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DEDICADO A ALEX | DEDICATED TO ALEX Estos diez años de vida de la Fundación, recordados en este libro, deseamos dedicárselos a nuestro querido Alejandro. These ten years of the Foundation’s existence, remembered in this book, we dedicate to our beloved Alejandro. Fundación Pablo Atchugarry
FUNDACIÓN PABLO ATCHUGARRY 10 AÑOS
Patrocinador principal / Main Sponsor
Diciembre / December 2017 Manantiales, Uruguay Textos / Texts Pablo Atchugarry, Miguel A. Battegazzore, Pablo Cohen, Marino Colombo, Leonardo Noguez, Julio María Sanguinetti
Patrocinador / Sponsor
Créditos fotográfícos / Photo credits Archivio Pablo Atchugarry, Aurelio Amendola, Leo Barizzoni, Luca Benites, Bruno Cortese, Daniele Cortese, Martín De Rossa, Ricardo Figueredo, Bettina Iavecchia, Jano, Lorena Larriesta, Ignacio Naon, Silvana Neme, Leonardo Noguez, Carlos Pazos, José Risso, Nicolás Vidal Traducciones / Translation Caleidos Translations SL - Madrid (Spain) Con el apoyo de / Supported by Diseño gráfico / Graphic Design Quadrifolium Group Srl - Lecco (Italy) Impresión / Print Editoria Grafica Colombo - Valmadrera (Italy)
AGRADECIMIENTOS / ACKNOWLEDGMENTS Julio María Sanguinetti Enrique Antía Ricardo Villela Marino Horacio Vilaró Banco Itaú Fundación Itaú Stella Elizaga Fernando Ariceta Chateau Group Sergio Grosskopf Miguel Ángel Battegazzore Pablo Cohen Marino Colombo Leonardo Noguez José Risso A todos los colaboradores y artistas que han participado en los proyectos de la Fundación. To all the collaborators and artists who have taken part in the projects of the Foundation.
INDICE | INDEX
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Texto de Ricardo Villela Marino | Text of Ricardo Villela Marino Texto de Horacio Vilaró | Text of Horacio Vilaró Texto de Enrique Antía Behrens | Text of Enrique Antía Behrens Texto de Sergio Grosskopf | Text of Sergio Grosskopf Prólogo de Julio M. Sanguinetti: La generosidad | Prologue of Julio M. Sanguinetti: The generosity El improbable sueño de un místico | A mystic’s improbable dream Un presente majestuoso y desafiante | A majestic and challenging present La cueva de los sueños olvidados | The cave of forgotten dreams El jardín de los cuerpos celestes | The garden of celestial bodies Parque internacional de esculturas | International sculpture park Esculturas monumentales | Monumental sculptures La Piedad | The Pietà La Piedad de Pablo Atchugarry | Pablo Atchugarry’s Pietà El refugio de “La Piedad” | The refuge of the “Pietà” Amor y elección | Love and choice Una ventana al mundo, un reflejo del alma | A window to the world, a reflection of the soul La vuelta sin retorno a un mundo indeleble | Around an unforgettable world with no return Le Corbusier, el artista - Crónica de una exposición | Le Corbusier, the artist - Chronicle of an exhibition El niño que pesca sueños pentagramados | The boy who fishes for dreams wrapped in musical staves Niños | Children Más que una Fundación: también un laboratorio de actividades heurísticas | More than a Foundation: also a laboratory for heuristic activities Francisco de Asís, Uruguay, 2017 | Francis of Assisi, Uruguay, 2017 Un puente para el mundo infinito | A bridge for the infinite world Presencias y ausencias - Esculturas de Pablo Atchugarry | Presences and absences - Sculptures of Pablo Atchugarry Mundo de fuego | World of fire
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Al cumplirse diez años de presencia de la Fundación Atchugarry en Uruguay queremos reflexionar sobre el gran apoyo y promoción que supusieron en el ámbito cultural las posibilidades de crecimiento, ofrecidas desde la gestión de la Fundación liderada por Pablo y Silvana, a los creadores nacionales. Por un lado, el espacio privilegiado de exposición que permite a los artistas al encuentro con un público diferente que tiene a la Fundación Atchugarry como un referente cultural, no solo en los meses de verano sino también para el resto de la temporada en la región este de nuestro país. También se generan año a año posibilidades de relacionamiento con importantes artistas internacionales que expusieron sus obras allí, provocando intercambios que enriquecen el panorama cultural de los artistas uruguayos y que los ayudan a proyectarse más allá de nuestras fronteras. Este centro cultural no solo ha potenciado al medio de las artes visuales, las artes escénicas y la música; los artistas también han encontrado en la Fundación Atchugarry excelentes escenarios, tanto al aire libre como cerrados, donde presentar sus obras y conectarse con el nutrido público que estas convocan. Para el banco y Fundación Itaú ha sido un honor y una gran oportunidad poder desarrollar esta alianza que nos ha unido a lo largo de estos diez años, durante los cuales hemos compartido la vocación por el fortalecimiento de la cultura nacional, en pos de los objetivos de ambas instituciones en lo que respecta a la profesionalización de la gestión de la producción artística en sus más diversas formas. Este proyecto ha generado para los artistas oportunidades de encuentro con el público y espacios para la polinización cruzada entre las diferentes disciplinas. Deseamos seguir transitando junto a la Fundación Atchugarry este camino de promoción y difusión del arte uruguayo convencidos de que todas las manifestaciones culturales son, fundamentalmente, una potente herramienta para la consolidación de una sociedad más justa, tolerante y equitativa. Agradecemos a Pablo que, con su ejemplo de vocación artística y su calidad humana, nos extiende una invitación permanente al trabajo conjunto. Ricardo Villela Marino CEO de Itaú LATAM
As we celebrate the tenth anniversary of the Atchugarry Foundation’s presence in Uruguay, we would like to reflect on the great deal of support and promotion it has meant for national artists in the cultural sphere, the possibilities for growth offered by the management of the Foundation led by Pablo and Silvana. On the one hand, there is the privileged exhibition space that enables artists to come into contact with a different audience, one that esteems the Atchugarry Foundation as a cultural benchmark, not only in the summer months but also the rest of the season in the eastern region of our country. Year after year, possibilities are also created for interaction with the important international artists who exhibit their works there, leading to exchanges that enrich the cultural scene of Uruguayan artists and help them to increase their exposure outside our borders. Not only has this cultural center fostered the medium of visual arts, but performing arts and music have also found excellent stages in the Atchugarry Foundation, both closed and in the open air, on which to present their pieces and connect with the large crowds that they draw. For the bank and the Itaú Foundation, it has been an honor and a great opportunity to be able to develop this alliance that has united us over these past ten years, during which we have shared the vocation to strengthen national culture in pursuit of the aims of the two institutions in regard to professionalizing the management of artistic production in its various forms. This project has created opportunities for artists to encounter audiences and forums for cross-pollination between the different disciplines. We want to continue to walk alongside the Atchugarry Foundation down this path of promotion and dissemination of Uruguayan art, with the conviction that all forms of cultural expression are fundamentally a powerful tool for the consolidation of a more just, tolerant and equitable society. We would like to thank Pablo, who, as an example of artistic vocation and human values, has extended us a permanent invitation for collaboration.
Coincidentemente nos conocimos cuando ambos estábamos desarrollando cosas nuevas. Nosotros, como banco y Fundación Itaú, transitábamos el cambio de nombre en ese marzo del 2007 y la Fundación Atchugarry, recién instalada en su predio de Manantiales, también se presentaba en sociedad como el principio de una obra en constante movimiento y desarrollo. Ambas Fundaciones buscamos la excelencia en el desarrollo de las artes y el crecimiento de la gente que nos rodea, del entorno natural donde desplegamos nuestras actividades. Y a partir de ahí casi espontáneamente nos dimos la mano y crecimos año tras año colaborándonos mutuamente para profundizar esa idea. Vimos juntos crecer el Parque de Esculturas. No hay instante donde Pablo se haya quedado quieto. Una sala más, un anfiteatro, la iluminación, todo el tiempo haciendo cosas para potenciar la Fundación, esencia transformadora que conocemos y compartimos desde Itaú. Valoramos también todo el trabajo realizado para artistas nuevos, no conocidos. Su permanente aporte al departamento de Maldonado con un gran trabajo con las escuelas de la zona, permitiendo que se use ese espacio extraordinario que se ha desarrollado y al mismo tiempo poder estar en contacto con el propio Pablo quien ha compartido jornadas inolvidables con toda esa gurisada. Grandes momentos vivimos juntos. Recuerdo a Laura Canoura en una noche extraordinaria a cielo abierto que colmó las instalaciones de la Fundación Atchugarry y nos deleitó con un recorrido de música y vivencias de la gran Edith Piaf. Otras noches memorables fueron las de Jaime Roos, las del “Negro” Rada, los asados posteriores, y también la cena que entre sus esculturas tuvimos para conmemorar una cumbre de trabajo del banco en el año 2012. En paralelo nos fuimos conociendo, fuimos admirando cada día más la obra de Pablo, quien nos enseñó sobre mármol pero también sobre bronce y madera. Conocimos su capacidad de trabajo incansable, ese enorme cuerpo siempre lleno de polvo con la prueba del trabajo realizado y esa gran sonrisa al mismo tiempo que refleja su humor permanente, su sencillez y su amabilidad. Siempre en compañía de Silvana, y también con Piero, con quienes fue un deleite compartir momentos en Uruguay y fuera del país. En esta primera etapa de la Fundación, 10 años de presencias y ausencias, celebramos juntos y confiamos seguir presentes por muchos años más. Horacio Vilaró Gerente General de Itaú y Presidente de Fundación Itaú
Coincidentally, we met when we were both developing new things. We, as a bank and as the Itaú Foundation, were in the process of changing our name in March 2007, and the Atchugarry Foundation, recently settled on its property in Manantiales, was also presenting itself in society as the beginning of a work in constant motion and development. Both foundations sought excellence in the arts and the growth of the people around us, of the natural environment in which we carry out our activities. And from that point on, we almost spontaneously shook hands and grew year after year, collaborating to explore that idea. We saw the sculpture park grow together. Pablo hasn’t stopped for a second. Another hall, an amphitheater, the lights, doing things all the time to develop the Foundation, that transforming essence that we know and share at Itaú. We also value all of the work carried out for new, unknown artists. His permanent contribution to the Department of Maldonado, with his wonderful work with the schools in the area, enabling them to use the extraordinary space that has been developed and, at the same time, to come into contact with Pablo himself, who has shared unforgettable sessions with all of those children. We experienced wonderful moments together. I remember Laura Canoura on an extraordinary night under the open sky, who filled the premises of the Atchugarry Foundation and delighted us with a review of the music and experiences of the great Edith Piaf. Other memorable nights were the ones with Jaime Roos and with the “El Negro Rada”, the roasts we had afterwards and also the dinner we had among his sculptures to celebrate a work summit held by the bank in 2012. In parallel, we got to know each other, we grew to admire Pablo’s work more and more each day, and he taught us about marble but also about bronze and wood. We discovered his tireless capacity for work, that enormous body always full of dust, wearing the proof of the work carried out and a wide smile at the same time, reflecting his permanent humor, his simplicity and amiability. And always in the company of Silvana, as well as that of Piero, who we were delighted to spend time with in Uruguay as well as abroad. In this first stage of the Foundation, 10 years of presences and absences, we celebrate together and are confident of a continued presence for many years to come.
