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Plutarco Elías Calles y las instituciones
from Identidades 24
Plutarco Elías Calles, Creador de Instituciones
Andrés Caso
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Recuperar la historia independientemente del hecho circunstancial es siempre recuperar la dignidad; es, sobre todo, recuperar la libertad. Descifrar un códice,› desentrañar el significado profundo de acontecimientos anteriores, puede parecer abstruso e insignificante; es, empero, hondamente significativo.
Es contribuir a la formación de una identidad nacional; es, fundamentalmente contribuir a conformar el sentido del futuro que se busca para una colectividad. Por eso la Revolución se ocupó, apenas iniciada la reconstrucción nacional, de devolver al pueblo la conciencia histórica perdida; por eso el proyecto del país que emana de la Constitución de 1917 no es resultado sólo de la creatividad de los constituyentes; es, fundamentalmente, producto de su capacidad para interpretar los anhelos populares que están siempre impregnados de historia.
Esta capacidad de interpretación es, a nuestro juicio, lo que distingue la vida de Plutarco Elías Calles. Mucho más importante que su individualidad para la existencia de la República fue su cualidad de representante de los objetivos del pueblo. Mucho más importante que las acciones que hacen notoria su personalidad han sido, para la vida del país, las instituciones que él creó y que trabajan cotidianamente, eficientemente, al servicio del país. ¿No comprendió acaso Plutarco Elías Calles, mejor que nadie, el sentido de su destino como estadista? Las palabras de su último informe de gobierno (el primero de septiembre de 1928) revelan su comprensión precisa de que por encima de la vida de un hombre estará siempre la vida de un pueblo. «La misma circunstancia -aseguraba- de que quizá por primera vez en la historia se enfrenta México con una situación en que la nota dominante es la falta de ‹caudillos›, debe permitimos, va a permitimos, orientar definitivamente la política del país por rumbos de una verdadera vida institucional, procurar pasar, de una vez por todas, de la condición histórica de ‹país de un hombre› a la de ‹nación de instituciones y leyes› «. Estas palabras caracterizan la vida de Plutarco Elías Calles; estas palabras son su vida. La condición histórica de nación de instituciones y leyes, fue el objetivo que buscó para México durante cada momento de su gobierno. 7
Como ha señalado Eduardo Blanquel, 1920 trajo la victoria de un grupo militar que muy pronto se convertiría en el más auténtico representante de los intereses nacionales gracias a su coherencia teórica y a su capacidad para comprender los problemas generales de la República. En esa época, sin embargo, el soporte principal del grupo era aún el de las armas. Era indispensable constituir un Estado verdaderamente nacional y revolucionario que pudiera estar situado por encima de cualesquiera intereses en pugna; era indispensable transformar en acciones el compromiso constitucional de 1917. Las fuentes del poder no podían ser los militares exclusivamente. Sólo en la medida en que el gobierno pudiera satisfacer las necesidades y aspiraciones de las grandes mayorías, podría pensarse cada vez más en ese Estado nacional auténtico, indiscutible frente al resto de los países. Las reivindicaciones obreras, la distribución de las tierras, se convirtieron así, no en la expresión violenta de las necesidades de los grupos mayoritarios del país, sino en la base fundamental de una economía más compleja y productiva; en la única garantía verdadera para iniciar el proceso de la industrialización nacional. Esta concepción de un Estado activo, promotor del cambio, conductor del desarrollo de toda la sociedad, condenó a los ulteriores levantamientos armados al fracaso teórico y a la derrota efectiva.
Cuando, en 1924, Plutarco Ellas Calles asume la presidencia de la República el camino político de la Revolución Mexicana está casi consolidado. De esta manera, el país pudo superar sin desgarramientos esenciales uno de los problemas que más daño le causó en su historia, el conflicto religioso. Cuando la Iglesia quiso oponerse a la libertad de conciencia y a la amplitud educativa postuladas por los principios revolucionarios, produjo un doloroso episodio, pero no cerró el paso a las transformaciones que México había emprendido. Pero estas transformaciones, incluyendo la libertad de conciencia y la amplitud educativa, no podían realizarse sólo con la voluntad de los hombres: era necesario crear instituciones, y Plutarco Elías Calles las creó.
La redistribución de la tierra suponía el enfrentamiento de un fenómeno que es definitivamente central en el campo mexicano y que ya había ocasionado la aparición y, en ocasiones la destrucción, de las antiguas culturas prehispánicas: el riego de la tierra. La Comisión Nacional de Irrigación es, sin duda, el primer paso institucional en la historia de México para resolver el grave problema de las tierras de nuestro país que aún suelen pasar de la abundancia, a la inundación y a la sequía. La Revolución, y Calles en sus filas, había conocido el territorio nacional. Esa inmersión de México en su propio conocimiento que fue en muchos sentidos la lucha armada, nos había transmitido nítidamente la imagen de una serie de comunidades aisladas. Y era imposible constituir un Estado sólido, duradero, integral, sin comunicaciones permanentes.
En este sentido, la Comisión Nacional de Caminos fue la primera puerta institucional que México abrió hacia sí mismo.
La movilización educativa lograda en los primeros años de la reconstrucción nacional no podía permanecer en el nivel idealista de un humanismo refinado vertido a un pueblo que aún no entraba.