La imagen de vestir y su relevancia tanto en el paso procesional como en la cultura visual de la Semana Santa de Murcia Santiago Espada Ruiz El estudio de la imaginería que ha formado parte de los desfiles procesionales pasionistas murcianos evidencia, al viajar atrás en el tiempo a través de los documentos históricos y las fuentes documentales, que las esculturas de la tipología de vestir han sido las protagonistas y han tenido un papel destacado en ellos desde su origen, pudiéndose afirmar que constituyen un alto porcentaje del ADN de la retórica visual de la Semana Santa de Murcia. The study of the imagery that has been part of Murcian Passion processions show, when traveling back in time through historical documents and documentary sources, that the to be dressed have been the protagonists and have had a prominent role from their origin. They constitute the DNA of the visual rhetoric of the Holy Week in Murcia.
A modo de prefacio nspirándose en textos de muy diversa índole, los artistas plásticos, desde el siglo V hasta nuestros días, han narrado los episodios bíblicos en soportes tan diversos como: piedra, madera, marfil, pintura sobre muros, tabla o lienzo, manuscritos iluminados, grabados, orfebrería, mosaicos, vidrieras o alabastro, incrustando así en el imaginario colectivo una conjunción de literatura religiosa, tradición, arte y devoción1. La tridimensionalidad escultórica de la iconografía pasionista tuvo un notable desarrollo, y conoció su máxima expresión artística, durante el barroco, periodo donde tuvo lugar la renovación del «paso» procesional de Semana Santa tal cual lo conocemos en la actualidad, cuya esencia ha pervivido. Los nuevos estilos artísticos que siguieron a la Contrarreforma católica fueron evolucionando desde una agotada estética renacentista que dio paso primero, y brevemente, al manierismo e inmediatamente al Barroco. Este nuevo estilo buscó modos novedosos de expresión de fuerte sentido realista, con formas ampulosas, de gran movimiento, dinamismo, e inestabilidad, en aras de lograr uno de los efectos más buscados por la Iglesia a través del Concilio de Trento: la persuasión2. Esta llevaba a quien se ponía ante una obra de arte a sentir los mismos resultados que se procuraban en el teatro con la tramoya, es decir, el traspasar la realidad vivida, imaginar, e incluso visualizar, un mundo de irrealidad como si fuese real, de forma que lo representado fuera visto como algo que puede existir, e, incluso puede estar existiendo3. En ese sentido, la Iglesia, una de las grandes creadoras de cultura visual religiosa, a partir de otras culturas visuales, hizo de sus desfiles de Semana Santa un teatro sacro catequético que gira en torno al sacrificio del Hijo de Dios, y a su sangre derramada como Redentor para la salvación de la humanidad, cuyos actos y escenas se detenían de forma persistente en todos los padecimientos de Jesús hasta su muerte en la Cruz y Resurrección, así como en las angustias padecidas por María, su madre. Un teatrum sacrum, donde se humanizaba la divinidad y lo sagrado, que atávicamente era repetido cada año, en el cual se expresaban las verdades de la fe de un modo claro, verídico y creíble, para ilustrar a
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1. FUENTE, M.J., “La venida al Mundo del Mesías” en Descubrir el Arte, n.274, 2021: p.18. 2. En lo referente a las representaciones iconográficas e iconológicas, la Iglesia católica expresó sus ideas doctrinales a través del Concilio de Trento (1545-63), cuya última sesión, la vigesimoquinta, se centró en estudiar, y promulgar mediante un decreto, 4 de diciembre de 1563, la importancia del culto de las imágenes exaltando su valor catequético. 3. CANTERA MONTENEGRO, J., “En busca de la persuasión” en Descubrir el arte, n.274, 2021: pp. 36-38.
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