmín: ¿De qué?
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84 Rosa: Si te diste cuenta.
Jazmín: ¿Cuenta de qué?
Rosa: (Toca con su mano el exterior del bolsillo del abrigo colgado y la retira.) Napoleón no ha cambiado, ¿verdad?
Jazmín: Hemos cambiado, aunque no lo parezca.
Rosa: ¿Por qué nadie me dice lo que le pasó a Margarita?
Jazmín: Se cayó de las gradas, como Amapola.
Rosa: Debí imaginarlo. ¿Por qué en este teatro las actrices tienen los mismos accidentes?
Jazmín: Creo que es por la forma de las gradas.
Rosa: ¿Te parece que es por eso? Jaz, tenes que ver más allá. (Suspira.) Debo irme, tengo que repasar. Falta poco para el estreno. (La abraza, y sale por la puerta, regresa inmediatamente). Me hiciste mucha falta.
Jazmín: Siento lo mismo.
Rosa: Tenés que cuidarte mucho.
Jazmín: Sé cuidarme sola. (Sonríe y se sirve una copa de vino.) ¿Y vos?
Rosa: (Ríe). Yo también me cuido sola. (Se acerca a Jazmín y le besa la mano. Sale.)
Jazmín se sienta frente al espejo, abre y cierra la boca, hace sonidos guturales con la voz. Se toca la mano que le besó Rosa. Hace sonidos cada vez más fuertes, toma un vaso, hace gárgaras y escupe; ahora los sonidos son estridentes. Cae al suelo y se levanta lentamente.
Jazmín: ¿Bajo qué condiciones inventó el ser humano esos juicios de valor, del bien y el mal? ¿Qué valor tienen ellos mismos? ¿Cuándo los recuerdos se volvieron tan amigos del presente? (Se para sobre la silla.) Hoy vengo a disfrutar de todos los placeres, todo lo que me fue negado antes será disfrutado en el resto de mis días. (Se baja, se vuelve a ver en el espejo y toma vino.) Hace tanto que no la veía, hace tanto… ¿Pasaron en vano los años, o a qué se refiere? Siempre fue tan concisa, tan real, tan… (Se sacude la cara, se sube en un estante de un salto.) La felicidad es solamente la ausencia del dolor, y este sentimiento que me abriga no es más que una mentira, con olor a delicias. No he encontrado un verdadero propósito, ni un solo rasgo de exactitud en su mirada. (Se sienta, toma el texto.) ¡No, no! Así no va… ni un solo rasgo de exactitud en su mirada (Aparta el texto). ¿Qué quería decir con que Napoleón no ha cambiado? ¿Qué tiene que ver eso con darme cuenta de quién sabe qué cosas está imaginando? (Se acomoda en el estante y deja caer el abrigo, lo recoge y encuentra la rosa.) Claro, «no cambia» (Le habla a la rosa). ¿Verdad, rosita, que te encanta? ¿Por eso regresaste? … (Vuelve a colocar la rosa en el abrigo.) Antes era todo perfecto… ahora hay un sinfín de historias, y sus misterios regresan... Verla me trae tantos buenos recuerdos y al mismo tiempo me marea, ya no puedo seguir pensando en ella, no más... (Se coloca una máscara del estante, con gesto molesto.) «La felicidad es solamente la ausencia del dolor, y este sentimiento que me abriga, no es más que una mentira, con olor a delicias. No he encontrado un verdadero propósito, ni un solo rasgo de exactitud en su mirada». (Repite varias veces, sube en el estante, se sienta, recoge la rosa, la guarda, mientras repite el texto). Y todos los deseos terrenales, vendrán conmigo al amanecer».
Napoleón entra en los camerinos, observa a Jazmín repitiendo varias veces el mismo texto, ella no se percata de que Napoleón entró y sigue repitiendo mecánicamente. Le pone en un florero un ramo de jazmines.
