La construcción en los límites

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LA CONSTRUCCIÓN EN LOS LÍMITES



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la construccion en los limites. miguel ibĂĄĂąez palomo


ESCUELA INFANTIL y CLUB SOCIAL para ANCIANOS en ALMERE, Holanda Miguel Ibáñez Palomo tutor: José Manuel López Pelaez

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exp. 3210 PFC ETSAM septiembre 2012


la construccion en los limites DENTRO, FUERA, LUZ Y SOMBRA

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Miguel Ibáñez Palomo

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índice de contenidos 1.Introducción 2. El adentro y el afuera en el espacio ............................................ 6 Luz y sombra..................................................................... 9 La cabaña primitiva..............................................................11 Del Partenón de Atenas al Panteón de Agripa..................................... 15 El limes del Imperio............................................................ 18

La arquitectura del adentro y el afuera......................................... 27 La costa holandesa, el caso de Almere........................................... 29 3. Notas y Referencias Bibliográficas............................................... 33

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El Muro de Berlín............................................................... 21

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Encontrar la verdad en el punto de intersección de los contrarios. “Lo importante no eres ni tú ni yo, sino lo que acontece entre tú y yo” (extraído del “Diario de un cazador de espacios”, de Alberto Morell, Ediciones Clean, 2003) El presente artículo es una recopilación de una serie de reflexiones en torno al enfoque de la arquitectura como una yuxtaposición de fenómenos que producen la interacción entre los conceptos del adentro y del afuera. Un pensamiento encaminado al desarrollo del Proyecto Final de Carrera. El solar del edificio, situado en el borde de la costa de la ciudad de Almere y la interpretación de esta línea de costa por parte de los holandeses invita a deliberar sobre la idea del límite, la frontera, entre dos elementos que pueden ser opuestos o no. El límite visto como un espacio de interacción entre otros dos y no como una separación. Bajo estas líneas recojo diversos enfoques sobre el mismo. PALABRAS CLAVE. adentro, afuera, entre, límite, luz, sombra, interior, exterior, masa, vacío

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DENTRO, FUERA, LUZ Y SOMBRA

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El adentro y el afuera en el espacio El Diccionario de la Real Academia define el espacio como “la extensión que contiene toda la materia existente”. Si en algo parecen haberse puesto de acuerdo los científicos es que es un medio continuo del que aún no se conoce límite ni frontera. En ese gran contenedor nos hallamos nosotros, los seres humanos, con unas condiciones de materia y forma que nos condicionan a habitarlo en una determinada escala y ámbito, que de momento se reduce a una fina lámina de apenas unos metros de espesor de la corteza terrestre conocida como biosfera: una porción insignificante del espacio pero inmensa para la humanidad. Al hombre le ha costado mucho dominar este territorio. Para ello, a lo largo de la historia ha tratado de comprenderlo y esquematizarlo en conceptos claros y sencillos, segmentando el espacio en proporciones más pequeñas y gobernables. Se genera pues, de forma natural un concepto primigenio de un “adentro” y un “afuera”. Lo que pertenece a cada individuo y lo que es ajeno a él, la forma más básica de concebir el mundo. Corolario de lo anterior surge inevitablemente la idea del “entre” que se ensalza como principal protagonista dado que es aquél que define a los otros dos. Sin “entre” no hay dentro ni fuera y, por lo tanto, no hay definición espacial.

La primera de ellas es la idea de límite como línea. La línea es la herramienta principal de la geometría, la ciencia que emplea el ser humano para definir el mundo que le rodea en ese intento en el que se insistía anteriormente de comprender y controlar el espacio. La línea, sin embargo, no tiene espesor, es una idea no física y por lo tanto no es más que una frontera imaginaria que separa dos elementos físicos. El “entre” existe sólo para diferenciar el “adentro” y el “afuera”. Es un elemento separador. La segunda, es una idea más compleja pero que se acerca más a la verdadera esencia del límite. Jesús Aparicio, en su libro sobre El Danteum de Terragni, escribía haciendo referencia a Heidegger que el límite “no es aquello que bordea las cosas, sino que es el lugar donde las cosas comienzan su presencia. El límite existe en el confín de las dimensiones, esto es, en el espacio y del tiempo. Pero estas dimensiones se construyen con la energía y con la masa”I. En esta segunda acepción se entiende que el “entre”, más que separación, es un nexo de unión

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El concepto de “entre” nos lleva por necesidad al de “límite”. Sobre él existen multitud de trabajos, publicaciones y reflexiones puesto que constituye la pieza clave del entendimiento del cosmos. Sin embargo, nos bastará con constatar las dos principales acepciones del término:

