El bombero que come Zucaritas de Gerson Gómez

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El bombero que come Zucaritas

Gerson G贸mez

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El Zacatito Platicador

Hay sitios obscenos donde ingerir alimentos. En especial, aquel que llamo El infecto. Siempre provoca malestar estomacal. Ubicado a espaldas de la macro plaza. Lo atiende un tipo bastante crecido en carnes, pero más, ególatra. Con frecuencia cuentas alteradas, vulgares caballazos, si estás entrado encervezado, descuidas la cuenta. Sales campante diciendo “gracias” al ladrón, por haberte asaltado de manera impune. En ese distrito acordó Oudinne la reunión. Agua mineral con limón y agrego sal, derrama efervescencia. Lectura-espera compañía Octavio Paz. Luz blanca, implacable, golpea ojos, demasiado orgullo. Espero no tarde mucho. Admiro puntualidad de los ingleses, la manera de beber, pero jamás podría vivir en un lugar tan oscuro y húmedo. Vegetar en el límite del precipicio. Romualdo llega con cara de adolescente, busca la próxima aventura. Siempre tiendo amarres, dudo del espécimen que lanza choros siniestros para llevar a la cama a las chicas. Lo hace con tanta facilidad, las envuelve como boa, poco a poco las engulle y devora. Muchas mujeres lo consideran carita. Debió ser profesional del futbol. Cuenta con inmejorable condición atlética. Transita en busca del último orgasmo. Río cómplice. Música congelada, los monitores. Romualdo espera a David Hipólito. Lo Recuerdo bien. Sublime pintor. Pasan minutos. Oudinne ausente. David apersonado, conversador puntual. Transporta cuaderno con grabados de Zarazúa.

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Cuatro semanas sin beber. Los acompaño a casa del presentador cultural de televisión. En el nombre del cielo os pedimos quebrada, pues no puede andar con la peda atorada. Aquí no es panzón, sigan adelante, pues no puedo hablar no vaya a ser una mamada. Cuatro caguamas Carta Blanca primer visita Súper 7. El agua mineral en envase desechable. David acaba de llegar de Real de Catorce. Visítenme, propone, aspira llevar allá a los actores de la vida cultural de la ciudad. Aún ando lampareado. Uso de asiento libros y libretas amontonadas. Vale madres. David y su zacatito platicador. Ya no le hace al perico, es muy caro, muy adictivo. Trato de no pensar en eso. Sabría la debilidad, las ganas. Zacatito platicador me mató una vez. Ambicioné hacer el amor con mi novia, la primavera nocturna, cometí el error de saborear 18 victorias. Fumar dos churros a full en el carro de Leos. En casa de ella, no sostuve el estómago, vacié el interior en toda la habitación mientras ella intentaba ponerme cachondo. Pero el zacatito platicador es mágico, dice David. Le creo. Ya habrá otra mujer con quien probar mejor suerte, quizá en Real de Catorce encuentre la muerte chiquita.

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Independent day in Monterrey

Pasamos excesivos filtros antes. Investigados por Seguridad Nacional y por tantas instancias: CIA, DEA, NASA, FDA y hasta por la oficina de selección de personal de Pepsi, donde una vez dejé currículo y jamás llamaron para unirme a su equipo de trabajo. Probablemente hasta el teléfono de casa estuviera intervenido. La invitación llegó puntual y pedía confirmación. Por primera vez en la vida iría a un evento organizado por la Embajada de los Estados Unidos de América. Celebrar el día de la independencia. Hecho el trámite telefónico, mamá mando a lavar mi único traje de tres piezas. Desconocía quién más estaría convocado. Sólo el bardo de las bardas vía mail preguntó si fui convocado por nuestros amigos. Claro, contesté. Pues pasa a casa para irnos en un sólo carro. La vivienda del Cónsul General, enclavada en medio de la sierra, extinguiéndose por el hambre voraz de ciudad. Casi inaccesible. Debes subir en segunda velocidad para no apagar el carro. Encontramos lugar para aparcar muy lejos de donde era la casa. Apenas bajamos llegó una camioneta con dos individuos diciendo: ¿vienen a la reunión? Asentimos. Suban, nosotros los llevamos hasta la puerta. Gracias, leve salió de los labios. La refrigeración del vehículo máxima potencia. El poeta dejó de sudar. Nunca confío en personas usando circuito cerrado de audio. Pero este día somos importantes.

