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EN LA PUERTA DEL CIELO 1995 PRÓLOGO Norma Quintana Padrón La poesía nace en la puerta del cielo. No hay frase más feliz para iniciar un recorrido por el quehacer de los talleres literarios de Bacalar; no sólo porque lo poético tiene real asiento en la belleza de este sitio -SYAN CAAN-, nombre maya, nombre lírico, -sino también porque, al leer estas páginas, nos sobreviene la idea de asistir al nacimiento de un misterio, cuyas luces y sombras han acompañado al hombre desde el remoto instante en que, a través de la palabra, tomó conciencia de sí e inició el viaje hacia la condición humana. Hay en los niños y adolescentes un vivaz impulso noseológico que transforma el hecho de existir en una cadena de descubrimientos. Pero sólo el asombro puede trocar en revelación mágica el contacto con los sucesos cotidianos. Es la mirada atenta que suele poseer, un hallazgo en comercio íntimo con la poesía, el conmutador capaz de iluminar el espíritu y conducirlo a la imagen, mitad conocimiento, mitad revelación. Así, la labor sostenida durante años por el maestro Ramón Iván Suárez Caamal tiene algo de rito iniciático, pues enseña a modular y aguzar esa mirada, y siembra entre los jóvenes la facultad de ver más allá de cuanto los rodea. Los sentimientos, los objetos, las múltiples posibilidades de lo contingente, ya nunca más ofrecerán un único perfil a esta percepción. El universo pasa a ser, a partir de ahora, una infinita secuencia de relaciones. Han dado el gran salto y se instalan en el reino de lo poético. Todo es creado de nuevo con una intensidad que desdibuja lo aprehendido a partir de la razón común. Las cosas encuentran definiciones más plenas. No hay recetas milagrosas, ni otro hechizo que no sea el ingenio de un maestro con iniciativa y sensibilidad. Los niños y adolescentes de Bacalar se sumergen en la lírica -océano pérfido si los hay- a partir del juego. Jugando con la palabra, con sus valores, funciones y significados; con su capacidad para denotar, calificar, aludir, simbolizar, poco a poco descubren de nuevo el mundo y esa aptitud que los transmuta en pequeños demiurgos. Pocas veces se encuentran fundidos con tanta pureza los atributos divinos y las conductas humanas. Sin embargo, poco a nada útil les resultaría este aprendizaje sí, a la par de sentir seguridad creadora y deleite lúdico, no tuvieran también conciencia del trabajo, pues la perfección -o lo más próximo a ella- sólo se logra con ese volver una y otra vez sobre lo escrito, ajustando acá una imagen, desechando allá lo superfluo. Es
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aquí donde hallan la frontera entre la ligereza del juego consciente y la angustia más auténtica del poeta: la infidelidad de la lengua respecto a sus visiones. A lo largo de esta antología encontrará el lector repetidas huellas de ese combate entre la percepción aguda, deslumbrada y la herramienta indócil. Los textos aquí reunidos son fruto de una labor continua, de la dinámica interna en el taller y de una metodología empleada como sistema adiestrador. A ellos se deben ciertas recurrencias temáticas y uno que otro ejercicio de escritura según determinado estilo, escuela o " modo de hacer "; pero, sobre todo, algunos tópicos y reflexiones que sobrepasan los límites de la experiencia o las inquietudes propias de su edad. Ello es parte del juego, y vale en tanto se encamina a desarrollar y orientar tempranamente las tendencias emocionales y psíquicas hacia lo estético, garantizando de este modo una futura armonía a la personalidad del adulto que cada cual será. Interpretar según Lo Bello ese costado oscuro y desconcertante del ser -las tensiones, la pasión, la locura, el miedo y la incertidumbre ante vida y muerte; el buceo ciego en la ambigüedad de lo aparente, la búsqueda agónica de la verdad- gana una batalla para el hombre -criatura desorientada y fugaz, colocándolo en el camino de la certidumbre y la trascendencia. Tanto mejor si esta defensa nos llega en la extrema juventud. Errará, empero, quien se acerque a ellos con malicia, en espera de hallar una serie de fórmulas monocordes. Cada uno de estos chicos tiene su propia reflexión, su manera de ser en poesía, que es su manera de decir. El taller proporciona la pauta, el método; la personalidad es patrimonio inalienable de los individuos. Descubrir los matices, la variedad de registros es tarea del lector, que ha de entrar en este ramillete con inocencia. Caracterizan a la muestra reunida en este volumen la frescura, la voluntad de síntesis, la imagen plástica como fundamento expresivo y la tensión entre el yo y el acontecer: dinámica de lo íntimo y lo externo que se realiza en la pertinaz primera persona, en el protagónico casi exclusivo de la subjetividad; el cual es compartido únicamente con la naturaleza, fuente inagotable de respuestas y metáforas. La hermosura de estos poemas, su ingenua profundidad, nos habla de una imaginación y riqueza espiritual envidiables. Quizás el paso del tiempo y el camino elegido por cada quien, no conduzcan en el futuro a nuestros jóvenes autores al ejercicio sistemático de las letras; pero todos, sin excepción, estarán aptos para comprender mejor y disfrutar este breve lapso que nos ha sido dado. Escritores o no, serán felices. Tienen tiempo, todo el tiempo del mundo.
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GUSTAVO BARRABÁS BUITRÓN ZÁRATE PASOS DE LA NOCHE Noche a noche espero que la luna me regale un hijo de las sombras, un alma que mezcle horizontes, que traspase el murmullo, cantos de sirenas; de la palmera, sus pezones. Poblador en estrellas y sonrisas. Noche a noche espero que la luna me regale un ronco niño de coral, un hijo negro. ANOCHE ME DORMÍ Anoche me dormí. Pudo ser exorcismo. Tengo mitad de alma pez y alma en fuga. La mitad es la contraria de la luz, de la voz. La voz traspasa y el silencio escucha. No dormimos. Meditamos como piedras. Como árboles bostezamos un grito. ¿Qué son los espejos? ¿Ventanas al paso de una alcoba? ¿Formas geométricas de un sueño? ¿Puerta a la otra mitad contraria? La mujer entró al espejo como una paloma. Media luna le alumbra la mirada, sin poder oler sus huellas. Mujer, ¿estás aquí? Si no estás, ¿por qué entonces el espejo es un estuche de piedras, mundo a la mitad contraria de otro mundo? Soy un ser deforme desde el ojo que me mira, transparente, con los miembros saltando al paso de tu alcoba.
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A VECES ME ENTRISTECE Me entristece vivir cerca del mundo es como esperar dentro de la tierra a que se acune el agua o maravillarse ante la estupidez de tantos árboles. Veo el cielo y no tengo palabras, como un perro bostezo, como mar, no me quedan sino precipitaciones. De pronto escucho la voz que se adormece, -a veces un latido, a veces nada-. Vivir te da derecho a un sueño. Uno solo. VERSIONES a Eduardo Casar Si un ángel de bronce, por razones de gravedad o pasiones de altura, en lugar de posarse en una cúpula se posará en una cópula: a) El movimiento acabaría por acelerar el proceso de calentamiento corporal y después sería indispensable mandarlo al infierno. b) De la eyaculación saldrían pedazos de metal y alguien tendría que soportar el peso de su culpa. c) Después de esto, lo tendrían de un ala. d) El mismo diablo le otorgaría el premio de ángel caído, ya que desde su mandato nadie ha obtenido tan merecedor obsequio. e) O que Dios, en su calidad de digno, se atreviera a fundir en pararrayos el metal y las ganas se quedarían otra vez al rojo vivo. A LA SOMBRA DE UNA VELA Es tan difícil creer que sólo el viento deslumbra una mirada. Que el sol estremece todas las calles del pueblo que nunca nace a la primera sombra de la luz.
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Me miro caminar descalzo, con los perros estirando su flojera, las casas con huecos en el telar de arriba. Algunos niños despertaron antes del amanecer para mirar cómo sus padres tejen besos, para después caerle con los puños a una vida que aprieta la garganta. Fui niño. Un día amanecí en el piso junto con otros niños muertos. La noche se encarga de barrer nuestro pasado. Los pueblos son extrañables cuando después del alba comienzan los saludos ... ¡Buenos días, muerte! ... ¿Juntaste los últimos adioses de este purgatorio? Un lugar fantasma, una vida llena de infiernos, una callejuela a lo oscuro de la luz. Las estatuas de marfil, una, dos y tres así, el que se muera o el que se ría baila un minuto de aserrín, de aserrán, de los maderos que te caerán, de las piedras que te cubrirán, de la lluvia que te abandonará. El día ha caído con una mortaja en la cabeza.
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DANIEL JESÚS CABRERA PADILLA (Del poemario Piedra Bestial) EN MI SANGRE HAY UNA BESTIA En mi sangre hay una bestia, lenta y honda, escurridiza bestia. Anfibio, avanzo a la superficie. Navego, naufrago en las mentiras del mundo. Nada hay como avanzar en el aire, leer a Vallejo con la mano en la cintura, ahogarse en sus lágrimas, dejar que la noche penetre poro a poro en los andenes descuidados del hombre. Algo en mí llueve. Las entrañas me crujen. A todos nos crujen las ganas de dejar esta muerte. IV Parece árbol mi escanciado reflejo, jade oculto, temerosa voz. La noche reposa entre mis fauces. Llueve. Junto al río hay voces que despiertan mi egoísmo. Un ardor me nace. Vivo. Soy el caimán que escribe su propio decálogo. Peleo con las sombras por mi espejo de la eterna imagen. Tengo por cola una ceiba, en mis ojos descansan los ríos.
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VI Los pájaros llevan mis ojos, en mi cuerpo crecen las hormigas. Mi reflejo intenta nadar. Caimán vacío, me incendio ante la noche. Se escapan las palabras con la escasa música que llega de los árboles. Se pudre el follaje. La selva me llama, agonía de cantos funestos. Se petrifica mi ausencia bajo la voz del viento que huele a fracaso. Junto a los árboles los pájaros llevan mis ojos. Mis huesos hacen brillar la noche... XI Nazco de las ciénagas. Donde mueren las piedras leo laberintos en mi rastro: soy lodo escondido. ¿Loco? Mentira. Los caimanes nunca enloquecen, nos derretimos junto a la oscuridad y con la niebla. No. Nunca perecemos, nos convertimos en troncos, somos los hijos del sol y del silencio.
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EL ÁNGEL EN LOS OJOS DE LA LUNA ¿Quién se atreve a mirar los ojos de la luna? ¿Quién su lepra? Si el mar se abandona cuando llueve, mis huesos tendrán el dominio sobre el color que nace solitario desde las sombras que navegan moribundas mariposas. Quien se atreve a tocar el rostro de la noche prefiere arrojarse donde las piedras abren los ojos, donde las palabras tienen voz, donde los cantos que se inventan vuelven muchachas a las sirenas. ¿Para qué enamorarse de los árboles? ¿De sus sonrisas? ¿Para qué dejar que penetren las horas si ya la luna y su lepra llegan a nosotros con sus manos que agarran cada árbol, seducen cada casa, cada respiro que encuentran? Mejor sería tumbarse en la hierba, aguantar la respiración, el diluvio, los ojos mantenerlos cerca del corazón, latiendo y cerrados hasta que pasen las nubes.
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LUIS DAVID CANUL SUAREZ ASOMBRO Un pájaro miraba por la ventana del cielo. Cayó, sus alas se quebraron, no podía moverse. En el suelo el pájaro: un libro con las pastas rotas. VENTANA Horizonte atrapado en el cuadro donde a través de la mirada se filtraban las sonrisas; ahí se miraron los ángeles que me arrullaron con la brisa y los sauces llorones Fotografía en la memoria donde se posan los pájaros que cantan a su sombra. Ventana de estrellas a las que toque e hice mías. Jamás la cerraré sino cantando para que observe la lluvia que ha dejado huellas en mi rostro. GATO NEGRO. Sobre el tejado andaban astillas de oscuridad, un gato que sollozaba por mis maldades. El que maullaba y que marcó sus garras en mi rodilla, ése que llegó moribundo a mi casa. El que alimente con caricias me había molestado por ser negro. ¡Vete a la noche, de allí es donde viniste! y déjame como un tronco muerto al lado del camino. Blanco, negro y gris; de ese color soy.
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O una piedra a la cual lanzaban todos al precipicio Soy un gato arrojado al olvido. SIRENA MUERTA Surgió del mar cuyas aguas se estremecían cubiertas de lágrimas. El don de tu voz se transformó en silencio. Sólo miraste los días, los años, cómo transcurrió el tiempo para dejar de ser la semilla y ahora el roble grande y viejo. Se quedó en el pasado la brisa que pasó entre tu mirada y el tesoro que guardaste siempre: el de ser pájaro para irse y nunca volver. MIRADA Siente la brisa de mi tibio aliento, siente el rayo de luz de mis ojos. Llorabas simplemente por perder la inocencia y para que después te consuele el viento. Quien más sino la luna conoce la mirada, ya que cada noche nos contemplamos como dos postes de luz en la calle bañada por el rocío. ÁRBOL SECO Te deshoja el viento árbol frondoso de angustias. Tus hojas caen y mueren como doncellas lanzadas al precipicio de la crueldad. Las tuyas son ofrendas y no mentiras. Sólo yo te riego con lágrimas y me abrazo a tu tallo como un hijo. Deja que transcurra el tiempo, porque la muerte también es vida; si despiertas estaré allí. Deja que el sol nos bañe con su luz que el destello coloree tus entrañas, para que surja una esperanza, un afán o un amanecer de tu imagen caprichosa,
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del ser que nace, del ser que muere. IMAGEN NOCTURNA Se apagó el día no puedo ver tu rostro de ángel dormido. Estoy perdido en la noche de tu mirada sólo cojo piedras que lanzo hacia el espejo roto. Escucho el eco de tu voz, lo quisiera atrapar para encerrarlo en la jaula de un pájaro herido. Veo fantasmas que sollozan por mi desgracia. Quisiera salirme de este laberinto porque tu reloj de arena gasta la playa. Estoy ciego de angustias y no puedo hacer nada; sólo me queda rezar por el horizonte. CITA CON TUS OJOS Una cita con la noche tengo para demostrarle la mirada de luna, para que el reflejo de las luciérnagas haga que nos perdamos en la concha del caracol y no podamos salir. Y estemos juntos bajo las estrellas fugaces que cumplan nuestros deseos. Ya no necesitamos lámparas ni alas para llegar al sol. Estando cerca de los grillos llegaré a la orilla de tus labios manchados de tinta. Tú desapareciste en un instante; yo cerré mis ojos, desperté, pero reencarnaste en mi inspiración.
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ADRIANA CUPUL ITZÁ APARIENCIAS DE LA PLAYA 1 Un flamenco hace eses en mi mano; cierro el corazón para nadar en un vacuo río que va a mí como un andaluz perdido entre las sombras o sabor que llega a murmurarme su desdicha. Una tijera en el agua corta el azul del vuelo. Para incorporarse a mis venas surge de un río utópico, flexible, hambriento de ira e inmenso en su corazón deshecho que abrió la puerta para mirarse en el verde azul de los árboles y en el haz de las hojas cuando se asfixiaba. ¿Qué vasta sombra vino a espinar el color rosado de las vetas? Se está desbordando dentro de un carmín teñido de corroídas barcas. El amor del flamenco está en su ropaje viste un arcoíris de cedro y palpa un cielo derretido de labios sin huecos y con ojos de musa. Un flamenco tuerce estuarios en mi boca, tal vez sea esta masa de piedras que cruzan mi garganta y sacude el vientre de un vaso húmedo carcomido de bocas; es esta alma sudada que me ciega, brincó sirenas nadando bajo el agua, son picos fallecidos en el acantilado de los árboles y espigas sus ramas en derrame y agua esta sed que desangra la rosa. 2 Esta sed contiene aves que dan a beber ramas inclinadas a los árboles, dan ganas de exprimir esta roca en el pico de los ríos, encharcar este gajo y decirle que es agria el agua que desemboca en las caobas. Hay que darle a beber un rebelde lirio que cursa la escuela
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con aguas turbulentas o vida derramándose y sellarle madera en el cuerpo para hacerle un juguete. Colocarle un corazón volcánico para su alma de chapopote y curar heridas con garras filosas. El fuego está en la boca, no en el fósforo. Incendia salmones que guardan náufragos en la madrugada; le enseñaré la mano y palpitará sobre ella haciendo charcas. La sed se bebe, no se consume dentro de un tronco con humus; ingiere este sonido que hizo cantar a las garzas y al sabor infinito en la cabeza. La boca está prolongándose a este limón partido por el filo del agua, salpica mi amor sembrado junto al polvo, le brotan cueros donde la pongo: en una sombra, en el viento que se marcha, en el refrigerador, en la señal que se hace más cercana después de la catástrofe. 3 En el envés de un niño una sombra de juguete. 4 Un as de viento: tranvía que regresa o la resortera de agua que apunta al cielo. Jadea la risa juega en la penumbra a buscar pegasos, pasajeros que no saben a dónde llegan. Se entra a la puerta, o al cuerpo que en la noche fue arrastrado por una revolución de migajas de polvo que cocinó los pasos. Se va cuando el huracán plasma la noche sin manos y sin cabeza a quien alumbrar con mi lámpara. Entraste, cuerpo, mas no mi alma a limpiar huesos. La sombra, la mugre luz que te aplasta con su uña.
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Contra el reloj giran las palabras, duelen. 5 Llegan a jugarte el corazón con sus ocho años, con sus ocho muertes. 6 Alzan el vuelo las olas, se han roto junto a la luna de torcaza y papel arroz; han dejado crecer el pantano que inunda las playas muy cerca de la isla y le han puesto uno o dos candados a la orilla del mar y a las conchas marinas. ¿Qué mar eterno mirará a un pez aplastado por los arrecifes? Muy cerca de las orquídeas una joven esparce colores que empurpuran al aire o es el olor a cenzontle que va raizando el cielo con sus dos alas cargando el infinito. 7 Mar, Como una tortuga lenta y de cartón te miro sostener en llamas este ocaso que se ve a lo lejos de la isla y colocarles escarcha a los carapachos que tienen sabor a olvido todo el tiempo. 8 Junto al mar el mar es el mar de nuevo.
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9 ¿He escrito lo que el mar siempre desea? Jamás Han mojado las cadenas que lo atan a mí como un velero sin faro. He visto su interior tal vez sea un cisne alzándose a la altura de mi mano y su piel un río conduciendo la vida en una hoja; se ha desviado hacia un montón de piedras esa corroída masa de piel curtida por la proa de girasol en veda. Ya está cautivo, le abrió los muslos a las piedras dejándolas vacuas entre arcilla de sol. ¿Hube escrito lo que el mar odia? Siempre. Lo he visto más de una vez como un niño de petróleo que grita por los desiertos con mariposas de limpia sombra y lo atacan como un estanque de mil cabezas cuando beben cerveza fría. Son popa que atrapa la piel del mar que lo ata a él como nunca. 10 Arrojo al mar lo que es suyo: un viejo recuerdo, el estruendo infinito acercándose a una parte de la isla de cristal humeante. Tiro la última concha; su hogar curtido por la mano que la envuelve, es tan feroz como un puma que hiere las manos; la he aventado con mis sentidos y el deseo de tenerla siempre. Guardo el mar en un frasco desconocido por el cielo y azul para mi cuaderno con burbujas de obsidiana. Arrebatan un anuncio que los peces enseñan al entrar al muelle de esta playa morena; su gente indistinta se apaga en la noche.
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Las personas se conocen por la sal que la arena mancha entre tanto mar embravecido. 11 Salen las montañas de las aguas de plata, sus crestas nos tragan con su espuma. 12 El viento sopla un poco de su impaciencia a través del zumbido de la abeja y penetra con cadencia los tímpanos del mar silencioso. Oye al mar desencadenarse por largo rato en mis oídos y luego pregúntame si escuchaste de mi corazón su alegría. 13 El ruido dice mentiras cuando estoy dormida, se asoma más a esta isla de pequeños pies asaetados por la espuma. Hay sombras que escupen lunas si cruzan el oeste de una fotografía, pero el ruido hace silencio, escucha esta semblanza que hincha los pies y renueva una brisa amarga. 14 No acompañen al vampiro que está en la isla, desea el faro que a lo lejos se desangra y a los tulipanes que encienden el aire con su corola. El vampiro quiere beber del claustro, hay que darle un poco de alegría, hay que darle un trozo de la tarde. 15 Anochece y la luna es piedra pulida. Los atardeceres en febrero son más que un lenguaje con delfines o domadas ideas en el circo. Hay un lenguaje entre el payaso y la noche,
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acrecientan este limbo cubierto de ojos pardos de marismas en regreso debajo de un telón que rompe gente de vidrio, almas corroídas, derrame de sed, agua de agua. 16 Palpa, húmeda es la hoja inclinándose a la playa.
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ELSA CITLALLI CHARGOY LOUSTANOU TAL VEZ ESTE OCÉANO Hoy caminamos lentos a la infinita mar, la miramos hasta su vacío y le bebimos sus cantos. Tal vez esta mar sea mi abuela que con sus calmadas manos acompaña siempre a mi abuelo tormenta. Solitarios en la casa del día mi abuela, mi abuelo, comparten la poca vida que les queda en una infinidad de mundos que no valdrían la pena. Quisiera recorrer el agua helada de un recuerdo, volver a los túneles húmedos de la gracia que alguna vez construí con mi hermano en la casa del día cuajada jamás de presentes. M A R Salvajes corceles blancos -corazón al galope- se desploman en las dunas azules profundas como su pensamiento, intensas como su sentir. Su mente está en el desierto de agua; la luna no los adormece. ¡Y corren veloces con el corazón ardiente! ¡Luchan por su libertad! Desde que se formó la tierra Neptuno nunca los ha podido domar porque son salvajes y no tienen tiempo pues poseen alas.
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Solos destrozan su cuerpo de espuma (la muerte es más que libertad). Están enamorados y se rompen de amor mientras la arena los cubre, los doma, los adormece. Están muertos o locos. ¡Están locos! El viento moja sus crines blancas, corren en el desierto para siempre azul. Sus ojos humedecen el ámbar de la luna. LA NOCHE: UN POTRO La noche se derrama en rocío que espera la luna nueva. Mi canto al viento besa sueños en una tierra fértil y no estatuas marinas a la espera de gaviotas para desplomarse en dunas. Muerta la perla bajo su manto húmedo, estático el mar, pupilas en jade negro cada mirada del noble bruto es mármol que relincha. Luna su dolor, sin desbocarse, mira la tierra cuando el sol los hiere. Deja un recuerdo: piedras bajo el veloz galope. SUEÑO A veces quisiera que este mar no fuera tan extenso a veces
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quisiera que abarcara mis ojos pero es tan difícil despertar el delirio y tan fácil tragar a gritos tu sangre tan infinito mirar tus entrañas quisiera abrirme paso mirar toda luz pero no es cierto a veces tras de mí un tiburón oscuro tan negro que come todo lo que mira quiso matarnos pero nuestras mentes fueron más rápidas y volaron al sol allí se quedaron hasta que un haz de luz atravesara aquella mancha de muerte y una vez más al soñar me desperté en el agua con los tintes encajados de una visión en mis entrañas. VIAJE AL VIENTO Cuando el fuego corta la noche se esparce un hilillo de humo, un humo blanco que se desvanece. Cambiando de tierra, de aire, sientes el olor del recuerdo y palpas el primer rayo del sol que empapa tu frente. Si vuelas sobre el abismo impulsado por el viento, atraviesas el destello que esfuma las imágenes cambiándolas por ideas. Abro los ojos al día y acaricio lo desconocido. Soy tierra, río, polvo, recuerdo, pluma, humo...,
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un humo blanco que humedece la mañana. LA PIEDRA QUE TE ATRAPA Palpé la piedra pulida que atrapa la noche, su capa eterna cristaliza el movimiento. Ahora que la tengo en mis manos, la he roto en sol y luna y me abro el pecho para que este corazón se desvanezca y mis sentimientos corten y hagan que este cuerpo camine al infinito. ESPEJO Pudiera ser que tú, mi yo en el agua muerta, fuera simplemente yo al compás muriendo y estuvieras escribiendo al otro lado de la hoja, pensando que tú, mi yo, borrarías mis pensamientos; pero pudiera ser también que así como yo existo tú, mi yo, no existes; que eres sólo la muerta imagen en el agua que piensas sólo en no pensar que estoy viviendo y yo que sólo pienso que tú vives porque si no existieras, no escribiría estas páginas manchadas.
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AMADOR DOMINGO VÁZQUEZ ASTILLAS El perfume brota, enciende con arrugas sus retoños, arrastra al caliente hielo que seduce las venas cuando en el río anochece. Pensando en el adorno de la laguna se enfrió el trayecto de la libélula, de ahí nacen misteriosas piedras. La cáscara agitaba esponjas en el agua, atraía pensamientos manchados, murciélagos que chocan contra el pasto y las rocas. La punta de esta bala duerme en la astilla afilada. Para mandar a la cordillera los túneles de la noche agotaré todos los sentidos con un diluyente del falso error. Vendrás en ese nuevo calor lleno de gotas cuajadas. (Una plancha altera las fugaces uñas, se mezclan lloviznas con víboras). Este año dediqué unas pasiones que son el divorcio entre la burbuja y la baba con el único cambio para este cansado ataúd. SEGUNDO Introducir la llave receptora de segundos amplifica las hojas de este fondo sin que permanezca encendido el retrato. ¿Regresará el ayer moviendo sus cejas ante el mañana o será el desgraciado musgo quien baile en todas las cavernas? En el norte se hojean las herraduras acompañando los gestos de la vela, abren la nada y saltan los muros, comen los espacios, raspan el liso despertar del viento,
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compite la amargura del té quedando así toda la soledad de mi lengua. Pero lo injusto es que imprimen las cortinas del pensamiento; de ahí algo me dice que he de volver a la tormenta con la necesidad de construir espacios y ocultar los mares muertos. HUMILDE PESADILLA I Las llamas de mis dedos golpearon la ternura del silencio, agitando la sangre del aceite sonaron cuatro noches. La herida dio la voz de alerta quien goteaba piedras adormecidas. En un estado de flecha filtrabas el espíritu del grito como un vaso llorando en la saliva de tus lágrimas. II Moviendo la estatua de tu mirada dejaste el presente en el olvido, fue el capricho de tu instinto quien volvió a repetir el pasado. III Se vaciaron los sueños en la copa de la música, seguías caminando, pensé que eras el esclavo del sendero; sacando mi espada, escupí el golpe, ardieron las chispas pero todo seguía allí; no pude combatir contra tu frente. Tu espada arrojó el filo así tapabas la sombra del insecto en el nudo del nuevo fin.
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IV Amanecía la muerte de tu reposo acechaban las tumbas para oir el aullido del día. V Entonces fue inútil escribir las falsas puertas, porque maduraban las grietas. AJEDREZ DE LUNA ¿Quién preguntó por la mañana? La noche. ¿Quién preguntó si morías en el espejo? Acaso el filo de una luz. ¿A quién le importa tu nombre? ¿A quién le importa tu rastro? ¿A quién le importan estas preguntas oscilando en los labios de la tinta? Acaso serán los collares de la luna quienes canten en la palabra desnuda o la sal que llora en tus lágrimas perlas escondidas en la madrugada. A lo lejos, allá donde tus ojos comienzan y termina el abismo, se observan luces oscuras como máscaras que agitan sus alas en la línea de fuego. El polvo canta en la sangre, la noche en la hora de los siglos, el llanto en la ciudad del verano y la gloria en el espejo clavada en las barbas del ajedrez...
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JESÚS FUENTES ALLEN PORTADOR DE PALABRAS Todas las palabras han tenido siempre parte de un pájaro: del colibrí en la flor, de la tórtola surcavientos o del sinsonte; tal vez no sean sólo pájaros; quizá sean la casa de la lluvia, resguardo del hombre para defenderse del amor o cántaros para recoger agua pura, agua inédita. REGALOS DEL MAR El mar era adolescente y yo, pequeño. A diario contemplaba su inmensa mansedumbre y escuchaba en una concha sin dueño sus secretos: le llevaba secretos de arena entre mis dedos o respuestas de la playa: tal vez de amor, no lo sé. Posiblemente estuvo enamorados de la orilla porque cada amanecer dejaba un caracol sobre la arena. A UN FARO DE LUZ ANTIGUA Víctima de telarañas y maderos inservibles, existe aunque lo golpea el mar y salinas de oscuridad lo apagan, como un ser mortal teme. Yo lo miro cuando platica con las aves, él recuerda las olas que socavan su presencia. Entro a su soledad de faro viejo, duelen los tímpanos porque se escucha su silencio descendente, es el laberinto de una concha de caracol abandonada en una playa desierta donde los recuerdos giran en los anillos de la piedra que rompe la tranquilidad del agua. Es la oscuridad agónica en que su silueta vaga.
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Es la difusa luz que nace en el vacío de su existencia muerta. VACÍO Ha naufragado el día, una por una las horas se han echado a la zozobra; sólo he quedado yo con mi presencia hueca contemplando a la noche desnudarse, habitando este cuerpo que no existe; en este instante acabo de morir y reencarnar en nadie, este es el sitio donde la noche empieza, el burdel de la vida donde la muerte canta y la penumbra donde escribe Borges. LLUEVE Llueve la tarde lentamente con una lluvia estática, con un sabor lejano Entre palmeras y un diluvio entrañable de la infancia llueve el corazón y el arrecife y llueve tu nombre mar adentro. Más allá la pupila choca con tu ausencia. Algo llega a mi cuerpo de este mar, mi corazón se desvanece. He venido a mirar la tarde boca abajo, a esperar a la musa que vendrá a saber algo de nadie, a rescatar estas líneas del naufragio; no tan sólo a esperar a la muerte. INSOMNIO Este rincón donde escribo, el rincón donde la vida duele, donde el silencio lanza su fatal espada y una noche cualquiera se te incrusta, estoy triste y las estrellas ruedan por los suelos. Rueda la noche hasta llegar el alba, rueda la locura de vivir en este insomnio eterno. No es suficiente despertar y mirar
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el sol cada mañana, hace falta algo más que morir y reencarnar a diario, algo más que escribir estos versos que no existen. CONDENA Cierro los ojos y miro el universo, acabo de aprender el arte de buscar a tientas las palabras, acabo de saber que Borges vive y no es la tumba su mágico recinto, ni el epitafio, ni el jardín que ahora florece. Es su morada la página que abro, el impulso con que mi mano se suicida. Aquí está el mar, el viento, la arboleda y nada miro; sólo puedo escuchar los ladridos de mi propia ausencia, si acaso pondré mi oído a que florezca y nada he de esperar cuando mi mano se detenga. Aquí estará la voz que dicta mi sentencia y el eslabón perpetuo, el que arrastre mis lágrimas. Vigia Chico, Quintana Roo VERSOS PUTREFACTOS Estoy frente al gris donde la tarde muere, pocas veces contemplo su crónica agonía; he sabido del mar y ahora arrastra mi nombre en sus oleajes. Nada puedo decir, en realidad todo está dicho; gusto saber que la tarde me conduce, que escribo pocas veces, que a veces ya no escribo y no existo. Amo la muerte y me contradigo con mi nombre, me persiguen la soledad y sus espejos. No tengo sueños,
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sรณlo pedazos de una realidad antigua y quiero que nadie sepa que he muerto, que los gusanos se han comido hasta mis pasos; pero mis ojos, huecas cuencas, donde pululan batallones putrefactos poco saben de oscuridades pestilentes y poco son cuando escoltan las estrellas.
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NATANAEL GIL CAAMAL ESPEJISMOS El silencio, la muerte del día apagándose, consumiéndose en la infinita noche entre olores, caricias del húmedo pasto en el ligero viento, el color de la rosa marchita pétalo por pétalo o la mirada triste de la luna. Pruebo la fruta prohibida, dulce, suave, pero la existencia aún dura húmeda por la lágrima de los ángeles, la vida aún continúa en el triste vagón de un tren que no se marcha... DESPEDIDA El silencio abunda donde observo la rosa marchita de la muerte; las caricias del viento en tu cuerpo, callado, putrefacto; los llantos terribles de la muerte en el funeral ameno, en el adiós hacia el mundo donde el corazón descansa en el pozo de la pestilencia. Abunda el silencio, inmóvil entrando a tu última morada llena de olvido, nosotros resguardamos tu camino, tu funeral, tu muerte. Es el rompimiento y fin de la vida, te alejas, te desvaneces, sólo me queda el olvido. RECUERDOS Este momento oscuro, el oleaje de las palabras sobre la arena sabor a sal en este mundo gris en el fin del universo donde el alma roja y latente deja caer su vida donde la muerte espera, en el abismo interminable
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de mis pensamientos, porque mi niñez vive en la eterna mirada de la nube negra. TEMORES La mirada del terror abundaba en mi techo, en mi sueño recorría el cuarto sin detenerse. En mi soledad se resguardaba; en la oscuridad el viento soplaba: el ligero temor, los gritos de voces calladas, el miedo recogía mi cuerpo, la muerte dormía conmigo; no soy más que polvo en esta vida, el aire del silencio me contempla en la cama dura de mis pensamientos, de mi temor en aquel ruido silencioso del ladrar del perro. Mis ojos se alarmaban pero mi corazón callaba en el sueño incansable de la ventana.
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ISRAEL MIRANDA GARCÍA INSTANTES (1) I Mi amor al silencio tuyo entre cejas encalla. II Ignoro el mínimo detalle de tu cuerpo te conozco, tú, ignoras este poema. III De mi amor a tu amor el más siniestro enlace. IV Primero tu nombre, a cuestas de la noche ... OLEAJE A veces el sol llega, se come los arrecifes y luego se desborda. Tú haces lo mismo, sólo que empujas la roca y puedes extraviarte en mil intentos, puedes dejar tu sangre impregnada en los poros de la roca; no cesarás aún ante la silente respuesta, pero sabes que poco a poco doblegarás las sales y quedarás muy dentro, en compañía de pequeños caracoles. Cuando te veo
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extiendo poco a poco mis brazos, temeroso, y busco con la mirada y mis sentidos el mejor momento para iniciar el más fiero ataque con mis puños cerrados hasta tocar el aire y fraccionarlo en mil ráfagas violentas. Tengo la fuerza de los mil guerreros troyanos, la de la tormenta más fuerte, la del norte que llega y arrastra todo a su paso, que mata y destruye; sé que pertenezco a tu violento mundo de peces en competencia, sé que puedo venerarte con la fuerza de mis necios intentos, si tuvieras alas, me permitirías tal vez un poco sumergirme dentro de tu cuerpo y explorarte lentamente para suicidarnos.
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AMÍLCAR ORELLANA RAMÍREZ AUSENCIAS a Carlos Fuentes I Tuve la sensación de compartir mi zona sagrada con tu nombre. Entre laberintos me encontré al Ché y su boina, me encontré con tu nombre en la puerta. Fuentes habría quedado contento si tan sólo Claudia hubiera espiado bajo la manga del saco. Tu nombre custodia mis escritorio, tiene tintes de gris tu ausencia. Tú custodias mi cuarto, mientras los dos, ausentes pensamos en sumas y libros, en lo que nunca nos dijo mamá, pero que sabíamos con gran certeza: fue el monstruo, la sirena quien nos hizo ir a la deriva. Penetro antes del relámpago -tu llegada- grito mil veces; pertenezco al manantial donde los nombres pierden su configuración. Mi ritual es repetirme. Soy un ciclo que revierte su presencia. II Cae la risa de un niño al suelo, otra risa la incorpora. Sentada escribes formas (me imagino). Dejé de pensar en las calles para correr por el patio de la escuela, una mancha en el cielo, silente, es lo que tu mano me dejó antes de marcharse, una caída de ojos lejana. III Con la misma garra con que me destruyes la sienes, te ofrezco mi victoria, porque sólo merecí morir cuando deambulé con un centavo en los bolsillos. ESPEJISMOS I No soy más que un íceberg dentro de este cuarto, un íceberg embriagado de luz que se lanza al vacío en la noche, al océano de huesos roídos por la arena que tienen mis palabras. ¿Palabras? Más bien gaviotas que revolotean disputando los ojos del verso que el poeta tiró al agua, la última tripa llagada que se arrancó la muerte y se la implantó al reloj para que grite cada hora las sesenta letras del poema. Nadie en el mundo ha retado a la Señora de las Noches, nadie se ha atrevido a mostrarle un espejo a la Medusa y penetrar su laberinto de sueños: añorada ha sido la eternidad, deseado ha sido el día que escoja las sombras y las ahogue en la sangre del Vampiro.
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II Se levanta el viento convertido en en el último dolor que no dormirá esta noche. Vuelve a su forma. ¿Es necesario perseguirlo para tocar su belleza? Siéntate y contempla su ironía, la verdad que destruye la sed de vivir: desierta mentira: arena se entierra en los ojos como la más viva sangre de un lisiado, contempla su perfecta forma, su pureza y su color; ha embriagado a los que destierran la ignorancia con el filo de sus uñas y se la dan a comer a los perros miserables de cuerpos lánguidos. Suerte tienen los que con un soplido pulen la estatua del laurel con el vaho, esculpen el hueso arrancado a la pesadilla. Ah, espejismo impune que condenas a las sombras a ser piedras, a beber el sudor amargo del tiempo, a roer las paredes de hierro oxidado que abortan el odio cada noche comiéndose el vientre al sentirse culpables de ser un espejo sin sangre. III Angustiado camino, te retuerces en busca de la sabia, en busca de la sólida piedra que obstruya el paso de la luz a esta nube de sombras; descubre el rostro que se oculta tras las alas del ángel, toca esa melodía de viento con el arpa de garganta afónica, extirpa el tumor de los presagios amargos, reviéntale las venas y cuélgalas en esas púas sedientas de sangre, amantes del colmillo nocturno. Te has vencido, sol, de recorrer este mismo desierto; ese que esconde la noche tras su misma sombra; te has cansado de ser el que se debate contra el ocaso, en contra del sabor del agua. Sí, ya sé que en el reloj escondes la vida, la ceguedad de tus deseos estériles, escondes los gemidos angustiosos de las noches. IV Murciélago porque sale por las noches, murciélago porque ingiere sangre y duerme viendo el fondo de sus tinieblas. Ingenua víctima que temes a la suavidad de mis colmillos y no al olor de los ajos que se incrustan como un sable oxidado en la médula de mis huesos, que duermes con el espejo sobre tu frente implorando el perdón a la duda crucificada en lo alto de esa pared. Le temes a la oscuridad de mis ojos, a la transparencia de mis manos; eres la partícula de polvo que se esconde en el lugar más recóndito de mi alcoba, evades la tortura de mis preludios con la señal divina: Pregunto: ¿cuándo darás el último golpe con esa estaca de arcilla petrificada? SOMBRA EN EL CERROJO I Una y otra vuelta hacen que este ventilador no deje de reír aunque el viento entre por la ventana y lo empuje; no le importa, ciega es su risa, ciegas son las vueltas que dan las manecillas del reloj cuando se cubre la cara el sol y se le atan las manos al tiempo. ¿Reír? Quizá la brisa del mar juegue con él y le cuente las millones de veces que he recorridos los labios de las islas, de lagunas; las veces que ha viajado en los alto de los veleros o tal vez le cuente lo bien que se la pasa cuando se pone ebrio y festeja sus triunfos soltando su ira contra lo que se ponga enfrente.
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No, este ventilador no ríe, es queja del viento por tenerlo como esclavo, allí, en el techo, colgado como un delincuente, como una araña desquiciada. II Esta vez la lluvia no sólo es agua, todo el día ha caminado por las calles con esos zapatos de tacones altos, no sólo ha tocado las cerraduras oxidadas de las puertas viejas, sino que se acercó a las ventanas y observó el retrato frío de un vaso que se ahoga en el color negro de la angustia. Esta vez la lluvia es una ramera que corre como loca tras la silueta de la noche, se esconde del sol que la persigue para cortarle la garganta y pintar con su sangre las esquinas de los callejones, para pintar el ojo que alumbra el ángel de las manos ennegrecidas, ese que coge las almas de los charcos y las encierra en el laberinto apasionado para los deseosos de agua putrefacta, para los que envuelven las nubes con la lengua del espejo y pasean la hoja de laurel entre sus dientes: para ellos la lluvia no sólo es agua, es un néctar que emana de los labios decrépitos de la muerte. III Sofocados gritos que se parten en el filo de esta piedra, cuando a lo lejos se forma el feto de la noche en el retorcido espejo de la tarde. Ah, devastadores días que han lamido la arrugada nariz al reloj, o le han lamido los pies a los barcos desquiciados, a los que ahora necesitan de un bastón para no hundirse en la cama de cristalinos olanes. No se percatan que la arena se vuelve anciana dentro del vidrio de calaveras marinas que las gaviotas enmudecen donde termina mi verso.
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OMAR ORTEGA LOZADA IMAGEN Quien se ve en el espejo, muere; No sabe cómo, pero muere. CON EL MAR EN LAS VENAS Digamos que no tiene comienzo el mar Empieza a donde lo hallas por vez primera y te sale al encuentro por todas partes
JOSE EMILIO PACHECO 1. Abro los ojos, me miro en el espejo y el mar se mete en ellos; los cierro y entre brisa de llanto producido por las rocas, las olas invitan a merecerme en sus lomos. No siento nada, sólo palabras que aletean en mis sueños. Vuelvo a mirarme en él: sólo agua, no tierra; sola la noche se condena cuando duerme sobre el mar, sólo los cuerpos se enmudecen en los sórdidos momentos del naufragio. 2. Sin querer hago naufragios estas letras. TRAVESÍAS Oculto la maldad bajo las cejas, amarro las miradas a mi cuerpo con unas cuantas palabras -que estoy seguro- a alguien impresionarán. Trataré de construir sueños y emociones en cada escalón
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que me separa de la muerte o tal vez me convierta en un fantasma. Uno a uno los escalo. Unos me empujan, otros quieren comerme los pasos. Subo. Estoy cerca de la nada. Un peldaño más para alcanzar el cielo. Contagiado de alegría, casi palpo las aves y a veces creo que anidan en mi pelo. Un peldaño más para conquistar el mundo sublimarlo a mis pies, para que los demás excitados de la hazaña dejen volar mariposas, alegría. Este es el último escalón donde los recuerdos fluyen y la mente toca el horizonte. Este es el último para después reír en la caída. SELVA Basta pisar una hoja para recorrer el río que disuelve ideas y nos transporta al más íntimo lamento del día. Aquí no tiene cabida la muerte. ¡Que busque sitio en otra parte! Basta un rayo de luz entre la copa para señalar al culpable que perturba la calma. Las imágenes osan colgarse de bejucos embriagados por lo umbrío. ¿Acaso es el silencio? El sollozo del alba lo toca, lo hace suyo.
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EN LA PALMERA Colgada de una flecha la muerte reposa, baila con el aleteo de las aves al ritmo del viento. Un crรกneo degollado por el tiempo nos quita la sed de vivir. HOJAS Las hojas apuntan al cielo, se mecen; la savia fluye. Es el รกrbol quien las ama porque en sus nervaduras la muerte se retrata.
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JAVIER PAREDES KANTÚN CASCADA Cae el agua en el grito de la cascada, un árbol navega en temblorosas aguas. Un primer intento por saltar al llanto donde crecen las noches, por tener entre su vientre el primer instinto de agua. Las sombras te alaban tras las loza, serpientes que han querido ser gota arrastran las astillas que tienen perdidas las acuosas miradas. F1 Corre en la pista, la velocidad se desintegra en el tiempo, corre embelesado por la brisa, sólo una encarnizada carrera, los autos detrás, danzan en la quietud del asfalto, sienten las carnes del aire haciéndolo propio, se desintegran en el instante. Todo es luz: un árbol. VIVE EN MÍ LA NOCHE Toda noche las mujeres sin existencia vagan en los pasillos infectados [de olor a alcohol, mujeres que miran hacia sus recónditos adentros, que destruyen en sus vientres al amo de las verdades; todas corroen purificadoramente las pieles de los hombres embriagados de lujuria. ¡Ah!, miren como ellos se lamen de un néctar necesario, necesario y único que los hace mirar hacia los adentros de mis noches, pero ¡ay! de los que no prestan atención a los anuncios hechos por la benigna [noche purificadora, morirán en putrefactos sepulcros.
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Ella no cubrirá sus insatisfechos cuerpos, no brindará en su elíxir de los pasivos. Crece tu manta sobre mis hombros y yo, noche, teñiré las almas de los ocultos, de los olvidados en prisiones, de todo aquél que sufre.
