Yoesotro 3

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Revista virtual de la Corresponsalía Torreón del Seminario de Cultura Mexicana

CULTURA | CIENCIA | LITERATURA

ENERO 2018 |DOSSIER NO. 3


"Je est un autre. Tant pis pour le bois qui se trouve violon, et Nargue aux inconscients, qui ergotent sur ce qu’ils ignorent tout à fait !" ("Yo es otro. Tanto peor para la madera que se descubre violín, ¡y mofa contra los inconscientes, que pontifican sobre lo que ignoran por completo!" Arthur Rimbaud

CARTA DEL EDITOR Arrancamos el año con la edición # 3 de la revista YoesOtro. Cultura, ciencia y literatura. A bocajarro presentamos una entrevista con el Dr. Sergio Antonio Corona Páez (QEPD), como un mínimo homenaje que le rinden sus amigos, los editores de esta publicación, con quienes compartió muchas horas de sus conocimientos, de su humor, de sus pasiones lingüísticas, de su sentido común para vivir en una sociedad como la mexicana y la lagunera, en suma, de su amistad. Dicha entrevista se realizó con motivo de la conmemoración de los 200 años de la Independencia de México: también habló sobre la relación entre la Comunicación y las Ciencias Sociales en general, áreas que fundió en su trabajo y desarrollo académico, así como en el ámbito humano. Por la parte creativa, presentamos poemas de Rocío Ramírez, de Torreón; del poeta culichi Víctor Luna, y del psicopoeta mexicano radicado en Aguscalientes, Eduardo Bital Tecuanhuey. Inauguramos la sección de traducción con poemas de Colín Carberry. En el apartado narrativo les ofrecemos cuentos de José Trinidad (Yucatán) y de Víctor Medina (Torreón). Una reseña sobre la banda de rock La barranca, por Raúl Blackaller. Nuestra imagen de portada e interiores son del artista torreonense Kuizón. Nuestro objetivo principal es que el criterio y los textos que aquí se presentan, sean experiencia viva; los conocimientos y los diferentes modos de percibir la realidad de quienes de alguna manera hacen posible esta revista en cada edición: este mundo tan complejo que nos ha tocado vivir. Entrevistas, poemas, reseñas, narraciones y ensayos, son siempre el punto de partida. YoesOtro pretende ser un puerto resistente y difusor de ideas y obras. Seguiremos en la búsqueda y en constante transformación. Julio César Félix PD. Aquellos autores que deseen formar parte de YoesOtro, podrán enviar sus textos al contacto de la misma. YoesOtro verá la luz algunas veces al año, aproximadamente. Se realizarán selecciones de textos e ilustraciones que recibamos en cada edición por parte del comité editorial


EN ESTA EDICIÓN 03

EL CÓDIGO DE KUIZÓN Sobre el autor de la obra en portada y en interiores.

05

DR. SERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ El historiador es un comunicólogo. Entrevistado por Julio César Félix

06

MÚSICA: LA BARRANCA Cuando el rock mexicano se niega a morir

CUENTO

09 12

Debut de José Trinidad Aranda El odio mata al odio de Vick Medina

POESÍA

10 11 17 18 20

Doña Ángela de Víctor Luna Poemas de Rocío Ramírez El falso yo de Eduardo Vital Tecuanhuey Poemas de Colin Carberry No hablo con las piedras de Raúl Blackaller


EL CÓDIGO DE KUIZÓN POR: RAÚL BLACKALLER Los códigos son los sistemas de organización de los signos y están gobernados por reglas que son aceptadas por todos los miembros de la comunidad que los utiliza. Aunque el arte los tenga que desestructurar y pueda jugar con ellos. El símbolo puede evocar recuerdos, actúa como un catalizador de elementos asociados, ya sea por experiencia o por convención, pero lo que más nos interesa del símbolo es la capacidad de abrir puertas a realidades más profundas y elevadas para despertar de alguna forma los recuerdos del alma. El objetivo de la obra de Kuizón es jugar con los símbolos arquetípicos para expresar un código que trasciende la interpretación. Casi como una editorial de nuestros símbolos más comunes. El corazón, la calavera y el cerebro. Transgredir la idea común del corazón como belleza y amor, del

cerebro como signo de inteligencia y la calavera de ser e igualdad. Llevarlos más allá. Donde la idea de corazón condena nuestro espacio, la calavera parece tener más vida y el cerebro quiere ser contrapeso del corazón. Pero rara vez lo hace. El corazón lo domina todo, lo invade todo. Todo lo quiebra. Lo único que lo vence es la mentira. Kuizón no quiere que el corazón sea tomado como un símbolo negativo, sin ser una denuncia es la demostración que nuestra vida está dominada por los sentimientos. Pero a la vez es la mirada de ellos mismos, sí, una mirada inquisitiva. Tal vez, la mirada de la sociedad que juzga al racional. El arlequín que malabarea corazones, el corazón retrógrada, un corazón herido (influencia Kahlo), un cisne victoriano. Por momentos me evoca aquel poema de Enrique González Martínez. Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje

Kuizón es dueño de la forma y el trazo, de la visión única de los valores humanos. De las relaciones humanas y de las relaciones consigo mismos. Es un diálogo interior que se exterioriza en las virtudes y defectos humanos. La estética de Kuizón es perfecta, no hay una línea de más ni de menos. El corazón ciego, los corazones que se besan, el coloso con pies débiles. Las figuras anatómicas son perfectas. Son estudios de anatomía espiritual. Finalmente el código de la naturaleza, en sus realidades no solo materiales y de forma, sino vitales, psicológicas y mentales, está íntimamente unida en una relación de simpatía y es precisamente el símbolo y la capacidad de la analogía la que nos permite circular por esta relación yendo de lo grande a lo pequeño, de lo visible a lo invisible. Con Kuizón la sabia combinación de elementos sensibles toca fibras del interior del ser humano. Emociones, sensaciones, imágenes e ideas se combinan y afloran. El arte se manifiesta como un verdadero conductor de la conciencia.



DR. SERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ EL HISTORIADOR ES UN COMUNICADOR

Entrevista por: Julio César Félix JCF: Cómo fue que te interesaste en las ciencias sociales, primero estudiando la licenciatura en Comunicación y después especializándote en Historia. Cómo surge tu interés en los movimientos sociales. SCP: El humano es un ser gregario. Las ciencias sociales consideran esta dimensión de la realidad humana. El cómo se comparten y comunican las percepciones que se tienen de la vida, son ámbitos de estudio de la investigación en comunicación (difusión de innovaciones, transferencia tecnológica) y de la escritura de la historia (mentalidad, identidad, historia económica). No hay contradicción entre ambos campos de estudio, al contrario, se complementan perfectamente. JCF: La identidad de un pueblo, como la de los individuos, se va formando con el conocimiento de la historia. Qué nos puedes decir al respecto. SCP: La identidad es aquello que nos hace distintos y únicos, diferentes a los demás. Y claro, se trata de algo compartido, de un fenómeno social. No basta conocerse en el presente, hay que mirar al pasado y encontrar las constantes en nuestras conductas y actitudes. Solo conociendo nuestra historia, sabremos quiénes somos en realidad.

