El Estado Soberano del Tolima (1861-1886) Hernando Bonilla Mesa
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Bandera del Estado Soberano del Tolima
El Estado Soberano del Tolima (1861-1886) Hernando Bonilla Mesa 1
En 1853, después de su posesión como primer mandatario de la nación, José María Obando sancionaba una nueva Carta Fundamental, prácticamente impuesta por una adversa coalición liberal-gólgota y conservadora. Dicho documento político era de carácter centro-federal, aunque parezca paradójico. Milton Puentes comenta al respecto: “Hay en ese Código un poder fuerte de autoridad central y al mismo tiempo una ilimitada libertad de legislación para las Provincias… En el Estatuto del 53 está patente el reflejo político de los hombres que la expidieron: el centralismo de los draconianos y el federalismo exagerado de los gólgotas”. El jurista e historiador ibaguereño, Augusto Trujillo Muñoz observa sobre este tema: “Sin adoptar el federalismo, la Constitución 1
Hernando Bonilla Mesa es bachiller del Colegio San Simón de Ibagué, ingeniero civil de la Universidad Santo Tomás de Aquino y especialista en Diseño de estructuras y estudios de suelos. Fue funcionario de la Alcaldía Municipal y de la Rama Judicial del Tolima. Es miembro de la Academia de Historia del Tolima y conferencista de temas culturales, especialmente históricos y musicales. Ha sido asesor literario del concurso Príncipes de la Canción, jurado en el concurso Creatividad, talento y juventud y jurado en el concurso de violonchelistas Pedro Caldas Cano. Es autor del libro El querido hermano Wolfgang Amadeus Mozart y columnista del diario El Nuevo Día. Publicado originalmente en El Nuevo Día el 12 de abril de 2011.
avanzó notablemente en términos de descentralización política, estableciendo un régimen municipal que, según el Artículo 48, otorgaba a cada provincia ‘el poder constitucional bastante para disponer lo que juzgue conveniente a su organización, régimen y administración interior’”. Pero, con el paso del tiempo fueron imponiéndose los criterios federalistas mediante sucesivos actos legislativos. En 1855, por ejemplo, se creó el Estado Soberano de Panamá. Posteriormente se hizo lo mismo con Antioquia y Santander, y el 15 de junio de 1857 se conformaron los Estados Soberanos de Cauca, Boyacá, Cundinamarca, Magdalena y Bolívar. “Sólo una muy débil vinculación subsistía entre ellos y el gobierno de la Nueva Granada, opina Jaime Duarte French, en asuntos relativos al ejército, materia, relaciones exteriores, crédito nacional, rentas y gastos nacionales, tierras baldías, uso del pabellón y armas nacionales, pesas y medidas. Para todo lo demás de legislación y administración de esos Estados resultaban absolutamente soberanos e independientes”. Las anteriores circunstancias hicieron imperativa la expedición de una nueva Carta Fundamental que protocolizara el espíritu esencialmente federalista de los actos legislativos ya mentados. Tal es el origen de la Constitución de 1858 que creó la Confederación Granadina. Pero, ¿por qué traigo a colación en este escrito un recuento constitucional? Por una sencilla razón: en ese Acto Legislativo del 15 junio de 1857 que le dio vida al Estado Soberano de Cundinamarca, elevado a canon constitucional en 1858, las Provincias de Mariquita y de Neiva, las que constituirían poco después el Estado Soberano del Tolima, fueron anexadas a Cundinamarca, y borraron arbitrariamente del mapa unos entes territoriales que existían desde la Colonia y que fueron respetados por su importancia política-económica-estratégica en las Constituciones de 1832, 1843 y parcialmente por la de 1853, como ya lo vimos. En 1860, los Estados Soberanos de Bolívar, Magdalena, Santander y Cauca consideraron que el presidente Mariano Ospina Rodríguez, al intervenir en asuntos internos de dichos Estados, había violado la Constitución, lo cual creó un clima bélico que se concretó en la declaración de independencia del Cauca (presidido entonces por el general Tomás Cipriano de Mosquera) del Gobierno Central, con la inherente declaración de guerra. En 1861 Mosquera inicia triunfalmente la etapa final de la guerra en La Plata, pasando luego por Neiva, Natagaima, Saldaña, Guamo, Espinal, Piedras, Ambalema y Honda, y en ellas su causa es acogida calurosa y entusiásticamente. En esta última