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86 Napoleón: Sos fuego, y la mejor actriz que he dirigido en mi vida, te verás perfecta, mejor que cualquier otra. Fuego sos, querida. (Aplaude y Jazmín se detiene.) ¿Escuchaste? (Le toma el rostro.) Fuego. (La besa, se apagan las luces de repente.)
Napoleón: Si no reparamos ese controlador de luces, se nos quema el teatro, Jazmín (ríe.)
Jazmín: Eso no va a pasar, ya lo he revisado mil veces y se siguen apagando las luces al mismo tiempo, no sé qué conexión rara les hizo el último técnico.
Napoleón: ¿Y vos sos mejor técnica que cualquier técnico profesional?
Jazmín: Lo arreglaré.
Napoleón: (Aplaude y se encienden las luces, Jazmín ha comenzado la misma secuencia.) Lo perfecto en el arte, lo sublime en el arte, viene de la desaparición del tiempo, de los recovecos profundos del alma, del sufrimiento. (Mira a Jazmín.) Y de los sacrificios. (Toma las flores y las destroza.) ¿Qué sería del arte sin los sacrificios? (Se vuelve a apagar la luz.)
Jazmín: Ahora sí, lo arreglaré. (Sale de escena con una linterna.)
Napoleón: (Enciende la vela de un candelabro, que lo ilumina tenuemente.) ¿Quién diría que a unos días del estreno estaría encendiendo el candelabro de El Fausto, con Rosa actuando en la obra? Fue casi un milagro que Rosa aceptara, por un momento lo dudé, el pasado la atormentaba mucho y yo no le parecía el mejor recuerdo. (Enciende un cigarrillo.) En esos días las cosas se descontrolaron, y yo no pude hacer nada para que el jardín se mantuviera unido, las uniones hicieron que todo se rompiera, y el maldito
abrigo. (Ríe.) ¿Cómo se me ocurrió que viniera? Y ella es el comodín, hará que la obra culmine con gracia, ahora las piezas están en su lugar. (Coloca varias llaves en la mesa.) Ya no hay nada que pueda romper el engranaje, y yo estoy más contento que nunca, ellas brillarán y yo estaré ahí, rompiendo cualquier estigma, volviendo sublime lo que se ve malvado. En unos días marchará todo a favor del viento, y yo volaré en los hitos de la historia. Volaré, y ellas indómitas vomitarán fuego. Ya no volverán a ser las mismas, no, nunca más serán las mismas después de esto.
Napoleón toma una pluma y escribe una carta. Se escucha un murmullo, seguido de risas tímidas y el sonido del reloj de madera. Dobla la carta y la guarda en su bolsillo delantero. Sopla las velas del candelabro y sale de escena.
Segunda parte
A tres días del estreno
Camerinos
Napoleón está revisando el inventario de la utilería. Jazmín entra en el camerino.
Jazmín: (Cansada.) Tardé en hacer que funcionara de nuevo, pero está listo. No dará más problemas.
Napoleón: Llegas tarde al ensayo, Jazmín, es el segundo día consecutivo, esto es inaceptable… ¿Debo pensar que estás perdiendo el interés?
Jazmín: ¡Nunca! Sé que es inaceptable y no dejaré que vuelva a pasar.
Se escuchan risas en la segunda planta.
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Napoleón: Eso espero, Jazmín.
Entra Rosa, desmejorada. Napoleón la abraza y acaricia su cabello. Jazmín para, les observa, recoge sus cosas y sale corriendo del camerino.
Napoleón: Rosa, ¿Qué crees de los impulsos de Jazmín? ¿Te parecen dignos de una actriz? (Le sirve una copa de vino.)
Rosa: (Rechaza la copa.) ¿A qué te referís con impulsos? ¿Qué tiene que ver con dignidad?
Napoleón: Ah, Rosa, siempre tan audaz. (Toma vino y vuelve a ofrecerle.) ¿Te molesta algo? ¿O solo yo siento que ustedes dos se siguen queriendo?
Rosa: No, no. (Revisa las máscaras del estante, no encuentra su máscara, se toca la cara, luce mareada.).