LA TARDE EMPIEZA A CAER Y DESDE LA VENTANA DE LA OFICINA DE SERGIO ANTONIO SE APRECIAN LOS PRIMEROS COLORES SURGIDOS POR LA RETIRADA DEL ASTRO DIURNO. ENTRE SORBOS DE CAFÉ, SOSTENEMOS UNA BREVE CHARLA SOBRE SU OFICIO DE HISTORIÓGRAFO Y LAS FACETAS QUE ÉSTE PUEDE TOMAR: COORDINADOR DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA TORREÓN, DONDE TAMBIÉN IMPARTE CÁTEDRA Y EDITA EL BOLETÍN ELECTRÓNICO EL MENSAJERO. EL AUTOR DE LA COMARCA LAGUNERA, CONSTRUCTO CULTURAL Y CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE TORREÓN NOS OFRECE PARTE DE SU VALIOSO TIEMPO CON ESA GENEROSIDAD QUE LO CARACTERIZA Y PUDIMOS CONVERSAR CON ÉL SOBRE EL ARTE DE HISTORIAR. JCF: Qué es lo que te dicen las conmemoraciones de los doscientos años de la Independencia de México y los cien de la Revolución. Qué habría que repensar si hay algo que repensar. SCP: Pues que es bueno conmemorar los hitos de nuestra historia común. Sin embargo, la independencia se gana día a día por medio de la economía sana y una relación política adecuada y justa con los países hegemónicos, en este caso, con los EEUU. El espíritu de la Revolución debe guiar a nuestros gobernantes, para que sigan buscando elevar el nivel de vida de la población en general, y no solamente de ciertos sectores o minorías. Vale recordar que ni la Independencia ni la Revolución las hicieron los caudillos, sino las personas que pelearon por ellos. La población mexicana, a través de la vía pacífica e institucional, debe participar activamente en los procesos democráticos de la vida pública, para lograr el bienestar que anhela, particularmente en estos tiempos de aguda crisis.

JCF: Por tus publicaciones en La Laguna y otras de difusión nacional e internacional sabemos que estás divulgando el conocimiento generado a través de tu principal línea de investigación: La historia económica de la Comarca Lagunera desde la Colonia hasta nuestros días. Qué nos puedes comentar sobre esto. SCP: La Laguna es un sitio interesantísimo y con una larga historia de éxitos. Es una región que nació moderna, era moderna ya en el siglo XVII. Abierta al cambio, oteando siempre los mercados regionales en busca de oportunidades, es una región netamente comercial y empresarial. La vid, el algodón, fueron cultivos emblemáticos de nuestra región en siglos pasados. Lo más interesante no está en nuestro paisaje, sino en la historia de nuestra gente, y en la historia de sus logros. La nuestra no es una relación de acontecimientos entre dos fechas, sino un dar cuenta de fenómenos sociales que han sido significativos en la forja de nuestra identidad regional. JCF: Siendo pionero de esta “historia negada” con qué dificultades te has enfrentado. SCP: Suele haber sectores de población que están “casados” con una versión mítica de la historia regional, y quisieran que se perpetuara. A veces resulta difícil convencer a la gente de que la historia que aprendieron de niños, no es la más exacta o mejor documentada. Están presentes también los prejuicios y los anacronismos, que siempre estorban la claridad de la mente que busca conocer con verdad.


Música

La Barranca

Por: Raúl Blackaller Estoy convencido que el Rock Mexicano está

En esta edición hablaré de un grupo que no es

muerto, cuando escucho las propuestas dizque

nuevo, de hecho es de la vieja guardia. Perdura a

rockeras de hoy en día son pobres, tanto en

nuestros días siendo conocido por una pequeña

calidad musical como en propuestas originales.

masa de fans que reconocen su calidad. Una sola

Ahora todos quieren cantar como Enrique

rola fue comercialmente conocida, a lo mejor

Bunbury que a su vez imitó a Jim Morrison, como

dos. Pero es catalogado como uno de los mejores

en un tiempo todas quisieron cantar como

grupos de rock en español de la historia, cada

Shakira que a su vez imitó a Alanis Morrisette. Sí,

álbum fue elogiado por la prensa y los críticos. La

en la radio ya todos suenan igual

Barranca es uno de esos grupos cuyos discos no

. Es cuando debemos asirnos a grupos que,

se repiten, experimentan con sonidos diferentes,

aunque tienen una larga trayectoria no han

que tampoco son tan relevantes los integrantes,

perdido la esencia del Rock que todavía nos

el único factor común en la barranca es José

emociona. El Rock nacional.

Manuel Aguilera

JOSÉ MANUEL AGUILERA ES EL VOCALISTA Y LÍDER EN LA GUITARRA. TAL VEZ NO RECUERDES PERO ÉL FUE QUIEN SUPLIÓ A ALEJANDRO MARCHOVICH CUANDO SE DESINTEGRÓ CAIFANES Y DURANTE LA PRIMERA ETAPA DE JAGUARES.

Pero comencemos por el principio, José

especie de concepto o personaje

Manuel Aguilera nació en la Ciudad de

iconoclasta, que se distinguía a finales de

México en 1959. A los quince años tocó en

los ochentas por crear grupos de nombres

la banda de sus primos "El Fracaso". Una

ingeniosos, que sólo duraban una tocada.

banda muy respetada en el área de Ciudad

Cada grupo tenía una estética y un

Satélite. Luego formaría parte de las

concepto específico, y compartían un

bandas Fiat Lux y el Primer Cuadro. Para

cierto repertorio que iba variando según el

luego convocar la formación de

grupo. La Suciedad de las Sirvientas

Fragmentos. Ahí nacería su obsesión por la

Puercas fue una de esas encarnaciones,

composición. Con Dr. Fanatik (que en

con la particularidad de que militaron en

realidad son dos personas: Lorenzo

ella Alfonso André, Federico Fong, Saúl

Lagrava, primer bajista de Sangre Asteka, y

Hernández y José Manuel Aguilera; y que

José Arturo Faguaga, cantante) era una

duró cuatro tocadas en vez de una.