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Descendimos. La mesa con banderitas y sombreros del color de la bandera norteamericana. Pasamos primer filtro visual. Vaya, no desentonamos con la mayoría de los asistentes. Esta debe ser la ciudad flotante, pensé. En lista de invitados. Primero el poeta, luego yo, la mesa de souvenires mencionamos nuestros nombres. Bienvenidos, nos saludó una gringa gordita, encargada principal de negar o permitir las visas en la ciudad. En la entrada principal, el Cónsul General acompañado de esposa e hijos. Saludo de mano. Nos presentamos formalmente y al oído susurró: en la esquina están las cervezas. Por todos lados del camino al jardín los empleados diplomáticos. En la preciada esquina un barman sirviendo. Pedimos cerveza. Solo hay vino de California y Ron Bacardí con soda o agua mineral. Nuestro anfitrión jugó primera broma. Gozamos de garganta de doble carburación para cualquier tipo de alcohol. El bardo pidió vino. No me gusta el Bacardí pero si es gratis y con tanto calor, las alternativas escasas. Por más de una hora y media bebimos. La mayoría de los asistentes, de la clase política, nosotros escritores extraviados. En el mar de transeúntes pedí un cigarro al que parecía menos altanero. En la charla para romper la tensión de los desconocidos confesó ser el gerente de un supermercado, donde el cuerpo diplomático compra sus enseres. California tiene el peor vino del mundo, el poeta ríe. Lo observo como si fuera un marciano. El SEÑOR gobernador llegó puntual a su cita. Los empleados entregaron un folleto donde venían los dos himnos nacionales: el mexicano y el gabacho. Cantamos los mejicanos al grito de guerra. La revolución no te quita lo borracho, porque no pasa por teve. Al término de nuestro himno, subieron los diplomáticos como en las caricaturas de Charlie Brown en navidad. O! say can you see by the dawn’s early light, What so proudly we hailed at the twilight’s last gleaming. Estábamos a punto de estallar de risa. El POETA no bebe más de cuatro cervezas, pero esa tarde, en la sucursal de la Casa Blanca bebió más. Al cesar de la música mientras aplaudía la concurrencia, el POETA gritaba “viva MAC DONALDS, DONALD TRUMP, PARIS HILTON, MICHAEL MOORE y SADAM HUSSEIN”. Voy al baño, me dijo EL BARDO. La gente de seguridad le se6 4))))))))$


ñaló la entrada a la residencia. Al salir cagado de risa confiesa: oriné afuera de la taza, el lavabo, el piso y hasta la toalla. Pidió otra copa de vino, trajo un vaso con ron para mí. Brindamos por Indran Amyrtayanaham, Michael More, Vince Neil, Paul Stanley y Twisted Sister. La resaca diplomática llegó cuando regresamos al carro resguardados: la ciudad polvo vio llegar vivos a sus hijos preferidos. Nunca más nos volvieron a invitar al Independent Day in Monterrey. El gerente del supermercado nos dio su tarjeta. Quedamos de hacer las compras en esa sucursal.

