De cuicuilco a los chichimecas ver final

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“De Cuicuilco a los Chichimecas, aproximación al desarrollo urbano arquitectónico de las culturas del centro de México” Martínez Burgos Ramón Javier1 Vanoye Carlo Ana Raquel2

Dime (ya que eres tan sensible a los efectos de la arquitectura) ¿no has observado que al pasearte por esta ciudad, que entre los edificios que la componen, algunos son MUDOS, los otros HABLAN y otros, en fin, los más raros, CANTAN? No es su destino, ni siquiera su forma general lo que los anima o lo que los reduce al silencio. Eso depende del talento de su constructor, o bien del favor de las musas.3 Enfrentar el estudio y la comprensión del fenómeno que representa el Urbanismo y la Arquitectura de Mesoamérica4, resulta todo un reto, aún a la luz de las diversas investigaciones y la amplia información que fluyen día con día. A pesar de contar con textos, realizados desde la década de 1950, que exploran diferentes aspectos urbano-arquitectónicos de diversos sitios arqueológicos5 y con los documentos que asientan los primeros conceptos de la Arquitectura y el Urbanismo Mesoamericanos desde 1980, 6 su estudio al

1

Facultad de Arquitectura, UNAM, arqjav@yahoo.com.mx Facultad de Arquitectura, UNAM, raquelvanoye@gmail.com 3 VALERY, Paul, Eupalinos o el arquitecto, “Eupalinos ou l´Architecte”, traducción de Mario Pani, México: FA-UNAM, 4ta. edición, 2002, p. 32 4 KIRCHHOFF, Paul, Mesoamérica en Acta Americana; 1943; reditado por Dimensión Antropológica, México 2000, p. 92-107 Kirchhoff, tomando como base los estudios previos de Alfred Kroeber sobre el concepto de “áreas culturales”, así como las consideraciones de Clark Wissler y Eduard Seler; identifica y clasifica, conforme a su definición, diversas regiones geográfico-culturales, entre ellas “Centro de México”, Área Maya”, “Región Norte”, etc. 5 MARQUINA, Ignacio, Arquitectura prehispánica, México: INAH, 1950. En su libro, Marquina describe sistemáticamente los hallazgos realizados, hasta el momento de su edición, en todo el territorio mesoamericano. Esto lo convierte en una fuente de consulta obligada. Sin embargo, el hecho sobresaliente de que, en la información contenida en este texto, resalte persistente y significativamente los aspectos urbano-arquitectónicos manejados por las culturas y/o sitios descritos (a pesar de que en aquel momento la información con la que se contaba era casi en su totalidad arqueológica o antropológica) lo hacen un texto vigente en el estudio de esta disciplina. 6 SANDERS, William, WEBSTER, David, The Mesoamerican Urban Tradition, USA: American Anthropological Association, 1988, p. 521-546 Entre los términos que utilizan Sanders y Webster se encuentran los de “ciudad administrativa” y “ciudad real ritual”; dichas clasificaciones están basadas, principalmente, en el papel que pudieron 2


inicio de la segunda década del siglo XXI parece arrojar, cada vez, más incógnitas que certidumbres. En todo caso, la fascinación que transmiten los logros que las culturas antiguas de Mesoamérica alcanzaron en sus diferentes asentamientos en cuanto a: organización espacial, conocimiento técnico y tecnológico, ritmo, balance, trazo, proporción, emplazamiento, estética, etc. se refiere, constituye un punto adecuado de partida para su estudio y análisis e inclusive una base unificadora que puede dar un nuevo sentido a las definiciones ya rebasadas como el propio concepto de lo mesoamericano y consolidar algunas nuevas.

Mapa de Mesoamérica y sus sub-regiones geográfico

culturales;

tomado

de

Arqueología Mexicana.

Una vez que hemos recordado que, las ciudades o emplazamientos y sus diferentes géneros, características y dimensiones, son el objeto de estudio del urbanismo y la arquitectura mesoamericanas empezaremos por mencionar, a manera de semblanza, algunos de los preceptos y metodologías bajo los cuales se ha llevado a cabo el estudio de los asentamientos de diferentes culturas y de los diversos criterios que caracterizan su aplicación. Y aunque en principio, la adopción de dichos preceptos y metodologías puede no haber sido lo más acertado, lo cierto es que la investigación continua y los recientes descubrimientos nos han acercado al entendimiento y comprensión del universo urbano arquitectónico mesoamericano, o al menos a una buena parte de él. Posteriormente, abordaremos el caso del “Centro de México”, que es la región que nos ocupa y que, dicho sea de paso, contiene el ejemplo de haber desempeñado los asentamientos en la antigua Mesoamérica, conforme a los datos obtenidos y analizados de las fuentes históricas del siglo XVI y conforme al manejo y administración de los recursos o la concentración de grupos ideológicos.