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En un enclave natural de prados, jardines y frondosos árboles se encuentra el taller del maestro escultor Pablo Atchugarry. Su obra innovadora, creada con pasión, adquiere vida propia en el mármol para mostrar las líneas, pliegues y formas en movimiento. La materia - piedra, bronce, madera - se torna sensible bajo la imaginación de su cincel de acero y la escultura emerge majestuosa. Creación propia es también la Fundación que el escultor dirige con generosidad desde hace diez años. En ella convergen su compromiso con el arte y su convicción personal de que este solo se justifica cuando logra trasmitir igual pasión al público. Por eso sus esculturas se asocian al paisaje, a los conciertos ofrecidos en verano, a las múltiples manifestaciones de otras artes. La Fundación se asocia a un destino, Punta del Este, se asocia a su gente, comparte una ruta única: la calidad. Se abre al intercambio, recibe con hospitalidad y se regocija en la sonrisa de los escolares que junto a Pablo comparten una mañana lúdica y creativa en su aula-taller. Muchas gracias por el compromiso con nuestra comunidad. ¡Feliz aniversario! Ing. Agr. Enrique Antía Behrens Intendente de Maldonado
In a natural setting dotted with fields, gardens and leafy trees, we find the studio of master sculptor Pablo Atchugarry. His innovative work, created with passion, takes on a life of its own in marble, revealing lines, folds and shapes in motion. The material –stone, bronze, wood– acquires a sensibility when shaped by the imagination of his steel chisel, and the sculpture emerges in all its magnificence. Another of the sculptor’s creations is the Foundation that he has directed with generosity for the past ten years. In it, his commitment to art is united with his personal conviction that art is only justified when it manages to transmit the same degree of passion to the observer. For this reason, his sculptures are linked to the landscape, to the concerts given in the summer, to the multiple expressions of other forms of art. The Foundation is linked to a place, Punta del Este; it is linked to its people, sharing a single route: quality. It welcomes exchange, receives with hospitality and rejoices in the smiles of the schoolchildren who share fun and creative mornings with Pablo in his classroom-studio. Thank you very much for your commitment to our community. Happy anniversary!
El arte en todas sus expresiones siempre hará la diferencia y cuando se expande a través de una Fundación cuya mayor ambición es divulgarlo y ponerlo cerca de la vida de cada vez más gente, la diferencia se multiplica. Esa ambición, esa generosidad de Pablo, el artista motor de la Fundación Atchugarry, nos motiva a apoyar sus principios y a acompañar sus objetivos. Château Group CEO Sergio Grosskopf
Art, in all of its expressions always makes a difference, and when it expands via a Foundation whose main ambition is to make it known and bring it closer to the lives of an ever-increasing number of people, that difference is multiplied. This ambition, this generosity on the part of Pablo, the artist behind the Atchugarry Foundation, inspires us to support his principles and to further his objectives.
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Prólogo
LA GENEROSIDAD
Los artistas de éxito no suelen ser los seres más generosos con sus colegas y sus contemporáneos. Tampoco quienes practiquen con más asiduidad el compañerismo. El divismo suele asaltar a quienes, dotados de cualidades singulares, reciben el favor de un público que les acompaña con el aplauso en los teatros, las salas de concierto o las galerías de arte. La historia está llena de ejemplos. Picasso y Dalí nos ofrecen el testimonio más cercano de esas personalidades coronadas por el genio pero condenadas al egoísmo. Sin pensar tampoco que estos fueron productos del comercialismo contemporáneo, porque si nos vamos al Renacimiento nos vamos a encontrar con Tiziano, el eterno maestro veneciano de todos los tiempos, que no escatimó maniobras para que su arte fuera no solo riqueza personal sino testimonio de su ambición por el oropel. Podríamos mirar hacia cualquier época y se nutrirán los ejemplos de esa convivencia entre el talento y el egoísmo, como los de Cézanne y Gauguin, pilares de todo el arte contemporáneo, constructores de inesperados caminos, con unas vidas dominadas por el personalismo y el rechazo a la oferta de la amistad. Partimos desde esta mirada para aproximarnos a la excepcionalidad de Pablo Atchugarry, un gran artista que, en el momento de mayor plenitud de su arte, de mayor reconocimiento internacional, construyó una Fundación no solo abierta al público sino a sus colegas, con cuyas esculturas ha poblado un vasto espacio rural en el paisaje amable de las serranías fernandinas. Desde hace diez años, allí la alegría creadora desborda amablemente, contagiada por esa sencilla humanidad propia de la personalidad del fundador. Está el taller, con la sugestión de esas piedras que van cobrando vida, de esos materiales inertes que se transfiguran y fascinan; el anfiteatro, escenario de conciertos; el auditorio, poblado de voces y sonidos; las salas de exposición, donde las obras del dueño de casa alternan con las de artistas, en ocasiones ya consagrados, las más de las veces jóvenes, a quienes alienta y promueve y, por supuesto, el Parque de Esculturas que se despliega en 25 hectáreas entre lagos y sugestivas lomas. La Fundación es, más allá de toda otra consideración, una obra de generosidad. La misma con la que recordamos a Pablo, allá por 1996, en el parque del Edificio Libertad, trepado a una escalera, terminando su “Semilla de Esperanza”, vibrante mármol de Carrara con el que enriqueció ese muestrario ejemplar de la escultura uruguaya moderna. Fue un privilegio de la vida poder mirar, desde el despacho de la presidencia, a ese gigantón que trabajaba con la sencillez de un obrero y transportaba nuestra imaginación al Miguel Ángel del Moisés, al que quería hacer hablar. Es el mismo que deslumbra en las ferias internacionales o exhibe su obra en el Foro Romano y retorna, cada verano, a seguir insuflándole vida a ese lugar en que nos reconciliamos con la humanidad. Este libro Pablo lo dedica a su hermano Alejandro, un santo cívico, que fue nuestro Ministro de Economía en el peor momento de la crisis del 2002 y que, con su bonhomía, su espíritu de sacrificio y su ilimitada capacidad de diálogo, mantuvo la serenidad institucional que permitió superar el trance. En medio de tantas desgracias en el mundo, del aluvión de noticias descorazonadoras que nos hablan de un tiempo histórico en que el deslumbramiento científico, impulso de una revolución en la vida, convive con las expresiones más oscuras del odio, la intolerancia o la violencia, nos hallamos de pronto en ese templo de la serenidad en que arte y naturaleza conjugan su mismo verbo alejándonos de las ambiciones y las pasiones fratricidas para hacernos sentir, como en el poema rubeniano, que “aún guarda la esperanza la caja de Pandora”… Julio María Sanguinetti
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Prologue
THE GENEROSITY
Successful artists are not normally the most generous creatures towards their colleagues and peers. Nor are they the most assiduous supporters of collegiality. The artistic temperament usually strikes those with remarkable capabilities who find favor with an audience that showers them with applause in theaters, concert halls or art galleries. History is full of examples. Picasso and Dalí offer us the example closest to home in regard to such personalities, which wear the crown of genius but are condemned to egotism. And let’s not suppose that they were products of contemporary commercialism, because if we look to the Renaissance we find Titian, the all-time eternal Venetian master, who spared no effort ensuring his art would amount not only to personal wealth but also be a testimony to his ambition for showy trumpery. We could look at any era and find no shortage of examples of this coexistence between talent and egotism. Cézanne and Gauguin, for instance, are pillars that all contemporary art is based on and forged unexpected paths, but led lives dominated by personalism and by rejection of the offer of friendship. This perception leads us to appreciate the exceptional nature of Pablo Atchugarry, a great artist who, at a time when his art had reached its greatest heights, its greatest degree of international recognition, built a Foundation not only open to the public but also to his peers, whose sculptures he used to fill a vast rural space in the amiable landscape of the Maldonado mountains. For ten years, creative joy has bubbled over amiably in this place, sparked by the simple humanity that distinguishes the personality of its founder. There is the studio, with the hint of suggestion in those stones that gradually come to life, the inanimate materials that are transformed and that fascinate; the amphitheater, where concerts are held; the auditorium, inhabited by voices and sounds; the exhibition halls, where works by the estate’s owner alternate with those of other artists, sometimes well-established but largely young people who he fosters and promotes; and, of course, the sculpture park, which sprawls across 25 hectares, among lakes and intriguing hills. The Foundation is, beyond any other consideration, an act of generosity. The same generosity with which we remember Pablo in the sculpture park at the Libertad building in 1996, up on a ladder finishing his “Semilla de Esperanza” [Seed of Hope], a vibrant Carrara marble work with which he enriched that exemplary showcase of modern Uruguayan sculpture. It was one of life’s privileges to be able to watch, from the president’s office, that giant who worked with the simplicity of a laborer and transported our imaginations to Michelangelo and his “Moses”, which he wanted to make talk. He’s the same man who dazzles at international fairs or exhibits his work in the Roman Forum and then returns, each summer, to keep on infusing life into that place where we reconcile ourselves with humanity. Pablo has dedicated this book to his brother Alejandro, a secular saint, who was our Minister of Economy and Finance at the worst point of the 2002 crisis and who, with his kindness, his spirit of sacrifice and his boundless ability for dialogue, managed to maintain the institutional calm that enabled us to overcome our difficulties. Amid so much misfortune, amid the flood of discouraging news that speaks of a world where the blinding light of science, which drives revolution in life, coexists with the darkest expressions of hate, intolerance and violence, we suddenly find ourselves in that temple of serenity, in which art and nature conjugate the same verb, distancing us from the world of ambition and fratricidal passions and making us feel, like in the poem by Ruben Darío, that “Pandora’s box still holds hope”…
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EL IMPROBABLE SUEÑO DE UN MÍSTICO
