S: IV Proyecto de viaje a la bienvenida
TRABAJO DE CULTURA CLÁSICA
TRABAJO REALIZADO POR: -María Valera Alarcón -Rocío Muñoz Manzaneque -Gema Pérez Angulo
Capítulo I: EX URBE. LLEGAN NOTICIAS DE ROMA A LA BIENVENIDA (TRATA SOBRE CÓMO ERA LA SOCIEDAD EN LA ROMA ANTIGUA)
Nos situamos en el siglo IV en la ciudad de Sisapo (La Bienvenida) en el día 19 de marzo. Sisapo es una ciudad situada en el sur de España. Era una ciudad distribuida en diferentes aldeas humildes dónde las familias habitaban en pequeñas chozas. En la villa romana de Sisapo había hermosos prados repletos de trigo, grandes montañas por las que circulaban grandes
ríos
donde
las
mujeres
lavaban
sus
vestimentas y las de su familia, también había niños correteando por los prados. Esta es la historia de una familia romana que vivía en una de estas pequeñas aldeas en su humilde choza, familia compuesta por la madre (Quinta Alejandra), el
padre (Tiberius Quintus Publius Lepidus), la hija mayor (Quinta), el hijo mediano (Tiberius Quintus Publius) y al hijo al que esperaban (al que llamarían Gaius Quintus Publius). En esta sociedad el hombre de la casa, (Tiberius Quintus Publius Lepidus) era la figura principal, dueño del hogar y de todos sus miembros. Tiberius era un hombre
fuerte
pero
aunque
lo
ocultaba
sus
sentimientos los tenía a flor de piel ya que le importaba mucho su familia y tenía el compromiso de sostenerla económicamente y la obligación de dirigirla y defenderla, gobernaba no solo lo familiar, sino
la
aldea
de
la
que
formaba
parte.
Sus
ocupaciones al no ser una familia que contara con muchos recursos trabajaba en la agricultura y la ganadería, ya que la tierra era la base de la economía y arrendaba sus tierras (aunque no poseía muchas), trabajaba doce horas diurnas mientras que Alejandra (su mujer) se encargaba de las tareas del hogar y de cuidar a sus hijos ya que era lo que se consideraba que debían hacer las mujeres. Quinta Alejandra era una mujer muy hermosa y valiente, de ojos verdes y un largo pelo con
tirabuzones rubios, tenía las pestañas larguísimas, también tenía unos largos pero enjutos dedos, una tersa tez de color dorada, unos labios carnosos rojos y unos dientes blanquecinos. Mientras Tiberius supervisaba que hicieran bien las tareas a los hombres a los que les arrendaba sus tierras y Quinta Alejandra se ocupaba de las tareas de la casa, Quinta y Tiberius iban a la escuela, aunque no a la misma, ya que Quinta se llevaba unos años de diferencia con su hermano. Quinta tenía quince años,
era
una
joven muy
simpática
y
extrovertida por lo que tenía muchos amigos, se parecía mucho en lo respecto a lo facial a su madre ya que tenía unos dientes blanquecinos, unos labios gruesos y rojizos al igual que ella, aunque se diferenciaba en que tenía los ojos azules y el pelo liso, negro y largo. Iba a la escuela secundaria (situada a las afueras de la villa) en la que estaba en segundo curso, donde estudiaba lo necesario para convertirse en una mujer hecha y derecha como su madre.
Estaba enamorada de un joven mayor que ella al que sólo conocía de vista pero no podía dejar salir a la luz sus sentimientos, ya que en esa sociedad las jóvenes solo debían dedicarse a formarse, para ser una buena ama de casa. Aunque era muy aplicada para los estudios se distraía demasiado pensando en su amado. No conocía aún su nombre... pero sólo le bastaba con verle ayudar a su padre en el campo o verle estudiar por las ventanas de la clase. Circe después de volver de la segunda jornada de escuela (ya que iban por la mañana y al terminar de comer volvían a ir por la tarde), hacía los deberes y al terminar ayudaba a su madre en las tareas de la casa, ya que era muy servicial y ayudaba a quién pudiera. Mientras Tiberius Quintus Publius tenía trece años e iba a la escuela de primaria a último curso y le gustaban todas las amigas de su hermana ya que era bastante inmaduro y aunque no le gustaba ninguna en especial, todas le atraían. Le gustaba mucho jugar con sus amigos en los prados de cerca de sus chozas
y bañarse en los ríos y lagos de su aldea, y le gustaba muy poco ir a la escuela. Él tenía también los ojos y el pelo negro como su hermana pero en la personalidad no se le parecía en nada, era bastante inmaduro y muy poco organizado, era muy violento y le gustaba mucho ser el protagonista de todo y llamar mucho la atención. Los padres querían que el hijo que esperaban pudiese llegar a estar en una clase social más elevada y pudiese tener más dinero para satisfacer todas sus necesidades sin que tuviera que trabajar tanto como su padre.