La Barranca


LA BARRANCA

Participó con Jaime López en el disco Odio Fonky, Tomas de buró, hoy en día considerado de culto y uno de los mejores discos del rock nacional. Formó junto a Humberto Álvarez Sangre Azteka, el primer grupo que integra como un instrumento regular el acordeón, sus rolas valen mucho la pena. Con La Barranca José Manuel Aguilera ha roto la barrera del tiempo, principalmente porque su música no ha sido creada para escucharse comercialmente en la radio, letras complejas, historias personales, riffs acústicos, violines, pero lo principal ha sido la experimentación. Su álbum debut fue "El fuego de la noche" de donde sobresalen El alacrán, El síndrome y Akumal

Después grabó "La Tempestad" el disco que en lo personal más disfruto, todas las canciones tienen como tema central el mar, es de notar que no es un disco fácil de escuchar. Su ritmo es complejo y sus letras son melancólicas. Pero en verdad, cuando lo comprendemos, realmente no se puede dejar de escuchar. La Barranca es una de los grandes grupos que existen en México, que rescatan la esencia del Rock Mexicano, que nos hacen suspirar porque hubiera la misma vena experimentativa en los grupos actuales. Que dejaran de imitar y pudieran crear su propia voz. Pero mientras eso sucede, sigamos escuchando a la gran banda mexicana.


NARRATIVA

DEBUT

José Trinidad Aranda

Ese día llegó como cualquier otro, indiferente a la ansiedad que te llenaba. Tanta preparación, el esfuerzo cotidiano por lograr la perfecta armonía, el acoplamiento adecuado entre los movimientos de tus dedos y la vocalización de cada uno de los versos de las canciones. Todo habría valido la pena si lograbas la aceptación de ese público tan difícil de complacer. Llegado el momento del encuentro, subiste los tres peldaños hasta alcanzar el singular escenario, aanzaste bien los pies para evitar riesgos y rasgando la guitarra comenzaste tu actuación con una canción de Juan Gabriel. Al principio la gente parecía no escuchar, cada quien sumergido en sus pensamientos y preocupaciones, más como todo gran artista continuaste tu interpretación, poniendo toda tu alma en cada verso y en cada nota que arrancabas a tu vieja compañera de ilusiones y desventuras, tu más preciada posesión: la guitarra de Paracho, aquella que te regalara tu padrino, el viejo trovador de la Plaza Grande. Yo no sé qué fue. Si fue el sentimiento que brotó de ti, o el espíritu del veterano trovador que aún vibraba desde el fondo de la guitarra, el efecto fue el mismo: la gente comenzó a despojarse de su letargo e indiferencia. Doña Lupe, con su bolsa entre los pies, no pudo evitar recordar cuando su marido le llevaba serenata, siendo novios y aún muchos años después, costumbre que sólo se vio interrumpida por la muerte de don Chalo, como cariñosamente llamaban a don Gonzalo Frías. Serenatas en las que al principio del noviazgo don Chalo le cantaba canciones de Los Panchos, pero cuyo repertorio fue evolucionando con el tiempo, predominando en un momento las de Juan Gabriel. Hasta que en la vejez, la más sentida era “Amor eterno”. El pañuelo salió del bolso y enjugó sendas lágrimas indiscretas de los ojos de doña Lupe. Al mismo tiempo, otros escuchas revivieron los momentos que estaban marcados en sus mentes y en sus corazones por las canciones que oían: un amor frustrado, una novia de antaño, una madre o un padre que ya sólo vivían en el recuerdo. La impavidez se iba derritiendo en aquellas personas, dando paso a la sensibilidad que les contagiabas. El escenario estaría disponible por un buen rato más; así que sin hacer pausa, continuaste con una canción de rock en español, en la que hacías referencia a los sueños de un adolescente que enfrentaba una vida dura y que imaginaba qué sería de él cuando fuera grande. Los adultos jóvenes y otros más maduros, predispuestos ya por la interpretación anterior, se removieron en sus asientos, como si de repente alguna incomodidad les impidiera quedarse quietos. Ellos también recordaban. A sus mentes volvieron retazos de viejos sueños, y en un parpadeo hicieron un recuento de cómo se fueron quedando en el camino. Cómo situaciones que no pudieron controlar y decisiones que ahora veían equivocadas, los fueron alejando de aquellas ilusiones. Tensabas las cuerdas de la michoacana con tal técnica, pero sobre todo con tal sentimiento, que parecías hacerla cantar. Era como si fueran dos seres que actuaban y no solo un cantante. Pero la actuación aún no terminaba. Para nalizar interpretaste una canción impertinentemente optimista, con una letra y ritmo tan alegres que hasta los más amargados tuvieron que aceptar un poco de color en la gris visión de su existencia. Terminaste tu actuación con un enérgico rasgueo de cuerdas que a todos dejó deseando escuchar algo más de aquel arte avasallador. Al nal abriste los ojos, miraste uno por uno al auditorio y les agradeciste personalmente. Sabías, por las expresiones que veías en cada uno de ellos, que lo habías logrado. Que toda la dedicación y el empeño que habías puesto en tu preparación habían valido la pena. La diversidad de emociones que presentías en el público te conrmaba que habías llegado a sus sentimientos. No podías ser más feliz. Así que después de agradecer una vez más al respetable, que llenaba aquel foro tan especial, pediste bajarte. El autobús se detuvo en la última parada antes de entrar al centro histórico y tú, Tomás, te bajaste atesorando tu guitarra de Paracho bajo el brazo derecho, y los quince pesos cosechados en la mano izquierda. José Trinidad Aranda Aranda (1971) Es Licenciado y Maestro en Derecho; profesor universitario; conferencista en diversas instituciones universitarias de Yucatán y en la Casa de la Cultura Jurídica en Mérida, Yucatán. Trabaja como servidor público es aficionado a escribir. Ha publicado: Artículos de índole histórico-jurídica publicados en Diario de Yucatán y la revista Justicia en Yucatán, ésta última editada por el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Yucatán. Desde el año 2016 publica en delatripa: narrativa y algo más, dirigida por el Dr. Adán Echeverría y editada por Larissa Calderón. Forma parte de la antología "Karst: escritores de la Península Yucateca en 2016: 21 autores nacidos entre 1971 y 1996."


Doña Ángela Victor Luna

En mi infancia mi abuela fue tan tierna Que el niño dios se dormía en su mano Mientras mimaba a un satán enano Hijo feliz de su desdicha eterna. Sus nietos eran la hidra de Lerna Hechizados por su cabello cano Y por sus tortillas echas a mano Que salían del comal de terna en terna. Siempre perdonó a sus semejantes, Y nunca vi quién se le pareciera, Por eso nunca la he olvidado, Sus manos olían a pan recién horneado,

¿cómo era?

Se me borra su rostro… era bella y tierna, y de ojos brillantes.

Mi abuela nació en Santiago Papasquiaro, Durango y vivió casi toda su vida en Torreón Coahuila, en la colonia ferrocarilera).