Era de Pablo Atchugarry el deseo de comprar un terreno particular en un sitio determinado para traer al Uruguay toda la experiencia –los éxitos, las amarguras, las lesiones y los premios- que había cosechado en el curso de largas décadas en Europa. Pero no él sino sus dos hermanos, el psiquiatra Marcos Atchugarry y el abogado Alejandro Atchugarry, tenían la chance real de llevarlo a cabo. Y en una familia hecha de amor, de sacrificio y de porfía, manda el sabio: los demás se pueden enojar, pero terminan dándole la razón. Por eso, Alejandro Atchugarry, un punto en el amplio horizonte verde de Manantiales al que desde el Ministerio de Economía y Finanzas haber salvado al país de la mayor crisis de su historia no cambió mínimamente su esencia, tuvo en aquel lejano 2004 la decisión final. No se trataba solo de escuchar al hermano mayor. También había que confiar en el empresario de la construcción, en el abogado, en el libertario versátil, austero y brillante que parecía tener una respuesta adecuada para cada problema. Pero Alejandro estaba bien acompañado. Marcos, ese hombre que no puede disimular con su mirada que la bondad es una marca de fábrica de la familia Atchugarry-Bonomi, fue el responsable de “intervenir” la decisión original del escultor: los hermanos comprarían la chacra marítima que Pablo quería, pero con la extensión de tierra que les pareciera apropiada. Recuerda Marcos: “Esta búsqueda ocurrió en un momento muy especial, porque nuestra madre había fallecido poco tiempo antes. Y Pablo, buscando algo con qué entretenernos, nos pidió que encontráramos un terreno. Él estaba muy preocupado porque hasta ese momento alquilaba casas bastante modestas, y lo obsesionaba no molestar a sus vecinos ni con el ruido ni con el polvo. Y eso que hacía esculturas de un volumen mucho menor al actual. Entonces, en ese momento difícil, se las ingenió para darnos una tarea útil que fortaleciera nuestra vieja alianza fraterna, nuestra amistad entrañable de siempre. Y lo logró”. Añade el hermano menor: “Con Alejandro recorrimos todo el departamento de Maldonado y alrededores, desde Portezuelo hasta José Ignacio, estuvimos en parques, en campos y en zonas rocosas, propusimos lugares, Pablo nos contestó ‘¿para qué quiero yo más piedras?’, y seguimos buscando mientras él nos bochaba todo. Y no digo que fuéramos a darnos por vencidos, pero estábamos bastante cansados de proponer terrenos que no le gustaban. Hasta que aparecieron estos que él quería y Alejandro, hecho una fiera, le gritó que no tenía que tirar la plata y le dejó comprar menos. Pero lo que la gente no sabe es cómo aquellos terrenos iniciales cambiaron. Aunque a mí no me sorprende, porque Pablo siempre se llevó muy bien con los árboles, las plantas y los animales, con lo cual lo que para nosotros no eran más que parcelas de campo, para él terminó siendo la Fundación Pablo Atchugarry”. Sin embargo, la evolución del centro cultural fue lenta, algo coherente con el trabajo de hormiga en que Pablo, escultor y vasco al fin, ha creído. “Una gota, con ser poco, con otra se hace aguacero”, dice una canción de Daniel Viglietti cuyos ecos siguen siéndoles íntimos. Y así fue. Primero, con dos chacras marítimas, cada una de cinco hectáreas, a las que con el tiempo se agregarían quince hectáreas más para completar el taller personal de Atchugarry, que abrió a comienzos de 2006. Y, claro, el edificio principal, que se inauguró en 2007 y al que se unirían en los años siguientes, en orden progresivo, la sala con el pabellón de las obras permanentes y el auditorio, la sala didáctica y el anfiteatro, que en 2011 vino a terminar de darle sentido a un Parque de Esculturas cuya primera obra pertenece a Miguel Ángel Battegazzore, prolegómeno de otras dos piezas que Pablo encargó, al cabo de un inolvidable encuentro en La Floresta, a Octavio Podestá y a Enrique Broglia, un creador cuya majestuosidad había conocido en vivo originalmente en París, allá lejos y hace tiempo: 1977. Quien aparecía cada vez que había un montaje en los primeros tiempos de este centro cultural, acompañado por Leo Noguez, era precisamente Battegazzore. Así lo recuerda Verónica Vázquez, la refinadísima artista visual cuya muestra reciente “La naturaleza de las cosas” alumbró el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, y que mucho tiempo antes ayudó a construir los cimientos de la Fundación. “Yo estaba en la sala de adelante, que era la única que había, y Pablo pasaba un par de veces por día con el auto, bajaba la ventana y preguntaba si había venido alguien. A veces yo le respondía que había venido una persona, y a veces dos, y los visitantes me hacían preguntas básicas como quién era Pablo y si tenía algo que ver con Alejandro”, recuerda hoy ella, y agrega: “Pablo había expuesto hacía poco en la Galería Tejería, pero no era súper conocido y la gente tenía mucha curiosidad de saber cómo era aquello del mármol, del proceso de la escultura y, en definitiva, de este personaje, de un escultor que había venido de afuera, que vivía de eso y que era uruguayo, algo verdaderamente raro”. Raro fue, también, el día en que, con un enorme alivio sobre sus espaldas, Marcos y Alejandro Atchugarry llegaron a la playa El Chorro, ubicada en la rambla de Manantiales, ya habiendo cumplido con la tarea encomendada. Lo que vieron allí terminó de darle sentido a toda aquella aventura. A pocos metros de la arena, con la naturalidad de la que solo son capaces los milagros de la naturaleza, retozaban dos enormes ballenas australes. Un misterio más de esos que para Pablo, el hombre con que soñó Pedro Atchugarry, no requieren explicación acaso porque, como escribió Pessoa, “la luz del sol no sabe lo que hace, y por eso no se equivoca y es común y es buena”. Pablo Cohen
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A MYSTIC’S IMPROBABLE DREAM
It was Pablo Atchugarry’s desire to buy a specific plot of land at a designated site in order to bring to Uruguay all of the experience –the successes, bitterness, wounds and awards– that he had gained over long decades in Europe. It was not him, however, but his brothers, psychiatrist Marcos Atchugarry and lawyer Alejandro Atchugarry, who really got to make it happen. And in a family built on love, sacrifice and obstinacy, it’s the wise one who calls the shots. The others might find it annoying, but in the end they admit that he’s right. And that’s why, in that far-off year of 2004, the final say was had by Alejandro Atchugarry, a dot on the broad green horizon at Manantiales whose essential nature hadn’t changed one bit after saving the country, via the Ministry of Economy and Finance, from the greatest crisis in its history. It wasn’t just about listening to the older brother. They also had to trust the contractor, the lawyer, the versatile, austere and brilliant libertarian who seemed to have the right answer to any problem. But Alejandro was in good company. Marcos, a man whose eyes can’t hide the fact that goodness is hallmark of the Atchugarry-Bonomi family, had the task of “intervening” in the sculptor’s original decision: the brothers would buy the seaside farmland that Pablo wanted, but only as much land as they deemed appropriate. Marcos remembers: “That search occurred at a very special time, because our mother had died only shortly before. And Pablo, looking for something to keep us busy, asked us to find some land. He was really worried because up to that point he had been renting rather modest houses, and he was obsessed with not bothering his neighbors with noise or dust. And at the time he was making sculptures that were a lot smaller than those he’s making now. So, at this difficult time, he contrived to give us a useful task that would strengthen our old fraternal bond, the dear friendship we’ve always had. And he succeeded”. His younger brother adds: “With Alejandro, we went through the entire Maldonado Department and the surrounding area, from Portezuelo to José Ignacio. We went to parks, fields and rocky areas, we would suggest places and Pablo would reply, “What do I want with more rocks?’, and we kept searching while he kept rejecting everything. And I’m not saying that we were going to give up, but we were pretty tired of suggesting plots that he didn’t like. Until this land appeared that he did want, and Alejandro turned fierce, screaming at him that he shouldn’t throw money away and only allowing him to buy less than he wanted. But what people don’t know is how that original land changed. This doesn’t surprise me, however, since Pablo always got along very well with trees, plants and animals, so what to us seemed no more than parcels of field land, for him ended up being the Pablo Atchugarry Foundation”. However, the cultural center’s evolution was slow, in keeping with the painstaking work that Pablo, a sculptor and –ultimately– a Basque man, believed in. As the song by Daniel Viglietti –whose words continue to resonate intimately with them– goes: “Just one little drop, and then another, becomes a downpour” (“Una gota con ser poco con otra se hace aguacero”). And that’s how it was. First, with two seaside plots of farmland, each with an area of five hectares, to which fifteen more hectares were eventually added to complete Atchugarry’s personal studio, which opened in early 2006. And then, of course, the main building, inaugurated in 2007, which was joined over the following years, in chronological order, by the hall with a pavilion for permanent works, by the auditorium, by the educational room and by the amphitheater which, in 2011, rounded off the full meaning of a Sculpture Park whose first work was by Miguel Ángel Battegazzore. This work was the preamble to two other pieces commissioned by Pablo following an unforgettable meeting in La Floresta, from Octavio Podestá and from Enrique Broglia, an artist whose magnificence he had originally discovered in person in Paris, albeit in a distant time and place: 1977. It was precisely Battegazzore who cropped up every time an exhibition was being set up in the cultural center’s early days, accompanied by Leo Noguez. And that’s how it’s remembered by Verónica Vázquez, the incredibly refined artist whose recent exhibition La naturaleza de las cosas [The Nature of Things] lit up the National Museum of Visual Arts in Montevideo, and who also helped lay the building blocks for the Foundation many years before that. “I was in the hall in front, which was the only one there was, and Pablo would drop by a couple of times a day in his car, lowering the window and asking if anyone had come. Sometimes I answered that one person had come, sometimes two, and the visitors asked me basic questions like who Pablo was and if he had any relation to Alejandro”, she remembers, adding: “Pablo had exhibited at Gallería Tejería not long before that but he wasn’t overly well-known and people were very curious to know what this marble thing was all about, to know about the sculpting process and, in short, about this character, a sculptor who had come from another place, who made a living that way and who was Uruguayan, which was something truly rare”. Also truly rare was the day that Marcos and Alejandro Atchugarry, with an enormous weight lifted from their shoulders, arrived at El Chorro Beach in La Rambla de Manantiales, having completed their assigned task. What they saw there ended up giving meaning to the whole quest. Just yards from the sand, with all the ease that only nature’s miracles are capable of, two enormous southern right whales were frolicking. One more mystery of the sort that Pablo, the man Pedro Atchugarry dreamed of, believes require no explanation, perhaps because, as Pessoa wrote, “The light of the sun doesn’t know what it’s doing. So it’s never wrong and it’s common and good”.