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y transición entre el “adentro” y el “afuera”. Es una transición que recoge la emoción del cambio en el grado de intensidad que se dé, generando una percepción distinta, desde el súbito de la sombra a la luz, y hasta la inconsciencia del día y la noche. La línea se desdibuja ante la inmensidad del “entre” de modo que no puede establecerse una frontera precisa. En esta tesitura se encuentran los límites entre el mar y la costa, la luz y la sombra o el horizonte. Es fácil señalar una porción del espacio soleada y del mismo modo una zona de sombra. Pero es muy complicado, por no decir imposible, delimitar físicamente la luz respecto de la sombra. “En la medida en que, generalmente, por olvido de esa raíz metafórica (...) subsiste, en la tradición filosófica de la Modernidad, la escuálida idea negativa de límite y de frontera, como puro lugar evanescente, convencional y puramente “lineal”, en el sentido de un mero signo que determina el nec plus ultra de toda experiencia y aventura del conocimiento o del lenguaje, se intenta en esta lógica del límite sugerir un giro verdaderamente “copernicano” en relación con esta noción, hasta que comparezca como espacio susceptible de colonización, o que puede ser habitado, cultivado y experimentado, configurándose como el ámbito mismo en el cual se debate y se discierne la cuestión del ser y del sentido”II.

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Partiendo de estas dos premisas pretendo, a través de varios ejemplos, analizar los tres conceptos que se han expuesto. Y para ello daremos una importancia crucial a las características

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del “entre” como término vertebrador de los ejemplos:

Luz y sombra Podría decirse que la luz y la sombra es la segunda dimensión del adentro y el afuera. Un universo paralelo al puramente material y formal y por lo tanto construible por el hombre. Si bien esto no es posible con la energía luminosa, sí que es posible condicionarla a través de la primera dimensión de la materia. Como decía Le Corbusier en su conocida frase, “la arquitectura es un juego de volúmenes bajo la luz”. En esta definición están los dos “entres” que definen la arquitectura. El material, que trabaja los volúmenes y que define físicamente el límite de los espacios. Y el inmaterial, que somete al espacio ya delimitado a la emoción del afuera de la luz y por tanto a una nueva compartimentación espacial que no puede tratarse de una subdivisión ya que, como ya se ha dicho, se trata de dos dimensiones diferentes.

La luz, por sí sola, es capaz de generar su propio espacio a partir de la extracción de la oscuridad. Basta con poner de ejemplo las reuniones nocturnas alrededor de una hoguera en mitad, como suele decirse, de la nada. Sin luz no hay espacio.

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“No existe una arquitectura sin la luz”III (Jesús Aparicio, El muro). El mismo autor, en su obra sobre el Danteum, declara que “frente a la realidad inmutable de una construcción, la luz y gravedad dan el carácter de lo variable en el espacio”IV. Los dos límites, la materia y la luz, acaban definiendo el espacio. La luz en sí misma produce ambientes y por tanto es capaz de producir espacios con ayuda de la materia. El umbral es el nuevo “entre” que actúa como transición entre la oscuridad-la nada-y la luz-el todo-. A través de lucernarios, óculos y vanos la arquitectura de la materia ha permitido generar ámbitos de emoción diferenciados que pasan a ser espacios en sí mismos.

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Figura 01. Castro de Cividade do Terroso.

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La cabaña primitiva

Tenemos por tanto, en la cabaña primitiva, las dos dimensiones: una material que define el contorno generado a partir del concepto del “adentro” e ignorando el del “afuera”, dado que no existe mayor relación con él que la interrupción temporal del límite para generar la entrada. Y otra inmaterial, de la cual ya hemos hablado. La primera alude al concepto de límite como línea y la segunda se acerca más a la idea del comienzo de una presencia. La unidad de la cabaña se encuentra inmersa en un conjunto mayor que es la lógica agrupación de varias viviendas. El hombre, inmerso en la violenta naturaleza, tiene que agruparse para protegerse. Genera un “adentro” mayor que el que constituye la unidad familiar por medio de la adición de varias de éstas y se cierra al afuera mediante un muro, con un concepto similar al de la cabaña pero a mayor escala. Se trata del poblado. Esta nueva gran unidad de unidades produce una doble acepción del “adentro”y el “afuera” que destruye la idea de la línea, ya que el conjunto formado es una suma de muchos conjuntos de líneas. El “entre” pasa a cobrar un protagonismo que no tenía con la cabaña, ya que el poblado entero actúa de límite entre la vivienda y la naturaleza. El límite se desdibuja, al aparecer con el poblado espacios nuevos

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El modelo de la cabaña primitiva alude al primer concepto de adentro y afuera que es el más sencillo. Analizando un poblado prerromano de Galicia, el castro de Cividade do Terroso, comprendemos mejor las dos acepciones del límite. Por una parte consideramos la unidad familiar, la vivienda, materializada en un círculo rodeado de un muro. En este caso la idea está muy clara. Existe un adentro que alude al hogar, a la familia, a lo íntimo, que queda separado del resto del mundo, del afuera, por un anillo que es el límite. La forma circular surge de forma natural al intentar agrupar los elementos alrededor del fuego que se encuentra en el centro lógicamente, dado que al ser la cubierta inclinada es el punto más favorecedor para la chimenea. El calor es otro de los generadores espaciales. El calor, el fuego, es desde tiempos remotos símbolo de supervivencia de la especie. Alrededor de él se genera la vida, ya que es fuente de energía principal para la humanidad. El fuego permite sobrevivir al frío, cocinar los alimentos y fabricar utensilios de metal, aparte ya de sus funciones meramente defensivas y destructivas. Y, sobre todo, el fuego es luz en la oscuridad. Marca un adentro en la inmensidad del afuera de las tinieblas. El umbral es el nuevo “entre” que se desdibuja de forma imperceptible desde su origen en el hogar hasta los confines de la cabaña. Las formas se desmaterializan en intensidades diferentes. De nuevo la luz.