Arquitectura y Urbanismo por excelencia de ese universo mesoamericano: Teotihuacán. Por último, al terminar con la reseña cronológica, estaremos en condiciones de plantear, inclusive haciendo uso de las herramientas, metodologías y plataformas que las diversas disciplinas ya han utilizado y de la información de ellas emanada; la propuesta de un nuevo enfoque que permita acercarnos aún mas al entendimiento de las razones y/o circunstancias que pudieron influir en el proceso de planificación de un asentamiento prehispánico o en el diseño y conceptualización de una obra arquitectónica mesoamericana. A finales del siglo XIX, los recientes hallazgos realizados por un gran número de exploradores,7 influyeron impregnando el estudio del fenómeno de la arquitectura y el urbanismo mesoamericanos de una profunda visión eurocentrista. Urbanistas, sociólogos, economistas e historiadores,8 importaron modelos de explicación previamente aplicados al estudio de las antiguas civilizaciones euro-asiáticas, que ayudaron a la adopción de conceptos como el de “Ciudad Estado”, “Centro Ceremonial”, el propio concepto de “Ciudad cosmopolita”; así como “asentamientos tempranos”, “asentamientos urbanos”, entre otros. Más recientemente, y al parecer, el conocimiento y la visión aportada por otras disciplinas, como la Antropología, la Arqueología, la Etnohistoria e incluso la Filosofía, han contribuido a consolidar conceptos como el de “ciudad militar”, “asentamiento preindustrial”, “asentamiento cívico-ceremonial” o “centro administrativo”. De hecho, el caso específico de la arquitectura no ha sido menos singular en la aplicación de dichos conceptos o modelos de explicación 9. Al decidir adoptarlos para que tanto ella como el urbanismo, últimos en consolidar

7

Baste mencionar a: John Lloyd Stephens, Lord Kingsborough, Jean Frédérick Waldeck, John Erick Thompson, como algunos de los muchos exploradores que durante todo el siglo XIX, y aún a principios del XX, inundaron de información del Nuevo Mundo al Euro-Central, despertando con ello su admiración. 8 VIT, Ilán, Principios del urbanismo en Mesoamérica en Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México, México: UNAM, n. 22, 2005, p. 74-85 9 Como por ejemplo: arquitectura ritual, arquitectura ceremonial, arquitectura cívico administrativa, arquitectura suntuaria, arquitectura simbólica, entre otros.


su presencia en el estudio de lo mesoamericano, tuvieran una forma clara de interpretación y comunicación, investigaciones y textos como los realizados por Alfonso Caso, Ignacio Bernal, Ignacio Marquina, Paul Gendrop, William Sanders, por mencionar sólo algunos, terminaron siendo en su mayoría análisis de forma y función. Y, aunque son coherentes con los métodos y herramientas desarrolladas antes por otras disciplinas; arrojan conclusiones parciales sobre la explicación de ambos fenómenos. Es decir, la Arquitectura y el Urbanismo poco han hecho en su papel natural de aportar elementos de análisis, discusión, reflexión y conclusión al estudio de la mayor parte de los emplazamientos mesoamericanos. Esta falta de interés por ambas disciplinas; tal vez por avocarse a la solución de las tareas de la vida y las sociedades contemporáneas, ha desembocado en un vacío de información y conocimiento que ha impedido construir “un puente” entre las metodologías y plataformas que cada ciencia o disciplina ha aportado al estudio de este objeto. La falta de enlaces impide extirpar, para estos casos, las razones y los elementos que debieron influir en la conceptualización y materialización, desde la óptica del ejercicio proyectual, del fenómeno del urbanismo y la arquitectura en sus diferentes escalas, géneros y proporción; y que va desde la selección del sitio para un emplazamiento urbano, hasta el trasfondo conceptual que aportó los elementos de diseño de una edificación. Dichos vacíos también existen para el caso del centro de México y el resto de las culturas que ocuparon este territorio, aunque es inevitable mencionar a su favor que la región nos ofrece un amplio panorama debido a la cantidad y calidad de las investigaciones que por más de 100 años se han realizado consecutivamente por diversos especialistas, y que se sintetizan en un mapa urbano arquitectónico con secuencia evolutiva diacrónica y sincrónica exhaustiva. Por lo que es necesario que, la Arquitectura y el Urbanismo asuman la responsabilidad de esta tarea y lleven a cabo la construcción y definición de estos procesos de relación, entre los estudios ya efectuados y la aportación de nuevos conocimientos, para poder dar los siguientes pasos en la mejor comprensión de los fenómenos que nos competen. Más allá del surgimiento de las nacientes civilizaciones en Mesoamérica,


