Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales Programa de Arquitectura
IbaguĂŠ, un viaje al pasado Hernando Bonilla Mesa
IbaguĂŠ, octubre de 2010
Notas Universitarias Ibagué, un viaje al pasado
ISSN 2216-0302
Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales Programa de Arquitectura Universidad de Ibagué Ibagué, Colombia. Octubre de 2010
Presidente del Consejo Superior Eduardo Aldana Valdés Rector Alfonso Reyes Alvarado Vicerrectora Nidia Chaparro Cuervo
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Ibagué, un viaje al pasado Hernando Bonilla Mesa *
Mi intención, en esta tarde, es hacer un recorrido breve sobre algunos aspectos de la historia de la capital tolimense. Esta presentación, que se apoya en fotografías de Ibagué en sus cuatro primeras décadas del siglo XX, busca señalar un poco la forma como ocurrió el lento desarrollo de Ibagué, a través de una descripción de sus lugares más representativos. Lo hacemos con la nostalgia que produce el pasado que no podemos disfrutar porque nuestro patrimonio histórico lentamente desapareció en beneficio del mal llamado concepto de progreso de nuestros gobernantes. Ibagué contaba con muchas edificaciones importantes que hoy ya no existen. Si yo no fuera ibaguereño y llegara como observador de aspectos históricos y urbanísticos, pensaría que a Ibagué la erigieron al finalizar el siglo diecinueve, alrededor de 1895, cuando también fundaron Armenia. Obviamente, un ibaguereño refutaría mi respuesta y me diría que esta se llevó a cabo el 14 de octubre de 1550. Sin embargo, no tenemos testigos que confirmen que vivimos el período de la Conquista y la Colonia. En la época de la Conquista, Colombia pertenecía al virreinato del Perú pero, en abril de 1550, se estableció la Real Audiencia en Santa Fe de Bogotá, hecho de gran importancia para la conformación del Virreinato de la Nueva Granada —hoy República de Colombia. Uno de sus oidores fue el señor Juan López de Galarza quien, con su hermano *
Hernando Bonilla Mesa es bachiller del Colegio San Simón de Ibagué, ingeniero civil de la Universidad Santo Tomás de Aquino y especialista en Diseño de estructuras y estudios de suelos. Fue funcionario de la Alcaldía Municipal y de la Rama Judicial del Tolima. Es miembro de la Academia de Historia del Tolima y conferencista de temas culturales, especialmente históricos y musicales. Ha sido asesor literario del concurso Príncipes de la Canción, jurado en el concurso Creatividad, talento y juventud y jurado en el concurso de violonchelistas Pedro Caldas Cano. Es autor del libro El querido hermano Wolfgang Amadeus Mozart y columnista del diario El Nuevo Día. El profesor Bonilla habló con los estudiantes en el marco de la XXVII Jornada Universitaria: Cultura Universitaria, un compromiso académico, el 26 de octubre de 2009 en la Universidad de Ibagué.
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Andrés, consideraron necesario fundar una ciudad que ampliara la frontera de la Provincia que, hasta el momento, estaba en Tocaima, al lado del Río Magdalena. Se creía que en esta región abundaban minas de plata y oro, que aún se encuentran, como lo refrendan La Colosa y el Cañón del Combeima, ricos en minerales; los españoles habían también redescubierto el Camino del Quindío, que había sido el medio de transporte de los Quimbaya para sus intercambios comerciales. Además, se necesitaba una vía más corta que comunicara Santa Fe de Bogotá con Popayán y, eventualmente, con Quito y Lima. De otro lado, la región estaba poblada por tribus hostiles, que fueron sometidas para asegurar el comercio entre los dos sectores del país. Por las razones anteriores se fundó a Ibagué.
