A las patadas: historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949

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Historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949

A las patadas

Pontificia Universidad Javeriana

A las patadas

Historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949

Gabriela Ardila Biela

Reservados todos los derechos

© Pontificia Universidad Javeriana

© Gabriela Ardila Biela

Primera edición: Bogotá, abril de 2023

ISBN (impreso): 978-958-781-826-0

ISBN (digital): 978-958-781-827-7

DOI: https://doi.org/10.11144/ Javeriana.9789587818277

Número de ejemplares: 500 Impreso y hecho en Colombia

Printed and made in Colombia

Editorial Pontificia Universidad Javeriana

Carrera 7.a n.° 37-25, oficina 1301

Edificio Lutaima

Teléfono: 320 8320 ext. 4205 www.javeriana.edu.co/editorial

Bogotá, D. C.

Corrección de estilo: Fernando Urueta Gutiérrez

Diagramación: Claudia Patricia Rodríguez Ávila

Diseño de cubierta: Claudia Patricia Rodríguez Ávila

Impresión:

Nomos S. A.

Imagen de la cubierta: Fragmento de la fotografía de Jaime del Río, aparecida en el artículo “Mujeres en guayos”, Vanguardia Liberal, 19 de agosto de 1996, 4D.

Imagen de la solapa: Fragmento de la fotografía aparecida en el artículo titulado “El deporte semanal”, El País (Cali), 21 de febrero de 1972, segunda sección de Deportes.

Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. Catalogación en la publicación

Gabriela Ardila Biela, autora

A las patadas : historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949 / Ardila Biela, Gabriela. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2023.

470 páginas ; 24 cm

ISBN: 978-958-781-826-0 (impreso)

ISBN: 978-958-781-827-7 (electrónico)

1. Fútbol femenino - Colombia 2. Fútbol - Historia - Colombia 3. Fútbol colombiano 4. Deportes - Historia 5. Estudios de género 6. Mujeres - Historia 7. Colombia - Historia - Siglo XX I. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá.

CDD 796.334082 edición 22 inp 06/03/2023

Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin la autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad de su autora y no reflejan necesariamente la opinión de la Pontificia Universidad Javeriana.

ASOCIACIÓN U C C AÑIA ESÚS AMÉRICA L MIEMBRO DE LA RED DE EDITORIALES UNIVERSITARIAS DE AUSJAL www.ausjal.org
contenido Agradecimientos 11 Prólogo 15 Claudia Bautista Arias Presentación 21 Jorge Humberto Ruiz Patiño Introducción 27 Hacia una historiografía emancipatoria: reflexiones teóricometodológicas 30 Epistemologías e historiografías feministas 33 Debates alrededor de la historiografía del fútbol: hombres, mujeres y la escritura de la historia 51 Tiempo presente, memoria y oralidad: herramientas metodológicas 59 La entrevista como herramienta 74 Hacia una historiografía del fútbol practicado por mujeres 80 1. Contexto histórico del deporte y del fútbol 87 Desarrollo histórico del cuerpo y el deporte en Colombia 90 Estado del arte del fútbol practicado por hombres en Colombia 105 Desarrollo histórico del fútbol practicado por mujeres en otros países 119
2. Relatos del fútbol practicado por mujeres en Colombia 151 Lo escrito: fútbol practicado por mujeres a mediados del siglo XX a partir de los reportes en prensa 152 3. Historias orales del fútbol practicado por mujeres en Colombia: primeros escenarios 173 Fútbol en la calle y en el barrio 175 Fútbol en el pueblo 182 Fútbol en el colegio 190 4. Práctica de fútbol en escenarios universitarios 207 La Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá 219 Torneos interuniversitarios 249 5. Experiencias en torneos 253 Torneos en las regiones 253 La gira de las futbolistas vallecaucanas por Ecuador a mediados de los setenta 257 El torneo que fundó un equipo: Formas Íntimas 260 . El fútbol en las ligas departamentales 271 Liga Antioqueña de Fútbol 272 Liga de Fútbol de Bogotá 282 Liga Santandereana de Fútbol 307 Liga Vallecaucana de Fútbol 321
7. Primeras selecciones colombianas de fútbol practicado por mujeres 329 Selección infantil de fútbol practicado por mujeres 330 Primera selección colombiana oficial 339 8. Una lectura del desarrollo histórico del fútbol practicado por mujeres en Colombia 363 El deporte invisible: exclusión y negación de las mujeres en el fútbol colombiano 365 Reflexiones alrededor de las vivencias comunes de las jugadoras 381 Estereotipo, heteronorma y lesbianismo 393 Capacitismo, racismo, clasismo y transodio: reflexiones a partir de la matriz de dominación 404 Conclusiones 415 Epílogo 423 Anexo. Publicaciones sobre fútbol practicado por mujeres en El País de Cali 435 Bibliografía 445 Entrevistas 445 Prensa 445 Literatura secundaria 455

Este libro es el resultado de casi cuatro años de trabajo, en los que fue evidente que es imposible realizar una investigación de esta magnitud sin el apoyo de muchísimas personas. Con el temor de olvidar a alguien, quiero agradecer a quienes me han acompañado, guiado, ayudado y sostenido:

Agradezco profundamente a mi hermana Rosana Ardila Biela por estar siempre pendiente de mí, por recibirme todos los años en su casa, por consentirme, por preguntar siempre cómo estoy y qué necesito. A mi hermano Federico Ardila Biela, que siempre ha estado para solucionar los problemas que tengo y tendré con el computador, por recibirme en su casa y acompañarme en Hamburgo. A mi hermana elegida, Ángela María Andrade Perdomo, con quien llevo riéndome y llorando más de treinta años y que me ha retado desde niña. A mi mamá, Renate Biela Lange, por apoyarme. A Chava, Ana Isabel Cañas, por hacerme reír siempre y por alimentarme. A Marco Melo, por guiarme en la construcción del proyecto que entregué a la Fundación Rosa-Luxemburgo, de la cual recibí la beca que hizo posible mi doctorado. A Jona Garz, que me leyó en alemán, me corrigió y me ayudó a tener un proyecto que mi profesor aceptara. A Alina Bongk, quien también me leyó, me ayudó a prepararme para la entrevista, me abrazó en Alemania cada vez que no sabía cómo seguir y me ha enseñado el cuidado mutuo. A la profesora Mara Viveros Vigoya, que me recomendó para la beca y me sigue guiando académicamente. También al profesor Franklin Gil, que con sus lecturas y cuestionamientos me ha apoyado y abierto espacios. A Mariane Weiss, quien respondió siempre mis preguntas y me guió por la burocracia alemana. A Alexandra Avendaño Cifuentes, por su trabajo de revisión de prensa. A Ulrich Mücke, mi director de tesis.

A quienes me acompañaron en la Universidad de Hamburgo:

Katja Reuter, Clara Lunow y Nicole Wiederroth, gracias por apoyarme con reflexiones teóricas, risas y salidas a pasear. A mis compas de

11 Agradecimientos

Memoria y Palabra, por leerme, compartir literatura conmigo, enseñarme y guiarme en el mundo de la historiografía, y por ser un refugio para mis preguntas: Rosario Arias Callejas, Fernanda Espinoza Moreno, María Angélica Tamayo Plazas, Pilar Rey Hernández y Mayra Guerra Guerrero.

A Fadua Fayad Mayorga, con quien he compartido la experiencia de migrar y todo lo que implica moverse por dos lugares tan diferentes del mundo. Por las reflexiones políticas, su apoyo e inspiración para estar todo el tiempo aprendiendo. A Esteban Mora Méndez, quien me llenó de alegría, bailes, comidas y discusiones, y fue asistente de esta investigación. También a Johany Mora Méndez, por todas las risas, las comidas y los estiramientos.

A Juliana Guerra Rudas y Blandine Juchs, con quienes estuve varios años construyendo, discutiendo, reflexionando y muchas otras cosas más que me han ayudado a mantenerme activa, gracias por tomarse el tiempo de reflexionar y construir conmigo; que La Corriente de aprendizajes colectivos nunca se detenga. También a las personas con las que he compartido en este tiempo y han escuchado mis dudas, mis temores y mis alegrías: Juliana Arias Ardila, Saraya Bonilla, Katja Müller, Vicky Braunstein, Jan Drünkenmulle, Ángela María Urrea Veloza y muchas más que acá no alcanzo a nombrar.

A quienes compartieron su tiempo conmigo, con apertura e interés, sin ustedes este libro no existiría: Nancy Mora, Lucila Marín, Orlando Morales, María Peña, Amparo Maldonado, Ana María Goretti Franco, Nygred Solano, Patricia Vanegas, Ruth Ortiz, Sonia Chalá, Wilson Gutiérrez, Paula Botero, Carolina Gil Holguín. Especiales agradecimientos a Elizabeth Oviedo, que me contactó con varias entrevistadas y se ha mantenido en contacto conmigo, resolviendo mis dudas y enseñándome sobre el fútbol en Bogotá. A

Myriam Guerrero, que se tomó el tiempo, tuvo la disposición para hablar de su experiencia y me ayudó a encontrar a otras entrevistadas.

A Liliana Zapata, quien me guió por Medellín, me llevó a conocer su proyecto Casa Hogar para niñas futbolistas, me confió su historia y ha seguido pendiente de este trabajo, y también a Margarita Martínez.

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A Juliana Román, con quien me encontré en diferentes espacios y compartió conmigo sus reflexiones. A Verónica Arias Callejas, que me abrió las puertas de su casa y su archivo personal. A Nathalia Prieto, que también me ayudó a contactar personas y me ha mostrado experiencias en Bogotá. Gracias a todas ustedes por compartir sus historias de vida y, sobre todo, por hacer posible el fútbol para ustedes y otras mujeres.

Finalmente, quiero agradecer a las dos personas que leyeron este trabajo en su versión más cruda, corrigieron mis errores, me cuestionaron cuando fue necesario y me animaron en los momentos más difíciles: Angélica Gómez y Ari Vélez.

Gracias a quienes han afrontado las discriminaciones y han luchado por su libertad, pues han abierto el campo para las demás.

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Agradecimientos

Hace unas semanas recibí una llamada perturbadora, Gabriela Ardila Biela estaba del otro lado de la línea, había escrito una tesis de doctorado que estaba a punto de convertirse en libro y me proponía que escribiera el prólogo. “No me merezco ese honor”, pensé después, cuando terminé de leer este increíble documento, de un valor incalculable para la historia del fútbol en Colombia, que engancha desde el título y que considero de obligatoria lectura para cualquiera que alguna vez se haya interesado por este deporte en su vida —aún si ha abandonado “la causa” con el correr de los años—.

Quien lo lea sentirá una profunda empatía por sus protagonistas, mujeres de diferentes edades, contextos y generaciones que relatan en primera persona sus experiencias, y que le dan cuerpo y emoción a esta re-construcción de una historia que nos ha sido negada: la del fútbol practicado por mujeres, un deporte que, en un país como el nuestro, tiene mucho de voluntades individuales que se conjugan cariñosamente para construir —con solidaridad poderosa y ejemplar— espacios seguros en medio de la violencia, segregación y discriminación a la que fueron y siguen siendo sometidas jugadoras, entrenadoras, árbitras y directivas.

La perspectiva historiográfica feminista y el método no cissexista ni androcéntrico desde los que Gabriela aborda este amoroso proceso, para reconstruir una porosa línea de tiempo mil veces invisibilizada, nos revela el valor y el poder de las mujeres que han practicado fútbol en Colombia, a pesar de los estándares que nos han limitado, desde el momento en que se nos define a partir de nuestro supuesto “poder de procreación”, y que se extienden hasta el escenario homófobo en que el fútbol practicado por hombres fue planteado y se sigue escenificando para llenar estadios, batir cifras de audiencia y escandalizar al mundo con las cifras absurdas de dinero que se mueven en transacciones que, al final, reducen a los deportistas a la triste categoría de mercancía.

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Prólogo

En este mundo ultrajerarquizado, en el que ni siquiera los hombres la tienen fácil, las mujeres que practican fútbol pueden llegar a “poner en riesgo” la reproducción de la especie, reduciendo o anulando su “vocación” para los oficios domésticos y su “instinto natural de maternar”, creando un espacio en el que sus cuerpos se fortalecen peligrosamente y en el que los estrechos lazos afectivos entre ellas les brindan fortalezas que, tal vez, les resultaban desconocidas. Y así lo demuestra Gabriela al agrupar las experiencias de universitarias, citadinas, colegialas, mujeres del campo, madres de familia, hijas, deportistas profesionales, que, vistas en conjunto, demuestran que el fútbol jugado por mujeres representa una amenaza para la reproducción del modelo económico que los hombres futbolistas alimentan desde todos los rincones del planeta; es por eso que todas y cada una de las mujeres que comparten sus recuerdos con quienes leemos este libro son auténticas revolucionarias que, con cada pase, con cada gambeta y con cada remate, han construido la posibilidad de una vida diferente para millones de personas.

Revolucionarias fueron las caleñas que participaron en el clásico de su región entre el Boca Juniors y el Deportivo Cali en octubre de 1949, uno de los primeros encuentros de los que Gabriela encontró registro en la prensa colombiana, y también las costarricenses que emprendieron una gira por varias ciudades colombianas en 1951 y que, por motivos que eran de esperarse, no pudieron pisar las canchas bogotanas. Y también lo son las increíbles Myriam Guerrero, Margarita Martínez, Amparo Maldonado, Nancy Mora y Liliana Zapata, auténticas pioneras de la práctica, entrenadoras y gestoras de proyectos deportivos autogestionados que fueron la semilla de los triunfos que hoy cosechan las nuevas generaciones de jugadoras, aunque aún enfrenten la insensatez de los directivos del fútbol colombiano, sus juicios e irrespetos y la impresentable brecha salarial que resulta inadmisible en pleno siglo XXI.

Las de ellas y todas sus sucesoras en las veredas, calles y canchas de madera, asfalto y grama de Colombia son historias de mujeres que, casi siempre, llegaron al fútbol tomadas de las manos de sus

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hermanos, de sus padres o de sus amigos del barrio, que encontraron en el fútbol su pasión y un motor de vida y que tuvieron que camuflarse, romper reglas, abrir trochas y hacerse respetar de mil formas para poder competir, para crear sus propios espacios. Este libro, que habla de mujeres que tuvieron que atravesar penosas dificultades, obstáculos aparentemente insalvables y complejos y culebreros caminos para lograr lo que deseaban, está muy lejos de adoptar un discurso lastimero, por el contrario: está lleno de emocionantes relatos sobre el poder de los cuerpos femeninos, del trabajo colectivo, de poderosas complicidades de hombres sensibles e industrias patrocinadoras de sus proyectos y de la convicción que, a través de varias generaciones, ha llevado a las mujeres a ganar espacios que, lamentablemente, en ocasiones también han perdido, solo para intentar su reconquista. Surge aquí la más dolorosa de todas las preguntas que, con seguridad, nos haremos al avanzar en la lectura: ¿por qué insistir en ser parte de ese mundo heteronormado? ¿Qué sentido tienen las luchas constantes de las mujeres para ser reconocidas por instituciones tan anticuadas como la FIFA, la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), la División Aficionada de Fútbol Colombiano (Difútbol) o las ligas regionales? La respuesta parece clara y Gabriela llega a brillantes conclusiones en su análisis de los diversos materiales que recolectó durante su trabajo de investigación. Es así como esta historia de nuestro tiempo tiene, además, el enorme valor de sembrar esperanza, de plantear caminos posibles, de recordarnos que siempre se puede avanzar hacia sociedades en las que la gente considerada rara, oprimida y/o excluida pueda ser, pertenecer y actuar con libertad.

Y, como sigo pensando que escribir estas líneas es un privilegio enorme, me siento tentada a contar una pequeña parte de lo que esta lectura removió en mí, a resumir mi propia historia con el fútbol, con la esperanza de que tenga un efecto parecido en las personas que lean este libro, quienes seguro también tienen la suya. Recuerdo que el fútbol hizo parte del paisaje de mi infancia cada vez que el compañero de trabajo de mi mamá lamentaba las derrotas del equipo rojo de Bogotá y cuando mi papá, un hombre que

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declara sin vergüenza que detesta el fútbol, jugaba a las cartas con un volante de marca de ese mismo equipo capitalino. Siempre estuvo ahí: distante, en noticieros, periódicos y programas radiales. Y ya tenía cédula de ciudadanía la noche en que me lo volví a encontrar, cuando un hincha del equipo azul de Bogotá —rival de patio del rojo de la infancia— me llevó en plan de conquista a un clásico bogotano. Aún no encuentro palabras para describir el peso de aquella atmósfera, la mezcla de emociones con que me estrellé esa noche, el impacto que tuvo en mí ver a los hombres expresar en voz muy alta sus emociones: lamentarse, gritar, abrazarse y hasta besarse cuando entraron los cuatro goles de aquella noche en que la baranda de la tribuna norte no resistió el fervor de la barra brava y con mucha angustia vi caer varios chicos a la pista atlética —policía, paramédicos, ambulancia, no hubo lesiones fatales, se supo al día siguiente en las noticias—. El show debía continuar. Los empates se resolvían entonces con lanzamientos desde el punto penal, el equipo rojo ganó el partido y yo celebré saltando, en medio de un grupo de muy comprensivos y amables hinchas del equipo rival.

Aquello fue una auténtica fascinación, el fútbol que mi padre detesta —el que nunca vimos en casa, ni siquiera cuando jugaba la Selección Colombia— se convirtió en mi obsesión. Quise saberlo todo, entenderlo todo, entrar a todas las tribunas, experimentar desde adentro ese delirio colectivo que tanto me conmovió la primera vez que fui al estadio. Intenté, también, jugar. Lo hice —pésimo— en la Universidad Nacional de Colombia, gracias a la generosidad y tolerancia de las compañeras de nuestro equipo de la carrera de Cine y Televisión, en la Copa La Amistá —realmente lo hacía muy mal—. Tal vez por obsesiva, o más bien por afortunada, resulté elegida para cubrir al equipo de mis amores para Sin Amarillo, Azul y Rojo, un programa de fútbol cuya línea editorial era rotundamente antiperiodística, y fui la única mujer —“la cachacita”, así en diminutivo, obviamente— de un grupo de hinchas bogotanos que reportaba desde la subjetividad lo que ocurría con nuestros equipos del alma. En ese trabajo fui feliz y también empecé a descubrir el lado oscuro del

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“mejor espectáculo del mundo”, ahí conocí a mi esposo y, si no hubiera sido por eso —lo digo muy en serio—, no tendríamos a nuestra hija de siete años, que está a punto de jugar la final del intercursos de fútbol del primer grado en su colegio mixto. El fútbol cambia vidas. Lo hace de muchas más formas de las que uno imagina. Y, porque el fútbol cambió mi vida, varios años después de hacer Sin Amarillo dirigí De Bogotá en las canchas, una serie de documentales sobre la historia del fútbol bogotano, con la que nos ganamos un premio India Catalina. Para incluir a las mujeres, tuve que discutir muchas veces con gerentes, productores, coproductores, expertos y asesores —todos hombres—, para que, al final, se avalara su participación en calidad de hinchas en todos los episodios y tuviéramos cinco insuficientes minutos de fútbol practicado por mujeres en un capítulo titulado “Más allá de Millonarios y Santa Fe” en una época en la que el clásico femenino de la capital lo protagonizaban los equipos Besser F. C. y Gol Star. Algunas de esas jugadoras integraban por ese entonces la selección femenina de Colombia, a cuya historia —después de mucho argumentar, gracias a su título en el Campeonato Sudamericano Sub-17 en 2008— logramos dedicarle dos minutos en otro episodio titulado “Bogotá y la selección”, y así conocí a Myriam Guerrero, a Yoreli Rincón y a Tatiana y Natalia Ariza, entre otras personas que nos contaron sus experiencias de vida. Las mujeres que juegan fútbol tuvieron solo siete minutos en esa serie de aproximadamente cuatro horas y media. Mea culpa. No tuve la fuerza y el carácter que sí tienen todas las protagonistas de este libro, incluida Gabriela, su valiente autora.