Capítulo II: INFANS NOVUS. UN NUEVO MIEMBRO DE LA FAMILIA HA LLEGADO. (Trata sobre el nacimiento del nuevo hijo)
En este capítulo se narra el nacimiento del hijo pequeño al que se espera con tanto entusiasmo (Gaius Quintus Publius). Todo surgió cuando Quinta Alejandra estaba en su casa haciendo tareas del hogar empezó a tener contracciones y se tuvo que tumbar sin casi poderse mover. Tiberius estaba trabajando por lo que no lo sabía, sus hijos al llegar de la segunda jornada de colegio encontraron a su madre en esta situación, Quinta se quedó ayudando a su madre y atendiendo sus necesidades mientras Tiberius Quintus Publius fue a llamar a su padre.
Quinta no sabía cómo actuar ya que a su madre le quedaba muy poco para dar a luz y si no actuaban pronto podría morir. Quinta le cogió la mano y su madre le iba dando indicaciones para que le ayudase a tener a su hijo en esos momentos, ya que a su marido no le daría tiempo a llegar. Así con mucho esfuerzo y dolor nació Tiberius Quintus Publius y a la primera persona a la que vio fue su hermana Quinta, que lo cogió y arropó para que no tuviese frío y después de observarlo se lo dio dejó a su madre para que lo pudiese coger. En ese momento entró
Tiberius
y
Tiberius
Quintus
Publius
y
se
encontraron con Tiberius Quintus Publius en los brazos de Quinta Alejandra y mientras Quinta estaba mirándolos con ternura y amor. Después Tiberius ayudó a su mujer a coger fuerzas para poderse incorporar. Cuando ella se pudo levantar disfrutaron todos de la llegada del nuevo hijo a la familia, Tiberius Quintus Publius también era moreno con los ojos azules y se parece mucho a su padre, ha nacido con mucho peso y parece un niño muy sano.
Al día siguiente empezó otra vez la rutina y Tiberius se fue a trabajar, los niños a la escuela y Quinta Alejandra se quedó en casa cuidando de Tiberius y tomando reposo ya que estaba muy reciente el parto. Tiberius Quintus Publius necesitaba tomar leche cada tres horas y Quinta Alejandra no se podía separar de él. Cuando llegaron los niños estaban deseando de quedarse al cuidado de su hermano. Cuando Tiberius llegó no tenía tiempo de estar con su hijo porque llegaba tan cansado que no podría entretenerse a poder disfrutar de él. Así pasaban día a día y pronto los niños empezaron a cansarse de tener que cuidar a su hermano pero su madre necesitaba que lo cuidasen de vez en cuando porque
aunque
lo
quería
mucho
necesitaba
descansar porque el niño daba muchos quehaceres. Al cabo de los años el creció junto a sus hermanos que se hacían más mayores.
Capítulo III: IN OPPIDO. UN DÍA EN SISAPO. (Trata de las actividades de esta familia protagonista) La vida continúa en Sisapo y han pasado cuatro años: En este capítulo Gaius Qintus Publius ya tenía cuatro años y ahora le daba menos trabajo a su madre, ya que había aprendido a andar y a poder manifestar sus sentimientos. Ya le habían cambiado los pañales por el subligar y a él lo vestían con una túnica recta y sencilla. Él pasaba su tiempo libre jugando con otros niños de su barrio, competían en juegos de habilidad y puntería y al aire libre se divertían viendo como los mayores jugaban a la musca aerea. Mientras su madre se encargaba de hacer las tareas del hogar, Gaius Qintus Publius se pasaba la mañana con los demás niños y niñas hasta los siete años a cargo de madres y nodrizas.
