2 minute read

Carta al Covid-19

Nunca pensé que el escribirte me iba a costar tanto, que iba a mover tantas fibras y llenarme los ojos de lágrimas… No me había detenido a pensar cuanto me habías tocado y cambiado. Hay momentos en los que pienso si esto es un sueño o una de las tantas películas de las que estamos acostumbrados a ver en los cines o en la televisión, pero no, es la “nueva” realidad que nos tocó vivir. Eres un virus, un trozo de ácido nucleído rodeado de malas noticias y maldad. Hace un año todas las personas, a nivel mundial, queríamos una sola cosa, que el año 2020 desapareciera y dejara pasar al 2021, como si un “reset” fuera posible, ojalá fuera así de fácil. En un abrir y cerrar de ojos la vida como la conocíamos dio un cambio drástico que no esperábamos. Nos tomaste por sorpresa, así llegaste tú, a poner nuestras vidas en pausa, a colocar sobre nuestro futuro un manto oscuro y a llenar nuestro día a día de miedo y prevención. ¿Quién nos iba a decir que un simple abrazo o beso iba a ser tan mortalmente contagioso? No creas que te odiamos, tenemos ganas de que te vayas por el agotamiento, incertidumbre, las lágrimas y el miedo pero también tenemos algunas cosas que agradecer. Llegaste con ganas de protagonismo y lo has conseguido. Ignoraste todos nuestros deseos de que fuera un buen año y te presentaste como un villano dispuesto a despedazar nuestras ilusiones. Sin duda serás una parte importante de nuestra historia, sin duda serás recordado en las generaciones futuras, pero no te vas a llevar todo el protagonismo porque los protagonistas, los actores principales seguimos y seguiremos siendo nosotros. Tuvimos que quedarnos en casa, dejar de abrazar a nuestros seres queridos, dejar de besar a nuestros amigos, dejar de viajar, perder trabajos y tuvimos que dejar todo lo que nos parecía normal. Perdí a personas verdaderamente cercanas y conocidos que nunca pensé despedir tan temprano, y que todavía no puedo creer que no estén porque les quitaste hasta su último aliento sin razón aparente. Tu afán de protagonismo dejó las calles vacías y escenas surrealistas de personas con mascarilla. Pero la mascarilla ni el face shield nos van a callar ni a impedir que sigamos sonriendo con la mirada. Y esa incertidumbre que ha marcado nuestro día a día se diluirá entre las pequeñas certezas que vamos descubriendo cada día. No sabemos cuál era tu propósito al llegar arrasando con todo, tal vez no ha sido con mala intención, ¿o sí? Pero aquí llega la parte en la que te agradezco todo lo que he aprendido contigo. Porque serás recordado como el virus, la pandemia de la muerte y del miedo. Pero también te recordaré por el ser el causante por el que nos hicimos conscientes de algunos valores que teníamos olvidados. Por esos padres y madres que empezaron a pasar más tiempo con sus hijos pequeños, por todo lo que aprendieron jugando con ellos, por frenar el ritmo de vida, por aprender del silencio y de la soledad, por descubrir el poder que tiene un mensaje o una videollamada.

Continúa…

Advertisement

This article is from: