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BUENOS AIRES, MIERCOLES 3 de octubre de 2012

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EL VIAJE Y LA FIESTA DE EGRESADOS

Enseñar en quinto año… Los festejos y “rituales” del final de la secundaria pueden ser un obstáculo para cumplir los objetivos pedagógicos. Dispersión, ausentismo y agotamiento son algunos problemas que se plantean en el aula. Ideas de los docentes y consejos para padres. Pág. 2 a 5

Un colegio para los pibes de la calle Es el Centro Educativo Isauro Arancibia, en el barrio porteño de San Telmo, donde casi 200 jóvenes y adolescentes sin hogar cursan la primaria. Buscan un futuro mejor a través de la educación. Pág. 8

Cómo aprender jugando Pág. 6 y 7


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Marcelo Genlote

>> informe para docentes y padres

Entre la fiesta y el aprendizaje

El final de quinto año plantea, para los docentes, el desafío de compatibilizar los festejos con el cumplimiento de las metas pedagógicas. Para los padres, el reto es acompañar y cuidar. En la segunda mitad del año, las fiestas de egresados minan la asistencia de los alumnos de quinto. Al día siguiente de su fiesta, lo más frecuente es que el curso no asista al colegio. germán garcía adrasti

testimonio 1

Enrique Fraga

Especial para Clarín

S

in dormir la noche anterior, un grupo de jóvenes entraron al aula cantando a los gritos, todavía eufóricos por efecto de la fiesta de fin de curso. Ante la situación, la profesora les recomendó que se volviesen a sus casas. “¡Profe, si se vuelven a su casa se quedan libres!”, fue la respuesta de sus compañeros. Claro: varios de ellos, tras llegar del viaje de egresados, habían agotado las faltas permitidas para “reponerse” de su estadía en Bariloche. La anécdota no es excepcional y expresa el desafío de compatibilizar los festejos de fin de curso con el normal desenvolvimiento pedagógico del último año del secundario. Desde el primer día de las clases, el clima festivo por el fin del ciclo se respira en cada rincón del aula de quinto. Por supuesto, sería ridículo que egresar estuviese privado de festejos y alegría. Pero muchos docentes coinciden en que, en la actualidad, cumplir con el objetivo de enseñar a quienes están por terminar el colegio puede convertirse en todo un reto, ya que la escuela debe competir con la atención y energías que los jóvenes les dedican a las tradiciones instaladas, con el viaje y la fiesta de egresados a la cabeza.

Marcelo Berlato 8 años de docencia Docente de Gestión y Marketing Operacional en 5° año, en dos colegios de Villa Lugano e En muchos casos, los viajes de

estudio se suelen promocionar no como coronación de estudios, ni premio al esfuerzo. Y tienen un perfil turístico discutible. Se suele transmitir un mensaje vertiginoso, como si fuera el último y único viaje que harán en su vida. Esto suele orientar el comportamiento de los chicos durante el año. e Los contenidos más centrales y

marcelo

Para Marcelo Berlato, el viaje de egresados genera dispersión en el aula.

contundentes se deben dar antes del viaje, porque después la dispersión es tan alta que se complica muchísimo. Esto es un desafío para el docente, porque hay núcleos temáticos que corresponden a un momento determinado. e La estrategia que funciona

mucho es el uso de herramientas como fichas y guías de estudio. Permiten un conocimiento de rápida resolución. No sirven las clases magistrales, descriptivas, enciclopedistas. Hoy el joven se frustra instantáneamente si no tiene la consecución rápida del contenido.

Según los especialistas y docentes consultados, el discurso vertiginoso instalado en el imaginario de muchos jóvenes, y potenciado por las empresas que organizan el turismo estudiantil y las distintas celebraciones, pone al límite el ejercicio de la responsabilidad de los estudiantes en esta última etapa del año. ¿Por qué el viaje y la fiesta de egresados se pueden volver un problema para el aula? ¿Se pueden desarrollar estrategias para que los chicos no pierdan el foco de atención y asuman con responsabilidad esta última etapa? En este informe de Clarín Educación, profesores, autoridades educativas y especialistas brindan su opinión y cuentan sus experiencias. La previa “¡Bariló, Bariló, nos vamo’ a Bariló!”, cantaban a capella una treintena de adolescentes por los pasillos de un colegio porteño. Las clases habían comenzado hacía apenas una semana y faltaban varios meses para emprender el viaje de egresados a la ciudad rionegrina. “En quinto año veo tres momentos en el aula. Hay uno previo a Bariloche, uno durante y uno posterior. En el primero los chicos están más preocupados por recaudar fondos que por el juego de interrelaciones que van a tejer. Como no siempre los padres pueden solventar los gastos, se hacen desde ferias, desfiles de


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>> CONSEJOS PARA PADRES

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Acompañar a los chicos en la organización. Hoy ellos suelen encargarse solos de casi todos los aspectos del viaje y la fiesta de egresados. Pero los especialistas y padres consultados recomiendan estar presentes, para evaluar las distintas opciones, aconsejar y evitar que sean manipulados por las empresas.