Este poema está incluido en el libro Los fieles Difuntos, de próxima aparición.

EDITORIAL OFFICE

VICTOR LUNA Nació en Culiacán, Sinaloa, el 27 de julio de 1970. Realizó estudios en Letras Hispánicas y Técnica en Pintura en la UAS. Ha formado parte de los talleres coordinados por Efraín Bartolomé, Ricardo Hernández y Elmer Mendoza. Es autor de los poemarios A favor del viento, Espiga de la ausencia, En la piedra, un dios y Alegría del huérfano . En 1993 fue becario de DIFOCUR y ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FOECA – Sinaloa).


Poemas Rocío Ramírez

Beso con pasión

Brevedad

El beso con pasión te abre con lentitud y

Soy brevedad, todo en mí lo delata:

cadencia

Mis pechos, la memoria

Húmedo almíbar frutal

Unos cuantos mejores amigos

Vista que conduce sin equívoco a las aguas

Un hijo y mi casa

libertadas y

Vengo de la abreviación

El brillar de la entrepierna más sumisa.

Lo dicen escasos los besos de mi infancia

Obediente al lenguaje de la carne, beso

La corta lista de novios y escarceos

paradójico:

Y una cintura que la maternidad borró

Mucha lengua sin hablar

Concisa a pesar de los veinticinco tíos

Beso que doblegas duras puertas y

Primos incontables y múltiples fracasos

levantas almas decaídas

Soy brevedad mira mis textos.

Concédeme el cauce de los ríos

Brevedad: Nací de un rapidín.

Alimenta nuestros muslos hambrientos

Amnesia

Y saca mi corazón por las amígdalas, hazlo Ven y párteme el pecho en dos.

Tengo un libro de poesía en mi cabeza Compendio de versos espectaculares Pero apenas me siento a escribirlos Huyen del árbol de mi memoria Como parvada de aves tras una pedrada.

Insomnio Dormir… Inalcanzable sueño que sueño despierta.

K - yo No me duele que no me ames Ya se me hizo un callo en la derrota

Cerveza oscura Al silencio de la noche Se lo traga la rabia Oscuridad espumosa, entonces.


EL ODIO MATA AL ODIO Vick Medina Al despertar una mañana de domingo, me encontré con la muerte. El cadáver de Aleida Sifuentes se hallaba junto a mí. Charcos de sangre manchaban la cama y todo mi cuerpo. La Luger yacía en el suelo. El escozor de la resaca me apuñalaba en la cabeza. ¿Qué había sucedido?, no recordaba nada, era como si mi mente hubiera tirado el recuerdo de la noche anterior al abismo del océano. Observé la escena. La muerte de Aleida fue desencadenada por los disparos de la Luger, un arma que me pertenecía desde bastante tiempo atrás, sin embargo, me sentía ajeno al deceso. Un presentimiento me decía que yo no era el asesino. Surgieron un sinnúmero de interrogantes, ¿quién era el causante de la muerte de Aleida?, o ¿Qué hacía ella en mi casa? El miedo me aprisionó con fuerza. Pensé en la gente que podría buscar a la muerta, pensé en la policía. Podían culparme. Debía actuar con celeridad y recordar lo acontecido. Preparé un whisky cargado. Fui a sentarme al sofá. El olor a cigarrillos y alcohol se confundía en el ambiente. En la mesa de centro se encontraban dos vasos con residuos de vodka, seguramente sorbimos el vodka antes de subir al cuarto, pero ¿qué era lo último que recordaba? Luego de unos minutos, comenzaron a aparecer imágenes del día anterior, en ellas me encontraba en el Tempestad. Bebía whisky. Miguel Sepúlveda y su novia también bebían. Lucíamos alegres. Después recuerdo bailar y conversar con Aleida. Ahí se rompe la remembranza. Mi memoria se había convertido en una cinta cinematográfica con escenas faltantes, con doce horas vacías. Existían otros indicios. Por ejemplo en mi miembro quedaban residuos de un empalme sexual. ¿Había tenido sexo con Aleida?, la poca ropa que ella portaba también lo sugería. Inspeccioné la casa en búsqueda de algún otro vestigio. No encontré nada. Todo se ubicaba igual, en su sitio cotidiano. Necesitaba respuestas. Me duché, me cambié de ropa. Cubrí el cadáver con una manta. Cerré todas las ventanas y las puertas. El cuerpo no demoraría en descomponerse. Quería ganar tiempo, antes de que el olor incitara las sospechas de los vecinos. Al salir, el sol se manifestaba de forma vigorosa. Sus rayos irradiaban un calor asfixiante. Me dirigí a casa de Sepúlveda, con seguridad él recordaría otro trozo de los hechos. El miedo me aprisionó de nuevo. En cada una de las personas que topaba creía ver un gendarme encubierto. Imaginé que alguno de esos supuestos policías me cuestionaba la muerte de Aleida, también figuré mi arresto. En ese momento advertí la carencia de una historia-cuartada, es decir, una narración en donde saliera indemne del crimen. ¿Por qué necesitaba una historia?, ese razonamiento era el de un asesino. ¿Acaso yo había matado a Sifuentes? Después de varios timbrazos, Miguel abrió la puerta y me miró con fastidio. Su semblante exhibía rastros de somnolencia. —¿Qué te trae tan temprano por aquí? —dijo mientras se tumbaba en el sofá. —Necesito un favor —dije en un tono muy serio, como no obtuve respuesta, continué—, quiero que me cuentes todo lo que pasó ayer. No recuerdo nada. Mi amigo me lanzó una mirada llena de confusión: —¿A poco no te acuerdas? Te he visto tomar como un marinero y siempre recuerdas todo. —Estuve con Aleida, ¿verdad? De hecho ella es el problema —acoté con un ligero dejo de desesperación.

Vick Medina Torreón, Coahuila (1993). Estudió la licenciatura en comunicación en la Universidad Autónoma del Noreste. Ha publicado artículos y reseñas literarias en el periódico Entretodos. Asistió al taller literario de Saúl Rosales impartido en el teatro Isauro Martínez y al taller de narrativa de Alfredo Loera. Actualmente asiste al taller literario del teatro Nazas Yo es otro del poeta Julio Cesar Félix. Dedica su tiempo a escribir y es maestro de nivel medio superior.


—Pues yo no le veo ningún problema a esa mujer

La flechaste completamente. Se notó desde el

—dijo Miguel de forma sarcástica.

principio por cómo te miraba. Me dijiste que te ibas, querías acabar la fiesta en tu casa. Te

—Aleida fue asesinada, por eso necesito que

marchaste. Es todo lo que sé de ahí en más no sé

me cuentes lo que sucedió ayer, cuéntame lo todo

qué pasó después.

