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cerlo y sin haber hecho nada más que confiar.
El autor ha logrado, al menos en mi caso y en el de los doscientos invitados que acudimos a su presentación en el Real Casino de Alicante, prender la llama empática entre lector y protagonista. Algo que puedo confirmar tras su lectura, pues en la carrera de Itziar por demostrar una realidad impregnada de prejuicios sociales, ceguera emocional y rigidez jurídica, me he sentido muy pequeña. Algo así como un insecto atrapado en una terrible telaraña mientras ves avanzar a la gigantesca dueña del telar.
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Historia real
Dicen que en el término medio está la virtud y eso precisamente es lo que Manuel, licenciado en Filosofía y en Derecho nos deja ver en sus letras. Las bondades de cada disciplina las utiliza para reflexionar y configurar la historia de Itziar, que no la de su marido Alberto pues en la novela encuentro una diferenciación notable entre ambos, convirtiendo la rutina de esta mujer en una desquiciante carrera por encontrar el punto justo en una sentencia
Una historia, repito real e incido en ello, de verdades subjetivas y mentiras objetivas. Ella cree en una realidad donde vive a diario, él es fruto de un país acostumbrado a sobrevivir. En este punto el autor echa mano de un refrán para cuestionar o quizá afianzar el buen funcionamiento de una relación: “mulos del mismo pesebre”. Alberto e Itziar pertenecen a culturas diferentes con infancias tan abismales como el océano que separa ambos países. “Nadie está libre de sufrir sin merecerlo y sin haber hecho nada más que confiar”
El escritor Manuel Avilés, colaborador de la revista UFP, ha sido funcionario de Instituciones Penitenciarias, desempeñando entre otros puestos de trabajo la dirección de los Centros Penitenciarios de Nanclares de la Oca, Valencia y Palma de Mallorca. También ocupó cargos directivos en la Dirección General de IIPP. Después de combatir muchos años el terrorismo etarra, ha recibido entre otras distinciones la Medalla al Mérito Penitenciario, la Medalla al Mérito Policial y la Medalla al Mérito de la Guardia Civil.
Cruda realidad
Al adentrarse en El gato tuerto da la impresión de una lectura rápida por la agilidad y fácil
comprensión con la que el autor dirige la historia, sin embargo, a veces necesitas parar y reflexionar sobre que estamos haciendo bien y mal a la hora de construir una sociedad. Manuel nos hace pensar en ello, nos abre los ojos ante la cruda realidad y nos permite sentir una historia más de encuentros y desencuentros, que penetra en nuestra psique haciéndonos dudar de todo.
Las letras de El gato tuerto son como Manuel Avilés. Sensibles ante el dolor ajeno, chispeantes como un primer encuentro e ilustrativas como todo lo que nos enseña. Con esta historia estamos ante algo más que un libro, algo más que una historia y algo más que una mujer luchando: estamos ante la realidad donde vivimos. Ahora, tras leerla es cosa nuestra continuar cerrando los ojos y resignarnos, o comenzar a reflexionar con los ojos bien abiertos. ¡Enhorabuena Manuel!
(*) Olga Luján es escritora. En 2021 fue Premio Cultura Artes Literarias
Manuel Avilés durante el acto de presentación del libro en Madrid. A la derecha, la escritora Olga Luján, autora del artículo
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