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Porno Star

La quiero, ella lo sabe. Reta con frecuencia la inteligencia. Provoca muchas risas, aunque diga malas palabras o recuerde a mi madre como si fuera un día de carnaval. Es niña mujer estudiante. Cabello largo, tan negro azabache, lleno vitalidad como cuerpo. Viste lo del momento, colecciona afiches anarquista libre pensadora. Bebe cerveza como guerrera, ha probado todas las drogas desde los quince años. Sus ex novios han querido hacer el amor con ella. Puesto que, virgen, le tiene miedo al dolor de la primera vez. Fuma marlboro rojos a cada instante. Paseo con ella y le enseño a descubrir la noche. Le encanta retar los excesos. Hemos bebido en los antros gays, en puteros de mala muerte, donde los oportunistas la ven extrañados cuando entra y pide una cerveza. Catamos hasta cansarnos o hasta quedar dormidos. He dormido en su casa, nos hemos besado. Dice que siempre voy a ser una persona importante en su vida. Despertamos y seguimos bebiendo, con la boca pastosa, con muy poca memoria de lo pasado las noches anteriores. Visitamos hoteles de paso cuando cierran las cantinas. Lo importante es seguir en la vorágine de la botella. Descubrí hace poco su afición por las películas de adultos. Los viernes y sábados pasan soft porno por los canales de cable. Posee sus programas preferidos. Dice masturbarse y pensar en mí mientras observa. Últimamente la imagino como una porno estar. Seguimos bebiendo, mientras los travestis ofrecen sus servicios en medio de la lluvia. 8 4))))))))$


El vodka y el jugo de uva juegan muy buena posición. Afuera del bar donde los vidrios del carro se empañan, no tenemos dinero para ir a un hotel o para comprar cerveza. Sólo esta botella, la mejor de su cosecha. Sus pantalones no estorban. Ella se los quita con destreza. Sube. Siempre la incomodidad del volante. Pero esta vez nuestros músculos están completamente relajados. Termino y tiro el condón a la calle. Sé que ella aún no conoce la palabra orgasmo. Espero esta noche, cuando vea el porno programa y se masturbe, siga pensándome.

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Marlboro ligths

Despertó al alba, aun bien no terminaba de guardarse la luna. Entró a la ducha, con agua tibia, organizó los pensamientos. Apuntó mentalmente la reparación del boiler. Antes de que se incorporaran los demás miembros de la familia, confirmó vía e-mail sus citas matutinas. La agenda en la oficina no la confía mucho a su asistente. Es perfeccionista, ambiciosa, sincera, académicamente competente. Aún en sus áreas de oportunidad le son contabilizadas virtudes. Sin desprenderse de su teléfono móvil preparó los enseres de su familia y el desayuno. Sabe conjugar sus valores, sentimientos y visión globalizada. Conoce las tendencias recientes de la moda. Ama sentarse en su tiempo libre a leer un buen libro. Asiste puntual a los eventos de sus hijos. Cada tarde, al llegar del trabajo se refugia en su jardín. Pasa revista al día minutos antes de la cena. El temperamento fuerte lo heredó de su padre. De su madre, su voz y su amistad. No se siente sola, no se resigna. Las palabras “no puedo” están vedadas. Éxito y prosperidad son los forros cobertores de la casa, la oficina, el carro, su forma de vestir, conducirse, negociar y planear. Cuando piensa en su familia su corazón late más fuerte. Cree en el presente y sin olvidar el futuro ya planificó las próximas vacaciones. Si fuera feminista diría que goza del empoderamiento. Pero este siglo que apenas amanece le ha enseñado que estos son tiempos difíciles, cuando escasea la verdad. Usa como salvoconducto el brillo de su sonrisa, la modestia de sus ganas, sabe que los malos tiempos pronto se irán.

