Madre Nuestra Palabra | 12 Mayo 2012
“Lleve su lavadora para Mamá”, “Ollas y estufas a mitad de precio para su mamá”, “Cómprele a su ser querido una licuadora y una plancha…”, eso es lo que nos encontramos en las calles de las principales ciudades del país y hasta en las aldeas más alejadas se pueden ver las ofertas que nos vende el mercado. El día de las madres es aprovechado por el feroz mercado que nos hace consumir cosas como si así se demostrara el gran amor que hijas e hijos hemos de tener a nuestra madre. Una lavadora, unas ollas, una estufa, licuadora, planchas y otros artículos, no demuestran lo que al final debemos sentir hacia ese ser que nos trajo al mundo. Al contrario, así profundizamos el patrón cultural patriarcal de que las madres han de estar confinadas en la cocina y que su espacio nunca podrá estar fuera de lo doméstico, como nuestra sirvienta y nuestra empleada gratuita. Madre, palabra que significa todo en la vida, sencilla palabra, la más dicha y la más sagrada de todas. Una madre, el ser más que más se parece al Dios de la vida, y a la que mantenemos arrinconada en los oficios domésticos. Ella ama sin esperar nada a cambio, da su esfuerzo y su trabajo para el bienestar de sus hijos e hijas. Ella da su vida por aquellos que ama, y se entrega sin condiciones. Cuando Dios bendice el vientre de la mujer y la vuelve Madre, es el milagro más espectacular. Y los varones con frecuencia lloran y ensalzan a su madre con la misma pasión con la que abusan de las mujeres o maltratan a sus propias compañeras de vida. Una mujer renuncia a ser ella misma por ser madre, antepone sus deseos, sus sueños, por cumplir los de sus hijos. Una madre deja de pensar en ella, para siempre pensar en sus hijos e hijas. Es quien nos amará incondicionalmente por siempre, seamos lo que seamos, les paguemos bien o mal todo su amor, ella siempre será la persona que más nos apoye, nos oriente, nuestra amiga, nuestra cómplice. En el día de la madre, saludamos a todas aquellas mujeres que les ha tocado cumplir el doble rol de ser padre y madre en un contexto de violencia, impunidad y discriminación. El amor y la gratitud de una madre solo puede ser bien recompensada con el trabajo por un construir un mundo más justo humano, en el cual la mujer, sea madre, esposa, hija, novia, vecina o compañera de trabajo, es respetada en toda su dignidad, y en donde los varones lloran de alegría por el amor hacia la madre, porque tratan con igual dignidad a todas las mujeres.