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EL NUEVO ORDEN MUNDIAL: CHINA HACIA EL DOMINIO GLOBAL

Carolina alonso romei

La agenda del mandatario chino, Xi Jinping, ha estado sumamente ocupada en los últimos meses. Desde finales del mes de marzo, Xi Jinping ha recibido a jefes de Estado y de gobierno de España, Singapur, Malasia, Francia, de la Unión Europea y más recientemente, Brasil. Esto significa un ritmo -muy inusual-, de actividad diplomática, la cual se produce justo cuando las naciones voltean a ver a Beijing, mientras la economía mundial se tambalea a raíz de la pandemia y la guerra de Rusia en Ucrania.

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Los diversos líderes que han mantenido un encuentro con Xi Jinping, además de buscar algunos acuerdos bilaterales que beneficien a ambos, también han llegado a Beijing con la esperanza de avanzar hacia el fin de la invasión rusa a Ucrania. Pero la realidad es que, para el presidente de China, esta ronda de líderes visitantes, que hacen el viaje a territorio chino, -incluso aunque Xi Jinping se haya negado a condenar la invasión rusa-, esto representa una gran oportunidad para afirmar su visión de un nuevo orden global, que no sea dictado por las políticas estadounidenses, y poder así, rechazar lo percibido como amenazas.

Mientras líderes mundiales regresan a Beijing a pesar de la preocupación internacional sobre la creciente relación entre China y Rusia, y de la intimidación de Taiwán por parte del gobierno de Xi Jinping, éste ha aprovechado la oportunidad para construir un pensamiento con críticas hacia Estados Unidos con palabras clave, las cuales manifiestan la propia idea de

Xi sobre cómo remodelar el poder global. El mandatario chino ha enfatizado la importancia que los países asiáticos de manera conjunta deberían “oponerse firmemente a la intimidación, el desacoplamiento o la ruptura de las cadenas industriales y de suministro”. Asimismo, ha fortalecido el discurso para “resistir audazmente la mentalidad de la Guerra Fría y confrontación de bloques.

Después de la reunión con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a finales de marzo, éste advirtió que “el buen desarrollo de las relaciones entre China y la Unión Europea requiere que la comunidad defienda la independencia estratégica. A su vez, el mandatario francés, Emmanuel Macron, declaró a su regreso de la visita, que “Europa debe marcar distancia con la política de Estados Unidos frente a China”.

Las repercusiones que han tenido este tipo de declaraciones, no sólo se han limitado al continente europeo, sino que han llegado alrededor de todo el mundo, ya que se ha puesto en tela de juicio el papel hegemónico que habría desempeñado Estados Unidos durante los últimos años. Pareciera que el gobierno de Joe Biden va en decadencia y que la comunidad europea quisiera “desligarse” de la influencia de Washington lo antes posible, sembrando la idea de promover una autonomía estratégica, lejos del legado estadounidense.

Otro golpe al poderío de Estados Unidos lo dio la reunión entre Xi Jinping y el presidente brasilero, Lula da Silva. La visita tuvo como eje principal el fortalecimiento de los BRICS, porque es precisamente en esta organización en donde se concentran las fuerzas que luchan por un mundo multipolar. Brasil firmó 15 acuerdos con China, los cuales diversificarán las relaciones económicas entre ambas naciones, lo que representará un gran flujo de inversiones chinas en Brasil. Esto podría significar que 2023 podría ser al año que ponga fin al mundo unipolar, con Estados Unidos como única superpotencia mundial. Nunca el gobierno estadounidense estuvo tan aislado en América Latina, que siempre había sido su región de hegemonía privilegiada.

En los últimos años China ha destinado grandes esfuerzos para hacer menos eficaz cualquier intervención estadounidense mediante un enfoque que denomina “disuasión estratégica”, y que se basa, entre otras cosas, en el uso de señales nucleares para disuadir a un adversario potencial a la hora de entrar en contienda. El mandato de Xi Jinping ha supuesto un veloz crecimiento de su capacidad militar, tan solo en los últimos tres años.

Hoy en día, los esfuerzos de retractación de China se han intensificado, incluso mientras la Administración de Biden recalcula sus propios planes para hacer lo propio ante una posible agresión china. Sus medidas implican amenazar con sanciones militares y económicas en concierto con una coalición de aliados para convencer a China de los altísimos costos que le supondría cualquier tipo de agresión militar. Pero la China de Xi Jinping está animada por su percepción ante un posible declive estadounidense. Está decidida por su rápida expansión de arsenal nuclear y está inspirada en el aparente éxito del presidente ruso, Vladimir Putin, en el uso de amenazas nucleares para limitar el apoyo estadounidense a Ucrania.

Si China se convence cada vez más de su superioridad militar y subestima el compromiso de Estados Unidos con Taiwán, ambos países podrían acabar envueltos en un conflicto entre grandes potencias armadas con enorme capacidad nuclear. Derivado de todo esto, pareciera ser que la carrera por la hegemonía es cada vez más objetiva y clara para el Gobierno de Pekín. Conforme pasan los días y de acuerdo a la poca actividad y respuesta por parte de Estados Unidos ante los diversos sucesos, pareciera que está volviendo más vulnerable política, económica y socialmente que, en el apogeo de su poder unipolar tras la Guerra Fría, en la década de los 90. Aunado a esto, la precipitada retirada de Estados Unidos de Afganistán en el verano de 2021 dio fuerza a las teorías chinas sobre el declive militar estadounidense.

China, impulsada por un músculo económico que ya la ha convertido en el principal socio comercial de más de la mitad de las naciones del mundo, está imponiendo su poder diplomático y exhibiendo sus capacidades no solo militares, sino políticas y negociadoras. El país asiático se ha vuelto mucho más asertivo en la escena mundial. El hecho de que se haya convertido en un socio comercial imprescindible para tantos países, y que esté dispuesto a utilizar ese poder para lograr sus objetivos estratégicos, lo convierte en un actor vital realmente feroz.

Con el líder chino Xi Jinping iniciando un tercer mandato en el poder, y con una China cada vez más beligerante, “la fuerza del Dragón”, podría convertirse en una realidad cuando menos lo esperemos, estableciendo así, un nuevo orden mundial, en donde todos los países tendrán que adherirse a las nuevas reglas que dictamine el súper poderoso Xi Jinping.

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