población cruza el Magdalena y se dirige a Guaduas (pertenecía a la extinta Provincia de Mariquita, como La Palma y otras poblaciones de la banda oriental del anotado río), y en sus inmediaciones, en el Alto del Raizal expide su famoso Decreto del 12 de abril de 1861. No esta de más subrayar el hecho de que Mosquera en los inicios de este episodio guerrero hubiera anexado Mariquita y Neiva al Cauca. Muchos de sus asesores le aconsejaron prescindir de esta incorporación y el viejo caudillo, en un acto de ilímite generosidad al escuchar también el clamor regional para recuperar su presencia en el nuevo ordenamiento territorial, pero también en una reflexión presidida por realismo político-económico, decide crear el Estado Soberano del Tolima. En este sentido el encabezamiento del Decreto del 12 de abril de 1861 no puede ser más elocuente: “Tomás Cipriano de Mosquera, Presidente de los Estados Unidos de la Nueva Granada, vistas las manifestaciones de los pueblos de las antiguas Provincias de Mariquita y de Neiva, declarando que quieren gobernarse como Estado Soberano…”
Tomás Cipriano de Mosquera, primer Presidente del Estado Soberano del Tolima Sobre este tema, Delimiro Moreno, el connotado historiador antioqueño, anota en su enriquecedora Ponencia sobre la trascendencia de las Provincias que conformaron el Estado Soberano del Tolima: “Su importancia se medía, además, por el hecho estratégico de que su río y sus puertos eran la llave de la comunicación entre la Capital de la República y los Estados del norte, por un lado, y los del sur por el otro; sus
productos, el tabaco, el cacao, la quina y el añil eran la base de la economía exportadora colombiana, transportados por champanes y vapores por el río Magdalena que nace en su territorio, hasta el mar Caribe; sus poblaciones y puertos, Neiva, Honda, Girardot, Ibagué, Espinal, Natagaima, Ambalema, Saldaña, Chaparral, Guamo, Purificación, etc., (varias de las cuales fueron su capital, en un momento dado, aunque la mayor parte del tiempo de su existencia lo fue aquella, que se encontraba en su centro geográfico y tenía entonces una mayor estructura cívica, Neiva), disputaban entre sí la primacía en el Estado y eran activos centro artesanales y comerciales”. De acuerdo con el Artículo 2º del Decreto, Mosquera asumió la Presidencia provisional del nuevo ente político, y poco después encargó pro tempore a Ángel María Céspedes para reemplazarlo mientras la Asamblea Constituyente del flamante Estado nombraba al nuevo mandatario en propiedad y expedía su Carta Fundamental. Esta Asamblea Constituyente se reunió en 1862, pero postergó la elaboración del Estatuto Fundamental hasta que la Convención de Rionegro no promulgara el de la Unión (1863). No sobra consignar en este punto que Mosquera originalmente escogió a Ibagué como sede de esta Convención, según lo anota Hernando Márquez Arbeláez. Delimiro Moreno, muy juiciosamente divide los veinticinco años de vigencia del Estado Soberano del Tolima en tres períodos en los que gobernaron, en el primero, “los liberales “draconianos”, mosqueristas (1861-1867); después, los conservadores (18671876) y por último, los liberales radicales (1876-1885).
Clímaco Iriarte, Presidente del Estado Soberano del Tolima cuando su capital era Natagaima.