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UN PRESENTE MAJESTUOSO Y DESAFIANTE
La Fundación Pablo Atchugarry goza hoy de un prestigio ganado en base a un modelo de gestión que combina la búsqueda de la excelencia en la programación artística con la obsesión por lograr que sus iniciativas lleguen efectivamente a la mayor cantidad de gente posible. No hay un artista que haya expuesto o cantado en la Fundación y que no haya sentido el calor con que Pablo Atchugarry y su esposa Silvana Neme revisten un hogar que hoy luce más vital que nunca desde su sala principal, bautizada con los nombres de los padres de Pablo, María Cristina Bonomi y Pedro Atchugarry, hasta su vasto Parque de Esculturas, pasando por el auditorio cerrado, la sala de exposiciones Alejandro Atchugarry y Adriana Rubino, la sala didáctica Miguel Ángel Battegazzore y el majestuoso, y ya histórico, anfiteatro. Pero, ¿qué novedad ofrece la Fundación en este año tan especial, en el que celebrará su primera década de vida? En primer lugar, una exposición del propio Pablo donde, a través de 30 piezas en mármol estatuario de Carrara, en bronce, en acero y en mármol rosado de Portugal, propondrá una mirada retrospectiva de su obra con un conjunto de esculturas nunca antes presentadas en el Uruguay. El 29 de diciembre de 2017 se realizará la inauguración de esta muestra titulada “Presencias y ausencias”, solo unas horas antes de otro gran acontecimiento: la actuación en el anfiteatro, por segunda vez y con un programa distinto, del Ballet Nacional Sodre, por cuya consagración internacional tanto hizo el maestro Julio Bocca. El 30 de diciembre, para arrojar más simbolismo a un festejo muy especial, el padre Marino Colombo, cuya historia está íntimamente ligada a la de la familia Atchugarry-Neme, viajará a Uruguay desde Italia para inaugurar una capilla diseñada por el arquitecto Leonardo Noguez que alojará “La Pietà”, la imponente obra en mármol de Carrara que Pablo comenzó en 1982, que terminó un año después y que llegó a nuestro país hace apenas un lustro. Con el Festival de Música entre Naturaleza y Arte 2018, que en ediciones anteriores ha permitido que por la Fundación pasaran algunos de los intérpretes de música popular y de música culta más laureados de las Américas, y con algunas sorpresas que, con su espíritu inquieto, Pablo siempre guarda debajo de la manga, se completará una propuesta libre y gratuita que honrará la historia de este centro cultural, al tiempo que ensayará una mirada moderna y desafiante sobre el futuro para niños de todas las edades. Pero lo que hoy luce como una unidad con sentido pleno llevó mucho trabajo y comenzó con el esfuerzo primigenio de Alejandro y Marcos Atchugarry, los hermanos de Pablo, por encontrar un trozo de tierra en Manantiales para que el escultor pudiera concretar su sueño. Aunque esa, claro, es otra historia. Pablo Cohen
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A MAJESTIC AND CHALLENGING PRESENT
Today the Pablo Atchugarry Foundation enjoys prestige garnered on the basis of a management model that combines the pursuit of excellence in arts programming with an obsessive desire to ensure that its initiatives effectively reach the largest number of people possible. No artist who has exhibited or sung at the Foundation has failed to perceive the warmth with which Pablo Atchugarry and his wife Silvana Neme fill a home that gives off more vitality today than ever before, from its main hall, named after Pablo’s parents, María Cristina Bonomi and Pedro Atchugarry, to the vast Sculpture Park, not to mention the enclosed auditorium, the Alejandro Atchugarry and Adriana Rubino exhibition hall, the Miguel Ángel Battegazzore educational room and the majestic amphitheater, which has already made history. But what new events will the Foundation be offering this very special year, in which it celebrates the anniversary of the first decade since its creation? First, there will be an exhibition by Pablo himself in which he will use 30 pieces made from Carrara statuary marble, bronze, steel and Portuguese pink marble to offer a retrospective overview of his work, with a set of sculptures never before presented in Uruguay. The 29th of December 2017 will see the opening of this exhibition entitled Presences and Absences, just hours before another major event: the second performance - with a new program - in the amphitheater by the National Ballet of Uruguay (SODRE), which director Julio Bocca has done so much to consolidate on an international level. On the 30th of December, to imbue a very special celebration with some more symbolism, Father Marino Colombo, whose history is closely tied to that of the Atchugarry-Neme family, will travel to Uruguay from Italy to inaugurate the chapel designed by architect Leonardo Noguez, which will house “La Pietà”, the imposing Carrara marble work that Pablo began in 1982, which he finished one year later and which arrived in our country just over five years ago. The 2018 Music between Nature and Art Festival, whose past editions have enabled the Foundation to welcome the most acclaimed folk and art music performers in the Americas, as well as a few surprises that Pablo, with his restless spirit, has always got up his sleeve, will round off a free and open program that will honor the history of this cultural center while testing out a modern and defiant way of viewing the future, for children of all ages. What today stands out, however, as a single unit with a complete meaning required a great deal of work and began with the initial efforts of Alejandro and Marcos Atchugarry, Pablo’s brothers, to find a piece of land in Manantiales so that the sculptor could make his dream come true. Although that, of course, is another story altogether.
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PABELLÓN MARÍA CRISTINA BONOMI - PEDRO ATCHUGARRY Y SALA BEATRICE BERNABEI IRRAZÁBAL
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PABELLÓN ADRIANA RUBINO - ALEJANDRO ATCHUGARRY
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SALA DIDÁCTICA MIGUEL ÁNGEL BATTEGAZZORE.
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AUDITORIO HUGO LÓPEZ CHIRICO
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TALLER PABLO ATCHUGARRY
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LA CUEVA DE LOS SUEÑOS OLVIDADOS
En el Paleolítico Superior, el hombre ya dibujaba bien. Han pasado tantos años desde entonces que sería pretencioso intentar resumir los hechos trascendentes que la especie ha vivido en su evolución. Sin embargo, continúa intacto el afán por dibujar, por pintar y por esculpir, por imitar a Dios y por inventar un mundo más hermoso. Y Pablo Atchugarry lo honra secretamente en un lejano taller de la pequeña ciudad de Lecco donde funciona su propia cueva de Chauvet. Acaso sea ése, aún más que el taller de Manantiales –un lugar abierto de intenso contacto con la gente y con la naturaleza-, su refugio último. Es que en Lecco Pablo aprendió la disciplina que tanto define su trabajo y que lo lleva a golpear piedras y a respirar torpemente desde las siete y media de la mañana hasta las ocho de la noche, parando solamente media hora para almorzar. El entretenimiento, ese misterio que a los grandes artistas plásticos hechiza y que hace pasar el tiempo de un modo distinto al cronológico, es un factor fundamental para que el trabajo resulte menos pesado. Pero más allá de los sacrificios, la pasión gana. En la cantera de El Polvaccio, ubicada en Carrara, el escultor comenzó a relacionarse con el mármol, un material del que sigue aprendiendo hasta hoy. La relación es, además de recíproca, justa, pues Pablo moldea el mármol estableciendo cortes y espacios que luego harán que la luz, y la propia figura que él esboza, se conviertan en una criatura particular. Pero el mármol moldea a Pablo porque, con su peso monumental y la honda belleza que emerge de sus raíces, lo ha convertido en una persona más paciente. También, dice él, lo ha ayudado a descubrir el valor del coraje, “ya que hay que tomar cientos de decisiones con cada golpe de martillo y de cincel, y ello muestra al mármol como un gran maestro porque en la vida también uno debe hacerse cargo de sus propias decisiones y muchas veces no puede volver a poner el pedazo de mármol que quitó”. Pero la historia no fue siempre así porque, antes de descubrir el placer que le da esculpir el mármol, Pablo llegó a un antiguo taller italiano en la más absoluta virginidad. Descubrió definitivamente el milagro blanco a fines de los años 70, y en 1979 realizó con ese material su primera escultura, que terminó en Brescia y a la que tituló “La lumière”. El resto del romance es conocido. Lo que quizá no sea tan conocido es el hecho de que Atchugarry no ha perdido la capacidad de asombro: cada vez que va a Carrara, se transforma en un niño encandilado. Tres asistentes uruguayos y uno italiano, en Lecco y en Manantiales, lo ayudan a canalizar esos sentimientos en una rutina de trabajo dura pero reconfortante. Ocurre que, aunque también conoce bien el bronce, el acero y el olivo, el mármol requiere un tratamiento especial, pesado y frágil como es, y eso significa un gran trauma en el proceso que abarca desde Carrara hasta el taller, adonde el bloque llega cortado con las dimensiones que el uruguayo elige. Elevadores, puentes-grúa y andamios son algunos de los dispositivos con que cada pieza se pone en pie, se coloca en un perno o arriba de una base y finalmente se termina, a lo largo de un protocolo que toma bastantes capítulos prestados del Libro de los Milagros. Atchugarry se ocupa de tallar la obra, pero el lijado y la terminación, que llevan mucho tiempo y son fundamentales, corren a cargo de sus asistentes. Tal vez por eso resulte lógico entender el carácter de Pablo como un síntoma de esa coralidad. Es Atchugarry un artista que, esté en un viaje en Canadá, en una feria de arte en las profundidades de Asia, en una cena con amigos en Garzón o en la inauguración de una muestra, siente con constancia la necesidad de volver al taller, el sitio donde ha encontrado equilibrio y serenidad en los momentos más difíciles de su vida, la cueva de los sueños olvidados desde donde emergen tantos poemas sueltos que luego compondrán una obra mayor, una sinfonía que, una vez que salió al mundo, holístico como es, Pablo considera que ya no le pertenece. Mejor que nadie, y hace muy poco, lo escribió Jorge Drexler: “Somos una especie en viaje / no tenemos pertenencias, sino equipaje / Vamos con el polen en el viento / estamos vivos porque estamos en movimiento”. Pablo Cohen
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THE CAVE OF FORGOTTEN DREAMS
In the Upper Paleolithic, man was already good at drawing. So many years have passed since then that it would be presumptuous to attempt to summarize the major events experienced by our species over the course of its evolution. Nevertheless, the desire to draw, paint and sculpt, to imitate God and invent a more beautiful world, remains intact. And Pablo Atchugarry secretly honors it in a far-away studio in the small city of Lecco, the base of operation of his very own Chauvet Cave. Perhaps it is this studio, even more so than the one in Manantiales –an open place with a large degree of contact with people and with nature– that is his ultimate refuge. It was in Lecco that Pablo learned the discipline that has so greatly defined his work and leads him to pound stones and draw jerky breaths from seven-thirty in the morning until eight o’clock at night, stopping only half an hour for lunch. Enjoyment, that mystery that casts its spell over the great plastic artists and makes time pass in a way that’s far removed from the chronological, is a basic factor in making their work less tedious. Beyond the sacrifices, passion wins out. In the Polvaccio quarry, located in Carrara, the sculptor began to interact with marble, a material that he is still learning from even today. In addition to being reciprocal, the relationship is fair, as Pablo molds the marble, making the cuts and spaces that will later cause the light and the figure he is delineating to turn into a particular creature. But the marble also molds Pablo, because with its monumental weight and the profound beauty that emerges from its original state, it has made him a more patient person. Moreover, he says, it has helped him discover the value of bravery, “because you have to make hundreds of decisions with each hit of the hammer or chisel, and that shows marble to be a great teacher, as in life, too, one must take responsibility for one’s own decisions, and quite often you can’t put back the piece of marble you have removed”. But that wasn’t always the story, because before discovering the pleasure to be had from sculpting marble, Pablo arrived at an old Italian studio with his virginity, so to speak, completely intact. He discovered the white miracle once and for all in the late 1970s, and in 1979 he created his first sculpture using the stone, which he finished in Brescia and called “La lumière” [Light]. The rest of the love story is well known. What perhaps isn’t as well known is the fact that Atchugarry hasn’t lost his capacity for wonder: every time he goes to Carrara, he turns into a delighted little boy. Three Uruguayan assistants and one Italian assistant, in Lecco and in Manantiales, help him channel these feelings into a demanding but comforting work routine. Although he is also very familiar with bronze, steel and olive wood, marble requires special handling, as heavy and fragile as it is, and that entails a great ordeal in getting it from Carrara to the studio, where the block arrives cut to the Uruguayan’s chosen dimensions. Hoists, overhead cranes and scaffolding are some of the tools used to set each piece upright, before securing it with a bolt or on top of a base and then finishing it, subjecting it to a protocol that borrows quite a few chapters from the Book of Miracles. The task of sculpting the work falls to Atchugarry, but sanding and finishing it, which take a great deal of time and are fundamental, are carried out by his assistants. Perhaps it makes sense, therefore, to understand Pablo’s personality as symptomatic of that joint effort. Atchugarry is an artist who, whether on a trip in Canada, at an art fair in the depths of Asia, a dinner with friends in Garzón or the opening of an exhibition, feels a constant need to return to the studio, the place where he has found balance and calm in the most trying times of his life, the cave of forgotten dreams from which so many individual poems emerge that they will later form a greater work, a symphony which, once it has been released into the world, Pablo, with his holistic nature, believes no longer belongs to him. Better than anyone, and very recently, Jorge Drexler summed it up: “We’re a traveling species / We have no belongings, but baggage / We go with the pollen on the wind / We’re alive because we keep moving” (“Somos una especie en viaje / no tenemos pertenencias, sino equipaje / Vamos con el polen en el viento / estamos vivos porque estamos en movimiento”).