Conformación de la ciudad Ibagué se fundó en el lugar que hoy ocupa Cajamarca, el 14 de octubre de 1550. Unos afirman que el sitio exacto es la actual Plaza de Cajamarca: otros, que se hizo en Anaime pero, por razones de seguridad, al año siguiente, en los primeros días de febrero, la trasladaron al lugar que ocupa actualmente, en la Plazuela del
IBAL,
para unos, en la Plaza
de Bolívar para otros y hay quienes señalan que el sitio de fundación de Ibagué fue el Llano de los Álvarez, hoy sede del Batallón Rooke. La nueva Villa fue adscrita a la Provincia de Mariquita, la ciudad más importante de la Colonia por sus minas de oro y plata; posteriormente Honda, por su trascendencia comercial, desplazó a Mariquita en importancia y llegó a ser la nueva capital de la mencionada Provincia. Los españoles siguieron el criterio urbanístico que conocían. Construyeron una gran plaza rectangular, alrededor de la cual se formaban otras manzanas. En la principal debía situarse el poder civil, que en esa época se llamaba Cabildo o Ayuntamiento y que ahora corresponde a la Alcaldía; en el marco de la Plaza también se construyeron la Iglesia y la plaza de mercado; se aglutinó el comercio y las familias principales edificaron allí sus viviendas. Así comenzó a conformarse Ibagué con una limitante topográfica trazada en forma de ángulo, cuyo vértice es la Plazuela de la Pola, se extiende hacia el Oriente y se abre el ángulo, hasta encontrar el Cañón del Combeima, por un lado; por el otro, hacia el Norte, el Cañón de la Pioja, y, más hacia el Norte, el Cañón del Río Chipalo.
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Plaza de Bolívar a finales del siglo XIX
Alrededor de la actual Plaza de Bolívar, gradualmente creció la ciudad; de hecho, todavía a principios del siglo pasado servía también como la Plaza de Mercado de los ibaguereños. A este sitio de acopio llegaban los comestibles de tierra fría desde Boquerón, el Cañón del Combeima, La Ceja y otros sitios aledaños a las serranías circundantes. Otros productos, como la carne, provenían de la Meseta de Ibagué y de otras poblaciones más cálidas. En esta plaza también existía una de las piletas donde los ibaguereños recogían el
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agua para los efectos domésticos, que traían de la Quebrada La Toma. En la Plazuela de Santo Domingo (actual parque Murillo Toro) existía otro surtidor de agua.
Catedral de Ibague, 1905
En 1901, la Catedral contaba con un domo sobre el altar mayor que se cayó en 1906. A la derecha se puede ver el Palacio Arzobispal y enseguida, la Casa Cural. En 1923, Monseñor Ismael Perdomo viajó a bogotá como Obispo Auxiliar de la Capital y lo sucedió su paisano Pedro María Rodríguez Andrade quien, con las mejores intenciones, cometió el primer acto censurable contra el patrimonio histórico de Ibagué, al ordenar la remodelación de la Catedral, que le cambió su aspecto colonial. A este mitrado también le debe la ciudad la construcción del nuevo Seminario, en la Calle 10 entre carreras 1ª y 2ª la fundación del Colegio Tolimense (1934), en la antigua Casa Cural. El cementerio de Ibagué, siguiendo el esquema colonial, estaba ubicado al lado de la Catedral hasta comienzos del siglo XVIII. Después de 1770, a raíz de la puesta en marcha de nuevas medidas higiénicas y de salud pública que implementaron los Borbones, se erradicaron del centro de las poblaciones los mataderos y los camposantos, para ubicarlos en los suburbios. Lo mismo sucedió con el cementerio particular para los padres Dominicos
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Cementerio Viejo de Ibague, 1943
que hacía parte de su Convento de Santo Domingo. Así, el cementerio municipal se trasladó al lugar que hoy ocupa la Clínica Tolima. Pero, la expansión de la ciudad obligó a que se bajara donde ahora está la Policía, en la calle 21, que se inauguró en los primeros años de la década de 1890. Finalizando los años cuarentas del siglo pasado, la necrópolis se ubicó en las inmediaciones del Barrio Las Brisas y corresponde al actual Cementerio de San Bonifacio.