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Presentación

A las patadas. Historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949, libro escrito por la historiadora Gabriela Ardila Biela, llega justo cuando estamos viendo florecer esta práctica deportiva en el país. El momento parece ideal, pues dicho florecimiento no se ha dado de manera espontánea ni se encuentra desligado de un conjunto de elementos y procesos que han condicionado su desarrollo, tal como lo demuestra la autora en el transcurso de su texto. A las patadas expone las formas sociales, culturales e institucionales de exclusión e invisibilización que han impuesto obstáculos a las mujeres que desean practicar fútbol, así como las luchas mediante las cuales ellas han podido instituir su práctica, atravesando las grietas que deja entrever el orden patriarcal.

Este es un libro hecho de historias que nos muestran cómo el deseo y el ingenio pueden burlar al poder, pero también cómo, a pesar de los espacios que históricamente han logrado ocupar las mujeres futbolistas en Colombia, el poder se adapta y reconfigura, creando nuevas formas de exclusión e invisibilización. Como lo muestra Ardila, uno de tantos ejemplos es el hecho de que la institucionalización reciente del fútbol practicado por mujeres haya conducido al desplazamiento de quienes venían desempeñando roles técnicos y directivos, mujeres que habían conquistado esos espacios durante años de trabajo autogestionado y que ahora ven cómo son ocupados en su totalidad por hombres. Siempre de la mano de la crítica profunda, la autora se aleja de una visión pesimista y resalta los escenarios de la lucha exitosa y de la solidaridad, de los retos y de las posibilidades que depara el futuro.

Ardila Biela establece su lugar de enunciación político desde el comienzo. Su reconstrucción histórica del fútbol practicado por mujeres no reposa sobre el interés de completar las piezas de la historia de este deporte en Colombia, que resulta ser la historia del fútbol practicado por hombres, cuyo evento más reciente, nos dice la autora,

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sería la incorporación de las mujeres a sus estructuras institucionales. Reposa, por el contrario, en el propósito de mostrar que el fútbol practicado por mujeres tiene un recorrido propio, hecho de un conjunto nutrido de experiencias que no fueron contadas por los medios de comunicación ni por la academia colombiana. Visibilizar estas experiencias y consolidar una memoria colectiva a partir de ellas introduce nuevos elementos en el campo de las luchas de las mujeres, lo que permite mejorar las condiciones institucionales que limitan su participación en el fútbol.

El propósito del libro se alimenta de una constatación: en Colombia no existe conocimiento histórico sobre el fútbol practicado por mujeres. Un “deporte sin historia” es lo que observa Ardila Biela en sus pesquisas iniciales, razón por la cual sus preguntas de investigación giran en torno a las formas como se ha “investigado, pensado y construido el fútbol en Colombia”, y a las razones por las cuales “la historia del fútbol es la historia del fútbol practicado por hombres” (p. 22). Acá la acción política se junta con la crítica epistemológica, pues la autora reconoce que pensar la invisibilización y la exclusión de las mujeres en el fútbol implica el cuestionamiento de las bases sobre las que se ha construido la historiografía de este deporte. La autora encuentra que el “sesgo patriarcal” en el conocimiento histórico sobre el fútbol es el correlato de las representaciones binarias del cuerpo en torno al sexo y la diferencia sexual, que ubicaron desde un comienzo al fútbol en el espacio de las prácticas masculinas, excluyendo de tajo la participación de las mujeres. Si el tema predilecto de la historiografía sobre el fútbol es la relación entre este deporte y la nacionalidad, y si el lugar de las mujeres en la nación ha sido definido históricamente desde las ideas del cuidado, la maternidad y la reproducción, encontramos en estos factores, plantea la autora, las razones de la parcialidad en la mirada historiográfica. Todo ello ha conducido a la ilusión generalizada de que en Colombia el fútbol practicado por mujeres es un acontecimiento de reciente aparición forjado en los albores del siglo XXI. Contra esta ilusión, Ardila realiza una investigación de archivo en prensa y revistas

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que la lleva a identificar experiencias de mujeres practicando fútbol desde 1949. Si bien son registros escasos, la sospecha recae sobre la mirada patriarcal del periodismo deportivo de la época con sus omisiones, estigmatizaciones y estereotipos. Acá comienza a cobrar vida la concepción de una epistemología e historiografía feministas, como las denomina la autora, pues estos hallazgos demuestran que la participación generalizada que tienen las mujeres hoy en el fútbol no es resultado de aperturas institucionales, sino que, por el contrario, son estas las que han derivado de los actos entrelazados de múltiples mujeres desde hace por lo menos siete décadas.

En A las patadas las mujeres futbolistas son “sujetas productoras de conocimiento”. Este es un aspecto capital del libro porque el uso que hace Ardila Biela de testimonios orales obtenidos mediante entrevistas le permite ampliar los primeros hallazgos encontrados en la prensa de las décadas de 1950 y 1960. Así, los relatos de las mujeres van mostrando con gran detalle sus experiencias en el fútbol desde 1970, la mayoría de estas no reportadas por la prensa deportiva. En el transcurso de los capítulos van emergiendo historias nunca contadas que dejan ver trayectorias diversas en cada una de las mujeres entrevistadas, así como los contextos que sirvieron de introducción a la práctica del fútbol, los obstáculos iniciales, las frustraciones y el constante enfrentamiento entre exclusión y resistencia. Pero también son historias de la estrategia, la autogestión y autoorganización, las solidaridades y las esperanzas.

Este libro nos muestra las asimetrías sexistas que se ocultan detrás de las imposibilidades institucionales y económicas con las cuales se justifica el apoyo a cuenta gota que tiene el fútbol practicado por mujeres, valiéndose de una historia oral que tiene el potencial de remover los sentidos comunes que atraviesan las representaciones que nos hacemos de esta práctica. Observar en detalle cómo opera la subjetividad de cada una de las mujeres futbolistas que son protagonistas de este libro ante cada una de las adversidades estructurales que encuentran tiene el efecto de convertir en certeza lo que es intuición desde un comienzo: que el estado actual en el que se encuentra fútbol

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Presentación

practicado por mujeres en Colombia se transformará en la medida en que se devele el trasfondo cultural y político sobre el que se asientan las barreras institucionales que lo constriñen.

La autora organiza y agrupa los relatos de las futbolistas entrevistadas en torno a los escenarios en los que se desarrolla la práctica deportiva: la calle, el pueblo, el barrio, el colegio, la universidad, los torneos regionales autoorganizados, las ligas departamentales y las selecciones nacionales. A primera vista, su estrategia expositiva parece conducirnos por una línea que va desde los escenarios que presentan menor grado de institucionalización hasta aquellos completamente institucionalizados, como es el caso de la Selección Colombia. Sin embargo, los segmentos narrativos con los que se presentan los relatos constituyen unidades analíticas, pues en cada uno de dichos escenarios, que están casi todos presentes en las trayectorias individuales de las futbolistas, se expresan con distinto matiz, según el caso, las formas de exclusión e invisibilización que limitan la participación de las mujeres en el fútbol.

Los relatos se condensan en cada escenario de práctica y las trayectorias individuales se conectan entre sí, tanto en la narración como en la experiencia viva de cada una de las jugadoras, de lo que resulta una compleja red de interpelaciones a distintas instituciones (desde la familia hasta la Federación Colombiana de Fútbol), de estrategias de gestión, de complicidades y apoyos, de logros que se comparten junto con los miedos y violencias. Es ilustrativo ver cómo las luchas aisladas de distintas mujeres en los años setenta, en diferentes ciudades del país, se van integrando a medida que se acumulan más logros en el tiempo, y cómo las acciones de estas “pioneras”, como se llaman entre ellas, han inspirado y orientado el derrotero de muchas otras futbolistas. Sin embargo, esto no puede verse como un proceso acumulativo sin más, nos advierte Ardila, pues a cada conquista le corresponde una reacción por parte de las instituciones patriarcales.

Las luchas actuales para mejorar las condiciones de desarrollo de la liga de fútbol practicado por mujeres son un ejemplo de ello.

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Resulta paradójico que la presión ejercida por las futbolistas durante años para lograr la institucionalización de su práctica haya tenido el efecto de su desplazamiento de las instancias directivas y técnicas, así como del debilitamiento de las estrategias de autogestión y los espacios autoorganizados que, para la autora, han sido los escenarios decisivos de las mujeres futbolistas. Nos dice Ardila Biela que “las instituciones oficiales profesionalizaron el fútbol practicado por mujeres, pero no sus estructuras” (p. 420), situación ejemplar de cooptación en la que se incorporan los avances, pero no así a quienes los desarrollaron.

La otra cara de todo esto se encuentra en las redes de interacción que las futbolistas van construyendo en cada uno de los escenarios en los que se ven involucradas. Sus relatos muestran que sus luchas se potencian cuando se articulan con esas redes, por ejemplo, en el entorno familiar, donde son las madres, hermanos o padres quienes apoyan en ocasiones la práctica futbolística, o en los espacios barriales y de clubes, donde se forjan alianzas con amigos y directores técnicos que ayudan a contener críticas sexistas de familiares hostiles o de hombres futbolistas. Por supuesto, lo decisivo son las redes de interacción construidas entre mujeres futbolistas, pues para Ardila Biela “el fútbol practicado por mujeres en Colombia ha existido gracias a la solidaridad entre las futbolistas, a la autoorganización, el trabajo colaborativo y los sacrificios físicos y emocionales” (p. 413). En los apartes finales de su libro, Ardila Biela proporciona una explicación de la invisibilización histórica del fútbol practicado por mujeres en Colombia. Apoyada en la epistemología feminista, el uso de la categoría género y los testimonios orales obtenidos, plantea que dicha invisibilización solamente puede comprenderse desde una visión de largo plazo que observe la relación conflictiva entre ciudadanía y mujeres, constituida por aspectos como el disciplinamiento del cuerpo desde la Colonia y la República, las representaciones acerca del lugar de la mujer en el imaginario nacional y la función de las prácticas deportivas y la educación física en las primeras décadas

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Presentación

del siglo XX, desde las cuales, y apoyadas en los saberes higiénicos y médicos, se controlaron (y se controlan) los cuerpos de las mujeres.

En esta visión a largo plazo también deben tenerse en cuenta otros elementos. La autora comenta que la desigualdad en la disponibilidad de tiempo libre, por lo menos desde la reglamentación de la jornada de trabajo en la década de 1930, limita las posibilidades de las mujeres para practicar fútbol, situación de completa actualidad si se tienen en cuenta los debates acerca de las sobrecargas en el trabajo no remunerado del cuidado. Por otro lado, el incipiente capitalismo nacional de mediados del siglo XX, conformado por la alianza entre Estado, empresas y medios de comunicación, no incluyó dentro de sus dinámicas la práctica del fútbol realizado desde entonces por las mujeres, como sí sucedió en términos generales con el deporte practicado por hombres y, en particular, con el campeonato profesional de fútbol en 1948 y la primera Vuelta a Colombia en 1951. En este sentido, el carácter patriarcal del capitalismo se expresa y se sigue expresando.

Finalmente, el recorrido realizado por Ardila Biela con A las patadas deja abierta la posibilidad de profundizar y ampliar sus hallazgos en varios frentes. A partir del concepto de matriz de la dominación ella resalta que su investigación se concentró principalmente en la arista del sexismo, pero que otras aristas analizadas en menor grado como la lesbofobia y el clasismo, y algunas que no fueron abordadas, como el capacitismo (discriminación hacia personas con capacidades psicomotoras diversas), el racismo y el transodio, deberán investigarse como parte de un programa más amplio, académico y político, que potencie las luchas contra la construcción binaria de los cuerpos sexuados y la exclusión de las mujeres del fútbol colombiano.

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Introducción

Y dale alegría alegría a mi corazón

Una cancha disidente es mi obsesión que entren todos los cuerpos gritemos gol un caño al patriarcado y la opresión Ya vas a ver el fútbol va a ser de todes o no va a ser y si chabón llevamos en los botines Revolución.

Sabrina Faija, “Cómo fue el cancionero feminista que se escuchó fuerte en Arsenal”

No soy futbolista, no sé bien cómo patear el balón, compré unos guayos hace tres años y los he usado solo tres veces. Jamás he jugado un partido completo y la única vez que me invitaron me lesioné y salí avergonzada. No soy hincha de ningún equipo, fui por primera vez al estadio cuando empecé la tesis, todavía no entiendo por qué anulan goles o sacan jugadoras del campo y me entero de que hay partidos porque escucho gritos en mi vecindario. He visto a personas llorar por los partidos, tatuajes conmemorativos, religiones dedicadas a futbolistas, ciudades enteras detenerse durante un partido, victorias convertidas en festejos nacionales y hasta guerras entre países que iniciaron en la cancha. Sé que el fútbol es apasionante. A mí me entusiasmó a través de mis estudiantes de la Universidad de Cundinamarca en Suacha, un grupo de futbolistas aficionadas, apasionadas por un deporte que parecía no tener historia. ¿Cómo era posible que en la clase que dictaba sobre historia del deporte no encontrara un texto que les hablara a estas estudiantes?

¿Por qué no había información sobre el desarrollo histórico del fútbol practicado por mujeres? Tuve entonces vagos recuerdos de la selección colombiana de mujeres, a quienes llaman Chicas Superpoderosas, y me pregunté de dónde salieron, será que sus poderes incluyen la innata habilidad de practicar un deporte o dónde, cómo y por quién

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han sido formadas. Estas preguntas iniciaron una búsqueda que trajo consigo este libro.

En las revisiones iniciales aprendí que ya para finales del siglo XIX había equipos de mujeres en Inglaterra. La sorpresa fue mayor cuando encontré que en algunos países el fútbol practicado por mujeres había sido prohibido, y cuando leí en el periódico que en Colombia el 2017 empezaría con una propuesta de profesionalización. Mi interés por entender los procesos históricos desde perspectivas críticas que apunten a transformaciones me animó a dedicarle más de tres años de mi vida a investigar los pasados vividos por mujeres que, contra viento y marea, se pararon en las canchas y con patadas y piques afrontaron el patriarcado. Las reflexiones me llevaron a más preguntas: ¿cuál es la relación entre este deporte y el cuerpo? ¿Por qué su supuesto cuidado fue el argumento para las prohibiciones en otros lugares? ¿Cómo los deportes son escenarios donde emergen políticas sobre él? ¿Qué ha significado esto para las futbolistas? ¿Qué perspectiva de análisis me puede servir para abordar esta historia que parecía no existir?

En Colombia, el fútbol practicado por hombres está lleno de anécdotas grandes y pequeñas. Desde el aplauso de Maradona a la selección de hombres luego de que esta le ganara por cinco goles al equipo argentino en 1993, pasando por la victoria del equipo Millonarios contra el Real Madrid en 1952, hasta los miles de niños que aprendieron a jugar con sus papás y fueron fuente de orgullo en las familias. Mientras estos relatos se arraigaban en la cultura del país, la historia y el desarrollo de los cuerpos feminizados se relegaba a la reproducción de unos roles específicos: procrear, cuidar de la idea cisheteronormada de la familia, atender al marido. En este escenario, resulta preciso que me pregunte por la forma en que las mujeres encontraron espacios y estrategias para jugar fútbol, y que intente, así, historizar este fenómeno identificando su inicio. Sin embargo, este proceso resultaba complejo, pues, como es usual, la literatura no aporta información relevante sobre personas subalternizadas. Esto me motivó a buscar otras fuentes y otras perspectivas metodológicas

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y teóricas desde las cuales asumir el reto historiográfico que significa escribir sobre las vivencias de mujeres en sociedades patriarcales. Así, mi investigación parte de una perspectiva historiográfica feminista con la que busco pensar y cuestionar la construcción del conocimiento existente hasta el momento sobre el fútbol practicado por mujeres en Colombia. Es por esto que presento algunas de las reflexiones feministas sobre la construcción del conocimiento que señalan la importancia del posicionamiento político de quien escribe y rescatan herramientas de análisis como la matriz de dominación, la cual permite entender la interrelación entre las diversas formas de opresión que recaen sobre las personas. Con esto pongo en evidencia las dificultades de escribir historia sobre las personas excluidas, como lo son en este caso específico las futbolistas, y la necesidad imperante de amplificar sus narrativas. A partir de ahí, busco proponer y usar herramientas teórico-metodológicas para caminar la delgada línea entre la invisibilización y la exclusión de las futbolistas, pues me interesa revelar cómo, aunque las mujeres han sido excluidas de manera sistemática de los escenarios deportivos, han logrado encontrar grietas desde las cuales resistir y practicar fútbol.

La elección de las herramientas historiográficas se basa en las reflexiones de la historia del tiempo presente, la historia oral y la memoria, y propongo la entrevista como instrumento metodológico, ya que con este es posible mantener el foco sobre las personas que vivieron la historia, la manera en que la significan y su relación con los sucesos y el paso del tiempo. Así, realicé veintiséis entrevistas semiestructuradas, de las cuales utilicé veintiuna para la escritura de este libro. Entrevisté principalmente mujeres que han practicado fútbol y también a algunos hombres que han sido entrenadores de fútbol practicado por mujeres. A través de los relatos de las personas entrevistadas cubro un periodo de tiempo que inicia en 1970, cuando comienza la narración de la persona entrevistada de mayor edad, y llega al 2017, momento en que se reglamentó la profesionalización del fútbol practicado por mujeres. Las futbolistas entrevistadas tuvieron experiencias y expectativas distintas con el deporte; algunas soñaron

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y se pensaron una vida como futbolistas e incluso hicieron parte de la selección nacional, otras lo practicaron como hobby. Esta diversidad es intencionada, pues busqué investigar sobre el fútbol practicado por mujeres en diferentes espacios, tanto los institucionalizados como los autoorganizados.

Para entender a profundidad las reflexiones y las herramientas que hicieron posible el análisis que realizo y la manera en que procuro construir esta pequeña historia del fútbol practicado por mujeres, resulta necesario profundizar en las perspectivas teóricas y metodológicas feministas en las que reparo, las cuales se exponen a continuación.