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generados por los intersticios entre las cabañas que son habitados por sus moradores en varios grados. Aparece un nuevo concepto derivado del límite que es el de la privacidad. La unidad primigenia coloniza su entorno circundante, que ya es seguro al estar envuelto por un nuevo límite que es la muralla. Aparece el patio, como antesala de la cabaña. El patio es un nuevo elemento espacial de transición entre lo que se comienza a considerar como espacio público, embrión del espacio urbano, y lo privado.

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Por de pronto, con la idea del poblado hemos transformado el límite del muro de la cabaña en un “entre” espacial configurado por un foso defensivo, una muralla, un conjunto de calles, una tapia, un patio, un muro y finalmente un hogar. La transición entre el adentro y el afuera se hace menos evidente pero más habitable. El “entre” se convierte en un espacio en sí mismo.

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Figura 02. Parten贸n de Atenas. Planta. Figura 03. Pante贸n de Agripa. Planta.

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Del Partenón de Atenas al Panteón de Agripa Una segunda reflexión de la cabaña primitiva es la que Marc-Antoine Laugier escribe en su “Ensayo sobre la arquitectura”. Independientemente de su visión idealista y alejada de la realidad, Laugier trata de explicar el origen de la arquitectura de occidente a partir del razonamiento lógico de un ser humano primitivo que, inmerso en la naturaleza, trata de protegerse de sus inclemencias y darse cobijo. Con ello, pretende introducir una idea de racionalidad y funcionalidad a la arquitectura clásica que justificaría sus formas en cuanto a composición y ornamentoV. En esta línea, las obras creadas por el hombre para cerrar un interior protegido generan una imagen exterior en la que se basa el juicio de lo arquitectónico.

Estamos hablando de una arquitectura principalmente del afuera, hecha para ser contemplada como si de un objeto se tratase. Una arquitectura de alzados y de encuadres de vista, pero en la que el adentro no existe, o se encuentra en otra dimensión diferente que nos hace olvidarnos de él. Los griegos no prestaban importancia a los interiores que generalmente quedaban reducidos a lugares poco iluminados y descontextualizados de su entorno. Del Partenón se dice que “ni el edificio ni su decoración tenían vida interior; era un exterior perfecto”VI. Una arquitectura totalmente extrovertida. Como el observador no asume la idea del interior se podría decir que concibe los edificios como cuerpos sólidos y, por consiguiente, masiva. Es interesante destacar esta afirmación de cara a la evolución que se dará después en Roma. El concepto de la masa como una arquitectura del afuera y la inexistencia del adentro. La idea del espacio interior surge por primera vez en el templo de Apolo Epicuro en Bassae (450-425 a.C). Aunque es contemporáneo al Partenón, parece ser que, a diferencia de éste, “tenía un interior. Fue un ejemplo solitario hasta la llegada de los romanos. No tuvo continuidad (...) Su interior contenía el primer capitel corintio y el friso esculpido rodeaba el interior del santuario y no el exterior”VII Probablemente la rareza de este planteamiento se deba a que los griegos tendían a manifestar su arquitectura en los edificios de carácter sagrado y éstos,

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Las descripciones de Laugier nos justifican el origen de la arquitectura como la solución para dar cobijo al hombre. Nos habla de la creación expresa de un interior donde pueda refugiarse pero lo hace a través de la imagen exterior que de él se va creando. Describiendo pilares, entablamentos, cubiertas y fachadas, pretende acercarnos a las bases de la arquitectura griega, cimiento de la que él consideraba la verdadera arquitectura, la que se empleaba en los edificios emblemáticos.

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según su religión, carecían de uso. Se limitaban a ser la morada del dios, donde se guardaba su estatua y sus tesoros, pero en él no se celebraba ningún tipo de acto ceremonial popular. La mayor aportación de la civilización romana a la arquitectura será la creación del concepto de interior. Los edificios dejan de ser objetos y pasan a interactuar directamente con el ser humano. De ser elementos conceptualmente macizos se convierten en contenedores de actividad. Surge el espacio, que para el arte romano, “es de alguna manera la materia prima. Lo esencial de su creación se basa, más que en los volúmenes, en unos espacios que juegan con la luz. Se trata de un arte de los vacíos: éstos prevalecen sobre el carácter plástico, sobre la parte material, y las formas externas”VIII. El espacio dotará a la arquitectura de un carácter dinámico que hasta entonces no había imaginado. Genera el fenómeno del recorrido arquitectónico. Los espacios se atraviesan, se contemplan, se viven. Surge entonces el tránsito, el paso de un espacio a otro; el umbral. El adentro y el afuera ya no es, como en la cabaña primitiva, un mero paso de un “interior” a un “exterior”. Se trata más bien de una percepción espacial referida al hombre como centro de coordenadas.