Educación El antiguo seminario estaba ubicado en la Carrera Segunda, entre Calles Novena y Décima —donde actualmente están la nueva Casa Cural, los apartamentos de la Curia y algunos locales comerciales. En el sitio donde hoy funciona la actual Casa Cural, se construyó el Colegio para niñas. Las posibilidades de educación integral de la mujer eran casi inexistente hasta cuando se fundaron las Escuelas Normales Femeninas. En la esquina noroccidental de la Plaza de Bolívar funcionaba el Hotel Brasil, donde se levantó después el Colegio de la Presentación, un edificio de dos pisos que se incendió en los primeros años de la década de los cuarenta. Esta comunidad religiosa compró la casa
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Seminarios Mayor y Menor de Ibague; 1923.
adyacente sobre la calle novena para construirlo nuevamente, de tres pisos y en ferroconcreto. Es importante reseñar que dicha comunidad religiosa llegó a Ibagué en 1901, con el propósito de trabajar en el hospital, entonces de caridad; posteriormente se dedicaron también a la educación. La segunda oportunidad abierta a las mujeres para avanzar en su formación académica la constituyó la fundación de las escuelas normales, donde pudieron prepararse para servir a la comunidad. Los gobiernos radicales del siglo XIX trajeron al país varias misiones italianas y alemanas, para establecer un nuevo concepto de educación para Colombia: el que reza que es estratégico formar primero al educador. Así comenzaron a establecerse las escuelas normales femeninas y masculinas, para educar y capacitar a los precursores de los licenciados en Educación. La primera Normal de Varones estaba ubicada en la carrera tercera con calle 14. En 1895, debido a una de las guerras civiles que nos azotaron, el Gobierno cerró la institución y la convirtió en guarnición militar, llamada Cuartel de Santa Librada, que ocupaba casi to-
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Escuela Normal de Varones. Despu茅s, Cuartel de Santa Librada, 1932
da la manzana. En 1948 se construyeron las nuevas instalaciones militares en la Esmeralda, que dieron origen al Batall贸n Rooke.
C onvento de Santo Domingo.
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El convento de Santo Domingo, casi contemporáneo al nacimiento de Ibagué, fue fundado por los Padres Dominicos. En la época de la Colonia era una escuela doctrinera, lugar donde se instruía a los indígenas para convertirlos al cristianismo. Posteriormente, el Convento se convirtió en Escuela de primeras letras, o la antesala para ingresar a los Colegios Mayores, como San Bartolomé o El Rosario en las ciudades importantes. En esta Escuela Doctrinera estudiaron José María Melo, José María Vesga, Tadeo Galindo y otros próceres que se distinguieron en La Guerra Magna. Más tarde, en la época Republicana, el Congreso de Cúcuta (1821) ordenó que los conventos que no pudieran justificar el sustento de un determinado número de sacerdotes debían cerrarse. Fue así como el General Santander fundó allí el Colegio San Simón (1822), el primer experimento educativo que existió en la Colombia republicana. Santander buscaba impartir una formación académica popular, no confesional, científica, práctica, comprometida con el conocimiento, sin discriminaciones y afín a las nuevas ideas liberales que llegaban de Europa. Es importante anotar que cuando se estableció esta institución Ibagué todavía no era la capital de la Provincia de Mariquita.
Colegio de San Simón; 1935
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El Colegio comprendía la sumatoria de áreas que hoy ocupan el Banco de la República, el Banco Cafetero, el antiguo Banco Central Hipotecario y la Plazoleta Darío Echandía. Antes de trasladarse a la nueva sede, en 1948, en una de las edificaciones vecinas quedaba el Café Niza, donde los estudiantes jugaban billar, y donde un gracioso de la época pergeñó los siguientes versos: El Instituto de Niza, / sucursal de San Simón / donde con taco, bola y tiza / se aprende la mejor educación.
Ibagué como capital de la Provincia de Mariquita En 1851, bajo la presidencia de José Hilario López, el Gobierno expulsó a los jesuitas, pues se les exigía que, primero, le juraran fidelidad al Estado. Esta conducta se debía, en primer lugar, a la refrendación de la Pragmática Sanción de Carlos III, como también al Patronato y a la concepción laica del Estado, pregonada por los vientos revolucionarios de la Europa de 1848. Así, Monseñor Mosquera, que en ese momento era el Arzobispo Primado de Colombia, fue condenado al exilio. Este hecho originó que un grupo de conservadores de Honda organizara una revolución en contra del Gobierno y López, como represalia, en 1851 trasladara a Ibagué la capital de la Provincia de Mariquita, que entonces era Honda. La Constitución de 1858 (Confederación Granadina) suprimió las provincias de Mariquita y Neiva y las adscribió a la de Cundinamarca, cuya capital era Bogotá. Esta nueva Carta Magna, de índole federalista, contemplaba la formación de pocos, pero grandes entes geopolíticos. Ibagué pasaba así a un segundo plano. La primera Alcaldía o Ayuntamiento de Ibagué, construida a mediados del siglo XVIII, quedaba en el espacio que hoy ocupa la DIAN. Esta edificación albergaba la Alcaldía, la sede del Cabildo y la cárcel, simultáneamente. Además, durante la República allí también funcionaron los juzgados y el Concejo. Esta casona de dos pisos fue, en 1812, sede del Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, el primer ente legislativo colombiano. Y, cuando José María Melo dio el golpe de estado en 1854, Obaldía no sólo escogió Ibagué como centro de operaciones y entronizó la ciudad como Capital provisional de la República, sino que también despachó en esta misma construcción.
