Villoria de Órbigo y los Premonstratenses: 900 años de la fundación de Norberto de Xanten.

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VILLORIA DE ÓRBIGO Y LOS PREMONSTRATENSES: 900 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE NORBERTO DE XANTEN



VILLORIA DE ÓRBIGO Y LOS PREMONSTRATENSES: 900 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE NORBERTO DE XANTEN

Coordinadores: Comunidad Premonstratenses de Villoria Gregoria Cavero (Universidad de León)

Universidad de León 2021


Villoria de Órbigo y los premonstratenses : 900 años de la fundación de Norberto de Xanten / coordinadores: Comunidad Premonstratenses de Villoria, Gregoria Cavero ; [Juan Díaz ... et al.]. –[León] : Universidad de León, Área de Publicaciones, 2021 231 p. : il., mapas, tablas, fot. col. ; 24 cm Bibliogr.al final de cada cap. ISBN 978-84-18490-31-6 1. Villoria de Órbigo (León, España)-Historia. 2. Premostratenses-España- León (Provincia)-Historia. 3. Norberto, Santo. 4. Real Monasterio de Santa María de Villoria -Historia. I. Díaz, Juan. II. Cavero Domínguez, Gregoria. II. Universidad de León. Área de Publicaciones 94(460.181Villoria) 27‑789.43(460.181 Villoria)(091) 27-36 Norberto, Santo 27-523.6(460.181 Villoria)(091)

De acuerdo con el protocolo aprobado por el Consejo de Publicaciones de la Universidad de León, esta obra ha sido sometida al correspondiente informe por pares con resultado favorable.

© Universidad de León. Área de Publicaciones © Los autores Diseño, maquetación y tratamiento digital de las imágenes: Juan Luis Hernansanz Rubio

ISBN: 978-84-18490-31-6 Depósito legal: LE-255-2021 Imprime: Safekat Impreso en España / Printed in Spain Julio, 2021

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del copyright.


PRESENTACIÓN

Con motivo del 900 aniversario de la fundación de la Orden Premonstratense por San Norberto de Xanten, nos hemos propuesto realizar una contribución que recuerde la efeméride, desde uno de los monasterios que más se han esforzado por su mantenimiento a lo largo de los siglos: Santa María de Villoria de Órbigo. Hemos tratado de conjugar estudios sobre la zona y el monasterio con un riguroso tratamiento científico y acompañados de la máxima difusión posible. Se ha integrado mayoritariamente a investigadores y escritores de Villoria y de su ámbito de influencia, muchos de ellos nacidos o descendientes de sus vecinos, buenos conocedores del monasterio y de las gentes del lugar, convivientes otrora con la comunidad norbertina femenina; y hoy, con la masculina: pasado y presente, pero también presente y futuro para una pequeña comunidad que lucha con gran ánimo por el crecimiento y la estabilización. Villoria fue, y sigue siendo, la simbiosis del monasterio y de la localidad. El empeño puesto en esta pequeña monografía tiene como objetivo fundamental reforzar los lazos que unen a ambos y forjar la suma de las localidades que se encuentran bajo la dirección pastoral de los premonstratenses. A ello añadimos nuestro interés por dar a conocer el monasterio y su espiritualidad, sus valores artísticos y su identidad con Norberto de Xanten. Solo se valora aquello que se conoce: normalmente difundimos aquello cuyo valor queremos que se aprecie. En este caso, desde 1243, el Monasterio de Santa María de Villoria tiene, desde el Medioevo hasta la actualidad, un rico pasado que pone ante nosotros cerca de nueve siglos. Y nosotros nos identificamos con la historia de los premonstratenses, de Villoria, del Órbigo, de sus comarcas, de sus parroquias y de sus gentes. Es lo que queremos ofrecer. �

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P. Rodrigo Cifuentes & Gregoria Cavero Domínguez