“La importancia que se concede al espacio interior acaba por transformar literalmente los edificios, invirtiendo los términos entre exterior e interior. La fórmula del templo griego, con sus columnas externas y su cella minúscula, se convierte, acaba, en el arte romano, en las salas rodeadas de columnas de una parte y de otra de la naveIX, la arquitectura ha transformado los exteriores en interiores”X. El Panteón, “el primer monumento importante que ha sido totalmente diseñado como un interior”XI es la máxima expresión de esta idea. El máximo exponente del concepto arquitectónico del Imperio que pretende generar espacios impresionantes que denoten la grandeza de su civilización. Las personas pasan de ser observadores de piezas aisladas a ser englobados en el espacio. Si antes eran ellas las que rodeaban los edificios ahora son éstos los que envuelven al observador. Se trata de una maniobra de envolvente que está relacionada directamente con la idea del poder del Imperio. “El mundo ha dejado de ser una multitud de fenómenos fragmentarios, cuya ex-

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Sucede, por consiguiente, que durante el transcurso de la civilización romana se produce en la arquitectura un proceso de desmaterialización que va a transformar por completo el sentido de la arquitectura dando el triunfo al vacío frente a la masa.

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presión política eran las ciudades estado; se ha convertido en un cosmos coherente, cuya expresión política es el Imperio”XII. El espacio surge como manifestación de un poder que está por encima de los hombres. Si la morada del dios griego era un ente completamente ajeno ahora el adentro se hace presente para que el ser humano se sienta englobado por una realidad superior que esta vez, en cambio, no está ausente porque necesita de ella para situarse en el universo. El sol entra por el óculo del Panteón y se pone en contacto directamente con el hombre. El espacio interior se ha convertido en el lugar de interacción del individuo con lo supremo, con lo exterior. Ya no es, por tanto, una simple inversión de los términos de interior y exterior sino un lugar de interacción de ambos.

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La contraposición del Partenón al Panteón es la antítesis de la masa frente al vacío. El exterior frente al interior. En esta cuestión es interesante mencionar la comparación que establece Tschumi de estos conceptos en su Architectural ParadoxXIII entre la Pirámide y el Laberinto. La estructura de la pirámide hace referencia a una masa desde la que se puede dominar el territorio, mientras que el laberinto es un vacío interior en el que no se tiene referencias de lo que ocurre alrededor y sólo se obtiene una idea de los entornos inmediatos. Una percepción parcial del espacio que se antepone al dominio absoluto que ofrece la pirámide. Sin embargo, la grandeza de Roma no se basa sólo en la inversión del afuera con el adentro sino el hecho de que el espacio, gracias a la luz, se convierte en el nexo de unión entre ambos.

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El limes del Imperio Se conoce como limes a la línea de fortificaciones y empalizadas que, en el siglo I de nuestra era, el emperador romano Tito Flavio Domiciano comienza a construir a lo largo de la frontera del Imperio Romano siguiendo los cursos del Rin y el Danubio, ríos que ya de por sí actuaban como mecanismos de defensas naturales. Posteriormente, el emperador Adriano levantará una muralla de piedra conocida como muro de Adriano sobre la frontera de Britania frente a los pictos (actuales escoceses) que partirá la isla británica en dos.

Sin embargo, ésta es una falsa interpretación de lo que en realidad sucedió y que ha pasado a lo largo de la historia como ejemplo modélico de línea fronteriza. La propaganda imperial necesitaba de la idea de límite como barrera, como elemento clave, que garantizase la hipotética seguridad de sus ciudadanos y, por consiguiente, el apoyo a la causa del Imperio. Otra vez aparece el intento del hombre por geometrizar y dominar el mundo. Y este es su ejemplo más contundente y a la vez sencillo. El mundo conocido es el intra, el orbis y el desconocido es el “plus ultra”. Por otra parte, la frontera imperial va a convertirse en una pura contradicción, puesto que constituye un elemento de unión y a la vez de separación: “El limes participaba de lo racional y de lo irracional, o de lo civilizado y de lo silvestre. Era un espacio tenso y conflictivo de mediación y de enlace. En él se juntaba y se separaba a la vez el espacio romano y el bárbaro. Actuaba a la vez como cópula y como disyunción. Era conjuntivo y disyuntivo”XIV. Se trata por tanto de un acercamiento a la segunda concepción. El adentro y el afuera están en la antítesis de sus orígenes. El mundo civilizado romano no puede pasar a la inmensidad de la barbarie de los pueblos germanos a través de una sencilla línea. Este concepto simple

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La escala del poblado primitivo queda aquí elevada a su máximo exponente: el mundo conocido es el adentro que queda cercado por el limes, la línea, de nuevo la línea, hace referencia al primer concepto de límite. El adentro, el mundo donde se desenvuelven los ciudadanos romanos, queda resguardado, para seguridad de éstos, por un poderoso muro fortificado que los separa y defiende de la barbarie, el exterior. El afuera que para los romanos es lo inexistente, queda anulado en un “no lugar”.