—contesté rotundamente. —No puede ser todo. Debió pasar algo más —No juegues con eso, cabrón —Sí, pero no sé más. Te perdí la pista a la una —¿Crees que estoy jugando? —tomé a

de la mañana.

Sepúlveda del camisón y lo vi con firmeza a los ojos. Continué—, Aleida está muerta, no sé cómo

Los datos proporcionados por Sepúlveda me

pasó, cuando desperté, se encontraba a mi lado.

servían de poco, lo sustancial ocurrió en la casa.

Tenía varios disparos en la cabeza y en el cuerpo.

Mi memoria se empeñaba en esconder esos

Le dispararon con la Luger que tengo. Te juro que

recuerdos. Me derrumbé en el sillón. Me sentía

no recuerdo. Te juro que es verdad, necesito tu

abatido, exasperado. Las emociones oscurecían mi

ayuda, hermano.

pensamiento.

La confesión sacudió a Sepúlveda, por

—¿Y si yo la maté? —Pronuncié esa pregunta de

primera vez se mostró despierto, sin señales de su

manera instintiva. Poseído por mi carga anímica.

aparente modorra. Agachó la cabeza como si meditara unos segundos, enseguida me observó, al

—No digas pendejadas, Manuel —reaccionó

parecer no daba crédito a mis palabras.

Miguel.

—Me dejas sin palabras. Sé que estás

—No es tan disparatado. Bien sabes lo inestable

hablando en serio. Conozco el rostro que pones

que me pongo cuando tomo.

cuando vas sin juegos, pero no creo poder ayudarte demasiado. Cuando los vi por última vez

—Sí, pero estoy seguro de que no eres capaz de

estaban muy bien.

matar a alguien. Además siempre estuviste enamorado de Aleida. Fue tu obsesión en la

—Cuéntame lo que sabes.

preparatoria.

Miró hacia el techo e inició un largo

La respuesta de Sepúlveda retumbó en mi

monólogo.

interior. ¿En verdad era capaz de matar a alguien? ¿Tenía la certeza de que en mis entrañas no se

—Pues nada, fuimos al bar, al Tempestad.

encontraba un asesino? ¿Me conocía lo suficiente?

Teníamos rato sin ir. Tú eras dueño de la escena. Eres muy divertido cuando bebes. No parabas de

Mi celular timbró. Tomé el teléfono al tercer

bromear. Pero con bromas agudas, muy

tono. En la pantalla aparecía con letras grandes:

inteligentes. De ésas que haces. Luego te paraste y

Claudia Salas. No recordaba a nadie con ese

te perdí la vista un rato. Cuando regresaste Aleida

nombre, así que dudé en contestar. Respondí a

venia contigo, dijiste que la habías topado de ida al

causa del descredito de mi memoria por aquellas

baño. Como suele pasar cuando bebes demasiado,

horas.

andabas de presuntuoso. Le comentaste lo de tu premio nacional de periodismo político. Luego bailaron, rieron mucho.

—Hola, Manuel. ¿Está contigo Aleida?


Es un tanto embrollado describir las emociones

—Haces que me preocupe más por ella. Sigue sin

que me asaltaron. Padecí un temor prominente.

contestarme el celular. Y Pues yo la veía normal.

Alguien buscaba a la muerta. Eran visibles las

Todos los días nos vemos en el despacho y nada

contrariedades que podían aparecer. Por otro lado

extraño. —la mirada de Salas se concentró en un

surgía una posible luz. Una oportunidad de

punto. Después de un rato dijo—, bueno a decir

esclarecer mis recuerdos.

verdad si hay últimamente algo que me desconcierta, y es que casi ya no sale con nosotras

—Disculpa, ¿quién eres?, ¿de dónde conoces a

las del despacho. Ya no tiene tiempo porque lo

Aleida?

dedica a su nuevo novio. Nuevo entrecomillas porque calculo que llevan juntos dos meses.

La respuesta tardó en llegar. Al parecer mis preguntas la desconcertaron.

—¿Cómo se llama su novio? —dije y acto seguido sentí cómo la angustia me abrazó.

—Soy Claudia, tonto, de la prepa. La mejor

Experimentaba una desesperación sin precedentes.

amiga de Ali, ayer nos encontramos afuera del bar. Ibas con ella. Pensé que aún estarían juntos. Es que

—¿Qué te pasa? No te ves muy bien.

intenté localizarla pero no contesta el celular. —Nada nada ¿Quién es su novio? —Qué bueno que llamas. Necesito charlar contigo. Es sobre Ali. Ayer estuvo un poco extraña.

—No sé, eso es parte de lo raro. Siempre me dice

Me preocupa.

todo y ahora no me ha hablado de él. No sé nada. Sólo me cuenta que va mucho al Centurión azul.

Alegué algunos argumentos más para persuadir a Claudia de vernos. Pactamos para las siete, en

Continuamos la plática por una hora más pero

una cafetería cercana a la casa de Sepúlveda.

no logré recabar información significativa. Vino a mi mente una única idea, la de un asesinato

Claudia acudió a la cita con veinte minutos de

pasional. Era pertinente buscar a la pareja de

retraso. Llevaba un vestido blanco y tacones del

Aleida, debía ir al Centurión azul.

mismo color. El maquillaje de su rostro era tenue, sin embargo su belleza se mostraba palpable,

Mi celular volvió a timbrar. Ahora llamaba

intensa.

Daniel Santos. Este viejo amigo laboraba por aquel tiempo como policía. De antemano sabía que

Intercambiamos saludos. Con prontitud la

habían descubierto a la muerta.

conversación se centró en Aleida. —Saben lo del cadáver, Manuel. Ya te buscan. —¿Qué me querías decir de Ali? —dijo Salas abriendo los ojos más de lo habitual.

No quise escuchar más. Una catarata de pánico me arrasó. Afuera la noche caía sobre la cuidad. La

—Ella está muy mal. La noté triste, distraída, en

oscuridad acrecentó mis temores. Conocía a la

otro mundo. Y no sé en donde está ahora. Se fue

perfección dónde se ubicaba el Centurión azul.

en la madrugada. ¿Sabes qué pudiera ocurrirle?

Caminé con paso acelerado diez cuadras. Luego, justo en la esquina, se podía ver un edificio, de

Inventé esa historia para intentar arrancarle a

paredes azules. Un anuncio de letras gigantes

Claudia alguna pista. Quizá con las respuestas

decía: Centurión Azul. Me sorprendía lo

podría reconstruir los sucesos de la noche anterior,

descuidado de la fachada. Tuve la impresión de

o al menos generar una hipótesis. Además debía

estar ante uno de esos típicos bares que se ven en

encubrir la muerte. Desconocía los sucesos que

las películas de vaqueros. La puerta se encontraba

podían desencadenarse si revelaba la verdad.

abierta.