En los nueve siglos de vida, los premonstratenses han evolucionado, se han adaptado, por supuesto dentro de la misma espiritualidad de san Norberto, a lo que el mundo actual exige. Por ello, encargamos al padre Juan que nos ilustrase acerca de las nuevas visiones. Y, como complemento, hemos añadido la pertinente información histórica sobre el nacimiento de la Orden, su expansión y su instalación en España. El resto de los trabajos se refiere, de forma ya más concreta, al monasterio de Santa María, a Villoria y a su zona circundante, desde los ámbitos históricos, artísticos o geográficos, muy bien conocidos por José María Fernández del Pozo, Tomás Vaca Prieto y Lorenzo López Trigal. Nos interesamos también por lo que hubo y no hay, por el desaparecido museo monástico, del que recuperamos, con Miguel Ángel González, algunas imágenes. Todo esto es un patrimonio que ahora revalorizamos. El último capítulo, también elaborado por los canónigos, es la crónica del cambio, del final del monasterio femenino y la apertura del futuro canonical masculino a través de una recuperación de premonstratenses de Chile. He aquí el presente que nos ofrece la proyección futura. Normalmente este tipo de obras suele ser la suma de muchos esfuerzos y de muchas instituciones y personas implicadas. Por ello, en primer lugar vaya nuestro agradecimiento para cuantos autores han elaborado y entregado sus textos para enriquecer esta monografía. Inicialmente iba a tratarse de un pequeño ciclo de conferencias, pero la Covid lo ha impedido, como tantas otras cosas. Al fin ha salido ganando la publicación. Hemos hecho hincapié, desde el principio, en la ubicación de Villoria y del monasterio, de su entorno, de su pertenencia. Con ello queremos manifestar nuestro agradecimiento, por su implicación, al Ayuntamiento de Villarejo en el que se inserta. Su ayuda ha sido indispensable para llevar a cabo la publicación. Finalmente, queremos reconocer el apoyo de nuestras instituciones. La propia comunidad del Monasterio de Santa María de Villoria y la Universidad de León, sobre quienes han recaído la coordinación de la obra y su puesta a punto para la imprenta. El Servicio de Publicaciones de la Universidad de León es el encargado de la presente edición. Nuestro reconocimiento a ambas instituciones y a cuantas personas se han implicado directamente en la obra, como autores, correctores, fotógrafos y maquetadores. Sin su colaboración no hubiéramos podido finalizarla. Villoria de Órbigo, 30 de Mayo de 2021, festividad de San Fernando.

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P. Rodrigo Cifuentes. Monasterio de Santa María de Villoria. Gregoria Cavero. Universidad de León.


SAN NORBERTO P. Juan Díaz Monasterio Premonstratense de Villoria

I. Breve biografía de nuestro padre fundador San Norberto Norberto, hijo primogénito de Heriberto, conde de Gennep, nació en 1080, en la ciudad de Xanten, Alemania. Sus padres ansiaban para él la carrera eclesiástica, pues le fue revelado a la piadosa condesa Hedwige que su hijo sería un gran prelado y prestaría grandes servicios a Dios. Desde muy temprana edad manifestó una aguda inteligencia y una gran facilidad para asimilar todo cuanto le era enseñado. A los nueve años comenzó a estudiar en el claustro de Xanten y se inscribió en el cabildo, siguiendo con cuidado las reglas que tenían las escuelas canonicales. En efecto, una rara elocuencia y notables cualidades literarias le conferían gran atracción hacia su persona, y eso no podía dejar de ensoberbecer a un joven principiante como él. Terminados los estudios, Norberto recibió la orden de subdiaconado. Después de eso, su ascensión fue rápida. Junto al príncipe-arzobispo de Colonia, se inició en las cuestiones diplomáticas. Poco tiempo después se trasladó a la corte del rey de Alemania, Enrique V. Su personalidad irradiante y sus modales graciosos llamaron la atención del soberano, que lo nombró consejero de estado. Norberto se movía con soltura en la lujosa corte dejando a todos admirados con su talento y superioridad de espíritu. Poco a poco, la influencia del ambiente mundano iba ablandando su natural seriedad y volviendo livianas sus costumbres.