entendidas como las primeras organizaciones sociales complejas, entre cuyas manifestaciones encontramos aquéllas urbano-arquitectónicas que trascienden el ámbito o la escala habitacional10, la oportunidad de analizar lo que sucede en el centro de México y su rico mosaico de manifestaciones, muchas de ellas contemporáneas a los Olmecas 11, nos puede permitir identificar procesos de intercambio cultural, señalar la

evolución de algunas aseveraciones

formuladas sobre diversos aspectos de esta cultura y

podría darnos la

oportunidad de identificar avances específicos y regionales que puedan constituir las pautas del perfeccionamiento y consolidación de un modelo de planificación, diseño y conceptualización que probablemente se pueda replicar posteriormente en el resto de Mesoamérica. El caso del centro de México empieza con el estudio de sus primeros asentamientos, ubicados en la cuenca hacia el noroeste Tlatilco y sur-sureste Cuicuilco y Tlapacoya, que surgen en el llamado período preclásico medio y superior entre el año 1200 y 200 a.C. Estos sitios llaman la atención por su interpretación de aquellos pasos aparentemente iniciados por los Olmecas en su relación cosmogónica, en la organización de su espacio y en el significado de su arquitectura, además de aportar nuevos elementos de diseño y composición.

10

GROVE, C David, Los Olmecas, en Arqueología Mexicana, México: Raíces, 1995 V-II n° 12, p. 26-33

De acuerdo con David Grove, los Olmecas son una de las primeras civilizaciones que desde 1150 a.C. se desarrollaron al oriente del territorio mesoamericano, particularmente entre los estados de Veracruz y Tabasco y que, a través de la relación entre su cosmovisión y su organización social, articulan el vínculo entre la arquitectura y el pensamiento; expresándolo en la construcción de los basamentos tronco piramidales y el concepto de la montaña sagrada. Como es el caso de lo que sucede en el complejo “A” y su montículo “C”; en la ciudad de la Venta, dicho complejo recrea un espacio mítico y sagrado; además su edificación interpreta y abstrae la forma y significado del volcán de San Andrés en la Región de los Tuxtlas en el sur del estado de Veracruz. 11 La cultura Olmeca además de usar las formas de organización del espacio y materialización de la arquitectura, que en el texto se mencionan, utiliza la orientación del norte magnético como un eje compositivo y de organización del espacio lo que otorga axialidad, ortogonalidad y simetría a sus emplazamientos. También se auxilia de las distribuciones perimetrales alrededor de plazas, e inclusive marca por primera vez la frontalidad de la arquitectura destacando, de las diversas caras de sus construcciones, una que se desarrolla con un espacio en particular; finalmente la interrelación que existe entre los diversos elementos arquitectónicos, aún cuando haya una amplia brecha cronológica entre ellos, nos permite enunciar un principio de planificación. Todos estos elementos serán llevados a través del intercambio cultural a otras regiones de Mesoamérica, resultando muchas veces, en interpretaciones locales ajustadas a la cosmovisión y circunstancias de cada grupo, cultura, área o región geográfico-cultural.


En Tlatilco es de notar que siendo un asentamiento aldeano campesino, para este periodo evolutivo, hay un notable crecimiento de la población, lo que propició la división social, la especialización del trabajo y una organización productiva más compleja12; aspectos que se ven representados en la aparición de un tipo de arquitectura habitacional, cuya diferenciación única es la aparición de basamento o terraplén con escalinatas axiales al acceso de la habitación, que distingue algunas casas de la mayoría; otorgándoles “jerarquía”. Esto parece evidenciarnos el binomio que posteriormente resultará indisoluble en la arquitectura mesoamericana “basamento tronco piramidaltemplo”.

Reconstitución hipotética de una casa habitación en Tlatilco, MNA.

