Pazseando el dĂa 1 de febrero Salimos de El Carpio temprano. Una neblina baĂąaba todo el recorrido con una luz que que matizaba todos los colores.
Los alumnos portaban celosamente sus dulces
El paseo, entendido como experiencia-aprendizaje, nos adentra en el concepto de paisaje. Observándolo, no podemos sino ser espectadores del discurso entre naturaleza y ser humano. O más bien hablar del impacto de una sobre el otro y viceversa. Este duelo es por desgracia inevitablemente perceptible cuando nos topamos con esta mole de hormigón, desprovista del más mínimo intento de integrarse estéticamente con el entorno natural, que la autovía nos trajo. Pero nos gusta pensar que es la puerta de entrada, una suerte de agujero de Alicia hacia su pais de las maravillas. Al otro lado la Naturaleza (siempre que no miremos a la izquierda y veamos esa “maravilla” de ingeniería industrial que el progreso disfrazado de energía “ecológica” ha tenido a bien regalarnos)
Allá íbamos.
Se fué la niebla y … Guuuau¡ … que razón tienen nuestros abuelos “mañanitas de niebla tardecitas de paseo” . Que espectáculo de día. Como brillaban los colores.
Es salir del instituto y se les cambi贸 la cara. Solo por la actividad mereci贸 la pena.
Vimos el inexorable paso de el tiempo: los restos de la Huerta de Manolito “el lobo”.
El puentecito de “la selva” cuyos pilares no aguantaron mas.