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Interesarse por el desempeño académico. En el último año del secundario, por las energías puestas en los festejos y por la ansiedad del fin de ciclo, puede prevalecer la desatención en clase y en el estudio. Según los docentes, en los casos en que los padres se involucran y apoyan a sus hijos en las tareas académicas, hay seguridad de buenas notas.

Ricardo Braginski

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Fomentar la responsabilidad, para no caer en posturas demagógicas. No porque sea el último año hay que legitimar la falta de estudio, el ausentismo o la desatención a las obligaciones. Son jóvenes a un paso de ser adultos, por eso debe fomentarse la autonomía, pero también la responsabilidad para que puedan terminar el año en tiempo y forma.

rbraginski@clarin.com

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Consensuar normas para el regreso y el día post-fiesta entre padres, chicos y docentes. Retomar la actividad sin un descanso adecuado puede traer secuelas tanto para la salud como para la convivencia escolar. Es clave conocer el nivel de ausentismo de los hijos y promover el compromiso con las obligaciones.

Juan Manuel Foglia

testimonio 2 Alejandra Ruiz Moreno 15 años de docencia Profesora en los colegios Paula Montal (Balvanera) y Divino Corazón (Palermo) e Los viajes de egresados cam-

biaron con el tiempo. Cuando hice el mío, hace más de 30 años, eran los padres los que se encargaban de organizar. Hoy veo que influye mucho la opinión y el esfuerzo de los chicos. Esto puede generar dispersión y falta de atención en el aula, debido a que las energías están puestas en la organización. e Las fiestas de egresados no son

alejandra

ya reuniones íntimas con la familia y los profesores, sino festejos multitudinarios de alumnos. Esto provoca un fuerte ausentismo en clase. Al día siguiente de la fiesta es común que quinto año no asista; en cuarto y tercero falta el 70 % del curso y en segundo el cuarenta. A este panorama hay que sumarle las fiestas de los colegios vecinos.

Alejandra subraya la importancia de “promover la responsabilidad de los chicos y el compromiso de las familias”.

modas y hasta torneos de fútbol”, cuenta Marcelo Berlato, que dicta la asignatura Gestión y Marketing Operacional en quinto año en dos colegios privados de Lugano. “Los chicos tienen la fiesta y el viaje como eje de sus esfuerzos, sobre todo en el último tramo de quinto año, pero desde antes también. Desde el primer día de clase están pegando carteles sobre la fiesta”, describe Alejandro Pomar, rector del Colegio Guadalupe, de Palermo. “El problema es que tanta dispersión puede influir en que no se termine en tiempo y forma, con el consecuente atraso en los estudios posteriores. Parte de la culpa está en cómo se llevan a cabo los festejos”, asegura. Como todos los rituales escolares, los viajes de egresados cambiaron con el tiempo. “Cuando hice el mío, hace más de 30 años, recuerdo que eran los padres los que se encargaban de organizar y discutir los detalles. Hoy veo que en general influye mucho la propia opinión y el esfuerzo de los chicos. Esto puede generar dispersión y falta de atención en el aula, debido a que las energías están puestas en

la organización”, añade Alejandra Ruiz Moreno, profesora de Informática en el Colegio Divino Corazón, de Palermo. “Esto supone debatir sobre qué empresa contratar, a qué excursión ir, pero también el diseño de la bandera y del buzo distintivo del grupo. Además, después del viaje, comienzan los preparativos de la fiesta de egresados. Las colectas de fondos para toda esta organización en muchos casos empiezan más de un año antes. Ha dejado de ser un tema exclusivo de quinto”. Hay que aclarar que los viajes de egresados están dentro del imaginario de las clases medias y altas. Se estima que viajan a Bariloche unos 100 mil estudiantes al año y el costo de una semana en la ciudad no es menor a los 6500 pesos. Por ese motivo, en los últimos años se han puesto de moda nuevos destinos como ciudades del norte de Brasil o de Europa. En tanto, el alquiler de una disco para hacer la fiesta puede llegar a costar 60 mil pesos. Los docentes coinciden en que no es un tema menor el trabajo con aquellos alumnos que no viajan.