Hacia una historiografía emancipatoria: reflexiones teórico-metodológicas

Para investigar la historia, su escritura y reescritura, recurro a análisis feministas sobre la construcción y el entendimiento del conocimiento. Parto de la necesidad de crear conocimiento crítico y emancipatorio que permita, más allá de tomar posiciones de poder, cuestionar su existencia y tratar de entender cómo opera este dentro de las formas en que investigo y los temas que investigo. Intento retarme a hacer un trabajo que proponga pensamientos y análisis que busquen construir sociedades más justas y libres, sin dejar de reconocer el limitado alcance de la academia. Como afirma bell hooks, “la teoría no es inherentemente curativa, liberadora o revolucionaria. Solo cumple esta función cuando le pedimos que lo haga y dirigimos nuestra teorización hacia este fin”.1 En este sentido, para mí es fundamental que la teoría que uso y los resultados que presento tengan como objetivo una transformación liberadora para todas las personas,

1 bell hooks, Teaching to Transgress: Education as the Practice of Freedom (Nueva York: Routledge, 1994), 61. Salvo que se indique lo contrario, la traducción de las citas de referencias bibliográficas en otros idiomas es mía.

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especialmente para las mujeres2 que luchan/luchamos todos los días por vivir libres y sin miedo. Inicio el marco teórico-metodológico con un análisis de la epistemología y la historiografía feminista, buscando entender quiénes son las sujetas productoras de conocimiento y de historia y por qué es importarte cuestionar la hasta ahora existente historia del fútbol en Colombia. Comprender el marco de poder en la construcción de conocimiento, en este caso histórico, permite entender el valor del análisis de las vivencias y la importancia de la visibilización de las futbolistas en la historia de Colombia. Eso implica revelar que la historia del fútbol practicado por hombres ha sido vista como una historiografía neutral que logra abarcar el relato histórico del fútbol en general, cuando los importantes trabajos que hay sobre el tema borran a las mujeres, las disidencias y sus historias del campo de análisis historiográfico del deporte a través de su supuesta neutralidad. Por ello, quiero reflexionar acerca de lo que se ha escrito hasta ahora sobre la historia del fútbol en Colombia, retomando la discusión sobre el género como categoría útil para el análisis historiográfico que planteó en los años ochenta Joan W. Scott,3 las consideraciones que se han hecho respecto a las sujetas de la historia y los cuestionamientos sobre lo visible y lo invisibilizado en los estudios historiográficos.

2 En este trabajo hablo de mujeres como sujetas diversas; busco reconocer las diferencias de clase, racialización, sexualidad, habilidades psicomotoras e identidades sexogenéricas que existen entre ellas. Así, no hay una sujeta-mujer específica sino muchas sujetas mujeres en relación entre sí y con el resto de las personas. De igual forma, quiero reconocer las existencias y experiencias de las mujeres trans, los hombres trans y las personas no binarias. Sin embargo, este trabajo sigue dejando gran parte de la diversidad humana fuera de foco. Las personas entrevistadas son todas, en el momento de la entrevista, cisgénero y es muy poca la información que logré recopilar sobre diferentes existencias y su experiencia histórica en el fútbol. Esta es una deuda que queda abierta en la historiografía y que este trabajo no logra saldar.

3 Joan W. Scott, “Gender: A Useful Category of Historical Analysis”, The American Historical Review 91, núm. 5 (diciembre de 1986): 1053, https://doi.org/10.2307/1864376 y Joan W. Scott, “Género: ¿todavía una categoría útil para el análisis?”, La Manzana de la Discordia 6, núm. 1 (2011): 95-101, https://manzanadiscordia.univalle.edu.co/index.php/ la_manzana_de_la_discordia/article/view/1514.

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Desde ahí me pregunto por las metodologías necesarias para escribir una historia en la cual las sujetas, anteriormente invisibilizadas, puedan participar mediante el reconocimiento de fuentes ignoradas por gran parte de la historiografía sobre el fútbol —hasta hace relativamente poco las mujeres no habían sido parte de esta—. Así, planteo preguntas que reconozcan el papel de las sujetas en el tiempo y tomo sus testimonios como fuentes válidas para la escritura de la historia. En este apartado reflexiono en torno a la metodología que decidí utilizar, teniendo en cuenta los debates sobre la historia del tiempo presente, la memoria, la relación entre memoria y género y la historia oral. Son estos debates los que, acompañados de entrevistas semiestructuradas de final abierto como herramienta práctica, nutren la forma en que realicé esta investigación.

Este libro aborda el desarrollo en el tiempo del fútbol practicado por mujeres en Colombia, partiendo de los primeros rastros encontrados en periódicos que narran la realización de partidos a principios de los años cuarenta del siglo XX. Tras revisar alrededor de ochenta años de publicaciones en la revista Semana y la revista Cromos, puedo afirmar que el material en prensa nacional es escaso. Por ello debí seguir otros rastros presentados por otras personas4 que investigan y por las mismas personas entrevistadas, así como revisar periódicos regionales para encontrar las pocas publicaciones sobre mujeres que han practicado el fútbol. Asimismo, visité las sedes de las ligas regionales y la sede de la Federación Colombiana de Fútbol, donde encontré muy poca o ninguna información respecto al fútbol practicado por mujeres. Es así que la mayor parte de la información conseguida en esta investigación fue recogida a través de las entrevistas y los archivos personales de las personas entrevistadas. Esto le permite a este libro presentar partes de la historia del fútbol practicado por mujeres desde la forma como las personas involucradas

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4 Peter Watson, #UnPaísEnUnaCancha?: Football and Nation-Building in Colombia During the Presidency of Juan Manuel Santos (2010-2018) (Sheffield: University of Sheffield, 2019).

vivieron, recuerdan y le dan significado a su pasado; en este sentido configura una manera de entender la historia desde la historia oral.

Epistemologías e historiografías feministas

Al interesarme por el fútbol practicado por mujeres, y por tanto por la historia del fútbol en el país, me encontré con más preguntas que respuestas. ¿Cómo se ha investigado, pensado y construido el fútbol en Colombia?, ¿por qué de esa manera?, ¿por qué hasta la fecha solo hay un libro (publicado en 2021) sobre la historia del fútbol practicado por mujeres en Colombia?, y ¿por qué la “historia del fútbol” es la historia del fútbol practicado por hombres?

Para intentar responder estas preguntas me nutro de los aportes realizados por las epistemologías y las historiografías feministas. Entiendo la epistemología como la teoría del conocimiento que plantea lo que se puede conocer, cómo se puede conocer y qué es legítimo de lo que se conoce.5 Este ha sido, en gran medida, un campo establecido por los científicos (casi únicamente hombres blancos, burgueses, heterosexuales y cisgénero); sin embargo, hace ya décadas diferentes científicas han cuestionado la neutralidad de lo que se ha conocido como epistemología y han planteado la necesidad de reflexionar sobre cómo se han desarrollado las diferentes teorías del conocimiento. Así, la epistemología feminista aborda las teorías del conocimiento poniendo especial atención en la influencia del género en la manera como se conoce y analiza cómo las formas de conocer de las mujeres son menospreciadas, con lo cual se construyen y mantienen relaciones de poder y jerarquías a partir del conocimiento científico y tecnológico (ibíd., 22). Esto es central en este trabajo, pues la reflexión

5 Norma Blazquez Graf, “Epistemología feminista: temas centrales”, en Investigación feminista: epistemología, metodología y representaciones sociales, coord. por Norma Blazquez Graf, Fátima Flores Palacios y Maribel Ríos Everardo (Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades; Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias; Facultad de Psicología, 2010), 21.

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alrededor de la invisibilización de las mujeres en el fútbol solo se puede hacer cuestionando los patrones de construcción del conocimiento histórico sobre el fútbol. En palabras de Norma Blazquez Graf:

La epistemología feminista hace ver estas faltas y propone diversas alternativas para resolverlas; explica por qué la entrada de mujeres feministas en las diferentes disciplinas académicas, especialmente en biología y en las ciencias sociales, ha generado nuevas preguntas, teorías y métodos; muestra cómo es que el género ha jugado un papel causal en estas transformaciones, y propone estos cambios como avances cognitivos y no solo sociales, ya que la ciencia se ha distorsionado con supuestos sexistas en sus conceptos, teorías y aproximaciones metodológicas, por lo que es importante describir y considerar el contexto social, histórico, político y cultural en que se realiza la actividad científica. (Ibíd.)

Dentro de estas reflexiones es importante nombrar a Donna Haraway, reconocida desde los años ochenta por criticar el positivismo y poner en cuestión el conocimiento y la objetividad. Haraway enmarca el conocimiento en las estructuras de poder que operan en la sociedad y afirma que “la ciencia —el verdadero juego aquí— es retórica, una serie de esfuerzos para persuadir a los actores sociales relevantes, de que el conocimiento fabricado por uno es una ruta hacia una forma deseada de poder muy objetivo”.6 En el mismo sentido, Sandra Harding afirma que la crítica feminista no se trata solo de cuestionar la estructura social de la ciencia y su uso, sino que es fundamental preguntarse por su origen, sus problemáticas, su agenda y sus objetivos.7 Por esto, la pregunta de esta investigación no es solamente cómo se ha desarrollado el fútbol practicado por mujeres

6 Donna Haraway, “Situated Knowledges: The Science Question in Feminism and the Privilege of Partial Perspective”, Feminist Studies 14, núm. 3 (1988): 577, https://doi.org/10.2307/3178066.

7 Sandra G. Harding, Whose Science? Whose Knowledge? Thinking from Women’s Lives (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1991), vii.

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desde la perspectiva de las narraciones de las personas implicadas, sino también por qué no ha sido investigado ni visibilizado, lo cual ha obligado a las futbolistas a seguir luchando por la legitimidad de su práctica. Esta perspectiva epistemológica critica las estructuras de la autoridad epistémica al cuestionar, por un lado, la lógica dicotómica (bueno/malo, hombre/mujer, blanco/negro) que mantiene las relaciones de poder existentes que oprimen e invisibilizan a gran parte de la población. En la historia del fútbol, la autoridad epistémica la tiene la historia del fútbol practicado por hombres y la lógica dicotómica se refleja en la creencia popular del fútbol como deporte representativo de la masculinidad y por tanto exclusivo de los hombres cisgénero.

Por otro lado, critica la objetividad deshumanizante de acuerdo con la cual las personas analizadas son presentadas como datos y quien analiza se postula como neutral y objetivo.8 Así, mi interés es mantener la claridad sobre el valor que tienen las experiencias subjetivas de las futbolistas entrevistadas y mi posición como científica comprometida con la transformación de las estructuras que oprimen. Por esto debo advertir que no estoy descubriendo leyes naturales y verdades absolutas, sino reconociendo construcciones humanas y, por tanto, permeadas por la visión de quien las construye, reconstruye o propone.

Es importante aclarar que no todas las perspectivas feministas critican la objetividad, algunas proponen diferentes alternativas para lograr un análisis cercano a lo objetivo (ibíd., 26-32). Eli Bartra plantea que, aunque pareciera haber un consenso respecto a que hay algo que se puede llamar investigación feminista, la relación clave entre metodología y feminismo está en reconocer que hay diferentes formas de conocer la realidad que obedecen a diversos intereses políticos.9

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8 Blazquez Graf, “Epistemología feminista”, 26. 9 Eli Bartra, “Acerca de la investigación y la metodología feminista”, en Blazquez Graf, Flores Palacios y Ríos Everardo, Investigación feminista, 68.

Siguiendo las propuestas feministas, este trabajo intenta usar un método no cis-sexista ni androcéntrico10 y procura poner en evidencia la relación entre ciencia y política. Por esto, y buscando responder a los retos epistemológicos e historiográficos, parto de la idea de que el conocimiento es situado y no apunto a una objetividad académica. Así, no se trata de estudiar algo “nuevo”, sino de cómo estudiamos lo que estudiamos y cómo logramos ampliar las perspectivas de análisis. En este sentido, no abordo en este trabajo el desarrollo del fútbol practicado por mujeres como algo nuevo, sino que lo entiendo como un fenómeno que existe desde hace décadas, hecho que demuestro mediante la revisión de prensa y las entrevistas a jugadoras. Además, al ser una de las primeras investigaciones historiográficas sobre el tema, espero sirva como punto de partida para impulsar otras investigaciones que permitan conocer y entender la trayectoria del fútbol practicado por mujeres.

Lourdes Fernández reflexiona sobre las nociones de lo masculino y lo femenino como una prescripción de valores y normas, algo que se hace evidente en la forma como el fútbol tiene un valor distinto cuando se habla del practicado por hombres o del practicado por mujeres. Dicha valoración se realiza en función de las configuraciones culturales, si bien se intenta justificar desde lo natural o lo biológico a través de una categorización binaria según la cual hay únicamente dos modos de existir y sentir que responden a un orden sexual (masculino-femenino), el cual se expresa en las construcciones de género depositadas en las personas en razón de su genitalidad (sexo). Así, lo femenino y lo masculino están asociados a diferentes características; lo femenino específicamente a un presunto poder de procreación del que deviene el lugar que ocupa en la sociedad: el ámbito de

10 Con esto me refiero a los estudios o investigaciones que ponen a los hombres cis en el centro y como norma, como únicos sujetos de estudio. Esta práctica produce investigaciones sesgadas, unidimensionales y que construyen discursos en los que se pone a los hombres cis y la masculinidad como medida “neutra”, lo cual posiciona a las mujeres y a las disidencias sexo-genéricas como “otredad”, al margen.

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lo privado.11 Para este trabajo es fundamental la reflexión sobre las jerarquías,12 pues son un punto central en el análisis de los motivos de la invisibilización de la trayectoria histórica del fútbol practicado por mujeres en Colombia; de igual forma, son las estructuras contra las cuales las jugadoras han estado luchando históricamente, abriéndose espacios. Para entender estas estructuras es primordial reflexionar sobre la situación de dominación del androcentrismo cultural, el cual se sostiene a partir de la explotación y limitación de las mujeres. Es vital reconocer que, aunque el patriarcado es universal (pese a no manifestarse de igual manera en todos los lugares) y longevo, no es absoluto,13 lo cual se hace evidente en el hecho de que han existido siempre luchas y rupturas por parte de las personas oprimidas. Partiendo de la reflexión sobre los valores socialmente asignados a lo femenino y lo masculino, la antropóloga Carmen Rial repara en la forma como se nombra el fútbol: “Evito el uso de la expresión ‘fútbol femenino’ para referirme al fútbol jugado por mujeres para enfatizar que el fútbol es el mismo juego, ya sea practicado por estas o por hombres. No hay un cambio sustancial”.14 Este punto es central para reconocer en el transcurso de este trabajo cómo este deporte está particularmente cargado de estereotipos en cuanto estructura roles de género específicos para hombres y mujeres, al tiempo que niega otras existencias.

En este libro busco reconocer a las mujeres futbolistas como sujetas de conocimiento, por lo que recurro a la aspiración de

11 Lourdes Fernández Rius, “Género y ciencia: entre la tradición y la transgresión”, en Blazquez Graf, Flores Palacios y Ríos Everardo, Investigación feminista, 80-81.

12 Es necesario recalcar que, si las nociones de lo femenino tienen un lugar inferior en las jerarquías sociales, lo trans, lo no binario y lo intersexual caen aún más al fondo de esas jerarquías y son sometidos a la negación de su existencia.

13 Fernández Rius, “Género y ciencia”, 82.

14 Carmen Rial, “El invisible (y victorioso) fútbol practicado por mujeres en Brasil”, Nueva sociedad 248 (2013): 114, https://biblat.unam.mx/pt/revista/nueva-sociedad/articulo/ el-invisible-y-victorioso-fútbol-practicado-por-mujeres-en-brasil.

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la epistemología feminista, la cual busca ir más allá de la simple introducción de las mujeres al sistema existente para, por el contrario, generar cuestionamientos estructurales, pues

el concepto central de la epistemología feminista es que la persona que conoce está situada y por lo tanto el conocimiento es situado, es decir, refleja las perspectivas particulares de la persona que genera conocimiento, mostrando cómo es que el género sitúa a las personas que conocen.15

Después de entender la epistemología feminista, resulta necesario ahondar en la historiografía feminista. En su libro, Claudia Opitz-Belakhal recoge los debates alrededor del desarrollo histórico de las reflexiones historiográficas del género y plantea que, “en particular, la historia política servía esencialmente para legitimar las pretensiones de poder; en este sentido, el estudio del pasado era un instrumento de la política y del poder que no debía subestimarse”.16

Pensar la historia como un campo de batalla que se ha usado para legitimar intereses de dominación y les ha servido a las estructuras dominantes hace que sea necesaria la apropiación, desde la academia, de la historia como herramienta de transformación. Lo cual, como lo reconoce Linda Gordon, solo tiene posibilidades de ocurrir si hay relación con movimientos feministas que soporten el interés y revelen la necesidad de esta reescritura, de lo contrario terminarán siendo investigaciones ignoradas.17

Un concepto central en todas las reflexiones presentadas anteriormente es el de género. En este trabajo lo abordo principalmente en relación con su utilidad en el análisis historiográfico feminista. El

15 Blazquez Graf, “Epistemología feminista”, 28.

16 Claudia Opitz-Belakhal, Geschlechtergeschichte, 2.a ed., ampliada y actualizada (Frankfurt: Campus Verlag, 2018), 162.

17 Linda Gordon, “Qué hay de nuevo en la historia de las mujeres”, en Género e historia, ed. por Carmen Ramos-Escandón (Ciudad de México: Instituto Mora, 1992), 111.

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género es útil como herramienta de análisis cuando no cae en binarismos sexuales ni en esencialismos biológicos. Por tanto, no debe considerarse como un sinónimo de mujer (u hombre), con el que se borra la importancia de nombrar las experiencias específicas de algunas de nosotras, sino que debe ampliarse más allá de la genitalidad y abrir espacio para existencias no binarias, transformables y fluidas. Entender el género de esta manera parte de identificar las prácticas sistemáticas y dominantes que ponen a las mujeres en relación excluyente, negando nuestro conocimiento, nuestras experiencias e invisibilizando las jerarquías genéricas.18 Por ello, entiendo el género dentro de la historiografía como lo plantea Lola Luna citando a Scott: “Como una construcción histórica y como un campo de articulación de relaciones y de producción de significados de poder, que operan desde la diferencia sexual a través del lenguaje y el discurso”.19 Al mismo tiempo, recojo las críticas que se le han hecho a Scott y atiendo al llamado de Laura Lee Downs, quien cuestiona el concepto de género al afirmar que este pareciera más una metáfora del poder que una estructuración del poder existente y vivida por las personas.20 Siguiendo esta línea, hay diferentes feministas que critican el uso del género como forma de borrar a las mujeres de los debates de poder. Para esto retomo las reflexiones de Mara Viveros, que profundiza sobre los avatares de este concepto. Esta autora posiciona el género como una categoría histórica propuesta en los años ochenta en los estudios psicológicos para hacer una distinción entre la biología y la cultura, relacionando el sexo con la biología y el género con la cultura.21 Sobre esta idea se fueron presentando debates, primero

18 Blazquez Graf, “Epistemología feminista”, 22.

19 Lola G. Luna, Los movimientos de mujeres en América Latina y la renovación de la historia política (Cali: Universidad del Valle, Facultad de Humanidades, 2003), 11.