En Cuicuilco, entre los años 600 al 200 a.C., aparece una red de espacios interrelacionados, que se articulan mediante sistemas de plazas, cuerpos artificiales de agua y posiblemente grupos de edificaciones con fines o usos diferenciados entre lo cívico-administrativo, lo habitacional y lo ritualceremonial. A nivel arquitectónico Cuicuilco presenta la evolución de un concepto ya ensayado por los olmecas, al cual se le adiciona la relación o interacción visual con el entorno natural: la representación que ejecutan los constructores de Cuicuilco se basa en repetir del modelo Olmeca la abstracción geométrica del paisaje y la montaña o en este caso el volcán Xitle; representado por la pirámide circular y su innegable relación visual entre el elemento arquitectónico y su entorno natural. Tlapacoya 12

también

está

emplazado

al

sur

de

la

cuenca,

GARCÍA MOLL, Roberto, Las primeras sociedades agrícolas, en Arqueología Mexicana, México: Raíces,2007, vol. XV n 86, p. 30-33


específicamente en la ribera norte del lago de Chalco. Es un asentamiento aldeano campesino de mediano rango con una ocupación importante, tal vez por su cercanía con Cuicuilco. Entre las contribuciones que en materia de arquitectura encontramos en Tlapacoya es de resaltar la que se refiere a la incorporación, a manera de extensión, de las faldas del cerro del Elefante colindante al lugar de emplazamiento, a través de una serie de plataformas que separan y a la vez articulan el espacio intermedio o de transición entre el medio ambiente natural y el espacio del asentamiento de la comunidad. 13 Apuntando con esto un nivel de jerarquía urbano arquitectónica sin precedentes.

Sin embargo, a pesar de estos logros, ni Tlapacoya, ni Cuicuilco lograrán prevalecer o competir con lo que años después significará Teotihuacán. “La ciudad de los dioses” como muchos la llaman, recapitulará entre las cenizas de Cuicuilco y la herencia ancestral de Tlapacoya14. Las constantes erupciones del volcán Xitle, ubicado en la cordillera 13

FLORESCANO, Enrique, Los olmecas, primer reino de Mesoamérica, en www.revistadelauniversidad.unam.mx/3807/pdfs/5_18.pdf Florescano menciona en este texto que son los olmecas, quiénes en la planificación y construcción de su ciudad, de la Venta, en Tabasco; hacen una distinción por primera vez entre ciudad y campo; por lo que de ser cierta dicha aseveración, los arquitectos de Tlapacoya dan un paso hacia adelante en este esquema funcional de la ciudad, ya que no la separan como urbanización del campo, sino mas bien los articulan al generar por medio de un elemento arquitectónico un punto de transición que interactúa entre el afuera del contexto natural y el adentro de la ciudad o asentamiento. 14 Autores varios, La cuenca de México, en Arqueología Mexicana, vol. XVI, no. 86, 2007 En el artículo escrito por Joaquín García Bárcena menciona que Tlapacoya es uno de los sitios que mas información aporta de la ocupación temprana de la Cuenca, tal vez desde el arqueolítico superior hacia el año 30,000 a.c. con lo que él llama los primeros pobladores. En una siguiente investigación y para el preclásico temprano 2500 a.C. con las primeras sociedades agrícolas, Roberto García Moll sitúa a Tlapacoya como uno de los sitios en el que se ha localizado abundante evidencia sobre las primeras aldeas de la Cuenca. Mario Pérez Campa, por su parte, situará a Cuicuilco aún en el preclásico temprano hacia el 1200 a.C. pero su apogeo lo fechará hacia el preclásico tardío alrededor del año 400 a.C. El abandono de estos sitios es incierto la ocupación moderna de la cuenca y su rápido crecimiento y expansión borraron u ocultaron para la historia los datos concretos, lo que si es un hecho es que ni Cuicuilco , ni Tlapacoya habían sido abandonados para el surgimiento de Teotihuacán en el año 200 a.C. por lo que la aparición de esta gran ciudad no estuvo condicionada del todo por los desastres naturales que acompañaron a la cuenca en su extremo sur debido a las constantes erupciones del “Xitle”; de hecho es muy probable que estos asentamientos hayan sido contemporáneos y que hayan compartido y generado un estrecho intercambio cultural; por lo menos entre los siglos 200 a.c. al 200 d.c.; fecha en que parece haber sucedido la ultima gran erupción del Xitle que fracturo por completo la estabilidad natural de la cuenca en su extremo sur.


montañosa de la sierra del Ajusco, vendrán a colapsar la vida y ocupación de toda la franja sur de la cuenca, y aun cuando dicho suceso no es determinante en la aparición y consolidación de Teotihuacán 15, ya que para su primera fase de ocupación alrededor del año 150 a.C. tanto Cuicuilco como Tlapacoya presenta un desarrollo paralelo; si lo son las experiencias aportadas y ya enunciadas por ambos sitios.