“En algunas ocasiones, los chicos que no pudieron ir viven el período con una sensación de ansiedad y frustración, porque idealizan lo que sucede realmente en el viaje y piensan que en Bariloche se están viviendo experiencias únicas e irrepetibles. Esto se suele contradecir con las verdaderas experiencias de los viajeros que, en muchos casos, no logran las expectativas proyectadas”, advierte Marcelo. La “última” noche ¿Por qué los chicos depositan tanta expectativa en el viaje? Nacidos a mitad del siglo XX como experiencia de fraternidad de algunos colegios católicos, los viajes de egresados a Bariloche han cambiado su mística hace años. “No suelen promocionarse como coronación de estudios, ni como premio al esfuerzo y tienen un perfil turístico discutible. Se suele transmitir un mensaje vertiginoso, como si fuera el último y único viaje que harán en su vida. Los chicos van orientados hacia la fantasía de encontrar la libertad absoluta”, sostiene Marcelo, y agrega: “Dentro del turismo estudiantil, intentan

alargar esta sensación y la mística. Por eso, inmediatamente, empiezan las fiestas del reencuentro, junto a los colegios con los que viajaste. Entonces te dicen ‘es la última noche’. A veces los chicos no se han ido de Bariloche y ya tienen programada la fiesta del reencuentro ‘para que no se corte’, siempre con una apelación a lo emotivo”. Desde la perspectiva de la familia, Santiago Estévez, padre de una joven egresada en 2011 de un colegio privado de Recoleta, afirma: “Los padres no se involucran con sus hijos en la organización del viaje. Pero es necesario para evitar que sean manipulados por las empresas. Ellos todavía son jóvenes, aunque estén a un paso de ser adultos. Es importante el diálogo, hablar sobre todos los temas y generar confianza y sentido del compromiso”. Pero, según el relato de docentes, los estudiantes no siempre vuelven conformes. “Los chicos suelen volver con muchas expectativas frustradas. Muchas veces viajan a buscar nuevas experiencias en un marco prometido de

Otra oportunidad para el crecimiento A esta altura importa muy poco cómo surgieron. El dato de la realidad es que el último año de secundaria –en cualquiera de ellas– estará atravesado por las fiestas y el viaje de egresados. Antes del viaje, durante o después, los festejos y sus vicisitudes les marcarán el pulso a la agenda educativa en un año de enorme relevancia para la formación de los jóvenes: el que los prepara para su futuro tránsito hacia la formación profesional o hacia el mundo laboral. Frente a esto, muchos pensarán que, desde el punto de vista académico, todo será tiempo perdido. Y probablemente tengan razón en muchos aspectos. Pero sucede que en la preparación de los festejos son los mismos chicos quienes toman decisiones que involucran aspectos tales como manejo de tiempos, presupuestos y logística, tanto en la organización de los eventos como en el mismo viaje. Y no es poca cosa. Entonces, ¿por qué no darle un sentido positivo a tanta motivación expresada por los chicos? ¿Acaso no es la motivación un ingrediente indispensable para todo proceso de aprendizaje? El desafío para los docentes pasa por poder adecuar esta energía a las necesidades pedagógicos que plantea la currícula sin descuidar la disciplina y el trabajo sobre las reglas de convivencia. Una buena oportunidad para trabajar sobre el grupo y la integración de todos. Las fiestas y el viaje de egresados son situaciones relevantes en nuestras vidas, qué duda cabe. Al final de cuentas, los solemos recordar con cariño. Pero cuánto más relevantes pueden llegar a ser si terminan contribuyendo a la razón principal por la cual los chicos van al colegio: para aprender, para crecer como personas y para prepararse para el futuro.

Consejo Asesor Tres especialistas contribuyen a definir los temas y el enfoque de las notas en Clarín Educación. Rebeca Anijovich

Especialista y Magister en Formación de Formadores (UBA). Docente en UBA y Univ. San Andrés. Asesora en escuelas argentinas y latinoamericanas.

Guillermo Jaim Etcheverry

Médico y doctor en Medicina (UBA) Ex rector de la UBA. Miembro de la Academia Nacional de Educación

Juan José Llach

Licenciado en Sociología (UCA) y en Economía (UBA). Ex ministro de Educación de la Nación.


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>> informe para docentes y padres estrategias para el aula 1. Empezar por los 2. Consultar fechas temas importantes de fiestas y viaje

3. Fichas y guías

4. Aprovechar la informática

5. Una oportunidad para aprender

Es mejor dar los contenidos centrales de las asignaturas antes del viaje, en los dos primeros trimestres del año, ya que la dispersión y el agotamiento en el último tramo suelen ser altos.

Las fiestas de egresados (la propia y las de colegios vecinos) suelen estar organizadas con antelación. Tener el cronograma puede servir para organizar las clases y prever ausencias.