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El Tolima como Estado Soberano En 1863, Mosquera organizó otra guerra civil, derrocó el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez e impuso una constitución federalista, que dio origen a la creación del Estado Soberano del Tolima, conformado por las antiguas provincias de Mariquita y de Neiva, con su capital, que primero fue Purificación y luego, Neiva. Lo anterior constituía una paradoja porque Mosquera era un liberal radical y Neiva era una población conservadora; en cambio Ibagué, que era liberal radical, quedaba nuevamente desplazada a un segundo orden.
El Tolima como departamento En 1886, después de la promulgación de la nueva Constitución centralista, se creó el Departamento del Tolima, que reemplazó el ya mencionado Estado Soberano del Tolima. Su primer gobernador, cargo que desempeñó por largos años, fue el general Manuel Casabianca Welzares. En 1887, por razones igualmente polemizadas, el Presidente Rafael Núñez trasladó la capital del Departamento de Neiva a Ibagué. Esta nueva situación política obligó al establecimiento a buscar sitios para el correcto funcionamiento de la parte institucional; especialmente debían construirse edificaciones para la Gobernación y el Tribunal. Para la primera, la Administración adquirió la vieja casa de dos pisos, propiedad de la familia Caicedo Cuellar, ubicada frente al tutelar mango, ya existente. La foto muestra la fachada refaccionada en 1915, durante la administración del Gobernador, General Placido Cárdenas Guzmán, padre de la poeta María Cárdenas Roa, más conocida como Luz Stella.
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Gobernacion del Tolima
En 1930, cuando los liberales llegaron al poder, hicieron una nueva remodelación, neoclásica, casi hitleriana, realizada por el arquitecto Helí Moreno Otero que se muestra en la foto de arriba. El edificio fue demolido en 1954, cuando César Augusto Cuellar Velandia era el gobernador. Esta demolición fue absurda, bajo el punto de vista de la conservación del patrimonio histórico pues podría haberse preservado la vieja edificación y haber construido la nueva torre sobre la carrera segunda.
Gobernacion del Tolima, 1945.
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A finales de los años veinte, la Administración Municipal había vendido a la Nación la vieja Alcaldía, ya reseñada, para comprar, para nueva sede del Gobierno local, la que fuera casa de dos pisos de Fernando Montealegre, suegro de Tulio Varón, donde se despachó hasta finales de los años cuarenta, cuando se decidió construir una nueva sede, y para tal efecto se adquirieron los dos predios adyacentes. (Arriba)
Alcaldía de Ibagué, 1941
Todo esto obedecía a la circunstancia de que, desde 1943, ya se pensaba en celebrar el Cuarto Centenario de Ibagué, en 1950, y se consideraba que el mejor regalo que se le podía ofrendar a la ciudad era una nueva sede de la Alcaldía, y así sucedió: con los lotes de la casa de Fernando Montealegre y los de las otras dos casas se edificó el actual Palacio Municipal, que se muestra en la foto.
Escenarios culturales El Teatro Torres se construyó en 1911 y, por su estilo republicano, lo comparaban con los Teatros Colón y Municipal de Bogotá. Su propietario era don Roberto Torres Vargas.
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Como Ibagué era una ciudad de paso, era también sitio obligado en el trasporte y, también en las actividades culturales que se dirigieran hacia el Occidente.
