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• El bisturí del filólogo policial, Trinidad Guzmán y Jaime Osorio
LA “LEY” DE LAS BANDAS LATINAS
El rito iniciático de las chicas consiste en una paliza y en acostarse con la cúpula de la pandilla
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Atrapadas y explotadas sexualmente, usadas como «informadoras» y para el transporte de armas y drogas, tatuadas de por vida. Las chicas entran en las bandas latinas seducidas por sus jefes y luego ya no pueden salir. Así luchan organizaciones, asociaciones y antiguos miembros para sacar a estas adolescentes de ese mundo
Karina entró con 12 años en los Trinitarios, en un momento en el que sufría acoso en el colegio. Buscaba «protección» y se integró en la banda latina «por amor» a su novio de 16 años, que era «respetado». Con 25 años, cuenta su doloroso paso por unas organizaciones que ven en las chicas una herramienta sexual y de las que se sirven para espiar a sus rivales.
Hace ocho años Karina acudió a una iglesia de Madrid por recomendación de una compañera del colegio, después de haber intentado suicidarse hasta en cinco ocasiones, confiesa mientras lleva su mano al tatuaje de su brazo izquierdo, la muestra de un pasado que le aterra. «En las pandillas las chicas son espías y novias. Muchas son obligadas a tener relaciones sexuales con los miembros de las bandas y tienen prohibido hablar con hombres de otras organizaciones. Tuve amigas a las que les fue muy mal por hacerlo», explica Karina en medio de un descanso de su labor como obrera de la iglesia.
Según las estadísticas, las mujeres suponen cerca de un 30 por ciento en las bandas latinas
Reclutamiento
Sólo en Madrid las fuerzas de seguridad han detectado casi 90 grupos de bandas latinas, integrados por unos 400 miembros, que cada vez son reclutados a edades más tempranas: entre los 11 y 12 años. Ante el incremento de la actividad de las bandas tras el primer año de la pandemia, la Policía, fundaciones, instituciones educativas y exmiembros de pandillas se han involucrado en iniciativas de concienciación, con charlas a los adolescentes para evitar que
acaben en las garras de estos grupos. Es el caso de Karina, que cuenta su experiencia para poder concienciar sobre el rol de la mujer en esas violentas pandillas. Cayó en esa situación porque su hogar era «disfuncional», con un padre que maltrataba constantemente a su madre. «Encontré en los Trinitarios una familia. Pero luego me di cuenta de que, como mi mamá, allí solo era maltratada», dice. Ya como miembro de la banda tuvo que drogarse, robar, asaltar a hombres ebrios en discotecas y buscar la amistad de chicos de pandillas rivales para sacarles información.
A los 17 años buscó ayuda para zafarse de la banda después de un aborto en casa que casi le causa la muerte.
Reducidas al papel de “cueros”
No hay datos contrastados de cuántas chicas forman parte de las bandas latinas en España, que operan sobre todo en la Comunidad de Madrid, pero quienes trabajan para combatir a estos grupos las cuentan por decenas, en su mayoría adolescentes que no son conscientes de que están atrapadas y explotadas sexualmente hasta que su permanencia en el grupo les pasa factura. «Las chicas de las bandas son una demostración de los pasos en reversa que se dan en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. Dentro de las bandas, a las mujeres las denominan ‘cueros’, que significa en su lenguaje ‘putas’ y no son consideradas parte de la estructura», explica Mónica Cubillos, psicóloga y agente de la Policía local de Torrejón de Ardoz (Madrid)
Miembros de los Dominican Don’t Play, detenidos recientemente, tras la agresión a un menor en Villaverde (Madrid)