Los docentes recomiendan especialmente su uso durante el último año. Sirven para organizar el aprendizaje y permiten evitar clases magistrales y enciclopedistas.

La tecnología puede ser útil a la hora de consensuar entregas de trabajos prácticos o realizar evaluaciones que reemplacen a los tradicionales exámenes presenciales.

La motivación del viaje se puede trabajar desde puntos de vista educativos. Un viaje se puede analizar, por ejemplo, desde la matemática, la geografía o la historia del lugar de destino.

libertad, que luego no se cumplen”, dice Marcelo. Volver “Desde el primer día hábil posterior al viaje y durante la primera semana hay un gran ausentismo. Muchos no vienen porque tienen que recuperarse de una bronquitis o de anginas. Vuelven exhaustos de tantas noches sin dormir”, enumera Alejandro. En medio de este panorama, a los profesores se les plantea el reto de retomar los contenidos y acostumbrar nuevamente a los chicos a un ritmo de trabajo. Es que todavía falta una tercera parte del año. Marcelo coincide en la descripción: “Los primeros diez días después del viaje de egresados es muy complicado generar un espacio para desarrollar cualquier dinámica. Generalmente, se plantea hacer

un repaso, y de a poco podés empezar a ver nuevos saberes”. El ausentismo en la tercera parte del año no se debe sólo al regreso del viaje. “En el último tramo no sólo está la fiesta sino las fiestas de egresados. Todos los días de la semana hay una distinta. Los chicos consiguen el fixture de celebraciones por Internet. Por supuesto, nadie se las quiere perder”, dice Alejandro. Según los relatos de los docentes, al día siguiente de la fiesta es común que quinto año no vaya al colegio; en cuarto y tercero falta el 70% del curso y en segundo el 40%. “A este panorama hay que sumarle las fiestas de los colegios vecinos”, añade Alejandra Ruiz Moreno, que suele consultar las fechas para armarse un cronograma y poder dictar los contenidos previendo las ausencias.

josé Mateos

Primero lo más importante Los profesores consultados coinciden en que el trabajo en el aula debe potenciarse en los dos primeros trimestres del año. “Los contenidos más centrales y contundentes deben ser dados antes del viaje, porque después la dispersión de los chicos es muy alta”, sugiere Marcelo. “Es complicado para el docente, porque a cada trimestre le corresponden núcleos prioritarios y contenidos básicos”. Terminar el secundario también significa empezar una nueva etapa signada por la continuación del estudio o la inserción laboral. Varios especialistas coincidieron en que el momento de las celebraciones de fin de curso puede ser usado para fomentar y poner a prueba la responsabilidad de los jóvenes. “En el tercer trimestre no nos exigieron ir a todas las horas de

alejandro Alejandro afirma que su colegio no comparte los valores del viaje.

testimonio 3 Alejandro Pomar 18 años de docencia Director de la secundaria y ex profesor de catequesis del Colegio Guadalupe - Palermo e Cada vez los jóvenes ingre-

san más temprano al sistema. “Descontrol” es la palabra clave.

Ha habido un crecimiento en el consumo de alcohol y drogas que uno ve con preocupación. e Consideramos que uno puede

divertirse sin poner en riesgo la vida propia y la ajena. Esto hay que transmitirlo a los jóvenes y dialogar con ellos.

Aprovechar el viaje para aprender “Una de las estrategias que utilizo con mis alumnos es montar en un relato los objetivos del conocimiento”, explica Salvador Ottobre, autor del libro ¡Profe, no tengamos recreo! Creatividad y aprendizaje en la era de la desatención. “Cada curso podría producir un documental humorístico sobre el viaje. La condición es que entren varias materias, con objetivos claros. En un viaje hay de todo: matemática (cálculos sobre el dinero), geografía,

historia, etc. Puede haber una competencia entre los distintos cursos por un premio al mejor documental, y puede estrenarse en una fiesta con entradas cuya recaudación engrosará las arcas para el viaje. Los docentes evaluarán si se han aplicado correctamente los contenidos de las distintas materias. Conclusión: si nada les interesa a los chicos excepto el viaje, montémonos sobre ese relato para lograr que los conocimientos no queden de lado”.


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6. Establecer normas claras Consensuar con los padres y los alumnos normas de convivencia para el día posterior a la fiesta y el viaje. Hacer explícitas las consecuencias de un alto ausentismo y promover la responsabilidad.