20 Opitz-Belakhal, Geschlechtergeschichte, 16.

21 Mara Viveros Vigoya, “El concepto de género y sus avatares”, en Pensar (en) género: teoría y práctica para nuevas cartografías del cuerpo (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2004), 170.

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acerca de la importancia no solo de entender las diferencias construidas, sino las jerarquías sociales, económicas y políticas que las diferencias generaban; también se cuestionó la biología misma y la división arbitraria que asumía que existía un sexo intransformable y un género construido, o la idea de que el sexo crea el género. Respecto a esto y reconociendo las reflexiones de Delphy, Viveros plantea que

muchas autoras y autores han definido el género a partir del sexo, como si el sexo precediera cronológicamente —y por lo tanto lógicamente— al sexo. Por esta razón, no basta con tener presente que el sexo es construido sino que debe crearse la posibilidad de hacer este cuestionamiento planteando que el concepto de género precede al sexo. (Ibíd., 4)

Al igual que con el concepto de género, para abordar las experiencias de algunas de ellas y realizar una reflexión histórica es necesario entender la existencia de las mujeres como un fenómeno histórico, múltiple y transformable. Para ello, recurro a la historia oral utilizando entrevistas en las que son las mujeres participantes quienes relatan sus propias experiencias, entendiendo que las experiencias vividas como mujeres están enmarcadas en las relaciones de la matriz de dominación22 de la cual el género hace parte. Por eso es central entender que la identidad de las mujeres se ha construido históricamente dependiendo de las reglas sociales que se han constituido alrededor de ellas. Las identidades de las mujeres han cambiado en

22 La matriz de dominación, término utilizado por Patricia Hill Collins a partir de las reflexiones de epistemología feminista negra, se plantea como una estructura que estructura, por lo que su análisis implica reparar no solo en los patrones de opresión que se intersecan, sino en los dominios de poder que aparecen en las diferentes formas de opresión. Así como las opresiones que se entrecruzan en una ubicación social asumen una forma particular, “cualquier matriz de dominación puede verse como una organización de poder históricamente específica en la que los grupos sociales están inmersos y en la que pretenden influir”. Black Feminist Thought: Knowledge, Consciousness, and the Politics of Empowerment, ed. del 10.o aniversario rev. (Nueva York: Routledge, 2000), 227-228.

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el tiempo y no hay una identidad común.23 En esa clave, vuelvo a retomar a Scott, quien revisita sus posturas sobre la utilidad del género como categoría histórica más de veinte años después de su primera publicación y, reconociendo las críticas hechas en el tiempo, afirma finalmente que aún para el 2010 el género seguía siendo una categoría útil en el análisis histórico:

El género es, yo diría, el estudio de la difícil relación (en torno a la sexualidad) entre lo normativo y lo psíquico, el intento de a la vez colectivizar la fantasía y usarla para algún fin político o social, ya sea ese fin la construcción de nación o la estructura familiar. En este proceso, es el género el que produce significados para el sexo y la diferencia sexual, no el sexo el que determina los significados del género. Si este es el caso, entonces (como han insistido hace tiempos algunas feministas) no solo no hay distinción entre sexo y género, sino que el género es la clave para el sexo. Y en tal caso, entonces el género es una categoría útil para el análisis porque nos obliga a historizar las formas en las cuales el sexo y la diferencia sexual han sido concebidos.24

Es bajo esta definición de Scott que entiendo el género, como significante social que construye estructuras de poder que afectan la vida misma de las futbolistas. Por ello, analizo el fútbol y la invisibilización de este deporte practicado por mujeres a partir de la necesidad de historizar cómo se han concebido el sexo y la diferencia sexual. Porque, como dice Scott, “cuando el género es una pregunta abierta sobre cómo se establecen estos significados, qué implican y en qué contextos, entonces sigue siendo una categoría útil para el análisis, por ser crítica” (ibíd., 101). Esto hace necesario visibilizar a las mujeres y sus experiencias de la práctica del fútbol, así como los procesos y las construcciones históricas alrededor de su actividad deportiva.

23 Joan W. Scott, introducción a Feminism and History, ed. por Scott (Oxford: Oxford University Press, 1996), 5.

24 Scott, “Género: ¿todavía una categoría útil?”, 100.

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Tomar en cuenta, visibilizar y reflexionar sobre las formas como el desarrollo del deporte ha participado en la construcción del sexo y la diferencia sexual permite conocer e intentar entender su práctica por parte de las mujeres. Ese desarrollo, además, se enmarca en proyectos nacionales, como ocurrió en Colombia desde finales del siglo XIX, cuando se movilizaron planes educativos que plantearon la importancia de la implementación de la educación física de manera diferenciada para hombres y mujeres y también según la clase,25 lo cual abordaré más adelante.

El patriarcado es otro elemento importante de la compresión del género como una categoría histórica y que emerge constantemente en las reflexiones que se han dado alrededor de la historiografía. Luna explica que Kate Millet

conceptualizó el patriarcado como una institución construida con base en la fuerza y la violencia sexual (con la violación como mecanismo principal) ejercidas sobre las mujeres. Una institución revestida de aspectos ideológicos y biológicos que tiene que ver con la división social, los mitos, la religión, la educación y la economía.26

Bajo esa misma lógica, Luna retoma a Lerner para afirmar que el patriarcado es un sistema histórico y, como tal, es posible transformarlo (ibíd., 28) si entendemos los métodos que ha utilizado para oprimir a lo largo del tiempo. Por lo tanto, historizar a las mujeres y la diferencia sexual rompiendo las limitaciones universalizantes de la historiografía tradicional es fundamental en este trabajo para

25 Zandra Pedraza Gómez, En cuerpo y alma: visiones del progreso y de la felicidad; educación, cuerpo y orden social en Colombia (1830-1990), 2.a ed. (Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales-ceso, 2011).

26 Lola G. Luna, Historia, género y política, 1.a ed. (Barcelona: Universidad de Barcelona, Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad, 1994), 29.

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entender y visibilizar las relaciones de poder27 desde una perspectiva que posibilite su cuestionamiento y cambio. La falta de investigaciones historiográficas sobre el fútbol practicado por mujeres en Colombia, sumada a la ausencia de reflexiones en torno al género y el patriarcado en la literatura sobre fútbol en el país, hace que encuentre necesario repensar la historia. Por ello, traigo el llamado a cuestionar el carácter masculino de la his-story, creando una reflexión historiográfica desde la perspectiva de las mujeres: her-story. Esta palabra, acotada por primera vez en el libro de Robin Morgan Sisterhood is Powerful (1970),28 hace alusión al hecho de que en inglés his es ‘de él’ y story es ‘relato’, es decir, la historia hasta el momento ha sido un relato en masculino; es necesario empezar a hacer el relato de ella, herstory. Scott lo explica de la siguiente manera:

Al jugar con la palabra “historia” la intención era dar valor a una experiencia que ha sido ignorada —y en consecuencia devaluada— y dar al mismo tiempo agenda femenina en el quehacer de la historia. Los hombres podían verse como un grupo más de actores históricos; y la disciplina debía tomar explícitamente en cuenta a las mujeres, tanto si sus experiencias fueron similares o diferentes a las de los hombres.29

Para Scott, la herstory no solo puso a las mujeres como foco de estudio, también buscó cuestionar el entendimiento de los acontecimientos ya estudiados reparando en el rol de ellas en estos (ibíd.).

En este sentido, Emma Pérez presenta la responsabilidad de las historiadoras respecto a lo que se escribe diciendo que “como personas miembras de una disciplina con los papeles en regla —ya sean

27 Lola G. Luna, “Para una historia política con actores reales”, Hojas de Warmi 7 (1996): 60-61, https://institucional.us.es/revistas/warmi/7/7.pdf.

28 Robin Morgan, Sisterhood Is Powerful (Nueva York: Vintage Bks., 1970).

29 Joan W. Scott, Género e historia, trad. por Consol Vilà I. Boadas (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica; Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2012), 37.

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doctorados, publicaciones o títulos honoríficos— debemos sostener un ‘orden de cosas’ para complacer a la tradición, para demostrar que somos los herederos autorizados que pueden o no decidir qué es y qué no es una contribución al campo de la historia”.30 Pérez argumenta, como otras historiadoras, que la historia no es más que lo que las personas en posiciones de poder académico deciden aceptar como historia. Además, añade que eliminar el carácter masculino de la historia permite dar fin a las explicaciones universales y abstractas de las que la disciplina se jacta. Hacer esto, para la autora, trae consigo la necesidad de producir reflexiones interseccionales, que tengan en cuenta la matriz de dominación y las diferentes opresiones que se interrelacionan, pues solo así es posible construir nuevas perspectivas de la historia y de las personas (ibíd.).

Siguiendo esta línea argumentativa, Pérez se refiere a Scott como un ejemplo del análisis de la universalización de experiencias masculinas y propone una pregunta clave para el estudio histórico feminista: “¿En qué medida han participado las mujeres en los relatos?” (ibíd.). Sin responder, expone que a grandes rasgos “la historia, después de todo, es la historia de los conquistadores, de los que han vencido. Los vencidos desaparecen” (ibíd., xv). Es decir que lo que es reconocido como historia es una producción parcial y posicionada; por esto, Pérez dice que no hay una historia pura y auténtica, sino que hay muchas historias diferentes y que estas muchas historias diferentes dependen de las posiciones en las que se encuentran las personas que narran y aquellas sobre las cuales se narra (ibíd.).

Todo lo anterior hace que la investigación historiográfica feminista y decolonial, como la propone Pérez, se encuentre con varios retos en la escritura al buscar métodos que cambien el entendimiento convencional de la historia. Métodos que permitan concebir la historia como una disciplina amplia que va más allá de entender los desarrollos como sucesos lineales que se dan en un tiempo específico,

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30 Emma Pérez, The Decolonial Imaginary: Writing Chicanas into History (Bloomington: Indiana University Press, 1999), xiv.

pero cuyo espacio es neutralizado, pues toma a Europa (o al norte global) como referente.

En ese sentido, reconocer la naturalización del género como un elemento normativo y opresor y reconocer los lugares desde donde se han concebido los trabajos historiográficos en general es central para intentar disminuir el sesgo y para percibir otras formas de opresión. Por ello, es fundamental reflexionar sobre la racialización, la clase, la sexualidad, las características psicomotoras, entre otras formas de organización social. Un ejemplo de este tipo de ejercicios y reflexiones son las que Francesca Gargallo produce desde América Latina al cuestionar el feminismo occidental, blanco, burgués y heteronormado, afirmando la necesidad de romper la contradicción y la idea equivalente de dualidad; Gargallo también reconoce la necesidad de construir perspectivas intergenéricas que se han propuesto desde diferentes lugares del Abya Yala.31 Esta misma autora advierte sobre el feminismo hegemónico occidentalizado y, aunque reconoce su poder, recuerda que la hegemonía no es absoluta, solo es un afán por absolutizarse (ibíd., 167). Retomando la reflexión de Gayatri Chakravorty Spivak32 sobre la subalternidad como lugar de exclusión, Gargallo señala la subalternidad como el lugar perfecto para asediar la hegemonía.33

Haciendo eco de las reflexiones presentadas, en este trabajo busco poner en cuestión lo normativo y normalizado, busco presentar reflexiones teóricas que inviten al reconocimiento de las diferencias existentes entre las personas, de las jerarquías sociales, de las exclusiones y opresiones y, al mismo tiempo, de las luchas, las fugas y los triunfos sobre las opresiones. Descubrir la posibilidad de transformación, por un lado, en el reconocimiento del fútbol practicado

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31 Francesca Gargallo Celentani, Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América (Ciudad de México: Corte y Confección, 2014), 204, consultado el 23 de abril de 2020, http://francescagargallo.wordpress.com/. 32 Gayatri Chakravorty Spivak, Can the Subaltern Speak? (Basingstoke: Macmillan, 1988). 33 Gargallo Celentani, Feminismos desde Abya Yala, 169.

por mujeres y, por otro, viendo las dificultades estructurales que han tenido las futbolistas hace que este trabajo intente generar herramientas para que, al ser reconocida su trayectoria y su existencia mediante la sistematización historiográfica de sus experiencias, puedan salir de la ilegitimidad en la que la discriminación las ha puesto. Así, además de evidenciar la matriz de dominación para entender los lugares desde donde hablan las diferentes personas entrevistadas, también le apunto a una apuesta feminista que no pretenda acomodarse a las estructuras de poder, sino que las rete, como lo propone Francesca Gargallo.34 Por eso, no busco que las futbolistas ocupen un lugar igual al de los futbolistas, sino entregar herramientas para que ellas puedan construir caminos propios. De esta manera, me interesa hablarles a las futbolistas, a las mujeres y las existencias diversas para abrir, desde nosotras mismas, sendas de libertad. Como dice Ochy Curiel, citada por Gargallo,

debemos retarnos a la posibilidad de trabajar nuestro propio racismo, nuestras propias lesbofobias y nuestro propio clasismo, pues si seguimos reproduciendo privilegios en nuestras relaciones interpersonales, las estructuras sociales no son posibles de cambiar y viceversa, lo cual es un viejo principio feminista, pero nunca está de más recordarlo de nuevo ya que es la parte que más nos cuesta asumir. (Ibíd., 175)

Retar nuestras relaciones interpersonales mediante la reflexión crítica y autocrítica, ampliar nuestros horizontes a través del reconocimiento y cuestionamiento de nuestros privilegios, y ver y abordar las opresiones que vivimos es retar también nuestra forma de pensar y producir conocimiento. Por ello, considero este libro como un trabajo de construcción de conocimiento feminista. Blazquez recuerda que no se trata solo de crear conocimiento nuevo o de cuestionar el

34 Francesca Gargallo Celentani, “Una metodología para detectar lo que de hegemónico ha recogido el feminismo académico latinoamericano y caribeño”, en Blazquez Graf, Flores Palacios y Ríos Everardo, Investigación feminista, 155-174.

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existente con una perspectiva crítica. Ella reconoce que la epistemología feminista se propone, además, la transformación de la sociedad,35 y aunque esto es evidentemente un objetivo demasiado ambicioso para un libro, creo que es lo suficientemente importante como para motivarlo. Es por esto que, partiendo de la búsqueda de una historiografía feminista, es imprescindible el posicionamiento en las relaciones globales de poder que atraviesan las relaciones de género, racialización, clase social, entre otras, mostrando la imbricación de estas. Desde las perspectivas feministas, no basta con ver las diferencias y señalar sus relaciones, pues como dice Ochy Curiel refiriéndose a los análisis feministas de la sociedad, “no se trata de incluir o no a las mujeres negras y pobres, eso es muy neoliberal, la diversidad incluye, pero no modifica ni cuestiona. Es algo más complejo: es entender por qué hay mujeres negras y pobres”.36

A través de esta investigación y recurriendo a las reflexiones teórico-metodológicas presentadas, me interesa reparar en la trayectoria de las futbolistas en las diferentes regiones de Colombia que incluyo en este estudio. Esto empieza por reconocerlas a ellas como protagonistas de su historia mediante sus relatos orales; posteriormente se debe reflexionar sobre las diferentes posiciones que ocupan en la sociedad, y luego hacer un análisis crítico que, como propone Curiel, rete mis propios prejuicios y los prejuicios instalados en la academia. Para ello tomo en cuenta que la perspectiva epistemológica es cambiante,37 pues como lo plantea Blazquez “toda investigación se organiza y conduce a través de relaciones: entre quienes investigan, entre quien investiga y lo que se investiga, entre quienes investigan y demás integrantes de la sociedad” (ibíd., 37). Esta tarea no es fácil, pues las luchas feministas se han enfrentado fuertemente al rechazo,

35 Blazquez Graf, “Epistemología feminista”, 21.

36 Ochy Curiel, “Yo ya no creo en una solidaridad feminista transnacional así por así”, Pikara Magazine, 8 de octubre de 2014, consultado el 23 de abril de 2020, https://www.pikaramagazine.com/2014/10/yo-ya-no-creo-en-una-solidaridad-feminista-transnacional-asi-por-asi/.

37 Blazquez Graf, “Epistemología feminista”, 33.

47 Introducción

tanto en la sociedad en general como en la academia en particular, a pesar de que, como lo plantea Scott,

las feministas han documentado la vida de las mujeres en el pasado, han aportado información que representa un desafío hacia las interpretaciones aceptadas de algunos periodos o acontecimientos en particular. También han analizado las condiciones específicas de la subordinación de las mujeres y por todo ello se han encontrado con la poderosa resistencia de la historia, en tanto cuerpo disciplinario de conocimiento y en tanto institución profesional.38

Esta resistencia, dice la misma autora, ha alimentado igualmente las investigaciones y ha inspirado la innovación constante de estrategias de análisis y lucha; quizás por eso también las historiadoras feministas hemos podido llegar a cuestionar la naturaleza de la misma historia y sus dinámicas de poder (ibíd.). Debido a esto, la historiografía feminista ha tenido asimismo que reinterpretar las perspectivas de análisis para entender la ausencia de las mujeres en la historia, pues, como plantea Luna,

el reto se encuentra en ver que hay aspectos de la historia en donde las mujeres no se pueden hacer presentes si no tenemos los conceptos apropiados para explicar su ausencia, porque ¿cómo explicar la experiencia política de las mujeres si seguimos manteniendo un concepto tradicional sobre el poder y la política que en su epistemología las excluye?39

Es por eso que las preguntas que me hago para analizar el desarrollo histórico del fútbol practicado por mujeres reconocen diferentes espacios de práctica, sus experiencias personales y los acontecimientos que suceden fuera de las instituciones deportivas. Solo

38 Scott, Género e historia, 36.

39 Luna, “Para una historia política”, 67.

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revisando lugares distintos a los estadios de fútbol, las instituciones deportivas y los periódicos, se puede encontrar información sobre las mujeres que han jugado fútbol; por ejemplo, las canchas del barrio, los torneos autoorganizados, los colegios, las universidades, etc., lugares que solo se pueden conocer a través de las narraciones de las personas que los habitan, pues es poco el material impreso que se produce en estos espacios. Por eso, con el interés de aplicar una historiografía que transforme los cánones tradicionales de la disciplina, uso fuentes orales, ya que permiten conocer experiencias ignoradas de la voz de las protagonistas. El trabajo de recolección de fuentes orales mediante entrevistas abiertas semiestructuradas fue muy positivo, pues las entrevistadas mostraron gran interés en relatar sus historias y memorias; incluso algunas de las mujeres reconocieron que se veían como agentes importantes de este proceso histórico. Esta elección en el tipo de fuentes responde al debate presente en la historiografía feminista en cuanto que, como señala Gordon,

para el historiador, la tensión se sostiene por el carácter de nuestras fuentes. Entre las limitaciones particulares de la actividad de producir historia, que incluye tanto verdad como mito, se encuentra la naturaleza finita, caprichosa y abigarrada de las pruebas. Se puede capacitar a los historiadores para que trabajen con creatividad e imaginación en la búsqueda de testimonios. Con sensibilidad sobre lo que puede construir una prueba, pero no siempre podemos aumentar las evidencias mediante un trabajo más arduo o una mayor inteligencia. Además, éticamente no tenemos la libertad de recolectar y elegir entre los fragmentos disponibles; nuestro equivalente del juramento hipocrático nos obliga a presentar todas las pruebas, o una muestra representativa, que sea relevante para una investigación determinada; buscar arduamente estas pruebas; tratar de obtener los elementos que puedan refutar nuestros argumentos.40

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40 Gordon, “Qué hay de nuevo”, 113.

