Por Leo Florez y AndrĂŠs Pujol
Entrevista > G. Sala
A mi vieja no le muestro mis trabajos. Sé que ella los ve porque compra las revistas; pero yo nunca se los muestro por vergüenza
Artista Quilombero, si los hay. Gustavo Sala, historietista marplatense que se engrampa en el Quilombo con una tinta risueña, ácida, leprosa. Dice que sus trabajos son productos de un humor que le formó la vida. Desde hace un tiempo residente de la gran ciudad, el dibujante improvisa personajes en las noches de la radio cuando comienza su segmento en Diario del futuro, que va de lunes a jueves a la medianoche por Nacional Rock. Sala dibuja para locos maldi-
tos, aquellos amantes de andar los límites de lo perverso-cariñoso. Sus chistes caminan por una cornisa que él reconoce bastante angosta. Humor del bueno, no apto para las jaulas del sentido literal. Bien lo sabe: hace unos meses pasó por un momento desagradable, lo denunciaron por antisemita y tuvo que salir a aclarar, a pedir perdón y también a agradecer; porque muchos colegas lo apoyaron cuando la cosa se puso complicada. Sus dibujos son delirantes 2
como sus comentarios en la radio. “A mi vieja no le muestro mis trabajos. Sé que ella los ve porque compra las revistas; pero yo nunca se los muestro por vergüenza”, dijo. Desde hace un año está en Radio Nacional Rock, pero trabaja en el rubro desde el 2001. Estuvo en la Rock and Pop de Mar del Plata y tuvo un paso previo por La Tribu. Dice que antes era oyente y que haberse incorporado a Diario del futuro fue una gran satisfacción.
¿Cómo creás los personajes, los preparás o venís a ver qué sale?
cuenta la dimensión del flaco, de hecho soy fan total de toda su obra.
Es mucha improvisación. Por ejemplo, no sé lo que voy a hacer en 15 minutos (ése era el tiempo que faltaba para su segmento). Para mí, es más difícil la historieta porque tenés una cantidad de tiempo: horas, días; incluso una semana o un mes en que das vueltas. Acá, que salimos en vivo, estas pelando en ese momento; y me gusta el nervio de estar en bolas y no tener las cosas escritas; o partir de una idea e ir desarrollándola.
¿Por qué hablás de la inteligencia por etapas?
El aire es vértigo. Sí, justamente para relajar lo duro de la situación del dibujo, que es pasar horas sentado en mi casa, solo. En cambio, en la radio tengo que estar prendido fuego. Diario del futuro es un programa de política y actualidad, y mí segmento viene un poco a romper eso; patea para otro lado y le pone un poco de psicodelia a la noticia dura. A tono con el rock, ¿cómo llegó la música a tu vida? Y llegó por propia iniciativa y, quizás, tardíamente. Yo no tuve una familia, hermanos, o alguien que me lo haya inculcado. En los ochenta escuché a Miguel Mateos, Soda Estéreo y Virus, escuchaba mucha radio “popera”. Spinetta me parecía raro y Charly García me gustaba, pero no me conmovía del todo. Después, crecí y fui un poquito más inteligente: me di
Porque el dibujante suele ser muy boludo y se auto-boicotea; es como el estereotipo del antihéroe, o el tipo que se hace el perdedor. El que se termina convirtiendo en dibujante de historietas sobre humor, en muchos casos, de adolescente o pendejo no conecta ni con el deporte, ni con ir a bailar, ni con la cosa social; es mas introvertido y se conecta con la soledad del dibujo. Por lo menos, yo que siempre escribí y dibujé, no tuve mucha cosa grupal, me conectaba más leyendo una historieta de Patoruzito que mirando un partido de futbol. ¿Y el humor y el rock cómo se conectan? Me parece interesante el rock y el humor, aunque muchas veces chocan. El rock argentino, el público de rock y muchos rockeros o íconos, parecerían ser intocables y no admitir ningún tipo de mirada contraria. Sin ir más lejos, el otro día me putearon por Facebook un par de mujeres fanáticas de Charly, luego de hacer un chiste. Me dijeron que yo no podía hacer un chiste porque Charly era un ícono. Si hago un chiste voy a tratar de reírme, incluso de tipos que me encantan como Spinetta o como tantos otros artistas. Hacer un chiste como si fuera 3