Estar presentes y participar El diálogo con los adolescentes es la mejor herramienta para prevenir riesgos durante el viaje de egresados, sostiene el autor. Julio Cukier

clase. Cada materia daba consignas para un trabajo en grupo y un sistema de tutorías obligatorias a las que sí había que asistir. Así tenía más tiempo libre y cada uno podía organizarse mejor”, relata Azul, quien egresó en 2011 de la Escuela Julio Cortázar, de Flores. “En mi grupo funcionó muy bien. Aprovechamos para estudiar pero también para organizar actividades relacionadas con la fiesta de egresados. Si en los dos primeros trimestres es muy común ‘estar en otra’, en el tercer trimestre la dispersión es mayor. Si no se hubiese implementado este sistema de tutorías, habría sido imposible trabajar, no tenés ganas de nada”. En un examen oral, Marcelo tuvo un alumno cuyas respuestas habían sido un desastre. Al explicarle que su parcial había sido muy flojo, el estudiante contestó: “Lo que pasa, profe, es que vengo de Bariloche”. “Entonces le expliqué que, si al año siguiente se pensaba enfrentar a una entrevista laboral, al entrevistador no le iba a interesar si había estado en Bariloche o en Bulgaria”, cuenta el docente. Alejandro refuerza esta postura: “Las reglas en el colegio a veces son insoportables para los chicos. Pero en el mundo adulto también hay reglas y están para ser cumpli-

su opinión ¿De qué manera deberían participar los padres en la organización del viaje y la fiesta de egresados, sin avasallar la autonomía de los chicos? ¿Sería deseable que las escuelas se involucraran más con este tema, o no les corresponde? Invitamos a los lectores de Clarín Educación a enviar sus opiniones y compartir sus experiencias sobre este tema a nuestra dirección de correo: educacion@clarin.com.

das. El momentito del descontrol no es la vida real”. ¿Cómo instalar, en definitiva, esa cultura del esfuerzo? Para Norma Guglielmo, psicopedagoga y rectora de nivel medio del Colegio Divino Corazón, de Palermo, es una cuestión que debe empezar a ser trabajada desde el comienzo de la secundaria. “Es importante generar en los alumnos desde el primer año un sentido de pertenencia y de responsabilidad con la institución. En la escuela promovemos actividades fuera del aula, como misiones solidarias, que involucren el compromiso de los jóvenes y les permitan aprender a ser responsables con el colegio”. Si se logra esta pertenencia y diálogo maduro, luego será más fácil negociar con los estudiantes: “Una vez el viaje de egresados coincidió con la fecha de un examen. Como el diálogo con los chicos era fluido, se llegó a un acuerdo. Se reemplazó el examen presencial por un trabajo práctico que debió ser enviado una semana antes, por correo electrónico. Uno llega a estas negociaciones, que en ningún momento disminuyen la exigencia, cuando el curso demuestra compromiso y responsabilidad. Pero es algo que se construye durante todo el secundario”.

Médico de Adolescentes. Director Médico de ADOS, centro de atención integral de la salud del adolescente

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anto las fiestas como los viajes de egresados generan una inquietud particular en los padres, que les atribuyen más riesgos que los que tienen los adolescentes en la vida cotidiana. En cambio, en los adolescentes se generan expectativas de liberación: se separan de su familia, demuestran más autonomía y fortalecen los lazos con sus pares. En nuestro país se han hecho pocos estudios estadísticos para determinar la realidad de este tipo de viajes y para comparar años anteriores con los actuales. Las conclusiones de estos trabajos (Revista Argentina de Pediatría, año 2007) nos deparan ciertas sorpresas. Por ejemplo: que allí los chicos duermen entre 3,5 y 4,2 horas diarias, que se enferman o tienen accidentes leves (alrededor del 70%), incluyendo no sólo los días del viaje sino hasta una semana después de

retornar a sus hogares. En general se trata de enfermedades respiratorias moderadas o gastrointestinales. El consumo de alcohol es de cerca del 78%. Otro elemento llamativo es que son muy pocos los que tienen la primera relación sexual durante el viaje, y la mayoría de los que mantienen estos encuentros ya lo habían hecho antes. Con el agregado de que el número de relaciones sexuales que tienen en este período son menores que antes de irse, y que la mayoría utiliza algún método de protección contra infecciones y embarazo. Es fundamental la participación de los padres y docentes, que los acompañen desde un lugar no invasivo pero marcando su presencia. Las responsabilidades de los adultos van desde la elección de los lugares adonde ir, el medio de transporte, el alojamiento y el acompañamiento de otros adultos responsables, en número adecuado a la cantidad de adolescentes que vayan. Como docentes, las reglas se deben transmitir de manera sutil pero clara, para que no aparezcan como una intromisión. El acompañamiento de “coordinadores”, en general adolescentes de sólo un poco más de edad que los que viajan, no es garantía suficiente de cuidado. Los adultos que