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Mientras tanto, aquel despreocupado clérigo, tan olvidado de sus deberes religiosos, conservaba todavía sentimientos de piedad que le aguijoneaban la conciencia, provocando en su alma insatisfacción y deseos de cambio. En 1110, Enrique V viajó a Roma, a fin de ser coronado emperador por el papa. Norberto le acompañó, junto con otros dignatarios y un numeroso ejército. Ya en la ciudad eterna, el emperador se desentendió del papa y dio orden a sus soldados de despojarlo de sus distintivos y llevarlo como prisionero. Norberto sufrió una gran impresión al presenciar aquella sacrílega escena. Aquella misma noche, fue a postrarse a los pies del pontífice preso, implorando perdón. Era el primer paso del hijo pródigo que volvía a la casa paterna. A partir de aquel momento, la voz de la gracia empezó a hablar con mayor fuerza en su interior, y él comenzó a escucharla. De vuelta a Alemania después de la liberación del papa y la excomunión de Enrique V, por fidelidad a la Santa Sede, Norberto abandonó a Enrique V y se retiró a Xanten. En la soledad de la pequeña ciudad sus ambiciones se sintieron coartadas. Sin embargo, acostumbrado a los elogios y al incienso, el conde todavía deseaba satisfacer vivamente su orgullo; con esas ansias en el alma, partía Norberto para Wreden, distante unos 15 km., en una luminosa mañana de primavera. A mitad del viaje, el cielo comenzó a cubrirse de espesas nubes. De repente, se oyó un trueno, Norberto espoleó al caballo con la esperanza de alcanzar refugio, pero fue inútil. Un violentísimo rayo cayó a los pies de su cabalgadura y el animal, asustado, lo desmontó de la silla. El conde permaneció una hora desmayado en el barro, bajo una lluvia torrencial ante la mirada aterrorizada de su escudero. Cuando recobró el conocimiento, oyó una voz interior que le decía: “Deja el mal y haz el bien, busca la paz y corre tras ella”. Norberto se levantó arrepentido y radicalmente determinado a abrazar para siempre las vías de la virtud. A partir de ese día comenzó a llevar una vida de recogimiento y oración, sometiendo su cuerpo a rigurosas penitencias. Instruido por Conon, abad del monasterio benedictino, comenzó a sentir nuevamente la llamada hacia el sacerdocio y se presentó ante el obispo de Colonia, pidiendo ser ordenado. Así fue como pocos meses después de su conversión, le fueron conferidas en el mismo día, por un favor especial, las órdenes del diaconado y del presbiterado. Después de un retiro de 40 días en la abadía de Siegbur, Norberto celebró en Xanten su primera misa y comenzó a predicar sobre lo transitorio de los bienes de este mundo y de las obligaciones del hombre ante Dios. Su fervor no agradó a ciertos clérigos, que, usando como argumento la conducta poco recomendable del predicador en el pasado, se opusieron fuertemente a él. El odio llegó hasta el extremo de pagar a un hombre para que le insultara y le escupiera en el rostro.

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Descalzo, vistiendo su túnica de penitencia, Norberto salió de Xanten y comenzó a recorrer ciudades y pueblos. Las multitudes le seguían atraídas por la


