Los grupos procesionales contemporáneos en Cartagena Agustín Alcaraz Peragón La Semana Santa cartagenera mantuvo un discurso narrativo sin apenas alteraciones a lo largo de varios siglos. Así, la Cofradía California centraba su procesión del Miércoles Santo en los momentos previos al Prendimiento –su Titular-, mientras que la Cofradía Marraja1 lo hacía en dos representaciones que escenificaban el recorrido de la Calle de la Amargura y el cortejo fúnebre del Santo Entierro. The Holy Week in Cartagena maintained a narrative discourse with hardly any alterations over past centuries. Thus, the California Brotherhood focused its Holy Wednesday procession on the moments prior to the Arrest -its Patron-, while the Marraja Brotherhood did it in two representations that staged the route of the Calle de la Amargura and the funeral procession of the Holy Burial.
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ientras la Cofradía California ponía en la calle grupos procesionales, con obras de Francisco Salzillo, la Cofradía Marraja basaba sus procesiones en tronos de una única imagen, en escenificar una suerte de teatro barroco. Esto cambiará a finales del siglo XIX, cuando ambas cofradías comienzan a incorporar nuevos tronos, siempre respetando un sentido narrativo de la Semana Santa que irán completando a lo largo del XX con escenas que, al no repetirse en ningún caso, dejarán poco espacio para grupos que narren acontecimientos de la Pasión aún no presentes en las procesiones cartageneras. Con mínimas excepciones, habrá de ser en la posguerra, y ante la necesidad de reemplazar las obras destruidas cuando veamos, junto a éstas algunos nuevos grupos como los que en los años cuarenta hiciera Federico Coullaut-Valera para la nueva Cofradía del Resucitado o también para marrajos (La Verónica, 1948) o californios (Coronación de Espinas, 1963) o la última obra de José Capuz para los marrajos, el Santo Amor de San Juan (1953). Esta estabilidad narrativa de la Semana Santa cartagenera comenzaba el Domingo de Ramos con la Entrada en Jerusalén y finalizaba el de Resurrección con las apariciones a Santa María Magdalena, Santo Tomás y los Discípulos de Emaús, no tendría apenas cambios hasta finales de los años setenta y comienzos de los ochenta.2 El auge que la Semana Santa encuentra en su número de participantes, fundamentalmente por la incorporación de la mujer, tiene dos consecuencias: la vuelta a los hombros en los tronos de estilo cartagenero, que a comienzos de los sesenta habían pasado a procesionar sobre ruedas, y la necesidad de las cofradías para buscar huecos en su discurso narrativo para aumentar los tercios de penitentes. La Cofradía California suma entonces a su procesión del Miércoles Santo un nuevo grupo, el del Juicio de Jesús, la última obra de José Sánchez Lozano para Cartagena. Precedido por el primer tercio femenino en la historia de la cofradía, es procesionado por la Agrupación de San Juan
1. Californios y marrajos son apelativos para referirse a las Cofradías del Prendimiento y de Jesús Nazareno que probablemente comenzara a utilizarse a lo largo del siglo XIX y que, aunque probablemente tuvieran en origen un tono despectivo, fueron asumidos por los cofrades creando en torno a ellos leyendas que los justificasen. 2. La única excepción reseñable la constituiría la presencia el Jueves Santo de dos tronos, la Vuelta del Calvario y el Cristo de los Mineros, surgidos a partir de la modificación litúrgica en torno al Sábado Santo –antes Sábado de Gloria- que enfrentó a californios y marrajos para organizar una procesión ese día, que finalizó con la asignación a los marrajos del mismo por parte del Obispado.
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