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EL JARDÍN DE LOS CUERPOS CELESTES
En primera persona y valiéndose de la misma sensibilidad con que, pese a usar amoladoras temibles, ha logrado darle al mármol la forma de su corazón, Pablo Atchugarry explica en este libro cómo surgió su Parque de Esculturas, vedette de la Fundación en más de un sentido. Sin embargo, cuando yo evoco el Parque pienso inmediatamente en lo injusta que puede ser la memoria de los mayores cuando les hablan a sus nietos de un artista sobre el cual quedan registros vagos. Lo mismo sucede con algunos deportistas que, como Johan Cruyff y Magic Johnson, hicieron del deporte un arte. Podemos siempre contarles a nuestros hijos cuán bien jugaban y cómo su magia aparecía cuando más se la necesitaba. Y podemos empezar a enumerar estadísticas y récords. Pero, ¿eso alcanza para comprender su real dimensión? No, del mismo modo en que conocer la extensa colección de nombres cuyas proezas dan vida al Parque de Esculturas es condición necesaria pero no suficiente para captar esa atmósfera honda, mística y hermosa de la que Pablo ha revestido este jardín de los cuerpos celestes. Al principio de la historia aparecieron tres personas clave que él recordó con justicia, pero aquella génesis concebida entre susurros se fue superando gradualmente hasta convertirse en una orquesta polifónica cuyos instrumentos suenan como si se dirigieran solos. ¿Cómo, acaso, evitaría la polifonía un lugar que abarca desde Verónica Vázquez, unida a los comienzos de la Fundación y protagonista de una efervescente carrera en Europa, hasta Riccardo De Marchi, cuya delicadeza ha hipnotizado a decenas de coleccionistas de elite, pasando por maestros nacionales como Enrique Broglia, o internacionales como Enio Iommi y Gyula Kosice? Los nombres se suceden en un interminable laberinto, y la imposibilidad de escapar a ese juego infinito es una bendición en este sitio donde Atchugarry ha puesto cada pieza, más que donde le pareciera adecuado desde el punto de vista estético, donde le pareciera armónico desde el punto de vista de la energía de un espacio que, como toda obra de Dios, tiene vida propia. Porque si Octavio “Toto” Podestá o Ignacio Díaz de Rábago nos fascinan, ¿qué sentido tendría valorar su obra en un contexto frío, aislado o sin interacción? Aquí vale tanto un enorme oso dorado como una escultura monumental en acero o una instalación en el bosque donde niños pequeños juegan hasta que caiga el sol. Ocurre que Pablo no viene a dar lecciones intelectuales de curaduría, si es que esta disciplina verdaderamente existe. Lo que él hace al mostrar tantas admirables piezas de sus colegas es desnudar el lado más íntimo de su alma y, por lo tanto, exhibir su más honesta, y probablemente trabajosa, obra de arte. El lago, el sol, la luz natural, el césped y todos los animales que San Francisco de Asís nos enseñó que valen tanto como nosotros son actores estelares en el Parque de Esculturas de la Fundación Atchugarry de Manantiales, donde la naturaleza funciona como inmejorable escenografía para un deliberado montaje en el que Pablo nos viene a decir que, en tiempos de catástrofes ambientales, en tiempos en que el mercado se abraza al esnobismo, en tiempos en que los líderes de Occidente no están a la altura de las grandes demandas que las sociedades vuelcan sobre ellos, la diversidad, el humanismo y la introspección son, más que delicadas formas de rebeldía, una irrenunciable obligación moral para encontrar el verdadero sentido de la vida. Pablo Cohen
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THE GARDEN OF CELESTIAL BODIES
In the first person, and drawing on the same sensitivity which has enabled him, despite the use of fearsome grinding machines, to sculpt marble into the very shape of his heart, Pablo Atchugarry explains in this book how his Sculpture Park, the Foundation’s star attraction in more than one sense, was born. And yet, when I ponder the Park I immediately think of how older people’s memories can fail to do justice when they tell their grandchildren of an artist that there are only vague records of. The same is true for some of the athletes who, like Johan Cruyff and Magic Johnson, turned sports into an art. We can always tell our children how well they played and how their magic always appeared when it was most needed. And we can start to list statistics and records. But is that enough for them to understand the true magnitude of these people? No, just as familiarity with the extensive set of names whose prowess has brought the Sculpture Park to life is a necessary prerequisite but not in itself enough to capture the deep, mystical and beautiful atmosphere in which Pablo has swathed this garden of celestial bodies. Three key people appear at the beginning of the story, whom he remembers with fairness. This genesis that was conceived among whispers, however, grew larger and larger until eventually becoming a polyphonic orchestra whose instruments sound as if they were self-conducted. How could polyphony be avoided in a place that embraces everyone from Verónica Vázquez, who played a role in the Foundation’s beginnings and has a vibrant career in Europe, to Riccardo De Marchi, whose finesse has mesmerized dozens of elite collectors, to national masters like Enrique Broglia or international ones like Enio Iommi and Gyula Kosice? One name after another, in an interminable maze, and the impossibility of escaping from that infinite game is a blessing in this place, where Atchugarry has laid every piece not so much in a location he found suitable from an aesthetic point of view, but rather a spot he found harmonious in terms of the energy of a space which, like every work of God, has a life of its own. Because if we’re fascinated by Octavio “Toto” Podestá or Ignacio Díaz de Rábago, how does it make sense to consider their work in an isolated, sterile context, or in the absence of any interaction? Here, an enormous golden bear is worth as much as a monumental steel sculpture or an installation in the forest where young children play until the sun goes down. The fact is that Pablo doesn’t aim to give intellectual lessons on curatorship, if such a discipline even truly exists. What he does, by displaying so many admirable pieces by his peers, is to unveil the most intimate facet of his soul, thereby exhibiting his most honest, and probably his most labor-intensive, work of art. The lake, the sun, the natural light, the grass and all of the animals that St. Francis of Assisi taught us to value as much as we do ourselves take center stage at the Atchugarry Foundation’s Sculpture Park in Manantiales, where nature acts as an incomparable backdrop for a carefully considered staging. With this staging, Pablo aims to tell us that in times of environmental disaster, in times when the market embraces snobbery, in times when Western leaders fall short of the great demands that societies place on them, diversity, human solidarity and introspection are, rather than delicate forms of rebellion, an inalienable moral obligation to find the true meaning of life.
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PARQUE INTERNACIONAL DE ESCULTURAS | INTERNATIONAL SCULPTURE PARK
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El parque internacional de esculturas nace de un encuentro con los escultores Enrique Broglia y Octavio Podestá, a los cuales había conocido respectivamente en París y en Montevideo. A cada uno de estos dos grandes artistas del Uruguay le pedí que creara un proyecto de escultura con el cual comenzaríamos un Parque de Esculturas. Mientras estos queridos amigos realizaban sus obras le pedí a otro amigo, Miguel Ángel Battegazzore, de sumarse a la iniciativa. Miguel Ángel (con ese nombre no podía defraudar), un gran pintor que lleva escondida dentro de sí una gran vocación de escultor, realizó la primera obra del parque. Rico de una experiencia con Oteiza, desarrolló una escultura magnífica, en acero inoxidable, que se relaciona extraordinariamente con el espacio. Así comenzó este sueño de crear un parque de esculturas en relación íntima con la naturaleza, donde diferentes lenguajes de diferentes artistas marcaron la diferencia como “valor”, como elemento que nos hace reflexionar y nos ayuda a conocernos. Pablo Atchugarry
The international sculpture park was born as the result of a meeting with sculptors Enrique Broglia and Octavio Podestá, whom I had first met in Paris and Montevideo, respectively. I asked each of these wonderful Uruguayan artists to create a sculptural project that we would use to start a Sculpture Park. While these dear friends created their pieces, I asked another friend, Miguel Ángel Battegazzore, to join the initiative. Miguel Ángel (with that name, the Spanish version of Michelangelo, he could not disappoint), a great painter who harbors a hidden but impressive sculpting vocation, created the park’s first work. After an enriching experience with Oteiza, he developed a magnificent stainless steel sculpture that interacts extraordinarily with the space. And thus began this dream of creating a sculpture park with an intimate relationship with nature, where different languages by different artists would make a difference as “value”, as elements that make us reflect and enable us to promote self-knowledge.
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PABLO ATCHUGARRY, DISCO SOLAR, 1974/2007
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PABLO ATCHUGARRY, ESTRUCTURA SILENCIOSA, 2010
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PEDRO ATCHUGARRY, CONSTRUCTIVO, 1960
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RUDY PULCINELLI, (S)CONFINARE, 2009
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ENRIQUE BROGLIA, SIN TÍTULO, 2007
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PETER SCHWICKERATH, PLASTIK STAHL II, 1998
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VERÓNICA VÁZQUEZ, SIN TÍTULO, 2009
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VERÓNICA VÁZQUEZ, SIN TÍTULO, 2008
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DIEGO SANTURIO, FPADS, 2008
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ARTAN SHALSI, SIN TÍTULO, 2009
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RICCARDO DE MARCHI …IO ATTRAVERSO VILLA PISANI…, 2011
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PABLO ATCHUGARRY, SIN TÍTULO, 2007
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RICARDO PASCALE, CATORCE ORIENTALES, 1999
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PABLO ATCHUGARRY, SIN TÍTULO, 2009
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ADELA NEFFA, SIN TÍTULO, 2007
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MIGUEL ÁNGEL BATTEGAZZORE, HOMENAJE A OTEIZA, 2007
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PAOLO MINOLI, SIN TÍTULO, 2008
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ENRIQUE BROGLIA, SIN TÍTULO, 2007
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VERÓNICA VÁZQUEZ, SIN TÍTULO, 2009
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ÁGUEDA DICANCRO, SIN TÍTULO, 2006
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PABLO ATCHUGARRY, GUERRERO, 1977
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IGNACIO DÍAZ DE RABAGO, THE FISHING ROD, 2008
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ENRIQUE BROGLIA, SIN TÍTULO, 2011
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ALICIA PÉREZ PENALBA, GRAND REFUGE, 1978
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GRAZIANO POMPILI, ONPHALO, 2008
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DANIEL PAPALEO, APERTURA DEL TIEMPO, 2013
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MAURO STACCIOLI, TRIÁNGULO DE LADOS CURVOS, 2008
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PHILIPPE RAMETTE, PUNTO DE VISTA, 2013
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MAURO ARBIZA, VOTRE BATEAU, 2010
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EDUARD HABICHER, IL VIAGGIO, 2011
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LUCA BENITES, 9 BLOQUES DE CEMENTO, 2012
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GYULA KOÅ ICE, JUBILO, 2007
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RIMER CARDILLO, CONO DE PÁJAROS, 2007
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RIMER CARDILLO, CAPARAZÓN DE ARAUCARIA, 2007
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DANIEL PAPALEO, MIDIENDO EL ESPACIO, 2012
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OCTAVIO PODESTÁ, CAVERNACULUM, 2007
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GIORGIO CELIBERTI, CAVALLO MORENTE, 1983
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ARMAN FERNÁNDEZ, LIBELLULE, 1996
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GONZALO RAMÍREZ, CRUZAMIENTO, 2008
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PETER SCHWICKERATH, VERTIKALE TRAGERSKULPTUR, 2011
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JANINNE WOLFSOHN, JUGUEMOS EN EL BOSQUE, 2011
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ALDO MONDINO, GIREIFFEL, 1989
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BRUNO MUNARI, SIN TÍTULO, 1996
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BRUNO MUNARI, SIN TÍTULO, 1996
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DANIEL SPOERRI, RENAISSANCE, 1990
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ENRIQUE BROGLIA, SIN TÍTULO, 2011
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CÉSAR PATERNOSTO, INVESTIGACIONES TECTÓNICAS 12, 2008
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OCTAVIO PODESTÁ, ANACONDA, 2011
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BIA DORIA, ENCUENTRO, 2013
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CRACKING ART GROUP, GOLD BEAR, 2012
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OCTAVIO PODESTÁ, SIN TÍTULO, 1978
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ENIO IOMMI, SOBRE DOS MOMENTOS, 2011
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ALDO MONDINO, VIOLA D´AMORE, 1985
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ALAN SONFIST, MONUMENT TO VANISHING TREES, 2017
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VICTOR VALERA, SURE, 1998
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MIGUEL ÁNGEL PAREJA, MOSAICO, 1956-60
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ANFITEATRO
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PABLO ATCHUGARRY, ARCO DEL TRIUNFO, 2011
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PABLO ATCHUGARRY, ARCO DE LA DERROTA, 2011
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EXPOSICIÓN “CITTÀ ETERNA, ETERNI MARMI”, 2015 MERCATI DI TRAIANO, FORI IMPERIALI, ROMA (ITALIA)
ESCULTURAS MONUMENTALES | MONUMENTAL SCULPTURES
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SIN TÍTULO, 2006 BRONCE PATINADO, h 204x60,5x56 cm
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IL GRANDE ANGELO, 2006 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 325x93x41 cm
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CARIATIDE, 2006 BRONCE PATINADO, h 231x65x59 cm
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EUSKADI, 2016 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 251x46x30 cm
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COSMIC EMBRACE, 2005/11 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 850x159x146 cm
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MOVEMENT IN THE WORLD, 2014 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 835 cm
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OBELISCO DEL TERZO MILLENNIO, 2001 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 600x120x120 cm Manzano, Udine (Italia)
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ESPIRITU LIBRE, 2011 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 295x110x40 cm
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VIA CRUCIS, 2014/15 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 129x80x20 cm
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CAMINO VITAL, 1999 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 483x118x75 cm Museu Coleção Berardo, Lisboa (Portugal)
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NEL CAMMINO DELLA LUCE, 2006 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 830 cm
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DREAMING OF PEACE, 2013. STATUARY CARRARA MARBLE AND GREY BARDIGLIO MARBLE. Group of eight sculptures created fro the 50th Venice Biennale.