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queda anulado ante la riqueza generada por el encuentro de dos espacios tan diferentes. El “entre” se convierte en vital protagonista no sólo de la transición entre dos mundos sino por constituirse, en consecuencia, en un mundo propio. El límite es habitado y por lo tanto se convierte en un “adentro” en sí mismo. A sus lados está por una parte el Imperio Romano y por otra Germania que serían el “afuera”. Volvemos de nuevo a la idea de que el limes es una contradicción en sí misma. La tensión generada entre ambos espacios acaba por generar otro intermedio con entidad propia. Muchas fronteras han tenido este papel a lo largo de la historia y lo siguen teniendo.

“El limes, en consecuencia, es un territorio habitable desde el cual se abre la posibilidad del sentido y de la significación (logos, pensar-decir). Como tal marca “límites” en relación con el mundo mismo, a lo que desde él se defiende o se pretende preservar, y en relación con lo que, desde fuera de él, lo acosa y cerca en el modo de una lucha o de una guerra sin cuartel y sin interrupción protagonizada por otros pueblos y otros imperios que desde dentro de ese mundo aparecen como ajenos, extranjeros, extraños, hostiles, bárbaros”XV.

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Otro ejemplo lo constituiría la denominada “Marca Hispánica” una serie de territorios del interior de la Península Ibérica abandonados por sus pobladores originales para constituir la frontera entre los reinos cristianos del norte y el califato de Córdoba. En este caso, la tensión existente entre el mundo cristiano y el islámico acaba favoreciendo la creación de un espacio intermedio a modo de zona neutral que en la que se generan interacciones entre ambos mundos. Estas interacciones, fomentadas por la comunicación comercial entre norte y sur irán alimentando el territorio hasta convertirlo en un “entre” con entidad propia.

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Figura 04. Muro de BerlĂ­n atravesando la ciudad.

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El Muro de Berlín En 1985 Rem Koolhaas publica el artículo Imaging Nothingness, en el que recoge las impresiones que tiene sobre el Muro de Berlín enfocado desde el punto de vista arquitectónico y en relación a la ejecución de su Proyecto Fin de Carrera. Las reflexiones que se realizan en el presente escrito están basadas en parte en las que tuvo Koolhaas sobre la que probablemente es la obra más polémica del siglo XX.

Durante la Guerra Fría la ciudad de Berlín, símbolo de la victoria aliada sobre el régimen alemán nazi, se convierte en el corazón de la disputa entre las potencias occidentales y los estados comunistas del Este al ser el único espacio compartido por los protagonistas del conflicto y, por consiguiente, el único lugar de interacción social entre ambos mundos. Sin embargo, el abismo cada vez mayor entre las economías de ambos países junto con su indirecta consecuencia: la inmigración masiva de familias de Berlín Este al sector occidental conlleva a las autoridades de la República Democrática Alemana a levantar un muro que separe completamente a sus ciudadanos del mundo occidental. La ciudad queda dividida desde entonces y hasta la caída del muro en 1989 en dos: Berlín Occidental y Berlín Oriental, aislados completamente el uno del otro. Como consecuencia de ello, ambas partes de la ciudad evolucionarán de forma independiente. Se produce a partir del muro el proceso de mitosis celular. Los restos de la ciudad de Berlín acaban generando, a través de él, dos ciudades completamente diferentes. “On each side, the wall had generated its own sideshows paraphernalia”XVI. Sin entrar a analizar el proceso y las características de esta evolución sociopolítica, interesa centrarse por completo en el muro. Su generación comienza en la en la noche del 13 de agosto del 1961 en la que, por medio de alambradas, obstáculos y tapiales, se traza una línea divisoria en las calles y espacios

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Tras la derrota de la Alemania de Hitler en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Berlín queda dividida militarmente en cuatro sectores tutelados por los países vencedores de la contienda: el soviético, el estadounidense, el francés y el británico, que se agencian de esta manera la el control de actividades de la que había sido la capital del nazismo. En poco tiempo, la rivalidad existente entre las potencias occidentales y la Unión Soviética, acabará conllevando a que el trofeo de guerra, Alemania, sea dividido en dos países: la República Federal Alemana (asociada a la OTAN) y la República Democrática Alemana (perteneciente al Pacto de Varsovia).

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Figura 05. El muro a su paso por las afueras de la ciudad de BerlĂ­n.