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Las Golfitronics

Emilia y Carla sueñan con hombre romántico. Si carece de porvenir, no hay fijón. Para eso, ellas autosuficientes. No esperan rebajas de temporada en Mcc Allen para cambiar el guardarropa. Ellas son lo in. Se van al Caribe de fin de semana sin andar de mal humor, colmadas del tráfico de Gonzalitos y la contaminación de Monterrey. Gozan del sol y de los viajes todo pagado. Desde el avión reciben piña colada, o margarita. La cerveza abulta estómago, provoca gases, eso evitan. Sólo la usan para aclarar cabello en esas largas sesiones al aire libre, mientras leen los libros de Paulo Cohelo descansando sobre arena. Emilia estudió gastronomía con acentuación en postres orgánicos, en esas escuelas que florecieron a lo largo y ancho del barrio antiguo. Carla es psicóloga conductista. Trabaja de gerente en un outsourcing. Habla perfectamente inglés y es estudiante avanzada del idioma favorito de los nuevos corporativos: el chino mandarín. Se conocieron de adolescentes, veraneo misionero con la comunidad de San Juan Bosco. La pobreza de los ejidos cercanos a Ciudad Valles en San Luis Potosí y el marco de lo rústico, aderezado por la grabadora de doble casete del Cristian, sacerdote jesuita responsable de la excursión. Cristian prestó colección particular de Luis Eduardo Aute, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Descubrieron la profundidad de la poesía de la trova. Ya eran lo bastante revolucionarias como para pintarse los ojos de negro. Comenzaron a frecuentar La Tumba y La Pirámide. Emilia y Carla en uno de esos lugares conocieron un par de músicos uruguayos. Uno cantaba y tocaba la guitarra, el otro hacía la segunda voz y las percusiones. 11 4))))))))$


La voz cantante le declaró a Emilia que ella le recordaba el tango de “Por una cabeza”, el otro le susurró a Carla el día que me quieras. Si existe la palabra felicidad, con seguridad ellas lo fueron. Durante sus estancias en los bares acompañando a sus parejas pagaban los tragos en el bar (para entrar en ambiente). El after (para seguir ambientados), la mota (para extender sus sentidos), los condones de sabores (para evitar las pastillas de emergencia), la coca (para que no haya bajón), y hasta la despensa de sus enamorados (el monchis es cabrón). Compartieron buhardilla hasta el día que los músicos decidieron: el espíritu libre que habita en el artista debe encontrar nuevos retos. Volveremos, les confesaron, cuando sea el tiempo adecuado, estamos seguros que así será. Emilia y Carla hicieron pucheros y les dejaron ir.

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El joven manos de tarjeta

Precisión de cirujano: aplasta, alarga, distribuye y deslinda por partes iguales. Usa tarjeta de débito, crédito o de teléfono público, nunca de recargas al móvil, esas doblan impunes. Luego, con billete veinte pesos enrollado, boleto de tren a la esperanza, aspira quien tiene las ganas más grandes. Siete ocasiones en rehabilitación, el Flint, como conocen amigos, deja sin sustento cada reclusión a los dilers de la zona norte de la ciudad. Saben pronto volverá, después del programa de veintiocho días, una vez se aventó tres meses. Historias vencidas. Letras de pagaré carentes explicación, quemada piel las manos suyas. El corazón hecho miniatura, si falta el buen acento de las semanas interminables, de alcohol y coca, el Flint, con lógica compleja se acerca al ardor. Enreda nudo tiempo, ciego, va creyendo mentiras, luego el silencio choca y cambia alas. El Flint prepara outfit fiestero. Los misfits: playera negra, pantalón negro, botas de casquillo, cinto a la jim morrison. Beber rápido no le favorece. Olvida caras historias y glorias. Camina entre los sentimientos. Saca del pantalón el ochito de cabecera. Puesto sobre mesa depende cantidad de comensales, o aspirantes. Hasta el recuerdo se desliza, de intuición, si la voz se esconde. En youtube, de lo más visitado junto canaca, la mujer que la chocaron, está el Flint, bailando la “maldita primavera” de Yuri, al final del video grita: no se va, no se olvida nada. Joven manos de tarjeta, una rosa sin florecer. Sigue vivo. Esta noche pregunta dónde irá a parar. No hay nada personal, pero la ciudad está llena de tiburones, lobas y vampiros que con un poco de cocaína podrá exorcizar. 13 4))))))))$


