Mis chicas

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Mis chicas, mi niña…y tal vez una historia desarraigada ….Dos se veían, dos me acompañaban! Mi buena amiga asturiana confesaba admirarme. Según ella, pocas personas eran capaces de convivir con algunas de aquellas “amigas” durante toda una vida. Sí, con algunas de mis infatigables compañeras de viaje.

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En mi caso y ante la gravedad de su sentencia, sólo me restaba confesarle que la belleza y consejo de aquellas eran tan amplios y tiernos que sería capaz de volverme loco si algún día no llegase a sentirlas a todas y cada una de ellas. Incluso a quien ahora me hablaba.


Delante de aquella foto, y junto a ella…quizá admitirle, que a veces dibujar en su marco de existencia la silueta de una figura femenina me reportaba una sensación de plenitud pocas veces experimentada…en una faceta…y dentro de un papel no conocido, en el que mi parte más niña y tierna afloraba en busca de la sensibilidad y la felicidad plenas. Tal vez por ello mismo y preso de un miedo irracional, le decía, tomaba raudo el camino de una huída loca hacia mis propios adentros olvidando aquella sensación de calma y humanidad que me bañaba de esperanza y vida…completa. Siendo muy joven aún, recuerdo que había quedado hipnotizado con la portada de un libro en el que también y dentro de una “playa enmarcada” paseaba con vestido largo una mujer de cabellos claros. La mar, tan amplia y azul y…aquella mujer con cabeza gacha y pelo al viento, acompañada tan sólo por sus pensamientos, me ligaban en aquel instante a ella de por vida. A mis chicas y a aquella niña deseada.



Ahora sé que busqué a esa mujer,…, a esa niña, inconscientemente todos estos años…pero jamás he llegado a encontrarla y yo mismo me convertí en este devenir en un paseante con cabeza gacha y pelo al viento…El mismo que con el paso del tiempo fui perdiendo en el camino, en ese irracional intento de búsqueda de la “felicidad completa”…En un enmaridamiento final y absurdo con las que ahora le mostraba a ella, de carnes y huesos enteros: ¡Mis chicas, mis amantes ciegas!. Las mismas de quien hablaba a veces totalmente orgulloso, como si en aquel orgullo navegase una victoria humana que hablaba tan sólo de desarraigo, soledad…e inmenso e intenso desamor. Mientras estaba en estos pensamientos encendía de nuevo el ordenador…El estudio se llenó de música. Una voz negra y cáida, hablando de mañanas y manos enlazadas comenzó a aportar un poquito de calor a aquel sábado huidizo y solitario. …En mi cabeza bullían pensamientos de cómo habría podido haber sido mi existencia si la hubiese encontrado. Si hubiese logrado realizar aquel paseo a dos…


Deseaba llamar a mi amiga para hablarle, quería compartir aquella duda, aquel paseo jamás realizado. Quería preguntarle, pero no estaba… Mario entonces encendió un cigarrillo. ¡Pensaba en una mujer de pelo claro y tez blanca!

En plena Libertad, envuelto en una dulce y tierna Soledad de un estudio apenas iluminado, Mario contemplaba a través de su ventana a la solemne Luna mecerse sobre la superficie de una Mar calma con ojos, ahora, de verdadero ensueño. -xcarg-


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