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elocuencia con la que anunciaba “la Palabra de Dios llena de fuego que quemaba los vicios, estimulaba las virtudes y enriquecía las almas bien dispuestas con su sabiduría”. Su predicación se veía confirmada por los milagros, sobre todo por un singular carisma de apaciguar, con su simple presencia y sus sabias palabras, las disensiones y enemistades. A pesar de los brillantes resultados de su acción misionera, los detractores de Norberto persistían en difamarlo y crear obstáculos a su apostolado. Por eso, en octubre de 1119, fue a arrodillarse a los pies de Calixto II, durante un concilio en Reims, para exponerle su situación y sus ansias de entregarse a la vida religiosa. El carácter de aquel humilde sacerdote impresionó favorablemente al papa y al obispo de Laon, Bartolomé, que descubrió en Norberto las características de una vocación excepcional y se propuso ayudarlo en todo lo que pudiese. El proyecto de Norberto era formar una congregación de clérigos que vivieran en comunidad, que buscasen en la oración, en la penitencia, en el silencio y en la vida interior, el fundamento de su apostolado. Al armonizar, por primera vez, las dulzuras de la contemplación con la acción evangelizadora, Norberto se convertía así en el fundador de la llamada “vida mixta”. De este modo, con el apoyo del Santo Padre y del obispo Bartolomé, inició su gran obra. En un bosque próximo a Laon, existía un valle conocido con el nombre de Premostré (prado mostrado). Allí, al lado de una capilla dedicada a san Juan Bautista, comenzó a levantarse el primer monasterio, y en Navidad de 1121, Norberto y sus numerosos discípulos pronunciaron sus votos religiosos, abrazando la Regla de San Agustín. De esta manera quedaba fundada la Orden de los Canónigos regulares de Prémontré, hoy conocidos como premonstratenses. Poco a poco llegaron nuevas vocaciones, y en aquel bosque se elevó la iglesia de Santa María de Prémontré, y alrededor de ella se construyeron las moradas de los clérigos. Europa contempló admirada a aquellos hombres vestidos de blanco, salidos del silencioso valle de Prémontré, recorriendo desde las grandes ciudades hasta las menores aldeas, como incansables ángeles de la Buena Nueva, inculcando en los corazones el amor a la Eucaristía y la tierna devoción a la Virgen Santísima, de la que se habían empapado en la convivencia con Norberto. Dado el crecimiento prodigioso de su obra, tuvo que emprender continuos viajes para establecer nuevas fundaciones en Europa. Junto a los monasterios de los canónigos surgirían también los de las hermanas de la Orden Segunda, conocida como Norbertinas, donde se observa el mismo rigor de vida, en completa consonancia con el fundador.

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Talla de San Norberto. Monasterio de Villoria.

En 1126, en circunstancias inesperadas y totalmente contra su voluntad, fue elegido arzobispo de Magdeburgo. El aspecto del nuevo arzobispo no se diferenciaba mucho del pobre penitente que años atrás recorriera las aldeas arrastrando a todos con la eficacia de su palabra. Durante los ocho años que duró su ministerio pastoral en Magdeburgo, con su característica rectitud, enseguida notó los relajamientos existentes en la diócesis y tomó enérgicas medidas para poner orden. Esto no agradó a todos, hasta el punto de que se planeó su muerte. Pero, como ese plan falló, recurrieron a la calumnia, pero esto también fue inútil, porque la bondad, coraje y humildad de Norberto pronto fueron conocidos por todos. La rebelión llegó a tal extremo que san Norberto tuvo que salir de Magdeburgo, pero entonces empezaron a suceder tan terribles males en la ciudad, que los ciudadanos fueron a pedirle que regresara y le prometieron ser más obedientes a sus mandatos e instrucciones. A los pocos años, ya en la ciudad y en el clero se notaba un cambio muy consolador y un gran progreso en el fervor y en las buenas costumbres.

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Y sucedió entonces que en Roma los enemigos del verdadero pontífice, Inocencio II, eligieron un antipapa, llamado Anacleto, y al verdadero papa lo


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expulsaron de la Ciudad Eterna. Entonces san Norberto convenció al emperador Lotario para que, con un gran ejército, se fuera a Italia y defendiera al pontífice; el cual, si no recibía ayudas militares del exterior, no podría entrar en Roma. Así que el emperador Lotario, por influencia de nuestro santo, se dirigió con su ejército hacia Italia y en mayo del año 1133 entró en Roma, acompañado de san Norberto y de san Bernardo, y dio posesión de nuevo al pontífice. Terminada esta su última gran acción, el santo se sintió ya sin fuerzas. En 20 años de episcopado había hecho un trabajo como de 60 años. Moribundo llegó a Magdeburgo, y el 6 de junio de 1134 expiró santamente. Tenía apenas 53 años. Había cumplido el lema de san Pablo: “Con gusto me gastaré y desgastaré totalmente por salvar las almas”(2 Cor. 12,15).