Qué calor que tengo yo

No compadre, si todo le perdono a mi vieja. Que se salga bien tempra todos los días a jugar lotería con la comadre. Que no me tenga la comida caliente cuando llego, que no me planche la ropa, que de báscula a la cartera cuando quedo jetón. Todo le perdono, compadre. Pero tiene que entender que cuando llega en la temporada el juego bueno, los tigres contra el monterrey, no hay poder humano que pueda sacarme de la cantina. Si ya jalé toda la semana, de sol a sol, consiguiendo macheteros de la Alameda, llevarlos a la obra, pagarles, negociar con el arquitecto, el ingeniero y hasta con el dueño de los proyectos. No es fácil la vida del contratista, y la cabrona de la vieja nomás no entiende. Mire, compadre, si antes de planta manejaba el plomero, el electricista, el azulejero, al puro tiro dejaba los trabajos, de calidad y en el tiempo acordado. Dicen en los comerciales de la tele que la crisis vino de fuera, ¿de otro planeta o qué?, nombre, si desde antes ya estábamos jodidos, los pinches panistas nos dieron el tiro de gracia. Bien madreado que llego a la casa, paro la troca, un regaderazo y me pinto de colores. Con el Rubas y el Molcas, nos lanzamos a la cantina. A sabrosear las cheves y el futbol. Primer tiempo, cero cero, No vas a creer que un mesero va y me dice: ahí afuera te habla una señora. Rubas y Molcas gritaron: ¡Mandilón, se te va a calentar la cheve!

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¿Qué chingados quieres? le dije. Que me dice: No, papito, sólo vine a ver qué querías de cenar. ¡Ah, cabrón! No nada, le dije. Bueno, mi amor, ya me voy pa’la casa. Que me quedo con la espinita bien clavada. Comenzó el segundo tiempo, cayó el primer gol, el segundo, el tercero y que ganamos de calle. ¡Ah, qué a toda madre! Seis meses más para decirles quién es su padre. Y que grito: ¿de qué sabor van a querer su yuke, oiga? Volaron las botellas, volcaron mesas, dientes, pelos, cachuchas, cacahuates, fritos y madrazos. Llegaron las granaderas y todos pa’arriba. Pelea campal le pusieron en el Sol. ¡Qué caloooooooor! Oh eh oh. Qué calor que tengo yo. Que levanten las manos como yoooo, el que quiera un vino en cartón, sí, el que quiera un vino en cartón. Mira que cabrona mi vieja, compadre, dejarme aquí los tres días encerrado, como al crucificado, en plena semana santa. Ya verá la que se arma el resucitado, saliendo del Alamey.

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El Maik

A punta de chingazos ganó el nombre. En el barrio La Piedra, colonia Moderna lo conocen como el Maik. Lleva tatuado brazo derecho nombre. Trabaja de chalán. Delgado, cadavérico, cuelgan músculos sin forma, fofos, bigote ralo, despeinado, playera desgastada leyenda de Felipe Calderón presidente del Empleo. Es sábado, día de raya. En el metro viaja desparramado sobre piso. Tiene que llegar temprano, estación Sendero, termina el trayecto, después micro que acerca hasta nuevo fraccionamiento. Es chalán de primera. Especialista en albures y colocar azulejos, sordear material y llevárselo, operación hormiga, para vender a los vecinos. La hueva no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Siempre encuentra manera de esconderse y echarse pestañita si llega aún pedo al jale. Maik es bueno para los madrazos, no ha conocido el sabor del cemento. Varias veces han baleado su casa. El Maik no es el mismo de hace años. ¡Fuga! ¡Fuga! ¡Fuga! grita si hay bronca con los de la Mariano Escobedo. Antes primero en la fila de quienes se fajaban lanzando riscos, botellas, o cualquier elemento que funcionara de proyectil. Le vale madre los nuevos pleitos. Él ya sobrevivió a sus guerras. Ahora sólo tiene cabeza para cobrar la semana. Llegar a casa, comprar sus caguamas Carta, sentarse en el patio, bajo el mezquite. Olvidar que en dos días tendrá que volver a trabajar.

