Reseña de Voraz (2016). Así empieza la peli: un conductor transita por un campo; al ver el cuerpo de una joven en medio de la carretera termina chocando contra un árbol; la chica se levanta del suelo y tranquilamente camina al coche. La familia puede ser un tema serio, más si eres francés e incluso más si perteneces a una familia de caníbales (ups, spoiler). Voraz (Raw) es la opera prima de la directora Julian Ducorneau, una historia que mezcla el horror de la universidad y lo culinario. Cuenta la historia de Justine, una adolescente salida de un hogar con padres estrictamente veganos y emocionalmente distantes; ya saben, como los típicos padres franceses fumadores. Justine (Garance Marillier) acaba de empezar una nueva etapa en su vida cuando ingresa a la facultad de veterinaria, escuela donde también estudia su hermana mayor Alexia (Ella Rumpf), la “oveja negra” de la familia. No sé qué onda con las universidades francesas (o el cine francés en general). Las novatadas escolares no se hacen esperar y, en la primera noche, los de nuevo ingreso se llevan a los nuevos y los hacen pasar por pruebas que involucran litros de sangre, riñones de conejo y fiestas donde las drogas y el sexo no faltan. Esto me hace cuestionar la realidad de este mundo, ya que mi primer día de universidad consistió en vasos de refresco, Paketaxos y profesores con miradas miserables, pero, volviendo a la cinta, es durante estas duras pruebas cuando Justine prueba la carne, e inicia una misteriosa y creciente hambre que no puede saciar. Pero hay un giro, ya que la misteriosa hambre que siente solo se puede saciar temporalmente con el sabor de la carne humana; las cosas se complican cuando Justine descubre que su hermana Alexia es igual que ella. La hermana mayor se da a la tarea de enseñar a la menor en las formas del canibalismo francés y como ser popular en la universidad, toda una primicia. La cinta pone empeño en mostrarnos la transformación de Justine de una niña masculina y encorvada a la criatura sedienta de hombres que conoceremos. La obscura y visceral naturaleza de la cinta es yuxtapuesta con momentos cotidianos: Justine y su hermana bien pedas, orinando en un techo, o cuando su hermana mayor intenta depilarle el área del bikini a Justine (una de las escenas más fuertes de la película). Esto para no olvidar que el corazón de esta historia reside en los lazos de sangre que estas hermanas comparten. Voraz no será la película más horrífica del año pasado (bueno, tal vez la escena de depilación), pero balancea muy bien los elementos del horror con el estilo extravagante y simbólico del cine francés, creando una película que será la prueba de fuego si invitas a verla a tu cita vegana. Su fuerza no reside en su vaga mitología o sus escenas sangrientas (no esperen mucho), sino en la actuación de los personajes de las hermanas durante su reencuentro, dejando a un lado las tormentosas (y a veces deliciosas) presiones de la universidad.