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Fernando López Miras

CONSEJO DE REDACCIÓN

AL PARAÍSO TE ACOMPAÑEN LOS ÁNGELES

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Siempre, de las más adversas circunstancias, la ciudad ha salido fortalecida. El máximo cataclismo del siglo XIX, aquella riada cercenadora «de Santa Teresa», refleja el espíritu de una urbe y su huerta; la impronta grabada de un campesino refugiando a su familia sobre los escombros de su derrumbada barraca, mientras las aguas desbordadas amenazan sus vidas, es todo un reflejo del sufrimiento vivido secularmente por las generaciones que nos precedieron.

Así lo entendió Gustave Doré en una de sus más emotivas representaciones de la serie murciana sobre aquella riada, haciendo figurar sobre la escena la aparición sobrenatural de un ángel. Así, la epopeya del pueblo humilde murciano, siempre pendiente del clima y sus rigores, aparece singularmente unida al sentido salvífico de la vida. De nuevo una aparición para librarnos de la sed, también la presencia de la Redención para ayudarnos en la desdicha. Entre la neblina mortecina, que no nos deja ver más allá de la desesperanza, irrumpe un ángel confortando a los débiles. La fusión del drama terreno del valle de lágrimas, de aquella Palestina murciana siempre apegada a sus paisajes áridos, con la perspectiva de la Salvación, se constituye en emblema para el nuevo «tempo sacro». De esta manera, en su éxodo anual hacia el reino de la eterna Primavera, Murcia, la ciudad desterrada, solloza otra vez clamando al ángel el bálsamo entre sus palmas blancas.

En efecto, esta edición de «Cabildo» no podía pasar por encima de los tristes acontecimientos que vivimos y lo hace siendo fiel a sus orígenes, invocando para la ciudad aquella figura celestial con la que inició su andadura hace ya diez años: así, «La Ciudad del Ángel», lo es ahora con más razón si cabe. Con este argumento, la publicación se propone en sus páginas revisar la figuración angelical que tanto protagonismo tiene en su Semana Santa y que trae entre sus manos las flores del triunfo cristiano. Una representación penitencial como ésta, privilegiada en lo artístico y cultural por tantas razones, tiene ahora en su argumento la que acaso sea la más completa serie de esculturas seráficas de toda la pasionaria peninsular. De este modo, como en la iniciativa promocional, es la silueta inconfundible del ángel de la Oración en el Huerto, aquella escultura de Salzillo que, como escribió Gabriel Miró, «debemos amar entre todas las imágenes de todos los ángeles», la que marca el centro gravitatorio alrededor del cual se vertebra la revista.

Los tristes acontecimientos de la epidemia COVID-19 que aún nos preocupa han marcado el discurrir inmediato de una celebración pública y festiva que, por segundo año, habrá de quedar custodiada en la liturgia interior de los templos y en la plegaria emocionada de cada cofrade. Es ahora el momento de acoger a la estirpe del ángel y ceñir este esfuerzo editorial al estudio de un tema artístico abundante. Que el recuerdo del arcángel san Miguel, aquel que antaño protegía a Murcia de las epidemias que asaltaban sus muros, sea ahora protector también de sus nazarenos: de los que están, de los que vendrán y de los que se han ido.

«In paradisum deducant te angeli»

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