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La lechera chiquita

Seguir oliendo la sombra del día de Urbano en la habitación le resulta insoportable a Lucrecia. El hecho de pedirle un beso antes de dormir trastorna minutos de silencio. Antes de Urbano, hizo el amor con cinco hombres. Cliente frecuente, Hotel Don Diego, en el barrio antiguo. Del segundo varón, experto ingeniero en bajarle el cielo y las estrellas a la par de los calzones, se embarazó. Lucrecia no casó con alguien que aún lo está. Inadecuado resulta ser madre soltera. Con 25 años y la carrera universitaria inconclusa, viviendo aún en casa de sus padres. Conoció a Urbano un jueves en el Café Iguana. Le contó las muchas ganas de conocer Real de 14. Él dijo: juega, y la invitó a pasar el día. Pagó boleto de transporte, refrescos, comida y hasta depositó una ofrenda al Santo de la Devoción de Lucrecia. Ahí en el altar mayor prometió hacer cualquier sacrificio, con tal de vivir emancipada. En Santo Matrimonio, no importara que fuera con Urbano, si el universo conspira a su favor. Urbano y Lucrecia se casaron meses después. Lo hicieron por lo civil, cuando el arrepentimiento martillaba los clavos del ataúd de la infelicidad. Luego por la Iglesia. Vestida de blanco, para fines prácticos de sus padres apenas saldría de casa y lo haría como Dios manda. El día de pago Lucrecia descubrió que Urbano no era el gerente de la compañía donde laboraba, como había hecho creer. Ahora vivía en un cuartucho de la Colonia Argentina. La puerta de la ducha sólo una cortina. Esa estrechez no era parte del acuerdo con el Santo Patrono.

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Con ira le reclamó lo que ella determina guerra de mentiras sin tregua. Urbano aguantó vara hasta la madrugada en que llegó Lucrecia a las tres y le dijo no te amo. La llevó de vuelta a casa de sus padres, habló con el suegro y le dijo: ahí muere. Hago entrega. Subió al taxi, no esperó derecho de réplica. Al llegar a casa, y acostarse, durmió de maravilla. Semanas de soltería abandonada a la suerte, Lucrecia, caminando por la calle Hidalgo escuchó que le gritaban leches, lechesssssssssssss, lechessssssssss, uno de sus compañeros de la Uni, la abrazó, dio un buen beso en la mejilla. ¿Cuánto tiempo de no saber nada de ti? Se refugiaron, bar Reforma, beber jarras de cerveza. Comer cacahuates y tiritas de tortilla requemada. Lucrecia, la leches, la lechera, le dijo a su ex compañero que deben ir a Real de 14, tiene pendiente una manda. Él, en lo interior, pensó: la que quiera azul celeste, que se acueste. Acabaron la jarra, pidieron otra, depositada la confianza pidió raid. La llevo a recoger sus pertenencias a casa de Urbano. Encontró en abandono el cuarto. Donde una vez estuvo la cama, el vestido de novia de Lucrecia luce extendido y aun sin lavar.

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La nueva caperucita roja

Soy Daniel. Me gustaría que volvieras mi fantasía realidad. Quiero estar con dos hombres bien vergudos al mismo tiempo. Para que entre los dos violen mi trasero de quinceañera, a su antojo y a su gusto. Soy 100% DUAL EXTREMO. Hasta la fecha no ha habido nadie que llene mi culo. Te reto a que tú lo hagas. Por favor, llámame o envía tu mensaje. Voy a domicilio. No cobro ningún peso. Mi culo tiene hambre. Terminó de colgar el post it a la entrada del Muxets de la calle Zaragoza, lo levantó la granadera de la Policía Regia. Trayecto báscula por kilómetro recorrido, Luis y Julián, policías rasos unidad 523, buscaron dinero, mota, coca piedra o algo de valor en pantalones de Daniel. Voltearon las bolsas, infructuosa respuesta. Gatita gozosa, Daniel excitado, levantó colita. Frente al juez calificador, post it incriminador, fija la fianza en 500 pesos, faltas a la moral, o 36 horas de arresto. Sin varo, encerrado, entre treintena infractora, vio mixionar, dormir, roncar, pedorrear, platicar, pelear, comer del rancho que dan: agua de cisterna y frijol acuoso. Tomar lista, presente voz afeminada, ahpinchejoto. Daniel hambre sexo oscuro. Tiempo eterno, gloriosa espera. Daniel en el bosque de las manzanas pide palo hasta mañana.

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