FATUM: Cap.11 "El Paseo"

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Escrito, editado e impreso por Rafael García Artiles durante el 2019

FATUM XII EL

PASEO

Me encuentro esperando a que me pasen una primera corrección de estos cuadernillos. Y conti núo haciendo memoria de lo vivido en México. Pongo la radio y una mujer me dice —hay que dejar la ciudad, hay que volver a la naturaleza, las ciudades son ya lugares estériles que se alimentan de su propia podredumbre...— No voy a decir que esté completamente de acuerdo con eso, pero desde luego yo quiero volver a la naturaleza. Se me vienen a la memoria mis paseos diarios por el bosque del Hiloche, allá en Real del Monte, en México. Fueron meses solitarios los que pasé en aquel lugar, y fueron en esos paseos donde terminé de aprender a disfrutar de esa soledad ya con una absoluta seguridad, sin el fantasmita ese que me susurraba en la cabeza que estar tan solo no era bueno, que me tenía que relacionar más y tener muchos más amigos. En esos humildes paseos sentía la paz y la tranquilidad emocional que me dan los abrazos de mis personas más queridas. Más tarde, otro día, escucharé en la radio —la soledad es devastadora para la mente del ser humano—, aunque puntualizará, —bueno, casi para cualquier ser humano— yo debo ser como un

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superhumano por mi resistencia a la soledad, o quizás no, y mi mente está totalmente devastada y aún nadie se dio cuenta.

He querido recuperar fotos de mis paseos por el bosque del Hiloche, pero para mi sorpresa apenas tengo quince fotos, la mayoría de detalles que había dibujado en su momento. Son pocas teniendo en cuenta que durante seis meses casi me paseaba a diario por el bosque. Se me había ocurrido reproducir con dibujos ese paseo, pero me da miedo que tirando de memoria, y con mi torpeza, convierta esos recuerdos en otra cosa. Me siento incapaz de dibujar todas esas sensaciones. Busco en internet imágenes del bosque que me ayuden a reconstruirlo, pero no hay nada de los senderos por los que yo me aventuraba. Miro en una red social de imágenes fotos sacadas en ese lugar. Ahí sí encuentro lugares que reco nozco, pero están cambiados, están inundados de esas personas que en sus imágenes de recuerdo y postureo anteponen su yo social al lugar donde se encuentran

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—hola amiguis, soy yo en el Hiloche siendo superfeliz—. Voy a dibujar a todos estos extraños a los que jamás me crucé en mis paseos por el Hiloche, es más divertido que aburriros con descripciones sensoriales de los cantos de los pájaros, sonidos de bosque, árboles milenarios, nieblas, brisas, rocíos o luces filtradas por las hojas de los árboles. Y más sano para los agradables recuerdos que tengo de ese lugar.

Que sean las semillas, de los recuerdos digitales de otros, las que se conviertan en un nuevo relato.

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Cuidado princesa, el bosque está lleno de hombres buenos.

Te lo advertí princesa. Ahora de tu mirada solo quedará el recuerdo.

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Se lanzaron al bosque a buscar culpable

...con sus mejores sabuesos sin olfato se recorrieron cada rincón de los caminos señalados.

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En la televisión cada día encontraban a un nuevo falso culpable.

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Era un buen hijo, y por lo tanto un buen hombre. Por eso nadie se explicaba cómo podía ser posible.

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Echaron la culpa a los duendes del bosque. Dijeron que lo confundieron con sus susurros.

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Algunos hablaban de cierta bruja del bosque que te enseñaba la pierna y ahí te dejaba. —Seguro que lo embrujó y por eso hizo aquello— decían en la barra del bar.

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Decidieron construir un muro alrededor del bosque para evitar que nada saliese, ni nadie entrase. Se quedaron viviendo en un erial.

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Mirando su álbum de fotos encontraron aquella foto en el bosque mirando hacia el futuro. No se reconocieron, y se preguntaron, en silencio, qué es lo que había pasado con ellos.

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