Adentro todo estaba en sombras. Caminé con sigilo

—¿Qué sabes de Aleida? Por eso vine.

procurando no resbalar ni tropezar con el mobiliario. Al menos en la planta baja no existía

—¿No te gustó el obsequio que te dejé en la cama,

rastro de alguna persona. Subí las escaleras. El

cabrón? Servidita, lista pa disecar —volvió a reír

silencio era tal que se escuchaba el golpeteo de

de forma exagerada.

mis pasos. En el segundo piso contemplé dos puertas. Una ligera luz las alumbraba. Decidí entrar

En ese instante mi sentir fue dual. La sensación

en la puerta de la derecha. Entré y vi en total seis

de cólera pero a la vez de calma se entremezcló.

hombres; Cinco vestían idéntico. Traje negro y

Cólera por la impotencia de saber quién era el

camisa blanca. Todos me apuntaron con una nueve

asesino de Aleida y no poder redimirla. Calma de

milímetros. Advertí la insensatez, por inercia acudí

conocer mi inocencia del crimen.

al lugar sin prepararme, sin siquiera saber a qué me enfrentaba. Al fondo de la habitación un

Con una placidez alucinante Roberto sacó de uno

hombre fumaba un puro, el portaba un traje café,

de sus bolsillos del pantalón una nueve milímetros

de tela fina, tal vez era un Bruno Magnani. Su

y me encañonó.

rostro se exhibía hosco. Llevaba la barba y el bigote de unos cuatro días pero excelsamente recortado.

—Ahora vas a morir tú.

—Pinche madre, nunca me equivoco. Sabía que

La situación me traspasó. Pensé que me

me encontrarías. Eres inteligente, chingado,

encontraba en un sueño, en una pesadilla atroz.

siempre lo he dicho.

Deseé estar en mi cama, aún acostado, con la resaca de un domingo cualquiera pero la realidad

El hombre del traje costoso parecía conocerme,

era otra. Dos personas me señalaban con un arma.

por mi parte él no se hallaba en mis recuerdos.

La muerte merodeaba. Hambrienta, deseosa de poseerme.

Les hizo una seña a los hombres de camisa de blanca y enunció.

—Al menos dime por qué lo hiciste, por qué mataste Aleida y por qué quieres matarme —mi

—Salgan todos. Solo quédate tú, Bill.

voz fue apenas audible, se escuchaba ahogada, o como si en realidad tuviera el agua hasta el cuello y

De inmediato salieron todos los hombres,

me encontrara a segundos de ahogarme.

excepto el más alto y moreno que no dejaba de apuntarme con la Luger.

—Ah qué cabrón, ahora hasta quieres saber —Se rio de forma burlesca—. Bueno, Igual ya te

—¿Quién eres? —cuestioné de manera osada.

chingué la vida por un rato —me lanzó una mirada saturada de odio, sin dejar de verme a los ojos y sin

—Ah que mi buen, Manuel —se levantó y se

menguar su sentir, dijo—. Igual que tú me la has

sirvió una copa, al parecer una de whisky—, Soy

hecho desde la prepa. De hecho ahí empieza todo,

Roberto Ramírez.

en la pinche prepa. Me quitaste lo único que tenía. ¿Recuerdas a Luisa Martínez? ¿Sabes lo difícil que

Ahora todo encajaba. Ramírez era uno de mis

era para alguien como yo hablar con ella? Yo era

compañeros de la preparatoria, uno de los más

un pendejo impopular, olvidado. Ella, lo más

impopulares, por cierto.

chingón del mundo, acuérdate. Todos la admiraban, su porte, su belleza. Cuando por fin

—Bien, pero vayamos al grano. Ya me harté de

pude acercarme, gracias a la asignatura de cálculo,

esta chingadera. Además no tienes mucho tiempo.

en donde siempre fui ducho.

Creo que la policía te anda buscando —soltó una carcajada.


Le ayudé a comprender algunos problemas, fue

El monologo de Roberto me desconcertó. Jamás

mi momento. Salí con ella. La enamoraba. Ella me

imaginé el odio tan inusitado que provocaba en él.

correspondía, en verdad lo hacía. Siempre al despedirme me obsequiaba un tierno beso en los

—Pues, tú dices, cuando digas ya, en ese momento

labios. Pero llegaste, tuviste que entrometerte.

disparo. Quiero que tú mismo me pidas morir.

Llegaste imponente, como siempre. Como el buen galán que eres. La envolviste con tus bromas. Con

Ya solo restaba alargar mis últimos instantes.

tu buen humor —el rostro de Roberto había cambiado, la historia que narraba parecía dolerle,

—Ándale, cabrón. No tengo todo tu tiempo. Ya

le arañaba las entrañas—, fue la primera

sabes que si me desespero te disparo de una vez. Y

chingadera que me hiciste. Porque te las he estado

es más, te meto mil pinches plomazos. Si me lo

contando, cabrón. Tiempo después cuando pude

pides tú de uno te chingo y ya.

hacerme de una carrera en la política y me nombraron secretario de finanzas, no dejaste de

No tenía salida. Bueno en realidad existían dos.

joderme en tu columna. Y este país te cree un dios

Demorar mi muerte y quizá ser salvado por la

de la crítica. Tu opinión es como una religión aquí.

policía o acabarlo todo como decía Roberto, de

Me chingaste. Cada cosa que hacía la criticabas.

una vez, al gritar ya. Ya había perdido el temple.

Eres un pinche sabueso, eso nadie te lo niega. Perdí

Elegí la segunda.

adeptos, y perdí la gubernatura del estado. Poco a poco fui perdiendo mi confianza. Te vi en el bar,

—Ya

otra vez me quitaste a mi chica, y como de costumbre ni siquiera te diste cuenta, porque

El disparo penetró con precisión en el cráneo.

Aleida era otra porrista tuya. Seguía de cerca tus

Roberto cayó inerte sobre el suelo. Bill gritó con

pasos, leía todo lo que publicabas en esa pendeja

voz sonora:

revista. Entonces supongo que no le dolió dejarme. Acabábamos de pelear y argumentó que prefería

—Ésta es mi venganza por todo lo que me has

estar con unos amigos en ese momento. Mintió, se

hecho. Siempre te serví fielmente. Y eso no te

fue para estar contigo. Ahí comenzó mi odio hacia

importó. Me trataste como una cucaracha, como

ti. Esa es la verdad. Te odio. Te odio con todo mi

uno más. No me dejabas ver a mi familia. Sólo te

poder. El verte con Aleida me dio una posibilidad,

pedía eso. Sólo eso. Nada más era tu posesión. No

una posibilidad de venganza. Los seguí hasta tu

podía dejar que siguieras chingando a la gente.

casa. El que estuvieran largo rato en el carro me dio la oportunidad de mandar a mis hombres a

La escena me dejó atónito, congelado.

que entraran. Fue fácil, solo volcaron un poco de tafil en la única botella que tenías. Sabía que la

—Detrás de esa puerta se encuentra una escalera

sacarías, te conozco bien, la fiesta continuaría. Y lo

que desemboca en una salida trasera. Por ahí

hiciste, caíste en la trampa. Como lo hiciste hace

puedes escapar. Ellos no se darán cuenta. Por el

rato al venir aquí. En fin, el punto es que la droga

sonido del disparo piensan que estás muerto. Yo

actuaría después de un tiempo. Quedaron

me arreglo con los demás —mencionó Bill.

completamente dormidos después de tener sexo. Ahí fue donde entré y yo mismo le disparé.