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La idea del vacío comienza a generarse en la ciudad como la negación del espacio. La necesidad de vigilar este territorio y evitar que a través de él se produzcan fugas clandestinas provoca la demolición de los edificios fronterizos y la construcción de un segundo muro paralelo al primero acotando un territorio que desaparece por completo de la ciudad. A partir de este momento podría afirmarse que, para la urbe, el Muro de Berlín constituye la negación absoluta del espacio. El nuevo corredor “intramuros” se configura como la anulación del “entre”. Existe el locus como tal pero sólo es accesible para los guardianes del muro, a los que sirve como espacio de maniobra, control y detección de sospechosos que intentan pasar a la ciudad occidental. El muro se convierte en un lugar habitado en sí mismo por los soldados, para los que el “adentro” está delimitado por dos empalizadas y el “afuera” son las dos ciudades berlinesas. Koolhaas habla de esta fortificación como un mundo minimalista construido a base de bloques de hormigón y cuyos elementos están ordenados a modo de jardín japonés con un enfoque no muy lejano al de una operación de land art. Un mundo que se infiltra dentro de otro de forma aislada y sin interacción entre ambos pero que, de modo paralelo, existe y altera el funcionamiento de las dos ciudades berlinesas y la relación entre ambas. “For me, it was a first demonstration of the capacity of the void-of nothingness-to function with more efficiency, subtlety, and flexibility than any object you could imagine in its place. It was a warning that-in architecture-absence would always win in a contest with presence”XVII En cambio, para los habitantes berlineses de uno y otro lado, el muro constituye el “no lugar”. No existe un “entre” porque tampoco existe un “afuera” Sin embargo, la aparición del vacío acaba por generar interacciones entre uno y otro lado que, si bien son diferentes en cada parte, acaban por establecer los nexos de unión de ambos espacios. Se trata de un nuevo concepto de “entre” superpuesto al de su propia negación. De todo lo anteriormente expuesto pueden obtenerse tres conclusiones sobre el Muro:

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públicos de la ciudad, que son por naturaleza los sistemas de comunicación de la población. El resto de la frontera lo componen manzanas de edificios ya construidos, de modo que son las fachadas de éstos las que actúan de muro en un primer momento. La gente entonces salta desde las ventanas a lo que desde ese día se había convertido en otro mundo y, a consecuencia de ello, el ejército oriental acaba por sellar todos los huecos que dan a Berlín Oeste. Por último, estos bloques serán completamente abandonados y cerrados, quedando como espacios vacíos entre las dos ciudades.

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Primero, que el vacío generado por la construcción de los muros constituye la negación del espacio y a su vez un límite impuesto sobre una estructura continua. Segundo, que ese límite vacío actúa como factor de transformación de los bordes de la ciudad colindantes con el Muro. El contacto con el límite genera una alteración del entorno circundante en torno a la idea del espacio fronterizo de la que se hablaba en el limes romano. Sin embargo, esa transición no va encaminada hacia ningún sitio dado que el final está en el mismo muro.

El Muro de Berlín establece una forma de entender el espacio urbano que hasta entonces no se había contemplado salvo en los sitios de las ciudades. No obstante, en esta ocasión el “cerco” no es algo provisional sino atemporal, lo que genera en el lugar una serie de circunstancias que nunca se habían producido antes y que, aparte de su condición de tragedia humana, constituye una superposición de contradicciones sobre el “adentro”, el “afuera” y el “entre”. Una convivencia aislada y compartimentada de tres espacios independientes entre sí pero comunicados por la idea del vacío. “The greatest surprise: the wall was heartbreakingly beautiful. Maybe after the ruins of Pompeii, Herculaneum and the Roman Forum, it was the most purely beautiful remnant of an urban condition, breathtaking in its persistent doubleness.[…] It was impossible to imagine another recent artifact with the same signifying potency”XVIII El nacimiento, para desgracia de los berlineses, del vacío arquitectónico entendido, no como la ausencia de la masa (en su acepción romana) sino como la negación del espacio, ha generado una huella (in)humana de tal calibre, una forma de reinterpretar el límite hasta llevarlo a sus máximas consecuencias, que ha dejado para siempre un recuerdo en la memoria de los ciudadanos, para algunos, aunque para otros pueda resultar incomprensible incluso melancólico.

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Tercero, que el límite vacío actúa también como factor de interacción entre los distintos bordes del mismo. Se entiende aquí límite como elemento de unión. La curiosidad suscitada por el “más allá” del muro genera entre los habitantes de uno y otro lado un esfuerzo por saber lo que hay al otro lado. Las formas de comunicación no son las ordinarias sino las que permite la existencia de un vacío intermedio. Se da, sobre todo, a base de plataformas de observación pero también a través del intento de atravesar la frontera desde el lado oriental. No debe relacionarse esta idea de unión con la que comúnmente establecen los límites, dado que en este caso no existe “tránsito” o umbral. En definitiva, que esta muralla no tiene puertas.