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LUCIO PARDES KANTÚN SILENCIO 1 Desciende el tiempo en la tinta de la noche. Comprendo la mirada, navega en el silencio. 2 Busco el momento donde el desprecio erró en las venas el principio del silencio. Cabalgo en el reflejo de la espera. 3 La noche termina donde el roce de la piel petrifica el semblante de la mar. Navegamos en el instante en el que agua y tiempo se funden en tu nombre. 4 ¿Cómo puedes observar la mar de este silencio si el palpitar de la nube se mengua en una flor? Su mirada es más que palabras reflejadas en el rostro, la tocas como fuego que hiela el verso. Se pierde
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lo que la mar reúne en ti. PALABRAS Nos damos cuenta de la mirada hasta que se duerme la oscuridad, entonces recordamos que no hay que vivir entre los pasos ocultos de las palabras. Callaba sin saber que mi voz daba gritos como música tocada por los sordos donde sólo los caracoles entienden el sonido. Postrado frente a la muerte revelaré lo que ahora desconozco - centellas marcan mis manos -. Nos encontramos envueltos en la oscuridad, la luz guía el camino y una palabra esconde el silencio. Sólo jugamos a no desear la vida. BARCAS Se posan en la luna: hojas secas que navegan en el eco de las horas; se pasean como si danzaran en el eco de la noche, en cantos inaudibles, eco del silencio. Devoran el tiempo, la mar; ahí revienta mi cabeza y mis pensamientos son finitos, ahí, el grito del amanecer naufraga en la escena. DESPEDIDA Cada partida arrasa en el fuego de aguas, se vierte como el aire. El tiempo en hojas secas ha partido; seguimos los pasos sobre la nube. El sol se ha vuelto pálido
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como el mirar de la tarde. Se abre el murmullo de la flor. RECUERDOS Deja ver la ingenuidad en el baúl de la vida; la observo como ángel en un recuerdo... se acaban en la tinta, mueren al caer el árbol, vuelan entre las páginas multicolores de la mariposa, brindan con la copa de los árboles - callan antes del amanecer - después viene la luz; podrá quedarse con los pensamientos. EN LA ARENA La noche se observa acariciada por la voz, la brisa. Tomo la excusa para encallar en tu piel sostenida por la arena. Deja que la mar toque y te arrastre a las entrañas para ver tu recuerdo convertirse en abismo.
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TANIA SOL PORTILLO MARTÍNEZ OTRA VEZ MUJER Una vez fui mujer del viento. Ahora soy otra vez mujer, sólo mujer... Me pregunto sí mis pupilas lo mirarán como antes, si mis cabellos rozarán el atardecer de sus labios, si su amor será el mismo para mis manos. No lo sé, pero soy otra vez mujer... Ha cambiado mi cara como una rosa que se estampe en su mirada... Otra vez mujer soy, pues he avanzado donde el fuego es agua y la tentación es pena. Otra vez mujer cuando aprovecho la ausencia de la palabra. Otra vez mujer, aunque no sé si los soy porque mis pensamientos se intercalan en la luna. Estoy perdida en el amor, en el verso, en la noche. La tempestad de niña para, se agota en las soledades. Soy otra vez mujer. Y no lo soy. Para tapar la boca con el sol
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se necesita un rostro. Mi cuerpo quiere lluvia, la inquietud de mis manos agarran al mar y lo arrojan al deseo. Mi intimidad es fría, es final, finalmente. Soy y no soy mujer..., no sé por qué lo escribo. Se me ocurrió cuando daba pasos sobre mi cabeza, y porque, muero suavemente sobre los brazos del amor... SOY SOL Soy sol y soy miedo al rayo que cumple mis caprichos soy sol y soy luna soy la costumbre del silencio soy sol y soy sola, sola, sola, y más sola de lo que estoy diciendo, de lo que estoy sufriendo, de lo que escribo; soy sol porque siento que hierven mis entrañas, y mis venas se derriten como estas teclas que aplasto a cada luz a cada muerte que se acerca poco a poco, soy sol porque así me dio el destino. Y así me puso Dios y así, me llamo yo.
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UN POEMA Hacer un poema con la misma fluidez con que besé tu rostro escribir un poema que ultraje las palabras no es pecado es virtud debo purificar el infinito que me aclama hasta que agobie mi mano como se cansa un libro de su espejo debo entrar a mi sombra escribo una fosa un plato un beso una noche escribo desde mi cráneo el fósil lenguaje que vuela sobre la misma fluidez con que enterré este poema. ENAMORADA Estoy enamorada del viento que quién sabe de qué color sea tal vez el del amor o el del palpitar de la nubes Estoy enamorada del humo que pasó por mi cabeza y la dejó fundida atrapada en la música Estoy enamorada del obscuro temor del lápiz que al querer pasar su mano sobre su corazón sólo encuentra cenizas pero sólo al polvo Le puedo decir que estoy enamorada del huracán que dejó el palabrerío del ritmo Estoy enamorada del que escribe versos en el tiempo No me cansaré de decir que estoy enamorada de la flor que dejó la mariposas en tu miradas porque tus labios son los pétalos del cariño Me acabo de enamorar de un fantasma
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que se esconde en mis poemas en las imĂĄgenes en el cabello. Palpita el cuerpo y no me detendrĂŠ hasta que deje de enamorarme de cuanta persona cruce en esta breve nube que vaga en el borrador y se derrite en tus besos guardianes. No me cansarĂŠ de decir que estoy enamorada de todos y de nadie.
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MABEL QUINTO CASTILLO P O E S Í A Poesía es encerrarse mil veces en lo desconocido, abrir las hojas de la naturaleza, tener un nuevo lucero, jugar con las estrellas en un arco iris, buscar; nunca morir. M I V O Z Mi voz que nunca acaba. Mi voz dinosaurio cuando siento mi voz: silencio, color, espejo que sale de mis palabras. Nada y todo a la vez. Mi voz correo a mi boca: montaña, vidrio, papel que nace. Siento un muro, un poema. OTRA VEZ ASTILLAS 1. A veces los vacíos, se llenan de poemas. 2. Mi sombra es un espejo.
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3. Aún veo la silueta, en el horizonte. De tu piel sólo quedó arena. ÉL PIENSA UN PÁJARO Él piensa un color, piensa una imagen. En la transparencia de su piel donde se pierde la noche, mi oído siente la vibración de su canto. Sus reflejos me recuerdan una lágrima, el cielo, una ciudad perdida. Él cree que un árbol seco es un corazón triste.
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NURIT QUINTO CASTILLO POEMAS 1 En algún sitio mi voz llama, atraviesa atmósferas, grita, golpea sin palabras como un ser agonizante, va subiendo, con cansancio, con lentitud va subiendo por un pozo de penumbras, viene de un duro paso seco y aparece su sombra en mi lengua atravesando más allá de las imágenes, se extiende sobre un vacío en la boca de los muertos, excava, golpea el mangle en sus tallos roídos, lleva criaturas en sus ondas, y abre su canal entre un par de muslos, el agua lame y acaricia sus piernas, la herida del río se alarga lenta y por sus venas corren lagartos, surca el denso cuerpo de la muerte. 2 Oigo cantar una ave y veo su plumaje asomar por las bocas de la noche, son pinceladas devueltas por el mismo viento al resquebrajar el canto por el abismo, mi espera avanza en el enigma de un vuelo que se extiende entre las nubes. Yo le quise descifrar el lenguaje para hallarnos en su cuerpo estructural y buscar palabras que devuelvan el verano cálido al nido. Pido al árbol permiso, al sol y a la tierra, al tiempo. Quiero acariciar el canto y arrancar las huellas, darle gracias a las ramas del aire y a las hojas que me nacen luciérnagas en sus cimas, ramas que tiemblan
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y penetran en la tersa oscuridad, ramas que se mecen, que se derraman como cualquier Ave María. Cada árbol mece ojos y carga cantos trémulos, carga a veces una tristeza, pájaros, entre sus plumas el ritmo de la noche se congela. 3 Hoy me cubre un sueño helado, una mirada que se multiplica en soles otoñales. Las hojas resbalan como un rezo por el cauce de mis venas, la luz se cierra, penetra, se hace oír, brota en la línea organizada de mi cuerpo pero aún no se convierte. Las horas van dejando eco tras eco y sólo basta soñar por dentro y por dentro mirar. Como hiedra intento subir por el sueño y tocar el azul cristalino de las nubes donde se sumergen los sonidos y se haya el abismo del abismo y la imagen de un Dios que duerme, se hunde defendiendo su silencio. 4 El cuerpo nunca se acaba, nacemos y morimos, temblamos de miedo sobre la ciudad que alza el día y el miedo nos aprieta la garganta y nos ahoga el llanto contenido, sacude, despierta, alarga la noche cuando esperamos en los pasillos y envuelve mi mente y la de mis hermanos, llega a la garganta de Dios impotente. El cuerpo nunca se acaba y cuando muere sostenemos los puños en el aire, el cuerpo vive la vida que no vivimos.
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5 No hay oscuridad, sólo mis ojos brillan en el espesor. Camino, dejo huellas rutilantes. Mis sombras se ahuecan en un valle de muertes. Hay muros en los rincones, muros infinitos que protegen a los hombres. Busco pretextos por el camino, por el mundo oscuro busco el ojo viviente, el silencio lunar, tu sombra, la luz oscura, el agua dormida de un pozo, la imagen suspendida en el tiempo mítico donde sólo conversan nuestros cuerpos. LINTERNA DE LUNA En tus venas hallé un vacío de luz, un pavorreal cuyas plumas me miran, llaman para envenenarme con estandartes que guarda en su boca. Remo en la oscuridad con una linterna de luna, mis brazos se vuelven dos estrellas. Continúo el viaje. Tus ojos negros me persiguen, quieren llevarme al horizonte de la luz, una culebra empolvada se enreda en mi cuello, dibuja constelaciones en tu corazón de sombras y nostalgia, tus brazos me arrastran en la madrugada, respiran niebla los segundos impares
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de tus piernas, mi piel aturdida enlaza, encaja tu suave deseo despierto entre perlas, los alambres grises devoran muros de magia, están en el abismo de tus rodillas, los días me caen encima. Remueve el zodiaco, una trampa me dirigió a tu sueño, el destino me hizo esclava de tu abrazo, dibujé tu soledad en un espejo azul. Te imagino tocando las aves de sal, los muñecos de hielo, las palmeras que llaman a la ausencia, eres el veneno, cascabel que recorre mi cuerpo, el profundo silencio desde el fondo de mi alma acostumbrada al deseo de sentir tu piel.