Para Scott el problema no es la falta de información, sino que, por una parte, no se habían buscado mujeres en las fuentes y, por otra, la información sobre ellas no había sido considerada de interés, lo cual explica su invisibilidad en la historia.41 Por esto, la historiografía feminista se ha nutrido de herramientas de la historia social y de la historia oral en el abordaje y la apropiación de fuentes que entreguen información que las fuentes tradicionales de la historiografía no tienen. De esta manera, como lo propone Virginia Mora Carvajal desde la historiografía feminista, trabajos como el que planteo aportan nuevas fuentes para el análisis42 del fútbol practicado por mujeres. Estas fuentes las analizo en el sentido de Ramos, pues como dice la autora:

Para entender a las mujeres en su espacio y grupo social concretos, para explicar su situación actual, es necesario reflexionar sobre la complejidad de su pasado, los cambios y las constantes en las estructuras sociales y económicas, sus efectos en los diversos grupos. El conjunto de estos y otros factores y su análisis histórico ayudarán a explicarnos a la mujer de hoy y quizá a proporcionarnos estrategias para la lucha política por sus derechos y, sobre todo, por su autonomía y su autoestima.43

Es en la búsqueda por estrategias de luchas políticas para la autonomía que este libro reflexiona, desde perspectivas feministas, sobre el desarrollo histórico del fútbol practicado por mujeres. Al ser hasta ahora una historia invisible, como dice Ramos-Escandón, no existe una conciencia histórica y tampoco hay una memoria colectiva

41 Joan W. Scott, “El problema de la visibilidad”, en Ramos-Escandón, Género e historia, 44.

42 Virginia Mora Carvajal, Rompiendo mitos y forjando historia: mujeres urbanas y relaciones de género en Costa Rica a inicios del siglo XX (Alajuela, Costa Rica: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 2003), 65.

43 Carmen Ramos-Escandón, presentación a Presencia y transparencia: la mujer en la historia de México, coord. por Ramos-Escandón, 2.a ed. (Ciudad de México: Colegio de México, Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, 2006), 11-12.

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(ibíd., 11) que permita a las mujeres reconocerse, entenderse y transformarse de manera colectiva y emancipadora. Este trabajo es una herramienta para que lo hagan quienes así lo quieran.

Debates alrededor de la historiografía del fútbol: hombres, mujeres y la escritura de la historia

Uno de los primeros libros que encontré sobre la historia del fútbol es Deporte y ocio en el proceso de la civilización, de los sociólogos Norbert Elias y Eric Dunning; en este, los autores analizan el papel del deporte y su desarrollo en Europa y principalmente en Inglaterra. En el prefacio, Dunning repara en la necesidad imperante de analizar el papel del deporte en las sociedades y afirma que “el deporte y la guerra implican tipos de conflicto que se entrelazan sutilmente con formas de interdependencia, cooperación y formación de grupos ‘nosotros’-‘ellos’”.44 Las reflexiones plasmadas en este libro permiten analizar el uso del deporte en procesos civilizatorios europeos, que ejercieron influencia también en las Américas, y tejer líneas entre este uso y la creación de instituciones deportivas que se fueron replicando en el mundo, como los clubes deportivos y los procesos de profesionalización que, con sus distintos significados, posibilitaron tanto el control de la población trabajadora como el desarrollo de solidaridades y trabajo en equipo.

Dunning y Elias abordan específicamente el tema del fútbol como un ejemplo importante dentro de los deportes y sitúan su origen, como lo conocemos ahora, en Inglaterra. Abarcan un desarrollo de más de cuatro siglos, en el que retoman las prohibiciones del juego de pelota en 1608 (ibíd., 216), explican el reconocimiento del fútbol como un deporte tradicional de la Edad Media en Inglaterra (ibíd., 219) y señalan las diferencias con el deporte que se profesionalizó en el siglo XX . En los distintos capítulos los autores analizan el papel de

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Introducción
44 Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de la civilización (Madrid: Fondo de Cultura Económica de España, 1992), 13.

los deportes en general, el desarrollo del fútbol y su relación con la violencia, la guerra, la solidaridad y el control del cuerpo de ciertas poblaciones. En el último, Dunning reflexiona sobre la relación entre el deporte y la identidad masculina y afirma que aquel se reservó a los varones y desempeñó un papel importante en la producción y reproducción de esta (ibíd., 324). En este capítulo vuelve a reflexionar sobre las similitudes entre juego y batalla y también sobre el uso del deporte para el control de la violencia (ibíd., 327-328). Las fuentes utilizadas por los autores son principalmente otros textos sociológicos, varios de ellos mismos, crónicas y decretos promulgados, es decir, material escrito.

Eric Hobsbawm hace una corta mención sobre la importancia del fútbol en Historia del siglo XX, señala el papel preeminente de este deporte en la primera mitad del siglo y asegura que se abrió camino en el mundo por mérito propio.45 Sin embargo, no profundiza en cómo fue ese proceso.

Cuando empecé a centrar mi búsqueda en América Latina, encontré al también sociólogo Pablo Alabarces, quien reflexiona sobre el papel del fútbol en Argentina. En su libro Historia mínima del fútbol en América Latina afirma que no se puede hablar de una historia del fútbol latinoamericano, pues su desarrollo fue diferente en cada uno de los países, aun cuando los acontecimientos de unos influyeron en otros.46 El autor hace un vasto recorrido por los estudios históricos del fútbol; empieza por reflexionar sobre cómo llega este deporte a los diferentes países, la ascendencia inglesa sobre él y el carácter mitológico de la participación británica en su expansión en el territorio latinoamericano. Alabarces afirma que cuando se habla de la historia del fútbol se puede hablar de cinco tipos de historia que cabe pensar como paralelas y también como entrecruzadas, y sobre las que yo diría

45 Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX: 1914-1991, 13.a ed. (Barcelona: Grijalbo Mondadori, 2009), 201.

46 Pablo Alabarces, Historia mínima del fútbol en América Latina (Ciudad de México: El Colegio de México, 2018), 11.

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que son formas diferentes de investigar históricamente el desarrollo del juego. Esos cinco tipos son, primero, “la historia institucional, legible en actas y reglamentos y fundaciones y afiliaciones” (ibíd., 16); segundo, “la historia deportiva, […] que también puede reconstruirse estadísticamente —y que Wikipedia o las infinitas fuentes en la web permiten reconstruir con cierta precisión—” (ibíd., 17); tercero —que para el autor es la razón de la importancia del fútbol en la historia—,

la de la popularización del fútbol en cada sociedad latinoamericana. Esta es la historia menos conocida y menos transitada, sobre la que es más difícil construir datos y a duras penas proponer hipótesis. En todos los casos locales se produce una secuencia fija que analizaremos: el fútbol aparece —es incorporado, importado, trasplantado, aculturado— como deporte de élites, y en un momento —a lo largo de un proceso— se transforma en popular, no solo en el sentido de su impacto como práctica y espectáculo de masas, sino en el de una práctica especialmente marcada por su apropiación por las clases populares —con más precisión: por los hombres de las clases populares—. (Ibíd.)

En cuarto lugar, está la historia de los hinchismos, que para el autor se refiere a la manera en que las relaciones de las personas que ven y siguen el fútbol van pasando de ser con los jugadores a ser con los clubes, los colores, las regiones (ibíd., 18). Por último, está

la historia de los héroes deportivos, casi todos ellos —las excepciones son mínimas— provenientes de esas clases populares que se adueñan de la práctica […]. Los héroes son uno de los elementos clave en los que el fútbol es mucho más que fútbol: se vuelven modelos, argumentos, destino y a la vez mercancías, objetos transables, merchandising.

(Ibíd., 19)

Alabarces es explícito a la hora de hablar de la historia del fútbol practicado por mujeres, pues reconoce como llamativa su

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ausencia dentro de su investigación y, aunque menciona algunos hitos importantes, al referirse a él dice: “Y el fútbol femenino, finalmente, como tensión permanente (y oculta) con los relatos masculinos de la patria soportados en las hazañas deportivas” (ibíd., 15). Al afirmar esto, el autor advierte que, salvo por Joshua Nadel,47 la historia del fútbol de América Latina no muestra una preocupación por el género.48

En el apartado dedicado a la experiencia colombiana del desarrollo del fútbol practicado por hombres como historia mínima, Alabarces logra realizar un resumen que, a pesar de corto, abarca gran parte de las investigaciones existentes sobre el tema. Al hacerlo, el autor reconoce que para entender la historia del fútbol practicado por hombres en Colombia hay que revisar las regiones de manera diferenciada (ibíd., 47). Como lo explicaré posteriormente, cabe resaltar que esto se relaciona con que Alabarces encuentra que la fundación del fútbol se debe nombrar en plural y sucede en diferentes ciudades simultáneamente (ibíd., 54). Él considera que los principales estudiosos del desarrollo del fútbol practicado por hombres en Colombia son el sociólogo y antropólogo David Quitián y el sociólogo Rafael Jaramillo (ibíd., 132), y hace referencia a otros trabajos, como los realizados por la historiadora y doctora en filosofía Ingrid Bolívar. De igual manera, encuentra que los estudios al respecto se concentran en la época que llaman El Dorado, alrededor de 1950, así como en trabajos sobre el papel del deporte en la sociedad colombiana y su relación con otros deportes, con la recreación, etc. Finalmente, cabe mencionar que muchas de las investigaciones en este tema están atravesadas por su relación con la violencia (ibíd., 262-263).

En las siguientes páginas profundizaré en estos trabajos; sin embargo, es importante decir que estas investigaciones se basan principalmente en el análisis de material escrito, periódicos y textos de colegas (ante todo sociólogos). Solo el estudio de Ingrid Bolívar “El

48 Alabarces, Historia mínima del fútbol, 15.

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47 Joshua H. Nadel, Fútbol! Why Soccer Matters in Latin America (Gainesville: University Press of Florida, 2014).

oficio de los futbolistas colombianos en los años 60 y 70” cita directamente a futbolistas, es decir, va más allá de los textos.49 También vale la pena decir que la búsqueda de información sobre el desarrollo del fútbol practicado por mujeres no fue fácil. En las primeras aproximaciones encontraba únicamente textos sobre fútbol practicado por hombres, pues cuando se habla de “fútbol” a secas usualmente se hace referencia a este. Cuando busqué explícitamente “fútbol femenino”, como se suele nombrar, encontré muy poca bibliografía, que además probó ser muy difícil de conseguir. Mi punto de partida fue la información existente sobre el desarrollo del fútbol practicado por mujeres en Alemania; uno de los primeros textos historiográficos que encontré fue el libro de Eduard Hoffmann y Jürgen Nendza Verlacht, verboten und gefeiert. Zur Geschichte des Frauenfußballs in Deutschland 50 Llama la atención que este libro fue financiado, en parte, por la Federación Alemana de Fútbol. Es una investigación rigurosa, con fuentes que van desde artículos en periódicos y fotografías de archivos privados hasta entrevistas o programas de juego, entre otras. Logra de manera muy concreta narrar datos importantes del desarrollo del fútbol practicado por mujeres en la República Federal Alemana, aunque también da un vistazo a lo que sucedió en la República Democrática Alemana. De igual manera, presenta de forma sistematizada datos y sucesos alrededor de este deporte en el territorio alemán.

Posteriormente encontré literatura un poco más académica, con análisis y reflexiones, como el libro Frauenfußball in Deutschland: Anfänge – Verbote – Widerstände – Durchbruch , editado por

49 Ingrid Johanna Bolívar Ramírez, “El oficio de los futbolistas colombianos en los años 60 y 70: recreación de las regiones, juegos de masculinidad y vida sentimental” (tesis de doctorado, University of Wisconsin-Madison, 2016), https://depot.library.wisc.edu/repository/

fedora/1711.dl:KJO27WOGRMESW8U/datastreams/REF/content.

50 Eduard Hoffmann y Jürgen Nendza, Verlacht, verboten und gefeiert: zur Geschichte des Frauenfußballs in Deutschland (Weilerswist: Liebe, 2011).

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Markwart Herzog.51 Esta obra contiene diferentes artículos que trabajan temas alrededor de este deporte. Aunque en ella se encuentran datos históricos, no es su fuerte, y las fuentes fueron principalmente otros libros, algunos archivos y pocos artículos, entrevistas o archivos personales. El libro también recibió financiación de la Federación Alemana de Fútbol (DFB por su sigla en alemán) y su fundación cultural Theo Zwanziger. Otras autoras que han investigado el fútbol en Alemania son Friederike Faus y Corinna Assmann, cuyos estudios se concentran en la relación entre el deporte y el género. Assmann es también coproductora del documental sobre fútbol practicado por mujeres Football under Cover. 52 Finalmente, encontré algunas reflexiones en los libros de Gabriel Kuhn53 y de Dario Azzellini y Stefan Thimmel,54 que ya no se centran en el fútbol practicado por mujeres en Alemania, sino en el significado de la existencia de mujeres que practican fútbol.

Ampliando mi búsqueda al continente americano encontré el libro Beyond Bend It like Beckham: The Global Phenomenon of Women’s Soccer, 55 de Timothy Grainey, quien se pregunta por qué el fútbol se ha convertido, con el tiempo, en un deporte muy importante para las mujeres y revela sucesos históricos en torno a la manera como se desarrolló el fútbol practicado por mujeres en Estados Unidos. Este texto se nutre de información escrita sobre el deporte, de investigación en archivos en ese país y también de leyes expedidas, por lo

51 Markwart Herzog, ed., Frauenfußball in Deutschland: Anfänge – Verbote – Widerstände –Durchbruch (Stuttgart: Kohlhammer, 2013).

52 David Assmann y Ayat Najafi, dirs., Football under Cover (Flying Moon, 2008), consultado el 24 de abril de 2021, https://www.football-under-cover.de/.

53 Gabriel Kuhn, Soccer vs. the State: Tackling Football and Radical Politics, 2.a ed. (Oakland: PM Press, 2019).

54 Dario Azzellini y Stefan Thimmel, eds., Futbolistas: Fußball und Lateinamerika: Hoffnungen, Helden, Politik und Kommerz (Berlín: Assoziation A, 2006).

55 Timothy F. Grainey, Beyond Bend It like Beckham: The Global Phenomenon of Women’s Soccer (Lincoln: University of Nebraska Press, 2012).

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que logra abordar el tema de manera global y entregar información valiosa sobre la cual me detendré más adelante. Los estudios sobre el fútbol practicado por mujeres en América Latina son más difíciles de encontrar; sin embargo, siguiendo pistas dadas por Alabarces hallé el libro de Elías Zeledón Deportivo Femenino Costa Rica F. C.: primer equipo de fútbol femenino del mundo, 1949-1999, 56 sobre un equipo de fútbol de mujeres de Costa Rica que hizo giras por América Latina a mediados del siglo XX. El trabajo contiene una recopilación de textos de periódicos de los diferentes lugares que el equipo visitó, además de información sobre las jugadoras del equipo; esto lo convierte en una guía para seguir la pista del fútbol practicado por mujeres en distintos países, pues es la presentación de esto, sin una reflexión profunda sobre el significado histórico de estos hechos. Otro de los textos que identifiqué es el libro ya mencionado de Joshua Nadel: Fútbol! Why Soccer Matters in Latin America. En este, el autor hace un análisis de la importancia del fútbol y cierra con un capítulo sobre las mujeres en el fútbol en el que repara en su exclusión. Las fuentes que usa Nadel son principalmente artículos en periódicos.

Las autoras latinoamericanas Carmen Rial,57 Silvana Goellner58 y Verónica Moreira59 son quienes me han servido de guía y referencia, pues entre reflexiones antropológicas sobre el papel del fútbol practicado por mujeres, congresos latinoamericanos sobre el tema, consideraciones acerca del género y el fútbol en el continente, desarrollan

56 Elías Zeledón C., Deportivo Femenino Costa Rica F. C.: primer equipo de fútbol femenino del mundo, 1949-1999 (reseña histórica) (San José, Costa Rica: Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, Editorial de la Dirección de Publicaciones, 1999).

57 Rial, “El invisible (y victorioso) fútbol”.

58 Silvana Vilodre Goellner, “Gênero e esporte na historiografia brasileira: balanços e potencialidades”, Tempo 17, núm. 34 (2013): 45-52, https://doi.org/10.5533/TEM-1980-542X-2013173405.

59 Verónica Moreira y Gabriela Garton, “Football, Nation, and Women in Argentina: Redefining the Field of Power”, Movimento 27 (enero de 2021): e27003, https://doi.org/10.22456/ 1982-8918.109761.

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trabajos que se valen asimismo de entrevistas y reuniones de futbolistas. En Argentina también existen reflexiones sobre el desarrollo histórico del fútbol practicado por mujeres y hay un reconocimiento del primer equipo nacional que representó al país en el mundial de fútbol en México, en 1971.60 Entre estas reflexiones se encuentra el libro de Ayelén Pujol ¡Qué jugadora!: un siglo de fútbol femenino en la Argentina, 61 el cual está nutrido de testimonios que hablan del desarrollo histórico de este deporte y de la necesidad urgente de reconocerlo. Además, está el libro de Daniela Hinojosa El fútbol femenino latinoamericano: un estudio de género desde Argentina, Costa Rica y México, 62 que permite ver conexiones dentro del desarrollo latinoamericano en términos de la relación entre fútbol y género. Otro estudio que busca entender a nivel continental este deporte es el de Joshua Nadel y Brenda Elsey titulado Futbolera: A History of Women and Sports in Latin America 63 Este libro, publicado en 2019, es la primera compilación sobre historia del deporte, especialmente del fútbol practicado por mujeres en América Latina; sus fuentes son otros textos, archivos, periódicos, también entrevistas, y aunque no es únicamente sobre el fútbol, contiene artículos sobre el tema. Algunos de estos libros dan pistas sobre los sucesos en Colombia; sin embargo, más allá de mencionar unos cuantos artículos periodísticos y evocar la visita del equipo costarricense al país, son pocas las referencias. Hay periodistas que han seguido el fútbol practicado por mujeres en los últimos años y han publicado artículos

60 Bill Wilson, “La poco conocida historia del Mundial México 1971, cuando el fútbol femenino alcanzó la gloria”, BBC News Mundo, 10 de diciembre de 2018, https://www.bbc.com/mundo/ deportes-46511960.