Napoleón: (Le vuelve a ofrecer vino, ella lo toma.) La extrañas, ¿no? ¿Cuánto tiempo tenías de no verla? ¿De no sentir su cuerpo? (Se acerca a Rosa.) ¿Tuviste otra relación?
Rosa: (Acerca su rostro al de Napoleón.) No tuve otra opción, todas creyeron que yo me lo llevé.
Napoleón: ¿Vivís tanto del pasado? (Se aleja.) Creí que vivías día a día.
Rosa: Lo hago. (Bebe, y busca otra vez la máscara.)
Napoleón: Jazmín se la llevó, la máscara…
Rosa: También busco el reloj, hace días no lo veo.
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Napoleón: Puede ser que lo haya puesto en otro lugar. Ya sabés que Jazmín es muy despistada, no es como vos. Sabés que siempre me gustaron las actrices disciplinadas, dejarse llevar por arrebatos no es profesional. (Rosa se sienta en una silla frente al espejo, cada vez se ve más cansada. Napoleón le pone un collar en el cuello.) Actrices con tu disciplina y talento no se encuentran, a vos te conviene trabajar acá. (Empieza a acariciar su cuello.) ¿Te imaginas ser la primera actriz de un grupo tan consagrado? (Comienza a darle un masaje.) ¿Querés seguir siendo maestra o querés una experiencia de verdad?
(Se escuchan gemidos cada vez más fuertes en la segunda planta.)
Rosa: Siempre ha sido mi sueño.
(Jazmín llega y se esconde atrás de la puerta para no ser vista; permanece oculta toda la escena.)
Napoleón:(Besa en el cuello a Rosa.) Sí, Rosa, tu oportunidad es acá, junto a mí. (Al oído de Rosa.) Tené cuidado, Rosita, acá hay gente que no les gusta ver triunfar a los demás. Vos sabes que siempre estoy de tu lado, como con el abrigo, fui el único que te defendió, Rosa. (Toca los senos de Rosa.) Tardé años en que todas creyeran que no eras la culpable. Lo real es que nadie sabe qué pasó, pero yo siempre supe que no tenías culpa alguna. (Los gemidos invaden todo el camerino). Cuántos años pasaron sin poder escucharte, Rosa, tu voz en el escenario conmueve a quien te escuche, y gracias a tantas peleas te fuiste lejos, por tanto tiempo.
Rosa: Jazmín me dijo que creía en vos, pero no me habló por tantos años. ¿Por qué no me habló?
Napoleón: Ella habla por sí misma, Rosa, su razón tendría. ¿Pero por qué hablamos de ella?
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90 Rosa: ¿Y Margarita?
Napoleón: Hay tantas teorías como hechos. Las dos han sido buenas flores en este jardín, pero nunca florecieron por su cuenta. Ella no pudo asumir el papel, y se tiró por las gradas, o se cayó… O la tiraron. No quiero pensar en eso… (Deja de tocar a Rosa, bebe vino.)
Rosa: ¿Creés que alguien la tiró? ¿Por qué no llamaron a la policía?
(Los gemidos terminan abruptamente.)
Napoleón: ¿Y evidenciar a Jazmín?
Rosa: Ella no puede estar involucrada en esto…
Napoleón: Este será su último gran trabajo, ya no volverá al escenario, no como hasta ahora por lo menos… ¿Vos te vas a quedar, Rosa? Te necesitamos, no querés ver este teatro vacío…
Rosa: No lo sé… Tengo que pensarlo…
Napoleón: (Se aleja de Rosa y se dirige a la puerta.) Pensalo, siempre fuiste la chica inteligente del grupo. (Sale.)
Rosa llora. Se levanta, se coloca una máscara sonriente, se ve en el espejo; ahora busca el abrigo y saca la rosa, toma su bolso y saca rosas secas. Empieza a sacarles los pétalos uno a uno, luego las arranca y destruye las rosas, las espinas hieren su mano. Se escucha un grito del piso de arriba.