una campaña política publicitaria no es para mí. ¿No te parece que también hay una idiosincrasia de “estás de un lado o del otro”? Se empieza a mezclar todo, ya no estamos hablando sólo de la música, es una cosa política, de pertenencia, de fanatismo… y ya cuando aparecen cosas como: “Me parece que no es más gracioso”, para mí se transforma en una tentación. Cuantos más tipos indignados haya, más me dan ganas de hacer el chiste. Los humoristas necesitamos a los indignados. ¿Qué es el arte para vos? Es una pregunta que suena demasiado grande. Supongo que es hacer lo que tengas ganas, y que quede lindo. Yo sospecho que lo que hago es lo que me hace sentir un poco realizado. En mi caso, el dibujar es sacarme cosas de mierda. ¿Cómo se dio el proceso en tu casa cuando empezaron a ver tus trabajos? Mis viejos siempre me bancaron. Mi vieja hoy me banca absolutamente. Durante muchos años yo insistí con todo esto, pero hace relativamente poco pude empezar a bancarme solamente con mis trabajos en los medios. ¿Y de los chistes dice algo? Hay cosas en las que mi vieja es más conservadora, en
Entrevista > G. Sala
un punto no tiene por qué bancarse todo. Sabe que no soy ni pedófilo, ni antisemita, ni nada… pero quizás lo sospeche. A mi vieja mucho no le muestro, la verdad que me da un poco de vergüenza. ¿Te avergüenza lo sexual, el morbo? El origen del dibujo es la vergüenza social; justamente es no compartir, no mirarte a los ojos con otra gente, no estar en un club en una ducha después de un partido. ¿Padeciste la adolescencia por el hecho de no tener tanta vida social? No tanto, pero sí me sentía un poco fuera de los intereses comunes. De hecho iba a bailar porque al principio me parecía que era lo que había que hacer, no sé me ocurría que había otra posibilidad. Iba y me comía la cola, que me forrearan los de seguridad y todas esas cosas. Y yo pensaba: “Debe ser parte de la adolescencia… qué le vamos a hacer”. ¿Y en qué momento empezaste a encontrar tu lugar? En el ’91 cuando entré en artes visuales encontré un lugar. En esa época me compraba la “Fierro”, que dejó de salir en su versión original en el ‘92, y había revistas mucho más under. Yo ingresaba a ese mundo nuevo medio “hippón” artista: pinceles, dibujos, cosas de escuela de arte. Un día veo a un flaco con una revista que
a mí me gustaba y dije: “Uh, ya está, hay otra persona en Mar del Plata que lee lo mismo que yo”. Ahí empecé a conocer gente de mi palo. ¿Y si hubieses sido un adolescente de Capital Federal? Supongo que habría sido radicalmente diferente por una cuestión de información. Me acuerdo que la Fierro a finales de los ‘80 traía todo sobre el under: Cemento, El club del clan, Iggy Pop, Sumo. Visto desde allá, el under porteño era como una fantasía. En el ’93 vine por primera vez a Capital y fui a una comiquería en Talcahuano, casi llegando a Tribunales. Era una librería sólo de historieta, algo de otro planeta. Hoy, que vivo acá, te digo que el quilombo y el nervio que es Buenos Aires te puede pegar bien o te puede pegar para el orto. ¿Te radicaste en Buenos Aires hace poco? Últimamente venía muy seguido, porque como laburaba en Rock and Pop Mar del Plata tenía pasajes gratis. Empecé a tener muchos amigos y eso me hizo todo más simple. En un momento me encontré con que tenía más cosas acá que en Mar del Plata y resolví mudarme. ¿Y la cuestión mujeres en MDP? Supongo que lamentable (risas). De hecho tengo un recuerdo que podría ser digno 4
Cuando aparecen cosas como: “Me parece que no es más gracioso”, para mí se transforma en una tentación.
de una película tipo “Virgen a los 40”. En Bariloche, año ’90, tenía una especie de amistad publicitaria: fingir la amistad y el abrazo para la foto típica del viaje de egresados. Yo no tenía amistad con nadie y escuchaba en las habitaciones que todos garchaban y pensaba: “¿Cómo se hace? Era algo como desconocido, un lenguaje que no entendía. Me acuerdo de estar con una mina y después, al tiempo, darme cuenta que tenía a la chabona con serias ganas de coger. Y yo, como un pelotudo, preguntándome: ¿La teta tiene pezón? (risas). Pero después a los 40 años, supongo que entendí. De hecho tuve sexo hace media hora por primera vez, fue con el operador de la radio.