II. Una experiencia actual Sería muy sencillo hablar de Norberto en el contexto histórico: bastaría con mirar lo que de él se ha escrito en 900 años desde fundación de la Orden de Prémontré. Por lo tanto, no es mi pretensión ahondar, en un estudio de investigación histórica, respecto de la presencia de Norberto en el mundo de hoy. Aclaro, con franqueza, que no soy un erudito en el arte de la escritura; sólo atino a escribir del pensamiento y de las emociones para recrear en lo escrito lo que me resulta una expresión de mi propia realidad como una historia que tiene su fundamento en la experiencia personal. Siendo así mi existencia, entonces pongo por escrito lo que ha acontecido en mi vida como consagrado, teniendo presente la experiencia de la espiritualidad premonstratense: personalmente siento que el Espíritu de Dios es quien da sentido a toda experiencia religiosa que vive su centro en Cristo y el Evangelio. Sin lugar a dudas, la experiencia de Norberto, al fundar la Orden Premonstratense, en 1121, tiene su centro en Cristo y el Evangelio. Si no fuera así, la Orden no tendría 900 años de existencia al día de hoy. Desde una perspectiva personal teniendo presente la experiencia actual, poner por escrito las vivencias de lo que significa optar por una espiritualidad que intenta poner en un justo equilibrio la dimensión contemplativa y la dimensión apostólica teniendo presente la Sagrada Escritura y una regla en común, resulta un gran desafío frente a los cuestionamientos del mundo actual. No es fácil y, a veces, llega a ser un duro caminar porque estamos, cada día, queriendo optar por lo fácil sin tener en mente el compromiso de lo que significa cambiar la sociedad para que sea mucho mejor, más buena, más solidaria, más justa. Norberto tenía en mente este camino que implicaba una increíble conversión interior de vida. Si nos detenemos a pensar el texto bíblico de Hech. 2,42-47: ”Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción �

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del pan y a las oraciones…”, podemos pensar que Norberto, al fundar la Orden como una reforma canonical, tenía muy presente este texto bíblico. Los hermanos premonstratenses, siguiendo los pasos de Norberto en la actualidad, continúan fundamentando la experiencia de ser canónigos regulares en este texto de los Hechos de los Apóstoles; también asumiendo lo que nos dice el capítulo 4, 32-35: “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma”. Nos resulta interesante destacar en la Regla de San Agustín la cita de estos textos que dan sentido a la “vida en común”: una experiencia actual que no es una fantasía y menos un invento de falsas ideas. Simplemente es poder transmitir, de la mejor manera, lo que significa ser un premonstratense que va por el mundo: “En un diálogo permanente con Dios y con el hombre, en una experiencia de alegría, de acogida, de VIDA, de afectividad y sobre todo de aprender a poner todo en común”. Son novecientos años de una experiencia de Dios en el mundo, donde hombres y mujeres se han atrevido a desafiar al mundo siendo todos de Dios. No ha sido fácil cuando se tiene que hacer frente a diversos modos de vida de la sociedad con sus costumbres y tradiciones que luego se transforman en relatos orales y escritos: la historia que queda como legado para las futuras generaciones. Entonces podemos decir que la Orden Premonstratense no ha sido ajena a estos cambios sociales en el mundo de siempre y tan actual al mismo tiempo. Es una exigencia de “fidelidad” que no trata sólo con un compromiso ligado a un rito de consagración sino a una consagración fundamentada en tres votos que marcarán de por vida a un hermano-a premonstratense: POBREZA, CASTIDAD y OBEDIENCIA. Los tres son un solo conjunto que tiene la misma relevancia e importancia en la vida de una comunidad religiosa. Son nueve siglos de historia y tradición donde podríamos escribir una cantidad considerable de libros y documentos que nos dan la veracidad de esta orden tan antigua y tan nueva a la vez. Pero lo que más nos importa, en todo esto, es el “ideal en común”, mucho más importante que toda la historia escrita y la que queda por escribir. Volvamos al comienzo de la Regla de San Agustín: 1. “Ante omnia, fratres carissimi, diligatur Deus, deinde proximus, quia ista praecepta sunt principaliter nobis data.” (“Ante todas las cosas, queridísimos hermanos, amemos a Dios y después al prójimo, porque estos son los mandamientos principales que nos han sido dados.”)

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2. “Haec sunt quae ut observetis praecipimus in monasterio constituti” (He aquí lo que mandamos que observéis quienes vivís en el monasterio”)


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Monasterio de Villoria. Obra del P. Juan Díaz.