61 Ayelén Pujol, ¡Qué jugadora!: un siglo de fútbol femenino en la Argentina, 1.a ed. (Buenos Aires: Ariel, 2019).

62 Daniela Hinojosa Arago, El fútbol femenino latinoamericano: un estudio de género desde Argentina, Costa Rica y México (s. c.: Editorial Academia Española, 2018).

63 Brenda Elsey y Joshua H. Nadel, Futbolera: A History of Women and Sports in Latin America, 1.a ed. (Austin: University of Texas Press, 2019).

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sobre eventos o sobre futbolistas. El medio de comunicación Fémina Fútbol se ha dedicado en los últimos años a reconocer los sucesos deportivos de las futbolistas y, desde el periodismo, ha sido un referente para entender el recorrido de este deporte en el país. Existe una tesis de licenciatura en educación física, de Lilia Rosero, titulada “Trayectoria del fútbol femenino en Colombia”,64 en la cual se habla principalmente de características deportivas y muy poco del desarrollo histórico; sus fuentes son principalmente información de internet, como artículos periodísticos y la página oficial de la FIFA. Por su parte, la tesis de Felipe Parga, titulada “Sujetando los cordones: mujeres y fútbol”,65 aporta información sobre las trayectorias subjetivas y experiencias corporales de mujeres futbolistas. Este pequeño recorrido muestra que en la investigación que realicé no encontré textos historiográficos sobre el fútbol practicado por mujeres en Colombia. Sobre la forma como se escribe de fútbol y específicamente de fútbol practicado por mujeres, pude identificar que es un campo mucho más habitado por la sociología que por la historia, que se nutre del periodismo y que las perspectivas de quienes investigan definen el tipo de fuentes. Así, la mayoría de los textos sobre historia del fútbol practicado por mujeres se nutren de fuentes personales, archivos personales o entrevistas.

Tiempo presente, memoria y oralidad: herramientas metodológicas

Esta investigación tiene como principales fuentes las entrevistas a jugadoras de fútbol de diferentes niveles de participación, desde la práctica absolutamente autoorganizada, pasando por instituciones

64 Lilia Mary Rosero Pedreros, “Trayectoria del fútbol femenino en Colombia” (tesis de licenciatura, Universidad del Valle, 2015), https://bibliotecadigital.univalle.edu.co/xmlui/bitstream/ handle/10893/8693/3484-0510692.pdf?sequence=1.

65 Felipe David Parga Alonso, “Sujetando los cordones: mujeres y fútbol” (tesis de maestría, Universidad de los Andes, 2019), https://repositorio.uniandes.edu.co/handle/1992/44174.

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educativas que no tienen relación con instituciones deportivas regionales o nacionales, hasta jugadoras que hicieron parte de las ligas de fútbol y selecciones nacionales. La diversidad en las personas entrevistadas se basa en la identificación, durante las entrevistas, de los diferentes lugares en los que las mujeres encontraron espacio o se abrieron espacio para practicar el deporte. Entré en comunicación con las entrevistadas a través de contactos hechos de manera personal, con amigas de amigas que habían jugado con diferentes mujeres y que habían tenido experiencias distintas. A algunas las busqué específicamente porque había visto un poco de información sobre ellas en medios de comunicación, como fue el caso con Myriam Guerrero, capitana de la primera selección de fútbol practicado por mujeres de Colombia, cuyo contacto conseguí a través de otra entrevistada; también fue este el caso con Liliana Zapata, presidenta del club Formas Íntimas. La aproximación inicial a las entrevistadas fue muy abierta y a través de los primeros intercambios pude abrirme camino hasta lograr entrevistar a seis jugadoras de la primera selección y a más de diez jugadoras de liga, y ampliar mi investigación a cuatro ciudades del país: Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga. Además de las entrevistas, realicé un rastreo de información en instituciones, prensa y literatura que aportaran elementos para la reconstrucción histórica del fútbol practicado por mujeres; sin embargo, la información que encontré fue escasa. A pesar de ello, pude construir una base de fuentes no orales a partir de la revisión de los artículos publicados en la revista Semana de Colombia entre 1946 y 1961, año en que se suspende esta publicación; para el periodo de 1961 a 1982 revisé la revista Cromos de Colombia y, finalmente, retomé la revisión de Semana entre 1982 y 2017. Al mismo tiempo, gracias a referencias en otros documentos de literatura secundaria y con base en anotaciones de otros historiadores,66 sumo a la investigación apartados de la revista Estadio y algunos periódicos regionales del país.

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66 Watson, #UnPaísEnUnaCancha?

De este modo pude encontrar un valioso seguimiento a un torneo de fútbol practicado por mujeres realizado entre 1971 y 1972 en Cali. También visité las sedes de las ligas regionales y la Federación Colombiana de Fútbol, aunque encontré poca información accesible. Finalmente, recurrí a los documentos guardados en las casas de las personas entrevistadas, quienes me permitieron acceder a fotografías, carnés deportivos, pasajes de avión y otros documentos de sus archivos personales. Esta travesía documental reafirmó la importancia de las fuentes orales y las consideraciones alrededor de la invisibilización de las mujeres en la historia, pues de ser por material escrito, no habría gran información para reflexionar sobre la historia de las futbolistas. Para entender el valor y la necesidad de recurrir a la metodología utilizada en esta investigación es fundamental profundizar en las herramientas elegidas. Los debates alrededor de las fuentes orales como fuentes válidas en la historiografía no son en absoluto nuevos.67 Tampoco lo son las problemáticas asociadas a estudiar la época contemporánea, pues durante largo tiempo se pensaba la necesidad de una distancia temporal para alcanzar la objetividad necesaria para realizar análisis históricos correctos.68 Es por ello que vale la pena recordar, con Barela, Miguez y García, que la historia tiene un carácter provisorio de la historia, es decir, la historia escrita no solo explica el pasado, sino cómo era entendido en el momento en que fue escrita su historia (ibíd.). Así, la escritura de la historia sobre la marcha está particularmente atravesada por pasiones y subjetividades, por lo que se transmite la realidad humana que se pierde con el tiempo (ibíd.). Adicionalmente, la historia oral permite recuperar un espacio para

67 Knud Andresen, Linde Apel y Kirsten Heinsohn, eds., Es gilt das gesprochene Wort: Oral History und Zeitgeschichte heute (Gotinga: Wallstein Verlag, 2015), y Graciela de Garay Arellano y Jorge E. Aceves Lozano, eds., Entrevistar ¿para qué?: múltiples escuchas desde diversos cuadrantes, 1.a ed. (Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2017).

68 Liliana Barela, Mercedes Miguez y Luis García Conde, Algunos apuntes sobre historia oral y cómo abordarla, 5.a ed. corregida y ampliada (Buenos Aires: Dirección General Patrimonio e Instituto Histórico, 2009), 6.

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Introducción

la historia no oficial y hace posible también que las poblaciones, grupos e identidades subalternizadas e invisibilizadas reflexionen sobre su pasado (ibíd., 7). Basándome en estos planteamientos considero que mi investigación del fútbol practicado por mujeres en Colombia busca poner en evidencia las pasiones y emociones actuales, entender cómo algunas futbolistas de diferentes espacios vivieron y viven su existencia como futbolistas, qué características similares y qué diferencias hay entre ellas. Con ello pretendo introducir un primer panorama de este desarrollo histórico en dos vías simultáneas: una amplia, que presenta información de cuatro ciudades, y otra focalizada, que se centra en las experiencias de las futbolistas.

Historia del tiempo presente

Este trabajo abarca una investigación de prensa de ochenta años y entrevistas que narran vivencias de hace más de cuarenta. Es por eso que, aunque el debate central no será situar mi trabajo como ejemplo fehaciente de historia del tiempo presente, resulta importante reflexionar sobre este tema, pues como investigadora soy contemporánea del fenómeno histórico que investigo. Sobre esto, Hugo Fazio Vengoa analiza los debates historiográficos en torno a la escritura de la historia sin la distancia temporal que se supone debería generar objetividad.69 Ya desde perspectivas feministas este aspecto es rebatido, en cuanto desconoce la posibilidad de una objetividad analítica; también es rebatido por las teorías de la historia oral, para las que la cercanía de los personajes con su historia permite asimismo transmitir la realidad humana y así darle un componente más a la narración.

Desde la reflexión historiográfica, Fazio Vengoa argumenta que historizar el presente es una necesidad, pues

se ha vuelto una tarea prioritaria entender el presente como un proceso, porque solo una perspectiva histórica permite discernir los

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69 Hugo Fazio Vengoa, La historia del tiempo presente: historiografía, problemas y métodos, 1.a ed. (Bogotá: Universidad de los Andes, 2010).

caracteres fundamentales de la contemporaneidad y, a partir de las herramientas que facilita esta comprensión, pueden ser reconstruidos los puntos de referencia que le restituyan su inteligibilidad al mundo que nos ha correspondido vivir. (Ibíd., 25)

Es importante marcar una diferencia entre historia contemporánea e historia del tiempo presente. Siguiendo a Fazio Vengoa, la historia contemporánea se puede enmarcar en un periodo con inicio y fin, pues esta es reciente, pero pasada (ibíd., 31). La historia del tiempo presente no (ibíd., 32) y, por ello, propone otros debates sobre el análisis histórico en general:

En efecto, hablar de historia no es fácil porque es un concepto que encierra un triple significado: por una parte, se refiere a un proceso, a una sucesión de hechos, situaciones y acontecimientos sociales en el tiempo. Por otra parte, constituye la narración, explicación o comprensión de situaciones ya ocurridas. Por último es un campo del conocimiento que se ha ido constituyendo para el estudio de las sociedades humanas en el tiempo. Es decir, la historia se refiere tanto a acontecimientos y situaciones ocurridos en el tiempo, como al estudio sobre las actividades realizadas por los individuos y los colectivos humanos. (Ibíd., 51-52)

En este trabajo reflexiono sobre hechos ocurridos hasta el 2017, momento en que ocurre la “profesionalización”70 del fútbol practicado por mujeres en Colombia, y con esto asumo el reto que plantea Timothy Garton Ash, citado por Fazio Vengoa:

Cualquiera que escriba “historia del presente” sabe que esta deberá ser revisada a la luz de los acontecimientos. Dado que las cosas cambian constantemente, la experiencia de leer un libro de este tipo puede

70 Hablo de profesionalización entre comillas (o supuesta profesionalización) porque cinco años después las futbolistas siguen sin poder vivir de practicar fútbol, pues los contratos son por los tiempos de los torneos y no hay seguridad laboral.

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Introducción

resultar menos satisfactoria que, pongamos por caso, ponerse cómodo y leer unos anales de la Roma clásica, pero también puede ser más interesante, puesto que aún es posible cambiar las cosas.71

Esta posibilidad de cambio, que además es un llamado también desde la perspectiva feminista con la que trabajo, habla sobre la construcción de trabajos científicos que abran caminos para la emancipación de las personas oprimidas, en pro de una sociedad libre y solidaria. Aunque sé que este trabajo no podrá por sí solo transformar la vida de las futbolistas, al presentar eventos actuales haciendo énfasis en su trascendencia en el tiempo quiero aportar una primera mirada crítica al desarrollo histórico del fútbol practicado por mujeres y unirme a las diferentes reflexiones e iniciativas que revelan las posibilidades de transformación. Esto implica no asumir el pasado y el presente como dados, sino entender los sucesos para transformar las realidades y avanzar hacia el panorama anunciado por el cántico popular “ya vas a ver, el fútbol va a ser de todes o no va a ser”. Todo lo anterior hace que la periodización posicione esta investigación en la historia del tiempo presente, sin que esto haga que desconozca las reflexiones sobre la historia contemporánea. Así, abarco momentos que reflejan lo que las personas vivieron y también un corto tiempo previo a sus experiencias, como los sucesos encontrados en periódicos sobre partidos de fútbol practicado por mujeres en los años cuarenta y cincuenta.

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A las patadas
71 Fazio Vengoa, La historia del tiempo presente, 42.

Se necesita una historia que lleve a la acción: no para confirmar, sino para cambiar el mundo. Paul Thompson, “The voice of the past: Oral history”

Tras reparar en la temporalidad abarcada por esta investigación, resulta pertinente detenerme en la reflexión sobre los métodos utilizados para analizarla. Para hacerlo, parto de preguntarme ¿qué propuestas metodológicas pueden servir a esta investigación?, ¿qué metodologías permiten tener en cuenta las anteriores reflexiones sobre la historiografía feminista?, ¿es posible dar un espacio de participación a las futbolistas en la construcción de un relato historiográfico de su práctica? Encuentro en la historia oral la posibilidad de hallar las respuestas necesarias. María del Carmen Collado Herrera afirma que a la historia oral, “de una manera más amplia, se la podría definir como una metodología creadora o productora de fuentes para el estudio de cómo los individuos (actores, sujetos, protagonistas, observadores) perciben y/o son afectados por los diferentes procesos históricos de su tiempo”.72 Por su parte, Jorge Aceves entiende la historia oral como un método que orienta y señala caminos para ensayar, por lo que la considera una herramienta que se está construyendo en la práctica.73 En esa misma línea, cuando Dorothee Wierling escribe sobre los debates alrededor de la historia oral en Alemania, afirma que la historia oral es un método y una experiencia muy compleja que es difícil de encajar en un conjunto seguro de reglas. Por lo tanto, aunque

72 María del Carmen Collado Herrera, “¿Qué es la historia oral?”, en La historia con micrófono, ed. por Graciela de Garay (Ciudad de México: Instituto Mora, 2006), 13.

73 Jorge Aceves Lozano, “Sobre los problemas y métodos de la historia oral”, en Garay, La historia con micrófono, 34.

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Introducción Historia oral

guiada y apoyada por lecturas y discusiones reflexivas y teóricas, la historia oral como método solo puede ser “aprendida” en la acción.74

Así, la historia oral se caracteriza por hacerse en la práctica; además, se encuentra con los debates sobre la objetividad y subjetividad, la memoria y el presente. Collado Herrera afirma que hay dos formas de hacer historia oral: una es a través de los archivos orales y otra es en la recopilación de fuentes y consulta de los testimonios,75 la segunda vía es la que utilizo en este trabajo. Así, entiendo la historia oral como una herramienta que crea, entre otras cosas, fuentes, las cuales son el resultado conjunto de la articulación del discurso oral que se da en el encuentro entre entrevistadora y entrevistada (ibíd., 13-14). Partiendo de esto, en este trabajo recurro a la historia oral por medio de entrevistas hechas por mí con el objetivo de conocer las experiencias vividas por las futbolistas en su desarrollo deportivo. En las entrevistas se ve reflejada la subjetividad de las entrevistadas en la reconstrucción de su memoria, así como mi subjetividad, en la formulación de las preguntas. La sistematización de estas entrevistas permite reflexionar sobre la posibilidad de memorias colectivas del fútbol practicado por mujeres en las diferentes ciudades y también en los diferentes encuentros deportivos interregionales.

Las entrevistas realizadas para este trabajo entregan relatos que surgieron de preguntas abiertas alrededor del deporte y las experiencias con este en el desarrollo de sus vidas. En ellas, las futbolistas narran lo que quieren contar de lo que recuerdan, me ven a mí como un oído atento a sus narraciones y yo me sitúo como ese oído que las escucha y busca sistematizar sus experiencias, reconocer lazos de encuentro y puntos de desencuentro entre ellas para construir así un relato histórico sobre el fútbol practicado por mujeres. Como afirma

Silvia Rivera Cusicanqui, citando el cuento de Borges “El etnógrafo”,

74 Dorothee Wierling, “Oral History”, en Aufriss der historischen Wissenschaften in sieben Bänden, ed. por Michael Maurer, Universal-Bibliothek (Stuttgart: Reclam, 2001), 93.

75 Collado Herrera, “¿Qué es la historia oral?”, 14-15.

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“el secreto, por lo demás, no vale lo que valen los caminos que me condujeron a él. Esos caminos hay que andarlos”.76 En ese sentido la historia oral nos permite acercarnos a esos caminos sin haberlos transitado, advirtiendo que, más allá del suceso específico y cuán apegado está a una versión real absoluta, el objetivo es entender qué significa lo sucedido para las personas, es decir que el significado de lo acontecido es más importante que el acontecimiento mismo. Considero importantes las fuentes orales en la escritura de historia sobre mujeres, en cuanto, como lo plantea Lau Jaiven, las fuentes orales resultan importantes, porque ofrecen los elementos necesarios para comprender no solo la experiencia cotidiana, sino los procesos de adaptación y resistencia a transformaciones sociales y estructurales. Las fuentes orales contribuyen a la realización de una historia que recupera tiempos y espacios distintos y desarrolla relatos individuales de historias de vida que nos permiten relacionar patrones de comportamiento y observar enlaces entre diversas trayectorias.77

Jaiven analiza el potencial de la historia oral para contar la historia de las mujeres recordando que las mujeres podemos tener una relación distinta con los discursos y por eso, en muchos casos, las entrevistadas empiezan por disculparse sobre lo que ellas mismas cuentan. De igual forma, muchas mujeres no se encuentran cómodas cuando hablan en público. No solo porque no están acostumbradas a ello, sino porque su discurso tradicionalmente ha sido proscrito y su silencio es valorado. Sin embargo, cuando escuchamos la palabra de las mujeres, esta nos las descubre como actrices de los acontecimientos sociales, y al

76 Silvia Rivera Cusicanqui, “El potencial epistemológico y teórico de la historia oral: de la lógica instrumental a la descolonización de la historia”, Temas Sociales 11 (1987): 1.

77 Ana Lau Jaiven, “La historia oral: una alternativa para estudiar a las mujeres”, en Garay, La historia con micrófono, 96.

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analizarlas desde un punto de vista cultural, emergen como pensadoras y creadoras de mundos. (Ibíd., 97)

Este escenario se presentó en la mayoría de las entrevistas que realicé; hubo por ejemplo mujeres que, aunque tenían una experiencia importante como futbolistas, me dijeron que no querían ser entrevistadas, pues no tenían nada para contar. Por eso es importante escuchar las palabras de ellas y también aceptar que no existe una metodología única y específica para la construcción de historias de mujeres, ya que es la variedad de modelos y la amplitud de estos lo que posibilita llevar a cabo una investigación que dé resultados (ibíd., 98). Además, investigaciones de este tipo deben partir de prácticas respetuosas con las personas, pues

las investigadoras somos menos francas que las sujetas a estudio. Por ello debemos ser lo más honestas posibles con nosotras mismas, a fin de poder respetar a las demás y no caer en el vicio de reproducir la palabra femenina como algo exótico, pintoresco y diferente. (Ibíd.)

Y aunque intento ser lo más franca posible con las entrevistadas, efectivamente el resultado de este trabajo solo es un hecho cuando existe; antes solo puedo exponerles las reflexiones que llevo a cabo en el momento de las entrevistas.