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La arquitectura del adentro y el afuera Atendiendo a lo expuesto anteriormente, podría decirse que existe una trasposición global a la arquitectura, ya que ella recoge el conjunto de acciones que el hombre emprende para la modificación del entorno y, más en concreto, la generación de nuevos espacios. Podría entenderse entonces que también existe una arquitectura del adentro y del afuera. La intersección de ambas ideas, ya sea conscientemente o no, se produce a través de la construcción propiamente dicha. La arquitectura del adentro hace alusión al concepto de espacio interior. Parte de la idea de trazar y definir los espacios en función de las necesidades de uso del ser humano. El espacio entendido en contraposición con lo externo, que es el vacío, salvo en una serie de puntos de interacción. Se trata de una idea conceptual. La arquitectura del afuera es más bien entendida como la modelización del edificio o los contornos del espacio partiendo de su respuesta al exterior, a lo que le rodea, “como si siempre hubiera estado allí”. El proyecto entendido como diálogo entre el emplazamiento y el edificio.

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Dependiendo de la época, el estilo o el arquitecto se ha dado más importancia a la arquitectura del adentro y otras a la arquitectura del afuera según el concepto que se ha trabajado. Pero en el fondo es una clave existente que se da en todos los edificios.

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Figura 06. Almere Haven.

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Figura 07. Cubiertas de cuadernas.


La costa holandesa, el caso de Almere

De nuevo, la geometría se impone para dominar, generando en ocasiones, límites tan concretos como el del dique, que separa clara y contundentemente el mar de la tierra. Este dique puede tener apenas cuatro metros de anchura más la de sus pendientes. En el contexto territorial, podría considerarse como una simple línea. Una línea habitada o más bien transitada por los campesinos holandeses. La línea genera inmediatamente el borde entre el mar y la tierra, una frontera casi absoluta que, no obstante, va desdibujándose ante la presencia de más elementos de transición entre la tierra original, por encima del nivel del mar, y la costa. Son precisamente esos polders, campos de cultivo parcelados en pequeñas fincas, los que establecen el “entre” el adentro y el afuera que produce la riqueza del paisaje holandés. El solar de actuación sobre Almere constituye una particularidad dentro del concepto de límite costero holandés. Se trata de una pequeña península con forma de pinzas de cangrejo y rematada por una pequeña isla que configuran la playa de Almere Haven. El terreno constituye una prolongación del brazo de mar que conforma el puerto deportivo, que sale de la línea de costa original a través de la charnela creada por el puerto interior octogonal, incrustado de manera significativa en el interior de Almere para tensionar ambos espacios: el entramado urbano y el puerto exterior. Dentro de este ámbito de límite desdibujado se encuentra el colegio y la residencia de ancianos. Siguiendo el curso de los caminos preexistentes en el solar, contemplamos la arquitectura

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La historia de los Países Bajos podría resumirse en una lucha contra el mar. Aquí más que en ningún sitio, el hombre ha demostrado su empeño, a veces descabellado, de dominar la naturaleza. La desembocadura del Rin y otros ríos europeos en esta región habían convertido el lugar en un terreno pantanoso insalubre para el hombre. Tales eran las condiciones autóctonas que los romanos decidieron aquí establecer su limes occidental de la Germania. Un limes completamente natural, ya que los pantanos actuaban como frontera. Las necesidades de desarrollo posteriores fomentaron en Holanda el empleo de la ingeniería a gran escala para ganar terreno al mar mediante el drenaje de la tierra y la construcción de diques que dejasen al descubierto amplias extensiones de territorio que se hallaban bajo el nivel del mar. Este sistema de secado de las tierras se lleva a cabo mediante la creación de los polders, que segmentan el territorio en parcelas más pequeñas y gobernables por los medios de los que se dispone: los molinos y los diques de contención.

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Figura 08. Aspecto exterior del conjunto. Figura 09. Planta del colegio.

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del adentro que la propia población ha sustraído de la naturaleza. Ésta se presenta ante el hombre como un bloque sólido moldeable, puesto que la espesura de su vegetación, propiciada por una climatología húmeda y fresca, fomenta espacios cerrados a la luz e intrincados en su recorrido.

Se pretende generar una estructura que cubra todo este proceso espacial natural y sea capaz de reproducirlo en construcción. A este proceso de envolvente del límite se añade un proceso de adición del programa: las aulas. Desde el primer momento se considera el empleo del hormigón como podio del edificio. Un material pétreo que transmita seguridad y permanencia a sus moradores, los niños y los ancianos. Por encima de ello, una estructura más ligera que a modo de esqueleto cubra las galerías de los espacios como antes lo hacían los árboles. Estas estructuras tienen mucho que ver con las cuadernas de los navíos. El proyecto siempre tuvo desde el principio una idea de astillero, de formación de las mentes de los niños a través de aprendizaje, en el mismo sentido que Gabriel Celaya expresaba en su poema Educar. Se teje por tanto una estructura de cascos invertidos de madera, material por otra parte cálido para los niños. La madera se recubre de cinc en las cubiertas para protegerse de la intemperie y el desgaste del tiempo. Esa chapa recuerda también al forro de la carena de las embarcaciones, que evitaban la podredumbre de la madera. El límite queda segmentado. A un extremo el mar enfrentado al rompeolas del colegio que actúa como elemento protector pero que no puede evitar desfigurarse ante la fuerza del primero. Tras este muro, la plaza, el gran espacio central donde los niños podrán desarrollar la imaginación. A continuación se encuentra otra barrera, generada por las aulas auxiliares, una barrera

