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Crónicas de amor y desamor: Shakira y Bzrp Music

Sessions, Vol. 53

Teresa Lamadrid

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¿Qué pasó con los “ojitos bonitos”? ¿Y con “me quedo otro ratito”? ¿Y los mojitos de “Me enamoré”, la canción que Shakira le dedicó a Piqué contando cómo se había iniciado su romance? Pues es que aunque la cantante colombia na decía en ella: “La vida me empezó a cambiar la noche que te conocí. Tenía poco que perder”, también refleja lo que ya se estaba empezando a dar cuenta, después de seis años de relación, aunque lo escribiera, como si lo hubiera reflexionado en ese momento: “Este todavía es un niño”. Ahora se queja de que “cuando te necesitaba, diste tu peor versión”, pero es que el niño creció y le agarró la crisis de los casi cuarenta. En realidad, la ruptura de Shakira y Piqué es un súper cliché: marido deja a su esposa tras varios años de matrimonio por otra más joven, o en este caso, en que no llegaron ni al altar ni al registro civil, hombre deja a su pareja, tras doce años de convivencia, por otra doce años menor, ¡que además es igualita a la primera! (“Es igualita que tú”, ¡pero igualita que tú, Shakira!)

Lo que no era un cliché es que Shakira y Piqué fueran una pareja tan dispareja. En nuestra sociedad, es totalmente “normal” encontrar que el hombre le lleva a la mujer diez años, quince, veinte, veinticinco, ¡o más! Pero una pareja en la que la mujer sea diez años mayor que el hombre (y además compartan cumpleaños), es totalmente inusual. Dice Shakira, en su nueva canción: “hace rato que yo debí botar ese gato”, pero, ¡cómo botarlo si estaba (y está) tan guapo! Por eso se recreaba en “Me enamoré”: “Mira, qué cosa bonita, qué boca más redondita, me gusta esa barbita”. Pues sí, pero estaba difícil conservar a ese gato, ¿tenerlo para ella sola? Mucho acaparamiento. Solo que lo guardara en un cajón (pero mide 1.94m!!!). Continúa la canción (la del amor naciente): “Nos vamos entusiasmando, todo nos va resultando, qué bien lo estamos pasando”. Lo pasaste bien durante doce años, Shakira, y lo bailado ya nadie te lo quita (“Y bailé hasta que me cansé, hasta que me cansé bailé”), ni los dos hijos de los diez que dijiste que podrías tener. (“Contigo yo tendría diez hijos, empecemos por un par. Solamente te lo digo, por si quieres practicar.”)

¿Por qué ha tenido tanto éxito la canción de Shakira y Bizarrap? Las mujeres a las que sus novios o maridos han botado, sienten que “ahí les hablan”, que si Shakira clara-mente puede superar la ruptura, ellas también. Pero Shakira no es una “del montón”, ella se maneja en otra liga. Ahí están sus comparaciones: “Yo valgo por dos de veintidós. Cambiaste un Ferrari por un Twingo. Cambiaste un Rolex por un Casio”. Para lograr el acuerdo de separación y la custodia de sus hijos, la cantante le hizo una millonaria oferta al futbolista: ella se haría cargo de la manutención completa de sus hijos y le pagaría cinco viajes anuales a Miami (en primera clase, por supuesto), a donde ella se mudaría, para que él pudiera ver a sus vástagos. Todo esto para dejar de tener “de vecina a la suegra” y “la prensa en la puerta”. ¿Pagará también su deuda en Hacienda?

La situación de Shakira recuerda la de otras dos mujeres “súper poderosas”, las que brillan con luz propia y no se pueden definir por ser las esposas de hombres famosos: Jennifer López e Isabel Preysler. La primera terminó con Alex Rodríguez en 2021, después de cuatro años de relación y dos de compromiso y al año siguiente ya se estaba casando con Ben Affleck, que además era su amor de juventud. Ahora lo exhibe como un trofeo y él se deja arrastrar como una marioneta sin vida. Otro es el caso de la Preysler. Mucho mayor que “la López” no se tentó el corazón a la hora de botar a Vargas Llosa (ya antes había botado a Julio Iglesias y le había puesto sus cuernos al marqués de Griñón). “Yo no cuido viejitos”, parece decir con su actitud, y menos si son celosos y controladores. Ya no estoy en edad de recibir órdenes de nadie, por muy Premio Nobel que sea. Ahí que lo cuide su exesposa, si es que lo acepta de vuelta.

Por eso Shakira puede vanagloriarse, “a ti te quedé grande”. A diferencia de millones de mujeres que se dieron un cabezazo con el famoso “techo de cristal”, ella tiene muchísimo más dinero que su expareja (300 millones de dólares contra “solo” 80 millones de Piqué), todo fruto de su trabajo de décadas, exhaustivas giras (hasta se quedó sin voz) y engañar a la hacienda española pretendiendo que no vivía en Barcelona con Piqué, ¡sino en las Bahamas! A pesar de estas diferencias abismales, las chicas actuales se sienten empoderadas cuando oyen: “Te creíste que me heriste y me volviste más dura. Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. Y es que Shakira, con su venganza, logró poner en evidencia la situación de desigualdad que se vive actualmente: las mujeres han logrado cambios importantes, por medio del estudio, del trabajo, pero los hombres se han quedado rezagados. Muchos no logran entender la situación actual y se cohíben, otros la resienten, se sienten agredidos en su masculinidad y se vuelven agresivos. Por eso Shakira realmente le atinó cuando canta: “Una loba como yo no está pa’ tipos como tú”. ¿Pero dónde están los hombres que no se sientan atemorizados, no solo ante una loba, sino ante una inocente y tierna perrita pitbull?

África

Basel Bâtard

¡Lo siento, no hay tiempo para ustedes señoritos sonrientes! Benditos sean con sus ojos de diamante, sus voces de relámpago sedoso, sus cabellos como cortinas de un anhelado santuario, anhelado, sí, pero nunca buscado. No hay tiempo para ser amantes ahora, señoritos sonrientes. África con su sol gigante llama a través de alucinaciones, los sonidos del mundo me reclaman para triturarme y yo ya no puedo esperar mucho más.

La caravana parte ya y no quiero malgastar los días en canciones amorosas.

Necesito el viaje, no su corazón. Yo nunca he pedido su corazón, señoritos sonrientes. No lo quiero, no me lo den.

El amor se queda corto, la tribu ya está danzando… Debe haber algo más allá afuera retorciéndose, debe haber algo más efectivo para volverse loco. Quiero el lento destripamiento sagrado, el amor es algo sobrevalorado.

¡Lo siento, no hay tiempo para ustedes señoritos sonrientes! Benditos sean con sus ojos de diamante, sus voces de relámpago sedoso, sus cabellos como cortinas de un anhelado santuario, anhelado, sí, pero nunca buscado. No hay tiempo para ser amantes ahora, señoritos sonrientes. África con su sol gigante llama a través de alucinaciones, los sonidos del mundo me reclaman para triturarme y yo ya no puedo esperar mucho más.

Quiero la benévola música sangrante que emana del calor demente del mundo y eso es todo.

El amor es algo sobrevalorado, señoritos sonrientes.

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