Pirámide circular de Cuicuilco, fotografía del autor

El inicio urbano arquitectónico de Teotihuacán no se explicaría sin las aportaciones de Cuicuilco y Tlapacoya. La primera fase de Teotihuacán, situada entre el año 150 y 100 a.C., y hasta el 100 al 150 d.C., materializa la construcción de sus grandes obras: la pirámide de la Luna y la pirámide del Sol, el tramo de calzada que los une y la arquitectura habitacional residencial y administrativa que los acompaña. La segunda fase de este desarrollo urbano arquitectónico, entre el año 150 y 350 d.C., consolida el eje norte sur de la calzada como el órgano rector o columna vertebral de la ciudad, y en sus laterales, el vínculo entre la arquitectura habitacional suntuaria y la cívico administrativa se volverá sumamente estrecho por que comparten un mismo esquema de distribución espacial. La tercera fase de desarrollo urbano arquitectónico es protagonizada por dos acciones definitivas en el discurso de la ciudad y su arquitectura: la desviación e incorporación del cauce del río San 15

SCHÁVELZON, Daniel, La pirámide de Cuicuilco, álbum fotográfico 1922-1980, México: FCE, 1993, p. 24-26 Schávelzon menciona que los fechamientos, obtenidos por las diversas exploraciones realizadas en el siglo XX, sitúan a Cuicuilco con una ocupación ya entrado el Clásico mesoamericano, es decir para el año 200 o 300 d.C. lo que utiliza para afirmar que Cuicuilco no es el antecesor de Teotihuacán, y que más aún durante por lo menos un par de cientos de años tuvieron un desarrollo paralelo


Juan al trazo de la ciudad, haciéndolo pasar perpendicular al eje de la calzada, y la construcción del conjunto de la Ciudadela. Es, esta última construcción en la que se aprecia que el desarrollo de Teotihuacán llega a su máximo apogeo y también es en ella donde se resume el desarrollo arquitectónico de la ciudad: los tres grandes géneros de la arquitectura, la simbólica ritual, la cívico administrativa y la habitacional se funden en este solo conjunto 16. En suma es importante resaltar sobre la arquitectura y el urbanismo de Teotihuacán los siguientes aspectos: la ciudad inicia con dos grandes y magistrales construcciones únicas en su tipo y magnitud cuyos ensayos y/o experimentos no están visibles en la ciudad17, lo que plantea varias interrogantes, ¿son las experiencias constructivas y espaciales de Cuicuilco, Tlapacoya, Tlatilco y los diversos sitios tempranos de la cuenca sus antecedentes (sus ensayos)? , ¿es la herencia cultural de los ancestrales olmecas que se ve reflejada y mejorada en Teotihuacán? o ¿simplemente es un acto creativo de genialidad?, lo que es un hecho es que todavía hay mucho que discutir. Si partimos de la idea de que Teotihuacán fue una de

las pocas

ciudades en Mesoamérica que tienen una rigurosa y consistente orientación, porque la mayoría de las estructuras exploradas presentan una inclinación en su eje norte sur 15.5° respecto al noreste del norte astronómico y en el eje este oeste 16.5° hacia al noroeste; esto nos deja una ciudad asociada al norte magnético, pero también una arquitectura en su eje este oeste orientada a la puesta del sol el 12 de agosto y el 29 de abril cuyo intervalo calendárico nos da 260 y 105 días respectivamente; asociado al calendario ritual prehispánico de 260 días; pero también al día inicial de la fecha era o de creación del universo maya el 12 de agosto del 3114 a.C. La vocación de plasmar dicha orientación 16

Diversos investigadores desde el inicio del siglo XX y las décadas posteriores consolidarán las fechas mencionadas; Leopoldo Batres, Manuel Gamio, Jorge Acosta, Rene Millon, Rubén Cabrera, Saburo Sugiyama aportarán las secuencias y fases cerámicas de desarrollo cronológico que se compaginán con la evolución urbana y darán como resultado las fases Cuanalan, Patlachique, Miccaotli, Tzacuali, Tlamimilolpan, entre otras, sin embargo, sólo algunos investigadores, como Ignacio Marquina en su libro de Arquitectura Prehispánica, tratarán de hacer una diferenciación de las fases urbano arquitectónica y las fases cerámicas 17 Si bien la pirámide de la luna registra, de acuerdo a las exploraciones realizadas por Saburo Sugiyama 7 grandes superposiciones y evolución de la estructura, la pirámide del sol parece tener un solo momento constructivo.