Su afán por aprender cosas nuevas le llevó a ser un niño demasiado inteligente para su edad, ya que destacaba entre los demás niños de la oppidum. Mientras tanto Quinta tenía diecinueve años y estaba
en
grado
de
enseñanza
superior.
Era
privilegiada ya que, muy poca gente se encontraba en este grado de enseñanza. En Roma la educación no era obligatoria, los padres eran los que se encargaban de que sus hijos recibieran una buena educación ya que pagaban a los maestros para que les dieran clases a sus hijos. Tiberius Qintus Publius ya tenía diecisiete y se levantaba para ir a trabajar, se lavaba los brazos y las piernas, desayunaba y se vestía. Después se iba a la casa del ciudadano rico y le ofrecían fidelidad a cambio de que le diera un trabajo digno con dinero y comida. Luego llegaba a su casa cansado de un duro día de trabajo y se acostaba al caer la noche, ya que después de esto era peligroso andar por las calles. La rutina de Quinta era compleja ya que se permitía perder más tiempo arreglándose que los
demás de su familia, para conquistar a su amado y conseguir su amor. Quinta le contó a su madre lo que sentía por aquel muchacho, y su madre le dijo que era un amor imposible… ya que era de una clase social bastante más alta que la de ella, y en esa sociedad estaba mal visto que se formaran parejas de distintas clases sociales. Aún así… Quinta no perdió su esperanza por intentar conquistarlo, aunque lo que le dijo su madre le hizo darle muchas vueltas a aquel asunto. Aquel muchacho no sabía de los sentimientos que le había despertado a Quinta, aunque a él le parecía una chica muy atractiva, y de un carácter compatible al suyo. La rutina de Tiberius Quintus Lepidus era la lucha constante por que las tierras que poseía fueran aumentando en productividad y que el fruto de esas tierras no cesara. Se levantaba por la mañana, se aseaba y se disponía a recoger a los diferentes trabajadores de sus
tierras e informarles de la labor que tendrían que realizar ese día, ya que los trabajadores que poseía debían saber realizar diferentes tareas respecto del campo, ya que habitualmente debían hacer una diferente. Al acabar cada día de trabajo le pagaba a cada empleado conforme los años que tuviese y el tiempo que había trabajado en dicho día. Y al terminar volvía a dejar a cada empleado en su casa con el sueldo de ese día pagado, y a altas horas de la noche regresaba con la familia y con algo de suministro para comer durante esa semana. Como se cansaban de la rutina diaria decidieron viajar a la ciudad por un día a comprar al gran macellum, aquel mercado era tan grande... y decidieron visitar las tabernae que lo formaban, donde compraron productos para el hogar en un taller artesanal y comida para poder alimentarse. Luego decidieron volver a su hogar con una experiencia bastante buena y con una buena comida comprada en la ciudad.
Capítulo: IV labor. Un día en las minas. (Trata sobre la rutina del trabajo de las minas)
Un día Tiberius Quintus Publius decidió ir a intentar buscar trabajo en las minas para hacer tiempo antes de que llegara el día de marchar al ejército como a él le gustaría. Cuando llegó a la mina buscó al hombre que estaba al cargo del trabajo de los demás y le preguntó que si podría trabajar allí: -De acuerdo muchacho pero sólo durante un corto periodo de tiempo ya que un hombre se ha ido del trabajo y ha dejado vacante un hueco- dijo el hombre. -Vale, ¿Cuándo empiezo?
-Ahora mismo puedes empezar, te enseñaré donde tienes que trabajar y las tareas que debes realizar. Y juntos fueron a ver el lugar donde trabajaría. El hombre muy cordialmente le enseñó cómo realizar su tarea, le dio las vestimentas con las que trabajaría y las herramientas necesarias; también le explicó en que iba a consistir su trabajo diario. Él se puso manos a la obra en su trabajo para demostrarle sus habilidades enseñadas por su padre durante todo este periodo de vida. Su trabajo consistía en extraer el cinabrio de la mina y transportarlo donde otro lo sacara al exterior para ser transportado adonde se almacenaría. Aquel trabajo suponía un gran esfuerzo y mucha fuerza ya que extraer y transportar el cinabrio era un trabajo muy pesado, y le repercutía gravemente en la salud, ya que era muy contaminante y en esos tiempos no tenían con lo que protegerse de las radiaciones que este mineral produce. Transportaba el mercurio por un largo recorrido hasta que llegaba a donde se encontraba otro
compañero suyo que lo sacaría al exterior hasta que lo dejaba depositado en su respectivo lugar. Tenía que estar agachado para extraer el cinabrio ya que se encontraba en diversos lugares y era muy costoso de extraer, tenía que separar la ganga de la mena de la piedra y esto le costaba un montón tener que diferenciarlo. Era necesario un colador o cedazo para limpiar el cinabrio de la arena que llevaba incrustada. A cada dos horas de trabajo, dejaban un pequeño descanso para poder comer algo de almuerzo, era un corto periodo de tiempo ya que sólo les permitían perder 5 minutos de jornada laboral. Ya eran altas horas de la noche cuándo él terminó la jornada, y el que estaba al cargo le repartió la comida y el suministro acordado, en razón de las horas que había pasado trabajando. Después de esto Tiberius Quintus Publius se disponía a volver a casa agotado después de un día duro de trabajo y le daba a su familia parte de lo obtenido tras su duro trabajo en la mina.