Bajé las escaleras y salí. No sabía a donde

Dejamos todo como estaba. Quería que te sintieras

dirigirme. Corrí no más de tres cuadras cuando la

desorientado, que pensaras que eras el asesino, que

policía me arrestó.

la desesperación te corroyera como un pinche perro.

Esa es la historia de cómo un domingo me encontré con la muerte dos veces, y de por qué de manera injusta llegué a la cárcel hace seis años.


EL FALSO YO Eduardo Vital Tecuanhuey

Ella nunca lo expresaba con todas las palabras, pero siempre me hacía sentir que estaba ofendiéndola. Resultaba desconcertante porque yo nunca sabía lo que quería de mí. Fuese lo que fuese, yo estaba segura de que no se lo daba. Siempre me sentía culpable ante ella.”

Mi verdadero Yo era desconocido para mí y para mis padres. Puesto que mis ideas exaltadas de mí misma no estaban permitidas, ni demostradas, sólo yo misma sabía lo maravillosa que era. Pero como tal conocimiento era un secreto, era inseguro, una parte de mí se sentía más bien incapaz.

La posibilidad de que yo estuviera equivocada, fuera de la realidad, que todo fuera mentira, era aterrador. Sellada en mi interior, me daba miedo la gente; sin embargo, otra parte de mí, la obediente y sumisa hija de la Reina, creía, cómo su madre que era una princesita perfecta.

….la duda estaba presente, junto con la cólera de una niña a quien todavía le afectaba que la abandonasen

-Sonríe - imploraba mi madre el día de mi graduación; pero Yo me sentía igual que aquel día del primer curso, luciendo en el escenario del colegio, aquel vestido color salmón.

- Sonríe- suplicaba mi madre… Yo estaba furiosa y fuera de mí dudaba ser realmente Yo a la que se dirigía mi madre

- Sonríe- insistía amorosamente mi madre… Yo no quería que mi madre me hiciese esa fotografía, con el pelo tieso y aquel vestido que Yo no había escogido. Yo estaba furiosa… -Sonríe- suplicaba mi madre… Y yo pensé que de nueva cuenta, ella, mi madre, quería captar para siempre la imagen preferida de la amada hija de sus sueños; sólo que la imagen que enmarcaba su máquina de fotos no era Yo. No, no era yo.


COLIN CARBERRY Nació en Toronto y pasó sus años formativos en Lanesboro, un pueblo chico de Irlanda. Ahora vive en Linares, Nuevo León, México, con su esposa y dos hijas. Colin es el autor de tres libros de poesía: The Crossing (Bearing Press, 1998), The Green Table (Exile, 2003) y Ceasefire in Purgatory (Luna, 2007). Además es el traductor de dos poemarios de Jaime Sabines, incluyendo Poemas de Amor (Biblioasis, 2011). Su co-tradución al español de la tercera novela de Jack Harte, Arcana, fue publicado por Scotus Press (Irlanda) en 2013. Sus poemas han sido traducidos a muchos idiomas e incluidos en antologías en Europa, Norte América y Asia. Ha leído sus obras en radio y televisión, y en ferias de libros, embajadas, festivales literarios, congresos y universidades en Bosnia-Herzegovina, Canadá, Irlanda, México, Serbia, Eslovenia, y los Estados Unidos. En 2013, fundó el Congreso Internacional de Lengua y Literatura, del cual es también coordinador general. Su último libro, una traducción de un poemario del autor canadiense Bruce Meyer, A/To Linares, fue publicado por Editorial Acento (México) en 2016.

Our Troubles

Traducido por: Raúl Blackaller

Nuestros problemas

I miss them still, those tense demotic days when we re-fought the old wars in the snug of every rundown pub; those magic days when we wuz roight gud mates; when every wrong

Los extraño aún, esos demóticos días tensos cuando volvimos a luchar las viejas guerras en el confort de cada bar destartalado; esos días mágicos cuando éramos buenos cuates; cuando cada error

could be righted with a timely terrace rant and a Bushmills neat. It rarely came to blows, and even then it never went past Yellow Card/‘parity of esteem’

podía redimirse con un oportuno grito de terraza y un Bushmills limpio. Raramente terminamos a golpes, y aun así nunca fue pasado Yellow Card / “parity of steem”

of our sitzkrieg: two pints each as goal posts; the barman, referee. I loved the sideways stealth, the vicious give and take of those creeping come-on attacks (for Saxon read

de nuestro “estado de guerra”: dos pintas cada una como postes; el barman, árbitro. Me encantó la caraen forma de sigilo, el vicioso dar y recibir de aquellos horribles ataques progresivos (para lectura sajona:

‘Limey prick’; for Celt, ‘Bog-Irish bastard’) with anything that rhymed and gave offence. And the lies: they were brilliant! You once told tranced spectators that your dad played defense

‘Limey prick’; for Celt, ‘Bog-Irish bastard’) con cualquier cosa que rimara y ofendiera. Y las mentiras: ¡fueron geniales! Una vez le dijiste a los adormilados espectadores que tu padre jugó defensa

for Leeds in ’66, but still managed to score - from forty years out, I believe? When they heard my uncle was Georgie Best, the Belfast Boy, they wouldn’t let us leave.

para Leeds en el 66, pero todavía se administra para anotar, a partir de cuarenta años, ¿creo yo? Cuando escucharon que mi tío era Georgie Best, el chico de Belfast, no nos dejaron irnos.

Then take it home, the wee hours argument, our chaunts echoing into overtime … Till harsh words in Ireland sparked the blow-out, and our habitual exhibition game

Entonces llévalo a casa, el argumento de las horas pequeñas, nuestras persecuciones haciéndose eco de las horas extras ... Hasta las duras palabras en Irlanda provocaron el estallido, y nuestro juego exhibicionista habitual

escalated into a full-blown black propaganda and dirty tricks campaign: poison-tipped barb borrowed barb, as the mask slipped amidst the gregarious smoke-screen,

Trepado en una enorme inflada campaña negra de propaganda y trucos sucios: punta de lengueta envenenada lengüeta prestada, como la máscara deslizada en medio de la pantalla de humo gregaria,

and we were mired fast in the implausibly undeniable zone of injury time – beyond us the barman’s half-heard, Come on, now, lads. Have yiz no homes at all. It’s time …

y estábamos casi atrapados en la implausible zona de tiempo de daño negable más allá de nosotros, los barmans escucharon a medias, Vamos, ahora, muchachos. No tienes casa. Es hora ...