la construccion en los limites. miguel ibáñez palomo

Existen en este límite dos elementos cruciales: por una parte el adentro del bosque, que asegura la protección ante el vacío pero por otra la desprotección ante el misterio y la oscuridad. El bosque vuelve a ser un elemento que actúa con doble función, al constituirse en sí mismo como un adentro y un afuera para sus moradores. Por otra, el afuera del mar, que es la nada, el “no lugar” y por lo tanto de lo que hay que resguardarse. Es por ello que este recorrido espacial, de carácter lineal a través del límite entre el mar y la tierra queda tamizado por una primera línea de árboles de bajo porte que sirven para guarecer el paseo de una exposición directa a la bahía, que produciría irremediablemente una sensación de desamparo desagradable. Sin embargo, existen determinados puntos dónde ésta tensión mantenida entre el mar y la tierra queda al descubierto mostrándose sin celosía vegetal. Estos puntos son también bastante interesantes.

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traspasable como la del bosque pero que canaliza las circulaciones y marca una transición, el límite desdibujado. Después, las aulas, ordenadas en hileras a lo largo de pasillos que poco a poco nos van introduciendo en el bosque. Conforme avanzamos hacia el interior la arquitectura del colegio va desapareciendo. Primero los cerramientos, luego la cubierta de cinc y finalmente los últimos reflejos de las cuadernas. Sin darnos cuenta nos hemos encontrado con la ciudad de Almere.

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Notas y Referencias Bibliográficas I. Jesús Aparicio Guisado, Giuseppe Terragni : El Danteum, 1938-1940, Rueda, 2004, p.32. II. E. Trías, Lógica del límite, Círculo de Lectores, Barcelona, 2003, p. 26. III. Jesús Aparicio Guisado, El muro, CP67, 2000, p.22. IV. Jesús Aparicio Guisado, Giuseppe Terragni : El Danteum, 1938-1940, Rueda, 2004, p.36. V. ”El hombre quiere construirse un alojamiento que lo proteja sin enterrarlo. Unas ramas caídas en el bosque son los materiales apropiados para su propósito. Escoge cuatro de las más fuertes, las levanta perpendicularmente y las dispone formando un cuadrado. Encima pone otras cuatro atravesadas y sobre éstas levanta, partiendo de dos lados, un grupo de ramas que, inclinadas contra sí mismas, se encuentran en el punto alto. Cubre esta especie de tejado con hojas, lo bastante juntas para que ni el sol ni la lluvia puedan traspasarlo, y ya está el hombre alojado. Ciertamente, el frío y el calor le harán sentirse incómodo en su casa abierta por todas partes; pero entonces rellenará el hueco entre los pilares y se sentirá resguardado. Así evoluciona la naturaleza, siendo la imitación de su proceder lo que da origen al nacimiento del arte. La pequeña cabaña rústica que acabo de describir es el modelo a partir del cual se han imaginado las magnificencias de la arquitectura” Marc-Antoine Laugier, Ensayo sobre la arquitectura, Ediciones Akal, 1999, p. 44-45. VI. Mortimer Wheeler, El arte y la arquitectura de Roma, Destino, 1995, p.12. VII. Mortimer Wheeler, El arte y la arquitectura de Roma, Destino, 1995, p.12. VIII. Henri Stiertlin, El Imperio Romano, Taschen, 2002, p.228. IX. Henri Stiertlin, El Imperio Romano, Taschen, 2002, p.228. X. Mortimer Wheeler, El arte y la arquitectura de Roma, Destino, 1995, p.13. Academy, XXIII, 1947, p.169. XII. Mortimer Wheeler, El arte y la arquitectura de Roma, Destino, 1995, p.13. XIII. Bernard Tschumi, The Architectural Paradox, Fireworks, 1974, p.27-47. XIV. E. Trías, Lógica del límite, Círculo de Lectores, Barcelona, 2003, p. 26. XV. E. Trías, Lógica del límite, Círculo de Lectores, Barcelona, 2003, p. 25. XVI. Rem koolhaas and Bruce Mau, Small, Medium, Large, Extra-Large: Office for Metropolitan Architecture, Monacelli press, 1998, p.221. XVII. Rem koolhaas and Bruce Mau, Small, Medium, Large, Extra-Large: Office for Metropolitan Architecture, Monacelli press, 1998, p.228. XVIII. Rem koolhaas and Bruce Mau, Small, Medium, Large, Extra-Large: Office for Metropolitan Architecture, Monacelli press, 1998, p.222.

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XI. J. B. Ward Perkins, The Italian Element in Late Roman and early Medieval Architecture, Proceedings of the British

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