San Agustín, teniendo presente la Escritura, nos invita a vivir una disciplina a partir del amor a Dios y a los hermanos. Si no tomamos conciencia de esta realidad regular, ¿cómo se hace posible la “vida en común”? Entonces hay motivos de sobra para decir que la “vida en común” vale la pena vivirla arriesgando todo lo que somos para conseguir tal “camino de perfección”. Pero este camino de perfección no se consigue sólo viviendo una apariencia del silencio en el claustro de un monasterio; se vive realmente cuando logramos asumir en conciencia la dimensión de amarnos como hermanos: entonces el silencio de un claustro deja de ser una apariencia y pasa a ser una necesidad de encuentro en la alegría de Dios en nuestras vidas. Cuando dejamos atrás a nuestras familias, nuestras comodidades o nuestro propio tiempo en el mundo marcado por la moda del momento de un modo radical para seguir a Cristo, entonces me doy cuenta que es una “locura del alma” donde se conjugan los elementos del Espíritu que pone en movimiento el alma creyente: un alma capaz de amar siempre, aún en las cosas sencillas. La vida religiosa no trata de cosas complicadas ni mucho menos de un Dios escondido en las estructuras o normas mal concebidas: simplemente trata de dejar libre el espíritu para alcanzar la plena libertad en Dios. Pero estas cosas no son apreciaciones subjetivas o normativas: más bien son experiencias que se �

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XI. La Virgen María, presente en la tradición de la orden Quiero compartir con vosotros la experiencia personal de lo que significa la presencia de la Virgen como madre y de cómo se hace notar en la tradición de la Orden Premonstratense.

Monasterio de Villoria. Iglesia. Retablo central, detalle.

Si nos fijamos en el retablo mayor de la iglesia del Monasterio de Santa María de la Asunción de Villoria de Órbigo, en la calle central del retablo se destacan elementos cuyo significado es interesante descubrir, sobre todo las imágenes que forman todo un conjunto de tradición premonstratense. Hagamos el siguiente ejercicio de observación, comenzando por la parte inferior, donde se destaca en primer plano el sagrario, donde se guarda la reserva, que es el Cuerpo de Cristo reservado principalmente para los enfermos. No podemos olvidar que la Eucaristía es el centro vital de la espiritualidad de la Orden; si seguimos observando hacia la parte superior nos encontramos con la imagen de san Norberto como fundador y arzobispo; los elementos a destacar son los siguientes: la mano derecha sostiene la custodia con el Santísimo Sacramento (la forma consagrada) que la muestra para bendecir; la mano izquierda sostiene el báculo de Fundador de la Orden con la rama de olivo (signo de consagración); la vestimenta obedece al orden de lo litúrgico que se usa para la bendición con el Santísimo: capa, roquete. �

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Imagen IIa. Presa El Moro y aliviadero al río.

Imagen IIb. Molino a pie de la Presa.

En cada presa existía una Ordenanza que regulaba los usos del agua y su reparto en cada término y sus destinos en las tierras de cultivo, mayormente de cereal (“los panes”) o en los huertos. Así en Villoria, la Ordenanza de 1588 mandaba en su capítulo 69, “que el tiempo que se riegan los panes e frutos ninguno sea osado a tomar el agua al otro sino que espera al que primero comenzó a regar que acabe y si hay cantidad de agua que se pueda repartir la partan”, y en su capítulo 48 “que los que regaren huertos u otros frutos lleven el agua que cupiere por la madre del reguero y si saliere afuera y regare alguna calle que pague por cada vez una cántara de vino” (Vila Rodríguez, 2015: 577). Un asunto peculiar fue la organización y guarda de las presas, que se vino haciendo desde un principio por los organismos concesionarios y los Concejos de cada pueblo, que gestionaban incluso el exceso de agua como propiedad comunal. Si bien nunca existió hasta hoy un tribunal que dictaminara sobre litigios de los usuarios, por lo que conseguir la resolución de un conflicto era bien complejo, sino era por una decisión consensuada, facilitada por las Comunidades de regantes. Dos litigios que afectaron a Villoria con respecto a San Cristóbal y Veguellina son ejemplificadores.