Durante este primer período se elaboran dos constituciones: la de 1863, en Neiva; y la de 1866, en Natagaima, entonces la capital del Estado. En este ciclo inicial cabe destacar la figura del doctor Clímaco Iriarte Castro, indiscutible ideólogo del Radicalismo y consumado estadista. Su paso por la Presidencia del Estado se caracterizó por su seriedad y responsabilidad en el manejo del erario público y de los proyectos educativos. Muchos años después se convertiría en uno de los más respetados y acatados dirigentes liberales en la Colombia finisecular. Pero las medidas de tipo fiscal adoptadas durante este primer período, discriminatorias socialmente, despertaron mucha resistencia dentro de los sectores populares. Por estas calendas, también fueron Presidentes del Estado Soberano del Tolima José Hilario López, José María Cuellar, Rafael Buenaventura, Francisco Eustaquio Álvarez, Inocencio Leyton, Eugenio Castilla y Nicolás Rocha Gutiérrez, Timoleón Mesa y otros más. Esta primera etapa culmina con la repercusión en la región de los hechos que produjeron el derrocamiento del Mosquera como Presidente de los Estados Unidos de Colombia, perpetrado arteramente por los radicales, encabezados por Santos Acosta. Este episodio ocasionó no sólo una pequeña “guerra civil” local, sino también la rotación política de la Presidencia del Estado Soberano del Tolima, ya que el conservatismo la exigió como requisito para legitimar el golpe de estado contra Mosquera. El segundo período, o conservador se inicia con la convocatoria de una nueva Asamblea Constituyente regional en Guamo, en 1867, donde se expide una nueva Carta Fundamental que contempla, entre muchas cosas, el respeto por las minorías. Alfonso Palacio Rudas, citado por Delimiro Moreno, la calificó como “un ejemplo de libertad”. Esta misma Asamblea eligió como Presidente a Domingo Caicedo Jurado, hijo de quien muchas veces presidió, provisionalmente, los destinos de la nación. Caicedo, tolerante y conciliador, adoptó muchas de las ideas y medidas creadas por Clímaco Iriarte, sobre todo en las relacionadas con la educación y los asuntos fiscales del Estado. En 1870, se expide una nueva Constitución, de naturaleza católica-conservadora que echa por la borda todos les aspectos laicos de las anteriores, especialmente en los temas atinentes a la educación pública y a la religión. Caicedo fue sucedido por su pariente cercano José Uldarico Leiva Caicedo, en cuyo mandato, según Hernán Clavijo Ocampo, hubo un repunte en los indicadores económicos de la región, que eran los de la nación: “La coincidencia, durante su mandato, de varios signos positivos de reactivación económica: alza de los precios del
tabaco en Europa; auge del mercado del añil, creciente interés por la minería, etc., y comercial, reinicio de la navegación a vapor en el Alto Magdalena, formación de la Asociación Mercantil del Tolima con $50.000.oo de capital inicial, etc…”. Durante este interregno conservador se perfiló como líder militar y político el caucano Joaquín María Córdoba (paradójicamente tío del legendario guerrillero liberal Avelino Rosas, “El León del Cauca”), importante protagonista de todas las guerras civiles de la época. El sector conservador aristocrático (Caicedo, Leiva y Posada) lo miró siempre con reservas, y siempre lo consideró un advenedizo. Lo anterior no fue óbice para que fuera elegido por un amplio margen Presidente del Estado. En las elecciones contó como compañero de fórmula, como vicepresidente, a Augusto B. Cuervo Urrisari, hermano de Rufino José, el insigne gramático, filólogo y humanista.
Ángel Basilio Cuervo U., último Presidente conservador del Estado Soberano del Tolima En agosto de 1875 fue elegido Presidente de la Unión el ciudadano Aquileo Parra mediante unas elecciones en las que su contendor fue Rafael Núñez, comicios que dejaron un amargo sabor de fraude y también el terreno abonado para una nueva confrontación fratricida. En efecto, a mediados de 1876 se sublevaron las Provincias de Antioquia y Cauca, declarándole la guerra al gobierno central. Joaquín María Córdoba renuncia a la Presidencia del Estado Soberano del Tolima, el que queda presidido por
