La huella Nuestra Palabra | 09 Abril 2012 Estos días pasados de semana santa, un equipo de Radio Progreso y ERIC estuvimos en el norte del departamento de Intibucá, en el municipio de San Francisco de Opalaca. Gozamos del agradable clima, con el paisaje verde profundo de pinos, liquidambar y café que contrasta con las calamidades y hambrunas que padece esta población lenca. Una vez más comprobamos que la población lenca de la profundidad de nuestra Honduras, sigue cargando con las cruces de la exclusión y la discriminación, a veces de manera directa y tantas veces asolapada. No podemos decir que sea una población abandonada. No, en las comunidades existen huellas impecables de la presencia, a veces masiva, de diversos organismos estatales y no gubernamentales. No es abandonada, quizá, utilizada. Las huellas están claras: grandes rótulos –visibilidad, se dice en el lenguaje de la cooperación—que advierten que esa población lenca es frecuentemente visitada por el Fhis, ministerio del interior, ministerio de educación, ministerio de la presidencia, ministerio de obras públicas, ministerio de salud, y muchos etcéteras de ministerios estatales. Y nunca pueden faltar los rótulos de las campañas políticas. A los etcéteras estatales se unen muchos otros rótulos, como los de la cooperación española, la Unión Europea, PNUD, USAID, y muchos otros más pequeños pero que representan la huella de la presencia de la cooperación internacional masiva en estas comunidades empobrecidas y maltrechas. Hace cuatro años, por estas mismas fechas, estuvimos en estas comunidades. Es cierto, han mejorado algunas carreteras y se pueden observar algunas construcciones. Hay letrinas nuevas, cada una con un rótulo que visibiliza a cerca de diez organismos de cooperación. En uno de los rótulos se dice que en el municipio se ha eliminado el mal de Chagas. Sin embargo, en las visitas a los hogares encontramos la misma gente de hace cuatro años, pero con más enfermedades que antes, especialmente sus mujeres. Preguntamos por los sueldos, y son los mismos de hace cuatro años: treinta y cinco lempiras diarios, y el queso que antes costaba treinta y cinco lempiras hoy cuesta cuarenta lempiras. La misma gente con la vestimenta más deteriorada, y muchos varones con las mismas huellas de usar el poquito pisto que ganan para embolarse. Así fuimos constatando que la vida de hace cuatro años ha variado en muy poco, y si ha variado ha sido para peor. Hace cuatro años, apenas había un rótulo discreto, hoy los rótulos adornan las carreteras de este municipio, como huella impecable de los muchos dólares que han ganado a saber cuántos consultores con sus Términos de Referencia. ¿Quiere Usted saber la señal si ya va a llegar a una comunidad?: el aumento creciente de de bolsitas de nachos, quesito, rodajitas de maíz, tortrix y muchas otras variedades de churritos que están tiradas en los caminos y veredas. En sus diversas marcas, sabores y colores, estos churritos representan la colecta diaria que van haciendo las truchas y pulperías, colecta que al final va hacia una única cuenta bancaria, dejando en estas zonas un viacrucis de hambre, tristeza y el tiradero de bolsitas de churros como implacable huella de Miguel Facussé y sus socios, los mismos que tienen la mayor cuota de responsabilidad en que el país esté así como está.