Capítulo V: Nuptiae Se celebra una boda en la bienvenida (Trata sobre el romance de la hija de la familia protagonista)
Quinta durante estos años no cesó de intentar conquistar a su amado, Claudius Numerius Decimus Felix, su compañero de escuela al que tanto quería y del que su madre le había aconsejado que se olvidase. Ella no hizo caso del consejo de su madre ya que, sus esperanzas no cesaban y su amor aumentaba cada vez que le veía. Un día tuvieron un encuentro en una de las clases matinales donde se sentaron juntos, ya que tenían que unirse para conseguir hacer un árbol genealógico e incluir el oficio que realizaba cada uno de los integrantes de ese árbol.
Durante la mitad de la clase no se dirigieron la palabra, ella por vergüenza y él por falta de confianza. Pero ella se decidió a romper el hielo y le preguntó cuál era su nombre. Tras un rato de conversación decidieron quedar por la tarde detrás de las minas para conocerse mejor. Ellos cogieron confianza y su relación llegó a más, ya que ella se le declaró y le dijo lo que sentía hacia él desde hacía mucho tiempo; también le contó por las diferentes dificultades por las que había pasado y él le dijo que le había pasado lo mismo pero que no se atrevía a declararse porque ella pertenecía a una clase inferior. Ella no estaba de acuerdo con la ley de no poder casarse con un hombre de clase superior. Un día fue a visitar la mina a ver a un amigo suyo. De repente entre la humedad en la mina apareció un bulto del que se percibía algo con textura antigua y dura, de un tono marrón manchado de tierra. Ella se quedó asombrada y decidió desenterrarlo para ver lo que era. Lo desenterró y era un cofre medio roto que en su interior mostraba algo dorado. Ella lo abrió y observó que era un tesoro de bastante valor y antigüedad. Ella lo agarró y sin mostrarlo a nadie se lo llevó a su casa y le dijo a su madre lo sucedido. Sus padres lo cambiaron por dinero y, a partir
de ese momento, dispusieron de dinero para mejorar su vivienda y aumentaron su número de amigos. Los padres de Quinta estaban felices porque ya no tenían agobios económicos y pudieron subir a una clase más alta. Esto facilitó el que Quinta ya pudiese casarse con su amado. Para ello, celebraron los esponsales y el futuro esposo le entregó a Quinta un anillo. La fecha elegida para celebrar esta unión fue el dieciséis de junio. El día anterior a la boda la novia se hizo el recogido típico con una red roja y después del baño purificador, se tomó el cocetum tranquilizante y se vistió con una túnica recta blanca y un velo naranja. La unión de los esposos tuvo
lugar en la casa del padre de Quinta, el padre de la novia, que había sido adornada con flores y plantas aromáticas previamente. Antes de la unión tenían que firmar las tabulae nuptiales (contrato matrimonial) junto con la unión de manos que simbolizaba la fidelidad que se prometían el uno al otro. Al terminar la unión hicieron la conductio (procesión nupcial) hasta la casa del novio, al llegar allí se les hizo la entrega de las llaves. Y al día siguiente la recién
desposada recibi贸 los regalos de sus padres vestida de matrona. Quinta
era
tremendamente
feliz
por
haber
conseguido que su padre interviniera para sellar su felicidad. La vida junto a su amado Claudius Numerius se presentaba llena de buenos momentos y ella no quer铆a desaprovecharlos. Fin de nuestra historia