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RAÚL RICO GUIDO Mi mano habira de ser una negra tarantula escribiendo mil monos en manada seria mi pecho alegre un ojo de jaguar daria de pronto certero con la imagen pero no pasa nada solo el verde silencio Efraín Bartolomé.
SOMBRAS DEL JAGUAR El jaguar juega a la ronda de la selva rueda royendo los arroyos enrrollándose como la lluvia para hacer su cueva una jícara juega ser luna llevársela a lloverla mojarla para no verla monos con tono agudo sacuden la noche zozobran las ramas crujir de fuego crepitar de ramas incendiando su nombre para no nombrarlo. Se queja el árbol por sus notas Efraín se queja como jaguar como árbol de chacá como árbol a punto de dormir a punto de marimba Hemos llegado al valle -el sol árido penetra carcome- los pinos y el venado se han quedado atrás los jaguares no nos siguieron se quedaron en el recuerdo de los jeroglíficos
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en su recuerdo que desaparece: somos nada Hoy la ciudad despertó húmeda de recuerdos y con olor a follaje las calles contemplan sus árboles adoquinados la selva está cada vez más lejos los venados ausentes y jaguares olvidados recorren los arroyos en noches de luna llena La luna roja estalla en el lago una hormiga queda atrapada en el ámbar del silencio serpiente y jaguar llegan a beber de la misma luna en el combate sólo la noche sale victoriosa Los saraguatos están de luto en la selva ha muerto la noche para siempre en sus pupilas quedan fragmentos de luna llena Estoy ante la tumba de la noche veinte garras me vigilan Amanece jirones de viento arrebatan el canto a la selva su voz ya no se escuchará de tan profunda El árbol de chechén toca a la puerta incendia la luz el viento mueve la verde cripta de la tierra
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el copal llega muerde el paisaje que se pudre ¿ya no quedará aire sobre la tierra? La luz regresará del exilio nos quemará la piel -carcomerá las horas para hacerlas más lentas- nos asfixiará esta osadía por derribar árboles por destruir nuestra única y misericordiosa casa Hace seiscientos años que me habito conozco al colibrí flor guacamaya mar aún los conservo intactos perennes en la sabia de mis sentidos he aprendido a dividir el tiempo a beber la respiración de la luna a ver al frescura de los arroyos a tener en el recuerdo la forma del jaguar En este ritual no se puede cantar por nuestros muertos pero sí cantar y morir al mismo instante lloran las flautas pasean su voz los tunkules el grito de los carapachos es el copal en esta danza los grillos se comen al sol la luna rinde pleitesía en este eclipse de razas se fue el sol llegan los framboyanes (sangre en vano intento) Las tinieblas hacen callar las flautas sin rostro llega la noche sin rostro el rostro de estas piedras se quedó en los caracoles
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(sol devorado por la luna) Ritual escalinatas mĂĄscara vegetal penacho de jaguares estatuillas apuntando a las seis latitudes del tiempo extraĂąan la caricia de los rituales un fugitivo se atreve a tocarlas gimen rompen el silencio de su barro
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EMMA LIGIA RIVERO UCÁN TÍTERES 1 ¿Por qué la actitud de los títeres es dar marometas que el tiempo guarda en un vergel falso? ¿Dónde queda su vida? No está en las cuerdas ni en las manos de la noche cuando el silencio oculta una imagen disecada o escapa por la fisura que dejan nuestros cuerpos. Nadie sabe por qué platican si no tienen un cielo en quién creer. ¿De cuál lado del horizonte serán cómplices? ¿Dónde queda la respuesta si no tienen preguntas? 2 Los títeres se burlan del tiempo, viven tendidos sin saber quien los acaricia. 3 Podría hablar de mí, pedirle al tiempo vida sin cuerdas, incrustarme en un eco, colgar el olvido a una de mis trenzas, para que al despertar el viento fuese mío como las manos clavadas a mi espalda... LA FUERZA DEL MAR La fuerza del mar era el espejo que arrojaba mis sueños a la infancia:
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sus olas atravesaban mis manos. cada impulso era una pluma; cada pluma, una noche y la noche; un desierto, el desierto, el oleaje. Las palabras nacían de los caracoles que el viento hacía llover en reflejos sobre la arena. En este playa anidaban sueños y ciudades, silencios y árboles. Solamente las nubes conservan la mirada. ES LA LETRA Es la letra que me hunde en el insomnio de su imagen, es la partícula de nada que nada como pájaro entre mis vísceras, es una porción de segundo que invade y crepita sobre la almohada; también es la fuerza de mi nombre, el espejo que revela mi cuerpo al contacto de otro espejo, la chispa que me crucifica cuando queda sola la noche; es la boca que traga la boca de otra boca llamada silencio. HA SANGRADO LA PIEDRA ¿De quién ha sangrada esta piedra? Queda su nombre, construye un castillo donde el mundo suele romperse en un crucigrama. El vacío permanece intacto, la roca se mueve, busca las palabras que erosionan a la noche. Ella es la culpable de esta herida
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que se desgarra en la incertidumbre de mil preguntas que hoy se pulverizan. DOBLE MISTERIO Hay una alma que huye cuando el sol calla, hay otro silencio que se escribe cuando una palabra muere, hay un doble misterio al final de la boca, hay una canción que se mira en un espejo, ríe, llora, vuela y se estrella en el cráter de un volcán. Hay un rostro con dos máscaras a punto de perderse, hay un cuerpo que oscila junto a los cristales, calla al sentir las notas del tiempo, grita al sentir la nada sobre su espalda: Hay dos voces, dos mares, uno vuela y el otro desgarra.
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YUSI SABIDO ERES MATERIA La tarde se apoyará en ti, quizá tu blancura se estremezca, se acercarán un instante, y serás lápida de miles de insectos, tal vez te llenen de retratos, o te tapicen la cara con letras turbias de niño; mañana serás el que sostendrá el tiempo, poco a poco caerás en la negrura de la araña, te hará sucio; pero estás ahí, y será tu fantasma, porque él te cruzará, y tú le abrirás paso, y aún así, serás materia. UNA TARDE 1 Relincha la mañana, mi nostalgia pasa por ese jardín que se oculta detrás de un galope, tal vez ha decidido ser estatua. 2 En el bullicio de un café el aroma a mundo, el sabor a poesía en un rincón, unos niños, una melena larga, blanca, quizá sean encadenados muslos en la madrugada. Pero el sol es un asesino hasta la noche.
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NOSTALGIA TURBIA Me pierdo en las notas turbias de esta melodía. Amanezco ante la mirada sangrante de cien ojos, ¿qué pasará cuando una mano temblorosa me remarque las pupilas y un silencio oculto entre las sábanas salga? Podría rechazarlo, pero me es imposible, una luz me habla, y dormiré, y me pasearé por los jardines de un sueño; hoy tal vez le robe un beso a una silueta y tal vez me estremezca al escuchar el canto de la nada. Después, caminaré en silencio frente a la nostalgia; lo he pensado, me encerraré en la distancia de un recuerdo. VIDA Se toma a sorbos una parte de mi existencia, lamenta la madrugada en que mi madre dio a luz, quizá suicidándome logre pagarle la mañana de mis recuerdos; pero no, me enfrentaré a ella y le acuchillaré su carne que no existe. Estoy sola, no encuentro ningún ángel del buró, estallo en un presentimiento, corro, viene tras de mi, a la diosa de mis locuras le envenenaré la sangre con una gota de esperanza, busco, pero mi suerte atardece y despierto en la fría abertura de la tierra. Hoy comprendo, basta una palabra de silencio para despertar en la muerte. RECUERDOS En cuál espejo azul de esta laguna miraré mis años más pequeños. Cuando aquellos ancianos
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se bañaban de sonrisas y ternura, para pensar una vida bastaban unos instantes muertos, ¿Por qué el padre de nuestras esperanzas se llevó al abuelo? tal vez porque la madrugada nos disfrazó a todos y recuerdo los cantos de la creadora de mi origen. Puedo sentir la alegría de mi padre, puedo desear ver la felicidad en diciembre; hoy, miro hacia atrás, miro al tiempo que se traga mi pasado, escucho una risa lejana que se pierde ahí, donde nunca la mano de ahora se posó. Quizá aún estas lágrimas no sirven en la oración. vamos, me tomaré de la mano de la lluvia y le pediré que me devuelva las piedras. Vuelve vida, pensando en mi infancia, grabo estas manchas de tinta; pero aún así, pido a la muerte que guarde mis riquezas. Son ellos los que hasta hoy me aguardan con la luz prendida y derraman un cristal por cada fecha en mi calendario de luto.