en la arquitectura de Teotihuacán es innegable 18. Y de ahí en adelante la relación visual de ambas estructuras con los elementos del entorno dominante, el cerro Gordo y la Sierra Patlachique, es crucial para determinar su emplazamiento; pero también es de notar que si analogamos históricamente la función de la arquitectura como materializador del pensamiento de las sociedades que la producen; resulta interesante advertir que la primera fase de desarrollo urbano arquitectónico de Teotihuacán matizada por la construcción de las grandes pirámides de uso cívico ceremonial, nos demuestra la necesidad de consolidar un pensamiento o ideología (una estructura homologada de creencias). La segunda fase de desarrollo se centra en la arquitectura administrativa habitacional, lo cual nos puede indicar una sociedad pujante que maximiza, eficientiza y administra su riqueza y sus recursos capitales y humanos. Y la tercera gran fase de desarrollo del núcleo de la ciudad con el conjunto de la Ciudadela sintetiza los tres géneros arquitectónico representativos del pensamiento, administración y vivienda en un solo elemento con alarde y hasta derroche de recursos materiales y humanos. La ciudad y su arquitectura se convierten en un mapa cosmogónico, en una mapa estelar y cíclico de control del tiempo y las estaciones, en una representación mítica de la montaña sagrada y el paraíso de los dioses; la ciudad y el propio espacio en si mismos son indicadores del nivel de evolución socio cultural, a través de los cuales, es posible interpretar el surgimiento de su civilización, su desarrollo, su cúspide y el proceso de abandono; que dicho sea de paso en Teotihuacán se demuestra con la descentralización de la construcción y la aparición de pequeños módulos o conjuntos cívico administrativos satélites de la ciudad. Una vez iniciado el abandono de Teotihuacán, y el éxodo de sus habitantes, la pérdida de hegemonía del centro de México replica en toda Mesoamérica; las grandes ciudades del resto de las regiones mesoamericanas, muchas de ellas dependientes del comercio, el influjo cultural, las relaciones políticas e inclusive el dominio militar que sobre ellas ejercía Teotihuacán; iniciarán tiempo después un proceso similar al teotihuacano; pero como incide 18

SUGIYAMA, Saburo, Seis ciudades antiguas de Mesoamérica; sociedad y medio ambiente, México: INAH, 2011, p. 275-294


este hecho al urbanismo y la arquitectura de Mesoamérica, sin lugar a dudas en la proyección del siguiente modelo de ciudad; una ciudad de menor escala, compacta, mas especializada o detallada, pero también con una urbanismo militarizado, estratégico y defensivo.

Perfil de la pirámide del sol, al fondo la silueta de cerro Patlachique; fotografía del autor

El llamado periodo epiclásico (600 al 900 d.c.)19, para muchos investigadores es un tiempo de inestabilidad y reacomodo cultural, poblacional y político, al ya no existir un órgano rector que articule las relaciones entre los grupos que ahora habitan Mesoamérica; Xochicalco, en el estado de Morelos, parece heredar la tradición teotihuacana, del culto a Quetzalcóatl, sin embargo su urbanismo y arquitectura se tornan diferentes; el emplazamiento principal del sitio se ubica en la parte alta del cerro conocido como La Malinche, cuenta únicamente con dos accesos muy bien delimitados y se desarrolla a partir de diversas plataformas ascendentes y una secuencia de pequeñas plazas que se intersectan entre sí, por su parte la arquitectura se concentra en una superficie muy pequeña, por lo que, la interacción entre los espacios habitacionales, administrativos, rituales y cívico ceremoniales, no permite identificar en que momento termina un genero arquitectónico e inicia otro20, el urbanismo y la 19

NALDA, Enrique. La cuenca de México, Epiclásico (650 al 900 d.c.) Caída de Teotihuacán y nuevas formas de organización; en Revista de Arqueología Mexicana. Vol. XV, num. 86; México 2007. Pag 50-53 20 Ignacio Marquina refiere que si bien el cambio que se da en Xochicalco al urbanismo y arquitectura parece indicar que se trata de un emplazamiento militar, ni las crónicas históricas del momento del contacto en el siglo XVI, ni los informes de los exploradores de los siguientes siglos, ratifican dicha


arquitectura de Mesoamérica ha cambiado de escala, sin embargo el carácter abierto de ambos se mantiene intacto.