Cuervo Urrisari. Córdoba es derrotado en Los Chancos (31 de agosto), y Antioquia, apoyada por el gobierno conservador local, invade al Tolima. La batalla definitiva de este conflicto se libra en el llano de Garrapata (20 de noviembre), donde también se había consolidado el triunfo liberal en el conflicto de 1851. El 11 de abril de 1877, Cuervo Urrisari, jefe del último reducto militar rebelde, capitula ante el general Didacio Delgado, llegando a su fin la hegemonía conservadora en el Estado Soberano del Tolima. Antes de esta rendición, el Presidente Parra había designado a Aníbal Galindo como su Presidente del Estado (encargado), y con él comienza la última fase de su existencia. La tercera y última etapa del Estado Soberano del Tolima se inicia prácticamente con la expedición de su última Constitución (1877, en Neiva), en la que se refrendaron y se incrementaron los criterios liberales y laicos en los asuntos relacionados con el fisco y la educación. También fueron ostensibles los síntomas de persecución religiosa y de intolerancia política, incluso dentro del mismo liberalismo. En el aspecto económico y financiero el auge del tabaco ya llegaba a su fin. Solamente en lo relacionado con la minería se mostraban cifras alentadoras. Este período también se vio ensombrecido por las amenazas de invasión provenientes de otros Estados, y efectivamente ocurrió una, afortunadamente frustrada (1879). En esta convulsionada etapa de la historia regional, cabe destacar la figura del “honrado, liberal y tolerante” general Frutos Santos, de humilde origen, Presidente de 1880 a 1882. De él, Aníbal Galindo, su Secretario de Hacienda dijo: “La administración del general Santos fue, por el dicho de todo el mundo, inclusive el partido conservador, la mejor administración liberal que haya tenido el Tolima…”. Para el período constitucional 1884-1886, se eligió al médico Gabriel González Gaitán, a quien Núñez ofreció posteriormente e infructuosamente la Secretaría de Gobierno (actual Ministerio de Gobierno) de la Unión. Núñez, en su primer mandato presidencial, apoyado por una incondicional coalición de liberales independientes y conservadores, consideró como tarea esencial acabar con el régimen federal, es decir, con la Constitución de Rionegro. Con tácticas provocadoras hostilizó a los radicales, especialmente en el Magdalena y en Santander, induciendo la Guerra de 1885. González Gaitán, desechando la prudencia que adoptó en los primeros episodios de esta guerra, se plegó a la camarilla guerrerista radical local, y se levantó en armas contra el gobierno central. El epílogo de estos episodios fue la batalla de Cogotes, librada en las cercanías de Neiva el 2 de marzo, donde fue derrotado por el general
Manuel Casabianca. Este hecho bélico debe considerarse, para todos los efectos, como la “partida de defunción” del Estado Soberano del Tolima. Poco después Núñez nombraría a Casabianca Gobernador Civil y Militar del Estado. Considero necesario consignar que Núñez ya había declarado inexistente el Estado Soberano del Tolima el 24 de enero. Durante el segundo ciclo liberal-radical también fueron Presidentes del Estado, Gabriel Reyes Patria, Ignacio Manrique, Trifón Azuero, Benito Salas y Marcelo Barrios.
Gabriel González Gaitán, último gobernador del Estado Soberano del Tolima. (Caricatura de la época)
En 1886, como lo sabemos, El Regenerador convocó una nueva Constituyente que se encargó de promulgar la nueva Carta Fundamental, de índole centralista, en la que dejaron de existir Los Estados Unidos de Colombia para dar lugar a La República de Colombia; y en la escala regional desapareció el Estado Soberano del Tolima, que fue reemplazado por el Departamento del Tolima, con la misma conformación territorial. No sobra agregar a lo dicho hasta ahora lo que Deliro Moreno opina sobre el aporte que el talento regional hizo a la grandeza de la nación durante ese cuarto de siglo: “Los hombres del Tolima eran respetados a nivel nacional y el Estado era un centro intelectual muy valioso en el que brillaban con luz propia el jefe radical y estadista más importante del país, don Manuel Murillo Toro; el primer orador, jurista y constitucionalista, José María Rojas Garrido; el más notable parlamentario y abogado
litigante de su tiempo, Francisco Eustaquio Álvarez; el creador de la estadística colombiana y su primer economista y sociólogo, Aníbal Galindo; una de las pocas mujeres dedicadas con éxito a la literatura en la Nación, Waldina Dávila de Ponce de León; uno de los más respetados educadores, estadista y líder radical, don Nicolás Esguerra, “la primera virtud de Colombia”; uno de los más respetados, combativo y combatido jerarca de la Iglesia Católica, monseñor Esteban Rojas Tobar, maestro de Ismael Perdomo Borrero”. Me atrevo a complementar esta honrosísima lista con los nombres de los hermanos Miguel y José María Samper Agudelo. Llega a su término este breve bosquejo histórico de lo que fue el Estado Soberano de Tolima, que promulgó cinco constituciones (1863, 1866, 1867, 1870 y 1877); que tuvo, por lo menos, 27 Presidentes (encargados, de facto y titulares); que la sede de su capital fue ubicua (Neiva, Guamo, Natagaima, Purificación e Ibagué); y que, para concluir, “nació y murió en acre olor de tempestad”: su partera fue la guerra de 1860-62 y su sepulturera la confrontación civil de 1885.
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Ibagué, marzo de 2011