Teatro Torres, 1925
Por esta razón, las grandes compañías de ópera, de zarzuela y teatro hacían escala y se presentaban en la localidad. La única temporada de ópera que los ibaguereños difrutaron se realizó en este escenario. Su agente era el legendario Adolfo Bracale, empresario teatral italiano quien, durante muchos años trabajó con Enrico Carussi. Con los años, Bracale emigró a Colombia y murió en Medellín. En 1910 con la adopción del sistema republicano, los dos partidos tradicionales, Liberal y Conservador, se unieron y trazaron un modelo de responsabilidad; en muy pocas oportunidades en la historia de Ibagué se dio, como entonces, la unión del sector privado y el político. Así, en los inicios de 1912, en este teatro se llevó a cabo la Junta de tolimenses con el ánimo de debatir el progreso de Ibagué en un momento excepcional de la vida del Tolima. En ella, tanto el sector privado como el público se pusieron de acuerdo para pedir
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al Gobierno Central la construcción de obras de infraestructura, como la prolongación del ferrocarril de Flandes a Ibagué, entre otras. De otro lado, en 1922, la famosa Convención Liberal, que también se reunió en el Teatro Torres, cambió totalmente el rumbo de la política y preparó la llegada del Partido Liberal al poder en 1930. Años después, la Administración departamental adquirió el teatro. En 1937, siendo gobernador José María Barrios Trujillo, esta construcción fue demolida, y en su lugar se edificó el Teatro Departamental, inaugurado en 1939, después llamado Teatro Tolima. .
Primeras instituciones bancarias
Banco de Bogota; 1960
En 1917, a instancias del obispo de Ibagué, Monseñor Ismael Perdomo Borrero, se fundó el Banco Social del Tolima, que actuaba como una cooperativa de créditos fáciles para empresarios de menor escala; pero, con la crisis bancaria de 1922, esta entidad crediticia terminó siendo asimilada por el Banco de Bogotá. Quizá esta fue la razón por la
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cual este banco construyó su bella sede, también diseñada por Helí Moreno Otero, tipo republicano, que fue lamentablemente demolida en los años sesenta. En su lugar se levantó la torre actual que no aportó ornato estético alguno a la ciudad.
Esparcimiento Uno de los primeros centros de diversión que tuvo Ibagué fue el Club Miramar, de propiedad del doctor Francisco Lamus Obando, construido en los años treinta del siglo pasado, a la salida para Armenia. Este sitio de recreación fue muy importante, pero a finales de los años cuarenta se creó el Club Baltazar que contaba con un kiosco de baile, deslizaderos, juegos electrónicos, una piscina con agua del Río Combeima y una Plaza de Toros.
Club Baltazar, 1950
En este sitio, alrededor de los años cuarenta, corrió el rumor de que allí se había aparecido el diablo. Se decía que una noche llegó allí un señor bien parecido y que después de un tiempo de estar allí, el sitio se envolvió en una cortina de humo y azufre, mientras el personaje desaparecía y nadie volvía a saber de él. Luego de este episodio, el club quedó
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“satanizado”; la gente sintió miedo de volver y el club quebró: las avalanchas del Río Combeima terminaron con lo poco que quedaba. En 1910, con motivo de la celebración del primer centenario de nuestra emancipación, se prepararon varios eventos, como concursos, retretas, funciones literarias y desfiles para conmemorar este acontecimiento. En el acto central del 20 de julio se inauguraron obras importantes como el Parque del Centenario y el Templete de la Libertad en la Plazuela de Boyacá, hoy carrera 5ª entre 19 y 20, que, desapareció con la ampliación de la Avenida Quinta.
Primer Centenario Otro acto importante de esta conmemoración fue la inauguración de la Plaza de Mercado de Ibagué, ubicada en la carrera tercera con catorce, hoy sede del Banco de Colombia. Ocupaba prácticamente toda la manzana, con cuatro entradas.
Plaza de mercado de Santa Librada, 1922
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En la foto se observa la entrada principal por la Tercera. Era el mayor recurso de los ibaguereños en una época en la que la nevera no era de uso popular y se hacía necesario hacer mercado a diario. Al frente de la Plaza de Mercado, carrera 3ª entre calles 14 A y 15, en seguida del viejo cuartel, se encontraba la Plazuela de Santa Librada, lugar escogido para ejecutar a los condenados a muerte. Después de la abolición de la pena capital, se convirtió en el sitio preferido de los vendedores de específicos o culebreros.