Rosa: ¿Qué dijiste? (Escucha.) No puedo hacer eso… No podría… (Se escucha una risa, bebe vino.) Y ahora soy yo un chiste. Sí, vine por ella, y nadie me detendrá ahora que ya sé la verdad… Yo no vine a actuar, no vine a revolcarme con Napoleón, vine a verla a Jazmín, vine a sacarla de este
infierno y no me van a engañar más tiempo, Napoleón es «todo» acá. (Sonido de sorpresa, escucha.) Sí, él ya no puede fingir que Amapola y Margarita se cayeron de las gradas por «accidente» (ríe.)… su «pequeño jardín» nos llama (estrella el florero contra la pared, sonido de risas, toma vino.) Debo ser fuerte, este lugar es más potente que yo, y ya no soporto nada, estás malditas paredes, la sonrisa falsa y esos ojos tan mentirosos. Tengo que hacerla entender de alguna manera que este lugar te absorbe, si no lo hago, me va a absorber a mí. (Bebe de la botella, se ve en el espejo y se tambalea.) Tengo que sacar a Jazmín de acá… tengo que… Liberarla... (Se recuesta en el banquito, y se va quedando dormida.)
Jazmín sale de su escondite, se sienta al lado de Rosa y acaricia su cabello.
Jazmín: Nos iremos juntas, Rosa, pero no sin hacer que pague por todo….
Toma las llaves que está en la mesa y las guarda en su bolsillo.
Fin del segundo acto
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ACTO 3
“El infierno”
Un día antes del estreno
Sótano del teatro.
Hay utilería y escenografía de obras pasadas, se encuentra justo debajo del escenario, el baúl rojo está a un costado. Se escuchan campanadas. Jazmín da vueltas por el sótano, buscando el sonido; se detiene frente al baúl y empieza a forzar el candado con un clip. Se detiene, escucha, saca la llave de su bolsillo y abre el baúl. Extrae de él un abrigo grande con manchas negras.
Jazmín: Que idiota soy. ¿Cómo no me di cuenta? ¿Y él me quiere exponer a mí? ¿Qué tengo que ver en todo esto? ¿Cuánto pasó desde el Fausto? (Silencio, cuenta, vuelve a contar.) La cabeza me da vueltas, las palabras y los años se me olvidan, ya no recuerdo cómo me sentía. (Sigue buscando adentro del baúl, saca el reloj de madera que hace sonar las campanadas, lo apaga.) Siempre lo tuvo acá, en nuestras caras… (Cierra el baúl, se sienta a su lado, llora.)
Rosa entra con el vestuario de la obra, con máscara.
Rosa: Jaz, te estamos esperando arriba. ¿Qué tanto tenés que esperar para salir? ¿Te pasa algo?
Jazmín: ¿Sabés qué es lo más cercano a la pureza?
Rosa: No tenemos tiempo para esto.
Jazmín: El fuego.
Rosa: ¿Qué te pasa? Decí tus textos en el escenario. ¡Vamos!
Jazmín, están todos los de producción arriba esperándote.
Jazmín: ¿A qué se debe ese fuego en su mirada?
Voz en off: ¡Jazmín, Rosa, Jazmín, Rosa! (Risas.)
Rosa: (Acercándose a Jazmín, que se encoge sobre el baúl.) Es un estreno más, Jaz, no va a salir tan mal.
Jazmín: Es «su» estreno. No tuyo ni mío.
Rosa: ¿Qué pasó?
Jazmín: Anoche, ¿qué hiciste con Napoleón?
Rosa: Jaz, yo, nada.
Jazmín: Los escuché, Rosa.
Rosa: Yo… (Llora.) No lo pude parar, nunca lo pude parar... Este lugar está maldito, Jaz, ya no quiero seguir acá.
Jazmín: Tenías la razón.
Rosa: ¿De qué?
