Marta tiene seis años. Es la niña más alta de su clase. Su color favorito es el turquesa y es algo que todo el mundo sabe. Le encanta el olor a hierba cortada, hacer pompitas de jabón, salir de excursión en otoño, pero sin olvidarse el chaquetón. Mañana será un gran día. Su maestro le ha dicho que a clase vendrá alguien muy especial. ¿Será una nueva mascota? ¿Será un calamar?
Pero Marta se ha levantado malita. Le duele la cabeza y le duele la tripita. Pero por encima de todo lo que le duele más, es perderse esa sorpresa tan especial. Con una cuchara su mamá le da un jarabe para el dolor. Marta se queja: “Mamá, eso no es una cuchara. ¡Eso es un cucharón!”.
El día siguiente Marta fue a clase. Dio los buenos días y entró con una sonrisa muy grande. Pero a Marta algo le llamó la atención. Tenía unacompañera nueva. ¡Qué ilusión! El maestro la nueva compañera les fue a presentar: “Tenemos una amiga más. Se llama Matilde y viene de Alcalá”.
Matilde tiene seis a単os. Tiene unas gafas muy redondas y le gusta saltar a la comba. Su color favorito es el rosa. Le encanta las tostadas con mantequilla y con mermelada de la roja.
A veces a Matilde le cuesta hacer los ejercicios. Pero no solo a ella. A Jaime las matemรกticas le parecen un sacrificio.
A Matilde no le gusta atarse los cordones. A Marta tampoco le gusta abrocharse sus botones.
Marta no entendía porque los mayores por la calle a Matilde sonreían. Ella era muy graciosa, pero no siempre hacer reír es lo que quería.
Marta y Matilde se hiciron muy buenas amigas. Juaban a las muĂąecas y jugaban al pilla-pilla. Fuera del cole solĂan quedar, y en casa una de la otra iban a merendar.
Marta un buen día se acordó de aquella venida tan especial que el profesor les prometió. Así que a su maestro le fue a preguntar cuando vendría esa persona tan especial.
El maestro en ese momento no supo qué contestar, y la sirena del recreo empezó a sonar.