Whoever’s to blame for the stress and strife we caused one another, when the whistle blew on our endless friendly we were offside, the tally for our troubles: Nil-Nil.

Quien tiene la culpa del estrés y la contienda que nos causamos el uno al otro, cuando el silbido sopló en nuestro interminable y amistoso -estábamos fuera de lugar-, la cuenta para nuestros problemas: Nil-Nil.


LOUGH REE*

LAGO REE

POR: COLIN CARBERRY

TRADUCCIÓN: JULIO CÉSAR FÉLIX

A fish flares at dusk, silver scales in the heron’s ear.

Un pez como llamaradas en la oscuridad, con escamas de plata y oído de garza.

*Lough es la forma irlandesa medieval para “lago”. El Lago Ree o Lough Ree (irlandés: Loch Rí or Loch Ríbh) es un lago situado en el centro de Irlanda. Es el segundo lago más grande por cuantos atraviesa el río Shannon. Los otros lagos son el lago Derg (Sur) y el lago Allen (Norte).

THE WAR

LA GUERRA

POR: COLIN CARBERRY

TRADUCCIÓN: RAÚL BLACKALLER

for Goran Simić

Para Goran Simić

In the stairwell of your old apartment, long past midnight, listening to the rain shed black tears for those shell and shot tore apart scrounging for water or scraps of stale bread. How in that dark time you managed to sing craft beauty from carnage by candlelight, when the wind’s whistle was an incoming mortar round dropping unseen in the night and stay sane, is beyond me. I’m alive, you shrug, but the black flicker of sorrow and loss in your eyes even when you laugh hardest will burn undimmed. For well you know, Yugoslav poet, that for those who bore witness the war would never be over.

En la escalera de tu antiguo apartamento, pasada la medianoche, escuchando el cobertizo de lluvia lágrimas negras por esas cáscaras y tiro aparte buscando agua o trozos de pan duro. Cómo en ese momento oscuro lograste cantar crear belleza de la carnicería a la luz de las velas, cuando el silbido del viento era la llegada de una ronda de mortero goteando invisible en la noche y mantenerse cuerdo, está más allá de mí. Estoy vivo, Te encoges de hombros, pero el parpadeo negro de dolor y pérdida en tus ojos incluso cuando ríes lo más difícil será arder sin brillo. Pues bueno, ya sabes, Poeta yugoslavo, eso para aquellos aburridos atestiguan que la guerra nunca terminará. .


NO HABLO CON LAS PIEDRAS Raúl Blackaller

NO BUSCO HABLAR CON LAS PIEDRAS NI CON LAS ESPINAS DEL DESIERTO. MUDO ANTE SU CADÁVER Y LA SANGRE FÓSIL. ME DICEN SUS OJOS FLORECIENDO EN HIERBA ‒LA TIERRA NO PERDONA. CIERTO, ES UNA PENITENCIA DE MUERTE, DE MORIR POCO EN LA FURIBUNDA CALIDEZ DE SUS MANOS, LA TIERRA ENGULLE UN SOL ROJO. LA SOMBRA ES REFUGIO DE MEMORIAS, TODO ES PASADO. TODO ES DESIERTO. SUS DEDOS EMERGIENDO DE UNA FALLA TECTÓNICA, SUS DEDOS CRECEN A LA LUZ DE LA LUNA, ES LA NOCHE DIOSA ANTE LA QUE ME DERRUMBO. CASCADAS DE SOMBRAS CAYENDO POR MIS OJOS. TROMBA DE ROCAS AZOTAN LA TIERRA. NO HABLO CON LAS PIEDRAS, MUDO ANTE LA INSENSATEZ, MUDO ANTE LOS MURMULLOS DEL DESIERTO, EL VIENTO EN MI CARA Y UN TORNADO ATRÁS DE LOS OJOS. SIGO ABRAZANDO SU CADÁVER. NO PUEDO DECIR CUÁNDO LE DIO SU VIDA AL DESIERTO. OLVIDÉ EL DÍA QUE SE DERRUMBÓ AL LADO DE LAS ROCAS. LA MEMORIA ES UN CEMENTERIO. VIVIMOS TANTO RUIDO Y AL FINAL NOS QUEBRAMOS. LOS RESTOS QUEDARON ESPARCIDOS EN LA TIERRA. NO PUEDO DECIR LO FRAGMENTADO DE MI ESTADO HASTA RECUPERAR CADA PARTE DISPERSA. AUNQUE LA TENTACIÓN, ES SEMBRARLAS COMO SEMILLAS QUE GERMINEN UN LEJANO DÍA DE LLUVIA. LO INCIERTO DE LA PUTREFACCIÓN, ES EL OLVIDO, LA SOLEDAD DE ESTE MOMENTO. LAS PIEDRAS NO HABLAN. Y SIGO ABRAZÁNDOLAS OYENDO SU RESPIRACIÓN FRÍA COMO PENITENCIA. LA MEMORIA APEDREA MI CAMA, SIN SENTIMIENTOS HABITADOS, EN LA SANGRE, EN LA CULPA. NO HABLO CON LAS PIEDRAS, LES DOY BESOS EN LA OSCURIDAD.


CORRESPONSALÍA TORREÓN DEL SEMINARIO DE CULTURA MEXICANA

PRÓXIMAS ACTIVIDADES PRESENTACIÓN DEL LIBRO: LAS QUIMERAS DEL CAFÉ AMARGO Y REVISTA CANTALETRAS viernes 16 de febrero en el foyer del Teatro Nazas a las 6 de la tarde PRESENTACIÓN DEL POEMARIO: YAX de Moramay Micalco marzo del 2018 en la galería del Teatro Isauro Martínez EXPOSICIÓN DE ARGUMENTOS QUE SUSTENTAN LA SOLICITUD DE LA DECLARATORIA PARA LA ALERTA DE GÉNERO EN TORREÓN, COAHUILA. Lic. Ariadne Lamont Martínez y Lic. Adriana Romo Salado. Martes 13 de marzo a las 7 de la tarde. Galería del Dept. de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Coahuila. Planta Baja del Edificio de Coordinación. Comonfort y Blvd. Revolución.

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Director: Julio César Félix Edición y diseño: Raúl Blackaller Obra gráfica: Kuizón


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