Jazmín: Has tenido la razón desde que llegaste, y yo no lo supe ver. (Le muestra el abrigo de manchas.) ¿Cómo no pude ver la maldad en sus ojos?
Rosa: No esperaba verlo, ni ahora, ni nunca…
Jazmín: Creo que siempre lo supe, lo del abrigo, las cartas de Amapola, tu silencio por años, el accidente de Margarita, y cosas que no entiendo, hay muchas cosas en ese baúl. ¿Qué hago, Rosa? No sé qué hacer…
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Jazmín: ¿Y el estreno?
Rosa: Eso es lo de menos.
Voz en off: ¡Jazmín, Rosa, Jazmín, Rosa! (Risas.)
Jazmín: (Temblando.) ¿Cómo me voy a ir? No voy a poder trabajar afuera, aquí es donde sucede el arte, donde de verdad creemos en lo que hacemos… Voy a terminar siendo una fracasada, como vos, Rosa (Llora.) Nadie nos va a querer afuera, nadie, yo no soy nadie sin él, me enseñó todo lo que sé… No sé trabajar con nadie más y ya no queda nadie… Me quedaré sola…
Rosa: Estamos juntas Jazmín, mirame, vamos a salir de esto, esta es la última noche que pasamos acá, no vamos a volver y se lo vamos a decir todo de una maldita vez. ¿Me escuchás?
Jazmín: No sé si es suficiente.
Rosa: Por ahora es lo que podemos hacer. Nos esperan, Jaz, vamos arriba, y terminemos el ensayo general. (Camina con Jazmín hasta la puerta.) Se lo diremos, después del ensayo, en nuestro tradicional brindis antes del estreno. Ahí se lo diremos, y no regresaremos más. Yo me encargo de todo, Jaz… Todo va a estar bien.
Jazmín: No sé si es suficiente.
Rosa: (Revisa el baúl y saca su reloj de madera, mueve las manecillas.) Cuando vuelva a sonar, le diremos todo. (Lo vuelve a meter en el baúl.) Vamos. (Le toma la mano y la besa, salen.)
Arriba se escuchan voces y aplausos.
Voz en off de Jazmín: Y de los recovecos del alma ya no queda más, no surge nada nuevo, porque acá todo se repite, no cambia el dolor o el sufrimiento, noche, día, día noche. Y los terrenos del infierno fríos y calientes son, se queman las fauces burlonas, todo lo que escuchas, dagas son, ya no queda salvación, solo las cenizas. Escucha mi voz una vez más, como liras en el desierto, como cerdos vestidos de santos escuchaste, te ruego, únete a mí, y devoremos nuestros cuerpos, hasta quedar reducidos a nada. (Aplausos.)
Rosa entra en el sótano mientras Jazmín dice el monólogo. Se la nota cansada. Coloca el baúl en el centro del sótano, coloca tres copas y sale de escena. Las voces, risas y los aplausos se escuchan más fuertes.
Jazmín: (Entrando, coloca una botella de vino sobre el baúl.) Con el paraíso en nuestras manos, la virtud se extiende, y con las manos desnudas atravieso el camino a la libertad.
Jazmín sirve una copa de vino, la toma de un trago, saca una nueva botella, sirve una copa y vuelve a guardar la botella. Entra Rosa, apresurada.
Rosa: ¡Pronto! Napoleón está por bajar.
Jazmín sirve las otras dos copas con la botella que está sobre la mesa y las deja a la derecha e izquierda de la superficie del baúl. Cuanto entra Napoleón, ambas lucen felices y animadas.
Napoleón: ¡Aún falta mucho, pero estamos tan cerca de este estreno!
Rosa: Salió como lo planeaste.
Napoleón: ¡Que final, Rosa! Todos tus textos estaban en sintonía con el inframundo. ¡Perfectos!
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96 Jazmín: No recordaba tanta sinceridad en la escena, Rosa, gracias por estar acá y ayudarnos a sacar adelante esta obra.
Napoleón: ¡Ya tienen todo listo por acá!
