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Una labor, un personaje...

16 años como coordinadora y profesora de cursos y talleres de la Corporación Sopeña lleva Paola Soza, tiempo en que ha visto a muchas mujeres emprender y salir adelante en la vida gracias a sus enseñanzas.

Corporación Dolores Sopeña en Puente Alto, donde se desempeña por cerca de 16 años, fundación dedicada a la formación y capacitación hombres y mujeres en situación de pobreza y/o vulnerable, todos ellos pertenecientes en su mayoría a comunas de la Provincia Cordillera, cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas más desfavorecidas, entregándoles las herramientas para desenvolverse de forma independiente o dependientes en el mercado laboral.

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ENRIQUECEDORA LABOR

“Fue por un aviso publicado en el Puente Alto al Día que llego a Sopeña”, cuenta Paola. “Estaban necesitando un profesor de repostería. Lo vi como una oportunidad de volver a la comuna y de estar cerca de mis hijos, pues viajaba todos los días a Santiago y me tomaba mucho tiempo. Me recibió la directora, me mostró la obra que realizaban, explicándome eso sí que era un voluntariado. La verdad no le di muchas vueltas y acepté, viniendo una vez por semana, y luego dos”, agrega. Dice que cuando la Corporación Sopeña formó su OTEC (organismo técnico de capacitación) comenzó a trabajar ya de manera estable, haciéndose de esta forma cargo de la parte administrativa, así como dela coordinación de curso y talleres, impartiendo además clases de gastronomía. “La verdad es que me enamoré del trabajo que se hace en Sopeña. He visto a diversas generaciones de mujeres, a las que se ha capacitado en diversos oficios, entregándoles las herramientas necesarias para desarrollarse laboralmente tanto de forma dependiente como independiente. Ha sido una una experiencia muy linda el ver como ellas van avanzando, se van empoderando, y a la vez, se van generando vínculos de amistad y cariño. Ellas además lo agradecen mucho, a mí me invitan a sus exposiciones, cuando están en la Plaza de Puente Alto, en el Pueblito de las Vizcachas, etc. Nos retribuyen con mucho amor. Si bien este trabajo es desgastante a ratos, es muy enriquecedor en la parte humana”, sostiene emocionada.

TALLER LITERARIO «LA ROCA»

Dirección: Magdalena Medina Arenas

NO LO DIGAS . .

Paola Soza es una puentealtina nacida y criada en la comuna.

Hija de padre papelero y madre trabajadora del Hospital Sótero del Río, siempre tuvo una conexión muy fuerte con la capital de la Provincia Cordillera y sus sectores aledaños.

“Vivíamos con mi familia en la Población Papelera, en tiempos en que Puente Alto era mucho más tranquilo, por esos años todo por acá eran chacras. Siempre recuerdo mi camino hasta el colegio, estudié de kínder a 4° medio en la Escuela Consolidada, era muy lindo, porque veía el trencito que iba al Cajón de Maipo, el que tomamos muchas veces de visita a San José, así que tuve el privilegio de alcanzar a conocerlo”, comenta Paola.

Sus estudios superiores en tanto, los cursó en la Universidad de Santiago, ingresando a la carrera de Tecnología en Alimentos (luego de un paso fugaz por Ingeniería Q uímica), trabajando como tecnóloga posteriormente en la industria alimentaria, así como en seguridad industrial, capacitándose al mismo tiempo en gastronomía, especializándose en dicha área con el tiempo, y optando por el camino de la docencia, que era donde dice, más se sentía a gusto.

Los caminos de la vida, según dice, la llevaron a trabajar posteriormente con la

Verano, calores abrumadores y deseos inmensos de llegar pronto a destino. Aunque, pequeños, sus sentidos captaban en el aire, la agitación e inquietud de la masa viajante en el destartalado “micro”, atochado de humanos con paquetes, aves, maletas y mascotas, quienes habían recién descendido del “trocha angosta” en la estación de Licantén. Iban por una ruta polvorienta, propia de los campos chilenos en los años 50 -60 rumbo a las pacíficas caletas de Iloca y Duao. Mar tibio, playa, sol y arena les esperaban. Los disfrutaron.También hubo noches estrelladas y camitas blanditas en la casita de adobes que les cobijó por esa semana de paseos y alegría. Pero, como sabemos, todo tiene un final. Llegó la hora del regreso en el vetusto y lento transporte, luego el trencito y más tarde el tren grande, espacioso y rápido. Sentados junto a la ventana los tres pequeños conversaban animadamente, cuando de repente, mirándose con curiosidad hubieron de recibir una extraña orden de su madre: “no contéis donde estuvimos ni con quién viajamos! ¿ya?”. Mas, rápidamente la orden se esfumó en las mentes infantiles y siguieron con sus pláticas de colores, formas y dimensiones incomprensibles para un adulto. Al cabo de 15 días ya en casa, recibían la visita de su padre y entre embelecos, cuentos y risas, la pequeña comenzaba a relatar la entretenida aventura vivida en la costa. Enojado, rápidamente el mayor le reprochó:” que te dijo mi mamá?...no lo digas… Tatkoeam Terapeuta

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