La historia oral no solo cambia el foco y permite hacerse más preguntas o darles reconocimiento a quienes han sido ignoradas, también hace que la historia sea más democrática, pues difumina las fronteras entre las cronistas y la audiencia, entre las instituciones educativas y el mundo exterior.78 Quien hace la historia es quien la vive. Es así que tiene un potencial de acción que se refleja en los caminos que abre para las historias de las subalternizadas, en este caso las futbolistas; sin embargo, falta aún profundizar en la manera en

78 Paul Thompson, “The Voice of the Past: Oral History”, en The Oral History Reader, ed. por Robert Perks y Alastair Thomson (Londres: Routledge, 1998), 26.

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que esta herramienta se puso en práctica en las entrevistas que realicé y, por tanto, en cuáles son las reflexiones teóricas y metodológicas detrás de las entrevistas. Para resolver estas cuestiones, es necesario recurrir a la memoria y su relación con el género.

Memoria

Partir de la historia oral hace que sea necesario preguntarse por la memoria, no solo porque esta es una de sus cuestiones centrales,79 sino porque es una herramienta que nos permite reflexionar sobre los sucesos en el tiempo en cuanto implica entrelazar el pasado, el presente y el futuro. La memoria, como la define Elizabeth Jelin, es “la manera en que los sujetos construyen un sentido al pasado, en su enlace, en el acto de rememorar/olvidar, con el presente y con el futuro deseado”.80 Es así como entiendo las narraciones realizadas por las personas entrevistadas, en especial porque estas se produjeron justo después de la supuesta profesionalización del fútbol practicado por mujeres en Colombia, hecho que representa un momento histórico preciso para estas personas y para la manera como imaginan el futuro del deporte que han practicado de manera aficionada. Este dato resulta relevante, pues, como expondré más adelante, cuando se ha hablado del desarrollo del fútbol o de la historia del fútbol, se nombra el deporte a secas, es decir, sin asociarlo a un género específico, lo cual, si bien haría pensar que se trata de discursos sobre el deporte en general, muestra una imposición sistemática que invisibiliza las experiencias de las mujeres con el fútbol, cuando en realidad se ha hablado, escrito, analizado casi exclusivamente sobre el fútbol practicado por hombres.

Resulta entonces evidente que la memoria sobre el fútbol es la memoria sobre el fútbol practicado por hombres. Es precisamente este imaginario el que busco retar con el presente escrito, ya que, como

79 Barela, Miguez y García Conde, Algunos apuntes sobre historia oral, 9.

80 Citada en Ricard Vinyes, ed., Diccionario de la memoria colectiva, 1.a ed. (Barcelona: Gedisa Editorial, 2018), 272.

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propone Dora Schwarzstein, “en tanto afectan representaciones individuales o colectivas del pasado, podemos hablar de memoria dominante. Existen múltiples representaciones públicas y estas compiten entre sí. La memoria dominante es el resultado de estas luchas y está siempre abierta a ser desafiada”.81 En este sentido, me interesa pensar una historia del fútbol en la que, a través de un ejercicio de memoria, se evidencie la manera en que las futbolistas dotan de significado su historia en el presente. Construir esta historia del fútbol practicado por mujeres en Colombia a partir de los relatos de las jugadoras implica, por un lado, resaltar las luchas que han tenido que dar por existir y, por otro, aportar a las reflexiones actuales alrededor de este deporte. Como afirma Pierre Nora, citado por Schwarzstein, “la memoria es un fenómeno siempre actual, un vínculo vivido con el presente eterno; la historia es una representación del pasado” (ibíd., 475). Por ello, configurar un sentido del pasado común permite, en muchos casos, que las personas subalternizadas y no escuchadas construyan sentimientos de confianza hacia ellas mismas y los grupos de los que se sienten parte.82 Ese es uno de los intereses centrales al hacer este trabajo a partir de las reflexiones de la memoria.

Esta inquietud por la colectividad me lleva a pensar en una pregunta que se ha debatido ampliamente dentro de la comunidad académica que reflexiona sobre la historia oral: la posibilidad de hablar de una memoria colectiva además de la memoria individual. Tal debate es importante para este trabajo, pues la sistematización que realizo de las narraciones individuales de las futbolistas, de sus memorias personales y de la forma en que se entrelazan me permite buscar una reflexión colectiva en sus vivencias. Esta búsqueda hace fundamental el reconocimiento de la existencia y la importancia de la memoria colectiva de ellas a través de una historia común que, con

81 Dora Schwarzstein, “Memoria e Historia”, Desarrollo Económico 42, núm. 167 (2002): 474, https://doi.org/10.2307/3455848.

82 Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria (Madrid: Siglo XXI; Social Science Research Council, 2002), 9-10.

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A las patadas

sus encuentros y desencuentros, conduzca a entender los desarrollos estructurales que se han presentado en el fútbol a lo largo del tiempo. Respecto a este debate, Aleida Assmann contradice las posiciones que no aceptan la existencia de una memoria colectiva al asegurar que, si bien la memoria es individual, al nombrarla se vuelve un diálogo intersubjetivo entre memorias y un sistema de símbolos que, como tal, puede ser intercambiado, compartido, corroborado, concretado, disputado y hasta apropiado. No es fácil presentar fronteras definitivas entre los elementos individuales y compartidos de la memoria, por ello resulta útil la noción de una memoria colectiva.83

En ese sentido, aunque Alessandro Portelli no habla necesariamente de memoria colectiva, sí habla del carácter construido de esta y explica que dicha construcción inicia cuando se crea una conciencia crítica del presente. La memoria no es un asunto exclusivo de las personas adultas mayores, como se suele pensar; por el contrario, es una actividad consciente del hoy que muestra nuestra posición personal y política.84

Assmann presenta la idea de memoria colectiva retomando a Maurice Halbwachs, cuyo aporte principal es entender que tal memoria no puede comprenderse fuera de los marcos sociales, es decir, que se trata de un fenómeno colectivo e individual. A partir de esta idea, se fue desarrollando en los años setenta y ochenta una perspectiva constructivista que se distancia de los mitos creadores y esencialistas, pues para Halbwachs la memoria colectiva no es una noción espiritual, sino un concepto básico que, en su momento, abrió todo un nuevo campo de estudio.85 Assmann acepta la propuesta de que las personas no vivimos solamente de manera singular, también existimos en plural, por lo que hay estructuras, conceptos y valores

83 Aleida Assmann, “Transformations between History and Memory”, Social Research 75, núm. 1 (2008): 50, https://www.jstor.org/stable/40972052.

84 Paulo Álvarez, “La historia oral es un arte de la escucha. Entrevista a Alessandro Portelli”, Kamchatka. Revista de Análisis Cultural 9 (2017): 545, https://doi.org/10.7203/KAM.9.10561.

85 Assmann, “Transformations between History and Memory”, 51.

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colectivos en las experiencias. Así, la memoria colectiva se aprende, se internaliza y se lleva a cabo sobre la creación de una identidad como “nosotras” (ibíd., 51-52).

Elizabeth Jelin, quien también retoma a Halbwachs, afirma que solo se puede recordar cuando los recuerdos son puestos en los marcos de la memoria colectiva y por eso, cuando estos marcos faltan, hay olvido:

Esto implica la presencia de lo social, aun en los momentos más “individuales”. “Nunca estamos solos” —uno no recuerda solo sino con la ayuda de los recuerdos de otros y con los códigos culturales compartidos, aun cuando las memorias personales son únicas y singulares—.86

La memoria, a diferencia de la historia, construye puentes entre el pasado, el presente y el futuro, crea valores, significados y provee de motivación para la acción,87 en otras palabras, la memoria es dinámica. Así, como afirma Portelli, no es un depósito pasivo de hechos, sino un proceso activo de creación de significados; no se trata de la habilidad de preservar el pasado, sino de forjar cambios en él para dotar de sentido las vidas de quienes lo experimentaron.88 Es precisamente esta configuración de sentido la que me interesa presentar en esta investigación a través de la memoria de las futbolistas y la interpretación de sus relatos y sus silencios; por ello, aunque no son miles las entrevistadas, los relatos consignados en este trabajo me permiten hablar de una memoria colectiva desde la cual entender los procesos de este deporte.

Sumadas a estas reflexiones y como parte transversal de este ejercicio de investigación, el campo de estudio de la memoria también incluye debates en torno al género. Sobre ello, Selma Leydesdorff,

86 Jelin, Los trabajos de la memoria, 20.

87 Assmann, “Transformations between History and Memory”, 61.

88 Alessandro Portelli, “What Makes Oral History Different”, en Perks y Thomson, The Oral History Reader, 69.

72 A las patadas

Luisa Passerini y Paul Thompson afirman en la introducción de su libro Gender and Memory que hay percepciones intuitivas sobre las maneras como recuerdan los hombres y las mujeres; las personas que estudian la historia tienen experiencias anecdóticas que soportan este sentimiento, pero al momento de ponerlo sobre papel, es más difícil de explicar y sustentar.89 En este sentido, afirman que,

en cualquier caso, habría sido una falsa expectativa poder concluir este tema con una definición directa de la diferencia entre las memorias de las mujeres y las de los hombres, ya que eso implicaría una esencialización de la memoria de género. Lo que sí sostenemos es que las memorias son de género, y que el género de la memoria tiene un fuerte impacto en la conformación de los espacios sociales y las formas expresivas. (Ibíd., 13-14)

Es así que plantean que el redescubrimiento de voces de mujeres en la historia ha afirmado la necesidad de estas voces y viceversa (ibíd.). De este modo, aunque se pueden encontrar diferencias en las formas como se recuerda y se narra el pasado según el género asignado,90 no se trata de esencializar la memoria y así ver como absoluto el género, pues, como señalé anteriormente, el género no es algo esencial e inamovible. Lo importante es reconocer que hay aspectos genéricos que marcan las memorias y la forma en que se transforman, lo cual hace que escuchar las experiencias de las diferentes mujeres rete nuestra forma de entender la historia. En este sentido,

89 Selma Leydesdorff, Luisa Passerini y Paul Thompson, introducción a Gender and Memory, ed. por Leydesdorff, Passerini y Thompson, International Yearbook of Oral History and Life Stories, vol. 4 (Oxford: Oxford University Press, 1996).

90 Con género asignado me refiero, haciendo caso de los análisis sobre la construcción del género, al género que se les da a las personas al nacer según las partes del cuerpo: si tiene vagina, se asigna mujer; si tiene pene, se asigna hombre. Este género puede diferir de la forma en que la persona se autoidentifica.

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Introducción

sería incorrecto sugerir que las entrevistas de historia oral no nos han dejado más que meras palabras que son transformaciones de la memoria. Al contrario, estamos aprendiendo de ellas cómo la historia de las mujeres puede cambiar nuestra comprensión de la historia en su conjunto. Porque todo relato de una voz femenina es potencialmente disonante con las historias existentes. (Ibíd., 12-13)

A la luz de lo anterior, resulta pertinente plantear la pregunta: ¿de qué forma el hecho de visibilizar la historia del fútbol practicado por mujeres transforma la manera de entender la historia del fútbol practicado por hombres y permite reflexionar sobre la historia del fútbol? Dora Schwarzstein propone que la historia oral puede ser un diálogo entre historia y memoria,91 y también anota que la memoria no es una reproducción exacta del pasado, sino que el modo como la gente recuerda está influenciado por el género, como lo exponen Leydesdorff, Passerini y Thompson. Además, la autora agrega las variables de edad, sexo y clase social para reflexionar sobre la necesidad de pensar interseccionalmente la memoria, pues entiende que estas representaciones sociales y culturales influyen en la forma como se recuerda (ibíd., 479). Por eso, aunque el recuerdo narra momentos específicos o procesos pasados, un punto fundamental por analizar es cómo se recuerda (ibíd.).

La entrevista como herramienta

Tras haber hecho las reflexiones anteriores, considero importante presentar uno de los aspectos esenciales de la propuesta metodológica de esta investigación: las entrevistas. Para este trabajo realicé veinticinco entrevistas, de las cuales utilicé veintiuna, ya que algunas de ellas no aportaban al análisis histórico del desarrollo de este deporte. De las utilizadas, diecinueve son a mujeres y dos, a hombres. Todas las entrevistas fueron grabadas por mí y autorizadas por

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A las patadas
91 Schwarzstein, “Memoria e Historia”.

las entrevistadas para ser usadas en este trabajo. Las edades de estas personas están entre los veinte y los setenta años aproximadamente. Todas las mujeres entrevistadas son o fueron futbolistas y algunas, árbitras y entrenadoras. Las entrevistas tuvieron lugar en cuatro ciudades del país: Cali, donde conversé con Amparo Maldonado; Medellín, donde entrevisté a Liliana Zapata (dos veces), Margarita Martínez y Carolina Gil; Bucaramanga, donde entrevisté a Nancy Mora, Lucila Marín y Orlando Morales, y Bogotá, donde hablé con Myriam Guerrero, Elizabeth Oviedo, Verónica Arias (dos veces), Ángela Urrea, Ruth Ortiz, Sonia Chalá, Ana María Goretti Arenas y William Gutiérrez. Viajé a estas ciudades exclusivamente a realizar estas entrevistas, cuyas protagonistas fueron contactadas en función de su participación en el fútbol practicado por mujeres, porque fueron parte de la primera selección oficial del país o porque fueron nombradas por otras futbolistas que me ayudaron a contactarlas. También realicé algunas entrevistas de manera virtual con Nygred Solano, que vive en Paipa, Juliana Román, que vive en Buenos Aires, Argentina, y Patricia Vanegas y Paula Botero, quienes, aunque viven en Bogotá, no fueron entrevistadas personalmente porque los encuentros se dieron durante el confinamiento impulsado como respuesta al coronavirus. Todas estas entrevistas fueron realizadas entre el 2018 y el 2020, muchas de ellas en los lugares de trabajo de las personas entrevistadas o en espacios públicos como cafés y estadios. Finalmente, para el epílogo, logré entrevistar en Bucaramanga a María Peña, también jugadora de la selección Colombia de 1998.

Una vez finalizadas las entrevistas me concentré en su transcripción; de esta manera consolidé el material en el que se basa el análisis de mi investigación. Trabajar sobre las transcripciones, a pesar de tener las entrevistas grabadas en audio, hace que sea necesario reconocer los debates que han surgido en torno a este tema. Así, soy consciente de que transcribir es construir un texto a partir de un registro sonoro y por tanto implica una re-creación, puesto que se trata

75 Introducción

de lenguajes diferentes.92 Es por eso que en este libro entiendo la entrevista como el resultado de un diálogo con cada una de las personas a quienes entrevisté, tras explicarles previamente para qué necesitaba la entrevista y pedir su consentimiento oral para grabarlas y su consentimiento escrito para usar la información recopilada en el desarrollo de este trabajo.

Jorge Aceves Lozano realiza contribuciones que considero importantes para dar cuenta de la elección de las entrevistas como estrategia metodológica y que resultan útiles para el tipo de análisis que hago. El autor afirma que la entrevista es la vía directa de creación de fuentes orales para la investigación:

La vía directa es el camino intensivo de indagación y recopilación de evidencias orales que realizan “en acción directa” los investigadores mediante una serie de instrumentos y técnicas de recopilación de material oral y etnográfico. Aquí los investigadores entran en contacto y relación estrecha con las comunidades de “narradores” (o informantes) en su propio espacio sociocultural.93

La entrevista es un encuentro entre la persona que entrevista y la que es entrevistada a partir del cual construyen de manera conjunta un documento; así, no se trata solo de recuperar lo que la persona entrevistada vivió, sino los significados que les otorga a las experiencias vividas y relatadas.94 Lo que se le pone o se le quita al recuerdo narrado en la entrevista muestra la forma como la persona lo vivió y de este modo es posible entender el significado subjetivo del suceso

92 Javier Bassi Follari, “Hacer una historia de vida. Decisiones clave en el proceso de investigación”, Athenea Digital. Revista de Pensamiento e Investigación Social 14, núm. 3 (2014): 134, https://doi.org/10.5565/rev/athenea.1315.

93 Aceves Lozano, “Sobre los problemas y métodos”, 37.

94 Barela, Miguez y García Conde, Algunos apuntes sobre historia oral, 22.

76 A
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para quien lo vivió.95 Por eso, la construcción del relato histórico que realizo no se basa únicamente en la sumatoria de las entrevistas, sino que contempla un ejercicio consciente de organización de la información que recibí de las personas entrevistadas. Cada entrevista entregó un relato de lo vivido y, como tal, es resultado de las dinámicas de la memoria sobre el pasado que se narra. El relato es una narración que incluye el pasado, el presente y el futuro y se debe recibir de manera crítica;96 sin embargo, no se puede por eso ignorar el momento histórico en que las entrevistas tienen lugar. Por ejemplo, las personas entrevistadas para este libro hacen referencia constantemente a la “profesionalización” del deporte en el país, evento que ocurrió apenas dos años antes de dar inicio a las entrevistas; resulta interesante que este suceso marcara un hito en la manera en que las entrevistadas narran su historia, en especial porque les permitió reconocer que sus trayectorias habían sido ignoradas e invisibilizadas. Otra de las motivaciones tras la elección de las entrevistas como herramienta para la elaboración de mi análisis es su posibilidad de operar como constructoras de fuentes orales. Las entrevistas podrían enmarcarse en lo que Bassi Follari reconoce como el “método biográfico”,97 que incluye metodologías tan diversas como la biografía, la autobiografía, las historias de vida y los relatos biográficos. En este sentido, las entrevistas que conforman este libro son relatos biográficos o narraciones autobiográficas que no llegan a ser historias de vida, puesto que no buscan revelar las experiencias vitales de una persona en específico, sino articular las experiencias vividas por varias personas para entender un proceso histórico: el fútbol practicado por mujeres en Colombia. Según las reflexiones de Thompson y Bornat, los documentos sobre las personas más subalternizadas tienen menores chances de sobrevivir, pues no son documentos oficiales, sino

95 Laura Bermúdez, “Historia oral: claves de la entrevista para trabajar recuerdos y olvidos”, Humanidades: Revista de la Universidad de Montevideo 3 (2018): 84, https://doi.org/10.25185/3.7.

96 Álvarez, “La historia oral es un arte”, 548.

97 Bassi Follari, “Hacer una historia de vida”, 134.

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personales,98 son las entrevistas precisamente las que permiten tener acceso a esos materiales personales (ibíd., 5), ya que son conservados por las personas entrevistadas. Esto fue algo que pude evidenciar en esta investigación: la mayoría de las fotografías y documentos no se incluyen en los archivos nacionales o periódicos locales, sino que se hallan en las casas de las entrevistadas, que solo a través de las preguntas y en virtud de su interés por narrar sus experiencias asumieron la tarea de revisar sus archivos personales y darme acceso a ellos. Aunque las entrevistas permiten hacer emerger relatos, significados y sentidos que de otra manera no obtendrían atención, resulta pertinente reconocer su alcance. Sobre ello, Alejandra Oberti afirma:

Lo que la entrevista le ofrece al entrevistado es una situación comunicativa excepcional, por lo tanto genera también un relato singular y a la vez irregular. La oportunidad de testimoniar, de narrar su experiencia personal en la esfera pública es una ocasión —en muchos casos única— de construir un punto de vista sobre sí y sobre los acontecimientos vividos que contribuye —que puede contribuir— a la autoexplicación y la autojustificación. Por lo tanto, la voz con la que el investigador se encuentra nunca es tan “auténtica”, sino que lleva las marcas de la situación de entrevista, se trata de una “conversación”, de un intercambio discursivo.99

Con esta reflexión en mente, hice un ejercicio de una preparación previo a la realización de las entrevistas,100 el cual consistió en la

98 Paul Thompson y Joanna Bornat, The Voice of the Past: Oral History, 4.a ed. (Nueva York: Oxford University Press, 2017), 4.