Jazmín: Estás llegando tarde. (Toma la copa y bebe.)
Rosa: Napoleón, hay algo de lo que nos gustaría hablar. (Jazmín le acerca la copa de la izquierda.)
Napoleón: (Toma la copa que quedó sobre el baúl.) ¿Qué mejor momento que este para hablar? Cuando los ánimos están elevados y nuestros cuerpos encendidos por ese ensayo general. ¿Qué me dirán, Rosa? ¿Será antes o después del brindis?
Jazmín: No importa el momento, dado que el resultado será el mismo. (Bebe.)
Napoleón: Jazmín, estás diferente hoy.
Jazmín: ¡Brindemos, pues! (Se acerca a Napoleón tambaleándose y lo besa en la boca.)
Rosa: Jaz. ¿Estás bien? (La sostiene.)
Jazmín: ¿Te das cuenta, Napoleón, que esta será tu noche? (Ríe y lo vuelve a besar.) Brindemos por esta gran noche, brindemos por el teatro, brindemos por esa maravillosa obra que hicimos, por vos Napoleón, por haber estado tan constante tantos años, levantando este grupo. ¡Salud! (Bebe.)
Rosa: Salud (bebe.)
Napoleón: ¡Salud! Por ustedes, mi jardín. (Bebe.)
Jazmín: Sabes… Realmente no pienso nada de lo que te dije.
Se escuchan carcajadas, y empiezan a sonar las campanadas del reloj de madera.
Rosa: Napoleón…
Jazmín: No, Rosa, lo haré yo.
Napoleón: (Ríe.) ¿Ahora se les ocurre pelear?
Jazmín: Siempre peleamos, Napoleón. Pero ahora más después de esto. (Bebe.)
Rosa: Napoleón, Lo sabemos todo… Lo del abrigo, lo de las cartas de Amapola…
Napoleón: ¿Qué saben de eso?
Rosa: ¡Que fuiste partícipe de eso, escondiste las cosas! ¿Acaso vas a negarlo?
Napoleón: ¿Solo eso?
Jazmín: Que yo pude haber sido culpable de la caída de Margarita, ¿o cómo era?
Napoleón: ¿De dónde se sacaron todo esto? ¿Tienen pruebas?
Rosa: Tenemos las pruebas. (Camina hacia el baúl y Jazmín no la deja pasar.) Vamos, Jaz, movete.
Se escuchan carcajadas. Napoleón respira rápido y se sienta en una silla.
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98 Jazmín: (Abre lentamente el baúl, y saca su contenido.) Mirá, el abrigo de Rosa, del Fausto… Mirá, Napoleón, las cartas de Bali, de cuando me aceptaron en la beca, las cartas que nunca me llegaron.
Rosa: Mi reloj, Napoleón ¿Qué hace ahí?
Napoleón: (Carcajadas.) Mi querido jardín tiene malezas. ¡Por fin se volvió salvaje! (Se levanta de repente, respirando entrecortado.) Ya han crecido y pueden llenar este espacio por sí mismas, ya conquistarán otros lugares, y la obra se termina y se culmina acá, el jardín está completo. (Tose desenfrenadamente, toma el reloj y lo lanza contra el suelo.) ¡El tiempo se ha terminado! (Se tambalea.)
Rosa: ¿Estás bien, Napoleón? ¿A qué te referís con que la obra culmina acá?
Napoleón: (Ríe.) ¡¿Idea de quién fue?! ¿Quién me da este final tan digno? «Escucha mi voz una vez más, como liras en el desierto, como cerdos vestidos de santos escuchaste, te lo ruego, únete a mí, y devoremos nuestros cuerpos, hasta quedar reducidos a nada». (Se cae y tose fuerte, tiene espuma en la boca.)
Rosa: ¿Qué le está pasando? ¡Jazmín, hay que hacer algo! (Rosa lo levanta de un costado, intenta auxiliarlo.) ¡Llamá a una ambulancia!