Plaza central de Xochicalco, fotografía del autor

Hacia el año 900 d.C. al inicio del periodo posclásico, aparece en la escena de los asentamientos del centro de México la ciudad de Tula, ubicada en el estado de Hidalgo, es un asentamiento que ofrece mucha información entorno del origen, consolidación y caracterización del urbanismo y arquitectura mesoamericanos. Tula, ciudad cosmopolita por excelencia21, fundada por la cultura denominada toltecas, cuya ocupación inicial se remonta al año 750 d.C., ha sido sistemáticamente estudiada desde hace más de 100 años, diversos investigadores y arqueólogos han disertado sobre su importancia en la consolidación del ultimo periodo de Mesoamérica, el origen de su urbanismo y arquitectura,22 y hasta la posible relación con los cuentos de la creación y el

afirmación, de hecho la falta de elementos asociados a la arquitectura militar como los fosos, murallas, garitas, entre otros le permiten asegurar que no se trata de un emplazamiento de orden militar, aun cuando no niega que dichos sitios si existen en otras regiones de Mesoamérica. 21 Tula parece recoger la herencia dispersa dejada por los teotihuacanos en el centro de México, y de acuerdo con los datos históricos recogidos durante el momento de contacto europeo por diversos cronistas de la conquista y evangelización, como el propio Fray Bernardino de Sahagún a través de sus informantes indígenas; en Tula se reunieron poblaciones y grupos culturales de todos los rincones de Mesoamérica, las artes, el conocimiento y la aristocracia reinaban por toda la ciudad; su carácter cosmopolita y refinado parece haber sido el modelo a seguir por los recién llegados, de la región del norte; los Mexicas posteriores fundadores de Tenochtitlan. 22

GUEVARA, Chumacero Miguel. Los orígenes urbanos: el caso de la ciudad prehispánica de Tula, en Ciudad virtual de Antropología y Arqueología, IV congreso virtual de Antropología y Arqueología, www.naya.org.ar/congreso2004/ponencias/miguel_guevara.htm, 2010. Guevara en su articulo arriba mencionado, hace un análisis de los diversos autores e investigadores que han escrito sobre el urbanismo y la arquitectura de Tula, confrontando su información y fuentes, en aras


paraíso mítico de los mexicas; llamado “Tollan”. Sin embargo las características urbano arquitectónicas de su ciudad y asentamiento mantienen la estructura conceptual y discurso espacial arquitectónico de sus antecesores, así como, la mayoría de los géneros arquitectónicos ancestrales; con excepción de lo que consideramos son las aportaciones del urbanismo y arquitectura tolteca: por el lado del urbanismo el espacio de transición que se genera en la plaza central, con el pórtico del palacio quemado, que con sus decenas de columnas integra un espacio que discurre entre el interior y exterior de la escala de ciudad y la escala de la arquitectura;

y

por

el

lado

de

la

arquitectura

en

el

templo

de

Tlahuizcalpantecutli, la incorporación de las columnas escultóricas de los llamados atlantes de Tula, que articula el trinomio estructura-pintura-escultura como parte de una misma expresión que materializa el pensamiento del hombre y que hoy llamamos simplemente arquitectura.

Tula, el palacio quemado y el templo de Tlahuizcalpantecutli, fotografía del autor.

Sin todos estos antecedentes y muchos más que faltan por describir y enunciar en estas líneas, no sería posible entender el magnífico desarrollo que alcanzarán los mexicas

en el corazón de la cuenca de México, con la

de establecer fechas de fundación, origen de la ciudad y su población y herramientas metodológicas de análisis urbano, llegando a establecer una secuencia cronológica de ocupación del sitio y elementos clave de análisis que permitan establecer un origen urbano como: características de la población, densidad de población y superficie de ocupación, cualificación de la arquitectura, infraestructura, entro otros aspectos por él detallados.


fundación de su ciudad “Tenochtitlan”. Tenochtitlan condensará siglos de aprendizaje y experimentación urbano arquitectónica en toda Mesoamérica, consolidará el modelo de “ciudad estado” y aplicará una planificación urbana, que por primera vez en toda el área mesoamericana, y a la vista de nuestros conquistadores, podrá equipararse con las grandes ciudades, cuna de la civilización occidental. Trazo reticular y ortogonal a los puntos cardinales, infraestructura de servicios públicos, gran variedad de géneros arquitectónicos nunca antes desarrollados, barrios especializados por su producción laboral, magníficas obras de ingeniería hidráulica y civil, calzadas, canales, plazas, jardines; así como, una sorprendente organización del espacio de acuerdo a su uso y significado; parecen ser la constante de toda la ciudad; sin embargo y para desgracia de la historia, de este asentamiento no queda prácticamente nada, ninguna ciudad en Mesoamérica fue destruida tan sistemáticamente y por tan diversas causas.