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SOÑANDO LA PAZ, 2003 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA Y MÁRMOL GRIS BARDIGLIO Modelo para la 50a Edición de la Bienal de Venecia
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LUZ DEL SUR, 2013 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 405x154x82 cm
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LUZ Y ENERGÍA DE PUNTA DEL ESTE, 2009 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 500x160x90 cm Punta del Este, Parada 1
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MONUMENTO ALLA CIVILTÀ E CULTURA DEL LAVORO LECCHESE, 2002 MÁRMOL BLANCO BERNINI, h 620 cm Lecco (Italia)
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DREAMING NEW YORK, 2012 Mร RMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 188x77x27 cm Exposiciรณn temporal en Times Square
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SIN TÍTULO, 1999 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 209x120x90 cm Museo Groeninge, Brujas (Bélgica)
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LA VOZ DE LA MONTAÑA, 2014 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 480x181x85 cm
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LIGHT OF THE SOUTH, 2008 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 360x95x70 cm Hotel Estancia Vik, José Ignacio (Uruguay)
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SEARCH OF KNOWLEDGE, 2008 MÁRMOL ROSADO DE PORTUGAL, h 252x65x41 cm Frost Art Museum, Miami (USA)
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INCONTRO DI LUCE, 2016 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 260x70x44 cm Surfside, Miami (USA)
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SIN TÍTULO, 2016 MÁRMOL ESTATUARIO DE CARRARA, h 401x87x73 cm
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INCONTRO, 2016 ACERO INOXIDABLE, h 870 x diam. 240 cm Bagno a Ripoli (Italia)
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VERSO L’INFINITO, 2015 ACERO INOXIDABLE, h 730 x diam. 210 cm Forte dei Marmi (Italia)
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ENDLESS EVOLUTION, 2015 ACERO INOXIDABLE, h 700 x diam. 210 cm Pérez Art Museum, Miami (USA)
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VERSO LE STELLE, 2016 ACERO INOXIDABLE, h 600 x diam. 210 cm
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SIN LÍMITES, 2016 ACERO INOXIDABLE, h 500 x diam. 210 cm Uiversidad Centro, México, DF
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OLY - -MPIC SPIRIT II, 2012 ACERO INOXIDABLE, h 510 x diam. 220 cm
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LIFE AFTER LIFE, 2015 MADERA DE OLIVO, h 540 x diam. 120 cm
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LA PIEDAD | THE PIETÀ
En el año 1977 llegué a Europa por primera vez, cargado de entusiasmo, curiosidad, ganas de aprender y juventud… Todo era nuevo, todo era grande y todo era impresionante. En esos años realizaba infinitos viajes a muchas ciudades de Europa, visitando museos, plazas, puentes, palacios, iglesias, sitios arqueológicos, donde siempre me emocionaban el arte y la arquitectura. En ese deambular, encontré la obra de un “gigante”, tal vez el más grande de los artistas de todos los tiempos... Entonces empecé a frecuentar, a conocer, a respirar y a admirar su genio. Y el genio de Miguel Ángel se manifiesta en la poesía, en la pintura, en la arquitectura, pero sobre todo en su maravillosa obra escultórica. En su escultura, el tema de la “Piedad” lo acompañará desde la realización (entre los veintitrés y veinticinco años de edad) de la Piedad del Vaticano, siguiendo por la Piedad Bandini y terminando con la Piedad Rondanini, inacabada, en la cual trabajó hasta cuatro días antes de morir. Cuando realicé mi Piedad quise, de alguna manera, hacer un homenaje al gran escultor que fue Miguel Ángel y a la temática que lo acompañó a lo largo de su vida. La Piedad la esculpí en un bloque de mármol estatuario de Carrara de doce toneladas, proveniente de la cava “Il Polvaccio”, entre los años 1982 y 1983. Ella significó y significa mucho para mí desde el punto de vista afectivo y emocional; entre otras cosas, me permitió quedarme en Italia, en Lecco, todo un año para poder realizarla. Ahora, después de treinta años de su “nacimiento”, es una gran emoción poder mostrar la Piedad en la Fundación al público rioplatense, latinoamericano, americano e intercontinental. Es una alegría pensar que esta “criatura” atraviese el océano para conocer sus orígenes, uniendo idealmente dos continentes. Pablo Atchugarry
In 1977 I arrived in Europe for the first time, brimming with enthusiasm, curiosity, eagerness to learn and youth… Everything was new, everything was big and everything was amazing. In those years I made an infinite number of trips to many of Europe’s cities, visiting museums, squares, bridges, palaces, churches and archaeological sites, where I was always excited by the art and the architecture. On my travels I discovered the work of a “giant”, perhaps the greatest artist of all time... I then began to visit, discover, live and breathe and admire his genius. And Michelangelo’s genius is expressed in poetry, in painting and in architecture, but above all in his wonderful sculptures. The theme of lamentation or “Pity” would run through his sculptural work from the time he created the Pietà (aged between 23 and 25 years) to his later work, the Bandini Pietà, and finally, the Rondanini Pietà, an unfinished piece that he worked on until four days before his death. When I made my Pietà I wanted, in some manner, to pay tribute to the great sculptor that Michelangelo was and the theme that ran through his work over the course of his life. I sculpted my Pietà between 1982 and 1983, from a twelve-ton block of Carrara statuario marble from the Polvaccio quarry. She meant and still means a lot to me from an affective and emotional perspective, among other reasons. She allowed me to remain in Italy, in Lecco, for an entire year to create her. Now, thirty years after her “birth”, it’s extremely exciting to display the Pietà in the Foundation, to audiences from Rio de la Plata, from Latin America and from the American and other continents. It’s a joy to think that this “child” of mine is crossing the ocean to discover its roots, ideally acting as a bridge between two continents.
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LA PIEDAD DE PABLO ATCHUGARRY
Treinta y tres años atrás le pedí al artista que me hiciera una estatua de la Dolorosa para mi iglesia de Onno. Me imaginaba a una Virgen erguida al pie de la Cruz. Sin embargo, el joven Pablo ha pensado a lo grande: ha creado una Piedad. Había visto solo una mano suya, de mármol, esculpida con gracia y fuerza en el estilo de Miguel Ángel. En cambio, ha emergido del bloque de estatuario leche-oro de Carrara de 200 x 160 x 150 cm la esencial, expresionista, fuerte imagen de Cristo muerto en el regazo de su joven y aterrorizada Madre María. Son innumerables los ejemplos de Piedad de la tradición medieval, renacentista, barroca y moderna que han precedido a esta obra de Atchugarry, contemporánea a las tragedias de nuestro siglo breve y de sus exasperadas expresiones de arte. Pienso en el “Grito” de Munch. El estilo de la iconografía tradicional de las iglesias católicas es el figurativo y el devocional. Demasiado nuevo era aquel gran mármol sagrado. Sin embargo, sumamente impresionado y fascinado por la novedad y la potencia expresiva de la Piedad de Pablo, yo encontré inmediatamente un sitio donde colocarla y después de pedir y obtener la autorización la expusimos en la iglesia principal de la ciudad de Lecco. Numeroso público sumamente interesado visitó la novedosa escultura expuesta en el Museo Villa Manzoni de la ciudad de Lecco y además participó en la ceremonia de acogimiento de la obra en la Basílica de San Nicolás ante la presencia de las autoridades que habían sabido apreciarla: el Preboste de Lecco Monseñor Ferruccio Dugnani y el anterior, ahora Obispo de Cremona, Monseñor Enrico Assi, y Monseñor Spirito Colombo responsable del arte de la Curia Arzobispal de Milán. Años más tarde la escultura, considerada demasiado laica para el sitio devoto, fue colocada en otro ámbito parroquial y luego confiada al mismo escultor, en su Museo. El arte es fuerza expresiva de la realidad y es más arte cuanto más lo real es humano. El hombre y la realidad no son dos entidades separadas sino una. El hombre es el ojo inteligente sobre la realidad y el corazón que palpita por la realidad. Es la vida de la realidad. La vida crece y se desarrolla junto con todas las cosas. El hombre es quien la disfruta y quien la custodia. Se siente deudor. Busca la verdad de lo real. Encuentra y se merece la bondad y la belleza. La vida es el impulso hacia lo mejor, evolución que no anula sino que incorpora lo antiguo en lo nuevo revelando riquezas infinitas. Los artistas auténticos nos lo indican creando imágenes reveladoras. En esta circunstancia aparecerá en la Fundación la realidad del mármol de Pablo Atchugarry, su Piedad, tema universal de lo humano, que Miguel Ángel ha tratado repetidamente durante su larga vida de genio del arte figurativo pictórico y escultórico del Renacimiento italiano. También Pablo ha vuelto a esculpir la Piedad, la actualmente expuesta en forma permanente en el jardín del cementerio, espacio constitutivo de la iglesia de S. Ana de Onno, en la margen occidental del ramal de Lecco del lago de Como. El destino del hombre es merecer la riqueza de la vida siguiendo una búsqueda laboriosa, con la fe y el amor a la verdad, a la justicia, a la belleza, razones por las que Cristo ha venido al mundo y ha dado su vida. El culto cristiano es fe en el porvenir del hombre, que a pesar de errores y culpas, alegrías y dolores, realizará el Reino de Dios, el reino de los hombres que se comportan con Belleza. Marino Colombo
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PABLO ATCHUGARRY’S PIETÀ
Thirty-three years ago, I asked the artist to make me a statue of a sorrowful Virgin Mary for my church in Onno. I imagined an upright Virgin, at the foot of the cross. The young Pablo thought big, however: he created a Pietà. I had only ever seen a hand by him, made of marble, sculpted with grace and strength in the style of Michelangelo. Meanwhile, from the 6’56 x 5’25 x 4’92 ft block of milk and gold-colored Carrara marble used for the statue, the essential, powerful Expressionist image of a dead Christ cradled in the lap of his young and terrified Mother Mary emerged. There are countless examples of the Pietà in medieval, Renaissance, Baroque and modern tradition that came before this piece by Atchugarry, which is contemporary to the tragedies of our century, as yet brief, and its angry expressions of art. I think of “The Scream” by Munch. The style of the traditional iconography of Catholic churches is figurative and devotional. It was too new, that big sacred marble statue. Nevertheless, deeply impressed and fascinated by the novelty and expressive power of Pablo’s Pietà, I immediately found a place to put it, and after requesting and obtaining permission, we displayed it in the main church in the city of Lecco. A large number of keenly interested members of the public visited the innovative sculpture displayed in the Villa Manzoni Museum in the city of Lecco, in addition to taking part in the welcome ceremony for the statue in the Basilica of St Nicholas, in the presence of the authorities who had been able to recognize its worth: the Provost of Lecco, Monsignor Ferruccio Dugnani, and the previous Provost, Monsignor Enrico Assi, who is now the Bishop of Cremona, as well as Monsignor Spirito Colombo, who oversees the art of the Archiepiscopal Curia in Milan. Years later the sculpture, considered too secular for the holy site, was placed in another parish before being entrusted to the sculptor himself and displayed in his museum. Art is reality’s expressive force, and the more human the real is, the more it is art. Man and reality are not two separate entities, but one and the same. Man is the keen eye on reality and the heart that beats for reality. He is the life of reality. Life grows and develops alongside all things. It is man who enjoys and safeguards it. He feels indebted. He seeks the truth of the real. He finds and deserves goodness and beauty. Life is a drive towards betterment, evolution that doesn’t cancel out but rather incorporates the old in the new, revealing infinite riches. True artists demonstrate this to us, creating revealing images. Against this backdrop, the reality of Pablo Atchugarry’s marble, his Pietà, will come into view at the Foundation. Michelangelo dealt with this universal human theme repeatedly over the course of his long life as a genius of figurative pictorial and sculptural art in the Italian Renaissance. Pablo has also re-sculpted his Pietà, the statue now permanently exhibited in the cemetery garden, an integral site, of the Church of S. Anna in Onno, on the western edge of the strand of Lake Como in Lecco. Man’s destiny is to deserve the richness of life, undertaking a grueling search with faith and a love for truth, for justice and for beauty, reasons for which Christ came to the world and gave his life. Christian worship is faith in the fate of man, who despite mistakes and blame, joy and sorrow, will bring about the Kingdom of God, the kingdom of men who behave with Beauty.