acompañan (padres o docentes) deben estar uno o dos pasos atrás de los jóvenes viajeros, no compartiendo las actividades, observando lo que sucede e interviniendo en forma discreta cuando aparece algún riesgo, tratando de hacerlo sin que sea evidente, para no avergonzarlos frente a sus pares. También es conveniente como padres hablar con los hijos instándolos a cuidarse de los riesgos que aparecerán: inevitablemente alcohol, drogas, etc. Esto se puede hacer leyendo juntos artículos que se publiquen en los medios cotidianamente y no como un gesto de desconfianza hacia ellos. Todo esto no es muy diferente a la conducta que los padres deberían ofrecer a sus hijos cotidianamente. Se trata de escucharlos, sin entrar en discusiones estériles y creando un clima de respeto frente las opiniones de ellos en forma abierta y sincera, no invadiendo un terreno que les es propio salvo cuando se vislumbre que existe un riesgo real. Para ello se necesita presencia y participación, sin invadirlos, simplemente acompañándolos y ayudándolos a elegir lo más seguro.


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la semana Marcha y protestas por las técnicas Jueves 27 de septiembre. Luego de diez días de colegios tomados en la ciudad de Buenos Aires (más de treinta), unos 3.000 alumnos marcharon contra la actualización de los planes de estudio de las escuelas técnicas, cuya meta es homologar los títulos en el Instituto Nacional de Educación Técnica. La reforma busca que los egresados de cualquier escuela técnica puedan ejercer en todas las jurisdicciones del país. La iniciativa, impulsada por el Consejo Federal de Educación, se viene discutiendo en Capital desde 2011. Una de las claves de la reforma es la reducción de horas de talleres, dibujo técnico, laboratorio, química, física, a la vez que se aumenta la carga horaria de materias base, como Lengua, Matemática o Inglés. Además de garantizar la movilidad nacional, la propuesta apunta a adecuar los contenidos de los planes de estudio al nuevo escenario que plantean la revolución digital, las nuevas tecnologías y los requerimientos de la industria en la actualidad. Los estudiantes –acompañados por padres y docentes del gremio Ademys– protestaron contra los cambios y manifestaron el temor de que “se transforme la escuela técnica en un bachillerato”.

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> enfoques

Al mejor estilo del jardín En el nivel inicial, el juego es la herramienta básica que conduce los aprendizajes.

H

oy existe un consenso generalizado entre los pedagogos acerca del valor del juego como herramienta de aprendizaje. Pero en ningún otro nivel educativo el juego tiene la importancia que le ha asignado históricamente el jardín de infantes. En esos primeros años de formación escolar, las actividades lúdicas entre pares definen la esencia del proceso educativo. En el nivel inicial, el juego tiene una función didáctica y, a la vez, evaluativa. “Sirve para vincularse con otros, divertirse, expresarse, enriquecer el lenguaje, compartir y desarrollar la creatividad. Valga la redundancia: cuando uno juega, se ponen muchas cosas en juego”, explica Sabrina Leites, maestra auxiliar del Jardín de Infantes Mitre, de Palermo. Contra los prejuicios de algunas voces críticas, Sabrina aclara: “El juego, generalmente, se da dentro de un encuadre. Por ejemplo, ju-

ALFREDO MARTÍNEZ

Las propuestas lúdicas del jardín ayudan a aprender en un encuadre libre.

gamos en este lugar y no en este otro; o jugamos con este material y no con el de más allá”. Ahora bien, el hecho de que exista un marco no quiere decir que se anule la premisa básica de cualquier juego que se precie como tal: la libertad. “Los chicos juegan con determinadas reglas, pero eso no quiere decir

que no tengan libertad dentro de lo pautado”, sostiene la docente. Ya desde los primeros años de vida, el juego es parte de la estimulación temprana necesaria para favorecer el desarrollo del niño. La psicóloga Marisa Russomando, directora del centro La Cigüeña, sostiene que la estimulación tem-

prana es responsabilidad tanto de la institución escolar como de la familia: “Todos los estímulos que ofrecemos cotidianamente en el marco de nuestra vida hogareña tienen resultados en el desarrollo del niño, más aún si estos estímulos son de sus seres queridos, referentes primeros de la vida. Cada gesto, cada palabra, cada juego brinda al niño la oportunidad de dar un pasito en su desarrollo”, afirma Marisa, y explica que los chicos que están estimulados generan sus propios conocimientos y recursos. Son niños que construyen confianza en sí mismos, lo que permite ir por más y tener un buen vínculo con el aprendizaje, para así aprender mejor. Independientemente del tipo de juego de que se trate (exploratorios, dramáticos, más o menos reglados, etc.), en el jardín de infantes jugar es sinónimo de aprender por instinto. Una propuesta que, aseguran los especialistas, tiene todavía mucho que enseñar a la escuela primaria y secundaria.