Reconstitución isométrica del Templo Mayor de Tenochtitlan, tomado del libro El Templo Mayor.

En México Tenochtitlan, se materializa de forma contundente el pensamiento, costumbres y conocimientos de una sociedad, con profundas raíces culturales, en su núcleo urbano se articula el pensamiento cosmogónico que le da sentido a la vida de los mexicas y en sus barrios que lo delimitan perimetralmente, la vida fluye tan ordenadamente como el trazo de sus


manzanas, calles y canales; en sus espacios arquitectónicos y de servicios se refleja el refinamiento que alcanzó esta sociedad y en la magnificencia de su arquitectura se evoca la grandeza de su espíritu, así como en sus templos el alma de los mexicas se comunica con sus dioses. La obra del hombre y su civilización, constituida entre muchas otras expresiones materiales, por la arquitectura y la ciudad, necesita entonces modelos de explicación e interpretación que articulen todos los puntos de vista ya ensayados por otras ciencias y disciplinas, pero también es necesario explorar nuevas formas de análisis e interpretación.

CONCLUSIONES Disciplinas como la antropología y la arqueología se han encargado de señalarnos los principales logros arquitectónicos alcanzados por los habitantes de los diversos emplazamientos del centro de México y los fenómenos sociales, económicos y culturales que los animaron. Es una tarea de la arquitectura y el urbanismo hacer que dichos logros dejen de percibirse como fenómenos aislados.

Es decir, ambas disciplinas

necesitan llenar los vacíos histórico arquitectónicos que existen entre cada uno de estos hechos con la finalidad de comenzar a construir una secuencia que integre los mecanismos, las dinámicas y las tecnologías que dieron como resultado períodos cuyas producciones arquitectónicas se caracterizan por su continuidad y su progreso gradual, o aquellos otros que desembocaron en rupturas o cambios drásticos o repentinos. Una de las mejores herramientas para construir esta secuencia es, definitivamente,

la

identificación

y

adopción

de

aquellos

resultados,

relacionados con la producción arquitectónica, obtenidos por otras disciplinas. Otra, es la consideración de las diferentes construcciones y emplazamientos como nuestros principales objetos de estudio y por lo tanto de obtención de información. Esta postura, que no es nueva, implica una depuración y


actualización de conceptos acuñados por el área, que provienen de enfoques distorsionados o poco entendidos. Es decir, implica la definición de nuevas perspectivas y dimensiones bajo las cuales estos objetos pueden ser analizados y, sin duda, la elección de las herramientas más convenientes y no sólo de las más cercanas como en muchos casos se ha priorizado. La imposibilidad de reconstruir en su totalidad las motivaciones que animaron a aquellas sociedades a ejecutar este tipo de emplazamientos nos obliga a analizarlos con métodos y herramientas propias de los tiempos actuales. Esto no es el verdadero problema. En realidad, éste reside en la falta de las debidas justificaciones y fundamentos para emplear los métodos convencionales en el estudio de las antiguas ciudades prehispánicas. En este sentido, tal vez la primera de nuestras tareas pendientes es recuperar las premisas que nos hicieron confiar en los actuales métodos de análisis como los adecuados para afrontar el problema, nuestra segunda tarea sería analizar su vigencia y en su caso actualizar o desechar. Y posteriormente plantear nuevos criterios que se centren en tratar de dilucidar la concepción matemática y estética de esas civilizaciones y su interrelación con la cosmogónica de su naturaleza y universo conocido.

Bibliografía complementaría ALCINA FRANCH, JOSÉ 1995 Arqueólogos o anticuarios. Historia antigua de la arqueología en la América española. E. Serbal, Barcelona. BAXTER, SILVESTRE 1934 La arquitectura hispano colonial en México. México. BEALS, RALPH L. 1967 "Acculturation. " en Handbook of Middle American Indians. v. 6. University of Texas Press. Austin.


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