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PABLO ELIGIENDO EL BLOQUE, CARRARA 1980
MARINO COLOMBO Y RIMÀ, CARRARA 1980
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EL BLOQUE DE LA PIEDAD, 1980
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CAPILLA, VISTA FRONTAL, 2016
CAPILLA, VISTA LATERAL, 2016
EL REFUGIO DE “LA PIEDAD”
Proyectar un pabellón para una obra de Pablo Atchugarry en el marco escenográfico de su Fundación supone un desafío que excede lo arquitectónico. Cuando se unen arte, paisaje y arquitectura, se proyecta la sensibilidad del espectador a terrenos desconocidos, se establecen asociaciones inesperadas, interrelaciones sorpresivas, eventos fortuitos e imprevisibles. Bajo esta premisa, este proyecto supone una oportunidad única de experimentar cómo un espacio arquitectónico, interactuando con una obra de arte tan simbólica como “La Piedad”, pueda adquirir un carácter, digamos revelador. La vida de la creación es un camino zigzagueante, lleno de sorpresas y relaciones insospechadas. Pablo lo sabe, es uno de los artistas más relevantes del arte latinoamericano, lleva una carera meteórica y su obra no para de conocerse en el mundo entero, conquistando los espacios más emblemáticos del arte. La verticalidad y luminosidad le confieren a su trabajo un espíritu de elevación y trascendencia que podríamos catalogar de religioso. Y quizás esa cualidad se pueda vincular con “La Piedad”, su primera obra de gran tamaño, encargada por un sacerdote de Lecco, cerca de Milán, para una pequeña capilla de la ciudad. Sin saberlo, esta obra sería determinante en su vida y su carrera, Lecco pasaría a ser su lugar de residencia y el mármol blanco de carrara, su destino. Esculpida entre 1982 y 1983, Pablo tampoco imaginaba que esta escultura, envuelta de dramatismo y polémica, acabaría emplazándose en Uruguay. La arquitectura es espacio voluntario, a diferencia de la naturaleza, donde el orden y la forma no responden a la voluntad del hombre. Pensar un proyecto que establezca un diálogo con la obra de un artista, requiere abandonar todo voluntarismo. Entender su forma de trabajo implica imbuirse de la vitalidad de su actividad creativa. Atchugarry trabaja directamente sobre la materia, no hace bocetos, la materia es la protagonista desde un inicio. Trabajar en mármol es una permanente negociación con la materia, ya que él presenta sus leyes, sus lógicas, que hacen que el artista deba redireccionar su labor constantemente. En la evolución del trabajo, su tarea es la de develar, quitar lo que sobra, dejar solo aquello que está ahí dentro, pero que solo el artista puede ver y, de repente, se hace visible para todos. El espacio proyectado debía tener énfasis en la materia, una forma pura donde nada sobre y una implantación que dialogara con la naturaleza que la rodea. El camino sinusoidal de acceso es un espacio de transición que prepara el ánimo para una experiencia de recogimiento. A través del acceso comprimido por la puerta de acero corten triangular intervenida por Pablo y la cumbrera ascendente, el ingreso intenta provocar en el visitante la experiencia de un espacio en expansión. La estética es mínima. Todo es mínimo, el material, los gestos, la geometría. Una atmósfera austera, donde nada compita con el protagonismo de la obra, bañada por la luz cenital. Para muchas religiones el último refugio es el interior del ser humano. Este refugio laico, árido como una cueva, de espacialidad primitiva, en una semipenumbra, busca generar una atmósfera intimista entre el espectador y la obra. Así como en las cavernas las paredes pintadas constituían una membrana de comunicación con otro mundo, la luz rasante que accede por la pared triangular del fondo busca generar un marco a la obra, una metáfora de ventana a otro mundo, un halo de luz que pone límite a otra realidad. Un aura, a modo de aureola bizantina, que se proyecta en las paredes inclinadas de hormigón y cuya luz cambia de color e intensidad durante el día. Desde el exterior, su protagonismo en el paisaje cambia según la perspectiva. Su emplazamiento al borde del lago busca sugerir un objeto que ha asomado o bien que ha encallado. Pablo concibe el arte como una evolución espiritual interior. La Fundación que ha creado durante estos 10 años nos ha enseñado que el arte no es un pasatiempo cultural, sino la elaboración de una visión del mundo basada en la generosidad que nos ubica en un lugar esperanzador de la civilización. Leonardo Noguez
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CAPILLA, SECCIÓN TRANSVERSAL, 2016
CAPILLA, SECCIÓN LONGITUDINAL, 2016
THE REFUGE THE “PIETÀ”
Designing a pavilion to house a work by Pablo Atchugarry, set against the backdrop of his Foundation, is a challenge that goes beyond the architectural. When art, landscape and architecture come together, the observer’s awareness is projected to uncharted territory. Unexpected associations and surprising interconnections are made, and chance and unforeseen events arise. In view of this, this project is a unique opportunity to experience how an architectural space, interacting with a work of art as symbolic as the “Pietà” can come to have a, let us say, revealing nature. The path of creation zig-zags, it’s full of surprises and unexpected relationships. Pablo knows this; he’s one of Latin America’s most important artists. His career has been meteoric and his work is constantly being discovered all over the world, conquering the most iconic artistic spaces. Verticality and luminosity infuse his work with a spirit of elevation and transcendence that we could categorize as religious. And perhaps this trait could be linked to this work, the “Pietà” , his first large-scale work, commissioned by a priest from Lecco, near Milan, for a small chapel in the city. Although he was unaware of the fact, this work would be a decisive factor in his life and career. Lecco would become his home and white Carrara marble, his destiny. Neither did Pablo imagine that the work, sculpted between 1982 and 1983 and surrounded by drama and controversy, would end up finding a new home in Uruguay. Architecture is voluntary space, in contrast to nature, where order and shape do not bend to man’s will. In order to plan a project that will strike up a dialog, as it were, with an artist’s work, one must cast off any sort of voluntarism. To understand the artist’s modus operandi, one must draw on the vitality of his creative activity. Atchugarry works directly on his material; he doesn’t do sketches. The material takes center stage, right from the beginning. Working with marble is a permanent give and take. The material lays down its laws, its rationale, requiring the artist to continually redirect his efforts. In the work’s evolution, his task is to unveil it, to remove the superfluous and leave only what’s inside, that which only the artist can see, and to suddenly make it visible to all. The space designed must emphasize the material and have a pure shape with no superfluous details, as well as a placement that interacts with the nature that surrounds it. The winding, sine wave-like entry path is a place of transition that prepares the spirit for an experience of retreat. Walking through the entrance, compressed by the triangular steel door which Pablo was responsible for and the ascending ridge, the entrance aims to trigger in the visitor the sensation of being in an expanding space. The aesthetics are minimal. Everything is minimal: material, gestures, geometry. It’s an austere atmosphere, where nothing takes the spotlight away from the work, which is bathed in zenith lighting. For many religions, the last refuge is the interior of the human being. This secular refuge, arid as a cave, with a primitive spatiality and in semidarkness, seeks to create an intimate atmosphere between the observer and the work. Like in caves, where the painted walls constituted a membrane of communication with another world, the oblique light that filters through the triangular wall at the back seeks to create a frame for the work, a metaphor for a window to another world, a halo of light that delimits another reality. An aura, in the style of a Byzantine aureole, which is projected onto the sloping cement walls and whose light changes in color and intensity throughout the day. From the outside, its prominence in the landscape changes depending on the perspective. Its setting on the shore of the lake is intended to suggest an object that is leaning out or has run aground. Pablo conceives of art as an internal spiritual evolution. Over these 10 years the Foundation he created has taught us that art is not a cultural pastime but rather the realization of a vision of the world based on generosity. We are thus in one of civilization’s inspiring places.