El ferrocarril El concepto de progreso en ese momento significaba la ampliación de los medios de transporte y comunicación. En esa época, el ferrocarril llegaba hasta Girardot y era necesario promover la extensión hacia Ibagué y luego hasta Armenia para unirse con el ferrocarril del Pacífico. Así, en 1914 el ferrocarril llegó a Chicoral, ya bastante cerca. En 1919 alcanzó Picaleña y, en enero de 1921, se conmemoró la primera llegada del tren a Ibagué, entre fiestas y presentaciones culturales en el Teatro Torres.
Estación del ferrocarril: 1930
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La estación se terminó en 1926 y se inauguró con el nombre de Estación Ospina porque, en ese momento, el presidente Pedro Nel Ospina, quien le dio gran impulso, estaba próximo a entregar el poder a su sucesor. El Ministro de Obras Públicas, quien también ayudó mucho para la realización de este proyecto, fue el ingeniero Laureano Gómez Castro, después Presidente de la República. En 1929 se terminó de construir la carretera de Ibagué a Armenia, pero la comunicación ferroviaria con esa ciudad nunca se definió. El puente metálico sobre el río Combeima que se observa a la salida para Armenia era el puente del ferrocarril; en ese año se alcanzaron a tender los rieles hasta Tapias y se construyeron los túneles, que aún existen, para el ferrocarril que nunca se dio al servicio. En 1962 se hizo el último viaje de tren y autoferro a Bogotá: los dueños del transporte automovilístico, las mulas, buses y taxis, le decretaron su muerte.
Algunos esperábamos que acá se siguiera el ejemplo del Eje
Cafetero, donde todas las estaciones del ferrocarril las remodelaron y les dieron uso cultural.
Demolición de la Estación, el 24 de agosto de 1982
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Cuando la Sociedad de Arquitectos se enteró de que se iría a demoler la Estación, emitió un enérgico comunicado, pero sin resultados. Con tristeza tenemos que decir que quienes avalaron esta demolición fueron algunos arquitectos urbanistas ibaguereños. Además de ese acto atroz de leso patrimonio histórico, en su lugar edificaron uno de los pocos terminales de transporte del país, ubicado en el centro de una ciudad. El gran impulso urbanístico de Ibagué lo logró, primero, la Plaza de Mercado. En épocas anteriores al Centenario, la calle principal era la Décima, denominada Calle Real. Allí estuvo ubicado el comercio, algunas instituciones oficiales como la Policía y la Notaría. Esta calle era el entronque de la carrera Quinta, la vía de comunicación con Bogotá, y la Carrera Segunda, punto de comunicación con el Occidente del país. Después se construyeron la Estación de Ferrocarril y el Teatro Torres. Así, la Carrera Tercera comenzó a desarrollarse comercial y habitacionalmente y, todavía en los años cincuenta, parte de esta carrera, hacia la Quince, aún tenía sectores residenciales. De otro lado, el Parque López de Galarza se construyó en la antigua Plaza de Ferias, propiedad de la familia Barrios, sitio donde también llegaban los circos, las plazas portátiles de toros y los gitanos. Este Parque se planeó para celebrar el IV centenario de la fundación de Ibagué y fue, durante un tiempo, el lugar favorito para tomarse fotos. Después, nacieron los nuevos barrios residenciales alejados del centro de la ciudad como Interlaken, Cádiz, Santa Helena, Piedrapintada y otros. Pero, ¿Qué pasó con Ibagué durante el largo período que hemos comentado? ¿Hizo la transición de pueblo a ciudad, como lo hicieron otras capitales colombianas? O, por el contrario, ¿Ibagué evolucionó de pueblo a pueblo grande? Yo me inclino por la segunda alternativa, y creo que la causa de esta entredicha situación se debe, entre otros motivos, al permanente divorcio del sector empresarial y el político. Desafortunadamente se perdió el norte que nos señalaron esos ilustres ciudadanos que en 1912 se reunieron bajo la égida de la Junta de Tolimenses, de la que ya comentamos sus benéficos resultados.
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