99 Alejandra Oberti, “Contarse a sí mismas. Perspectivas teóricas en torno a la autobiografía y el género”, en Historia, memoria y fuentes orales, ed. por Vera Carnovale, Federico G. Lorenz, y Roberto Pittaluga (Buenos Aires: Memoria Abierta; CeDInCI Editores, 2006), 40.

100 Sobre el uso y las reflexiones acerca de las entrevistas, véase Barela, Miguez y García Conde, Algunos apuntes sobre historia oral, y Paul Thompson, La voz del pasado: la historia oral, trad. de Josep Domingo (Valencia: Edicions Alfons el Magnànim, 1988).

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creación de una guía de preguntas que utilicé en todos los encuentros con las futbolistas. Con esta guía busqué que me narraran de forma cronológica su experiencia con el fútbol, iniciando por cómo empezaron a practicarlo, pasando por los lugares donde lo hicieron y terminando con su relación actual con el juego. Tomando como punto de partida lo que sabía anteriormente y el desarrollo particular de cada narración, esto me permitió formular preguntas específicas que llevaron a profundizar en las experiencias. Plantear entrevistas semiestructuradas de final abierto facilitó la construcción de un orden que, sin embargo, no limitara los relatos de las entrevistadas e hiciera de cada encuentro un diálogo abierto.101 Así, las respuestas no fueron necesariamente cronológicas, sino llenas de saltos en el tiempo y anécdotas.

El análisis lo fui organizando a partir de las primeras entrevistas, pues, en mi interés por encontrar un orden que permitiera una narración, dividí las experiencias de las deportistas según los lugares donde practicaron o practican fútbol; para ello procuré incluir todo tipo de escenarios, como la calle, el colegio o la universidad, y otros más formales o institucionales, como las ligas regionales o las selecciones nacionales. Luego de crear esta distinción, establecí una línea cronológica de la totalidad de los relatos. Así, la sistematización y el análisis inician con las experiencias de las mujeres mayores y se van desarrollando temporalmente con la inclusión de las entrevistadas que les siguen en edad. La articulación de los relatos en una línea de tiempo exclusiva para cada escenario de práctica del deporte facilitó el ejercicio de análisis, pues hizo emerger los cambios y continuidades que se presentan en las experiencias de las entrevistadas. Además de reparar en sus experiencias con la práctica del fútbol, me interesa visibilizar sus experiencias educativas, sus posiciones socioeconómicas y, en los casos dados, las migraciones del campo a la ciudad; con ello mi objetivo es revelar los lugares desde los que las

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101 Laura Benadiba, Historia oral, relatos y memorias (Ituzaingó, Argentina: Editorial Maipue, 2007), 44, http://site.ebrary.com/id/10405768.

entrevistadas hablan, pues considero que aportan elementos para el análisis de sus experiencias particulares. Esto lo hago recogiendo la información de las entrevistas y exponiéndola de manera explícita en el cuerpo del texto.

Aunque no es ese mi único propósito con este libro, pues, como dicen Thompson y Bornat,102 no se trata solo de confirmar algo, sino de proponer un reto, busco abrir el debate sobre cómo reflexionar acerca del fútbol en la historia. Con ello, me interesa transformar la idea del fútbol como un deporte “masculino” a partir de un cuestionamiento de la idea de nación que contribuya a la producción de cambios en la manera en que entendemos el deporte y el cuerpo.

En este sentido, este libro pretende responder al llamado de Portelli: “No es solo devolver a la comunidad porque la comunidad ya lo sabe, sino abrir las puertas de la comunidad a un discurso nacional más amplio, esa es la contribución”.103 Las futbolistas saben lo que vivieron, conocen sus experiencias, y este trabajo busca sistematizarlas y construir un primer relato histórico académico sobre el fútbol practicado por mujeres en Colombia a partir de la manera en que ellas recuerdan y significan su pasado.

Hacia una historiografía del fútbol practicado por mujeres

Reconociendo las diversas fuentes consultadas y partiendo de la perspectiva de la historiografía feminista y la historia oral con la que abordo el tema, el ejercicio de análisis historiográfico que me propongo consta de cuatro partes. En la primera realizo un breve paneo sobre la literatura en torno al fútbol en Colombia y Latinoamérica que basta para ver cómo las mujeres no han sido incluidas en estos estudios y reconstrucciones históricas, pues, aunque se refieren al fútbol en general, reparan casi que exclusivamente en aquel que es practicado por hombres. Luego de ello, dedico un apartado a la

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102 Thompson y Bornat, The Voice of the Past, 27. 103 Álvarez, “La historia oral es un arte”, 546-547.

revisión de las políticas colombianas que hacían referencia al deporte y la educación, pues, en medio del proyecto de construcción de nación, estos dos escenarios se utilizaron para la construcción de unos cuerpos (y por tanto sujetos) normados.

Una vez comprendida la manera en que el deporte se institucionaliza y expande a través de una serie de políticas, presento un apartado sobre el uso del deporte en la construcción de los cuerpos de las mujeres cis. En este, hago énfasis en la manera en que, desde las diferentes políticas y al amparo de diversos discursos científicos, se promovía un tipo específico de cuerpo que respondía a los roles y expectativas depositados sobre las personas asignadas mujer al nacer y que determinaba los escenarios sociales que podían habitar y la manera en que debían habitarlos.

Tras estos paneos un poco generales, encuentro necesario reparar específicamente en el papel del fútbol, así que doy paso a la segunda parte: un estado del arte sobre el fútbol practicado por hombres en Colombia. La ausencia de las mujeres en este apartado se debe a la exclusión a la que son sometidas por quienes han producido conocimiento en torno al desarrollo de este deporte en el país. Sin embargo, la revisión de la literatura sobre el tema me permite identificar unas narrativas particulares a través de las cuales se hila su historia, esto es, los hitos que la constituyen y que pueden servir para establecer paralelos con la historia de este deporte cuando es practicado por mujeres.

Con el mismo objetivo de identificar narrativas históricas, la última porción de esta primera parte expone de manera corta cómo se ha desarrollado el fútbol practicado por mujeres en cuatro países diferentes: Alemania, por ser un país europeo donde el fútbol practicado por mujeres fue prohibido durante una época y ahora es una de las potencias en el deporte; Estados Unidos, pues es uno de los países donde el fútbol no es el principal deporte de los hombres y cuyas futbolistas ganaron el mundial de 2019; Argentina, ya que hay movimientos feministas que trabajan la historia del fútbol practicado por mujeres, y Brasil, donde el fútbol estuvo prohibido para las mujeres,

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hubo debates públicos al respecto y actualmente hay un equipo nacional que es un ícono. Entender los desarrollos históricos del fútbol practicado por mujeres en diferentes partes del mundo permite ver prácticas globales de discriminación contra ellas y al mismo tiempo luchas por la liberación. En estas luchas se pueden generar aprendizajes, coordinar acciones colectivas y encontrar caminos comunes. La tercera parte es el meollo del asunto. Este es el momento en el que busco construir una narrativa sobre el desarrollo histórico del fútbol practicado por mujeres a partir de las fuentes encontradas y analizadas. Así, inicia con la presentación de las evidencias en prensa nacional y regional para dar paso posteriormente a la exposición de las entrevistas realizadas. Estas implican recurrir a la propuesta teóricometodológica, sobre la cual se elabora una perspectiva de análisis que posibilita el establecimiento de un orden o una narrativa que permite abordarlas. Este orden, mostrando procesos paralelos y no lineales, evidencia las experiencias y se centra en las vivencias de las jugadoras. Esto es central para entender que el desarrollo del fútbol practicado por mujeres es la lucha de ellas por no ser excluidas de espacios en los que ya habían logrado participar y abrirse espacios de práctica que además se les negaban; son ires y venires en cuestión de posibilidades y por eso consideré pertinente organizar las experiencias de las entrevistadas en función de los lugares de práctica y no cronológicamente. Así, presento las narrativas de las entrevistadas organizándolas a partir de los lugares de práctica del deporte según dos categorías:

1) espacios físicos como la calle, el barrio, el colegio, las universidades, y

2) escenarios institucionales como las ligas regionales y la selección oficial. Por lo tanto, dejo hablar a las protagonistas para conocer las diferentes experiencias que ellas tuvieron en la calle, en el barrio, en el pueblo. Acá vale la pena precisar que, aunque las entrevistas tuvieron lugar en las ciudades: Bogotá, Cali, Medellín y Bucaramanga, debido a la migración interna del país, algunas de las futbolistas iniciaron su práctica deportiva en pueblos o ciudades más pequeñas, lo cual me permite reparar en experiencias de otros lugares.

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Sobre las universidades, principalmente son experiencias narradas por egresadas de la Universidad Nacional de Colombia, uno de los centros del desarrollo del fútbol practicado por mujeres en Bogotá. Entre las historias narradas está la experiencia de vida de la capitana de la primera selección oficial colombiana, Myriam Guerrero, quien viajó a Moscú para estudiar entrenamiento en fútbol y volvió a Colombia a fortalecer el desarrollo del fútbol practicado por mujeres. Por otro lado, la entonces estudiante de la Universidad Nacional Elizabeth Oviedo, además de ser jugadora del equipo, se desempeñó como árbitra y le da a este libro un pincelazo sobre la experiencia de una mujer en ese oficio. El tema del arbitraje por parte de mujeres emerge también en algunos artículos de periódico. Además de esto, las entrevistas hicieron evidente la necesidad de resaltar los torneos no oficiales y, en la mayoría de los casos, autoorganizados para entender la práctica de fútbol por parte de las mujeres en el país. Al primer torneo semioficial de 1971 y 1972, reportado en El País de Cali y por Amparo Maldonado en su entrevista, le siguió una gira por Ecuador realizada por jugadoras vallecaucanas y narrada también por Amparo. Los torneos han sido centrales en el desarrollo del deporte, pues han generado experiencias de práctica, encuentros entre jugadoras y hasta la creación o consolidación de equipos. El primer ejemplo consolidado es el equipo del que Amparo Maldonado fue partícipe desde los setenta, el Águila Roja, patrocinado por el dueño de la marca de café con el mismo nombre. En el torneo de esa época se habló de más de dieciocho equipos de diferentes partes del país, pero el único de cuya continuidad tengo evidencia es el Águila Roja. El segundo torneo es el narrado por Liliana Zapata, que dio lugar a la creación de uno de los equipos icónicos del país: Formas Íntimas, más de veinte años después del Águila Roja. Sin embargo, Formas Íntimas ha sido tan importante que fue el primer equipo colombiano en ir a la Copa Libertadores de América femenina. Muchos eventos ocurrieron de forma paralela; las ligas departamentales se fueron formando en los años ochenta y noventa, en cada región de manera particular. En Antioquia, la liga se nutrió

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de equipos callejeros existentes y tuvo así la posibilidad de contar con una buena representación en los primeros Juegos Deportivos Nacionales. Además, esta es la única liga departamental, de las cuatro que visité, que tenía archivo y me permitió acceder a él. Allí se encuentran reportajes sobre las jugadoras editados desde los años noventa en las publicaciones que produce la liga. La liga bogotana tiene también sus particularidades. Entre ellas, el hecho de que Myriam Guerrero logró jugar medio partido en un torneo de fútbol practicado por hombres, ya que el reglamento solo decía que era de fútbol; y aunque no pudo seguir y su equipo fue amenazado con ser eliminado, sembró una semilla mostrándole a la liga que había mujeres interesadas en jugar. Luego siguió lo que algunas futbolistas llamaron el boom de 1991, cuando, después del primer mundial oficial, realizado ese año, se abrió un poco la puerta para las futbolistas en el país. Los relatos sobre la liga bogotana evidencian, además, la participación de sus equipos en torneos internacionales. Asimismo, algunas apariciones cortas de equipos de mujeres de los clubes tradicionales bogotanos, como Millonarios, que luego volvieron a desaparecer hasta el segundo torneo profesional, que se dio en Colombia en el 2018. Por otro lado, partiendo de la experiencia de la árbitra que salió de la Universidad Nacional de Colombia (UN), también desarrollo una parte específica sobre arbitraje de mujeres.

La liga santandereana tiene una relación muy fuerte, como la antioqueña y la vallecaucana, con la calle, y esto lo exponen las dos jugadoras y el entrenador que cuentan cómo se creó a partir de equipos callejeros. También narran el momento en que un equipo de la liga, en 1999, jugó durante doce horas seguidas para romper el récord Guinness del partido más largo del fútbol practicado por mujeres en el mundo, evento que salió en periódicos, pero no llegó a los Guinness.

Finalmente, la liga vallecaucana tiene un inicio anterior al de las otras, de acuerdo con los relatos existentes. Pues el periódico El País comienza en 1970 sus convocatorias y reportajes de partidos de equipos de mujeres, que luego se convierten en un torneo avalado por la liga que va de 1971 a 1972. La narración de Amparo Maldonado

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evidencia que ella, desde que empezó en 1970, ha tenido contacto con la liga vallecaucana y sus equipos han sido parte de esta. Para cerrar esta parte de la investigación, abordo el tema de la selección nacional, haciendo alusión a la historia de película de un equipo que viajó a un torneo en Estados Unidos cuando el presidente colombiano de la época, Ernesto Samper, no tenía visa estadounidense. Esta selección era de niñas menores de quince años y tuvo como entrenadores a Margarita Martínez, quien luego sería parte del cuerpo técnico de la selección oficial de 1998, y a Orlando Morales, entrenador de la liga santandereana. El uniforme hacía referencia a la bandera de Colombia. La comunidad colombiana migrante acompañó los partidos, en los que las jugadoras enfrentaron equipos de otros países. Aunque el objetivo de las personas que organizaron este evento era hacer una película, esta no salió y la realidad de las jugadoras no cambió mucho. Tras reconocer esta experiencia no oficial de una selección colombiana de fútbol de mujeres, doy paso al relato oficial sobre la selección.

Esta se creó a partir de eliminatorias entre equipos de liga, por lo que la base de la selección fue el equipo bogotano. Sin embargo, participaron jugadoras de otras ciudades, como Bucaramanga y Medellín; además, Margarita Martínez fue parte del cuerpo técnico. El relato que entregan las entrevistadas evidencia los logros que supuso crear una selección nacional y al mismo tiempo las dificultades que tuvieron como equipo oficial. Varias de las jugadoras de la selección nacional actualmente no tienen relación con el fútbol institucional. En la cuarta parte de este libro reflexiono sobre los hallazgos presentados, los artículos de prensa y mi análisis de las entrevistas, para construir un panorama que busca interpretar el hecho de que haya años y periodos enteros en los que no encuentro fuentes sobre el fútbol practicado por mujeres. Partiendo de esto me pregunto cuáles son los posibles motivos por los que las futbolistas son invisibilizadas con el objetivo de reconocer el fútbol como creador de identidad nacional. Luego realizo una síntesis de los elementos que se repiten o son excepcionales en las narrativas de las deportistas para entender sus posibles

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significados en la actualidad. Para finalizar, abordo dos aspectos fundamentales en sus narrativas: el cuestionamiento a la heteronorma y la lesbofobia. Para ello hago un análisis de la matriz de dominación y detengo la mirada sobre los diferentes factores discriminatorios, como el racismo, el clasismo, el capacitismo y la discriminación transodiante.

Con respecto a esto, es importante reconocer que en las entrevistas no se hicieron preguntas específicas sobre estos temas, por lo que no profundizo en aspectos como el racismo, el clasismo, el capacitismo y el odio a las poblaciones trans en el desarrollo del fútbol practicado por mujeres en Colombia. Sin embargo, creo que es pertinente señalarlo, enunciarlo, así sea como ausencia, para que futuras investigaciones puedan llenar los vacíos de esta y generar una mirada más amplia sobre el funcionamiento de la matriz de dominación en este deporte.

Sobre el cuestionamiento a la heteronorma y la lesbofobia me resultó posible reflexionar con mayor profundidad, pues en las entrevistas es evidente cómo estos dos aspectos atraviesan las experiencias de las jugadoras, quienes estaban constantemente bajo la mirada de un público que no dudaba en “acusarlas” de ser o parecer lesbianas. Algunas hablan abiertamente de este tema en las conversaciones y reflexionan sobre qué efectos tuvo en sus vidas como deportistas. Para terminar, las conclusiones se concentran brevemente en las reflexiones metodológicas, la narrativa construida en este libro y el análisis al respecto. Considero que gran parte del estudio se desarrolla a lo largo de los apartados anteriores, por lo que encuentro más enriquecedor que las conclusiones se concentren en evidenciar los focos, sucesos, personajes o elementos relevantes en la narrativa que construyo sobre el desarrollo del fútbol practicado por mujeres en el país, para que quienes se interesen por el tema puedan identificar rutas o puntos de partida que permitan continuar con este trabajo de reconstrucción historiográfica. Así, cierro el libro presentando las preguntas que quedan abiertas, las investigaciones que se pueden ampliar a partir de la información encontrada y la visibilización de los huecos en la investigación historiográfica en este campo.

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En Colombia, hasta ahora, el fútbol solo se ha pensado en masculino. El fútbol practicado por hombres forma parte de un acervo cultural que se ha utilizado permanentemente para construir una idea de nación hegemónica, y que constituye un elemento esencial de la cultura patriarcal del país. Mientras tanto, la historia y el desarrollo de las mujeres se ha relegado a la reproducción de unos roles específicos de género, como procrear, cuidar de la familia, atender al marido y mantener la casa en orden. Sin embargo, las mujeres han estado presentes en el desarrollo del fútbol desde sus inicios y han retado las dinámicas de opresión para construir espacios de liberación en su práctica deportiva, aunque su historia haya sido invisibilizada.

Para romper este silencio, Gabriela Ardila Biela ha escrito la primera historia académica y detallada sobre el fútbol practicado por mujeres en el país. A partir de entrevistas, en un ejercicio de historia oral, y de la revisión de más de setenta años de prensa y de varios archivos personales, A las patadas construye un relato historiográfico en el que se materializan las luchas ganadas y perdidas por las futbolistas colombianas, así como sus avances y reveses. Para lograr esto, reinterpreta y resignifica los argumentos que han sido utilizados para acallar, precarizar y justificar las violencias contra las deportistas, reconociendo las vivencias de las mujeres que, por décadas, han luchado por practicar fútbol. Así, revela cómo, aunque las mujeres han sido relegadas de manera sistemática de los escenarios deportivos, siempre han encontrado la manera de resistir, crecer, luchar y ser futbolistas, así sea a las patadas.

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