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Aprendemos jugando La autora repasa, a partir de las ideas de diversos especialistas, la importancia que adquiere el juego para los procesos de aprendizaje de chicos y… grandes. Rebeca Anijovich

ESPECIALISTA Y MAGÍSTER EN FORMACIÓN DE FORMADORES. DOCENTE UBA Y UNV. DE SAN ANDRÉS, ASESORA DE ESCUELAS.

A

menudo en el aula escuchamos frases como éstas: “Dejá de jugar, en clase no se juega”. “A la escuela se viene a aprender y no a jugar”. “Si terminan la tarea pueden jugar”. Estas frases muestran una clara disociación entre jugar y aprender, como si una excluyera a la otra. Pero cuando jugamos, estamos aprendiendo. A través del juego es posible descubrir nuevas formas de hacer las cosas, de ampliar nuestra visión del mundo, de establecer nuevas relaciones para com-

prender nuestro entorno. El juego nos vincula con el placer, la imaginación y un deseo de bucear en los sentimientos que nos provoca. El interés que ponen un niño y una niña en una actividad está directamente relacionado con sus posibilidades de aprender y de internalizar ese aprendizaje. Por eso el juego en el aula es tan importante. Porque colabora con el entusiasmo de los estudiantes, incentiva a involucrarse en la tarea, atrae e invita a compartir un momento que también es de diversión. Y la educación tiene que ayudar a distinguir juego de realidad, un desafío serio y complejo. Hace algunos años, me impactó el título de un libro: Jugadores serios en el aula primaria, de Selma Wasserman, profesora de la Universidad Simon Fraser, Vancuver, Canadá. El título pareciera incurrir en pares contradictorios como juego y seriedad, juego y escuela

primaria. La autora nos ilustra acerca del enfoque de enseñanza “Jugar, analizar y volver a jugar” atribuyendo su autoría a docentes de diferentes escuelas. Wasserman dice: “ … Si se da a los niños oportunidades para practicar juegos creativos e investigativos, si se los ayuda luego a reflexionar sobre sus experiencias con esos juegos y se los alienta a que retomen el juego teniendo en cuenta lo que analizaron, se crean en el aula condiciones de aprendizaje que los capaciten” (pág. 52). Esta relación entre juego y ref lexión es muy potente, se trata de jugar y recuperar luego la experiencia para establecer conexiones con los conceptos que el docente se propuso enseñar. Desde otra perspectiva, David Perkins, docente de la Universidad de Harvard, en su libro El Aprendizaje Pleno, utiliza el juego del béisbol como metáfora para explicar

sus ideas sobre el aprendizaje. Lo hace a través de siete principios: e Juega todo el partido. e Haz que valga la pena jugar. e Trabaja las partes difíciles. e Juega fuera de la ciudad. e Descubre el juego implícito o escondido. e Aprende del equipo… y de los otros equipos. e Aprende el juego del aprendizaje. El autor considera aspectos que conforman los juegos, los deportes y nos muestra cómo se aprende, el sentido del aprendizaje y el valor de aprender con otros. Mediante el acercamiento de la enseñanza y de los docentes a la manera que tienen los chicos por excelencia de interactuar con el mundo, que es a través del juego, se pueden desarrollar sus competencias para desenvolverse en la vida diaria, para ejercer una ciudadanía responsable y comprometi-

da. El juego es una oportunidad para compartir, para socializar con el docente en un escenario diferente al del “conductor” y, por qué no, disfrutar del día a día de la clase y aprender del juego de y con los niños. Así como el desarrollo cognitivo y motriz de los chicos es esencial en sus años de formación, también lo es el desarrollo emocional, que no puede dejarse de lado ni pensarse como ajeno a los propósitos de la escuela. Un crecimiento armonioso busca el desarrollo de los aspectos cognitivo, físico y emocional y el juego es un motor importante que posibilita, habilita, permite, favorece. Pero ampliemos nuestra mirada y dejemos que el juego también sea parte de la vida de jóvenes y adultos: juegos de roles, de colaboración, de negocios, de profesiones, de toma de decisiones, entre otros. Si hoy aprendemos a lo largo de toda la vida, la pregunta que nos podemos formular es ¿por qué no seguir jugando? Así lo dice Philippe Meirieu en El mundo no es un juguete de manera tan brillante: “hay que seguir jugando cuando uno es adulto… para evitar tomarse a uno mismo demasiado en serio, para mirar de vez en cuando al espejo y ver al niño que todos llevamos dentro y, entonces, aprender a mirarle a los ojos sin dejar que nos tiranice…”.