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GERMÁN SOLÓRZANO HIDALGO INSECTO ODONATO Insecto, ¿cómo has llegado aquí? ¿Acaso la oscuridad te trajo o es que huyes de tu cansancio? Te has detenido sobre la mesa un instante. ¿Qué fantasma te llama, qué pensamiento te invoca, acaso vas sonámbulo a donde te lleven tus alas? ¿Quién osa arrancar tu soledad? ¿Qué mirada desea robar la silueta de tu fuga? Yaces sobre mi libreta, esa puerta desconocida, lápida que funde el silencio de su soledad. No sé si eres pétalo de flor azul. Serás acaso la conciencia de la poesía, la poesía misma. INSECTO LEPIDÓPTERO La mirada silenciosa osa raptar tus colores que el alba ha tenido de arcoíris. El aire desea robar tu vuelo mientras el tiempo dibuja el compás de tus alas. Te posas sobre una rama que el sol sofoca, esa puerta donde voces se encierran y la luz se desvanece. Qué obsesión de tus alas por volar entre el viento y aventurarse en el vacío. Eres cogollo de rosa desnuda, gota de rocío que las plantas desean comer a bocados. Hoja misma de árbol, mi palabra se pasea de rama en rama. NEBLINA Una hoja se pierde y las voces entre los árboles se esconden mientras el día se ahoga con tantas hierbas llenas de rocío que atraen a los insectos.
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Los รกrboles son fantasmas que poseen la tierra cuando la nieblas no muere y los hombres se asfixian queriendo romper su silueta mientras huyen. Dos miradas se cruzan entre la niebla bajo la hipnosis del tiempo. Un espeso aire mata a las voces que se desangran. Sรณlo el silencio queda ante tanta ceguedad. La niebla ante la mirada del sol se desvanece.
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MEZTLI V. SUÁREZ MC-LIBERTY RECORRIDO INTERNO a Salvador Lemis Tras estas líneas que el mar borra palabra a palabra cae la noche y la luna ancla en mi pecho en alguna parte parte el barco sigue el cauce de mis venas de mi sangre embriagada de misterios el silencio forma parte de los recorridos que ignoro pertenezco a dos cuerpos opuestos el bien el mal en un rincón de mi mente donde nadie nos libre del naufragio Tengo tatuada el alma con pájaros dormidos faltan las redes para atrapar el momento de un latido he ahí la luna incrustada luz que alumbra los abismos ASTILLAS 1 Cuando la luna deja caer su máscara de tizne veré a través de sus ojos Cuando se cierren devoraré el fantasma que la observa 2. Sé que los relámpagos congelan cada lágrima tuya Estás frente a un muelle en espera de barcos hundidos 3 La enorme luna agoniza todas las noches en los tejados de niña le platiqué mis miedos que eran un abismo a la mitad del silencio
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ahora es anciana y yo una adolescente la contemplo está a un sueño por noche nació igual que la palabra (las dos a punto de extinguirse) el ámbar de la luna algún día será cenizas entonces el río quedará tatuado de luz debajo de su cauce alguien la observa HIPÓTESIS DE LA CREACIÓN LUNAR Nació en lo más profundo de la noche lo sé por el mar los locos y las barcas se creó de una sonrisa y cada poeta tiene una luna de mármol o de plata la pequeña de obsidiana la perdida la luna ensagrentada la negra la creciente y la blanca sé que está bajo el manto de la Vírgen y un ángel la sostiene con las manos heridas en la cuna donde arrullan los sueños perdidos vive en el fondo de nuestros ojos en un charco una mirada MEMORIA SIGLOS MÁS TARDE 1 Por las calles de mi pueblo la luna llena me acompaña su luz sigue los pasos de mi sombra mi abuelo me enseñó a no temerle dijo que algún día tendría las manos grandes como él para poder desaparecerla de la falda de la noche no mintió es demasiado pequeña o demasiado grande para caber en mi miedo una vez quise beberla en mi taza de café sentir temblar su frágil cuerpo en mi garganta
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2 Un rincón en el cielo busco un rincón donde el tiempo no la apague Asoma mi infancia al viejo pozo a un vacío que no alcanzo mientras mi padre la extrae en un cubo la noche se disuelve en mi memoria el carrillo crece en el crujido de su oxidada vida mutilada sube la luna dos lunas tres tiemblan ¿qué es un río sin su luz sin su alma para mover el vacío de su cauce? En el agua encendida la observamos lejos de nosotros sola. 3 a la memoria de Eddy Arturo Suena el saxofón y deja en la noche su música melancólica que penetra en el aullido del plenilunio nos dejaron solos te quedan recuerdos de lo que fue solamente la página llena de palabras que hablan por sí solas bajo esta laguna descansa su alma yace eterna en un sueño perdido en la profundidad de nuestros ojos bajo esta agua lejos naufraga su corazón que hoy se incendia de peces mañana Dios alumbrará su camino
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4 De niĂąa con un frasco caminaba por la arena recogiendo las lunas que el mar olvidaba
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FRANCISCO JAVIER VIERA HAU IDENTIDAD Tu sueño se ha enmohecido tu mirada fija sobre el hombre petrifica a noches su temor de vida mi mano se ha envuelto en filos de pecados yo soy bestia eres hombre bajo tantas sombras he vivido tantos años no sé qué idioma hablo la espiga del maltrato brota en mi alma los latidos sordos derrumban muros marcados por la muerte así los cielos cuerpos descansan bajo tantos acechos de la noche nace en mi la bestia melancólica. MIEDO El miedo se ha apoderado de este vasto infierno sólo ha quedado el murmullo del silencio su vida ha muerto el rincón del poema desolado abre pasos sombras pasan, no se ven no se escuchan bajo el flamboyán hostias múltiples lágrimas en sangre evidencia viva el cielo se ha enfurecido sólo el ir y venir del recuerdo baila en la conciencia el cielo se obscurece los gritos de aquel niño no son los mismos su voz furia eco sin retorno su mirar desgarrantes desprecios ante cuerpos mutilados por la hoguera
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al filo de la muerte duermen las aves CASTILLOS DE ARENA Castillos de cristales reflejados en virginidad pura no callar más flautas ya no hablan el mar las ha arrojado al mundo oscuro del laberinto que se ha transformado en bestia nocturna la noche ya está presente la piel se congela con su canto su canto transformado en relámpago irá hacia tiempos más remotos del olvido caracolas abandonadas en el desierto marino humedecido por el llanto de mares ríos y lagunas han dejado huellas profundas han dejado su culpa en mi cuerpo descansan los pecados han dejado huellas
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JORGE ENRIQUE YAM YAH MUERTA DE ORGULLO Esta fue mi bicicleta ahora la veo y digo: diversión de la nostalgia manchada por el tiempo agarrada de la vida junto con la alegría aire que me absorbe entre manos y que luego me desprecia lo que toqué por un segundo o cada instante se fue en el silencio de la esquina allí está arrumbada esperando que un día alguien la utilice aquí está dormida junto con mis pensamientos. MARIPOSAS Somos acuarelas de la noche sobre la faz de las estrellas sabor de labios en silencio diversión de animales en lo natural o atravesar espejos para ver las sonrisas hojas flotantes que divierten el cielo entre colores. VERDE ÁNIMO Mano sembrada en la tierra que tocas el cielo con tus ramas hoy es otoño dejas caer sin sentimientos a tus hijos llora llora crecerán más y más a tu lado los secretos verdes de la lluvia tu amiga la sangre que llevas en el alma
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y la que le das a tus hijos los nueños retoños en cada uno encuentro vida dolor y angustia es lo que uno sufre entre escombros de follajes entre los más perdidos para una madre. DESEO OCULTO Entre la noche mi casa me acompaña a los latidos de luz que queman las risas los sueños al filo del tiempo después de la noche para esconder mi olvido en tu deseo. MADRUGADA El mar nace en donde el sol se peina y las flores brotan como esmeraldas en tus ojos tantos que todavía el sol no ha traído a esas fragantes mariposas. HA NACIDO LA NOCHE En tus senos mis manos se rasgan transformándose en torbellinos que descienden de lo oculto quiero descubrir la luz que de tu boca nace noche ¿Por qué lloran tus hijos si viven en ti?
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Como horas ocultas se convierten en fantasmas cuando la luz ha nacido en donde las estatuas no ríen y el amor no cambia de vida ¿Por qué ha nacido la noche? EJEMPLO En tus barbas yace la sabiduría que hace a más poetas todo cuerpo lo das buscando el arte de cada ser como luz en la noche que entre los pensamientos divagan como los barcos viejos que con tanta noche encima son muy difícil de vencer eres una joya que ronda entre el oleaje del tiempo abres las puertas al amanecer con una sonrisa en la vida que abstrae el arte de cada mundo que entre el mundo perdido yace. LA NOCHE En el silencio del viento dije adiós a mis hijos en el partir de las sombras que alargan esta tierra manchada de sangre que entre las ramas vive como llorando el amanecer que yace en un árbol seco y amargado en lo obscuro de esta tumba. NOSTALGIA Necias sombras que entre el llanto ríen
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donde la vida suena deseando mi olvido que resplandece en un lugar obscuro hasta que amanezca y el lucero se levante en nuestros corazones.
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