Jazmín se ha quedado sentada en el baúl viendo toda la escena. Napoleón convulsiona y muere. Se escucha un suspiro del piso de arriba.
Rosa: ¡No, no! Esto no puede ser cierto. Jazmín, ayudame, debemos llevarlo a un hospital.
Jazmín: Te dije, Rosa, que no era suficiente, él merecía esto… Ni más ni menos.
Rosa: ¡Mierda! (Llora.) Está muerto…
Jazmín: Se lo merecía. Él nos separó, ya no nos volverá a apartar nunca más.
Rosa: ¿Qué vamos a hacer ahora?
Jazmín: Esconder el cuerpo.
Se escuchan aplausos, risas, silbidos.
Rosa: Esto está muy mal.
Se escuchan abucheos.
Jazmín: Lo que estaba mal era lo que nos hacía.
Rosa: En unas horas es el estreno, Jazmín, vienen medios, viene público selecto…
Jazmín: No vamos a dar el estreno… Nos vamos a ir.
Rosa: ¿Y él?
Jazmín: No lo sé, Rosa, no lo había pensado bien… ¿Qué debemos pensar cuando el mal se acaba de terminar?
Rosa: ¡Lo mataste y no lo tenías planeado! ¿En qué cabeza cabe esto? No, no. (Se acerca y se aleja de Napoleón.) ¿Qué vamos a hacer? (Llora.)
Jazmín: ¿No era esto lo que querías? ¿No se cumple tu venganza acá, Rosa?
Rosa: Lo quería dejar sin estreno, Jazmín, no dejarlo sin vida… Se van a dar cuenta, todos sabían que se quedaba con nosotras esta noche.
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100 Jazmín: No realmente, les dije a los demás que me quedaría con vos esta noche…
Rosa: No estamos hablando de esto. (Se tapa los oídos.)
Jazmín: Por favor, Rosa, asumilo de una vez. En vez de llorar, tenemos que pensar qué hacer con este maldito.
Rosa: Me voy, yo no quiero ser parte de esto. (Se levanta y corre hacia la salida; Jazmín la intercepta.)
Jazmín: Las dos somos parte de lo que pasó. Estamos juntas en esto. ¿En serio me querés mandar a la cárcel por esta escoria? Sigamos con nuestras vidas y destrocemos su legado, que nadie se acuerde de él, Rosa. Nos encerró por años en este maldito lugar, jugando a su juego de mierda, no éramos más que parte de sus obras, juguetes que podía desechar cuando le pintaba. ¿Me ves, Rosa? ¡Soy libre como nunca lo fui! Y ya no hay nada que me haga arrepentirme de lo que hago. Vámonos, lejos, y no volvamos a este mísero lugar, donde solo odio queda. ¡Liberémonos juntas! Podemos hacerlo ver como un suicidio y nos libramos de todo. ¡Vamos Rosa, alegrate, que ese malnacido ya no se va a vanagloriar con nuestro trabajo nunca más! (Intenta besarla.)
Rosa: ¿Y damos la función?
Jazmín: No, Rosa, nos vamos.
Rosa: No, demos la obra.
Jazmín: ¿Por qué te obsesiona tanto eso?
Rosa: Lo mataste, Jazmín… Esto ya no es un juego… ¿Te parece que nos vamos a librar tan fácil de esto? Mierda (mira a Napoleón.), hiciste exactamente lo que él quería, «un final digno», eso fue para él, hiciste lo que él quería,
hicimos lo que quería. Todo el tiempo… No tenemos forma de decidir, todo esto es lo que él quería, y ahora ya no sé qué hacer. (Llora.)
Jazmín: Simplemente nos vamos, y si nos vamos lejos a nadie le va a importar. ¿Te parece que alguien va a extrañar a este payaso? (Recuesta con dificultad el cuerpo de Napoleón en el baúl.) ¡Miralo, Rosa! Ya no nos hará más daño. (Saca el abrigo del baúl, se lo coloca a Napoleón, revisa sus bolsillos y extrae un papel; lo lee en silencio, ríe.)
