Soluciones cosméticas Nuestra Palabra | 24 Marzo 2012
Los aumentos están de moda y sumado al grosero precio de los combustibles que ya supera la barrera de los 100 lempiras en algunos municipios del país, las cosas no pintan nada bien. Para los especialistas en economía, uno de los elementos que produce una espiral inflacionaria impresionante en el país es justamente el precio de los combustibles. Y las cosas se complican aún más porque en más de un 70% nuestro país depende de la energía térmica. Esta dependencia la pagamos, y muy caro, toda la población en la factura que nos extiende la Empresa Nacional de Energía Eléctrica. Frente a estos problemas el gobierno propone soluciones cosméticas. Todos supimos esta semana que en consejo ministros, se aprobó una serie de medidas de ahorro de combustibles nada extrañas a las que se han venido anunciando en otros momentos y que han quedado atrapadas en los decretos ejecutivos. Las medidas no tocan para nada el fondo, y pasan muy lejos de la operación de las térmicas en el país. La generación de energía sucia se ha convertido en uno de los mayores males para la gente. La factura petrolera no es absorbida ni por los térmicos mucho menos por el gobierno que sí subsidia y atiende las demandas de otros sectores, como el transporte, y ahoga aún más el bolsillo de los hondureños y hondureñas. Algunos sectores como los pequeños gasolineros, la Coalición Patriótica y sectores de la Iglesia Católica, piden que se rebaje el impuesto al combustible y que se le traslade en rebajas al consumidor final. Por cada galón de gasolina, el gobierno cobra 22 lempiras. Pero para poder operar, el gobierno necesita mensualmente 6 mil 500 millones y sólo logra recaudar entre 3 mil 500 a 4 mil millones de lempiras, por lo que enfrenta déficit y la posibilidad de reducir el impuesto al combustible se esfuma. Para hacerlo se deben depurar las dependencias del Estado y seleccionar al personal idóneo para operar, ya que actualmente 8 de cada 10 lempiras del presupuesto se gasta en sueldos y salarios. Según los propios datos del gobierno, al menos 62 de cada 100 hondureños se encuentran bajo la línea de la pobreza y tomando decisiones cosméticas para salvar de la crisis a Honduras dejará como resultado más pobres y menos ricos muy enriquecidos. Es decir, el combustible es un renglón muy propicio para saber hacia dónde van las medidas del gobierno y cómo se van concentrando las riquezas del país, mientras las mayorías se mueren de hambre y son consumidas por las promesas politiqueras.