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REALIZACIÓN DE LA FACHADA EN ACERO INOXIDABLE Y COR-TEN, ITALIA 2017
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MODELO EN HIERRO DE LA PUERTA, 2016
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PUERTA EN FASE DE COLOCACIÓN, 2017
AMOR Y ELECCIÓN
“La belleza salvará el mundo”
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Fëdor Dostoevskij
Esta frase de Dostoevskij, nos hace entender la importancia del arte. El arte como una genial intuición del ser humano y es el artista quien que recorre ese camino entregándole la vida entera. En nuestra colección los protagonistas son los artistas y sus obras, obras que son el momento fugaz entre el artista y la eternidad. Pablo Atchugarry
LIBRO COLECCIÓN FUNDACIÓN PABLO ATCHUGARRY, EDICIÓN 2015
UNA VENTANA AL MUNDO, UN REFLEJO DEL ALMA
Podría ser la colección de uno de los artistas plásticos más importantes del mercado una oportunidad única de autopromoción, un catálogo narcisista de objetos propios y de otros que, sin serlo, los replicaran hasta el infinito. No es este el caso de Pablo Atchugarry. Y no lo es, en primer lugar, porque Atchugarry es un escultor, y los escultores tienen que unir a la delicadeza del pincel el arduo dominio del cincel. Así, entre cinceles, amoladoras, martillos, motosierras, elevados andamios e imponentes bloques de mármol de Carrara, se pasa la vida Pablo. Ocurre que Atchugarry es tanto un artista como un obrero y un artesano, y esa concepción de su propia labor es fundamental para entender, junto a otras facetas de una personalidad transparente como un manantial, por qué su colección es al mismo tiempo una ventana al mundo y un reflejo de su propia alma. Podríamos recorrer ese universo singular a través de lupas de distintos tamaños y graduaciones, y no sería justo establecer cuál de ellas es mejor. De lo que estamos definitivamente seguros es de que un viaje a la Colección Atchugarry debe comenzar por un óleo sobre cartón de 78 x 57 centímetros. “Siempre me sentí comprometido por la fe que mis viejos tenían en mí. Y cuando vi que mi padre, que tenía grandísimas condiciones como artista, no pudo dedicarse enteramente a pesar de su vocación y de su capacidad, sentí un gran impacto y me di cuenta de que tenía que usar mi fuerza interior para dedicarme al arte por completo. Por lo tanto, debía ir templando mi carácter como si fuera una hoja de acero”, declaró el escultor al prestigioso diario argentino Perfil a comienzos de 2016. Su padre se llamaba Pedro, y el cuadro aludido, pintado en el año 1963, se titula “Retrato de Pablo con gallo”. No estamos, como en otros trabajos del autor, frente a un admirable despliegue de abstracción matérica emparentado con las mejores épocas de Juan Ventayol y de Jorge Páez, sino frente a un retrato figurativo admirablemente compuesto que, con la poesía de Pablo Picasso pero con una sensibilidad propia, captura a un jovencito dulce y serio que, pese a mirar hacia un punto lejano del horizonte, no deja de prestar atención a la criatura que abraza, cuida y acaricia con intransferible celo: es, como reza el título de la obra, un gallo, y mirándolo uno entiende por qué la relación del señor Pablo Atchugarry con la naturaleza no requiere intermediarios. Tras este inicio obligado, son muchas las puertas para que cada uno elija su propia aventura en esta colección ecléctica, muchas veces producto del sueño y, por qué no, del más llano impulso. Ningún coleccionista que se precie está exento de esas fuerzas, y la pasión que Pablo pone en esta saludable acumulación se nota en cada pieza. Y cuando digo “cada pieza” quiero decir exactamente eso. “Eso”, para mí, es particularmente revelador en “Plastique 17”, una obra donde Carmelo Arden Quin ofrece una clase de elegancia y espacialidad, en “Composición”, un óleo de Miguel Ángel Pareja cuyo manejo del color resulta moderno en 2017, 60 años después de su realización, en “Objeto plástico número 190”, una demostración de síntesis y carácter de Tomasello, y en muchos de los cuadros de José Pedro Costigliolo, cuyo trabajo se ha convertido para Pablo en una auténtica obsesión. César Paternosto, Washington Barcala, Jesús Rafael Soto, Vik Muniz, Edoardo Landi, Riccardo De Marchi, Piero Dorazio, Raffaele Rossi, Enio Iommi, Louise Nevelson, Carlos Cruz-Díez, Paolo Scheggi, Enrico Castellani y Getulio Alviani son otros de los artistas que a mi juicio privilegian una colección para cuyo disfrute no se necesita más que un poco de tiempo y una buena dosis de desprejuicio y sentido lúdico. En la misma entrevista de Perfil, Atchugarry declara: “A pesar de que fue un proceso angustiante y de que un artista se exige muchísimo, cuando el ser humano encuentra su camino, está dispuesto a dar todo”. Ese camino, esa búsqueda de la felicidad a la que sabiamente se refirió Thomas Jefferson, tiene múltiples senderos, y lo más hermoso es que para llegar a su esencia usted puede elegir el que más le guste. Pablo Cohen
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LOVE AND CHOICE
“Beauty will save the world”. Fëdor Dostoevskij
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This phrase, written by Dostoevsky, help us understand the importance of art. Art as the brilliant intuition of human beings and the artist as the one who travels that path, devoting his or her entire life to it. In our Collection, the artists and their works take the centre stage; works that are a fleeting moment between the artist and eternity.
ENRICO CASTELLANI, FRAGMENTO DE POLÍTICO, 1976 ACRILICO Y RESINA SOBRE TELA, 60x60 cm
A WINDOW TO THE WORLD, A REFLECTION OF THE SOUL
The collection of one of the most important plastic artists in the market could be a unique opportunity for self-promotion, a narcissistic catalog of items by the artist himself and by others which, though not his own, endlessly replicate them. Not so with Pablo Atchugarry. And this is not so, first and foremost, because Atchugarry is a sculptor, and sculptors must combine finesse with the brush with painstaking mastery of the chisel. Thus, it is amongst chisels, grinding machines, hammers, chainsaws, tall scaffolding and imposing blocks of Carrara marble that Pablo spends his life. The fact is, Atchugarry is an artist as well as a laborer and craftsman, and this view of his own work is essential to understand, in addition to other facets of a personality that’s as transparent as a mountain spring, why his collection is at once a window to the world and a reflection of his own soul. We could comb this unique universe with magnifying glasses of varying sizes and degrees of magnification, and it wouldn’t be right to say which of them is better. What we are completely sure of is that any exploration of the Atchugarry Collection must begin with a 78 x 57 cm oil on cardboard painting. “I’ve always felt very dedicated because of the faith my parents had in me. And when I saw that my father, who was incredibly talented as an artist, couldn’t entirely devote himself despite his vocation and his skill, that hit me really hard and I realized I had to use my inner strength to devote myself fully to art. I thus had to gradually temper my character, as if it were a sheet of steel”, said the sculptor in the prestigious Argentinean newspaper Perfil in early 2016. His father’s name was Pedro, and the aforementioned painting, created in 1963, is entitled Retrato de Pablo con gallo [Portrait of Pablo with a Rooster]. Unlike other works by the artist, it isn’t an admirable display of material abstraction akin to those of the best eras of Juan Ventayol and Jorge Páez, but rather an admirably composed figurative portrait which, with the poetry of Pablo Picasso but a sensitivity all its own, captures a sweet, serious young boy who is looking off to a point on the distant horizon but whose attention never strays from the creature he’s hugging, caring for and petting with an inborn zeal. It is, as the work’s title indicates, a rooster, and observing it one comprehends why Pablo Atchugarry’s relationship with nature requires no intermediaries. After this first essential stop there are multiple doors, allowing each individual to choose their own adventure in regard to this eclectic collection, which is often a product of dreams and – why not? – of pure impulse. No collector worth their salt is exempt from these forces, and the passion that Pablo puts into this healthy collection is evident with each piece. And when I say “each piece”, that is precisely what I mean. It is particularly evident to me in Plastique17, a work in which Carmelo Arden Quin offers a lesson in elegance and spatiality, in Composición [Composition], an oil painting by Miguel Ángel Pareja, whose use of color is modern in 2017, 60 years after it was created, in Objeto plástico número 190 [Plastic Object Number 190], a demonstration of synthesis and personality by Tomasello, and in many of the paintings by José Pedro Costigliolo, whose work has become a veritable obsession for Pablo. César Paternosto, Washington Barcala, Jesús Rafael Soto, Vik Muniz, Edoardo Landi, Riccardo De Marchi, Piero Dorazio, Raffaelle Rossi, Enio Iommi, Louise Nevelson, Carlos Cruz-Díez, Paolo Scheggi, Enrico Castellani and Getulio Alviani are some of the other artists who, in my view, make this an enviable collection that one needs no more than a bit of time, an open mind and a sense of fun to enjoy. In the same interview in Perfil, Atchugarry states: “Even though it was an agonizing process of the sort that demands a great deal from an artist, when a human being finds their path they’re willing to give it everything they’ve got”. That path, that pursuit of happiness to which Thomas Jefferson wisely alluded, has many different trails, and the most beautiful thing is that to reach the heart of it you can choose the one you like the best.
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MUSEO PABLO ATCHUGARRY. LECCO (ITALIA), 2017
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MUSEO PABLO ATCHUGARRY. LECCO (ITALIA), 2017
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CON CARLOS CRUZ-DÍEZ, GABRIEL CRUZ Y PIERO ATCHUGARRY. LONDRES (RU), 2013
CON CARLOS CRUZ-DÍEZ, MIAMI (USA), 2012
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CARLOS CRUZ-DÍEZ, PHYSICHROMIE 1017, 1975 TÉCNICA MIXTA, 100x100 cm
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JESÚS RAFAEL SOTO, RELATION NOIRE, BLEUE ET ARGENTÉE, 1965 MADERA Y METAL, 106x106 cm
SANDÚ DARIÉ LAVER, SIN TÍTULO, 1955 TÉCNICA MIXTA SOBRE MADERA, 65,5x81,5 cm
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FRANK STELLA, REDJAND, 1982 ACERO INOXIDABLE Y FIBRA DE VIDRIO, 211x203 cm
CONRAD MARCA-RELLI, SIN TÍTULO, 1967-99 ALUMINIO PINTADO, 195x150x13 cm
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CON URSULA Y ROBERTO CASAMONTI. NEW YORK (USA), 2017
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CON MICHAEL DOUGLAS. NEW YORK (USA), 2011
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PIERO DORAZIO, OUT-OUT, 1972 COLLAGE Y ACRÍLICO SOBRE TELA, 290x460 cm
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CON GYULA KOÅ ICE. BUENOS AIRES (ARGENTINA), 2006
CON ENIO IOMMI, MIGUEL BATTEGAZZORE Y DANIEL PAPALEO. BUENO AIRES (ARGENTINA), 2006
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PROYECTANDO EL PABELLÓN DE ARTE LATINOAMERICANO, 2016
CON FLOR Y ROBERT VAN ZUIDAM, 2016
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PABLO ATCHUGARRY, METAMORFOSIS FEMENINA, 1974 CEMENTO Y ACERO
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PABLO ATCHUGARRY, VENUS PREHISTORICA, 1974 CEMENTO
PABLO ATCHUGARRY, MATERNIDAD, 1974 CEMENTO Y ACERO
PABLO ATCHUGARRY, CABEZA, 1974 CEMENTO
PABLO ATCHUGARRY, METAMORFOSIS PREHISTORICA, 1974 CEMENTO
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PABLO ATCHUGARRY, CRUCIFIJO, 1974 CEMENTO Y ACERO
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PABLO ATCHUGARRY, MADONNA Y CRISTO, 1976 CEMENTO Y ACERO
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FUNDACIÓN PABLO ATCHUGARRY. MANANTIALES (URUGUAY), 2007
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