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'Apocalipsis climático'
Con estas palabras, diversos medios de comunicación divulgaron hace pocas semanas la noticia relacionada con la advertencia que ha hecho la Organización de las Naciones Unidas, ONU, acerca del punto irreversible que en materia de cambio climático enfrentará la humanidad en 2030. En efecto, el 2 de agosto se conoció el “preocupante informe” publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de dicho organismo, sobre “cómo el calentamiento global cambiará nuestro planeta en las próximas décadas”. Tal como lo señaló la nota de la BBC que circuló pocos días después, “se trata del análisis de más de 14.000 artículos científicos, el más completo hasta la fecha”. Las conclusiones a las que han llegado los expertos fueron recogidas en cinco puntos: “1. El cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando (y depende de nosotros); 2. La temperatura puede aumentar más de lo previsto; 3. El nivel del mar continuará aumentando, no importa lo que hagamos; 4. El clima de nuestro planeta podría ser más sensible al dióxido de carbono de lo que se pensaba; y 5. Alrededor de 0,3°C de los 1,1° C de los que el mundo ya se ha calentado es resultado del metano”. En este contexto, se hace notar que “las emisiones continuas de gases de efecto invernadero podrían quebrar un límite clave de la temperatura global en poco más de una década”, y también “que ‘no es posible descartar’ una subida del nivel del mar que se acerque a los 2 metros a finales de este siglo”, datos todos que resultan verdaderamente preocupantes.
Precisamente, en las últimas semanas, por las noticias nos hemos enterado de lo que ha sucedido en países como España, donde las lluvias torrenciales han causado grandes inundaciones y estragos, así como los incendios forestales han afectado seriamente vastas zonas rurales. No pocos consideran que todo esto no es más que una anomalía transitoria que se puede ignorar y que quienes llaman la atención sobre la gravedad de estos acontecimientos, cada vez más frecuentes, son alarmistas, gente que se ha obsesionado con un problema que no existe.
Como todos sabemos, el término apocalipsis, utilizado en situaciones extraordinariamente graves, proviene del último libro canónico del Nuevo Testamento en el cual se recogieron las revelaciones sobre el fin de mundo. De ese título, surgió el adjetivo ‘apocalíptico’ que hace referencia a aquello que constituye “una amenaza poderosa o que implica exterminio o devastación”, que es “terrorífico o espantoso”. En consecuencia, que nos estén hablando de un “apocalipsis climático” debería obligarnos a tomar medidas extremas, tal como lo hicimos cuando apareció el covid-19 con toda su carga mortal, y cambiamos radicalmente nuestra manera ordinaria de comportarnos, uniendo esfuerzos para enfrentar la temida pandemia. Sin embargo, como en lo referente al cambio climático, el proceso de deterioro que se da día tras día no es tan notorio, no le damos importancia y continuamos como si no existiera ese gravísimo problema. Este fenómeno ha sido ilustrado reiteradamente con el ‘síndrome de la rana hervida’. En esta metáfora o fábula se narra lo que le sucedió a una rana que descansaba tranquila en una vasija de agua fresca puesta al fogón y que iba ajustando su temperatura a la del agua hasta que llegó a un punto en que no resistió más el calor y quiso salir, pero en ese momento ya no tenía las condiciones para poder hacerlo y quedó condenada a muerte. No hubiera ocurrido esto si se la hubiera puesto en el agua ya caliente: la rana habría podido reaccionar y saltar fuera del recipiente. Esto fue lo que hicimos frente al coronavirus: nuestra respuesta fue inmediata; cosa que no hemos hecho frente al cambio climático.
Al referirnos a este asunto, es importante recordar el libro escrito por Bill Gates, publicado apenas hace unos meses, Cómo evitar un desastre climático (Plaza&Janés, 2021). En esta obra, el conocido líder empresarial hace notar que “por desgracia, el diálogo sobre el cambio climático se ha polarizado de forma innecesaria, por no mencionar que se ha enturbiado a causa de las informaciones contradictorias y los relatos confusos”. Por eso propone que “el debate sea más reflexivo y constructivo”. Gates, que confiesa su optimismo “porque sabe lo que la tecnología y la gente son capaces de conseguir”, busca con sus acciones “canalizar el entusiasmo y la inteligencia científica del mundo hacia las soluciones relacionadas con energías limpias que ya existen, así como hacia la invención de otras nuevas, para dejar de verter gases de efecto invernadero en la atmósfera”.
La Javeriana, que en los últimos años ha fortalecido su labor en los temas ambientales, haciendo suyo el llamado del papa Francisco en su encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común, renueva su invitación para que impulsemos los cambios que con urgencia deben hacerse, empezando por revisar nuestros hábitos de consumo, nuestra huella de carbono.