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“Las multas tenían fama de ser muy difíciles de cobrar. Por lo general, si el conflicto afectaba a vecinos de una villa o pueblo, las relaciones cercanas ayudaban a la ejecución. Pero cuando las partes residían en pueblos diferentes, aumentaban las dificultades. Los acuerdos entre villas y pueblos que obligaban a sus respectivos vecinos y forasteros a seguir unas directrices son casos a destacar. Hubo una demanda que afectó a Villoria y al pueblo aguas abajo de San Cristóbal de la Polantera. Los viernes y los sábados, el agua debía fluir libremente corriente abajo para el uso de San Cristóbal, pero el pueblo se quejaba de que vecinos o forasteros procedentes de Villoria regaban ilegalmente. Villoria contestó que, aunque un forastero estuviera regando esos días, no se podía considerar a Villoria responsable de sus actos. Es más, el que


Villoria, un lugar en La Ribera del Órbigo

regaba ilegalmente debería ser multado. En este caso, un forastero en Villoria podía regar con auténtica impunidad. La carencia de un tribunal de aguas para todo el valle fue un serio impedimento para la resolución de reivindicaciones” (Guillet, s. f.).

Imagen 3. Localidades ribereñas del río Órbigo (Mapa de la Real Chancillería de Valladolid, 1788).

“En el año 1756, el concejo de Villoria entabló un pleito contra el pueblo de Veguellina, aguas arriba. Muchos vecinos de Villoria tenían tierras allí y contribuían, cada año, con dinero y mano de obra en Veguellina para la reconstrucción del dique y la limpieza del canal principal. El pleito se originó cuando un grupo de vecinos procedentes de Veguellina, dueños de tierras �

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más de doce mil hectáreas con estabilidad de riego, a diferencia de las ocho mil hectáreas de antes.

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Imagen 4. Mapa de los regadíos tradicionales y modernos.


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Franjas de paisaje y aprovechamiento agrario. Se registran en la comarca medias de pluviosidad anual algo distintas según que nos situemos a mayor o menor distancia respecto de la Montaña. Así, en el reborde montañoso a la altura de Santa María de Ordás (626 mm), o en la llanura, en Villoria (469 mm). En cualquier caso, se trata de precipitaciones irregulares con escasez estival de ellas, e igualmente, inviernos largos y heladas que se anticipan a octubre y prolongan hasta abril. La variedad de paisajes es mayor, también en las proximidades del reborde montañoso, en los altos páramos de raña o en la llanura aluvial de La Ribera. La diversa fisionomía paisajística de La Ribera, y de Villoria en particular, como resultado de la interacción en el tiempo de la población y el medio natural, está presente en su configuración en el periodo anterior a la regulación antrópica del río y ha dejado huella hasta hoy en el paisaje. Ello no obsta, en un análisis somero, que se pueda advertir la singularidad de cada localidad según su vecindad o distanciamiento respecto del río. Tal ubicación respecto del curso fluvial muestra diferencias paisajísticas y de aprovechamientos, según la posición de cada término y lugar, tal como se observa, de levante a poniente, en el siguiente esquema de franjas de paisaje agrario: 1. El soto o franja ribereña, allí donde la humedad se mantiene suficientemente estable, se desarrolla el bosque ribereño, adaptado en el cauce mayor y sus orillas a las crecidas periódicas, donde se asentaban variedades de árboles caducifolios y arbustos: álamo blanco y chopo junto a sauce o mimbrera, sarda, aliso y negrillo. Asimismo, participaban del aprovechamiento de las aguas de presas los molinos harineros y de linaza. 2. Las tierras de regadío o franja central, una franja ancha de regadío tradicional, con prados de siega orlados de setos naturales, generando un verdadero bocage de pequeños campos cerrados por sebes. En ese espacio, la agricultura ha ido ganando terreno, sumado al declive de la ganadería, incorporando cada vez más espacio, servido por cauces de presas históricas, que configura un parcelario afectado por la diversificación de cultivos. El papel del riego va a permitir que se configuren dos grandes terrazgos muy contrastados y de diferente significación, los del secano y del regadío predominante. 3. El monte y secano o franja occidental, cuando la ribera topa con las laderas más suaves de la margen derecha, que dan acceso a los páramos de raña, se pasa bruscamente a un medio ambiente de secano, ocupado en origen por el monte que estaba originalmente cubierto por especies como la encina. Tras la regulación antrópica llevada a cabo desde mediados del siglo XX, el cambio paisajístico es perceptible, en mayor o menor grado, en cada una de las �

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tres franjas. En primer término, en el soto, la diversidad de la floresta de la orilla ha disminuido, en beneficio de la explotación intensiva de choperas y en detrimento del resto de especies autóctonas y del praderío, al igual que ha ocurrido en otros espacios similares de borde fluvial donde está presente la propiedad privada. Asimismo, la presencia de molinos ha desaparecido o tiene otro uso. En segundo término, la franja central de policultivo de regadío se ha mantenido como base de las economías familiares campesinas, si bien las parcelas se han ordenado y concentrado, desapareciendo las anteriores sebes naturales entre parcelas y admitiendo alguna parcela en barbecho o de aprovechamiento forestal. En tercer término, en la franja occidental, el terrazgo de secano ha sido sustituido en parte por regadío a partir de la puesta a punto reciente de nuevas infraestructuras de canales. Este esquema de franjas de aprovechamientos, desde antes de la regulación del río hasta la actualidad, se observa en el término vecinal de Villoria, aunque la franja occidental no es propiamente “de monte”, y abarca una faja de terreno con lindes marcadas desde el cauce del río hasta el trazado del ferrocarril (Imagen 5): 1. El soto de árboles y arbustos de ribera ha sido sustituido, en buena medida, por un monocultivo de plantaciones de chopos en parajes con nombres de lugar que ponen de relieve rasgos naturales y culturales, a veces ya desaparecidos, como Los Cachones, El Coto, El Molinico, Los Castañales, La Celadilla. 2. Las tierras de regadío destinadas a cultivos de seruendo o ciclo corto -que se siembran o plantan en primavera- y de temprano o ciclo largo que se siembran en otoño- que abarcan el área entre el Soto y la Huerga, ha sido alterado por la concentración parcelaria de años atrás, con parajes denominados San Adrián, La Perdida, Carramol, Matafigos, La Huerga, El Chapico, El Pedazo, La Mata, El Cillar.

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3. Las tierras de secano, situadas más allá del arroyo de la Huerga, fueron aprovechadas como “pago de viñas”, hasta que, como consecuencia del nuevo regadío servido por el Canal Alto de Villares, los parajes de El Monte y Orgañas se reconvierten en parte en tierra de regadío y se encuentran actualmente en proceso de reconcentración parcelaria y modernización.


Villoria, un lugar en La Ribera del Órbigo

Imagen 5. Esquema de los usos del suelo y de las franjas de paisaje.

Evolución de la economía agraria y la administración concejil. A partir de los siglos X y XI, los pobladores de esta ribera vinieron a establecerse en tierras no trabajadas y abandonadas por visigodos y musulmanes antes de la Repoblación. La agricultura exigió la aplicación de nuevas prácticas de acondicionamiento y saneamiento de terrenos para roturar, de nuevo o inicialmente, y aprovechar las aguas fluviales para riego y para molienda. En este contexto, surge un estamento de campesinos que reclaman la tierra, el agua y otros recursos según una modalidad de derechos de apropiación, la presura. Los repobladores adquirían así el derecho de propiedad de la tierra mediante su uso y �

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ÍNDICE

Presentación....................................................................................................................5 1. San Norberto.............................................................................................................7 P. Juan Díaz 2. Premonstratenses en la Península Ibérica.........................................................41 Raquel Martínez Peñín Gregoria Cavero Domínguez 3. Villoria, un lugar en La Ribera del Órbigo.......................................................59 Lorenzo López Trigal 4. Los premonstratenses y Villoria de Órbigo (1243-1511)...............................89 Gregoria Cavero 5. El monasterio y su cambio en época moderna. Las monjas........................115 José María Fernández del Pozo 6. El monasterio de Villoria a la luz de los protocolos de los escribanos de Benavides y Hospital de Órbigo (1700-1836).......................145 Tomás Vaca Prieto 7. El monasterio premonstratense de Villoria de Órbigo. Notas sobre su patrimonio artístico.............................................................................191 Miguel Ángel González García 8. El monasterio del siglo XXI...............................................................................221 P. Rodrigo Cifuentes P. Patricio Salinas

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