Rosa: (Llorando). Hicimos lo que quería, hicimos lo que quería. ¡Somos sus fichas de juego, somos su maldita obra, es lo que quería, es lo que quería!
Jazmín: (Leyendo el papel.) «Queridas flores mías, salvajes e indómitas, hoy se liberaron de sus cadenas, y con ellas llegaron a la más sublime belleza existente, lograron derribar sus barreras, y se mostraron fieras, completaron el ciclo, la obra está completa, es mi obra maestra la que les heredo, por fin lograron hacer arte de verdad, que trasciende el tiempo y la moral, la belleza en su máximo esplendor. Las amo, mis flores queridas, ahora más que nunca.». (Ríe.)
Rosa: Te lo dije, era un enfermo.
Se escuchan carcajadas.
Jazmín: Ya lo sabíamos.
Rosa: ¿Vamos a hacer la obra?
Jazmín: ¿Por qué deberíamos hacerlo? No busques ahí, las respuestas se encuentran en mi mano. (Ríe.)
Rosa: ¿Por qué podemos decidir por nosotras mismas? Por eso…
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102 Jazmín: ¿Y él qué? ¿Hacemos la obra con su cuerpo en la platea? (Juega con el cuerpo de Napoleón.)
Rosa: Él se suicidó, Jazmín, en su delirio de grandeza, llevaba meses deprimido.
Jazmín: Él no estaba deprimido.
Rosa: Sí, eso solo lo sabías vos, eras su confidente más cercana… Jazmín, no podemos perder esta oportunidad, Vos misma lo dijiste, el doble de giras, el doble de reconocimiento…
Jazmín: No estás entendiendo nada, Rosa, él no se merece ningún reconocimiento, sabía que no lo ibas a entender, siempre fuiste muy tibia para las grandes decisiones. Esto es una farsa, Rosa, nada es real, las voces, las risas, los aplausos, el maldito reconocimiento. Ya te he explicado de muchas maneras él porqué de su muerte. (Suspira.) Siempre supe que no lo ibas a entender… Este lugar debe purificarse, y solo el fuego purifica las cosas, Rosa, debemos hacerlo realidad. Solo así nos vamos a purificar. Pu-rifi-car. (Baila lentamente, se ve humo entrando por la puerta.)
Rosa: ¿Qué es esto? (Sale del sótano y entra corriendo.) ¡Fuego! ¡Nos va a consumir!
Jazmín: (Saca el contenido del baúl, se lo pone como adorno a Napoleón y ríe.) Tu solución no es suficiente, la solución es purificar este lugar.
Rosa: ¿Qué hiciste, Jazmín?
Jazmín: (Bailando y riendo desenfrenada.) ¡Solo el fuego purifica la verdad, y de las cenizas renaceremos!
Rosa: (Toma las copas en las que bebieron y las guarda en la cartera.) Tenemos que irnos de acá…
El sótano está completamente lleno de humo, se escuchan carcajadas y aplausos.
Jazmín: (Bailando.) ¿Sabés, Rosa? Tenés razón, hagamos la obra, la función debe continuar.
Rosa: ¡Vámonos, Jazmín!
Jazmín: ¡Vámonos al inframundo juntas!
Rosa: Si no salimos no vamos a poder estar juntas.
Jazmín: ¿Por qué no podemos amarnos ahora que somos libres?
Rosa: ¡Ya no sé qué es ser libre!
Jazmín: Bailando somos libres, Rosa. (Tose.)
Rosa: Vámonos.
Jazmín: A donde me lleve mi eterno letargo. ¡Culpas no tengo!
Rosa: Donde podamos estar juntas, Jazmín. (Toma su mano.) ¡Vamos!
Jazmín: ¡Tus manos son dagas!
Rosa: Y sobre dos corazones estamos.
Humo, en toda la habitación, ya no se ve nada.
Off: Vamos.
Ovación.
FIN
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