¿Consumías mucha pornografía? No, no nunca tuve cultura porno. No lo digo para hacerme el canchero, pero no soy un experto en el tema. Tampoco consumí prostitutas, y no lo digo para jactarme de eso porque sería una pelotudez, pero nunca sentí la inquietud ni la curiosidad. Creo que ni se me pararía, realmente. Supongo, pero en realidad no lo sé porque nunca lo experimenté. ¿Qué te llevó a encontrar tu estilo? El descubrimiento de algunas revistas y de autores como Robert Crumb (icono de la historieta zarpada), me ayuda-
Autores como Robert Crumb (icono de la historieta zarpada), me ayudaron un poco a cagarme en todo.
ron un poco a cagarme en todo. Más allá de eso, también influyó que empecé a laburar en medios donde me dejan irme al carajo, como en la revista Barcelona, que es un lugar que te dejan delirar y experimentar mucho. Igualmente, creo que a mi estilo lo sigo buscando. ¿Y los que no entienden tu humor? Pasa todo el tiempo y es uno de los temas sensibles. Vos riéndote del poderoso, del pedófilo o del nazi, hacés un personaje que es justamente eso; pones el dedo justo ahí, en lo doloroso. Por ahí un tipo que tiene menos tolerancia a la lactosa se puede escandalizar y puede pensar que vos sos el personaje, pero en realidad vos estas detrás. No me interesa bardear por bardear.
lla, una desgracia. El día que salió la tira era el aniversario del holocausto, que por supuesto yo ignoraba: mala suerte, malas decisiones. Inocencia mía, también. Fue una tira que no se entendió, tuve muchísima mala suerte y hubo mala leche. Yo tengo el derecho de hacer el chiste y la persona el de ofenderse, las dos cosas son válidas y cada uno tiene un argumento. Lo que pasa es que el tema del holocausto juega una sensibilidad mundial que es muy compleja. ¿Esto pudo influir de alguna forma en tu capacidad creativa?
Fuiste acusado como antisemita, ¿Cómo fue eso?
Yo creo que quede un poco atontado porque fue bestial el acoso, los mails, las denuncias; fue una situación muy oscura, nunca había vivido una cosa así. Después, no se me ocurrían más chistes con judíos. Sin planearlo, me empecé a autocensurar.
Sí… me descubrieron (risas). No, en realidad fue una pesadi-
Contaste con el apoyo de varios artistas. 9
Sí, por suerte tuve apoyo. La verdad es que la pasé mal, estuve medio aterrado por la situación de acoso, de que me dijeran “nazi de mierda”. Muy jodido todo, nunca me había pasado algo así. ¿Hay límites en el humor? Es una discusión que no termina de terminar. Yo creo que depende de los límites que cada autor se ponga, después están los límites del lector, los límites de tu propio talento, los límites de tu capacidad, los límites del medio en el que publiques. En términos ideales, de arte y de libertad, yo creo que no debería haberlos, en todo caso es tu propia conciencia. Yo me siento del lado de los buenos. Haciendo un chiste de un discapacitado, por ejemplo, vos incluís más que una persona que se horroriza con tu humor pero puede que en el momento de cruzarse a una persona discapacitada en la calle mire para otra lado. Hace poco hice un chiste que era con lo de Julio López, que es un tema sensible con el que aparentemente no se puede joder; pero yo creo que es la forma de mantenerlo presente. Puede ser doloroso sí, sin dudas, pero hay que mirarlo desde varios lados, y el humor sirve para eso. Y si socialmente queremos incluir, los discapacitados también tienen derecho que los incluyamos en los chistes, el humor es parte de la vida.
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