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Juan José traverso

> experiencias

Alumnos del Isauro se juntaron a pintar un mural a media cuadra de la escuela. Arriba, todos juntos con la obra terminada y una escena cotidiana en el centro educativo: arte, computación y recreación son los tres talleres que se dictan en esta primaria de jornada extendida.

El cole de los pibes de la calle Es el Centro Educativo Isauro Arancibia, en San Telmo, donde casi 200 adolescentes y adultos jóvenes cursan la primaria. En contraturnos, la escuela dicta talleres de formación de oficios.

No sabía leer ni escribir, trabajaba con un carrito juntando cosas hasta que me lo robaron”, cuenta Gustavo Fernández (29). Perder esa única herramienta que tenía para subsistir hizo que decidiera cursar la primaria en el Centro Educativo Isauro Arancibia. “Si sabés leer es más fácil moverte en el mercado laboral. Por eso, quiero aprender y tener trabajo”, asegura el joven. Con las diferencias que hacen única la vida de las personas, la historia de Gustavo se repite en cerca de 200 alumnos que estudian en el “El Isauro”: casi todos son adolescentes y adultos jóvenes en situación de calle. Sus “domici-

lios” pueden ser el Obelisco, la estación Constitución o el techo que les da la Autopista 25 de Mayo, pero todos comparten la misma esperanza: encontrar un futuro mejor a través de la educación. “Nuestros alumnos viven en la inmediatez, en el ahora. Por eso, lo primero que hacemos es construir la noción de historicidad y, al mismo tiempo, ayudarlos a reconstruir sus propias historias de vida”, explica Susana Reyes, directora del establecimiento, ubicado en Paseo Colón 1318. Muchos llegan a este centro educativo sin documento ni fecha de cumpleaños. Incluso algunos no tienen nombre ni apellido, sólo un apodo. De manera paradójica, la escuela que da contención y guarda las fotos y el diploma de los alumnos hasta que tengan una casa, sufrió cuatro mudanzas desde su crea-

el próximo

El miércoles que viene, en Clarín Educación, un informe sobre el desafío de aprender a estudiar. Más allá de la transmisión de contenidos, uno de los principales objetivos de la escuela es inculcar hábitos de estudio, que funcionen como herramientas para los alumnos. Pero ¿ocurre esto realmente?

Cecilia Farré

Especial para Clarín

Dos mundos bien diferentes “La escuela no es la calle. Y, aunque no nos metemos con lo que ellos hacen afuera, les pedimos que no traigan esos códigos al colegio. Les decimos que sean civilizados, aunque la sociedad no tenga un trato civilizado con ellos”, afirma Susana Reyes, directora del Isauro, quien destaca con orgullo la prolijidad de los cuadernos de sus alumnos. Quienes quieran colaborar o realizar trabajos voluntarios se pueden informar en el sitio web http://www.centroeducativoisauroarancibia.org

ción, en 1998, hasta obtener un edificio propio, en 2011. No haber surgido de un programa oficial fue, según los directivos del centro, una de las causas de la falta de reconocimiento institucional. “El Isauro es el resultado de una construcción colectiva entre maestros y alumnos, que hace visible lo que se quiere hacer invisible. Y eso, a veces, molesta”, destaca su directora y asegura que en 2008 quisieron desarmarlo. Los cursos están a cargo de parejas pedagógicas. “Así, se evita que el docente cristalice la imagen del alumno. La moralina sale fácil y preferimos hablar de ética, no de moral. Inmoral es que haya chicos en situación de calle”, asegura Susana. El equipo está conformado por maestros, psicólogos, trabajadores sociales y tres operadores. Estos últimos son egresados que

recibieron capacitación docente y buscan establecer una relación más cercana con los alumnos, debido a que comprenden mejor los códigos que los estudiantes usan fuera del ámbito escolar. Cada mañana, durante el desayuno, los docentes preguntan a sus alumnos cómo pasaron la noche. “A veces cuentan que les quemaron lo poco que tenían; otras, prefieren no hablar y dicen: mejor estudiemos, hagamos algo”, cuenta Susana. ¿Qué pasa cuando terminan las clases? Valeria Benítez, de primer ciclo, no duda la respuesta: “Se acaba el mundo”, dice. Sin borrar la dureza de la vida en la calle, con el tiempo la educación abre caminos y expectativas, como las de Johnny Ortiz, un alumno que está por terminar la primaria y sueña con estudiar mecánica aeronáutica.


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